two. the masked man
OO2 | THE MASKED MAN
Desde el momento en que Hyejin había llegado a su turno, sintió la energía desbordante del lugar. Normalmente, los días entre semana eran tranquilos, con apenas una docena de clientes repartidos entre las mesas, pero hoy todo parecía estar al revés.
Hyejin ajustó su delantal mientras miraba hacia el comedor principal. Estaba abarrotado de gente. Cada mesa estaba ocupada, las sillas extras habían sido sacadas, y todavía había un par de grupos esperando afuera. Parecía que la mitad del barrio había decidido cenar allí al mismo tiempo.
—¿Qué demonios está pasando hoy? —murmuró mientras tomaba una bandeja con tres platos humeantes.
El gerente, que estaba parado cerca de la entrada, pasó junto a ella con una expresión ansiosa.
—Una promoción en redes sociales salió mal. Ofrecieron descuentos y promociones dobles por error. Ahora todos quieren aprovechar.
—Hyejin, ¿puedes llevar esto a la mesa cinco? —le pidió Minji, su compañera, mientras le pasaba otra bandeja llena de bebidas.
—Mesa cinco, mesa diez, mesa quince... ¿Algún cliente pidió paciencia hoy? Porque voy a necesitarla —bromeó, aunque por dentro sentía que la noche apenas empezaba y ya estaba agotada.
Caminó rápidamente entre las mesas, esquivando sillas y clientes que parecían no notar su existencia. Cada vez que alguien levantaba la mano para llamarla, sentía una punzada de estrés. ¿Cómo podía estar tan lleno un lugar tan pequeño?
—Aquí tienen su pedido: un bibimbap, una sopa de tofu picante y un bulgogi. ¿Algo más por ahora? —Hyejin preguntó, forzando una sonrisa.
—¿Podemos tener más agua? —pidió una mujer en la mesa, levantando su vaso vacío.
—Claro, en un momento.
Mientras regresaba a la estación de bebidas, su mente vagaba por todo lo que tenía que hacer. Su turno apenas llevaba dos horas, pero sentía como si fueran diez. Sus pies ya estaban comenzando a doler, y todavía le faltaban varias horas antes de poder ir a casa.
Trabajar en ese lugar no era su sueño, pero era necesario. El dinero que ganaba ayudaba a cubrir las deudas de su madre y pagaba algunas cosas para Eunbi.
Mientras llenaba un par de jarras de agua, escuchó risas provenientes de una mesa cercana. Era un grupo de amigos jóvenes, probablemente de su edad, que se veían relajados y felices. Por un momento, sintió una punzada de envidia. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo tiempo para reír de esa manera?
Sacudió la cabeza, alejando esos pensamientos. No tenía tiempo para autocompadecerse.
De vuelta en el comedor, escuchó una voz familiar llamándola.
—¡Hyejin! —era Minji otra vez, sosteniendo una bandeja—. Mesa siete está preguntando por su comida, y la mesa tres necesita más servilletas.
—¿Y tú qué estás haciendo? ¿Supervisando?
—Estoy haciendo lo mismo que tú, pero con estilo —la contraria respondió con una sonrisa sarcástica, antes de desaparecer entre las mesas.
Hyejin no pudo evitar reír un poco. Esa era la clase de humor que necesitaba para sobrevivir esta noche.
Mientras caminaba hacia la mesa siete, un cliente se levantó repentinamente de otra mesa y casi la golpea con la puerta del baño al abrirla.
—¡Cuidado! —exclamó, dando un paso atrás justo a tiempo para evitar el golpe.
—¡Lo siento! —respondió el hombre, algo avergonzado.
Ella solo suspiró y siguió su camino. A estas alturas, todo lo que quería era que la noche terminara.
De repente, sintió su teléfono vibrar en el bolsillo. No tenía tiempo para revisarlo en ese momento, así que se apresuró a cumplir con sus tareas.
Cuando finalmente pudo tomar un respiro, sacó el teléfono y vio el nombre de Junho iluminando la pantalla. La llamada perdida le hizo fruncir el ceño, pero antes de que pudiera devolverle la llamada, él volvió a marcar.
—¿Junho? —respondió, llevándose el teléfono al oído mientras se apoyaba contra una pared de la cocina.
—Hola linda, ¿estás ocupada? —cuestionó con dulzura.
