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I remember you couldn't stop crying

You found me when I thought I was dying

Believe me when I say


I tried so hard to change

All the crazy shit I made you do

The long nights you held me through

Believe me when I say

I could never be saved

Be saved

Recuerdo que no podías dejar de llorar.

Me encontraste cuando creí que estaba muriendo.

Créeme cuando digo

Intenté cambiar con todas mis fuerzas.


Toda la mierda que te obligué a hacer.

Las noches largas en las que me abrazaste.

Créeme cuando digo

Nunca podré ser salvado.

Salvado.

— rue, girl in red

[ ⊱ĭ⊰ ]

Décima parte:

dead man's party

[ ⊱ĭ⊰ ]

[ 10:1 ]


Tearscolm, 28 de junio de 2022

Hostal Black Owl, 02:32 pm


Hace calor cuando despierto. Lo primero que hago no es abrir los ojos, sino que estoy consciente con los ojos cerrados por un buen rato. No quiero abrirlos, estoy exhausto, completamente drenado. Pero no es como las otras veces. No me siento vacío, solo... es como cuando tienes un largo sueño y te cuesta despegarte de la cama.

Por un momento tan fugaz que desapareció apenas intenté alcanzarlo, creí que estaba en casa. Tenía dieciséis años y estaba en casa, papá aún no encontraba las cartas de mamá, así que aún no había empezado el caos. Jay no existía (o no me había encontrado aún). Yo estaba solo en mi habitación, despertando en una mañana de 2020, listo para ir al colegio. Vería a mis amigos, primero a Yeonjun y luego al resto. Vería a los tontos de mi salón que, aunque no son parte de mi historia, son parte de la historia de Tearscolm. Hyunjin haría una broma de mal gusto en clase de biología y todos reirían y sabría que estaría bien.

Y entonces vuelvo a la realidad.

Jay está parado junto a la ventana, mirando hacia afuera. Se ha quitado el abrigo y tiene un suéter tejido de color negro. Sus manos están entrelazadas en su espalda. Parpadeo y enfoco mi vista. Creí que Jay estaba encima mío cuando desperté y sentí un peso extra, pero ahora que levanto la mirada me doy cuenta que no es Jay.

Jeon Jungkook está sobre mí, roncando como un camionero y aferrándose a mi cuerpo como si fuera a desmoronarme si no lo hace.

—Imprudente.

—Fue tu culpa también —digo, en voz baja y ronca. Tan ronca que apenas puedo discernir mis propias palabras. Tengo la garganta muy seca, tanto que hablar duele. Carraspeo—. Pudiste advertirme, empujarme, no cerrar los malditos ojos y disfrutar del puto beso.

Su ceño se frunce un poco. Es obvio que se ha recuperado del colapso mental que tuvo la última vez, las lágrimas y las confesiones (te amo, te adoro, moriría por ti, mataría por ti). Sigo notando el carmín que se extiende por sus orejas, pero parece que ha puesto los pies sobre la tierra una vez más. Mientras no empiece a hablar mierda, no me importa cuál sea su actitud. Puede actuar como si estuviera enamorado de mí, y me importará absolutamente nada.

—No lo disfruté.

—Di lo que quieras —suspiro y trago saliva, pero mi garganta es un desierto—, ¿qué sucedió?

—Estuviste inconsciente por un largo tiempo.

—¿Cuánto?

—Dos días.

Mierda... No puedo matarte así, entendido. No volveré a hacerlo, ¿por qué le funcionó a la mujer del diario, entonces?

—Solo un Umbra puede romper el vínculo. Te lo dije, Kim Taehyung. Si lo haces tú, lo único que conseguirás es entregarme tu energía por voluntad propia.

—Energía espiritual —él asiente con su cabeza y yo maldigo en voz baja—, ¿te di parte de mi alma por voluntad propia? ¿Por eso me desmayé?

—Sí.

—Y necesitaba tiempo para que se regenere —vuelve a asentir. Es obvio que no quiere mirarme a los ojos. Abro y cierro las manos, intentando que la sangre vuelva a fluir. Mis piernas están dormidas y me duele el rostro. Cierro con fuerza los ojos y los abro, tengo lagañas y me pesan los párpados—. ¿Ahora estaré bien?

—Es difícil comprobarlo sin acercarme —me mira de reojo y veo un movimiento en su garganta. Regresa en un santiamén a la ventana, con las orejas echando humo—, pero haciendo cálculos, deberías tener tu alma restaurada en un... ochenta por ciento. Si mantenemos la distancia, estarás completamente recuperado para cuando tengan que escapar.

—¿Escapar? Por Dios... —vuelvo a maldecir y frunzo el ceño. Si seguimos aquí, lo más seguro es que las operaciones nocturnas de la milicia no han dado ningún resultado. Puede que el señor Namgil ya esté planeando cómo salir del hostal, y seguramente mi ausencia repentina solo fue una molestia. Recuerdo el incidente en la azotea y me invaden unas intensas ganas de salir a comprobar si Yeonjun y Soobin ya están mejor. Me he sentido horrible durante los últimos tres días, pero no se compara a las heridas de Yeonjun. Veo a Jay y vuelvo a sentirme enojado. Hice lo que hice en un impulso, pero de verdad tenía la intención de hacerlo desaparecer—. ¿Qué tengo que hacer para matarte?

