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—Sí. No aquí aquí, está arriba —parece aterrado. No puedes temerle a algo que no crees que existe, así que Jungkok cree en mis palabras. No me está juzgando, no me pide pruebas—, ¿me crees? ¿No piensas que estoy loco por decir algo así?

—No. Si está en el cuaderno del señor Namgil, entonces es verdad. Y no veo que tengas razones para mentirme —dice Jungkook, y sus palabras me quitan un peso de encima que me hace sentir profundamente aliviado—. Eso significa que te oscurecieron el alma, ¿verdad? ¿Por eso llorabas?

Rio, muy bajito, para que Jungkook sea el único que pueda escucharme.

—¿Entonces sí me estabas prestando atención cuando leía? —le digo, divertido. Jungkook está por reírse también, pero al instante su rostro cambia y el temor vuelve a cubrirlo.

—Aguarda, ¿esta cosa está aquí? ¿En el hostal? ¿Y estuvo en nuestra habitación mientras dormíamos? —tiene los ojos abiertos de par en par y la boca abierta y torcida hacia abajo. Le doy un empujón suave en el hombro.

—¿De qué tienes miedo, chico-colmillos? —él frunce más las cejas y evade mi mirada—. Él no puede tocarte. Ni siquiera puedes verlo, no te puede hacer daño. No te preocupes.

—¿Has vivido con uno de esos por años? ¿El cuaderno no decía que su objetivo era convertir al paciente en un... Feráseo o como se diga? —asiento con mi cabeza. Esa parte también me resulta confusa. He tenido momentos mejores y peores desde que Jay apareció, pero estoy seguro de que más de una vez estuve lo suficientemente vulnerable como para que me transformara en un monstruo. Jungkook también parece darle vueltas al asunto. Un pensamiento aparece en su cabeza, y me agarra por los hombros. El movimiento repentino me hace dar un sobresalto— Él puede tocarte, ¿no? —asiento, aún agitado— ¿Eso significa que esa cosa puede hacerte daño?

La genuina preocupación con la que hace la pregunta me conmueve, y aún con sus dedos enterrados en mis hombros y la agitación del momento, sonrío. He estado muchísimo más calmado desde que descubrí la verdad detrás de Jay. Eso, sumado a que me ha dejado respirar todo el día y a que Jungkook me creyó sin cuestionarme, me transmite una tranquilidad increíble que nunca antes había sentido.

—Nunca me ha hecho daño, físicamente —se tranquiliza al oír las primeras palabras, pero la última vuelve a inquietarlo. Le doy unas palmaditas sobre la mano derecha para intentar tranquilizarlo. Él me suelta, aún intranquilo—. Ya lo escuchaste, esas cosas solo están ahí para jugar con tu cabeza. Pero desde esta mañana... No lo sé, Jay ha estado muy callado. Por eso no está aquí.

—¿Jay?

—Es el nombre del Umbra —es raro y tranquilizador poder darle un nombre a lo que Jay es. Jungkook levanta una ceja—. ¿Qué?

—La cosa tiene un nombre —se relame los colmillos y mira hacia otro lado, como intentando pensar—. ¿Normalmente está junto a ti?

—Sí, casi todo el tiempo.

—¿Cómo sabré que la cosa no está? Porque asumo que no podemos hablar de estas cosas con él cerca —mantiene una ceja enarcada. Tiene razón. Dios, ¿puedo ser más imprudente? Si Jungkook dice alguna de estas cosas en voz alta frente a Jay, ¿qué es lo que él sería capaz de hacer? No mucho en su estado actual, pero no me quiero imaginar el resto. Miro abajo y parpadeo rápido, avergonzado por no haberlo tenido en cuenta. Jungkook se ríe y baja la voz—. Fijemos una señal, que solo sepamos tú y yo. Si me haces la señal, sabré que la cosa está cerca y que tengo que ser cuidadoso.

Sus palabras me transmiten seguridad y hacen que mi mente se libere de todo lo que la atormentaba, por unos segundos. No creí que hablar con alguien sobre esto me haría sentir tan bien, pero siento que Jungkook era la persona indicada para desahogarme sobre Jay. Incluso si no me cree, le agradezco de todo corazón que me esté siguiendo la corriente.

—¿Chasquear los dedos? —lo hago algunas veces como demostración, mirando a Jungkook en busca de una confirmación. Él aprieta los labios en una sonrisa adorable y asiente con la cabeza.

Lavo el tenedor que acabo de utilizar y Jungkook sigue ojeando el cuaderno. Me acerco y encuentro que ha pasado las páginas hasta la zona de Natálidos. Intento comparar el retrato con el modelo. Quien lo dibujo realmente tiene talento. Los detalles son increíbles, incluso sus colmillos son idénticos.

—Riki lo dibujó —dice al notar mi curiosidad. Como no sé qué responder, solo asiento con la cabeza—. Es el único que ha tocado este cuaderno, con permiso del señor Choi, para hacer los dibujos. Nunca recibió clases formales, solo empezó a hacerlo por diversión. Con suerte salimos del hostal, así que no hay mucho que hacer... Comenzó a ganar dinero dibujando retratos de los clientes frecuentes del bar —Jungkook pasa las yemas de los dedos sobre las líneas prolijas del retrato—. Es un mocoso talentoso.

—Sunoo también dibuja —me siento tentado a decirle que yo también lo hacía, pero me avergüenza tener que confesarle también que no he dibujado nada desde que Jay apareció. Me aclaro la garganta—. Los vi juntos en la terraza. Se llevarán bien.

Jungkook sonríe un poco.

—Eso es bueno. Ninguno de nosotros... tiene muchos amigos. Por no decir que ninguno —gira la cabeza para mirarme—. Son una molestia, pero me alegra que ustedes hayan aparecido.

Solo nos miramos por lo que parece una eternidad. Los ojos grises de Jungkook reflejan mi silueta. Puedo verme a través de ellos. La forma en la que Jungkook me mira... Espero que sea la misma en la que yo lo veo a él. Sus cejas están relajadas, las comisuras de sus labios levantadas y los colmillos se le abultan en el labio superior. De verdad que es un chico atractivo. Un mechón de cabello gris decide comportarse de forma rebelde y le cae sobre la frente. Estoy por apartárselo, pero él piensa lo mismo en el mismo instante y nuestros dedos se tocan antes de alcanzar el mechón.

Dios, esto es humillante. Nunca me he comportado de esta forma, sonrojándome y riéndome como bobo, con nadie antes. No sé lo que me pasa. Jungkook me hace sentir bien. Nos conocemos veinticuatro horas, y de esas veinticuatro horas menos de tres han sido suficientes para que mi percepción de él cambie drásticamente. Es extraño. Es como si ahora pudiera pensar mejor sin Jay. Con la mente más libre, puedo dejar que otro tipo de pensamientos fluyan.

Fluyan, pero hay obstáculos en el camino. No me puedo permitir esta tranquilidad. No me lo merezco.

Y entonces el diablo llega a recordarme mi destino.

:(

¡Nos leemos luego!

[ Noduru, 2024 ]

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