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29.

Segundo capítulo del maratón<3

Capítulo dedicado a Ali0409 <3 

~*~

—Hel, no veo una sola gaviota en el agua. —Daen se queja, por lo que parece la quinta vez, haciéndome sentir más irritada de lo normal. Estábamos solos en el auto, custodiados por los hombres de Cabo quienes vigilaban desde una distancia prudente. Si Killer estaba en este lugar, no podría llegar a mí sin pasar por ellos.

—Las gaviotas de pico negro solo pesca de noche, Daen —Quería golpearlo, pero lo que sentía por el me mantenía tranquila, al menos un poco—. Pareces un niño quejándote.

—Esto es estúpido y lo sabes, podía mantenerte a salvo en Palm Beach, pero preferiste seguir el acertijo de tu padre.

—No es solo el acertijo —Lo observo por un segundo. Su ceño está fruncido y sé que está enojado—. Si mi padre me quería en esa cabaña es por algo. Debe esconder información que nos ayudará a encontrar a Killer.

—No lo creo —murmura—. La última vez que vi a tu padre con vida él no tenía idea de quién era Killer. Estaba igual que nosotros.

—Mi padre no sabía que Yerik estaba con vida, Daen —Sueno a la defensiva, pero era un punto importante. Teníamos más información que mi padre, lo que nos facilitaba el camino para llegar a ese asesino—. Sé que podemos encontrarlo, Daen. Solo necesitamos un poco más de información.

—Sabemos que va detrás de ti —Su voz suena dura y no puedo evitar sentirme enojada. Solo quería que todo esto acabase—. Mató a tu padre, probablemente mató al padre de Mila y tal vez ella sea la siguiente. ¿Qué te hace pensar que puedes con todo esto tu sola?

—Mi padre necesita descansar, Daen —Tengo un nudo en la garganta, y deseo no tener mi pierna enyesada—. Yo no descansaré hasta dar con la identidad de ese mal nacido. Mató a toda mi familia.

—¿Por eso pones en peligro tu vida? —Sus ojos azules me observan con enojo—. ¿Crees que todo esto valdrá la pena si mueres?

Lo escucho soltar una maldición y el motor del auto cobra vida. Nos estaba alejando de la playa.

—No podemos irnos, Daen.

—Le prometí a tu padre mantenerte a salvo y es lo que haré aunque me toque atarte a la cama. —Sé que tal vez tenga razón, pero no era capaz de dársela. No cuando estaba a punto de saber que escondía mi padre con aquel acertijo.

—Los hombres de Cabo están por toda la playa —Una de mis manos se desliza en su pierna, apretando con suavidad—. Estaré bien, tú estás conmigo.

—Yo vendré esta noche a revisar el lugar —Me observa, y no puedo hacer más que asentir. Iría, aun cuando podía poner en peligro mi vida. Esa cabaña era un regalo de mi padre, tenía derecho a saber que escondía. ¿Qué podía ser tan importante para que mi padre escogiera ese lugar? Daen observa el camino con cuidado, como si fuera capaz de ver algo que yo no—. Necesito que inclines el asiento, Hel, todo lo que puedas.

—¿Qué?

—Solo hazlo —susurra. El maneja con rapidez y suelta un gruñido cuando no hago lo que me pide, su mano zigzaguea por mi cuerpo hasta que da con la palanca del asiento. Soy arrastrada con él mismo, escondiéndome de la vista de las personas en la playa—. Había un tipo escuchándonos.

—Daen... estábamos solos —intento levantarme, pero este me detiene, colocando su mano sobre mi pecho. Sin ninguna intención sexual, cabe recalcar—. Deja de ser paranoico.

—Hel, te sorprenderá saber cuántos aparatos existen para espiar conversaciones —Lo observo tirar de un cable en su oído y un auricular aparece en mi campo de visión—. James vio a un hombre detrás de un árbol escuchándonos.

—¿Por eso?...

—Si, por eso no quería que hablarás sobre la cabaña, Hel —Me observa por un segundo, y quiero levantarme para golpearlo, pero él me lo impide—. Te quedarás ahí, si alguien intentó escuchar nuestra conversación quiere decir que hay más, Killer debe estar aquí.

Si Killer estaba aquí, eso solo significaba.

>>No lo digas.

Daen me detiene, y sé a lo que se refiere.

Alguien entre los hombres de Cabo estaba trabajando con ese asesino. Esa era la única razón para que pudiera encontrarnos.

