Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

6



King's landing



Un funeral se llevaba acabo, Laena Velaryon había muerto por aliento ardiente de su dragón Vhagar al complicarse su parto, lágrimas se derramaban y el silencio abrumaba a los presentes mientras solo se escuchaban las calurosas palabras en Alto Valyrio del hermano de Corlys Velaryon, Vaemond.

—Es muy triste...—Aemma murmuró para su hermano Aemond.

—Ni siquiera la conocía.—Habló algo incomodo.

—Deberías mostrar al menos algo de tristeza... Cada día te pareces mas a Aegon.—Trató de esconder su sonrisa.

—No es cierto, Aegon solo viene por el vino... A mi me obligaron.

—Olvido que va donde abunden las tetas y el vino.—Se calló al instante.—No le digas que yo te dije eso.

Ambos sonrieron pero aquello no duró mucho pues una de las damas de Rhaenyra se acercó algo nerviosa a ella.

—Señorita, ¿Que ocurre?—Cuestionó.—¿Le ha pasado algo a la princesa o príncipes?

—He venido a comunicarle que su prometido, el príncipe Aegon, se retiró del funeral en compañía de una joven que prestó servicio a Lady Laena...

Con escepticismo, escudriñó el entorno en busca de la cabellera plateada de Aegon, solo para toparse con los ojos violeta de Rhaenyra, quien se limitó a asentir con solemnidad.

Sin articular más palabras, se retiró con determinación, su único propósito era distanciarse de aquella congregación. Sabía que Aegon había tenido sus devaneos amorosos en su juventud, y eso no le había inquietado. Sin embargo, nunca habría imaginado que, a tan escaso tiempo de su boda, él persistiría en tales prácticas, traicionándola.

¿Acaso esto auguraba que su matrimonio estaría marcado por la farsa, el engaño y el adulterio? No quería ni siquiera contemplar esa posibilidad, así que optó por permitir que esas ideas se desvanecieran al compás del susurro de las olas que rompían en la lejanía.

No supo ni cuánto tiempo había pasado, pero el triste ocaso cambiaba el color del cielo a uno grisáceo demostrando la terrible pérdida y algo llamó su atención o más bien alguien, Rhaenyra caminaba al lado de su tío charlando cosa que no le extrañó al menos no del todo, pero en su cabeza regresó aquella escena de cercanía que vio en su niñez.

—Que los dioses me perdonen...—Murmuró antes de empezar a seguirlos con cuidado de no ser notada.

Su conversación parecía normal, el pésame por Laena y cosas del pasado, pero cada vez las palabras llevaban a otras intenciones que al menos para ella estaban mal vistas.

—Te deseo...

Aemma cubrió su boca con una mano al ver como Daemon desamarraba cada cordón del vestido de Rhaenyra quien retiró la ropa de arriba de su tío y con su dedo índice hizo un recorrido sobre el pecho de este, mientras sus respiraciones se volvían ansiosas por más.

No quiso ver más, suficiente era para ella que su prometido la engañara pero ver a su propia hermana cometiendo adulterio, siéndole infiel a su esposo, su estómago se revolvió de pensar lo peor, ¿En verdad sus sobrinos eran hijos de Laenor? O ¿Los rumores eran ciertos y eran bastardos de Harwin Strong?

Cuando regresó al castillo de los Velaryon la joven princesa se encontró con su prometido siendo zarandeado por Otto Hightower.

—En vez de mostrar un poco de decencia, te emborrachas y duermes por ahí.—Regañó.—Esta no es la forma de actuar de un príncipe.

—Sir Otto.—Habló.—¿Que ocurre?

Aegon suspiró aliviado al verla ahí sacándolo de sus problemas como siempre lo había hecho.

—Princesa.—Saludó no sin antes lanzarle una última mirada severa a su nieto.—Me alegra verla, ha ocurrido un accidente, necesito que me acompañe... Ambos.

—¿Un accidente?—Aemma preguntó mientras ayudaba a su prometido a caminar derecho.

—El príncipe Aemond a reclamado un dragón, vine a buscarlos en cuanto lo supe.

—No hay tiempo que perder, vamos.—Obligó a Aegon a caminar más a prisa.

—A mi también me alegra verte, Aemma.—Balbuceó.

—Cierra la boca, hablaremos luego.—Gruñó.

—Todavía no estamos casados y ya estás harta de mi.—Habló en un tono de burla.

Al adentrarse al castillo encontraron a todo el mundo a la espera de que el maestre dijera algo, pero Aemma no dudó ni un segundo en ir a ver a sus sobrinos los cuales sangraban.

—Nyra, ¿Que sucedió?—Miró a su hermana la cual estaba empalidecida.

—Tía...—Luke se aferró a ella entre sollozos.

—Pude coser la herida, pero ha perdido el ojo.—Finalmente anunciaron.

La reina encaró a su hijo mayor, llena de ira y cegada por la rabia.

—¿Donde estabas cuando pasó eso?—Gritó.

Al no obtener respuesta la reina le dio una cachetada sobresaltándolos, por instinto Aemma quiso correr y evitar más agresiones en contra de su futuro esposo pero toda su atención estaba centrada en su pequeño Lucerys.

—Se dijeron horribles cosas de la legitimad de mis hijos, mi rey.—Habló la heredera por primera vez.—Eso es alta traición, el niño debe ser interrogado severamente para averiguar de donde sacó tales calumnias.

—Rhaenyra.—Regañó su hermana por lo bajo ante tal petición.

—Mirame muchacho, tu rey te exige saber quien te ha dicho tales cosas.

Aemond miro por unos segundos a su madre, pero desvío la mirada en dirección a su ebrio hermano.

—Fue Aegon, padre.

Luego de los gritos de reclamo del rey para su hijo mayor, Aegon dijo únicamente algo en su defensa.

—Todos pueden verlo... Menos tú, padre.

La cara del rey cambió, estaba bastante molesto, se paró enmedio del lugar y declaró que cualquiera que se atreviera a decir que los hijos de la princesa no eran legítimos perdería la lengua.

Una angustiada reina hizo lo posible para hacer entrar en razón a su esposo mientras Aemma se centró en su mundo, observaba meticulosamente a su sobrino al cual amaba, pero no podía seguirse engañando de esa manera, aquello niños no eran verdaderos Velaryons.

—Debe ser castigado, ojo por ojo. Sir Criston traigame un ojo de Lucerys Velaryon, puede elegir con cual quedarse, una opción que mi hijo no tuvo.

El pequeño gritó tan fuerte que Aemma reaccionó ocultándolo atrás de ella dispuesta a defenderlo.
El rey le ordenó a Sir Criston no moverse y quiso dar por terminado el incidente, gritos se escuchaban en todo el lugar, insultos y pequeños forcejeos hasta que la reina tomó la decisión de hacer justicia a mano propia, pero solo causó una herida a la heredera.

—No importa madre, ha sido un intercambio justo... Tal vez perdí un ojo, pero gané un dragón.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro