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17.

—¿No tienes blusas más largas? —La voz de Daen me desconcentra de mi trabajo, haciéndome levantar la cabeza. La chaqueta negra cubriendo sus hombros tensos me hacía saber que no le gusta ver el vendaje en mi brazo.

—No —Respondo, verdaderamente incomoda. Toco las vendas que cubren las heridas a un frescas, y una mueca se apodera de mis labios ante el recuerdo de hace dos días—. Puedo quedarme aquí, estaré bien.

Sus labios forman una línea dura, y sabia que después de aquel acto de "valor", él no despegaría los ojos de mí. —Ya vuelvo.

Cierro la boca, observando algo confundida al castaño que abandona mi habitación. Con un suspiro, termino por poner las botas altas en mis pies. Tener que bajar de la habitación para comer algo, era algo tedioso.

No quería salir.

No después de lo que pasó.

Daen aparece un momento después, sujetando una de sus camisas blancas en su mano.

—Póntela. —Mi ceño se frunce en cuanto cojo la camisa entre mis manos, la examino por un momento, y vuelvo a posar los ojos sobre el alto chico frente a mí.

—Daen —Me rio, intentando aligerar el ambiente—, esta camisa me quedara enorme.

—No quiero ver tus vendas —Dice, como si el simple hecho de tener parches en mi piel, lo incomodara—. Sólo póntela.

—Daen...

No quiero recordar lo que paso —Me corta, observándome con intensidad—. No quiero tener el recordatorio de que te lastimaron de nuevo por mi causa. Úsala, por favor.

La mirada en sus ojos me dice que no quiere pelear y, por un momento, siento la preocupación que transmite con aquella mirada azul que me había cautivado cuando era niña.

Sin decir una sola palabra, me coloco la camisa sobre la blusa que me había colocado con anterioridad.

La gran camisa blanca es del doble de mi tamaño, pero termino arreglando un poco más para que cubra mis vendas.

Una vez que termino, sonrió con dirección a Daen y doy un giro sobre mi lugar. Cuando enfoco nuevamente sus ojos, este está mucho más tranquilo, se acerca a mí y tira del cuello de la camisa con suavidad.

—Eso dejará en claro que tienes dueño.

—No soy un objeto, Daen. —Murmuro, intentando sonar enojada, pero él se limita a encogerse de hombros. Se inclina un poco a mi dirección, y me observa con algo de diversión en sus ojos.

Cariño —Suelta, paseando su mirada de mis ojos a mis labios—, eres mía desde que pusiste un pie en la oficina del abogado.

No puedo evitar reír cuando sus labios se presionan contra los míos y me envuelve en un suave abrazo. Aun cuando intentaba seducirme, se veía frenado por mi estado. El hecho de tener 8 puntos cubriendo mi estomago no lo había dejado feliz, en realidad, la rabieta que había formado el día anterior, me había dejado completamente avergonzada ante el médico personal de mi padre.

—Estoy bien —susurro en cuanto intenta alejarse de mí. Mis brazos se enredan en su cuello, y tiro de él aun más cerca de mí—. Lo prometo.

Un suspiro contrae su pecho y lo siento pegar su cuerpo aun más al mío. Mi cabeza descansa contra su pecho mientras la barbilla del castaño descansa sobre ella.

El recuerdo de mi padre entrando en mi habitación listo para la charla de chicos, me hace reír.

—¿De qué te ríes?

—Mi padre —Suelto junto a una risa—. Siempre me había dicho que si llegaba a encontrar a un hombre dentro de mi habitación lo mataría, y ahora tu y yo estamos aquí.

—Él enserio me hubiera matado —Daen murmura, separándose un poco de mi, para luego clavar sus ojos en los míos—. Por eso me marche, rusa —Sé que mi rostro denota confusión, aun más cuando lo veo tragar saliva—. Tú padre me quería lejos de ti.

—¿Qué?

