12
KINGS LANDING
Entre risas suaves los esposos compartían la cama, Aegon besaba desesperado los labios de Aemma quien a penas podía corresponder por los gemidos que emanaban de sus labios mientras su esposo ingresaba en ella con fuerza, una vez más la princesa se entregaba a su amado Aegon quien no demoró en terminar el acto.
—¿Qué crees que ocurra después de esto?—Murmuró ella mientras reposaba su cabeza en el pecho de su esposo.
—Tal vez seamos padres por segunda vez.—Bromeó.
Aemma sonrió y rápidamente llevó sus ojos a los de el, amaba tanto a Aegon que no imaginaba su vida con otra persona, era el, solo el.
—¿Cual crees que sea nuestro destino cuando papá muera?—Preguntó.
—Tendremos que seguir las órdenes de Rhaenyra es evidente.—Habló seguro.—Luego la de Jacaerys, y asi hasta que los Targaryen desaparezcamos.
—¿Sabes que?—Habló suave.—No me importa quien gobierne, solo quiero ser feliz a tu lado, con Rhaegar y todos los hermanos que le daremos.
—Juro, Aemma... Que no permitiré que nadie nos quite nuestra felicidad.—La seriedad en su voz se hizo notar.—Si estoy vivo es porque tú respiras, si entristeces quemaré al reino entero en tu nombre, te amo Aemma, nadie ni siquiera los dioses pueden quitarme todo lo que siento por ti.
La mujer descansó su cabeza sobre el pecho de su amado mientras el rodeaba la cintura femenina con un brazo, la princesa cerró sus ojos cayendo lentamente en brazos de morfeo, siendo la única melodía que podía escuchar, el palpitante corazón de su esposo.
Entonces las horas pasaron y la tragedia en el cuarto del rey ocurrió, nadie más que la reina estuvo al tanto de ello y lo primero que pensó fue en ir hacia la habitación de su hijo y nuera.
—Mi reina.—Aemma se sobresaltó cuando la misma se presentó en la madrugada.
—¿Madre?
Alicent sollozó al sentirse en un lugar seguro, se sentó en la cama antes de darle la noticia a su hijo.
—Su padre el rey, ha... Ha fallecido.—Murmuró.
Sus ojos se abrieron, con rapidez se sentó sobre el colchón buscando la mano y consuelo de su esposo mientras sus ojos se inundaron en lágrimas.
—Papá...—Murmuró mientras empezaba a derramar su llanto.
—Tranquila.—Aegon como pudo abrazó a su esposa.
—Mis hijos... Les pido que sean muy fuertes porque a partir de hoy las cosas cambiarán.—Los miró a ambos por igual.—Antes de morir su padre susurró su último deseo... Aegon deberá asumir el trono.
—No.—Aemma intervino.—Durante toda su vida el rey quiso a mi hermana como reina, es imposible que cambiara de opinión.
—Pero lo hizo, Aemma... Tienes que confiar en mi, con sus últimas fuerzas me lo pidió.—Aseguró con la mirada mas sincera que la joven había recibido en su vida.
Aegon sujetó la mano de su esposa intentando calmarla, le dolía verla molesta y con su bello rostro lleno de lágrimas, el tampoco quería tomar el trono si eso significaba una guerra.
—Deben avisar a Rhaenyra, tiene que venir y tomar su trono.—Madre e hija se miraron en un debate de miradas.—Mi reina, no meta a mi familia en esto... No queremos la guerra.
Pero Alicent no los escuchó, la mano del rey había tomado una decisión y ella era incapaz de decirle que no a su padre, después de todo ya la había llevado hasta ese punto de su vida, finalmente decidió dejarlos descansar y pensar en lo que pasaría.
—¿Papá? ¿Mamá?—Un pequeño príncipe se asomó en los aposentos.
—Rhaegar querido.—Su madre extendió los brazos a el.—Ven aquí.
—¿Haz tenido una pesadilla?—Aegon le dio el espacio para que el niño se acurrucara entre ambos.
—Hay mucho ruido afuera.—Se quejó mientras restregaba sus ojos con sus pequeñas manos.—¿Ha pasado algo malo?
—Tranquilo mi príncipe, mamá y papá están aquí... Nunca pasará nada malo mientras estes con nosotros.—Aemma peinó los blancos cabellos de su primogénito.
La familia descansó antes de la tormenta, príncipe y princesa no durmieron por velar por el bienestar de su familia, pensaban en que hacer, como proteger a su hijo o quizás en cómo huir a una tierra donde nadie los conociera.
—¿Aemma?—Aegon murmuró al verla levantarse en busca de un vestido para colocar en lugar de su pijama.—¿A donde vas?
—A Rocadragon.—Aseguró.—Nadie le avisará a Nyra sobre la muerte del rey, tengo que ir personalmente y apoyarla... Después de todo tiene en un estado delicado por su embarazo.
—Iré contigo.—Trató de levantarse pero ella se negó.
—No, tu debes quedarte aquí con nuestro príncipe... No quiero que lo utilicen para chantajearnos, esta tonta pelea por el trono debe terminar de forma pacífica.
Aegon de todas formas se levantó para tomar sus labios, odiaba separarse de ella pero sabía que su esposa era lo suficientemente capaz como para volcar hacia ahí con su dragona y regresar en paz, su único deseo es poder vivir tranquilo con quienes amaba.
Rhaenyra Targaryen miró a la presentes en el salón principal, un día tranquilo como cualquier otro junto a su tío y esposo, ambos fueron puestos en aviso cuando la de blancos cabellos y un hermoso dragón aterrizó en su castillo, los guardias no tardaron en escoltarla mientras ella solo guardaba su silencio, aquella noticia mantenía su garganta seca llena de angustia por la traición.
Daemon poco interesado de lo que las mujeres hablasen se volteó a la chimenea profundizando sus pensamientos pero su cuerpo de erizó cuando las pisadas se detuvieron y la respiración de Rhaenyra fue lo único que se escuchó.
—Princesa Rhaenys, ¿Nos trae noticias de la recuperación de Lord Corlys?—Trató de mostrarse agradable a ella.
—Viserys está muerto.
Silencio.
—Lamentó está perdida contigo Rhaenyra, mi primo... Tú padre, tenía un corazón amable.
Daemon estaba incrédulo, reacio ante la idea de que su hermano se marchitara del mundo terrenal.
—Pero hay más, Aegon fue coronado como su sucesor.
La princesa sintió un dolor agudo en su vientre pero trató de mantener su postura.
—Aegon fue coronado...
—¿Como murió Viserys?—El príncipe canalla habló.
—N-No lo sé.
—¿Hace cuanto?
—Un día, estuve aprisionada en una habitación mientras la reina hacía los preparativos.
—Viserys fue asesinado.—Daemon habló seguro.
—Aemma... Ella... ¿Mi hermana apoyó la coronación de Aegon?—Habló con su voz pesada a punto de romperse.
—Lo hizo.
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