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2.

—¡No pienso salir de Rusia con este... este intento de ruso!, ¡me niego! —Todos los ojos en la habitación se cierran sobre mí, suelto un bufido por lo bajo, ocupando un lugar sobre mi cama—. Me niego, ni siquiera lo conozco.

—En cierto punto concuerdo contigo —Mila, se acerca a mí, presionando sus manos en mis hombros—. Pero también confió en lo que tu padre hace, Andrey Petrov era el mejor encontrando personas confiables, ¿Quién duda que este "intento de ruso" como tú lo llamas, sea malo?

—No lo conozco —reitero, quitando las manos de mi mejor amiga de mis hombros—. Pero lo bueno será que estará en tu consciencia si ocurre algo, o puede que también te asesine a ti.

—¡Oh vamos! —Ella se burla, lanzándose sobre mi cama. Suelto un suspiro, indicándole a Arman y a una de las empleadas que podían abandonar mi habitación, cuando ellos se marchan, me lanzo sobre mi cama, observando el techo con fijeza—. Piénsalo, tú y yo en Australia, ¿Qué podría salir mal?

—Que papá no esté conmigo —musitó, tomando una respiración para mantener a raya las lágrimas. Solo faltaba un día para que nos marcháramos a Australia, dejando de lado todo lo que Rusia me había entregado—... es muy poco tiempo. Solo tiene nueve días bajo tierra, no quiero marcharme.

El lado junto a mí se mueve, dándome a conocer que Mila estaba volviendo a sentarse, sus ojos cafés se topan con los míos y la veo esbozar una triste sonrisa.

—Tu padre hubiera querido que continuaras con tu vida, Hely —Su garganta se aclara un poco, claramente alejando el torrente de tristeza de su voz.—, sé que él quiere verte entrar en la universidad y patear traseros.

—La universidad de Syndey nos espera —Trato de sonreír, pero sé que esta se asemeja más a una mueca.—. Podre ser fotógrafa y papá estará orgulloso de mí...

—Y no dejarás que ningún tipo con tatuajes y apuesto como el mismo demonio arruine tus planes, ¿correcto? —No puedo evitar reír ante las palabras de Mila.

Ella siempre fue así, alegre, espontánea y divertida a más no poder. Su cabello negro solo delataba que no era completamente rusa, pero claramente había dejado de lado sus raíces americanas, para instalarse con sus padres en el país, convirtiéndose en mi mejor amiga desde el primer día de escuela.

Veinte minutos después, ambas nos encontrábamos bajando las escaleras de la gran casa, mi ceño se frunce al ver varios de los recuerdos de mi padre siendo envueltos en bolsas y me apresuro a bajar el tramo que falta.

—¿Qué diablos hacen con eso? ¡No toquen nada! — Los hombres me miran algo confundidos, pero continúan con mis órdenes, volviendo a colocar todo y cada uno de los cuadros y fotos que había escogido junto a mi padre—. ¿Quiénes les han dado el permiso de simplemente mirar esos cuadros? Son cosas personales, algo de respeto, por favor.

—¿Puedes dejar de hacer un berrinche por una vez en tu vida? —Aquella gruesa y enojada voz rompe el silencio de la habitación, no puedo evitar fijar mis ojos en el final de la habitación, Daen, entra con un paso despreocupado, usando simplemente un pantalón de vestir y una camisa negra—. El señor Andrey declaró en su testamento que cada uno de sus cuadros iría a subasta, para recaudar fondo para una fundación de niños abandonados.

Abro la boca algo indignada por no encontrarme al día con las noticas, pero simplemente, cuadro mis hombros y saco pecho, observando con enojo al Cataño que poco a poco se acerca a mí.

—No van a sacar ni un cuadro de esta casa, yo misma pagaré por cada una de estas pinturas.

—Hel...

—Basta, Mila —Gruño, tirando de su agarre que empieza a formar en mi muñeca, mis ojos se clavan en los ojos de Daen, y no puedo evitar soltar un gruñido—. ¿Qué diablos haces aquí?, ¿quién te dejó entrar?

—Tengo pase VIP, pelirroja. —Su risa me irrita. Me irrita más de lo que debería hacerlo. Tengo ganas de plantar mi puño contra su rostro, pero me reprimo, girando sobre mis talones tomo una respiración y miro a los encargados de la mudanza.