Él ya me conocía, Hel —Una de sus manos se dirige a la cicatriz adornando su cuello—. Tenerte a mi lado te convertiría en un blanco fácil y tu padre sabía eso.

No sé que responder a eso, así que me mantengo en silencio.

¿Killer siempre existió?, ¿Por qué mi padre nunca había mencionado nada sobre eso?

—¿Qué ocurre? —Su pregunta me toma por sorpresa y me limito a negar con la cabeza. ¿Qué estaba mal con mi vida?, ¿Había cometido algún pecado grave en alguna vida pasada para que todo esto ocurriera?

—Es sólo qué... —Niego nuevamente, sin saber cómo expresarme—. Mi padre nunca dijo una sola palabra sobre Killer... Nuestra vida era casi perfecta.

—No le des vuelta a eso —Sus dedos levantan mi barbilla, obligándome a enfrentar a su mirada azul. Sus labios forman una mueca, y sé que es por el golpe adornando mi mejilla—. Lo siento tanto, cariño...

Tomo su mano, alejándola antes de que sea capaz de tocar mi mejilla lacerada.

—Estoy bien. —aseguro, tratando de dejar el tema por terminado. Daen me mira algo dudoso, pero termina inclinando hacia mí, para luego presionar sus labios contra los míos, ese simple movimiento, dibuja una sonrisa en mis labios. Estaba segura que; a pesar de todo lo que ocurriera, lo que sentía por Daen no iba a desaparecer.

—Vamos, tengo que alimentarte. —No puedo evitar poner los ojos en blanco y caminar delante de él cuando abre la puerta de mi habitación. Dando el primer paso en la pequeña sala, mis mejillas se tiñen de rojo y siento la cara caliente.

La mirada sugerente que Arman da en mi dirección me llena de vergüenza.

¿Qué diablos pasa conmigo?

Arman era como de la familia, pero él nunca se había entrometido en mis asuntos, más aun cuando se trataba de chicos.

—¿Cabo reviso el auto? —Daen no parece percatarse de mi incomodidad mientras se dirige hacia el hombre de mediana edad que descansa de pie en medio de la estancia.

—Hasta el lugar más pequeño —Arman responde, sin quitarme los ojos de encima. Me aclaro la garganta, sintiendo como la incomodidad se apodera de mi sistema.

—Me olvide de mi teléfono, ya vuelvo.

—No —Daen me detiene, tendiéndome lo que parece un teléfono completamente nuevo que saca con rapidez de su bolsillo—. No usarás el otro, Hel, lo digo enserio.

—Vale —Respondo, sabiendo que no era buena idea discutir después de lo ocurrido. Tomo el aparato entre mis manos, y mi ceño se frunce cuando sobrepasa el tamaño de mi mano—. No debía ser tan grande, Daen.

—Me gustan así —Me guiña, colocándome un mechón detrás del cabello. Las palabras se quedan atascadas en mi garganta, y siento la mirada de Arman sobre mí—. Ve con Cabo y me dices si todo está despejado, Arman.

—Entendido. —Arman se acomoda la corbata, y abandona la habitación antes de lanzarme una mirada que no logro entender.

—Sólo te cuidad —Daen rompe el silencio que se forma luego de la partida del hombre que me conoce desde niña—. Fue entrenado para proteger personas, y en el camino se encariño contigo.

—Es como un tío para mí —Murmuro, observando al castaño a mi lado—. ¿No le agradas?

—Siempre ha sido así —No parece incomodo, al contrario, una sonrisa se dibuja en sus labios—. Arman nunca logro tener una relación más personal con tu padre, y creo que soy el causante de eso.

—¿Qué?

—Tu padre me dejo a cargo de ti, Hel —Murmura. Su voz es seria, tanto que me mantengo callada para que continúe—, y creo que eso le molesta a Arman.

Asiento, sin lograr entender su punto y él da el tema por terminado. Su teléfono suena, y con una rápida mirada me indica que podemos bajar.

