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twenty four. halloween party

O24 | HALLOWEEN PARTY

El suave sonido de risas infantiles llenaba la habitación mientras Hyejin terminaba de aplicar el maquillaje en el rostro de Eunbi. La pequeña estaba sentada en un taburete frente a un espejo de mano, vestida con un vestido de tul rosa y alas brillantes. Su disfraz de hada era tan adorable como típico para una niña de ocho años, pero el entusiasmo de Eunbi lo hacía parecer único.

—¡Quédate quieta, Eunbi! —dijo Hyejin con una risa ligera mientras intentaba perfeccionar los pequeños detalles de las mejillas rosadas de la niña—. Si sigues moviéndote así, vas a terminar pareciendo un payaso en lugar de un hada.

—Pero los payasos también son divertidos, ¡y podrían conseguir más dulces! —respondió, entrelazando sus pequeñas manos en el regazo, claramente luchando contra el impulso de moverse otra vez.

—Ah, eso es trampa —intervino Younghee desde el marco de la puerta, donde observaba la escena con una sonrisa cariñosa—. Si terminas con más dulces que los demás niños, vas a tener que compartir conmigo.

—¡Mamá! —Eunbi la miró con una mezcla de horror fingido y diversión—. ¡Son mis dulces!

—Bueno, tendrás que compartir conmigo también —Hyejin agregó—. Después de todo, fui yo quien te convirtió en el hada más bonita de la noche.

—¡No es justo! Ustedes dos son como villanas.

—¿Villanas? —repitió la mayor, fingiendo ofensa mientras dejaba los pinceles en la mesa cercana—. ¡Yo estoy del lado de las hadas! Pero si sigues así, quizás me una al equipo de los monstruos...

—Nooo, no quiero monstruos —dijo Eunbi rápidamente. Luego, su rostro se iluminó con una idea—. ¡Ya sé! Si comparto un poco, podemos ser un equipo mágico.

—Eso suena más justo —Younghee asintió—. Aunque no necesitas compartir nada, cariño. Lo importante es que te diviertas esta noche.

Eunbi asintió con entusiasmo, pero luego dirigió su mirada hacia Hyejin con una expresión de ligera tristeza.

—¿Por qué no vienes con nosotras, Jinnie? Siempre haces los disfraces más divertidos y ayudas a recoger más dulces.

El corazón de Hyejin se encogió un poco ante la ternura de la pregunta. Halloween siempre había sido una de sus festividades favoritas, y pasarla con Eunbi era algo que esperaba cada año. Sin embargo, esta vez tenía otro compromiso, y aunque lo entendía, no podía evitar sentirse un poco culpable.

—Me encantaría, Eunbi —respondió con una sonrisa cálida, inclinándose para arreglar un mechón del cabello de la niña—. Pero tengo que ayudar a unos amigos esta noche. Prometo que la próxima vez estaré contigo, ¿de acuerdo?

Eunbi pareció pensarlo por un momento antes de asentir, aunque aún parecía algo decepcionada.

—¿Lo prometes de verdad?

Hyejin levantó una mano, como si hiciera un juramento solemne.

—Lo prometo de verdad. Y para compensarlo, te traeré algo especial la próxima vez que te visite.

—Entonces está bien. Pero solo si es algo dulce.

—¿Qué otra cosa podría ser? —Hyejin murmuró en respuesta, riendo mientras la abrazaba.

La madre de las jovenes las observaba con ternura, su corazón lleno de orgullo al ver la conexión entre su hija mayor y la pequeña.

—Siempre me sorprende lo bien que se llevan ustedes dos.

—Bueno, Eunbi tiene suerte de tener a la mejor hermana del mundo —bromeó Hyejin, guiñándole un ojo a su hermanita.

Eunbi rió, claramente encantada con la atención, mientras Hyejin se ponía de pie y recogía sus cosas. Miró a ambas con una mezcla de amor y nostalgia, deseando poder quedarse más tiempo.

