34.
¡Hola! Yo aquí, lamento mucho la tardanza, he estado un tanto bloqueada con esta historia, mejor dicho con el final, pero espero terminarla pronto. No falta mucho, sin embargo, es difícil. Pero bueno, espero que les guste y disfruten mucho de su lectura.
¡Nos vemos después!
Capítulo dedicado a josi230710 espero que te guste, pendeja. e.e <3 xD
~*~
Los fuertes disparos que se escuchan en la amplia playa obliga a Brent a tirar de mi mano. El dolor en mi pierna estalla, sin embargo, no dudo en tratar de igual su paso. Él es más alto que yo, por lo que debo esforzarme un poco más.
—Esto es una mala idea —dice, su espalda hace un ruido sordo cuando nos escondemos detrás del auto y él se deja caer contra el mismo—. ¡Nos van a matar!
—Debes irte ahora —digo, observándolo con toda la seriedad que soy capaz de reunir. Estaba asustada, sin embargo, no iba a retroceder. Tal vez todo se había adelantado y, esta noche, todo iba a acabar.
—Vienes conmigo —Brent apresura. Suena asustado, mucho más que yo y, de inmediato, me siento culpable. Todo había cambiado de un momento a otro. Hace unas horas atrás era el dueño de un restaurante y ahora tenía por hermana a una pelirroja que estaba bajo el ojo de un asesino en serie.
Cedo por completo cuando me doy cuenta que no podré hacer nada, sin embargo, el sonido de neumáticos chillando y la gran camioneta negra de Cabo entra en mi campo de visión cuando se estacionan unos cuantos metros detrás del auto de Daen, el cal había tomado sin permiso.
Las puertas se abren y mi garganta se seca. Daen baja del asiento del copiloto, está enojado, la vena sobresaliendo en su cuello me lo hace saber, pero aquello no es lo que me sorprende. El hecho de que vaya armado hasta el culo me indica que no ocurriría nada bueno.
—Pelirroja —ladra, enojado, cuando llega a mí—. Juro que después de esto no podrás andar en un buen tiempo.
—Daen y-yo... —mis palabras quedan en el aire cuando el castaño tira de mí, Mi cuerpo se choca contra el suyo y, cuando quiero decir algo más, sus labios están sobre los míos, besándome, acallando mis palabras con sus labios.
Mis manos se cierran alrededor de la tela de su camisa, formando puños con la tela, y me separo a mi contra. Sí, tal vez quería besar a Daen, pero no era el momento.
No cuando teníamos, tal vez, un montón de balas apuntando a nuestras cabezas.
—Te amo —dice, contra mis labios—, pero sigo enojado.
—¿Qué diablos haces aquí? —Pregunto, sintiendo las pesadas miradas de las personas rodeándonos. Jeff y Cabo también bajan del auto, y sé que Brent sigue detrás de mí.
—Azucena me dijo lo que planeabas —Su ceño se frunce—. Nunca le hubiera perdonado que algo le pase por su culpa, no cuando podía hacer algo para impedirlo.
>>¿Acaso eres suicida?
—Creo que es de familia —no puedo evitar burlarme de mi misma—. Si salimos de esta, recuérdame no contarle nada a Azucena —beso sus labios una última vez antes de separarme por completo. Cabo y Jeff me observan con el ceño fruncido, pero niego, sabiendo que no eran momentos para regaños—. Él está adentro.
—Le disparé a una pelirroja —Brent dice, parece nervioso, pero lo veo respirar con lentitud, claramente buscando algo de calma—. Iba a lastimar a Hel y y y... dijo que era su hermana.
—¿Qué?
—No se parece a mi padre... o a Brent —digo, sabiendo de antemano que Brent y yo compartíamos el mismo color de ojos, sin dejar de lado las pequeñas facciones que nuestro padre nos había heredado, sin embargo, aún tenía que estar segura acerca de ello. Confiar en alguien no parecía ser correcto—, sin embargo sí se parece a mí.
Daen me observa, como pensando las palabras que dirá, sin embargo se ve interrumpido cuando varios disparos disipan el silencio en que la noche nos habían envuelto.