Daen acelera, entrando en un camino rocoso y debe soltarme para mantener el auto equilibrado. Él parece conocer a la perfección el camino, porque solo se detiene cuando estamos varios metros lejos de la playa.

El auricular descansando en su pecho es desconectado por completo, y la tensión desaparece poco a poco del auto. Él mismo se encarga de re-acomodar mi asiento y pasarse una mano por el cabello.

—Sé que alguno de los hombres de Cabo es informante de Killer, son los únicos que van con nosotros a todos los lugares —Bien, ambos estábamos pensando lo mismo—, pero aun no logro descifrar quien es.

—­¿James?

—No —Él prácticamente se ríe—. James es fiel al señor Petrov, siempre estará en deuda con tu padre.

—¿Con mi padre?

—Lo sacó de las drogas, todo lo que sabe es gracias a él. —Abro la boca para decir algo, pero la ventanilla de mi lado suena, lo que logra asustarme más de lo normal. Daen se ríe, y no duda en bajar del auto. Mis ojos se desvían a la mujer que golpeó el cristal de la ventanilla y me sorprendo al notar la avanzada edad que se adueñaban de su rostro. Tendría al menos unos cincuenta años.

Daen la saluda, para luego señalar en mi dirección. El mismo se encarga de bajar mis muletas, para caminar a mi lado y abrir la puerta. Una sonrisa se adueña de sus labios cuando se acerca a mí para deshacerse del cinturón.

—¿Quién es? —pregunto, refiriéndome a la mujer que sujetaba mis muletas.

—Ella prepara el mejor filete que alguna vez comerás —Suena como un niño, pero no paso por alto el dolor en mi abdomen cuando bajo del auto. Los movimientos bruscos aun me afectaban—. ¿Aun duele?

—Solo cuando me sujetas fuerte —Alejo sus manos, agradeciendo en voz baja cuando la mujer acerca mis muletas—. Hola —sonrío, sin saber exactamente que decir—. Soy Hel...

—Nos casaremos.

—¡Oh mi niño! —El acento suena extraño a mis oídos y la sorpresa me aborda por completo. Aquella mujer abraza a Daen, para luego abrazarme a mí, murmura algo que no logro entender, lo cual me preocupa—. ¡Espero que este muchacho te haga feliz, mi niña!

—¿Qué? —Suelto. Sabía ruso por haber nacido en ese lugar y el inglés solo había sido aumentado por pedido de mi padre—. Lo siento, no entiendo...

—No habla español, nana. —Daen se ríe y me siento algo estúpida por no haber reconocido aquel extraño idioma.

—Lo lamento —Habla inglés, haciéndome sentir aliviada—. Daen siempre me habló de ti, ¡me deje llevar! Mi nombre es Azucena, madre de este muchacho tan ingrato.

¿Madre?

>>No lo mal entiendas, no tuve la fortuna de traer al mundo a un muchacho como él, pero estuve a su lado el tiempo suficiente como para sentirme orgullosa de todo lo que él hace, y tú estás dentro de eso.

—Azu me crío luego de que dejé la casa de tu padre en Rusia —Daen explica, rodeando los brazos de la mujer regordeta. Era adorable y muy bonita—. Siempre la consideré como una madre.

—¿Usted conoció a mi padre? —Ella asiente, mostrándome una gran sonrisa—. ¿Sabe sobre la cabaña que tiene cerca a la playa?

—Hel —Daen me interrumpe, señalando un punto detrás de mí. Los hombres de Cabo venían hacía nosotros, y James no parecía muy contento, claramente, no esperaba que huyéramos del lugar, o tal vez solo estaba enojado al no percatarse de la presencia del hombre que nos espiaba—. Dispérsense y pasen desapercibidos, nos quedaremos aquí hasta que la noche caiga.

—Vamos, Hel —Azucena me ayuda a mover las muletas, sus manos están en mi espalda, empujándome con suavidad mientras nos lleva hacia el portón de lo que parecía ser su casa—. Este lugar sigue en pie gracias a Daen, ese muchacho nunca deja su trabajo, aunque le rogué mucho.

Daen no está con nosotras, le doy una mirada sobre mi hombro y lo encuentro intercambiando palabras con James.

—¿No quiso dejar el trabajo? —Pregunto, interesada por eso. ¿Por qué no dejar un trabajo en el cual ponías en riesgo tu vida?

—Oh, cariño —Ella se ríe y noto el pequeño sonrojo en sus mejillas—. Daen es de las personas que no se rinden cuando tienen el amor de su vida frente a ellos. Aunque él lo niegue, sé que no dejó el trabajo por ti. Quería estar a tu alrededor, aun cuando su deber era vigilar desde las sombras.

