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Mi peor faceta sale cuando estoy con todos. Tener una cara con cada uno de mis amigos hace que mi interior entre en cortocircuito cuando estoy con todos ellos. Si estamos en grupo y digo que estoy de acuerdo de Joshua, Sunoo me quemará la nuca con su mirada. Si Jeonghan dice que está agradecido de tenernos como sus amigos y que quiere que vivamos juntos después de la graduación, le diré que es una idea increíble a pesar de la mirada desaprobatoria de Yeonjun.
Esa tarde, Yeonjun me separó del resto cuando estábamos bastante metidos en el bosque y los otros dos, muy ocupados hablando con los amigos mayores de Joshua y fumando, no se percataron de nuestra repentina desaparición. Yeonjun me dijo con un suspiro que había discutido con Jeonghan un día antes y que, cuando le dijo que nuestro pequeño grupo se estaba yendo directamente a la mierda, que todos estábamos incómodos y lo mejor era romper lazos, Jeonghan le dijo que esa era la opinión solo de Yeonjun, que el resto estábamos completamente bien. Cuando Yeonjun le preguntó quién estaba bien exactamente (Joshua se estaba alejando poco a poco con chicos mayores y problemáticos, Sunoo se estaba recluyendo cada vez más porque nuestros planes y charlas de chicos-grandes lo hacían sentir incómodo), Jeonghan respondió que Taehyung estaba completamente bien. Taehyung no veía ningún problema, Taehyung dijo que el grupo debía permanecer unido y que haría lo que sea para lograrlo.
Taehyung, Taehyung, Taehyung.
El problema con mentir y crear una personalidad con diferentes personas, es que en algún momento tu máscara se caerá. Las mentiras no duran mucho, y el momento en el que sean reveladas será desastroso. No para ninguno de ellos, sino que para ti. Sunoo habló con Joshua, Yeonjun habló con Jeonghan, Sunoo habló con Yeonjun, Joshua habló con Jeonghan. Y todos ellos hablaron de mí. Taehyung, Taehyung, Taehyung.
Joshua era un imbécil, pero Taehyung era un mentiroso.
Sunoo era un puritano, pero Taehyung era un doble-cara.
Jeonghan era un ignorante, pero Taehyung era un verdadero hipócrita.
Yeonjun exageraba, pero Taehyung nos engañó.
No pude dormir nada esa noche, apenas podía mantenerme dos o tres segundos con los ojos cerrados. Estaba desesperado por hablar con alguien, por hablar con mamá, pero ella estaba encerrada en su habitación con papá. Y gritaban tanto que mi cabeza palpitaba con cada grito. No podía pensar. Tenía mi celular con el 112 marcado en caso de que la pelea se volviera demasiado grande, pero al mismo tiempo revisaba cada tanto mis mensajes. No había llamadas de los chicos, nada de nada.
Solo podía pensar en las palabras de Yeonjun.
—Taehyung... Sunoo me lo contó todo, Joshua también. ¿En serio... dijiste esas cosas sobre ellos a sus espaldas?
—S-Sunoo también dijo cosas —respondí sin aliento—. Y J-Joshua dijo cosas peores sobre Sunoo, ¿yo soy el malo?
—Ellos lo dijeron sin pensar, Taehyung... Tú no tenías nada en contra de ellos, ¿qué razón tenías para escupir todo eso?
No respondí nada, solo me quedé callado y miré el piso.
No dije nada porque no tenía nada que decir. No tenía excusas. No mucho después de que reconstruyeran la Iglesia de Tearscolm, por allá de 2010, mamá empezó a llevarme los domingos. Todos los niños de mi escuela también iban. Era como una terapia colectiva para aquellos que seguían traumatizados con el desastre del 45 (es decir, todos los habitantes de la ciudad. Mamá incluida). Mientras los adultos recibían el sermón, los niños se reunían en una sala aparte donde los pastores más jóvenes nos daban enseñanzas que le entraran en la cabeza al montón de mocosos de diez años que éramos. Hablaban sobre la sinceridad, la importancia de ser honesto y basar en buenos principios nuestras relaciones con los demás.
Decían que al Gran Demonio le gustaban las mentiras, que se alimentaba de ellas. Y que, si mentíamos, el Gran Demonio se haría más fuerte y más grande y, no sé, nos comería por la noche o algo así.
Nosotros no éramos tontos. Sabíamos que era una enorme mentira. Hablábamos de eso cuando nos daban un receso a las diez de la mañana y podíamos jugar en el parque frente a la iglesia.