—Diviértanse esta noche, ¿de acuerdo? —dijo mientras se dirigía hacia la puerta.

—¡Lo haremos! —respondió Eunbi, girándose para mirarse al espejo una vez más—. ¡Y recogeré tantos dulces que será como un tesoro gigante!

Hyejin salió de la habitación con una sonrisa en los labios, su corazón lleno de cariño. A pesar de que tenía otras responsabilidades esa noche, sabía que momentos como esos con su familia eran invaluables, y se prometió a sí misma no perder más oportunidades de compartirlos.









































🦑♥️🚨

































La noche era fría y oscura, apenas iluminada por unas cuantas farolas parpadeantes en la calle. Junho estaba allí, frente a la casa de aquel hombre, una construcción vieja y descuidada, que parecía tan deteriorada como el alma de quien vivía dentro. Sus ojos estaban fijos en la puerta, su mandíbula tensa y sus manos metidas en los bolsillos de su chaqueta para evitar que se notara cómo sus puños estaban cerrados con fuerza.

No podía sacarse de la cabeza la imagen de Eunbi cuando le había confesado, entre lágrimas y susurros, los horrores que ella y su hermana habían vivido bajo el mismo techo que ese hombre. Su padre. Aquel que tenía la obligación de protegerlas, cuidarlas y amarlas, pero que en cambio la había convertido en su víctima.

Desde que había despertado del coma, no podía dejar de pensar en ese hombre. No había buscado venganza de inmediato porque había estado demasiado centrado en recuperarse y asegurarse de que Hyejin estuviera bien. Pero ahora, parado frente a esa casa, supo que ya no podía ignorar lo que sentía.

Sabía que aquel hombre tenía una rutina. Lo había estado espiando durante semanas, observándolo en silencio desde las sombras. A esa hora, solía salir para ir a sus apuestas, un hábito patético y autodestructivo que lo definía a la perfección.

Finalmente, la puerta se abrió, y allí estaba. El hombre salió con una chaqueta vieja y un cigarrillo a medio fumar en los labios. Sus pasos eran lentos, como si el peso de sus propios pecados lo arrastrara. Junho apretó la mandíbula y avanzó hacia él con determinación, sus botas resonando en el pavimento.

—¿Tú? —habló el hombre cuando notó la presencia de Junho. Su rostro mostró una mezcla de sorpresa y confusión, pero no tuvo tiempo de reaccionar antes de que el oficial lo empujara con fuerza hacia atrás.

—Adentro —Junho ordenó con un tono bajo y peligroso, empujándolo de nuevo hasta que ambos estuvieron dentro de la casa. Cerró la puerta de un golpe, asegurándose de que nadie pudiera interrumpirlos.

Wonhae tropezó y se tambaleó, girándose hacia él con una expresión de enojo.

—¿Quién te crees que eres?

—¿Quién me creo que soy? —repitió lentamente, dando un paso hacia él—. Soy el hombre que va a hacerte pagar por todo lo que le hiciste a Hyejin.

El rostro del hombre se endureció, pero sus ojos delataban algo de miedo.

—No sé de qué estás hablando.

Junho apretó los puños, tratando de mantener la calma, pero su paciencia estaba al límite.

—Hyejin y Eunbi me contaron todo. Cada detalle. Cada cosa horrible que les hiciste.

—¿Hyejin? —Wonhae repitió, con una risa sarcástica—. Esa mocosa siempre ha sido una mentirosa. Nada que salga de su boca es creíble.

—No te atrevas a hablar de ella así —Junho advirtió, su voz apenas un susurro—. ¿Crees que puedes fingir que no pasó nada? ¿Que tus acciones no tuvieron consecuencias?

El hombre levantó las manos, fingiendo estar tranquilo, pero su tono seguía siendo burlón.

—Mira, chico, no sé qué te ha contado esa niña, pero seguro está exagerando. Siempre ha sido dramática, como su madre.

