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16.

El silencio que se adueña de la habitación me hace sentir incomoda. Soy consciente de la mirada de Daen sobre mí, pero lo ignoro olímpicamente.

Aun continuaba llorando, ahogándome silenciosamente en la decisión que había tomado por mi cuenta.

—Iré a mi habitación. —susurro, incapaz de frenarme por la sangre cubriendo mi cuerpo. Cada herida ardía como si limón estuviera siendo esparcida por ellas, pero me limito a poner mi mejor cara de póker.

Él no debía saber que estaba sufriendo.

No después de cómo me había tratado.

Caminar dolía. Hacer el más leve movimiento dolía. Respirar dolía.

Una de mis manos se apoya contra la pared en cuanto empiezo a hacer mi camino hacia la habitación que me había sido entregada con antelación.

El ambiente ya no era cómodo. ¿Cuánto tiempo estuve con esos hombres? ¿Horas? ¿Cuánto tiempo había pasado desde que estuve con Daen? Tal y como una pareja normal.

Un quejido brota de mis labios cuando termino apoyándome contra una de las paredes, en menos de un minuto tengo los fuertes y tatuados brazos de Daen rodeándome.

Ojos azules me observan con terror y, por un momento, creo que lo tengo de vuelta.

—Debo llevarte a un hospital. —La línea dura cruzando sus labios me hace saber que el enojo aun continuaba en su sistema. La mirada que me lanza me deja completamente confundida, pero me niego a ceder, no después de haberme rechazado.

—Puedo sola. —Casi gruño, alejándome a la fuerza de los brazos de Daen. Un destello fugas cruza por sus ojos, el cual no soy capaz de descifrar.

Me ayudo de la pared para poder llegar a la habitación, continuo sintiendo la mirada de Daen sobre hasta que cierro la puerta con dificultad detrás de mí.

Es cuando dejo que las lagrimas empiecen de nuevo su recorrido por mis mejillas.

La había cagado; no sólo con Daen.

Ahora ese tipo sabía cómo llegar a mí, sabía que sería capaz de proteger a Daen. Aun si me costara la vida.

En silencio, me deshago de la camisa de Daen y luego de mis jeans, dejando al descubierto los cortes en mi torso y brazo. Dolían como el infierno, y la sangre se mantenía frotando de ellos.

Claramente, seria premiada con grandes cicatrices. Elimino los tacones cubriendo mis pies, y libero un suspiro de alivio. Tenía que empezar a usar zapatos bajos.

Aun con el dolor cubriendo mi cuerpo, logro llegar al baño en donde me deshago del resto de mi ropa.

Mis ojos se detienen en la tina ocupando el lugar, el destello de un recuerdo en la mañana cruza mi mente. Daen y yo hablando tranquilamente sobre lo que haríamos el resto del día.

Sin embargo, terminar siendo secuestrada y torturada no estaba entre nuestros planes.

El sonido de la puerta siendo abierta capta mi atención. El alto cuerpo de Daen está frente a mí, usando únicamente unos jeans, mientras me observa en silencio.

La mirada de deseo de la que había sido testigo la noche pasada, había desaparecido. Desapareció en el momento en el que sus ojos entraron en contacto con los cortes en mi cuerpo.

—¿Qué haces aquí? —Suelto, intentando cubrir mi cuerpo con mis brazos. Daen aprieta los labios y se acerca a mí sin responder a mi pregunta. Largos dedos tiran de mi cabello con suavidad, liberando mi rostro de los mechones enredados—. V-vete.

—¿Qué?

—Que te marches —Repito, esta vez sintiendo un nudo en mi garganta. No llores Hel, no frente a él. No de nuevo—. Quiero estar sola.

—No voy a dejarte sola. —Sus palabras son firmes y, aun cuando no me mira a los ojos, creo que se preocupa por mí.

Daen se aleja de mi por lo que parecen cinco minutos, en los cuales se centra en preparar la tina. Estoy nerviosa, aun cuando para él parece algo normal, para mí no lo era. No iba a ignorar la mirada enojada que me había lanzado cuando intente tocarlo.

Cuando intente abrazarlo.

Una vez que termina con la bañera, envuelve su mano en mi muñeca, tirando de mí con delicadeza, y es cuando el enojo detona en mi interior y me libero de su agarre. —No te quiero aquí.

—No me hagas enojar y metete en esa bañera, Hel —Gruñe, obligándome a dar un paso atrás cuando sus ojos se enfocan en los míos. El odio brillando en ellos era fácil de reconocer, pero el rápido movimiento del chico castaño es lo que me asusta por completo. Mi cuerpo se paraliza por completo cuando los brazos de Daen me envuelven entre sus brazos, apretándome contra su cuerpo.

—Suéltame —Intento alejarme, me un quejido me obliga a mantenerme inmóvil, mientras Daen se aprieta mas contra mí. Apoyando su frente contra mí cabello—. Daen por favor...

—Nunca más vuelvas a hacer una locura como esa —Suelta, de pronto, su tono es más suave, pero firme en la promesa que me obligará a hacer—. No me vuelvas a hacer esto...

Mi boca se mantiene cerrada, sintiendo como el nudo en mi garganta aumenta con el paso de los segundos. Todas mis defensas caen cuando Daen esconde su rostro en mi cuello, dejando un suave beso en el.

Las lagrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas, y el sollozo que se escapa de mi garganta hace que Daen se aleje un poco de mi, observándome detenidamente.

—Y-yo no quería que él te lastimará... S-si no iba con él podrías haber muerto...

