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Me giro y los veo: Están hablando. Solo eso. Hablan. Parece que Soobin tiene la misma personalidad que Yeonjun y que es un chico tranquilo que roza lo inexpresivo, pero que de vez en cuando deja escapar una sonrisa. Y ese de vez en cuando sucede, para ambos, al mismo tiempo mientras los observo. Yeonjun sonríe, y Soobin también, y puedo ver sus colmillos si hago esfuerzo con la vista y me cubro con la mano del sol. Es increíble. Yeonjun casi no sonríe con nosotros, y está sonriendo con un chico que acaba de conocer. Un chico que la noche anterior amenazó con cortarle la garganta. Un chico que es un vampiro.
Desayuné con Jungkook hoy, así que no soy quién para juzgar a Yeonjun. Pero mi primera impresión con Jungkook no fue tan mala como la suya con Soobin, ¿qué lo hizo cambiar tan de repente?
—¿Y Sunoo? —pregunto.
—Está sentado por allá —señala con el índice una esquina de la azotea.
Sunoo está sentado, con las piernas cruzadas y un cuaderno en sus manos. Tiene un lápiz carboncillo y hace trazos rápidos mirando de vez en cuando a algo frente a él. Sunoo y yo nos hicimos más cercanos cuando ambos nos unimos al club de arte a los doce, así que no me sorprende que esté utilizando este confinamiento inesperado para dibujar (seguramente con cosas prestadas por el señor Namgil) todo lo que no podrá después de la graduación.
Me quedo sin palabras al ver lo que está dibujando. O a quién está dibujando, más bien. Es Riki, el vampiro de cabello gris. Está parado a unos dos metros de Sunoo, posando como un modelo para una revista adolescente, y él y Sunoo intercambian miradas y comparten sonrisillas que me desconciertan. Esto es malditamente increíble. ¿Kim Sunoo hizo amigos? ¿El mismo Kim Sunoo que jugaba solo en el patio de la iglesia todas las tardes? Tardamos mucho en hacernos cercanos a Sunoo. No porque fuera un chico reservado (ese es Yeonjun) sino que siempre fue demasiado tímido. Era como si nos tuviera miedo cuando nos conocimos, pero con los años ha empezado a abrirse. Aún sigue teniendo problemas al socializar con personas que no seamos nosotros, ¿y ya se hizo amigo del vampiro? ¿Del vampiro que amenazó con tirarlo a la calle con los Feráseos?
—¿También está con un vampiro?
—Sí, pero Riki no me ofreció nada a cambio de dejarlos en paz. Estaba por intervenir, pero —baja la mirada, poniéndose intranquilo de pronto— me miró de una manera... amenazante. Y me enseñó los colmillos. No pude decirle nada.
—¿Te asustó? ¿A ti? —bufo, empezando a reírme. Joshua me da un empujón, resoplando con indignación
—¿Tú no tendrías miedo, imbécil? Son vampiros, nos podrían matar en cualquier momento —dejo de reír. Tiene razón. Joshua suspira—. Sunoo me dijo que no era para tanto, y que estaba seguro de que Riki no le haría daño. Sigo echándoles un ojo de vez en cuando, por si acaso. Sunoo no podrá defenderse si —su voz se entrecorta. Se aclara la garganta— algo llegara a pasar. Me preocupa.
—Hong Joshua es un hombre honorable que se preocupa por sus amigos, qué romántico —pone los ojos en blanco, pero no me insulta y se limita a sonreír.
Lo abrazo por los hombros y ambos empezamos a caminar hacia Jeonghan.
—¿Dónde te estabas escondiendo, Kim Taehyung? —pregunta Jeonghan con diversión. No es la mejor sensación del mundo hablar con ellos cuando están fumando (apesta), pero ir con Yeonjun y Sunoo teniendo en cuenta quiénes los acompañan tampoco suena alentador.
—Estaba hablando con mi madre —ambos asienten con la cabeza, como sin saber qué añadir a eso, así que decido seguir con la conversación por mi cuenta— ¿Qué hay de Sunoo y Yeonjun? ¿Desde cuándo se llevan bien con los vampiros?
—Pasaron toda la mañana encerrados con esos chicos en sus habitaciones —responde Jeonghan. El viento hace volar su cola de caballo y se lleva el humo del cigarrillo cuando lo expulsa con un soplido suave—. Los vagabundos anoche estaban algo... sensibles. Tuvieron una noche horrible, teniendo en cuenta las heridas y eso, pero parece que hoy pudieron hablar como personas racionales y ahora son ¿amigos? No lo sé, parecen más cómodos que cuando están con nosotros.
