26.
N/a:
Esta nota es solo para agradecer todos los mensajes que me están llegando sobre lo ocurrido en Ecuador: Estoy bien, mi familia está bien, no fue nada más que un susto. ¡Gracias por preocuparse!
Espero que les guste el capítulo<3
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—Es lo más horrible que veré en toda mi vida —Mi voz es un susurro, y no puedo desviar la mirada del espejo que Daen tiene frente a mí. Después de dos días, él había logrado teñir mi cabello. O más bien Cabo me obligó a hacerlo—. No soy yo.
—Ese es el punto, Hel —Él está sonriendo, pero sé que ese pequeño gesto se eliminara de su cara. Continuábamos en el hospital, siendo más cuidadosos de lo normal—. Cuando mañana te den el alta, tendrás que pasar desapercibida.
El recuerdo de la enfermera de hace días no se había borrado de mi mente. Cabo no fue capaz de volver a verla, lo que nos mantenía en un estado de alerta todo el día.
Mi cabello no era mi cabello. Los mechones negros solo me hacían parecer aun más pálida de lo normal. Los pequeños cortes en mi labio y mejillas sobresalían con más facilidad, las ojeras bajo mis ojos notaban la falta de sueño y cansancio a la que me estaba sometiendo.
Si Daen dormía, yo tenía que estar atenta a la puerta, aun cuando Cabo estaba a unos cuantos metros de nosotros.
No podía confiarme.
—Me veo horrible —Señalo mis ojeras, y Daen hace una mueca—. Son del tamaño de Rusia y estoy más pálida.
—Cabo fue por comida —Indica. Su alto cuerpo se sienta en la cama, junto a mí, y aprieta con suavidad mi pie. El cual no se encontraba enyesado—. Hel... tenemos que hablar.
—Aprendí la lección —Lo detengo, soltando un suspiro—. No debo lanzarme hacia personas que parecen -o son culpables-, debo decirte lo que pienso. ¿Debo firmar algo?
—No estoy bromeando —Frunce el ceño, claramente irritado—. Pudiste haber muerto, Hel, todo hubiera terminado ahí.
—Lo sé.
>>Estoy arrepentida, pero soy así. Siempre actúo antes de pensar, no es algo que pueda cambiar de un día para otro, pero lo intentaré, no dejaré que mis impulsos me controlen.
—Así me gusta —Su mano tira de mi cabello con suavidad, tal y como tiraría de la oreja de un perro descarriado—. Dame tu mano.
—No soy un perro, Daen —Me cruzo de brazos, y el castaño solo rueda los ojos. Con cuidado, toma mi mano izquierda, y desliza un anillo en mi dedo anular con lentitud.
Una pesada barra de acero está en mi dedo, y no puedo evitar sentirme confundida y más allá de eufórica. Mis ojos se pasean de Daen al anillo, y viceversa.
—Es a juego con el mío —Su mano se levanta, y me muestra un anillo similar al mío, pero un poco más grande. La línea plateada le daba más realce al oro que se encontraba cubierto por pequeños diamante—. Dijiste que sí, no quería que cambiaras de opinión una vez que saliéramos del hospital.
—Daen —susurro. Siento lagrimas picar mis ojos y, como si no me doliera el cuerpo, tiro del castaño, pegando mis labios a los suyos mientras suelto una risa—. Te amo.
Él suspira contra mis labios, y se separa con lentitud cuando un quejido brota de mis labios.
—Te amo, rusa.
Su mano tira de la mía, y la gira con cuidado. El anillo se retira un poco de mi dedo, mostrando las pequeñas letras escritas dentro del mismo.
Siempre cuidaré de ti, rusa.
—¿Él tuyo tiene algo sobre mí poniendo mi vida en peligro? —Me río, no puedo evitarlo. Siento como si el corazón estuviera a segundos de salir disparado de mi pecho. Daen era el dueño de esa reacción. Él hacía que mi corazón se descontrolara—. Creo que podemos tomar un avión e ir a las Vegas, ¿no?
Él niega, sus labios se presionan contra los míos mientras se acerca mucho más. Mi cuerpo termina tendido sobre la cama nuevamente, y Daen se cierne sobre mí.
—Tú y yo tendremos una boda por lo grande —Me besa—. No pienso volver a esconderme. Nunca más.