Ladridos nos reciben con emoción y un pequeño puchero se forma en mis labios cuando veo a un gran pitbull sacudir la cola en mi dirección. Era hermoso y parecía ser un cachorro.

—¿Es suyo? —Pregunto. Quiero dejar de lado mis muletas pero recuerdo mis fracturas. Tenía que cuidarme o pasar más tiempo atada a dos palos para mantenerme en pie—. Es hermoso, siempre quise uno.

—En realidad es el cachorro que dejó la mascota de Daen, Greta, falleció hace unos meses —Dejo que el perro lama mi pie, encantada de poder ver esta parte de la vida del castaño con el que iba a casarme—. Luego podrás jugar con Rocco, debes estar hambrienta por el viaje.

Ambas cruzamos el jardín que conducía a la entrada principal de la villa y no puedo evitar observar mi alrededor. Varias fotos de Azucena con un Daen adolescente y otro hombre que no logro reconocer.

—Gracias —musito, dejándome caer sobre el sillón al cual ella mismo me dirige. Se mueve con rapidez, acercando un pequeño taburete en cual me ayuda a colocar mi pie enyesado—. ¿Quién es el hombre de las fotos?

—Mi difunto esposo, Arturo —Su sonrisa no se elimina de sus labios, pero noto el matiz de tristeza que se impregna en su voz—. Él y Daen eran muy buenos amigos. Casi como un padre y un hijo, pero lo perdimos antes de darnos cuenta.

—¿Accidente?

—Cáncer.

—Lo siento.

—No lo sientas, querida —Ella me sonríe, desviando sus ojos hacía mí—. Sé que nos cuida desde donde sea que este. Ya basta de recordar las tristezas de esta vieja, ¿quieres un poco de limonada? Creo que a mi muchacho se le olvidó los modales.

—Creo que no se me olvidó nada —Daen entra, frunciendo el ceño hacia mí—. Hel es demasiado terca y siempre quiere hacer lo que quiere.

Abro la boca, algo indignada.

—Tonterías —Azu lo regaña, haciéndome sonreír con victoria hacia el castaño—. Ve por algo de beber para la señorita Petrov.

—Hel —La corrijo, sintiéndome incomoda—. Si alguien más me llama señorita Petrov creo que lo mataré. —Bromeo, haciendo reír a la mujer.

Daen murmura algo, claramente enojado. Quería hablar con él, pero no iba a poder hacerlo a menos de encontrarnos en privado. Azucena me observa con atención.

—Daen pensó que nunca despertarías de tu coma hace quince años —dice, no parece saber sobre mi falta de memoria—. Luego tu padre los alejó y todo pareció hundirse para mi niño...

—Yo no recuerdo mi infancia junto a Daen, señora Azucena —Me excuso, aun cuando no tengo la culpa—. Esos años son como un vacío en mi cabeza.

>>Desde que Daen me lo contó intento recordar, pero nada sirve.

—¿Qué dije sobre tener un rifle en la cocina? —Daen regresa, cargando un gran vaso de limonada y un rifle en su mano, mi ceño se frunce y él se disculpa con la mirada. Luego de tener un arma apuntando mi cabeza, lo último que quería hacer era ver otra—. Lo siento.

Deja el arma de lado antes de acercarse con el vaso a mí. Su duro y alto cuerpo se sienta junto a mí en el sillón, dejando su mano sobre mi pierna levantada.

—Sé muy bien en lo que andas, Hamilton —Azucena dice, observando al castaño—. Max vino a verme antes de marcharse con aquel policía. Dijo que ustedes estarían en camino y que ponga un ojo sobre ti.

—¿Sabe algo de la cabaña?

—Lo único que sé es que tu padre tenía algo en el norte de la playa —Está seria, observándome a los ojos—. Nunca pude saber que era, ni siquiera me atreví a preguntarlo.

—¿Supiste lo de Arman?

—Juro que si no estuviera muerto yo misma hubiera clavado una bala en su cabeza —Mi ceño se frunce, y dudo con rapidez de ella. ¿Conocía a Arman—. Espero que no confíes en toda esa manda detrás de ti.

—Solo confío en Daen, Cabo y Mila —digo, ella no estaba en la lista. Aun no la conocía—. Son las únicas personas que han cuidado de mí luego de la muerte de mi padre.

—Excelente. —Se pone de pie, sujetando mis muletas antes de decir: —Es momento de mostrarte algo.


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