—Luego tendremos momentos de hablar —dice. Se acerca al maletero de su auto y la sorpresa me invade cuando veo el sin fin de armas que parecen al tirar del fondo falso que estaba en el mismo. Armas de diversos tamaños están frente a mí, y no dudo en tomar una de las grandes. Daen me observa—. Debes quitar el seguro y sujetarla fuerte antes de disparar. ¿Puedes con eso?
—Sí —aseguro, moviendo con suavidad el seguro. Estaba lista, a pesar de que nada salió como quería, era momento de darle fin a todo. Eran ellos o nosotros y, ciertamente, no estaba lista para cancelar un matrimonio que aun no tenía fecha fija.
—Mantente junto a mí, no me sueltes por nada del mundo, Hel —Daen se gira un poco hacía mí, observándome con intensidad—. Acabaremos con esto hoy, y tendremos la familia más grande que has visto nunca.
—Dejen la miel para después —Cabo se entromete entre ambos, tomando algunas de las armas más pequeñas. Él no duda en agarrarlas con firmeza para luego colocarla en sus pantalones. Al parecer, después de todo, sus pantalones con miles de bolsillos servían de algo—. Es hora de cazar o ser cazados.
>>¿Están listos?
—No —digo, completamente nerviosa—, pero lo haré. Quiero una vida normal, y no descansaré hasta obtenerla.
—Bien —dice, dándome una mirada rápida—. Entras, apuntas y disparas. Nada de preguntas, nada de piedad. ¿Entendido?
—Sí —Aseguro. Mis manos sudan, sin embargo me las arreglo para sujetar el arma con firmeza. Daen me observa, como si todo lo que estaba a punto de ocurrir fuera una mala idea y, en cierto punto, yo pensaba lo mismo.
—Detrás de mí —repite, observándome con intensidad.
—Estaré detrás de ti, Daen —Aseguro, tragando duro. Era ahora o nunca.
—Niño bonito —Cabo llama mi atención, y dos armas pequeñas son colocadas en las manos de Brent, este está estático, no sabiendo exactamente qué hacer—. Es hora de empezar la fiesta, tú vendrás conmigo.
—Yo iré detrás de ustedes —Indica Jeff. Él también lleva consigo dos armas, y al parecer, iba muy bien cargado debajo de toda esa ropa.
—¿Llevas el chaleco que te dio Azucena? —Daen pregunta, deteniendo y tocando mi torso sin cuidado alguno—. Modificamos todos, si te disparas saldrá sangre, sin embargo no te asustes. No pasará nada contigo, ¿entendido?
Asiento nuevamente, no sabiendo que responder ante sus palabras.
—¡Sabemos que están ahí! —Una distorsionada voz suena a través de lo que parecen ser altoparlantes. Era la misma voz distorsionada que escuché aquella vez en el teléfono. Aquella voz que escuché antes de ver a Bertha muerta. Era él—. Es hora de tu cuento antes de dormir, Hel, ¿lo recuerdas? Tenías cinco años y me pedias que te contará aquella basura infantil: Los tres cerditos.
>>La pequeña zorra rusa era demasiado idiota como para saber leer.
Daen se mueve, pero lo detengo. Aquel cuento. Lo recordaba.
Una voz suave se filtra en mi cabeza. La voz de una mujer. Sin embargo, no soy capaz de dibujar un rostro para ella. Como si todo fuera una película únicamente con las voces.
Como si la voz no tuviera un rostro.
—Juro que meteré una bala en su cabeza —Daen promete, completamente furioso.
—¡Cómo olvidar al niño moreno muerto de hambre! —La voz exclama, obligándome a apretar mi agarre en el cuerpo de Daen—. Acabar con los padres de ese mocoso no fue tan difícil como pensé. Sí, gritaron mucho, pero mi satisfacción fue mucha cuando él observó como los despedacé.
>>Ver el terror y las lágrimas cubriendo sus ojos fue una gran satisfacción, lo disfruté. Lo disfruté demasiado.
—Maldito hijo de puta —Daen gruñe. Se deshace de mi agarre, pasando tanto de mí como de Cabo y Jeff. No soy tan rápida que él, pero trato de alcanzarlo a pesar de tener la bota en mi pie. Dos hombres son los primeros en dirigirse a nosotros y, antes de que logren disparar, Daen dispara en su contra.