Ese comentario fue la gota que colmó el vaso. Junho lo agarró por el cuello de la camisa, levantándolo ligeramente del suelo mientras sus ojos ardían con furia.

—¡No vuelvas a hablar así de ellas!

Wonhae intentó liberarse, pero Junho lo sostuvo con una fuerza inquebrantable.

—¿Sabes lo que es crecer con miedo? ¿Sabes lo que es ser tratada como basura por alguien que se supone que debe protegerte? —Junho lo sacudió ligeramente, su rostro a centímetros del suyo—. Hyejin sobrevivió a ti. Y Eunbi... Ella es una niña, maldita sea. ¿Cómo pudiste hacerles eso?

Luego de varios intentos, Wonhae logró soltarse, tambaleándose hacia atrás, pero en lugar de retroceder, adoptó una postura defensiva, como si quisiera recuperar el control de la situación.

—¡No tienes derecho a venir aquí y decirme cómo manejar a mi familia! —espetó, señalando a Junho con un dedo acusador—. Esa mocosa siempre ha sido una desagradecida, igual que su madre.

Junho sintió cómo toda su rabia reprimida explotaba en ese instante. Sin pensarlo dos veces, su puño voló hacia adelante, impactando con fuerza en el rostro del hombre. El golpe resonó en el aire, y el hombre cayó al suelo, sujetándose la cara mientras maldecía en voz alta.

—No mereces llamarte padre.

Wonhae se levantó lentamente, su rostro mostrando una mezcla de miedo y enojo. Pero Junho no le dio tiempo de hablar.

—Escúchame bien —continuó, señalándolo con un dedo mientras lo miraba con una intensidad que lo hacía parecer más grande de lo que era—. Si alguna vez intentas acercarte a Hyejin o a Eunbi otra vez, no solo te romperé la cara. Me aseguraré de que no vuelvas a ver la luz del día.

El hombre abrió la boca para responder, pero con un movimiento rápido, el oficial lo sujetó por el cuello de la camisa, levantándolo del suelo y empujándolo con brutalidad contra la mesa.

—Llamé a la policía. Ya está todo arreglado.

El Wonhae lo miró con incredulidad, sus ojos mostrando una mezcla de miedo y sorpresa al darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

—¿Qué? ¿Estás loco? —preguntó el hombre, con la voz temblando. Por primera vez, el miedo se asomó en su rostro, y Junho lo vio claramente.

Junho sonrió con dureza, sabiendo que el padre de Hyejin no estaba acostumbrado a la idea de ser vulnerables. Siempre había sido el agresor, el que controlaba. Pero ahora, las tornas se habían cambiado.

—Sí —respondió con firmeza—. Llamé a la policía y puse una denuncia en tu contra. Por violencia doméstica. Todo lo que hiciste, todo el sufrimiento que causaste, está registrado. Ellos van a llegar en cualquier momento, y cuando lo hagan, te aseguro que te arrepentirás de no haber desaparecido hace años.

El hombre intentó moverse, tratando de liberarse de la presión de Junho, pero el joven no cedió ni un centímetro. La rabia le seguía ardiendo, pero también había algo más: un sentido profundo de justicia. La sensación de que finalmente estaba haciendo lo correcto.

—Esta vez, no te vas a salir con la tuya. No más.

Las palabras resonaron en el ambiente con la misma fuerza que los golpes que había propinado. Wonhae lo miró, ahora visiblemente pálido, como si intentara encontrar una salida, pero ya era demasiado tarde.

—Espero que te guste lo que te espera —le dijo Junho, empujando al hombre con más fuerza contra la mesa—. Porque en la cárcel no son amables con los hombres abusivos.

En ese instante, un ruido distante llegó a sus oídos, el sonido de sirenas que comenzaba a acercarse. Junho soltó al hombre con desprecio, observando cómo caía al suelo, tambaleándose, incapaz de sostenerse.