—Pueden decirle al encargado de la mudanza que estaré feliz de enviar un cheque por todo y cada uno de los cuadros, pero ningún cuadro saldrá de esta casa.

—Ya escucharon a la hija de papi —Daen habla, esta vez frunciendo el ceño a los hombres dentro de la casa—. Fuera de esta casa antes de que yo mismo los eche a patadas.

Todos se miran entre sí, para luego encogerse de hombros y empezar a abandonar la gran casa. Me giro nuevamente hacia Daen, ganándome una buena vista de su espalda.

Los duros músculos parecen querer explotar bajo aquella apretada camisa, llamando la atención hasta de la más santa. En silencio observo como abandonan la casa y yo me encarg de cerrar las puertas detrás de estos.

Mila observa a Daen con el ceño fruncido, para luego posar sus ojos cafés sobre mí.

—No me agrada. —dice, como si Daen no estuviera junto a nosotras. Este arquea las cejas y suelta un bufido despreocupado.

—No estoy aquí para agradarte —Las palabras intentan ser hirientes, pero sabía muy bien que a Mila no le importaría en lo más mínimo—. Mi trabajo solo es mantener a Hel bajo seguridad y tú, eres una gran molestia.

Un chillido escapa de los labios de mi amiga cuando Daen la lanza sobre mi hombro, caminando en mi dirección, sin el más minino atavismo de fuerza, me quita de su camino, para abrir la puerta y plantar a Mila en la entrada de la puerta.

Controlo la risa que está por salir de mis labios, cubriéndola con mi mano, Mila me observa y antes de que sea capaz de decir algo, Daen cierra la puerta en sus narices.

—Estúpidas niñas rusas. —murmura, luego de fulminarme con la mirada y hacer su camino hacia la cocina.

—¡Escuche eso, americano! —No recibo su respuesta, por lo que me giro para abrirle la puerta a una enojada Mila, esta gruñe en mi dirección y se acomoda el largo cabello negro.

—Odio a ese tipo.

—Bienvenida a mi mundo.

***

Suelto otro suspiro cuando debo hacerme camino entre la montaña de hombres que me rodean, venir al aeropuerto se había convertido en una misión imposible con Arman mandando a cada uno de sus hombres a cuidarme de cualquier desconocido que se acercara, era irritante.

Las gafas oscuras mantienen mis ojos ocultos por un largo tiempo, pero cuando soy capaz de escuchar el retraso que mi vuelo había tenido, decido quitarlos de mi rostro.

—Yo de ti me pondría eso de vuelta en tu bonito rostro. —La voz de Daen me hace dar un respingo, haciendo que las gafas terminen en el suelo, mascullo una palabrota y fulmino con la mirada a Arman, quien intenta alcanzar el objeto por mí, puedo ganarle luego de propinarle un golpe en la mano y alejarme de él para ocupar un lugar en las sillas de la sala de espera.

En momentos como estos, era cuando detestaba a Mila, ella simplemente había cambiado la fecha de su vuelo, dejándome completamente sola y a la orden de la manada de guardaespaldas, ¿no podía ser una persona normal y venir al aeropuerto sola?

No. En su lugar, Daen había optado por traer a cada uno de los hombres que habían estado trabajando con mi padre, sumando a esta gran manada de 9 hombres, a Arman, quien estaba a un mas incómodo que yo.

El pobre no sabía qué hacer.

—Arman —Lo llamo, obteniendo la atención del gran hombre, este sin rechistar se acerca a mí, observándome con sus grandes ojos negros—. ¿Desayunaste?

—No, señorita.

—Bien, porque muero del hambre —Me levanto nuevamente, atrayendo la mirada de cada uno de los guardaespaldas, sumada a la mirada de Daen, este frunce su ceño en mi dirección pero lo paso por alto, enganchando mi brazo al de Arman—. Busquemos algo para llenar nuestros estómagos.

—¿A dónde crees que vas, Hel? —Pongo los ojos en blanco ante la tranquila pero irritante voz de Daen, no me giro, simplemente aprieto el agarre en el brazo de Arman, quien se aclara la garganta.

—La señorita Hel tiene hambre, Daen. Un bocadillo no le hace daño a cualquiera.