El estallido del arma me sobresalta un poco, sin embargo, no pierdo de vista a Daen.
Los gritos y los disparos empiezan, y sé que no debo distraerme.
—¡Daen y Hel contra el mundo! —La risa escalofriante hace que mi piel se encrespe. Estoy asustada, sin embargo, mi mano no tiembla cuando Doy un disparo limpio hacia uno de los hombres de Killer.
Cabo y Brent se adelantan, seguidos de Jeff, quien no duda en disparar hacia los que intentan matarnos.
—¡Detrás de mí, Hel!
—¡Lo intento! —suelto. Quería hacerlo, sin embargo Daen era más alto que yo, cosa que lo dificultaba un poco. El castaño gruñe algo y, sin ningún cuidado, tira de mí hasta colocarme junto a él. Una de las armas pequeñas que están guardadas en mi cuerpo, es tomada por mi mano libre, y no dudo en usarla cuando una mujer se encamina a nosotros.
—¡Los refuerzos están llegando, Daen! —Cabo grita, golpeando a un hombre—. ¡Vayan dentro, me encargaré de estas basuras!
—Sujeta muy bien tu arma, Hel —Daen dice, observando el camino que nos faltaba recorrer hacia la entrada principal. Nos tardaríamos mucho más si yo caminaba y, al parecer, eso no estaba en los planes del castaño. Con rapidez guarda sus armas, no perdiendo tiempo en cargarme entre sus brazos.
Cualquiera que vea la escena pensaría que no tenía miedo, sin embargo, estaba a punto de hacerme en los pantalones. Disparar y ser cargada por alguien no es tan fácil como lo hacen ver en las películas y, agregando a eso, mi puntería era un asco.
—Esta es la locura más grande que he hecho —Daen grita, hay una sonrisa en su rostro, pero soy capaz de sentir la tensión en su cuerpo. Él parecía tan asustado como lo estaba yo, sin embargo, estaba aquí. Junto a mí. Listo para entregar su vida para poder ser felices.
Daen se detiene unos pasos antes de llegar a la puerta. Está cerrada, sin embargo, sé que él nos observa. Somos su punto principal justo ahora.
—Está cerrada —digo, como si no fuera obvio. Daen me deja en el suelo, y presiona un beso en mis labios antes de dirigirse a la misma.
—Cuida que nadie se acerque, Hel, la abriré.
—Bien —digo—, no sé por qué confías en mí. No tengo buena puntería, tengo miedo, y no nací para esto. —Estoy de espaldas a Daen, observando la casi-matanza que se desarrollaba a unos metros de nosotros. Jeff, Brent y Cabo están protegiéndose detrás de arboles mientras disparan a los hombres de Killer.
El sonido de autos y más personas estalla en el lugar. Espero encontrarme con los hombres de Cabo, sin embargo, la sorpresa me embarga cuando varios autos de la policia entran en mi campo de visión. Todos ellos están armados y equipados listo para una masacre.
De inmediato sé que se trata de Jeff.
Él lo había hecho.
Él se había encargado de que nada de esto fuera en vano. Él estaba vengando la muerte de su hijo con la justicia de su lado.
Mi dedo aprieta el gatillo cuando un hombre entra en mi campo de visión, este cae inerte al suelo, manchando la ropa que llevaba de sangre.
—¡Ya está! —Daen sujeta mi mano, y tira nuevamente de mí, esta vez llevándome al interior de la enorme casa. Las luces están encendidas y el silencio es tanto que logra ponerme los pelos de punta.
—¿Por qué diablos no hay ruido aquí? —digo. Mi voz es un leve susurro, el cual se ve roto con el ruido de unos tacones siendo estrellados contra el suelo. Daen y yo giramos con rapidez, apuntando nuestras armas en la misma dirección.
Una larga mata de cabello castaño, piel tan blanca como la mía y un par de ojos azules entran en mi campo de visión. El maquillaje cubriendo su rostro no es tanto, sin embargo, su edad sale a la vista con rapidez.
—T-tu... —Daen murmura. Su mano tiembla, sin embargo no baja el arma. Sé que, cualquier paso en falso de aquella mujer, una bala terminaría en medio de sus ojos—. Eres...
—Será mejor que cuides tu lenguaje delante de mi hija, Daen.
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