Junho sabía que la violencia no era la solución a los problemas, pero no había podido resistirse. Odiaba a aquel hombre por todo el daño que le había causado a Hyejin y a su familia. Aunque para ser honesto, se arrepentía de no haberlo golpeado más.

Después de todo, él haría lo que fuera por proteger a su chica











































🦑♥️🚨



































La noche había caído sobre la ciudad, bañándola con una mezcla de luces anaranjadas, moradas y verdes que decoraban las calles abarrotadas. En el interior del auto de Junho, el ambiente era una mezcla de tensión y curiosidad. Hyejin estaba sentada en el asiento de copiloto, mirando por la ventana, mientras Wooseok y Gihun ocupaban los asientos traseros.

—Miren a toda esa gente... —murmuró Wooseok con asombro, presionando el rostro contra el cristal mientras observaba la multitud en la calle—. ¿Pues qué están regalando? Parece que estuvieran distribuyendo oro.

—Es treinta y uno de octubre —Junho respondió con seriedad—. Halloween.

Wooseok parpadeó un par de veces antes de fruncir el ceño, como si procesara la información.

—¿Halloween? ¿Esa cosa de los disfraces y los dulces? No entiendo cómo puede emocionarle tanto a la gente.

Hyejin se giró en su asiento, lanzándole una mirada ligeramente indignada.

—Es mi festividad favorita del año —declaró con entusiasmo, sonriendo de manera traviesa.

—¿Tu festividad favorita? ¿En serio? ¿Qué tiene de especial? Es solo gente corriendo por ahí disfrazada de monstruos y pidiendo caramelos.

—¡Es más que eso! —Hyejin se cruzó de brazos, fingiendo estar ofendida—. Es una noche en la que puedes ser lo que quieras. Además, hay algo mágico en cómo la ciudad se transforma por completo, con todas las decoraciones y la emoción en el aire.

—"Mágico" —repitió Wooseok, rodando los ojos—. Sí, claro. Para mí, solo es un día más en el calendario.

—Déjala disfrutarlo, Wooseok —intervino Junho, su tono neutral pero firme—. No tienes que entenderlo.

Hyejin miró a Junho y sonrió, agradecida por el respaldo, mientras Wooseok bufaba.

—De todos modos, tengo un mal presentimiento sobre esto —el hombre cambió de tema, su voz baja y seria—. Siento que esos tipos están tramando algo grande.

De repente, Gihun, que había estado en silencio, se inclinó hacia adelante.

—Ese tipo al que llaman "el líder"... —habló, dirigiéndose tanto a Junho como a Hyejin—. Dijeron que lleva una capucha gris y una máscara negra, ¿cierto?

—Sí, eso es todo lo que vimos.

—Tiene sentido que haya elegido esta noche. Con tantas personas disfrazadas, usar una máscara no llamará la atención —Hyejin murmuró—. Es la cobertura perfecta para alguien que no quiere revelar su identidad.

Wooseok soltó una carcajada sarcástica, agitando las manos en el aire.

—¡Bueno, al menos alguien aquí tiene neuronas!

Hyejin lo fulminó con la mirada, aunque no pudo evitar una pequeña sonrisa.

Mientras ellos hablaban, Gihun revisó su reloj con un movimiento rápido. Su expresión cambió, adoptando una seriedad casi militar. Sacó un auricular del bolsillo y se lo colocó en el oído antes de abrir la puerta del auto.

—Es hora. Vamos.

Al escuchar sus palabras, Wooseok abrió su puerta con la misma rapidez, saliendo detrás de Gihun.

—¡Sí, sí, ya voy! —exclamó, trotando para alcanzarlo.

Cuando finalmente los hombres desaparecieron, Junho y Hyejin comenzaron a ajustar los últimos detalles. Revisaron el equipo de comunicación, verificaron la conexión de los auriculares y confirmaron que el localizador estaba funcionando correctamente. Hyejin, sentada en el asiento del copiloto, observaba la pantalla del dispositivo con atención mientras Junho comprobaba la entrada de datos en su teléfono.

