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· Capítulo 53 ·


Killiam.

Cenizas.

Fuego.

Humo.

Mi piel arde, siento que se quema y se recompone una y otra vez. Mi garganta arde, mis ojos se sienten como si un millón de insectos se movieran por ellos devorándolo. Mi cuerpo se retuerce y una vez más dejo salir un grito de dolor que hace que mi garganta se agriete un poco más, inundando de alguna forma mi lengua con el sabor de la sangre.

No sé cuánto tiempo tengo retorciéndome de dolor pero se me ha hecho una eternidad. Mi pecho quema de una forma incontrolada como si clavaran antorchas en él y siento que en cualquier momento perderé el conocimiento una vez más.

— Resiste Killiam, solo un poco más...— la voz la de la mujer o el ente que ha estado recomponiendo mi cuerpo llena el silencio — Lex te necesita, todos te necesitan no puedes rendirte estando tan cerca...— insiste y siento como mi pecho se desgarra una vez más.

Grito nuevamente, cuando una nueva arremetida de calor recorre todo mi organismo como si estuviera quemándome vivo, el recuerdo del fuego en el bosque me alcanza y me retuerzo una vez más. Entonces en medio de todo este dolor y agonía un recuerdo en particular llena mis desordenados y confusos pensamientos.

Lexie en la torre del castillo en ruinas, el amanecer a punto de llegar y yo devolviéndole sus recuerdo. El dolor se hace más intenso y comprendo que haberle hecho aquello fue una tortura demasiado grande para alguien que no se lo merecía. Aunque no me arrepiento de ello me pesa saber que debía sentirse como esto.

— Solo un poco más Killiam puedes hacerlo...— continua animándome esa voz que poco a poco comienza hacerse lejana, pero no sé si pueda permanecer más tiempo consciente — sino lo haces Lexie se perderá y será el final de todo — murmura, su voz se vuelve lúgubre por un instante y me obligo a permanecer lucido a pesar que el dolor amenaza con llevarse mi cordura y mi consciencia.

— Keller la tiene...— esas tres palabras bastan para avivar algo en mi pecho.

Intento hablar pero lo único que consigo hacer es jadear algo ininteligible. Ese algo en mi pecho se remueve con más intensidad y el dolor mengua un instante antes de reanudarse con mayor intensidad, cierro mis parpados conteniéndolo, soportándolo.

— Piensa en Lexie Killiam...— me pide la diosa — no puedes perder el conocimiento ahora, si lo haces todo habrá sido en vano...— es una advertencia cargada de dudas y temor que me hace anhelar permanecer atado a la realidad.

Y me aferro a ella, a Lex para mantenerme consciente, lo primero que hago es evocar el olor de su sangre. Como descendió a través de la tierra hasta mi encierro y logro despertar sentidos que llevaban siglos dormidos.

Calidez.

Luego mi cabeza evoca esa noche, esa fría noche de invierno en que vi por primera vez realmente. Su cabello largo ondeando en la brisa fría de la noche, la luz de la luna iluminando sus ojos.

Fascinación.

Su sonrisa cálida y amable que me cautivo y una vez más el olor de su sangre embriagándome. No sé cómo logre detenerme antes de saltar encima de ella y drenarla pero lo hice justo antes de tomarla del brazo y perderme en su cuello, por alguna razón me detuve y lo único que conseguí responderme en ese momento para justificarme es que había algo en ella que debía descubrir... ¿Cómo logro despertarme?

Curiosidad.

La seguí demasiadas noches resistiendo a esa voz que gritaba en mi cabeza que debía ir hasta ella y beber de ese delicioso néctar que bombeaba por sus venas.

Anhelo.

La noche en que la transforme, no pude controlarlo, necesitaba tenerla todo mi ser se unió en un solo grito desesperado y anhelante, no podía dejarla ir, no podría vivir sin ella. Después de muchos meses de seguirla, de alimentarme de otros humanos para evitar un poco la incontrolable sed que su sangre despertaba en mí y esa tentación de su exquisita y perfecta sangre a mí completa disposición.