***

—No hay nadie vigilándonos, Hel —Daen gruñe, luego de que le doy otra repasada al lugar—. Sólo estás haciendo que me preocupe.

—Lo siento —Me disculpo, centrando mi atención en el plato frente a mí. Los huevos revueltos y el tocino en mi plato ya no eran tan apetitosos como cuando llegaron a la mesa, ahora, no tenía ganas de comerlos—. Sólo estoy nerviosa.

—Desayuna. —Dice, terminando el contenido de su vaso. Lo miro a través de mis pestañas, y sé que no bromea cuando me fulmina con la mira. Tomo el tenedor a regañadientes, y me enfoco en terminar al menos la mitad de mi plato.

El nerviosismo por estar en un lugar con gente, estaba presente en mí sistema. El dolor de las heridas siendo desplazado al lugar más profundo de mi mente. Ahora sólo estaba preocupada por Daen.

—Ya no quiero más —Los ojos azules del castaño me observan con confusión. Así es, tenía hambre, pero ahora sólo quiero volver a la habitación de hotel. ¿Tan difícil era entender eso? —. ¿Podemos volver?

—¿A la habitación? —Asiento, esperando a que no pregunte la razón.

—¿Estas asustada? —Asiento, sabiendo que no debía mentirle, no después de haber sufrido un secuestro en el que termine con heridas en mi cuerpo—Cabo y todos los demás están vigilando cada movimiento, Hel.

—Hace dos días también —Mi voz suena en un bajo siseo, y observo a Daen rascarse la barba—. Sólo quiero regresar a la habitación, por favor...

Una línea dura se adueña de los labios de Daen, y termina levantándose de la mesa. Me extiende su mano, ayudándome a colocarme de pie, y no puedo evitar quejarme cuando siento un tirón en el estomago.

—¿Estás bien?

—Si —Apoyo mi mano en su brazo, tratando de tranquilizarlo, pero la expresión amarga no abandona su rostro—. Estoy bien.

Un chillido se queda atrapado en mi garganta cuando Daen me toma por los muslos, acunándome con rapidez entre sus brazos. Mis mejillas se calientan con rapidez cuando siento varios ojos sobre nosotros, pero al castaño no parecen molestarle.

—Debes comer más —Suelta, una vez que empieza a caminar hacia el ascensor—. Podría correr cargándote y no me cansaría.

—Creo que eres el único hombre que quiere a una mujer con más peso encima. —Daen rueda los ojos, y me deja en el suelo una vez que estamos dentro del ascensor. Mis manos no se mueven de su cuello y las suyas se mantienen en mi cintura, obligándome a quedarme quieta.

—Tenia tanto miedo de que te ocurriera algo aquel día... —Parpadeo con rapidez, sintiendo como la tensión y el miedo abordan nuestro alrededor. Daen me aprieta con cuidado contra su cuerpo, y lo siento aspirar mi aroma—. No sentí tanto miedo desde el día que te dispararon, cariño...

—Me encontraste —Respondo con rapidez, sujetando su rostro entre mis manos. Mis ojos se fijan en los suyos, y soy capaz de sentir el miedo reflejándose en ellos—. Estoy aquí por ti, Daen.

Sus labios se presionan contra los míos con fuerza, introduciendo su lengua en mi boca con prisa. Sus manos se deslizan hasta mi trasero, y un jadeo me abandona cuando me aprieta contra él.

—Juro que lo encontraré —Su gruñido me eriza toda la piel, y debo respirar con lentitud para atraer aire a mis pulmones—, y lo mataré con mis propias manos.


N/a: 


Lamento la tardanza, enserio, he intentando subir este capitulo hace días, pero simplemente los resultados anteriores no me gustaron, y quería escribir este. No todo debe ser sangre y muerte, ¿no? Daen y Hel merecen sus momentos, y me gusto el resultado. 


Nos vemos en el próximo capitulo, y muchas gracias por la paciencia que me tienen. 


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