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10.

El repiqueo de los tenedores contra el cristal de los platos me irrita. Mis ojos no se mueven del pedazo de carne frente a mí y siento asco. El recuerdo de los últimos días y las cosas repugnante que había visto cierran mi estómago de golpe, obligándome a alejar el plato de mi campo de visión.

—Debes comer, Hel.

—No tengo hambre —respondo, observando a Daen—. Es imposible... solo recuerdo el rostro de Bertha.

Los cubiertos de Daen son dejados de mala gana sobre su plato y suelta un suspiro, luego se impulsa en su silla, logrando que un chirrido resuene con fuerza en el comedor.

Luego de haber visto aquella foto, Daen había mandando al menos a 5 hombres a revisar la universidad y por si eso no bastaba, Cabo se estaba encargando de localizar las cintas de grabaciones de las cámaras de seguridad.

Tener a Daen completamente nervioso y hasta violento, me ponía los pelos de punta. Una de las nuevas chicas de limpieza me regala una sonrisa, y en silencio, ambas nos dedicamos a recoger los pocos platos que habían sido utilizados.

—Iré a ver donde esta Daen. —murmuro, dejando los platos en las manos de Zoe, ella me sonríe y susurraun "Esta bien, Hel".

Enfrentarse a Daen cuando estaba enojado no era buena idea, pero nada de lo que yo hacía era buena idea. El frío del suelo me hace caminar de puntillas hasta la sala y cuando observo a Daen colocarse su chaqueta, me detengo detrás del sillón.

—Necesito salir. —dice, observándome con duda. Su boca se abre y antes de que sea capaz de detener el flujo de palabras, estas ya están fuera.

—Bien. Creo que veré una película y luego iré a dormir. —No espero la respuesta por parte de Dean y hago mi camino hacia las largas escaleras. Podía sentir su pesada mirada sobre mí, mas eso no lograba intimidarme.

Mis pies me llevan hasta mi habitación, ingreso en esta sin cerrar la puerta completamente. Desde que había llegado a la gran casa, el pestillo no había vuelto a aparecer.

El miedo instalado en mi pecho por si alguna vez tenía que correr lejos de cualquier cosa, mantenía la puerta entreabierta. Llegándome a sentir más segura con esa decisión.

Sin saber exactamente qué hacer, me dejo caer sobre la cama. La gran pantalla colgando en la pared se enciende en cuando mi dedo hace contacto con el mando. Casi por mecanismo, abro la aplicación de netflix, volviendo a colocar la película que había dejado a medias en Rusia.

Mis ojos se quedan estáticos en la gran pantalla, tratando de coger el hilo de la historia, pero lo único que era capaz de pensar era en mi falta de memoria.

Daen había dejado claro que no importaba el hecho de no recordarlo cuando era un niño, pero a mi sí me importaba. Saber que el intento que había hecho por protegerme lo hacía aun más importante.

Él intento salvarme de mi propia madre.

Daen era el tipo de hombre que mantenía alejados de mi vida, el misterio en su mirada y las duras expresiones que se adueñaban de su rostro cuando su mente estaban en otro lugar, llegaban a dar miedo, pero había aprendido a ver cada una de sus facetas... al menos las que había mostrado ante mí.

El sonido de la puerta abriéndose me hace brincar de la cama. Un par de ojos castaños me observan con disculpas impregnadas en ellos y una sonrisa a medias.

—Lo siento, señorita —Cabo se disculpa—. Estaba revisando la casa antes de terminar con mi turno.

—Bien —murmuro, incómoda—. ¿Quién lo cubrirá?

—Peterson y Kidman. —Asiento, dejando que la tranquilidad regrese a mí. Cabo inclina la cabeza a modo de despedida y vuelve a dejar la puerta como estaba.

Mis piernas ceden casi de inmediato, dejándome caer de golpe sobre mi cama.

Sentirme nerviosa por cada mirada y cada palabra en mi dirección, no era a lo que estaba acostumbrada. Ahora, el miedo de estar junto a ese psicópata, era más grande de lo que podía decir.

Llevo mis rodillas hacia mi pecho, abrazándome a mí misma, termino hecha un ovillo en la cama.

Extrañaba a mi padre... lo extrañaba tanto que dolía. Lo necesitaba más que nunca, abrazándome y susurrándome que todo estaría bien, que nadie me haría daño... que él no dejaría que nadie se acercara a mí.