Deseo.

Cuando bebí su sangre detenerme se me hizo imposible, esta corría por mi garganta calentándome de una forma que nunca antes había sentido. Había bebido sangre de mujeres vírgenes, de hombres, de sacerdotes, de monjes, de druidas, de otros vampiros, incluso en una oportunidad bebí sangre de una pequeña. Y jamás había sentido lo que sentí cuando probé su sangre. No me detuve y lo único que me alerto y me hizo detener fue el ruido lento, pausado y casi inaudible de su corazón perdiendo la vida. Lo había hecho, era mía.

Miedo.

No había sentido tanto miedo en mi vida como vampiro hasta ese instante en que sentí como su corazón poco a poco dejaba de latir. Imaginar su cuerpo sin vida en mis brazos como muchas de las víctimas que había matado hasta ahora para intentar satisfacer la sed de siglos sin beber me hizo ver la realidad.

¿Sentimientos?

Por primera vez en mi existencia como un vampiro una humana despertaba demasiadas emociones en mí, aun con mi humanidad perdida no podía dejar de sentir y no entendía esa gran contradicción, porque lo único claro para mí en ese instante era mi falta de humanidad y mi deseo de venganza.

Amor.

Con el último latido de su corazón comprendí que me había enamorado de ella y en acto completamente egoísta ignore el designio de aquella bruja, aquella maldición que nos condenaba a mí y a todos los seres sobrenaturales. Termine rendido ante mis propios deseos, fui egoísta como nunca jamás lo había sido y la convertí. Contra toda lógica, contra toda verdad, aunque la única verdad era que ya no podría vivir sin verla, sin ver sus ojos, su sonrisa, sentir su calidez, esa que había desaparecido de mi mucho antes de ver como Aria desaparecía en medio de la oscuridad y el dolor que deja la traición.

Vida y muerte.

Cuando sus ojos se abrieron a la oscuridad me sentí completo y más vivo que nunca con una clara y nueva meta, jamás abandonarla y hacerla la reina de la oscuridad, hacerla mi reina.

De pronto el ardor en mi pecho se acrecienta sacándome de mis pensamientos y me hace retorcer algo en mi pecho se contorsiona, se mueve como si tuviera vida propia arrancando carne, hueso y piel, como si un animal salvaje estuviese destrozando todo desde mi pecho. Grito una vez más y así como inicio toda esta pesadilla se detiene abruptamente dejándome completamente exhausto.

— Aférrate a ella Killiam es lo que te da fuerza, lo que te da vida... es tu alma la misma que corrompiste y has estado destrozando a lo largo de los siglos... ella es tu luz en medio de toda esta oscuridad...— esas palabras son lo único que me acompaña hasta que vuelvo a perder el conocimiento.


Keller.

La oscuridad de la noche nos rodea cuando vuelvo a materializarme en mitad del Edén muerto. La loba se levanta de inmediato mostrando sus afilados colmillos en mi dirección mientras sostengo a Lexie entre mis brazos. El protector a mis pies, sus ojos cerrados y la expresión rendida y sumisa que lleva me da tanto asco que en un acto de ira pateo su cuerpo enviándolo varios metros lejos de mí.

Su cuerpo impacta contra uno de los troncos negros y cae al suelo con estrepito, pongo los ojos en blanco cuando su mirada dorada busca la mía y no veo más que sumisión y admiración.

— Ve a la celda...— le espeto poniendo mis ojos en la loba que sigue en posición de ataque pero no se mueve.

Las raíces de mis árboles se lo impiden e inteligentemente ella decide no luchar contra ellas.

— Hijos míos — murmuro al notar como mis creaciones han sentido la energía de la loba y se acercan curiosos — les he traído una hermosa hembra que está dispuesta y lista para engendrar la siguiente generación...— sonrió de lado al notar como su cabeza se mueve mirando alrededor.

De pronto su cuerpo se relaja y mi sonrisa se ensancha al notar como ha sido tan inteligente como saber rendirse sin luchar.

