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Subimos las escaleras y nos encontramos a Jeonghan cargando una enorme canasta llena de ropa y edredones. Nos topamos en medio del pasillo.

—Taehyung, vi que tu celular estaba sin batería. Se está cargando en mi habitación.

—Gracias —le respondo y él asiente con la cabeza. En ese momento, Joshua se asoma por la puerta de la habitación que Soobin y Yeonjun comparten.

—¡Yo te lo pedí primero! —se queja, saliendo con otra canasta.

—Taehyung lo necesita más que tú. Tiene que hablar con su madre, mucho más ahora que está enfermo.

—No estoy enfermo... —intento rectificar, pero nadie me escucha.

—¿Qué haremos si muere sin haberse despedido de la señora Kim? —continúa Jeonghan, sin prestarme atención. Joshua parece indignado, pero no continúa con la discusión y los dos bajan las escaleras llevando las canastas.

—Chicos —Sunoo aparece por otra puerta. Trae puesta una camiseta negra que le queda enorme y unos shorts deshilachados. Está descalzo y tiene el rostro ligeramente enrocecijo—, el señor Namgil dijo que lavaremos nuestra ropa en la mañana. Sugirió que... le pidamos algo prestado a... —se sonroja más y sabemos enseguida de quiénes habla. Suspira—. En fin, Riki fue el primero en bajar. Pueden pedirle ropa a él. Si prefieren esperar, me avisó que los otros bajarán enseguida.

—Está bien —responde Yeonjun—, esperaremos. ¿Sabes de lo que estaban hablando?

—Escuché un poco cuando Riki abrió la escotilla —baja la mirada y se acerca a nosotros, como a punto de contar un secreto—. Creo que distinguí las palabras noche y cazar.

Intercambiamos una mirada y los tres entendemos a lo que se refieren. Los vampiros se alimentan de comida humana por una parte, ya lo hemos comprobado desde la primera mañana en el hostal, pero es verdad que también necesitan una buena parte de sangre para sobrevivir y que no los hemos visto beberla ni una vez desde que llegamos. No beberán de ningún cuello en el hostal (¿lastimosa o afortunadamente?), así que tienen que buscar afuera.

Afuera. Con todo el peligro que hay allá, esperándolos.

Estamos preocupados, es más que obvio, pero el pasillo no es un buen lugar para discutirlo y eso queda claro cuando Riki sale de su habitación con una camiseta blanca y un short muy parecido al que lleva Sunoo. Van a juego, y me gustaría tomarles una foto (para tener la memoria y molestar a Sunoo), pero Riki apenas se detiene a saludarnos antes de tomar el brazo de Sunoo y llevárselo abajo.

Yeonjun y yo nos separamos y cada uno va a su habitación. Cuando entro a la mía (nuestra. Aunque Jungkook no esté, sigue siendo suya también), veo a Jay sentado sobre mi cama.

—¡Mierda! —exclamo, dando un respingo. No noté cuándo entró en la habitación. Tomo aire y me calmo, echándole un ojo al pasillo. Cierro la puerta— No me asustes así, imbécil. No será bueno para ninguno si alguien se entera.

—Te escuché.

—¿Qué escuchaste? —no me acerco y permanezco cerca de la puerta, como en estado de alerta. Él está encorvado hacia adelante y no veo rastro de la máscara cuando reviso la habitación. Tiene el cabello echado hacia atrás y puedo ver su rostro. Luce... triste.

—El Natálido. Kim Taehyung —levanta la mirada y veo suplica. Me está rogando, y se está conteniendo para no saltar hacia mí. El labio inferior le tiembla—, no dejes que el Natálido te atrape entre sus garras. Es —se mira sus propias manos. Está colapsando— es peligroso, Taehyung. No es bueno para ti, no es bueno para nosotros. No es...

—Es bueno para mí —le digo. Él me mira con una expresión rota—, ¿es peligroso para ti? ¿Por eso quieres que me aleje de Jungkook? —doy dos pasos hacia él. Jay ni se inmuta— ¿Qué? ¿Desaparecerás si me acerco demasiado?

Lo dejo sin palabras un momento.

—Me odias —termina diciendo.

—Bastante. Quiero que desaparezcas —se encoje como si lo hubiera golpeado, como si mis palabras fueran un disparo en su pecho. No me arrepiento, no siento ni una pizca de culpa cuando empieza a llorar—. Tú me odias también, no sé por qué finges que no lo haces ahora.

—No te odio —sus ojos llorosos gritan que dice la verdad, pero no le creo—. Kim Taehyung, fui creado para destruirte. Nunca quise hacerlo. Si no lo hago, si no te lleno de oscuridad, yo...

—¿Morirás? Seguro, por mí eso está bien. ¿Sabes? Está mucho más que bien, sería excelente —empiezo a sentir mi sangre hirviendo bajo mi piel. Jay tiembla—. Será increíble respirar por primera vez en dos malditos años.

—Lo siento.

—Las palabras no son suficientes.

—Hice lo posible por mantenerme al límite. No quiero lastimarte, Kim Taehyung. Nunca quise, pero debía. Tenía que, era mi trabajo.

—La vida ya era una mierda antes de que aparecieras —escupo. Estoy furioso. Ha estado cambiando tanto que ya no sé quién es este chico cabizbajo y sucio frente a mí, pero no puedo olvidar. No puedo—, pero tú la hiciste peor.

—¡Lo siento!

—¡Deja de disculparte, maldición! —me acerco y lo agarro del cuello. Él me mira con miedo. Jay, el monstruo, monstruo. El demonio que lleva viviendo bajo mi cama desde que tengo dieciséis está aterrado. Me tiene miedo. Es la primera vez que lo tengo tan cerca y puedo discernir detalles de su rostro que antes no podía por el sucio cabello rubio. Tiene los ojos de un amarillo oscuro y líneas negras como raíces surcándole las mejillas— ¿Qué eres? ¿Qué eres?

—Lo sabes —tartamudea y evita mi mirada, pero la cercanía no se lo permite. Mueve los labios intentando hablar, pero tarda en encontrar las palabras—. El diario, lo vi. Lo leí, y tú también. Está en ese cajón ahora mismo. Lo sabes.

—Umbra.

—Sí.

—Quieres convertirme en un Feráseo.

Traga saliva. Suelto el cuello de su camiseta.

—Sí.

—Quieres matarme, lo has intentado desde el inicio, ¿qué te detuvo? —me alejo de él y empiezo a caminar por la habitación como un histérico— ¿Qué te hizo falta para terminar con el trabajo?

—No faltaba... No faltaba mucho. Rompí la capa protectora, solo bastaba con infectar tu alma, pero entonces llegamos aquí. Y apareció el —intenta contener el desprecio, pero no lo logra y es evidente en su forma de hablar— Natálido. No puedo hacer nada con él cerca. Tu energía negativa es lo que me mantiene vivo, y él hizo que... dejaras de producirla. Me debilitó. Ya no tengo más opciones.

—¿Energía negativa? El diario no menciona nada sobre...

—Tienes oscuridad dentro de ti —me interrumpe, mirándome a los ojos con intensidad—. Todos los seres humanos la tienen, pero tú más que los otros. Eso es lo que me atrajo. Tienes tanta energía negativa que podía alimentarme de ella. Al menos, una parte —se mira las manos y se las pasa por el pantalón sucio como si estuviera limpiando su sudor. Lo mancha de negro—. Me alimentaba de una parte, la otra la usaba para infectarte.

—La... mierda que me decías a diario. ¿Intentabas que produjera más energía negativa?

—Sí, pero yo nunca dije nada malo sobre ti. Nada que realmente creyera —lo miro con incredulidad, casi con molestia, pero él no parece afectado. Está siendo sincero. Bufo.

—¿Quieres que crea eso? ¿Quién pensaba toda esa porquería sobre mí si no eras tú? Que soy una mala persona, que merezco morir y que todo es mi culpa. lo decías —me arden los ojos, pero me niego a llorar frente a él. Parpadeo muy rápido, sin quitarme la sensación incómoda de encima.

Él me mira como si lo que estuviera pensando fuera obvio.

—Tú, Taehyung. Yo solo era el canal, solo le daba voz a tus pensamientos. Quien pensaba esas cosas sobre ti eras tú.

Es un golpe que no esperaba recibir, un puñetazo en el estómago que me da náuseas. El ardor bajo mis ojos se convierte en un llanto silencioso que no puedo controlar. No puede estar diciendo la verdad, no le creo a Jay. ¿Por qué le creería a un demonio? Jay... Jay es quien pensaba esas cosas. Yo...

Yo.

Por Dios.

—Mientes —le digo, aunque no creo en mis propias palabras—. El segundo día en el hostal, dijiste que todo esto era mi culpa y ya tenías —lo señalo de arriba a abajo con disgusto— esta forma. Ya estabas débil, ya no podías hacer nada, ¿por qué decir mierda de mí entonces?

—Estaba desesperado, Taehyung. No quiero hacerte daño, ya no. Créeme —veo de nuevo el movimiento lento en su garganta cuando traga—, pero es mi trabajo, y es mi vida. Ya no tengo más remedio, Santalan acabará conmigo si regreso con las manos vacías, pero no... No quiero morir.

Ahora está llorando, ambos lloramos. Ninguno es escandaloso, ni gimotea con descontrol. Son lágrimas silenciosas, atrapadas en esta habitación. Nadie escuchará a Jay de todos modos, puede hacer todo el ruido que quiera, pero parece estar reprimiéndolo.

—Morirás si no te alimentas de mí. ¿De qué has estado viviendo entonces? —vuelvo a acercarme a él, pero esta vez Jay se levanta de un salto y rodea la cama para alejarse.

—No te acerques, Kim Taehyung.