—¿Ustedes no han hablado con ellos? —me atrevo a preguntar—. Con los vampiros.
—¿Sin tener en cuenta las miradas de odio y las amenazas? No, cero interacciones —responde Jeonghan.
Me quedo en silencio. Jeonghan y Joshua tienen una personalidad algo difícil de manejar, pero son buenas personas. Es por eso que hemos podido ser amigos por tantos años siendo tan diferentes entre nosotros. Por una razón es que personas como Yeonjun y Sunoo pueden aguantarlos. Aunque hubo un tiempo en el que... nos distanciamos...
Aún así (aún así), si los otros chicos son como Jungkook (infantiles, entrometidos e impulsivos, pero con buenas intenciones), creo que puedo entender cómo ahora se han acercado un poco. Incluso Jeonghan y Joshua podrían ser amigos de los vampiros si los llegan a conocer mejor.
Recuerdo la razón por la que subí a la azotea. Tengo que decirles a los chicos que nos quedaremos más tiempo aquí y que llamen a sus padres, como pidió el señor Choi. Me alejo un poco de Joshua y Jeonghan hasta estar en el centro, porque acercarme uno por uno a los grupos que están dispersos por la azotea no me parece la mejor opción. Es mejor hacer un solo anuncio para todos. La azotea no es grande, me escucharán si levanto la voz.
—¡Chicos! —utilizo mis manos como megáfono improvisado, y absolutamente todos se voltean a mirarme. Seis pares de ojos, incluidos los vampiros, me observan con curiosidad por lo que estoy a punto de decir. Me relamo los labios e intento mantener el control (nunca me ha gustado ser el centro de atención, y Jay suele aprovecharse de eso. Las exposiciones orales en la escuela eran un infierno gracias a ese idiota)— ¡El señor Namgil dijo que nos quedaremos algunos días más, y que les avisen a sus padres!
Al ver que el anuncio no tiene nada que ver con ellos, los vampiros dejan de mirarme enseguida. Joshua y Jeonghan no lucen muy complacidos con esto. Jeonghan se queja sonoramente, y Joshua solo pone los ojos en blanco. Ambas reacciones gritan Mierda, ¿otra noche más?
Los otros dos, miembros recientes del club Adopta un vampiro (del que aparentemente soy el miembro fundador), no parecen molestos con la noticia. En realidad, parecen ligeramente felices.
—¡Gracias, Taehyung! —grita Sunoo. Yeonjun levanta la mano para llamar mi atención y también exclama.
—¡Gracias!
Solo asiento con mi cabeza, me despido de Joshua y Jeonghan y me voy de la azotea, porque de verdad me estoy congelando aquí arriba, odio el olor del cigarro y entre las otras parejas recién formadas claramente voy a sobrar, así que la mejor opción es irme. Aparte de que el cuaderno no ha dejado de dar vueltas en mi cabeza y quiero revisarlo lo antes posible. Bajo las escaleras y cierro la escotilla, sonriendo al sentir el calor del interior. La puerta de la habitación ahora está entrecerrada. Me asomo con cuidado y veo que Jungkook sigue durmiendo. Entro caminando de puntillas, y el suelo alfombrado me ayuda a no hacer ni un solo ruido. Tomo el cuaderno que está escondido bajo mi almohada, y reviso la habitación en busca de Jay por precaución. Se ha vuelto a meter a la bañera y murmura cosas dándome la espalda. Salgo con el mismo sigilo, aprovechando que ninguno ha notado mi presencia y me siento a leer en el pasillo.
—Si quieres saber sobre los Natálidos, podrías solo preguntarme —doy un respingo al escuchar a Jungkook y cierro el cuaderno, volteándome para confrontarlo. Jungkook usa una camiseta blanca sin mangas y bosteza, sonriendo con somnolencia—. Es mejor escucharlo de mi boca que del cuaderno que robaste de la oficina de Namgil.
Escondo el cuaderno detrás de mí por instinto y aparto la mirada. Increíble, el vampiro me atrapó. Y Jeon Jungkook, encima de todo. Aunque supongo que es mejor que él me haya descubierto, ¿quién sabe lo que habrían hecho los otros dos conmigo?
—No le digas a nadie —le ruego. Jungkook me mira desde arriba, pensando si es mejor perdonarme o arrastrarme en este preciso momento donde el señor Choi.
—Está bien —dice, después de considerarlo por un rato, y me ofrece su mano para levantarme. Lo miro como si fuera una broma de mal gusto, pero él continúa con la mano extendida hasta que la tomo. Me levanta de un jalón y ladea la cabeza—, con una condición.