—¿Qué?

—A-alguien te estaba apuntando —Me apresuro a aclarar. Los sollozos dificultándome el proceso—. Yo lo vi... No quería que te lastimaran... No quería perderte.

Daen me observa por un segundo en silencio, la dureza en su mirada parece desaparecer con rapidez y, en menos de un minuto, me encuentro nuevamente entre sus brazos.

—No vas a perderme —Asegura, acariciando mi cabello—. No dejaré que eso vuelva a ocurrir —Mi cabello es sujetado entre una de sus manos y, con cuidado, tira de él, obligándome a observarlo—. No dejaré que te alejen de mí, no de nuevo.

***

—Estaré bien —Aseguro, luego de dejarme caer en la cama. Daen me observa con el ceño fruncido mientras una toalla cuelga en su cintura. El dolor de las heridas había bajado su intensidad luego del baño caliente, el castaño se había encargado de limpiarlas con mucho cuidado—. Sólo necesito dormir.

—Debo limpiarlas con alcohol, Hel —El peso de su cuerpo hunde el colchón a mi lado. Me sentía extremadamente cansada, y necesitaba dormir—. No te duermas, nena.

—Quiero hacerlo —musito, intentando alejar el recuerdo del día. Quería mantener a raya la visión de aquel hombre cortando mi cuerpo. No necesitaba esa mierda antes de dormir—. Estoy cansada...

Daen murmura algo que no soy capaz de entender, y luego lo escucho maldecir. Mis ojos se cierran casi con vida propia, y cuando pierdo la conciencia, aquel par de ojos verdes se filtran en mi mente.

Huele a galletas, los ladridos de un perro resuenan en mis oídos, y cuando empiezo a buscar el lugar de donde proviene el sonido, me encuentro con un niño castaño frente a mí.

Sus ojos azules me observan con ternura, y luego me entrega una barra de chocolate.

—Traje esto para ti, Rusa —Su voz es suave, como si acariciara el apodo con su lengua—. Bertha dijo que sólo puedes comer un poco.

Tomo la barra de chocolate y la escaneo con detenimiento, se encontraba completamente cerrada, como si él no fuera capaz de comer un poco. En silencio quito parte de la envoltura y parto un trozo de chocolate.

Cuando lo extiendo hacia él, sonriéndole.

—¿No quieres? —Pregunto en voz baja, él simplemente niega con la cabeza sin llegar a borrar la sonrisa en sus labios.

—No —Responde, quitando unos mechones de cabello de mi rostro—. Lo traje para ti, rusa.

—¡Hel! —Mis ojos se abren de golpe y un quejido abandona mis labios cuando me choco contra una profunda oscuridad. Mi respiración se libera con dificultad, y siento lágrimas cubriendo mis mejillas.

Ese sueño...

Era él...

—Te fuiste... —Musito, hablando en medio de la oscuridad—. Te fuiste luego de darme el chocolate...

La luz de la habitación se enciende, cegándome por un segundo. Parpadeos después, logro enfocar a Daen frente a mí, siendo separados por pocos centímetros.

—¿Qué está mal? —No paso por alto la angustia en su voz, pero soy incapaz de unir palabras y termino aferrándome al cuerpo de Daen.

—N-no vuelvas a irte —Suelto, con dificultad—. T-todas las noches esperé por ti... Siempre esperé por ti...

—¿De qué hablas, Hel? —La voz de Daen esta mas allá de confundida, pero me limito a negar con la cabeza, dejando que las lagrimas resbalen por mis mejillas.

El niño del sueño era Daen, lo recordaba.

Recordaba sus ojos azules, nunca olvidaría aquellos ojos que me seguían a donde iba cuando era niña, aquellos ojos que me sonreían cuando nos quedábamos horas sentados en el jardín de la casa.

Esa casa...

Me separo un poco de Daen, logrando enfrentar su mirada confundida.

—T-tu... te recuerdo —La sorpresa invade sus ojos por un segundo, pero es eliminada con rapidez cuando golpeo su torso, negándome a retener el sentimiento de abandono que sentí cuando él se marchó.

—¿Me recuerdas? —Su voz suena lejana, como si no logrará entender mis palabras. Asiento nuevamente, limpiándome las mejillas con el dorso de la mano.

—El día que te fuiste —Empiezo, y me aclaro la garganta para poder continuar—. Me diste un chocolate...

—Intentaste darme un trozo pero no lo acepte —Él termina por mí, acariciando mi mejilla con gentileza—. No me marche, Hel —Asegura, acercando aun más a mí. Mis ojos se cierran por un segundo y dejo caer mi cabeza sobre su pecho—. Aquel día mi padre había desaparecido, tuve que reunirme con mis tíos... y con tu padre. Ese día me gane mi cicatriz, Hel.

>>Cuando llegue con tu padre, hubo un apagón en aquel edificio, no pude ver nada durante ese momento. Momentos después, supe que él me había encontrado.

Mi cabeza es elevada con ayuda de Daen, sus dedos me sujetan de la barbilla mientras me observa con ojos brillosos.

Daen estaba llorando...

Nunca quise dejarte, cariño... —Sus labios rozan los míos con cuidado cuando apoya su frente en la mía—. No volveré a dejarte.

N/a:

Ya sé que me he tardado un millón de años, pero este capítulo fue algo difícil para mi; todos los son, pero con este me bloquee mucho más.

Espero que les guste y perdón porque es algo corto, odio poner cosas de más.

Nos vemos hasta el próximo capítulo<3



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