—Todo listo —murmuró Junho, girando su cabeza hacia ella.

La chica asintió, aunque su expresión reflejaba una mezcla de concentración y nerviosismo.

—Espero que no pase nada malo...

—No te preocupes. Lo resolveremos.

Antes de que pudieran continuar la conversación, una voz interrumpió a través del auricular que ambos llevaban. Era Wooseok, y su tono ya se distinguía por su entusiasmo característico.

¡Ya estamos adentro! ¿Pueden escucharnos?

—Te escuchamos —Junho aseguró, ajustándose el auricular.

¿Y el localizador? —preguntó Wooseok, su tono más serio, aunque no menos animado.

Hyejin miró la pantalla del dispositivo, donde se veía claramente la ubicación de Gihun y su compañero.

—La señal está bien —murmuró, hablando al micrófono integrado—. ¿Qué pasa adentro? ¿Ven algo?

Hubo un breve silencio antes de que la respuesta del hombre resonara, en un volumen innecesariamente alto.

—¡MUCHO ESCÁNDALO! —exclamó, haciendo que Hyejin hiciera una mueca y apartara el auricular ligeramente.

—¡Wooseok, bájale! —se quejó Junho, frunciendo el ceño.

Lo siento, lo siento. Pero en serio, aquí es un caos. Todos traen máscaras, y ni siquiera sé quién es quién. ¡Es como una maldita convención de disfraces!

Hyejin sonrió levemente ante el comentario, aunque su tono fue firme al responder:

—No te separes de Gihun. Manténganse juntos.

Bueno, mamá... —Wooseok bromeó, aunque asintió desde el otro lado—. Los llamaré si pasa algo.

—De acuerdo —respondió Junho con simpleza, sin perder la vista del entorno.

El ruido en los auriculares disminuyó, dejando al auto en un breve momento de calma. Hyejin suspiró, relajándose ligeramente en el asiento.

—Es muy gritón, ¿verdad? —comentó el mayor con una mezcla de molestia y resignación.

—Sí, pero es divertido. Me agrada. Hace que todo sea un poco más llevadero —Hyejin musitó, sonriendo mientras volvía a fijar su mirada en el localizador.

Junho no pudo evitar mirarla de reojo, notando cómo su sonrisa parecía iluminar el espacio oscuro del auto. Antes de que pudiera responder, algo llamó su atención.

Dos figuras con trajes rojos y máscaras comenzaron a caminar hacia la entrada de la discoteca. Junho tensó la mandíbula y tocó el brazo de Hyejin, señalando con un leve movimiento de cabeza.

—Mira.

Hyejin giró rápidamente su mirada hacia la dirección indicada. Sus ojos se estrecharon al ver a los individuos avanzar con paso decidido. Sin dudarlo, soltó el cinturón de seguridad y abrió la puerta del auto.

—Voy a acercarme —anunció mientras activaba el micrófono de su auricular.

—Hyejin, espera... —Junho intentó detenerla, pero la chica ya estaba fuera, observando cómo los enmascarados se acercaban a la entrada.

—¿Me escuchan? —habló Hyejin a través del auricular mientras caminaba con cautela—. Los enmascarados acaban de llegar. Están entrando en el club.

¿Enmascarados? —la queja de Wooseok resonó en sus oídos—. ¡Todos aquí están usando máscaras! Sean más específicos.

Junho, que también había salido del auto y corría hacia la entrada, se unió a la conversación con un tono firme.

—¡Hablamos de los tipos con traje rojo!

—Llevan máscaras con figuras geométricas —Hyejin agregó rápidamente—. Siempre están acompañados de otros con máscaras cuadradas. Mantén los ojos abiertos para eso, Wooseok.

Entendido.

Mientras los dos avanzaban hacia la entrada, Junho intercambió una mirada breve pero intensa con Hyejin. No necesitaban palabras para entenderse: estaban en terreno peligroso, y cada segundo contaba.