—¿Por qué? ¿Temes que te haga daño, que intente hacerte algo? —me limpio con casi nada de delicadeza mis mejillas y ahora tengo las manos húmedas. Me aclaro la garganta. Jay está tan vulnerable que no me importa provocarlo— Ahora que leí el diario y sé cómo hacer que desaparezcas, ¿temes que lo intente?

Frunce el entrecejo, pero no porque esté enojado. Tiene las manos levantadas con cautela, pero no precisamente porque piense que lo voy a atacar y quiera estar listo para defenderse. Su postura es... extraña. Como si intentara protegerme de sí mismo, enjaularse para no hacerme daño a mí.

—Energía espiritual —responde después de un rato. Se limpia el rostro y se mancha de negro—. Ya no tienes la capa de energía vital que protege tu alma, la rompí. Se regenerará, pero el proceso es tardío en humanos. Solo queda tu alma, Taehyung. Sin energía negativa de la que alimentarme, solo me quedó una opción disponible.

Me quedo helado.

—¿Mi alma? —asiente con la cabeza. Dios— Por eso me he sentido tan débil. ¿Qué —trago saliva— qué sucederá si continúas alimentándote de mi alma? ¿Me quedaré sin alma? ¿Qué... ? — la mirada que me da es suficiente para explicarlo todo. Moriré— ¿Qué pasará contigo si muero?

—El lazo se romperá. El lazo que nos conecta.

—Y tendrás que buscar otro lazo.

—Sí.

—Mierda —me siento en la cama de Jungkook y hundo mi rostro húmedo entre mis manos. Demasiada información, otra vez. Ahora que tengo el diario, debería hacer mis propias anotaciones. Jay me acaba de dar más datos sobre los Umbras de mierda de los que mamá y Namgil hubieran podido recolectar en años de investigación. Sigo llorando, pero no sollozo. Si alguien de afuera escucha, se alarmarán. Trago mi propia saliva varias veces, tengo la garganta seca y me arde—. ¿Seguirás alimentándote de mi alma? Vas a matarme, y dijiste que no querías hacerme daño. ¿Mentiste?

—No, ya no lo haré.

—Entonces morirás —alzo la cabeza, mis manos están empapadas y siento los ojos hinchados—. Te alimentarás de la energía de otra persona, les robarás el alma. A mis amigos, a Namgil, a Jungkook. Los matarás —lo veo a los ojos. Sigue al otro lado de la cama, en posición de alerta—. No los toques —aunque intento que suene como una amenaza, no parece más que una súplica lastimera. Jay también sigue llorando.

—No puedo hacerlo, aunque lo intentara. Mi conexión contigo no me lo permite. Estoy anclado a ti hasta que el lazo se rompa, Taehyung.

—¿Entonces? Estamos en un callejón sin salida. Uno de los dos tiene que morir para que el otro sobreviva, ¿no? Solo hay que esperar y ver quién muere primero.

—No, no. Tengo una idea, quiero ayudarte. No volveré a persuadirte acerca del Natálido, ya acepté mi destino respecto a eso. Fallé, Kim Taehyung. Tengo que aceptarlo. Volveré a mi hogar, recibiré las consecuencias de mis acciones, pero quiero —debe ser mi perspectiva distorsionada, las lágrimas en mi camino, pero me parece ver que, debajo de las líneas negras en su rostro, un ligero rubor se adueña de su piel— ayudarte. Quiero ayudarte a escapar, Kim Taehyung.

—¿Por qué debería —me sorbo la nariz y me friego los ojos. Vuelvo a estar a la defensiva— creerte, maldito monstruo?

Se mira las manos, casi nervioso. Suspira, mira a ambos lados, y rodea la cama para sentarse cerca de mí, aun manteniendo una distancia considerable.

—Los Feráseos y los Quirópteros no son el verdadero peligro. Las bestias son un simple augurio para lo que realmente vendrá —su mano está a unos cinco centímetros de la mía sobre la cama. Las observa de una forma extraña, casi anhelante. Vuelve a mirarme a los ojos, y juro que veo a mamá por unos segundos cuando dice lo siguiente—. Santalan y su acto final.

Recuerdo la lavanda, a mamá planchando mi uniforme y a Bernadette Carrol cantando sobre cómo ríe y llora al mismo tiempo. Recuerdo el dibujo en mi regazo, el pan duro y la voz de Joshua al otro lado del teléfono. Recuerdo a mamá hablándome del toque de queda y besándome en las mejillas.

Puede ser. Pero no hay nada seguro, Taehyung. El Gran Demonio no se hubiera ido sin decirnos adiós, sin hacer su acto final.

—Matarnos a todos —le digo a Jay.

—Quiere apoderarse de este lugar. Tearscolm es un pueblo pequeño, oscuro y desprotegido. Tiene mucho bosque, así que es perfecto para empezar con la invasión. Envía Umbras para reunir un ejército de Feráseos, en su mayoría humanos convertidos, que traerá para acabar con la humanidad. 

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2024 ]

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