—¿Qué quieres? —pregunto con desdén.
—Que me enseñes el cuaderno también.
—Creí que un Natálido sabría todo sobre los Natálidos —enarco una ceja y él frunce las suyas, resoplando.
—Sé que Namgil escribe sobre nosotros, pero no nos deja leer lo que escribe y ninguno se ha atrevido a irrumpir en su oficina. Claro, hasta ahora —me clava su dedo índice en la frente y da un pequeño empujoncito—. Me hiciste un favor, Kim Taehyung.
—Bien, no tengo problemas con eso. Te lo daré cuando termine de leerlo... ¿lo dejo sobre tu cama?
—No, no. Entendiste mal, chico tonto —me arrebata el cuaderno y lo abre en una página al azar, volviendo a tirarlo hacia mí. Lo agarro en el aire—. Quiero que lo leamos juntos.
Ninguno dice nada y el pasillo se queda en silencio por un rato. Puedo escuchar las risas y gritos de los chicos en la azotea a través de las capas que nos separan. Tomo una gran bocanada de aire, mirando el libro y mirando a Jungkook después.
—¿Ahora?
—Aguarda —entra de vuelta en la habitación. Con la puerta ahora completamente abierta, me asomo con cuidado.
Jungkook se agacha a la altura de su cama y mete el brazo debajo, buscando algo. De reojo, observo el baño; la puerta también está abierta de par en par. Jay está sentado en el retrete abrazando su propio cuerpo y temblando. Tiembla tanto que la máscara se le ha caído unos centímetros. El cabello rubio cubre la mayor parte de su rostro, pero puedo ver sus ojos. Rodeados de ojeras, pupilas inyectadas de temor. La idea de acercarme para obtener una mejor vista desaparece de mi cabeza cuando Jungkook exclama desde el suelo, alzando un bolso pequeño en el aire.
—¡Lo encontré! —él se levanta y sonríe en grande, exponiendo sin pudor sus colmillos. Se limpia el polvo del pantalón—. Oh, y trae tu celular también. Quiero escuchar música.
Ocupamos el lugar en el que yo estaba sentado antes, el pasillo. Jungkook se desliza por la pared hasta quedar separados por una distancia incómodamente corta, y se observa las uñas sin prestarme atención. Yo me siento con mucho más cuidado, apoyándome en mis manos y esforzándome por ignorar el hecho de que hay todo un pasillo de diez metros a nuestra disposición y nos separan unos miserables tres centímetros.
Le entrego mi celular para que escoja la música, porque sé que negarme solo hará que empecemos a pelear y no quiero llamar la atención de Jay y que termine por salir. Sería malo si Jay se entera de la existencia de este cuaderno, y quiero mantenerlo en secreto ahora que no me persigue como si fuera mi sombra. Jungkook termina por poner el mismo álbum de My Chemical Romance a un volumen muy bajo y deja el celular entre los dos en el suelo.
—Muy bien, Kim Taehyung —abre el bolsito rojo y saca unos esmaltes, dejándolos ordenadamente sobre el suelo. Agarra uno y lo abre, oliéndolo y arrugando la nariz—. Lee.
—¿Leo cualquier página? ¿O quieres que empiece por los Natálidos?
¿Por qué le estoy preguntando? No estoy haciendo esto por él, lo estoy haciendo por mí. Porque quiero saber cosas. Jungkook empieza a pintarse las uñas, y el olor intenso del esmalte negro me quema las fosas nasales. Aprovecho el mal olor como esxcusa y me alejo unos centímetros de él.
—No empieces por los Natálidos —saca un poco la lengua, esforzándose por ser preciso. Tengo la sensación de que estar tan concentrado en sus uñas también es una buena excusa para no mirarme. Suelto un bufido—. Abre cualquier página al azar y empieza por ahí.
—Creí que estabas interesado en los Natálidos.
—Sí, pero no quiero que inicies ahí. Es... vergonzoso —parpadea, como si una pelusa se le hubiera metido al ojo, pero sé que solo es su forma de disimular—. Apresúrate, Kim Taehyung. No tenemos todo el día. Lee.
No puedo evitar mirarlo con el ceño fruncido. Sigo afectado por el incidente de la mañana con Jay, y la adrenalina de mi pequeño crimen en la oficina del señor Choi no abandona mi cuerpo.
Tomo aire y lo suelto cerrando los ojos. Podría ser peor, me intento convencer, podría ser Jay en lugar de Jungkook.
¡Nos leemos luego!
[ Noduru, 2024 ]
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