La noche se había vuelto más fría, pero ni Junho ni Hyejin tenían tiempo para detenerse a sentirlo. Sus pasos resonaban con fuerza mientras corrían hacia la entrada de la discoteca, ambos con los rostros tensos por la concentración. El aire estaba cargado de una mezcla de música y voces provenientes del interior del edificio, pero cualquier otra distracción quedó en segundo plano cuando un par de guardias les cortaron el paso, levantando los brazos frente a ellos.

—¿A dónde creen que van? —gruñó uno de los hombres, alto y corpulento, con una expresión que dejaba claro que no pensaba moverse. Señaló con la cabeza hacia la fila que serpenteaba alrededor del edificio—. Nadie se mete sin hacer fila.

Junho se detuvo de golpe, claramente molesto, pero manteniendo un aire de autoridad mientras daba un paso adelante.

—Soy policía —dijo con un tono firme, casi desafiante.

El guardia soltó una risa burlona, cruzando los brazos sobre su pecho.

—¿Y? Todos los policías tienen que formarse hoy —señaló hacia la fila, donde Hyejin notó con sorpresa que una buena cantidad de personas llevaban disfraces de policías.

Antes de que Junho pudiera replicar, el otro guardia, más joven y con una sonrisa maliciosa, desvió la mirada hacia Hyejin.

—Bueno, ella puede pasar. Tal vez con una sonrisa bonita como la suya podamos hacer una excepción.

—¿Una sonrisa? —repitió Hyejin, mirándolo con una ceja alzada—. Bueno, si mi sonrisa no te convence, tal vez mi actitud si lo haga, idiota.

Con un suspiro frustrado, Junho sacó su pistola de la chaqueta con un movimiento rápido y apuntó directamente al guardia más cercano. Antes de que el hombre pudiera reaccionar, Junho lo empujó contra la pared con fuerza, acercándose lo suficiente como para que no quedara duda de su seriedad.

—¿Quieres ver si es de juguete?

El guardia, con los ojos abiertos de par en par y la respiración agitada, no respondió. Junho, sin perder más tiempo, lo empujó fuera de su camino con un gesto brusco. Agarró la mano de Hyejin y, sin mirar atrás, la condujo hacia la entrada.

Hyejin apenas tuvo tiempo de procesar lo que acababa de suceder, pero su mente estaba enfocada en la misión. Una vez dentro del club, ambos comenzaron a caminar rápidamente, sus miradas recorriendo cada rincón en busca de algo que delatara la presencia de los enmascarados. Las luces parpadeantes y la música ensordecedora complicaban su tarea, pero ninguno estaba dispuesto a ceder.

La voz de Wooseok resonó de repente en sus auriculares, fuerte y clara a pesar del ruido del lugar.

—¡Encontré a uno! —anunció con emoción—. ¡Hizo contacto con el señor Seong!

Junho frunció el ceño y respondió con rapidez:

—Hay más de uno.

¿Qué dijiste? —preguntó Wooseok, confundido por el ruido de fondo.

—¡Que hay más de uno! —Hyejin repitió, alzando la voz para asegurarse de que la escucharan.

Ambos continuaron avanzando con pasos decididos, esquivando a las personas que bailaban o charlaban despreocupadamente. De repente, Junho se detuvo en seco, haciendo que Hyejin casi chocara contra él.

—¿Dónde está el señor Choi? —cuestionó a través del auricular, su tono lleno de urgencia. Al no recibir respuesta, insistió—. ¿Señor Choi?

Hyejin notó cómo la mandíbula de Junho se tensaba, y un escalofrío recorrió su espalda. Algo estaba mal.

—Mierda... —murmuró ella, más para sí misma que para su compañero.

Sin perder más tiempo, los dos comenzaron a bajar las escaleras que llevaban a un nivel inferior del club. La multitud se convirtió en un obstáculo constante, pero eso no los detuvo. Empujaron a quien fuera necesario, abriéndose paso con rapidez mientras sus ojos buscaban con desesperación cualquier señal de peligro.