Yo le había mentido a mis amigos por años. Todo hubiera sido mil veces más fácil si hubiera dicho la verdad desde un inicio. Era como dijo Yeonjun: Mi trabajo era tranquilizarlos. Debía ser un mediador, no echarle más leña al fuego. Pero me acostumbré tanto a decir solo lo que la gente parecía querer escuchar que ya no sabía cómo hacerlo. Ya no sabía cómo ser yo. No sabía cómo ser una buena persona.
Esas preguntas me dieron vueltas en la cabeza toda la noche anterior a la aparición de Jay: ¿Quién soy? ¿Soy una mala persona?
Lo eres. Eres una mala persona, Kim Taehyung.
Esas fueron las primeras palabras de Jay. Las escuché aún con los ojos cerrados, y por un momento creí que era una pesadilla. No lo era, porque Jay estaba ahí cuando abrí los ojos. Y siguió ahí por tanto tiempo... Sigue aquí, y han pasado dos años.
Pero Jay ya no es Jay. Jay es... diferente ahora. Es diferente desde esta mañana.
No hablé con ninguno de mis amigos durante lo que quedaba de 2020, principalmente porque nos peleamos a finales de año y teníamos vacaciones por Navidad. El siguiente curso empezó en febrero, e inevitablemente tuvimos que volver a hablar por temas de la escuela. Esa Navidad fue un infierno. Viví encerrado en casa (sin los chicos, no tenía por qué salir). Además de que me aterraba la posibilidad de encontrármelos en la calle, porque no sabría cómo reaccionar. No quería enfrentarlos, no podía asimilar mis errores. Quizás estando solo hubiera reunido el valor para acercarme primero y disculparme con ellos, pero con Jay era imposible. No me dejaba tranquilo, me susurraba a todas horas que era un humano horrible y me merecía lo peor. Al principio, me dije que era un invento de mi imaginación. Empecé a preocuparme cuando estaba por cumplir un mes de haber llegado y no desaparecía.
Consideré contárselo a mamá, pero cada vez que el pensamiento aparecía, Jay se acercaba y lo que iniciaba como un inocente abrazo se volvía más y más fuerte hasta que sentía que me faltaba el aire y se me comprimía el pecho. Su viscosidad me consumía, y Jay rugía que no sería más que una molestia para mamá. Mamá ya tenía sus problemas, ¿y yo me atrevería a molestarla con los míos? Eres malo, Kim Taehyung. No te mereces a tu madre. No mereces a nadie. Muere en soledad.
Las cosas se volvieron más manejables cuando volví a la escuela. Jay, por supuesto, me siguió allá también, pero no podía hacer nada muy grande en público. Nadie más lo veía, solo yo. A veces, empezaba a hablar mierda en clases y me costaba concentrarme, por lo que mis notas desde ese entonces son bastante malas, pero el colegio también fue una buena excusa para acercarme naturalmente a los chicos (ellos se acercaron primero, y se los agradezco de todo corazón). Hablamos, me disculpé con ellos y ellos también se disculparon. Y lloramos toda una tarde, porque recordamos que estamos unidos los unos a los otros. No podemos vivir sin estar juntos. Ya es muy tarde para intentarlo.
Y ahora estamos bien, pero sé que no es lo mismo. Sé que yo no soy el mismo, aunque intento mejorar y ser más... yo. No sé quién soy, pero trato de ser lo más transparente con mis amigos. Si no estoy de acuerdo con algo, se los digo. Si Joshua quiere fumar con universitarios e ir a fiestas, pero Sunoo y Yeonjun no quieren, no es el fin del mundo. No podemos vivir separados, pero podemos separarnos temporalmente. No nos matará estar una noche solos. Joshua estará ebrio con Jeonghan en una fiesta de mayores, y los demás estaremos viendo películas en la sala de la familia Choi, y eso estaba bien. Mientras supiéramos en el fondo que seguíamos siendo nosotros (una segunda familia que no juzgaría) todo estaría bien.
Pero yo no estoy bien. La soga que me une a ellos está más desgastada que la del resto. El nexo que me mantiene ahí tiene una grieta. Una grieta con nombre.
Esa grieta es Jay.
Y este secreto me lleva matando por dos años. No puedo decirles sobre Jay, porque creerán que estoy loco. Yo mismo creo que estoy loco, ¿qué me dirán ellos? No me creerán. Ellos no lo pueden ver, así que no lo entenderán.
¡Nos leemos luego!
[ Noduru, 2024 ]
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