—Siempre estoy ocupada aquí, pero para ti puedo hacer un espacio —Hyejin respondió, intentando sonar ligera, aunque sus pies dolían y su cabeza zumbaba.
—¿Puedes venir un momento? Estoy afuera.
Hyejin miró hacia la puerta trasera de la cocina con sorpresa. Era raro que él la visitara mientras trabajaba, especialmente durante la noche, ya que era la parte del día más ocupada para un oficial.
Dejó el delantal colgado en el perchero, le avisó rápidamente a Mijin que estaría ausente por unos minutos y se dirigió a la puerta trasera. Al abrirla, la fresca brisa de la noche la envolvió, y allí estaba él, apoyado contra una pared con su uniforme policial impecable.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, acercándose a él para rodear su cintura con sus brazos.
—Solo quería verte. Pensé que podrías necesitar un descanso.
—Bueno, acertaste. Este lugar está tan lleno que parece que toda la ciudad decidió venir hoy —murmuró mientras se pasaba una mano por el cabello—. Pero no puedo estar mucho tiempo afuera.
Junho asintió ante sus palabras, para luego meter la mano en su chaqueta y sacó un pequeño paquete envuelto en papel.
—Pensé que podrías necesitar esto.
Hyejin tomó el paquete, abriéndolo con curiosidad, y se encontró con una barra de chocolate y una pequeña nota escrita a mano. En ella decía: "Para recargar energía. No te sobreesfuerces. –Junho."
—¿En serio viniste solo para traerme esto? —preguntó ella, pero su tono de voz era suave, casi conmovido.
—¿Qué? ¿No puedo preocuparme por mi novia de vez en cuando? —respondió, levantando una ceja con diversión.
—Eres increíble, ¿lo sabías?
—Me lo dices seguido.
Ese comentario hizo que Hyejin dejara salir una carcajada de sus labios. Junho era tan diferente cuando estaba con ella y cuando estaba con sus compañeros de trabajo, y eso le encantaba.
—Bueno, ya que estás aquí, cuéntame cómo va tu día.
—Tranquilo, por ahora. Pero quería asegurarme de que el tuyo no fuera demasiado difícil.
—Es un poco tarde para eso —bromeó ella, sosteniendo la barra de chocolate como si fuera un tesoro—. Gracias, Junho. En serio.
Hubo un momento de silencio entre ellos, al menos hasta que Junho dio un paso hacia ella y le colocó una mano en el hombro.
Él asintió, satisfecho con su respuesta, y luego miró su reloj.
—No quiero meterte en problemas con tu jefe. Será mejor que vuelvas.
—Sí... ¿Nos vemos a la noche?
Junho sonrió y le acarició el cabello suavemente antes de dar un paso atrás.
—A las 10 —aseguró—. Y no olvides comer eso.
Hyejin lo observó alejarse antes de volver al interior del restaurante. El calor y el bullicio de la cocina la envolvieron de inmediato, pero por primera vez en toda la noche, sentía que podía enfrentar el caos con un poco más de energía.
🦑♥️🚨
El reloj marcaba la medianoche cuando Hyejin terminó de limpiar el último rincón del restaurante. El resto del personal se había ido hacía rato, dejándola completamente sola. Las luces del lugar se apagaron una por una, y el ambiente se llenó de un silencio que parecía pesar sobre sus hombros.
Hyejin salió del restaurante, asegurándose de que la puerta estuviera bien cerrada antes de meter las llaves en su bolso. El aire nocturno estaba fresco, pero una sensación extraña le recorrió la espalda.
Sin embargo, decidió ignorarlo, pensando que probablemente se debía al cansancio.
Mientras caminaba por la acera desierta, los faroles arrojaban sombras alargadas sobre el pavimento. La mujer giró la cabeza rápidamente al sentir una presencia, pero no había nadie detrás de ella.
—Solo estoy paranoica... —murmuró, ajustándose el abrigo para protegerse del frío y, quizás, del miedo irracional que comenzaba a invadirla.
Al doblar por un callejón que tomaba como atajo hacia su casa, algo llamó su atención. Una figura, apenas visible en el borde de su visión periférica. Hyejin se detuvo en seco, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza. Sus ojos buscaron con rapidez, y entonces lo vio: Un hombre al final del callejón.
Llevaba un traje rojo impecable y una máscara negra con un triángulo blanco en el centro.