El corazón de Hyejin latía con fuerza, no solo por el esfuerzo físico, sino por la mezcla de preocupación y adrenalina que corría por sus venas. Sabía que no podían permitirse fallar. Si algo le pasaba a Gihun o Wooseok, nunca se lo perdonaría. Miró de reojo a Junho, quien tenía el rostro endurecido por la concentración.

Mientras avanzaban entre la gente, los disfraces extraños y las máscaras creaban una atmósfera surrealista, como si estuvieran atrapados en una pesadilla de Halloween. Cada paso que daban la acercaba más a la barra, donde podían ver a un hombre recostado, inerte, como si estuviera completamente perdido en la euforia de la fiesta.

Junho, que caminaba justo al lado de Hyejin, se detuvo de repente al ver al hombre. La luz parpadeante del club iluminaba la figura del sujeto, destacando la extraña cabeza de caballo que usaba como máscara. El disfraz era inconfundible: era la misma máscara que Wooseok había comprado, lo que hacía obvio que se trataba de él.

—Ese es él, Hyejin —informó Junho en voz baja.

Sin pensarlo, Hyejin se acercó al hombre que estaba recostado sobre la barra, moviéndolo ligeramente con una mano en su hombro. Intentó despertarlo, pero el hombre no reaccionó. Su respiración era lenta y pesada, y su postura estaba demasiado rígida para alguien que aún estuviera consciente.

—¡Señor Choi! ¡Despiértese! —exclamó Hyejin, sacudiéndolo con más fuerza, su voz impregnada de urgencia.

Al mismo tiempo, Junho sacó de su chaqueta el dispositivo que rastreaba la ubicación de Gihun. Observó la pantalla, y lo que vio le hizo fruncir el ceño de inmediato. La ubicación había cambiado.

—Ha salido del club.

Sin perder tiempo, Junho levantó el auricular y habló con determinación:

—¡Preparen todo! —dijo, mientras comenzaba a moverse rápidamente hacia la salida.

Hyejin, tras un último intento fallido de despertar al hombre, se giró y comenzó a correr tras Junho. Ambos sabían que no tenían tiempo que perder. Tenían que seguir a Gihun y asegurarse de que todo saliera según lo planeado. La presión pesaba sobre sus hombros, y el latido de sus corazones parecía resonar con la misma intensidad que los pasos apurados que daban sobre el suelo de la discoteca.

Corrían a través del bullicio, esquivando a las personas que no hacían más que dificultar su camino. Cuando llegaron a la puerta trasera, la encontraron abierta, como si alguien hubiera escapado por allí minutos antes. Junho miró rápidamente a su alrededor, tomando la delantera mientras subía las escaleras a toda velocidad. Hyejin lo seguía de cerca, sin perder ni un segundo. El frío de la noche les golpeó al salir al exterior, pero no era el clima lo que les importaba, sino la visión frente a ellos.

Una limusina blanca, brillante bajo las luces de la ciudad, se alejaba rápidamente del lugar. El corazón de Hyejin dio un vuelco. Sabía que era la única oportunidad que tenían de detener a Gihun.

—¡Se acaba de subir a una limusina blanca! —Hyejin información a través del auricular, su voz llena de urgencia—. ¡No lo pierdan de vista!

—¡Tienen que capturarlo vivo! —agregó Junho.

Ambos miraron hacia la limusina, que ya comenzaba a tomar la curva. Sabían que tenían que apresurarse. La carrera contra el tiempo no había hecho más que comenzar.

Mientras Hyejin corría, su respiración acelerada y el sonido de sus pasos retumbando en la calle, algo comenzó a sonar extrañamente en sus auriculares. Un pitido agudo, distinto a cualquier otro ruido que había escuchado antes. Al principio pensó que era su imaginación, tal vez el estrés de la misión jugando una mala pasada. Pero el sonido persistió, más fuerte y nítido. Algo no estaba bien.