— Todos deberían ser igual de listos que tu...— murmuro dando un paso hacia ella — rendirse es lo más sabio e inteligente cuando sabes que la única opción es el exterminio...— su pelaje blanco me impresiona, es una criatura realmente hermosa e imponente.

Cuando doy otro paso más el alpha de mis hijos se acerca a mí y camina a mi ritmo, sus ojos van de Lexie hasta la loba y pronto su hocico empieza a salivar, los pelos de su cuerpo se erizan y noto la ansiedad por poseer a la hermosa criatura que esta frente a nosotros.

Cuando estamos quizás a un par de pasos, la loba fija sus ojos en mí y como si tuviera alguna clase de poder me detengo, no porque me lo haya ordenado sino porque en su mirada no hay resignación, tampoco duda, ni temor lo que veo en ella es pura determinación. Mi alpha continúa acercándose a ella y cuando está a su alcance la loba desvía su mirada hacia él y de pronto una enorme cantidad de energía sale de su cuerpo.

El alpha cae sobre sus patas traseras en posición sumisa delante de la loba que pronto vuelve a poner su mirada azulada en mí. Mi cuerpo se estremece cuando noto como poco a poco mis hijos van saliendo de entre las sombras colocándose detrás de ella en posición sumisa.

Puedes cambiarlos, puedes mutarlos pero su naturaleza siempre será seguir a un alpha...— su melodiosa voz inunda el espacio no, no es el espacio es...

Mi cabeza.

— ¿Cómo es posible? — murmuro.

No eres el ser más poderoso del mundo Keller...— su voz pronuncia el nombre del que fue rey un día y mi cuerpo arde de ira.

— Si lo soy, solo tienes que mirar a tu alrededor y lo notaras...— le espeto lleno de odio por todo este maldito lugar que debía pertenecerme hace siglos — lobos, vampiros, brujas, humanos...— enumero — todos han caído ante mí, incluso uno de los guardianes lo hizo — suelto en tono burlón — y pronto tú lo harás...— el alpha en el suelo se pone de pie, gruñe un poco como si algo le molestara y luego camina hasta colocarse detrás de ella a una distancia prudente, su cabeza gacha evita mi mirada.

Ella es la criatura más poderosa del mundo Keller y estas cometiendo un grave error al traerla aquí...— mis labios se curvan en una sonrisa y sin poder evitarlo rio a carcajadas.

— Diviértete con tu nueva manada loba...— murmuro girándome — tengo que alistar a mi nueva compañera...— poso los ojos en Lexie que permanece plácidamente dormida en mis brazos.

Estas ramas no van a detenerme Keller, protegeré a Lexie hasta que Killiam regrese...— la mención del vampiro hace que me detenga de golpe.

— Killiam está muerto pequeña...— murmuro con satisfacción — y pronto todos ustedes le acompañaran si no son inteligentes...— me desvanezco antes que la loba pueda responder cualquier cosa.

Cuando vuelvo a materializarme estoy en la que se supone es mi habitación en el castillo pero nunca he ocupado. No duermo y no me hace falta tampoco hacerlo. Deposito a Lexie sobre la cómoda cama y me siento a su lado contemplándola. Es un ser hermoso, definitivamente lo es, el don maldito simplemente acentuó esa hermosura que ya tenía y la magnifico, acaricio su mejilla con delicadeza y su piel se eriza.

— Killiam...— murmura en una súplica dolorosa y mi cuerpo se tensa.

— No hermosa, Killiam te abandono...— susurro con suavidad, como cuando le hablas a un alma agonizante.

Una lágrima carmesí se desprende de uno de sus ojos y me inclino sobre ella para limpiarla. Mi lengua recoge el líquido carmesí que amenaza con ensuciar y empañar la belleza de su piel, pero para mí maravillosa y dulce sorpresa, el sabor de este es infinitamente exquisito, es sublime y embriagador, relamo mis labios sin parar de sonreír porque es como un dulce y perfecto néctar.