>>Tú y yo tendremos una vida normal luego de que esto termine. Tendrás a mis hijos, y me harás el hombre más feliz del jodido mundo.
—Hijos suena a mucho dolor —Sonrió, acariciando su cabello con mi mano buena. Sus labios se presionan contra los míos, y no duda en abrirse paso entre ellos cuando deslizo mi mano por su dura espalda—. Tal vez... solo sea uno...
***
Mis ojos están sobre Cabo, quien mira con sorpresa el anillo descansando en mi dedo. Él ya estaba al tanto, y no había armado una escena, en realidad, había felicitado a Daen por el compromiso, en cambio, a mí solo me dio un asentimiento de cabeza para luego salir de la habitación.
Creo que seguía enojado conmigo.
—¿Eso es todo? —Daen pregunta, captando mi atención. Está hablando con el médico, quien le extiende una carpeta para que el castaño firme.
—Por el momento —Indica, observándome con una amable sonrisa—. Debe descansar, y la veré luego de dos semanas. Necesito verificar como está sus pulmones y la fractura de su costilla, el resto está en orden.
Lo sabía. Daen estaba al tanto de que podría tener problemas para respirar, pero con el tiempo, iba a mejorar. La costilla rota no había penetrado en el pulmón, gracias a Dios.
El doctor se despide luego de agregar unas últimas palabras, y Daen se detiene frente a mí. Su alto cuerpo se agacha hasta terminar a mi altura.
—No vas a salir caminando de aquí —Él indica, luego de lanzarle una mirada a Cabo quien se marcha cargando una maleta con mi ropa—. No puedes hacer ningún esfuerzo por tu pulmón.
>>Si llegas a mover tu trasero un solo centímetro de esta silla, juro que te ataré a ella hasta que estés completamente recuperada.
—Vale.
Mi respuesta es corta, y no él parece irritado. Íbamos a casarnos y continuaba tratándome como una niña. Si, había puesto mi vida en peligro, pero ninguno sabía las consecuencias de enfrentarme a Arman.
Trago duro.
Arman había muerto. El impacto aplastó su cerebro, y se mantuvo en coma hasta que decidí que era mejor dejarlo descansar. No lo odiaba, al contrario, él hacia sido una parte fundamental en mi vida; me enseñó a montar bicicleta, estuvo ahí cuando tuve mi primera caída de la misma, me arropó cuando mi padre no estaba presente.
Y al final pudo haberme vendido como una simple mercancía que no valía nada.
Me sentía culpable. Si no lo hubiera golpeado, él estaría vivo, pero ciertamente, yo estaría muerta.
Mi vida se había convertido en decisiones entre la vida y la muerta, y justo ahora no me arrepentía de mi decisión. Arman tomó las suyas, y yo tomé la mía.
Mi vida valía la pena, y no me rendiría. Tenía que luchar.
Daen tira de la silla de ruedas hasta el exterior del hospital. Cabo y tres de sus hombres caminan a nuestro lado, siempre alertas, siempre atentos a cualquier irregularidad frente a nosotros.
Nos detenemos frente a un gran Land Rover color vino tinto, Daen sonríe en mi dirección y deduzco que él lo ha comprado. Él gastaba más dinero de lo que podía imaginar solo para mantenerme a salvo.
—Antes de ti ya tenía mi fortuna, Hel —su voz susurra en mi oído, esperando a que Cabo desbloquee las puertas—. Cualquier cosa para mantenerte a salvo.
—Pudiste solo haber cambiado el color del auto. —Indico, sujetándome a su cuello cuando desliza sus brazos bajo mis piernas. Con cuidado, se encarga de colocarme en los asientos traseros. Mi pierna se eleva en el mismo, y debo apoyarme en mi brazo izquierdo para no perder el equilibrio.
La puerta se cierra con cuidado de lastimar mi pie aun enyesado.
Cabo se encarga de guardar la silla de ruedas mientras el castaño rodea el auto y sube detrás de mí. Su cuerpo sirviendo de almohada cuando está junto a mí.
—Hay una casa frente a la playa —Debo girar un poco para observar sus ojos azules—. Es tuya, tu padre la compró hace mucho, iremos ahí hasta que la casa de mis padres este limpia.
