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King's landing


Aemma Targaryen, enfrascada en la contemplación de su vestido de novia, experimentaba un nerviosismo que perturbaba sus anhelos de boda. Mientras se preparaba para la celebración que calmaría los percances pasados, las noticias inesperadas sobre su hermana Rhaenyra la sacudieron.

—Mi princesa, con su permiso... —interrumpió una de sus damas, con un tono respetuoso que apenas lograba romper la tensión en la habitación.

—¿Qué sucede? —preguntó Aemma, girando frente al espejo mientras atendía a los últimos detalles de su vestimenta.

—Han llegado noticias. —La dama suspiró antes de compartir la impactante información. —La princesa Rhaenyra ha contraído nupcias con su tío, el príncipe Daemon.

Una risa cínica escapó de Aemma, revelando su descontento ante la noticia.

—Se casó tan pronto como Sir Laenor falleció... —comentó con desdén. —Qué sorpresa.

La relación con su hermana se había deteriorado luego de una discusión que tuvieron la misma noche en la que Aemond se hizo de Vhagar.

«—Nyra. —Su hermana menor la siguió. —¿Te encuentras bien?

—Vete, Aemma, no quiero hablar ahora.

—Es necesario que hablemos. —Insistió. —¿Dónde estabas cuando los niños pelearon?

—¿Dónde estabas tú? —Contraatacó al sentirse interrogada. —Escuché que pasaste toda la tarde buscando a tu prometido, quien se fue con una criada.

La tensión entre las hermanas creció, revelando secretos y resentimientos profundos. Una risa nasal salió de la joven, había entendido el objetivo de aquel rumor pues no lo había "Escuchado" ella misma lo había planeado para hacerle cambiar la forma de ver a Aegon y quizás romper su compromiso.

La peliplata mayor hizo una mueca antes de llevar una mano al arco de su nariz tratando de quitar aquella frustración que guardaba.

—Aemond perdió el ojo por usurpar el dragón de la madre de las niñas, si me lo preguntas es un precio razonable.

Aemma la miró incrédula de sus palabras, el derecho de un dragón no es por herencia, si no por reclamo y si Vaghar había aceptado a su hermano era más que seguro que las hijas de Daemon hubieran muerto de sólo intentarlo.

—Perdió el ojo y aún así pediste que lo torturaran.

—Puso en duda la legitimidad de mis hijos.—Se exaltó.

—¿Y que tiene? No mintió.—Habló de golpe haciendo que un silencio incómodo se formara entre ellas.

—Mis hijos son Velaryons.—Rhaenyra trató de sonar tranquila, pero estaba perdiendo el juicio.

—¡Por los dioses deja de mentir de una puta vez! ¡Te vi a punto de tener intimidad con Daemon! Ni si quiera respetaste el luto de Laena, ninguno de los dos lo hizo... Ustedes me dan asco.

Llevo ambas manos a su cabeza masajeando sus sienes en busca de su paz, pero todo esto era demasiado para poder procesarlo.

—Aemma, déjame explicarte.—Trató de sostener la mano de su hermana quien se negó.

—Me queda en claro el tipo de persona que eres... Y el que ame a Jace, Luke y Joffrey... No cambiará la verdad.

La heredera enfureció de repente y al escucharla decir "Tus hijos son ilegítimos" una bofetada se dirigió a su rostro dando por terminado aquel lazo que las había unido tantos años.»

De vuelta al presente, Aemma reflexionaba sobre la traición y la falta de confianza entre ellas si para no decirle la verdad, por otra parte sentía celos, celos de que ella pudiera hacer lo que deseara y salir impune, se le había dado todo en bandeja de plata pero aún así lo desaprovechaba, mientras los demás derramaban lágrimas y sangre para lograr sus objetivos.

—Aemma, ¿Que haces aquí?—Un Aegon medio dormido preguntó.

—Quiero dormir contigo.—Habló.—¿Puedo?

—Nos casaremos en unos días, no estes tan ansiosa.—Bromeó.

Pero su sonrisa se borró al instante al verla sollozar, en poco tiempo se levantó para ir a arroparla entre sus brazos dándole consuelo.

—Ven, sabes que siempre hay espacio para ti.—Con cuidado la guió hasta su cama.

Ambos se escondieron bajo las sábanas, Aemma se negaba a romper el abrazo mientras Aegon peinaba el largo cabello de su prometida, la persona de la que estuvo enamorado toda su vida, no le importaba lo que pudiera pasar, mientras estén juntos.

—No sé qué hacer con la noticia de Rhaenyra, Aegon. —Susurro con tristeza. —Y mi relación con ella nunca será lo mismo.

Aegon, acariciando su cabello, respondió con calma. —A veces, el tiempo y la distancia son necesarios para sanar. Estoy aquí para ti, pase lo que pase.

Emma, encontrando consuelo en sus brazos, se sumió en pensamientos sobre el futuro incierto que les aguardaba, pero al menos, en ese momento, halló un refugio en el abrazo de Aegon.

—¿Y tú, Aegon? —preguntó, buscando distracción en la conversación. —¿Cómo te sientes ante todo esto?

Aegon suspiró antes de responder, reflexivo. —Es complicado. No puedo cambiar el pasado ni controlar el futuro, pero estoy comprometido contigo. Quiero construir nuestro propio camino, independientemente de las sombras del pasado.

Aemma asintió, agradecida por las palabras reconfortantes de Aegon. Juntos, compartieron silencios y susurros, explorando la conexión que construirían como pareja.

—Recuerdo cuando éramos niños y soñábamos con el futuro. —Mencionó Aemma, rompiendo la tensión con un recuerdo nostálgico. —Nunca imaginé que nuestras vidas tomarían estos caminos tan intrincados.

Aegon sonrió, recordando esos tiempos más simples. —La vida nos lleva por senderos inesperados, pero eso no significa que no podamos crear nuestro propio destino.

Mientras la conversación fluyó, Aemma y Aegon compartieron risas y reflexiones, construyendo una conexión más profunda. Aegon expresó sus esperanzas para el futuro, y Aemma, poco a poco, dejó de lado las preocupaciones momentáneas para sumergirse en el presente reconfortante.

La habitación se llenó con sus risas y susurros, creando un espacio íntimo donde las tensiones pasadas parecían disiparse. Juntos, enfrentaron la incertidumbre del mañana, encontrando consuelo en la compañía del otro.

Con el amanecer, Aemma y Aegon, envueltos en un abrazo reconfortante, contemplaron el nuevo día que se asomaba. Aunque el camino hacia el futuro seguía incierto, sabían que enfrentarían los desafíos juntos, construyendo una historia propia en medio de las complejidades del pasado y las promesas del mañana.

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