Mis ojos se cierran casi con vida propia y dejo que la bruma del sueño me arrastre con fuerza.

***

Un fuerte estruendo me hace abrir los ojos con rapidez. Mi corazón latiendo con fuerza me hace respirar con pesadez, la oscuridad me abruma con rapidez y me obligo a mi misma a parpadear para acostumbrarme a la oscuridad.

—¡Que me sueltes! —El siseo en aquella voz me hace levantar con rapidez de mi cama. Mis pies se mueven con rapidez a través del pasillo hasta llegar a las escaleras.

Tres pares de ojos se detienen sobre mí y, por un segundo, pienso que estoy desnuda. Debo cerciorarme de estar completamente vestida antes de empezar a bajar las escaleras.

—Te vas a caer, Daen. —Uno de los chicos vestidos de negro, gruñe. Tratando de sujetar a Daen, quien se remueve con enojo.

Estaba borracho.

El familiar color azul de sus ojos, me observaban con clara diversión.

—¿Qué me voy a caer? —Las palabras son liberadas con pereza y no puedo evitar fruncir el ceño. ¿Un psicópata andaba suelto y el opta por salir a emborracharse? —. ¡Estoy mejor que todos ustedes juntos!

—Déjenmelo a mí. —musito, sujetando a Daen de la camisa. Los chicos me observan con duda pero terminan acatando mi orden. Mis ojos se abren de golpe al tratar de sujetar todo el peso de Daen.

Claramente yo no nací para lidiar con borrachos.

—Rusa, no puedes ni cargar una maleta. —Se ríe, pasando uno de sus brazos sobre mi hombro—. Siempre fuiste así... delicada. Me gusta eso.

Ignoro tanto sus palabras como el cosquilleo creciente en mi pecho. ¿El acaba de decir eso?

—No tendría que hacer esto si no te emborracharas. —los escalones parecen eternos, pero gracias a Dios Daen no me deja todo el trabajo. Parte de su cuerpo se apoya contra el barandal y la otra parte sobre mí, nivelando así su peso—. ¿Por qué lo hiciste?

El silencio de su parte me hace fruncir el ceño y soy capaz de captar su mirada cuando llegamos a la cima de las escaleras. Su ceño se frunce con cuidado y parece regresar en sí.

—Llevo años detrás de ese psicópata —murmura—... Desde que tu padre te mencionó de nuevo. Tenías 14 años.

¿Qué?

Killer siempre ha querido llegar a ti —un estremecimiento sacude mi cuerpo cuando la mano de Daen se posa cerca de mi corazón. Sus dedos parecen quemar mi piel cuando traza una línea hasta mi clavícula—. Eres hermosa.

—Cierra la boca —gruño, tratando de reír con diversión—. Estás más borracho de lo que pensé. El Daen que conozco no diría eso. —Tiro nuevamente del castaño y esta vez cede, caminando nuevamente junto a mí.

La puerta de su habitación se detiene frente a nosotros y suelto un suspiro.

—El Daen que conoces se muere por ti. —mi ceño se frunce y un jadeo de sorpresa se escapa de mi cuando siento los tibios labios de Daen sobre los míos.

El sabor a whisky no tarda en invadir mi boca, la lengua de Daen traza una suave línea en mi labio inferior antes de besarme con más fuerza. Soy vagamente consciente de deslizar mis manos por su pecho, aferrándome a él con más fuerza.

Cuando Daen se aleja unos milímetros de mí, soy capaz de respirar por mi cuenta. Los fuertes latidos de mi corazón parecen crecer con el paso de mis respiraciones y la incomodidad me golpea con fuerza.

Daen estaba borracho. Su carácter de mierda regresaría al día siguiente, tal y como ocurría todos los días.

—Esto está mal. —musito. Escapando de su mirada. El pecho de Daen se infla bajo mis manos y sus dedos se envuelven en mi barbilla.

—Lo que está mal es haberme alejado durante tanto tiempo... Nunca quise dejarte. —Trato de entender sus palabras, pero lo único que logro captar es la duda en sus movimientos.

Antes de que una palabra sea capaz de abandonar mis labios, me veo siendo arrastrada hacia el interior de su habitación. La luz no se enciende, pero soy consciente del cuerpo de Daen junto al mío.

