Cerca de la media noche, cuando la luna se ocultaba bajo una espesa nube grisácea que manchaba el cielo azul petróleo, una muchacha joven, de apenas quince años, experimentaba los peores minutos de su corta vida. Se encontraba sobre la terraza del alto edificio donde su novio vivía. Muerta de miedo, sintiendo su corazón latir desenfrenado por el miedo.

Un tarareo infantil, similar a una cancioncita de cuna muy lúgubre, que salía de los pálidos labios de una niña rompía el silencio de esa tranquila noche de verano. La niña vestía un camisón largo blanco y con mangas, su cabello oscuro larga y liso caía sobre su cara y era levemente sacudido por la brisa veraniega.

<Plaf>

<Plaf>

La niña canturreaba mientras que, lentamente, con sus pies descalzos avanzaba hacia ella.

A la joven se le helaba la sangre, retrocedió.

<plaf> avanzo la niña.

<tap> Retrocedió la joven.

<plaf>

<tap>

Su espalda toco la valla de seguridad que había en la terraza de aquel edificio. El espectro estaba tan cerca que de estirar su mano podría tocar su cabello.

<plaf>

<crack>

La joven grito.

Tal vez grito porque la niña ya estaba demasiado cerca, tanto como para reconocer la cara de Sonia, la hermanita de su novio, bajo el horrendo maquillaje.

Tal vez grito al ver como su novio –que yacía tirado en el suelo en un charco de sangre- se levanto mirándola con autentico terror...

O tal vez fue porque la, oxidada, valla de seguridad se rompió bajo su peso.