—¿Quién eres? —Hyejin preguntó con voz firme, aunque por dentro estaba con los nervios a flor de piel.
El hombre no respondió. Permaneció inmóvil, su postura rígida y su presencia intimidante. La máscara hacía imposible discernir cualquier emoción o intención, y aquello solo aumentaba el desconcierto de la contraria.
Retrocedió un paso, su mente debatiéndose entre correr o enfrentarse a aquella figura.
—¿Qué quieres? —exigió, esta vez más alto, tratando de sonar segura, aunque su voz temblaba ligeramente.
El hombre inclinó la cabeza, como si la estuviera estudiando. Luego, dio un paso hacia adelante.
—No te acerques.
De repente, un ruido a lo lejos rompió la tensión. Una botella cayendo y rodando por el suelo. Hyejin aprovechó la distracción para retroceder más rápidamente, sin quitarle los ojos de encima a la figura. El hombre no hizo ningún movimiento para seguirla, pero su presencia seguía siendo tan amenazante como antes.
Finalmente, Hyejin giró sobre sus talones y corrió. Su respiración era errática, y el sonido de sus propios pasos resonaba en sus oídos. No se detuvo hasta que estuvo lo suficientemente lejos del callejón, donde las luces de la calle parecían más seguras.
Apoyándose contra una pared, trató de recuperar el aliento. Su mente seguía intentando procesar lo que acababa de suceder.
¿Quién era ese hombre? ¿Por qué estaba ahí? ¿Por qué la estaba observando?
Cuando finalmente llegó a casa, cerró la puerta con llave y apoyó la frente contra ella, tratando de calmarse. Por mucho que quisiera olvidarlo, sabía que algo no estaba bien. Aquella figura roja no era una coincidencia.
—¿Qué está pasando? —susurró para sí misma, sintiendo que aquel encuentro era solo el inicio de algo mucho más grande de lo que podía comprender.
🦑♥️🚨
Hyejin se movía con rapidez por su habitación, revisando mentalmente todo lo que necesitaba para su estadía en la casa de Junho. No llevaba demasiado; solo una muda de ropa, algunos productos de aseo y un par de libros que había estado queriendo leer. Junho siempre tenía todo preparado para que ella se sintiera cómoda, así que no necesitaba empacar mucho.
Mientras metía sus cosas en la mochila, miró de reojo a Eunbi, quien estaba sentada en la cama dibujando en su libreta. La pequeña alzó la vista y sonrió.
—¿Te vas con Junho? —preguntó con curiosidad, sus grandes ojos brillando.
—Sí, voy a quedarme en su casa esta noche. ¿Te portarás bien con mamá mientras no estoy?
La niña hizo un gesto exagerado de promesa, llevando una mano al corazón.
—¡Claro que sí! Pero dile a Junho que me traiga un helado la próxima vez.
Hyejin soltó una risa ligera, acercándose para despeinar suavemente el cabello de su hermana.
—Está bien, se lo diré.
En ese momento, su teléfono vibró en el escritorio. Al desbloquearlo, vio el mensaje de Junho: "Estoy afuera. Tómate tu tiempo."
—Voy saliendo —anunció a Eunbi y a su madre, quien estaba en la sala organizando algunos papeles. Se acercó a despedirse de ambas, dejando un beso en la frente de su hermana y abrazando brevemente a su madre.
—Ten cuidado, hija —dijo su madre, aunque con una leve sonrisa al notar la emoción en el rostro de Hyejin.
—Siempre lo tengo —respondió con una sonrisa segura, ajustándose la mochila antes de salir por la puerta.
Al bajar las escaleras y salir al fresco aire nocturno, vio el auto de Junho estacionado frente a la casa. Su novio estaba apoyado contra el capó, con las manos en los bolsillos y una sonrisa tranquila en el rostro. Al verla, se enderezó, como si no pudiera esperar a saludarla.
—¡Junho! —llamó Hyejin, corriendo hacia él.
—Hola, cariño —respondió Junho mientras abría los brazos. En cuanto ella llegó a su lado, la rodeó con un cálido abrazo.
La mujer inhaló su aroma familiar, una mezcla de colonia ligera y algo único que siempre la hacía sentirse segura. Después de un momento, él se inclinó ligeramente y depositó un suave beso en su frente, haciendo que su corazón latiera un poco más rápido.