Jay suspira, pero no me rindo. 

—No, en serio. Tienes que besarme para desaparecer, está bien. Pero, ¿hay alguna forma de matarte realmente? Si vamos a la azotea y te empujo sobre la baranda, ¿morirás? ¿Sangrarás? ¿Tienes un maldito cuerpo físico, por lo menos? ¿Puedo hacerte daño?

—No responderé a ninguna de esas preguntas, Kim Taehyung —dice, dando media vuelta y encarándome. Agarra la máscara de la mesa de noche y está por ponérsela antes de agregar con sorna—. Dejaría de hablar si fuera tú, no queremos que el Natálido despierte.

—La energía espiritual —continúo, ignorándolo. Él se pone la máscara y se la acomoda—. Si no la consumes, morirás. Solo tengo que mantenerte alejado.

Camina hacia donde estoy yo hasta quedar de pie junto a la cama y se inclina hacia adelante. Mi nariz casi roza la máscara, y siento una ola de pánico recorriéndome el cuerpo. Me acostumbré a su rostro, le perdí el miedo, pero verlo usando la máscara me recuerda al monstruo que solía ser y, no lo sé, no es una sensación agradable.

—Con la cantidad de energía que me entregaste —mis labios le llaman la atención a través de la máscara y yo solo trago saliva, incómodo—, me alimentaste por dos meses enteros, Kim Taehyung.

Me permito respirar cuando Jay sale de la habitación. Está caliente, el aire se siente insuficiente. Quizás sigo afectado por Jay, quizás es el hecho de que estoy compartiendo cama con Jeon Jungkook. Quizás, y solo quizás, es la forma en la que me abraza. Siento la mancha húmeda de su saliva en mi pecho, y es ahí cuando noto que estoy usando otra ropa. La siento suelta sobre mi cuerpo, demasiado grande, así que debe ser de Jungkook. Me muevo un poco, y él empieza a despertar. Se queja en voz baja, se acomoda y me sostiene con más fuerza.

—Jungkook —murmura algo entre sueños y me da un golpe sin fuerza en el pecho. Su pierna derecha se cuela entre las mías y estoy por soltar un sonido para nada apropiado cuando roza por accidente cierta parte—. Jungkook, despierta.

—Un minuto más —dice con somnolencia, sin abrir los ojos aún—. Kim Taehyung... no despierta... No dormí por cuidarlo... Quiero dormir...

—Jungkook.

—Quiero dormir.

—Desperté.

Esa palabra enciende una alarma en su cerebro, porque abre sus ojos y se levanta en cuestión de medio segundo. Se apoya con sus manos sobre mis hombros y se extiende sobre mí, mirándome. Se inclina hacia adelante y su nariz toca la mía. Sus ojos recorren cada milímetro de mi rostro en un análisis torpe. No ha terminado de observar una parte cuando llega a la otra.

—Kim Taehyung —dice, y está cerca. Está tan cerca que siento las palabras sobre mis labios. Su voz ronca y sus ojeras me dicen estuve aquí y cuidé de ti. Y eso me rompe—, estás despierto —lo pronuncia como si no pudiera creerlo.

—Sí —es lo único que alcanzo a decir, y le sonrío para que vea que es cierto.

—Es real, despertaste. ¿Estás despierto? ¿Es real? Ayer soñé que despertabas y seguías inconsciente cuando yo desperté. Odié como me sentí al respecto —frunce esas cejas pobladas y se toca el pecho—. Dolió, y no quiero que duela otra vez.

—En serio, aquí estoy —le respondo, y solo nos miramos por lo que parece una eternidad. Una lágrima suya cae sobre mi mejilla. Su rostro apenas se contrae, sigue con los ojos abiertos y los labios partidos, pero lágrimas silenciosas empiezan a caer sobre mi rostro—. No llores. No llores, maldición. Estoy aquí, Jungkook. No morí, estoy aquí.

—Prométeme que no volverás a irte.

—Es bastante halagador que te hayas preocupado tanto por mí —suelto una risa ronca y miro hacia otro lado—. ¿Sabes? No creí que yo significara tanto.

—Promételo.

Sus cejas casi se tocan en su entrecejo. Está molesto, está frustrado, está aliviado y sigue llorando. Solloza, un temblor casi imperceptible que siento porque sigue sobre mí, porque sentiré cualquier mínimo movimiento que haga en este momento. Me atrevo a tomar su rostro y limpio las lágrimas. Siento que dentro de poco empezaré a llorar también.

—Lo prometo.

Me olfatea, haciéndome cosquillas en el cuello, y arruga la nariz.

—Apestas a oscuridad.

—Ahora apestaré a ti —respondo, y eso lo complace.

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2024 ]

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