—Tú no iras con ella, Arman, déjamelo a mí. —Abro la boca para rechistar, pero Arman me observa, indicándome que acate cada una de las ordenes de Daen. Por qué en todo el mundo, ¿Arman le tenía miedo a Daen?

Frunzo el ceño, dejando que Arman se libere de mi agarre, posicionándose detrás de mí. Daen me observa con una sonrisa para luego guiñar uno de sus ojos en mi dirección.

Irritante. Un completo idiota.

—Aun no entiendo como un desconocido se toma tantas atribuciones respecto a mi vida, no serás el que decida mi compañía, Hamilton —Mi voz es firme, y no me dejo intimidar por la mirada azul enojada que se cierra sobre mí—. Arman viene conmigo o todos ustedes se van al diablo.

—Daen...

—¡Bien! —Suelta, ahora con el ceño fruncido—. Que venga con nosotros, pero junto a los demás guardaespaldas, necesito todos los ojos enfocados en el perímetro.

Pongo los ojos en blanco, detestaba el comportamiento de Daen, todo parecía una escuadrilla militar cuando él estaba al mando, cada uno de los pasos de los guardaespaldas debían ser precisos para él, cada una de las personas caminando detrás de nosotros, debían mantener una distancia sutil.

Ni tan cerca, ni tan lejos.

Sin negarme a escuchar sus gruñidos, me adelanto, dejándolos a él y a la manada de guardaespaldas detrás de mí, podía sentir las miradas sobre mí, por no decir las fotografías, aquellas que no habían cesado desde la muerte de mi padre.

Coloco nuevamente los lentes oscuros para cubrir mis ojos y uso mi cabello como cortina, ayudando a alejar los flashes de mi rostro.

El hecho de tener seguridad a mi disposición por orden estricta de Daen, me ponía algo nerviosa, por no decir paranoica, ¿los murmuros en el interior de la gran casa eran ciertos?, ¿alguien sí había matado a mi padre o fue un simple fallo de la electricidad del auto?

Aunque talvez, esa fuera una de las razones para las que se negaran a mostrarme el cadáver de mi padre.

Del único familiar que quedaba, sin contar a la tía Hannah.

—Hey, pelirroja. —Me detengo al escuchar aquel adjetivo dirigiéndose hacia mí, cuando me giro, puedo observar a Daen señalando una pequeña cafetería, soltando una largo y aburrido suspiro, regreso sobre mis pies, empujando la puerta por mi misma cuando llego a esta.

Sería un largo día.

—A la ventana, princesita —Observo algo confundida a Daen, quien se detiene en el pasillo, justo al lado de mi asiento—. No iras tú sola.

—Eso debiste haber pensado antes de colarte en mi vida, cariño. —Suelto con sarcasmo, Daen pone los ojos en blanco y cuando estoy a punto de acomodarme en mi lugar, soy arrancada de este con rapidez, Daen me observa con una sonrisa mientras cruza por el estrecho espacio que el asiento y mi cuerpo dejan para él, rozando cada parte de su cuerpo contra el mío.

—Puedes tomar asiento o estas de pie todo el vuelo, cariño. —El sarcasmo que tiñe su voz me hace gruñir. Claramente, mi padre me estaba castigando obligándome a estar junto a Daen Hamilton.

Aquel castaño empezaba a escalar de lugar en mi lista negra.

Me siento de mala gana en el lugar junto a la ventana, chocando mi hombro contra el de Daen con fuerza, o al menos eso pienso.

—Eres un grano en el culo. —murmuro, malhumorada. Su risa solo incrementa la irritación en mi sistema, haciéndome soltar un insulto hacia su persona.

—No debería quejarme demasiado, es un gran culo.

Suelto otro suspiro, tratando de traer a mi cada una de las clases de yoga a las cuales caprichosamente había asistido, necesitaba mantener la calma, necesitaba sacar todo el estrés que Daen Hamilton traía a mi cuerpo. 


N/a:


¡Espero que les guste el capitulo! 

Me bloquee un poco al final y espero no haberlo arruinado todo :c 


Pues como ya saben, si les gusta, pueden dejar su voto y su comentario, me ayudaría muchísimo.


Pd: Hay lugares libres para el grupo de whatsapp, enviar números por mensaje privado.  


CAPÍTULO EDITADO. 


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