—¿Todo listo? —preguntó Junho con una sonrisa.
—Todo listo —Hyejin dijo, alzando su mochila como prueba antes de que él le abriera la puerta del auto.
Subió al asiento del copiloto, acomodándose mientras Junho daba la vuelta para tomar el volante. Una vez que estuvieron en marcha, Hyejin se giró hacia él con una sonrisa traviesa.
—Eunbi quiere que le traigas helado la próxima vez que vengas.
—¿Eso es todo lo que quiere? —él rió, mirándola de reojo—. Pensé que me pediría algo más complicado.
—Bueno, el helado de chocolate no es negociable para ella.
El trayecto estuvo lleno de risas y pequeñas bromas, una sensación de normalidad que Hyejin atesoraba profundamente. Sentía que, con Junho, siempre podía dejar atrás las preocupaciones de su vida diaria, aunque solo fuera por un rato.
Cuando finalmente llegaron al apartamento de Junho, Hyejin notó cómo él siempre hacía un esfuerzo extra para que se sintiera bienvenida. Desde los detalles más pequeños, como tener sus snacks favoritos en la cocina, hasta tener útiles de aseo extra para ella.
—Bienvenida —habló Junho mientras abría la puerta y le hacía una leve reverencia con una sonrisa juguetona.
Hyejin dejó escapar una risa, entrando a la casa mientras sentía que, por primera vez en mucho tiempo, el mundo podía esperar. Esa noche era para ellos, y no pensaba desperdiciarla.
—¿Por qué no te das una ducha mientras yo preparo algo de cenar? —sugirió el contrario, metiendo las manos en los bolsillos como si aquello fuera la idea más sencilla del mundo.
Hyejin lo miró, arqueando una ceja con incredulidad. Sabía que Junho era bueno en muchas cosas: su trabajo, escuchar, cuidarla... Pero cocinar no estaba exactamente en la lista de sus talentos destacados.
—¿Tú? ¿Cocinando? —preguntó, cruzándose de brazos y conteniendo una risa burlona.
Junho hizo una mueca ofendida, llevándose una mano al pecho como si ella acabara de herirlo profundamente.
—¿Por qué siempre dudas de mis habilidades culinarias?
—No es que dude de ti. Es solo que... Bueno, la última vez que dijiste que ibas a cocinar, terminé guiándote en cada paso.
—Eso fue hace mucho tiempo. He mejorado.
—¿Oh, sí? —Hyejin cuestionó con diversión. Luego dio un paso hacia él, señalándolo con un dedo—. ¿Me estás diciendo que puedo confiar en ti y no voy a encontrar la cocina hecha un desastre?
Junho sonrió con confianza, inclinándose ligeramente hacia ella.
—Te doy mi palabra. Confía en mí.
La contraria dejó escapar un suspiro exagerado, fingiendo resignación mientras se llevaba las manos a la cintura.
—Está bien, te daré una oportunidad. Pero si escucho algún ruido extraño, vendré corriendo a rescatarte de ti mismo.
Junho soltó una carcajada, sacudiendo la cabeza.
—Ve a ducharte, Hyejin. Déjame impresionarte.
Ella negó con la cabeza, sonriendo mientras agarraba una toalla y se dirigía al baño. Mientras se duchaba, el agua caliente relajaba sus músculos tensos, pero no podía evitar imaginar a Junho en la cocina. Su mente dibujaba escenas de él mirando confundido las instrucciones de una receta o cortando algo con demasiada fuerza.
Pero al menos lo intentaba. Sabía que su novio hacía ese tipo de cosas solo para verla feliz, y eso siempre derretía su corazón.
Cuando salió del baño, con el cabello húmedo y vestida con ropa cómoda, Hyejin fue recibida por un delicioso aroma que provenía de la cocina. Entró con curiosidad, encontrando a Junho concentrado frente a la estufa, moviendo una sartén con movimientos calculados.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó, acercándose con los brazos cruzados y una sonrisa traviesa.
Junho ni siquiera giró la cabeza, estaba demasiado concentrado, aunque su sonrisa se ensanchó.
—Te dije que confiaras en mí.
Hyejin se asomó para ver lo que estaba cocinando: una especie de stir-fry con vegetales y pollo que, sorprendentemente, se veía bien.