De repente, la voz de Taesoo atravesó los auriculares, y Hyejin reconoció al instante la agitación en su tono. No era un error, ni una alucinación: alguien había interceptado su comunicación.

Hyejin... —la voz de Taesoo sonaba entrecortada, como si estuviera en movimiento—. Te están escuchando. El jefe ya sabe lo que están haciendo.

El corazón de Hyejin dio un vuelco, y su paso se detuvo abruptamente. Su mente comenzó a procesar las palabras a una velocidad alarmante. ¿El jefe? ¿Cómo podían haber descubierto el plan? ¿Cómo sabía Taesoo esto?

—Taesoo, ¿estás bien? —preguntó la chica, su voz cargada de preocupación.

El aludido pareció titubear antes de responder, y su voz, aunque inconfundible, sonaba agotada y presionada. Podía escuchar la ansiedad en cada palabra.

No tengo mucho tiempo... —Taesoo musitó, respirando con dificultad—. Si siguen escuchando, van a saber que no estoy donde debería. Pero tienen que detener lo que están haciendo.

Hyejin sintió que el aire se le escurría de los pulmones. Su mente comenzaba a hacer conexiones rápidas, pero todo parecía volverse confuso y difuso con cada palabra. Algo no estaba bien, y todo su cuerpo lo sentía. Pero, en ese momento, el sonido del auricular se cortó abruptamente. No había más respuesta de Taesoo. Un vacío se instaló en su pecho.

Sin tiempo para pensar demasiado, Hyejin comenzó a acelerar el paso, mirando al frente, buscando a Junho. Algo dentro de ella le decía que ya nada sería sencillo. De repente, el sonido volvió a sonar, una vez más, ese chirrido persistente que desconcertó aún más a Hyejin. Desesperada, intentó llamar a Taesoo nuevamente, pero esta vez, no obtuvo respuesta.

Frustrada, golpeó ligeramente su auricular con la mano, mientras resoplaba exasperada. Sin perder un segundo, comenzó a comunicarse con el resto del equipo.

—¡Abortar la misión! —exclamó con seriedad—. Acaban de descubrir nuestro plan.

Hubo un breve silencio del otro lado, y luego la voz de Kim resonó con claridad, dándole un fuerte golpe a su nerviosismo.

Entendido, abortando operación.

El sonido de esa respuesta hizo que un nudo se formara en su garganta. Algo no encajaba. ¿Cómo había sabido Taesoo que el plan había sido descubierto? ¿Cómo había podido adelantarse a una comunicación tan crucial?

Sin embargo, el silencio momentáneo fue roto por el sonido fuerte de unos neumáticos chirriando contra el pavimento. El eco del sonido resonó en su oído y sus piernas se tensaron, preparándose para lo que venía.

Pocos segundos después, la voz de Kim regresó, esta vez con una gravedad que caló en los huesos de Hyejin.

Han atacado ambos autos. No podemos continuar con la operación.

Al escucharlo, la frustración se instaló en su pecho como una presión insoportable. Todo había cambiado en un parpadeo. La misión ya no era la misma, y Gihun seguía en movimiento, ajeno a todo lo que estaba ocurriendo.

Junho, observando el dispositivo con el que seguían la ubicación de Gihun, no pudo evitar suspirar frustrado.

—Atención, equipo... —dijo Junho con voz grave—. Comenzamos con el plan B.















































































































JES'S NOTE !

JUNHO ES EL VERDADERO ESTÁNDAR !! 🩷 lo amo y adoro lo mucho que se preocupa por hyejin 🥹 yo aspiro a tener una relación como la de ellos.

yo solo quiero que taesoo salga de los juegos y tenga una vida normal 😭 es tan chiquito que me da pena.

todas desearían tener una hermana mayor como hyejin 🫶🏻 es la mejor del mundo, la adoro.

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