—¿Limpia?
—Seguridad —Sus dedos se deslizan por mi mejilla, haciendo que me acerque más a él—. No regresaremos ahí hasta mantener toda la atención fuera de nosotros.
>>La policía estuvo ahí luego de que te interrogaron, encontraron casquillos de balas del último tiroteo, regresaran a nosotros. Solo es cuestión de tiempo.
—¿Ellos saben sobre Killer?
Daen asiente, tirando de mi cabeza con cuidado para que la apoye en su pecho.
Parte de mi cabello había desaparecido luego de la operación, pero los médicos se habían cerciorado de que no se notara, lo cual agradecía.
—Al menos el jefe —murmura, dándole un vistazo a Cabo quien ocupa el lugar del copiloto. El resto de los hombres no siguen desde otro auto que no logro localizar—. Cabo se encargó de investigarlo, es una buena persona.
—Mataron a su hijo —Cabo agrega, observándome por el espejo retrovisor—. Cuello abierto, falta de ojos y su lengua no estaba.
>>Lo conocí. También era policía y cumplía un trabajo encubierto en Rusia. Al parecer ese hijo de puta fue más rápido que el pobre chico. El hombre tiene motivación, si es así, está en mi equipo.
No soy capaz de decir nada. Cabo parecía seguro en confiar en el hombre, y yo confiaba en Cabo.
—¿Cuándo lo veré?
—Está esperando en la casa de la playa —El hombre de tez morena responde—. Está completamente solo. Le expliqué todo sobre las muertes que han ocurrido en este tiempo y, al parecer, está gustoso de ayudarnos con información.
—¿Por qué no dejamos el tema en manos de la policía? —La pregunta suena estúpida a mis oídos, pero la duda continuaba en mi cabeza. El hombre tenía lo suficiente para iniciar un caso y con ello la posterior búsqueda del asesino.
—Se convirtió en algo personal desde que se metió con el señor Petrov, Hel —Cabo suelta, puedo sentir el odio tiñendo su voz—. Tal vez no nos recuerdes a mí y a Daen en tu niñez, pero siempre cuidamos de ustedes, aun cuando no estuvimos cerca.
>>Soy tan parte de la familia como para patear el trasero del imbécil de Hamilton si llega a hacerte daño.
—Aun puedo golpear tu trasero, Cabo —Daen se burla, tomando mi mano izquierda para jugar con el anillo en mi dedo anular—. Puede que tengas todas tus cosas de las fuerzas especiales, pero yo soy más rápido.
No puedo evitar sonreír. Daen y Cabo eran buenos amigos, eso podía notarlo aun cuando el moreno trataba con respeto al hombre que me sostenía entre sus brazos.
Extrañaba a Milla.
No había hablado con ella pero Daen se mantenía en contacto con su padre. Según sus palabras, estaba bien, escondidos para no terminar en las garras de Killer.
—¿Puedo hablar con Milla? —La pregunta sale con rapidez, y la atención de los tres hombres en el auto cae sobre mí. Me observan como si estuviera loca y un cuerno me hubiera crecido en la frente—. Sé que dijiste que estaba bien, pero es mi amiga, quiero hablar con ella.
Cabo mira a Daen, y este, suelta un suspiro, para luego asentir.
—Cuando lleguemos a casa hablarás con ella.
Aun con la respuesta de Daen, no me siento feliz.
Un mal presentimiento se instala en mi pecho cuando Cabo desvía la mirada de la mía. ¿Qué estaba escondiendo?
—¿Ocurre algo con ella? —Mi cabeza se gira y observo a Daen, este parece tener una lucha en su cabeza, y lo siento tomar una respiración.
—¿Prometes que no enloquecerás?
Niego. No iba a prometer que tal vez estuviera fuera de mis manos. Iba a enloquecer por Mila. Ella era mi mejor amiga, estuvo para mí cuando nadie más pudo estar.
—¿Qué le ocurrió?
—Su padre la tiene encerrada en una casa —Cabo es quien responde—. Se negó a dejarla salir cuando escuchó que Killer estaba detrás de ti.
>>Justo ahora ella empezó una huelga de hambre, no sé cuantos días han pasado desde su última comida. Su padre está acabando con ella lentamente.
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