—No está nada mal —admitió con un toque de sorpresa. Luego añadió en tono de broma—: ¿Dónde está el verdadero Junho y qué has hecho con él?
Junho finalmente se giró hacia ella, sosteniendo la espátula como si fuera un trofeo.
—¿Ves? Estoy lleno de sorpresas.
—Solo espero que también sepa tan bien como huele —Hyejin soltó una carcajada, inclinándose sobre el mesón para verlo mejor.
—Confía en el chef —el hombre respondió, guiñándole un ojo antes de volver a concentrarse en su tarea.
Hyejin se sentó en la mesa, apoyando el mentón en sus manos mientras lo observaba. Verlo tan dedicado, incluso en algo tan simple como cocinar, la llenaba de calidez.
Cuando finalmente Junho colocó el plato frente a ella, Hyejin lo probó con una mirada crítica. Después de un bocado, sonrió ampliamente.
—Está delicioso. Creo que me equivoqué contigo.
Junho sonrió con orgullo, sirviéndose su propia porción mientras le revolvía el cabello con diversión.
—Te lo dije. No deberías subestimarme.
—Bueno, solo no te acostumbres —bromeó Hyejin, riéndose mientras ambos disfrutaban de la comida, sintiéndose completamente en casa el uno con el otro.
🦑♥️🚨
La brisa fresca de la noche acariciaba suavemente a la pareja mientras estaban sentados en la pequeña terraza de su apartamento. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos, creando un paisaje tranquilo y relajante. Sobre la mesa, un pote de helado casi vacío yacía entre ellos, junto con un par de cucharas que usaban para turnarse en los últimos bocados.
Hyejin sostenía su cuchara entre los dedos, girándola lentamente mientras miraba el horizonte. Junho, sentado frente a ella, apoyaba el mentón en una mano, observándola con atención.
—¿Qué estás pensando? —preguntó él con suavidad, rompiendo el silencio.
Ella sonrió débilmente, intentando encontrar las palabras adecuadas. ¿Cómo podía contarle lo que le pasó sin preocuparlo demasiado?
—Hoy, cuando salí del trabajo, sentí algo raro —comenzó, su voz titubeante al principio.
Junho enderezó la postura, frunciendo el ceño ligeramente.
—¿Algo raro? ¿Qué pasó?
—Primero, sentí como si alguien me estuviera observando. Ya sabes, esa sensación incómoda que no puedes ignorar. Miré a mi alrededor, pero no había nadie... Al menos eso pensé.
—¿Y luego? —cuestionó, esta vez con más seriedad.
—Seguí caminando, intentando no darle importancia. Pero cuando doblé por un callejón, vi algo. Un hombre con un traje rojo y una máscara con forma de triángulo —explicó ella, su tono adquiriendo un matiz de inquietud—. No hizo nada. Simplemente estaba ahí, al final del callejón, mirándome.
Hubo un breve silencio entre ellos. Junho se inclinó hacia adelante, sintiendo cómo su mandíbula se tensaba.
—¿Te siguió?
—No, desapareció tan rápido como lo vi —Hyejin aseguró, levantando las manos para calmarlo—. Pero… No pude evitar sentirme intranquila. Era como si me conociera.
—Linda, ¿por qué no me llamaste en ese momento? —él suspiró, llevandose una mano a la cabeza—. Podría haberte ido a buscar.
—No quería molestarte —murmuró, jugando nerviosamente con la cuchara en sus manos—. Pensé que tal vez solo era mi imaginación.
—No eres una molestia, Hyejin. Nunca lo serás. Si algo así vuelve a pasar, me llamas. No importa la hora, ¿entendido?
Ella asintió, sintiéndose un poco avergonzada pero agradecida por su preocupación.
—Lo siento, Ho. No quería alarmarte.
—No se trata de alarmarme. Se trata de que estés segura —el mayor respondió, estirando la mano para tomar la suya—. Prométeme que me avisarás la próxima vez.
—Lo prometo.
JES'S NOTE !
hwan junho es el verdsdero estándar 👏🏻 no se conformen con menos. ÉL VIVE POR Y PARA HYEJIN !!!
LES JURO QUE NO SE CUAL DE LOS DOS ES MÁS DETALLISTA, siempre estan pendiente el uno del otro 🥹 los amo.
les digo desde ahora que aprovechen los momentos felices entre estos dos, porque no van a durar mucho 😞
gracias por leer <3
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