Deslizo mi nariz por su piel llenándome de su aroma, hasta alcanzar su cuello. Donde la sangre bombea con rapidez en sus venas, algo que me deja a cuadros e intensifica mis ansias.

¿Cómo la sangre puede estar bombeando en sus venas a semejante velocidad, si es un vampiro? Mis colmillos se distienden involuntariamente ante la velocidad, el ritmo y el delicioso olor de su sangre, mi boca se abre sola y siento la imperiosa necesidad de morderla. Mi lengua acaricia la piel del lugar donde Killiam la mordió. Puedo oler allí su esencia esa maldita esencia que la aparta de mí.

Pero me desconcentro perdido por las primitivas y salvajes ganas que se apoderan de mi organismo. Necesito beber de ella, necesito probarla realmente. Mi cuerpo grita lleno de excitación con solo pensar en la sangre fluyendo a mi interior.

Abro mi boca y dejo caer sobre la piel de su cuello una pesada respiración que hace que mi cuerpo se erice de anticipación, me inclino un poco más y entonces pasa.

De la nada unas fuertes mandíbulas se cierran sobre mi hombro izquierdo haciéndome gruñir de furia, la molesta sensación del dolor se hace presentes, pero es el dolor es tan efímero para mí que lo ignoro aunque intento reaccionar no me da tiempo de reaccionar cuando ya estoy siendo lanzado lejos del cuerpo de Lexie.

Mi espalda impacta contra el muro de roca haciendo que mis huesos crujan con el impacto y están se resquebrajen bajo mi peso, el dolor crece y gruño de ira al sentirme herido.

Cuando busco al incauto que ha osado atacarme quedo de una pieza al ver a la loba blanca entre el cuerpo de Lexie y yo. Su pelaje esta esponjado como si tuviese una pilo erección cosa que la hace ver aún más enorme y más imponente de lo que ya es, sus ojos me miran con fiereza y todo su cuerpo despide poder, fuerza y dominio. Sonrió ante la imagen que da y me doy cuenta que el haberla traído quizás fue un error que posiblemente me cueste caro.

Con un movimiento rápido me separo de la roca que ha quedado amoldada a mi cuerpo y caigo al suelo haciendo acopio de mis propios poderes. Pronto a nuestro alrededor la temperatura desciende, la poca iluminación que había se extingue y lo único que brilla son los ojos de la loba que me mira con demasiada intensidad y sin ápice de temor o duda.

Largo...— me gruñe.

Pero la ignoro fijándome en el movimiento detrás de ella, Lexie se remueve sobre la cama. Su rostro contrayéndose en un gesto de dolor, un jadeo escapa de sus labios desviando la atención de la loba sobre mí y es todo lo que necesito para moverme con rapidez y posicionarme sobre Lexie.

Mis colmillos se distienden y muerdo mi labio inferior sintiendo como la sangre inunda mi boca, me inclino sobre sus labios y la beso con suavidad mientras dejo que mi sangre ingrese a su boca y le ordeno a su cabeza.

Olvida ya no sientas...


Nota del autor: hola mis oscuros seres, como les va? lo se siglos sin actualizar pero es que para escribir cosas sobre vampiros hay que tener el vampiro subido de tono (Aunque se como va la trama que sigue y todo esto, necesito sentirme en plan vampiro para poder escribir y que se sienta lo que ellos sentirían) ahora si terminadas mis disculpas, pasemos al capitulo.

OMG! que demonios le hacen a Killiam? y que jodida manera de sufrir la del pobre mientra se lo hacen... Por otro lado Keller maldito te amo pero te odio te llevaste a mi pequeña Lex y no conforme te llevaste a mi loba hermosa (amo esa loba) y ahora por necio tendrás que lidiar con ella. El final del capitulo uuuuuuhhhh ya las leo diciéndome "Tamy que significa eso de olvida ya no sientas" que coño estas haciendo ahora!? jajajajaja ya verán. 

En fin les amo y les envió besos sangrientos desde la oscuridad, gracias infinitas y estamos leyéndonos mas pronto que tarde.

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