—No te muevas —dice, su voz regresando con el frío de siempre. Haciéndome sentir aun más incómoda—. Es hora de aclarar todo.

Intento detenerlo, pero no soy capaz de moverme de mi lugar. El toque de Daen desaparece de mi mano y una luz es encendida segundos después.

Observo como el alto castaño se deshace de su camisa antes de perderse en el interior del baño. Mis ojos se detienen sobre la puerta y pienso en escapar y correr a la comodidad de mi cama, pero mi lado curioso, es el que me empuja a sentarme en la cama de Daen.

Quería saber exactamente desde cuando él me conocía. ¿Por qué se había marchado si decía que tanto le molestaba hacerlo?

Y lo principal... ¿Por qué me había tratado tan mal los primeros días?

El sonido de agua cayendo capta mi atención y antes de que sea capaz de asimilar que ocurre, Dean sale del baño con su torso completamente mojado.

Mi boca se abre y no puedo evitar posar mis ojos en la cicatriz que descansa en su abdomen. El recuerdo de la conversación en el campo de tiro me incómoda por completo. Saber que mi madre le había hecho eso, me hacía sentir culpable.

En cierto punto, yo tenía la culpa.

—No es tu culpa —Dean habla, haciendo que mis ojos se posen en los suyos—. Tú no me dijiste que te defendiera, lo hice porque quería hacerlo.

—No lo entiendo... no tenías que hacerlo. —Daen ocupa el lado junto a mí, aun cubierto de agua.

—Tu padre te quería mucho —murmura. Sus ojos están enfocados en un lugar en suelo—. Creo que pasó ese cariño a mí. Aquella noche no podía dejar de escuchar tu llanto... solo quería hacer que parara. Luego pude ver a tu madre lastimándote. Eras solo una niña —no paso por alto el enojo en su voz—. Ella no tenía derecho.

—No recuerdo nada de cuando era niña... lo siento.

—Es mejor —responde, a su vez—. No mereces recordar eso.

—Pero quiero acordarme de ti. —no me arrepiento de mis palabras mientras observo a Daen. Una sonrisa tira de sus labios, pero sigue sin observarme.

—Yo te recuerdo muy bien —dice, esta vez enfoca sus ojos sobre los míos—. Es difícil olvidar a alguien cuando pasas cada día cuidando de ella.

¿Qué?

—Luego de que tu madre muriera... cinco años después. Killer volvió a aparecer. Esa vez no le tembló la mano para terminar con la vida de personas inocentes. Toda la familia de uno de los socios de tu padre murió aquel año. Niños... dos bebés —Un musculo en la mandíbula de Daen tiembla, haciendo que el horror se arremoline en mi pecho—. Desde ese día tu padre me coloco como tu sombra. Yo te veía... pero tú a mí no.

—¿Por qué va detrás de mí? —pregunto, sintiéndome algo aliviada de poder sacar aquella duda.

—Sinceramente, no lo sé —Daen larga un suspiro, sus ojos nuevamente se enfocan en los míos—. ¿Te quedas? —su pregunta me confunde bastante, no sé a lo que se refiere y Daen se ríe.

Lo veo levantarse de la cama y sacarse los pantalones sin el menor cuidado, luego, camina hacia su closet y saca unos pantalones de franela, colocándoselos con rapidez.

Cuando sé que es hora de marcharme, me levanto de la cama, haciendo mi camino hacia la puerta. Una gran mano se apoya contra esta y siento la calidez del cuerpo de Daen detrás de mí.

—No te vayas, abejita. —¿Abejita? aquel apodo...

—¿Cómo me dijiste? —pregunto, girándome con rapidez. Daen me observa con detenimiento por un largo segundo.

—Abejita, siem...

—Siempre me decías así de niña... —murmuro. La sorpresa llenando mi sistema. Recordaba aquel nombre junto a la voz de un niño. "Duerme, abejita, mañana será otro día".

—¿Lo recuerdas? —su pregunta es algo dudosa y no sé que responder.

—Nunca lohe olvidado, Daen.     

N/a:

Perdón por la tardanza :c

Para las que no saben, abriré un grupo para la novela (esta novela) si quieren ser parte del grupo solo deben dejar su numero en los comentarios. Cuando vea mas de 10 números creare el grupo<3


CAPÍTULO EDITADO. 


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