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30.

Capítulo dedicado a Ali0409 ¡Feliz cumpleaños! Ya eres legal en todo el mundo eh e.e 


~*~

Daen me sujeta con cuidado mientras me ayuda a bajar los escalones que están frente a nosotros. Azucena nos espera en el sótano, sacudiendo una caja que parece muy importante.

—Tu padre me dio esto hace muchos años, no pensé que alguna vez los iba a necesitar, pero los guardé, tenía una corazonada —El polvo es eliminado con rapidez de la tapa, y ella procede a descubrir el interior—. Sé que nunca llegaste a conocer a tu madre.

—Papá se deshizo de todas sus fotografías —Y era cierto. No había visto una sola foto de mi madre, no conocía a la mujer que intento matarme con una bala en mi cabeza—. Creo que luego de lo que pasó solo quiso olvidarla.

—No lo creo —Ella sonríe con tristeza—. Solo mira las fotos, Hel, podrían hacerte recordar algo de tu infancia. Iré a prepararles algo para que puedan comer.

Y se marcha, dejándome con Daen y con una maraña de pensamientos que no logro ordenar.

Varios recuerdos regresan a mi mente, y en cada uno de ellos soy yo preguntándole a papá por mamá, por la mujer que tenía que estar junto a nosotros. Esa mujer que tenía que enseñarme a pintar mis uñas, a deshacer los nudos de mi cabello. Explicarme las cosas que una madre debía saber.

Pero ella nunca estuvo. Solo éramos papá y yo.

—Siempre pensé que no me casaría con nadie —digo, agradeciendo en voz baja cuando Daen me acerca a una pequeña silla—. Lo único que tenía en mente era la universidad, pero ahora...

—¿Ahora?

—No lo sé —Me encojo de hombros, apretando su mano en la mía—. No sé cómo ser una esposa o una mamá, nunca tuve un ejemplo.

—Eres terca —Se ríe—. Puedo vivir con eso.

El castaño se aleja de mí, acercándose a la caja y levantando con cuidado la tapa. Un gran y robusto álbum es sacado por él; lo sacude, para luego extenderlo en mi dirección.

—¿Son fotos?

—La mayoría —Me observa, parece preocupado—. ¿Quieres que te deje sola?

Niego.

No lo quería lejos. Él había conocido a mi madre, y lo necesitaba junto a mí si alguna estúpida pregunta se forma en mi cabeza. Además de Cabo, Daen era el único que podría responder a mis preguntas.

—¿Por qué Azucena tiene esto en su poder? —Pregunto. Tomo el álbum, dejándolo sobre mis piernas. Justo ahora, solo quería saber que parentesco tenía con la madre adoptiva de Dash.

El castaño se sienta en el suelo junto a mí, observándome con sus ojos azules.

—Ella me contó que cuando era adolescente, tenía una hermana menor. Jade, tu abuelo vino con tu padre a este lugar, en ese entonces la vida era tranquila. Nadia moría a diario —Aunque intenta sonar divertido, no lo hace. Está serio—. Jade estaba en la playa, recogiendo piedras para su padre, es algo que aun no logro entender.

>>Cuando tu padre y Jade se vieron por primera vez, ambos tenían dieciséis, se enamoraron como cualquier adolescente. Jade era hermosa y una chica muy alegre y a tu padre le encantó eso.

—¿Jade era?...

—No —Daen niega, sabiendo perfectamente hacia donde iba—. Tu padre y Jade se vieron los siguientes cuatro años hasta que hubo un accidente. Jade murió arrollado por un autobús.

—¿Murió a los veinte?

—Si —Daen suspira, señala el álbum—. Tal vez haya alguna de sus fotos ahí. —observo mi regazo, acariciando el álbum con suavidad. ¿Estaba lista para lo que vería en el interior?

Lo abro.

No me doy tiempo a dudar cuando observo la primera fotografía. Es papá, lo reconozco de inmediato cuando lo veo junto al abuelo y una mujer observándolo con amor.

—Ella... tiene mis ojos —digo. Una sonrisa tira de mis labios cuando deduzco que ella podría ser mi abuela. La mujer que había casi desaparecido, al igual que mi madre—. Es mi abuela, ¿no?

—Escuché que cuando murió tu abuelo no dejó que nadie hablara de ella —Asiento. Sabía la historia—. Lo mismo pasó con Jade. Tu padre nunca los abandonó, Azu se convirtió en una hermana para él, hasta que yo la conocí. Es una buena mujer.

Paso a la siguiente foto, aceptando gustosamente cuando Daen apoya su cabeza en mi pierna.

La visión de papá junto a una mujer pelirroja, me hace fruncir el ceño. Sus grandes ojos verdes eran similares a los míos, pero hay algo que no me gusta del todo.

—Ella no se ve feliz —Sé que es ella, pero no lo menciono. No quería hacerlo—. En realidad, está amargada.

—La obligaron a casarse con tu padre, Hel —Daen musita—. Tus abuelos arreglaron un trato y tus padres lo cerraron.

—¿Mantener toda la droga junta?

—Algo así —ríe—. Creo que tus abuelos necesitaban protección. Tenía buenos lugares de distribución, tu padre la protección. Todo conectó bien.

