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KING'S LANDING


Rhaenyra Targaryen lanzó una amenaza a los reyes, sus palabras fueron.

"Mi corona o tu cabeza"

Y con aquello supieron que debían tener su plan no solo de guerra, debían buscar sus defensas, proteger al pueblo de cualquier desastre.

—Aemond viajó a Bastión de tormentas, estamos a la espera de su llegada para tener la respuesta...

—Tener a los Baratheon de nuestro lado aumentará la defensa de nuestro rey.—Alicent habló con su nuera.

—Estoy preocupada.—La reina colocó una mano en su vientre.—Temo que me suceda lo mismo que a Rhaenyra... No podría soportar perder un hijo, prefiero morir con ellos que vivir sin ellos.

Alicent llevó sus manos a los hombros de la menos dándole afecto y tranquilidad.

—No quiero que pienses en esas cosas... Lo qué pasó con Rhaenyra es lamentable pero si lo piensas mucho te ocasionarás un daño.—La miró con aquellos ojos cansados.—Debes ser fuerte ante esta situación mi Aemma.

La albina se arrulló en los brazos de su madre, solo por ella había logrado afrontar su niñez de rechazos, había sido su aliada ante las groserías que Rhaenyra tiró en su contra ante el nacimiento de su primer hijo, y ahora estaba de su lado ante el temor de perder a su futuro príncipe o princesa.

—Está bien, querida...—Murmuró la reina viuda.—El rey no permitirá que nada le suceda a su familia, los ama más que a nada en este mundo... Al igual que yo.

De repente fueron interrumpidas, un guardia ingresó sin previo aviso llamando la atención de las féminas.

—Insolente, ¿Como te atreves a entrar de esa forma a la habitación de tu reina?—Gruñó Alicent.

—Lamento mucho mi intromisión.—Reverenció con su cabeza gacha.—El rey necesita de su presencia de manera inmediata... Ha ocurrido una tragedia.

Ambas se miraron y sin más espera caminaron entre los pasillos de su castillo, Aemma temía de lo que podía estar ocurriendo, nadie jamás se atrevería a actuar de la misma forma de aquel guardia a menos que sea una situación de vida o muerte y al parecer está lo era.

—Mis reinas.—Los Lords las saludaron.

Sus rostros serios y ambiente pesado daba mucho en que pensar, la situación las estaba atormentando y el silencio de la sala aún más, el rey estaba con la mirada fija en la mesa mientras la mano se mantenía firme con sus brazos atrás de su espalda.

—¿Qué ha sucedido?—Aemma exigió saber.

En una esquina de la habitación el príncipe Aemond estaba pálido, serio y al igual que todos no emanaba un solo ruido, su mirada se notaba preocupada y Aemma supo que el tenía que ver con el motivo de esa reunión.

—¿Mi rey?—Alicent se acercó a su hijo tratando de descubrir aquello que había dejado a todos atónitos.

—¡Aegon!—Reclamó su esposa llamando su atención, no podía esperar más en aquella situación, tenía que descubrir que ocurrió.

La mirada violeta del monarca se dirigió a la preocupada de su consorte, las palabras no salían, un nudo en la garganta no le permitía hablar, Aemond miró un momento a su hermana y luego simplemente miró a su madre en busca de consejo.

—Lamento informar mi reina que... Su- Nuestro sobrino, el príncipe Lucerys Velaryon.—La voz del rey finalmente se escuchó entre la silenciosa sala.—Murió.

Una respiración entre cortada se escuchó, los lords agacharon sus cabezas dándole espacio a su reina, una noticia así era duro de asimilar, la guerra se había llevado al primer inocente, el rey se levantó caminando hacia su amada quien no aguantó el llanto, intentó doblar sus rodillas pero Aegon lo evitó.

—Tranquila...—Murmuró en su oído buscando la calma pero no podía.

El llanto y sollozos de la reina estremecieron a los presentes, Aemma ahogó sus gritos en el pecho del rey quien era su único consuelo, no podía hacer más que eso, el corazón de Aegon no resistió la tristeza de su esposa pues una lágrima resbaló en su mejilla acompañándola en el dolor, pero para la reina era diferente era un dolor que no podía comparar con nada.

Su pequeño Luke se había ido.
La verdadera guerra estaba por iniciar.

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