—¿Hasta que nací?

—Cuando naciste ella empeoró —Mis dedos se pasean por su cabello, rascando con suavidad su cráneo—. Tenía cinco años cuando naciste, mi padre pasaba todo el día con el tuyo y yo pasaba tiempo con Bertha. Eras el bebé más hermoso que había visto alguna vez.

>>Cuando llorabas, Bertha tenía que prepararte un biberón, tu madre nunca fue apegada a ti, lo siento.

—Yo no —Niego. Siempre había pensado que una persona no debería sufrir solo por no recibir cariño de otra. La felicidad empezaba por uno mismo y yo fui feliz en toda mi vida, aun rodeada de asesinos—. Mi padre me dio todo el amor que necesité en ese entonces. Cuidaba bien de mí.

—Lo sé.

Cambio de foto. Encontrándome con la misma pelirroja, pero esta vez de espalda, sonriendo abiertamente hacia otra persona que no era mi padre. Parecía feliz, muy alegre.

Algo parece unirse en mi cabeza. Aquellos rizos apretados estaban perfectamente moldeados, como si no fueran naturales.

—¿Su cabello era rizado?

—¿Qué? No —Daen observa la foto—. Creo que esa fue tu primera fiesta de cumpleaños. Varias personas estuvieron ahí—. ¿Por qué lo quieres saber?

Trago duro. Pasando las paginas con rapidez, sin llegar a detenerme en aquellas fotos, hasta que me veo obligada a frenar. Cabello castaño largo hasta la espalda, siendo portados por una hermosa mujer tan blanca como yo.

Era ella.

—Ella... ¿James puede tomar alguna de estas fotos y meterlas al sistema para encontrar algo? —Pregunto. No quería formar estúpidas ideas en mi cabeza. No quería ni siquiera pensar en ello. Sonaba tan... enfermizo.

—¿Qué?

—Ella no es rusa —digo. Quiero saber todo sobre la mujer que me trajo al mundo—. ¿Es australiana?

—Si —Daen parece confundido y no duda en posar sus ojos sobre los míos—. ¿Qué ocurre?

—Su cabello —Señalo, tragando duro—. Es el mismo cabello que vi en la mujer del barco. Creo que era mi madre.

~*~

—¿Estás jodiendome, no? —Cabo gruñe haciéndome rodar los ojos—. Yo mismo fui testigo del accidente, Hel. Ella está muerta.

—No abrieron el ataúd luego de haberla "metido" ahí —Cabo me observa, parece listo para saltar sobre mí darme de golpes, pero no me iba a detener. Yo sabía lo que había visto. Ese cabello no pasaría desapercibido. Era simplemente hermoso—. ¿Cuántos de ustedes fue testigo del cuerpo muerto de mi madre? —Todos me observan, pero no emiten palabra alguna. Azucena estaba sentada junto a mí, apretando con cariño uno de mis hombros—. Sé que suena descabellado, pero no perdemos nada con intentarlo. Pueden encontrar algo, lo sé.

—Puedo ingresar la foto a un software de edad y saber cómo se vería ahora. Tardaría, sin embargo, pero tendríamos información concreta —No quería hacerlo, pero Jeff parecía tan contrariado como Daen y Cabo—. Estaba siendo terca, pero cada vez las cosas se complicaban más, era lo único que teníamos ahora.

—Lo lamento —Cabo se ríe sin una pizca de humor—, pero se me hace imposible que Yerik y tu madre estén trabajando juntos. Ellos se odiaban.

—Solo conocí una vez a la madre de Hel —Azucena interrumpe, observando a Cabo—. Fue en tu segundo cumpleaños, pero vi algo... extraño. Yerik y Amanda se veían muy cómodos... juntos.

—Bien —Jeff suspira. Parece agotado y sé que lo está. Todos estábamos empezando a enloquecer—. Esto cada vez se enreda más.

—No creo que sea una coincidencia —digo. Recuerdo los golpes que habían sido ordenados por una voz femenina. Ella había dado luz verde—. Ella dio la orden de que me golpearan cuando me secuestraron.

—Tenemos la localización del hombre con la cicatriz —Cabo murmura—. No le he hecho una visita, pero puedo hacerlo justo ahora.

—No harás nada de eso —Jeff se levanta. Era claro que ahora la policía era parte de nuestra cacería—. Cobraré unos favores, y tendremos una orden para interrogarlo.

—La policía no debe tratar con sujetos así, Jeff —Daen niega—. Cabo puede hacerse cargo, no necesitamos que te hundas más en todo esto.

Mi hijo murió. Estoy metido hasta el cuello, Daen.

—Solo investígalo —Pido, observando a Cabo—. Es la primera vez que te pido que lo hagas por mí, necesito saber que la persona que quiere matarme no es mi madre.

>>Puedo hacerlo contigo o sin ti.

Silencio. Eso es lo que recibo de todos los presentes cuando no soy capaz de decir más. Cabo suspira, para luego decir: —Has tu trabajo, James. Mete esa foto a tu software y dime lo que encontraste.

Murmuro un "gracias", y Cabo solo asiente, para luego marcharse de la habitación. Jeff es el siguiente en marcharse, seguido de un James que lleva la foto que encontré una hora antes.

Ya estaba oscureciendo.

—Las gaviotas —murmuro, captando la atención de Daen—. Tenemos que ir.

Daen parece a punto de negarse, pero no lo dejo. Tenía que hacer esto. Si con una sola caja de recuerdos, que Azucena tenía en sus manos, había unido una persona al caso, tal vez lo que escondía la cabaña era mucho más grande.

Me pongo de pie, ignorando el dolor en mi pierna y sujeto con fuerza mis muletas. Azucena está a punto de decir algo, pero niego, no quería saber nada sobre comida.

Quería terminar con todo de una vez por todas.

Daen me sigue, está tan irritado como yo, pero ninguno es capaz de enfrentarse al otro. Si quería empezar una nueva vida con él, debía darle fin a Killer y a todo lo que ocurría en mi vida.

Si me casaba con Daen, no permitiría que mis hijos temieran de dar un paso fuera de casa. No pasaría con ellos. No lo iba a permitir.

—No necesito que te rompas otra cosa, ¿está bien? —Gruñe, ayudándome a subir al auto luego de que lo desbloquea. Mis muletas terminan en la parte trasera del auto y el castaño rodea el mismo para llegar a su lugar. La guatera del auto se abre y un arma entra en mi campo de visión—. Sé que no quieres tocar una, pero la llevarás contigo, ¿me entiendes? Es mi única regla si quieres que te lleve a la playa.

—Los hombres de Cabo irán con nosotros —Él niega, tomando el arma para luego revisarla. Deduzco que está cargada cuando la extiende en mi dirección—. No creo que...

—Sí él está detrás de nosotros la necesitarás, Hel. Sabes cómo usarla, solo a punta y deja que ella haga el resto.

Tomo un respiro y sujeto el arma en mis manos. Era pesada, pero pequeña. Daen tenía razón.

—¿Podemos irnos?

El auto enciende, sorprendiendo a los hombres de Cabo que estaban cuidando la casa. No se mueven cuando arrancamos, lo cual me hace sentir algo más segura.

—Le dije a Cabo que no los quería conmigo —Daen murmura—. Él también cree que uno de ellos está traicionándonos.

—¿No sabe quién? —Niega.

La playa no estaba tan lejos de la casa de Azucena. Agradezco en voz baja cuando noto a personas caminando en la orilla. Al menos no estaríamos solos.

Cinco minutos después, Daen se estaciona, dejando el auto cerca de la entrada. Me ayuda a bajar del auto, entregándome mis muletas y, sin importar el clima. Ambos nos colocamos gafas oscuras.

Al menos pasaríamos desapercibidos.

—¿Dónde encontrarás a las gaviotas? —pregunta, mis ojos se encojen. No tenía la menor idea, pero algo debía darme un indicio. Algo tenía que...

—Mira —señalo, una sonrisa se desliza en mis labios cuando un gran letrero entra en mi campo de visión. Una gaviota con pico negro perfectamente pintada en la madera vieja—. Al parecer con gaviotas no se refería al ave.

—¿Un restaurante? —Daen parece confundido, pero no duda en seguirme cuando me alejo de él torpemente. Caminar con muletas en la playa era muy difícil—. Por el amor a la cordura, vas a romperte algo, rusa.

Un largo y fuerte brazo tatuado me sujeta por la cintura, tomando la muleta que estorba en su camino. Daen me sonríe, para luego presionar sus labios contra mi frente.

—¿Qué crees que hay ahí?

—Tal vez comida.

Me río. Estaba cerca de descubrir el secreto de papá. Tan cerca que casi podía sentirlo en mi cabeza susurrando un "Estoy orgulloso de ti, mi niña rusa".

Daen debe cargarme para subir los cortos escalones que dan a la entrada, de lo cual no me quejo. Él podía hacerme cualquier cosa sin que terminase siendo malo.

La puerta se abre, llamando la atención de todas las personas en el interior. El castaño me deja sobre el suelo, entregándome las molestosas muletas.

Una vez que recupero el equilibrio, escaneo el lugar y mi boca cae completamente abierta cuando un par de ojos verdes azules, iguales a los de mi padre, me escanean con detenimiento.

No era mi padre, de eso estaba segura, pero todos los rasgos estaban ahí. Unidos junto a un hombre de unos veinticinco años.

—¡Petrov, tenemos dos clientes más!

—¿Petrov? —Daen y yo soltamos al mismo tiempo, observando al muchacho que nos observa con confusión.

—Ese es mi apellido —El hombre responde, sonriéndonos a fuerzas—. Brent Petrov a sus servicios.           

N/a: 

¡Hasta aquí el maratón! Pensé que no terminaría con este capítulo, pero lo hice. 

¡Te lo dije mamá!

Bueno... Ya saben, no se olviden de votar y comentar ah. Más de 100 personas votan y solo 8 comentan, no es justo, ¿saben? u.u 

Pero igual las amo, ah. 

Brent en multimedia. 

¿Se lo esperaban? e.e  

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