nineteen. over speed control
O19 | OVER SPEED CONTROL
La luz matutina comenzaba a filtrarse por las cortinas, iluminando suavemente la habitación con un resplandor cálido. Junho abrió los ojos lentamente, parpadeando un par de veces mientras se acostumbraba a la claridad del nuevo día. Lo primero que notó fue el peso cálido y familiar contra su pecho. Bajó la mirada y su corazón se llenó de una ternura que casi lo abrumó.
Allí estaba Hyejin, profundamente dormida entre sus brazos. Su respiración era suave y acompasada, como una melodía tranquila que llenaba la habitación de calma. Llevaba una de sus camisas, esa azul que él usaba con frecuencia, pero que ahora parecía más bonita que nunca al estar sobre ella. La prenda le quedaba grande, los bordes de las mangas ocultando sus manos. Su cabello estaba desordenado, con mechones rebeldes cayendo sobre su rostro, pero de alguna manera, esa imperfección solo la hacía lucir más encantadora.
Junho no pudo evitar sonreír. Hyejin siempre había sido hermosa para él, pero verla en ese estado de tranquilidad, tan vulnerable y despreocupada, hacía que su corazón latiera más rápido. Con cuidado, movió una mano para apartar un mechón de cabello que caía sobre su frente, tratando de no despertarla.
Hyejin murmuró algo en sueños, un sonido apenas audible que lo hizo reír en silencio. Sus labios se curvaron en una sonrisa perezosa mientras su mente recordaba los eventos de la noche anterior.
—Buenos días, hermosa —susurró Junho.
—¿Qué hora es? —preguntó, su voz todavía cargada de sueño.
—No importa. Tenemos tiempo.
Hyejin frunció los labios, mirándolo con una mezcla de curiosidad y diversión.
—¿Por qué me miras así?
—Porque te ves preciosa, incluso con el cabello hecho un desastre —respondió, haciendo que la chica riera.
—¿Eso es un cumplido o un insulto disfrazado? —cuestionó, medio bromeando mientras intentaba arreglar un poco su cabello desordenado.
—Un cumplido, por supuesto —respondió Junho, dejando un beso en la punta de su nariz.
Ella lo miró por un momento, sus ojos suavizándose mientras le devolvía la sonrisa.
—Tienes esa mirada otra vez.
—¿Qué mirada?
—La que dice que estás pensando algo cursi pero no te atreves a decirlo en voz alta.
Junho rió, su pecho vibrando contra el de ella.
—Tal vez. O tal vez simplemente estoy agradecido de que estés aquí conmigo.
Hyejin sintió su corazón derretirse ante esas palabras. Se acurrucó más cerca de él, dejando que el calor de su cuerpo y la dulzura de sus palabras la envolvieran por completo.
—¿Cómo puedes estar despierto tan temprano después de todo lo que hicimos anoche? —de repente preguntó, estirándose un poco.
—¿Eso es un cumplido a mi resistencia o una queja por tu falta de energía? —bromeó, imitando las palabras de su novia minutos atrás.
—Más bien me sorprende. Yo apenas puedo moverme, y tú estás ahí, como si nada.
El mayor se inclinó un poco más cerca, apoyando su peso en un codo mientras la miraba fijamente, sus ojos brillando con esa mezcla de ternura y picardía que siempre lograba desarmarla.
—Tal vez tú me dejaste con demasiada energía —dijo, su voz baja y cargada de intención.
Ella lo miró, fingiendo estar escandalizada, pero no pudo evitar reír, golpeándole suavemente el brazo.
—¿Demasiada energía? No me hagas empezar, Junho. Anoche parecía que querías compensar todos los meses que estuviste en coma en una sola noche.
Él se encogió de hombros con una expresión que era la imagen misma de la inocencia fingida.
—¿Y quién podría culparme?
—Eres imposible... —murmuró ella, aunque su voz carecía de cualquier rastro de verdadera protesta.
—Y tú me encantas, incluso cuando haces comentarios atrevidos en la mañana —replicó Junho, dejando otro beso, esta vez en su clavícula.
Hyejin suspiró y puso una mano sobre su pecho para detenerlo, aunque sus ojos reflejaban la diversión que sentía.
—Junho, no me hagas empezar el día con tentaciones. Tengo que levantarme.
Él la miró con fingido desánimo, aunque sus labios aún llevaban esa sonrisa traviesa.
—Está bien, pero que conste que lo haces bajo protesta.
Hyejin rodó los ojos, pero no pudo evitar reír mientras se apartaba lentamente de él, tratando de ignorar las mariposas que sentía cada vez que sus ojos la miraban de esa forma. Al final, la tranquilidad y la cercanía de la mañana los envolvieron nuevamente, haciéndoles olvidar todo lo demás.
🦑♥️🚨
Después de tomar una ducha relajante y disfrutar de un desayuno tranquilo junto a Junho, Hyejin salió de su apartamento con una sensación de calma. El aire fresco de la mañana le daba energía, y aunque el restaurante abría más tarde de lo habitual, decidió aprovechar el tiempo para llegar sin prisa y organizar algunas cosas antes de recibir a los primeros clientes.
Caminando por las calles, Hyejin se sintió agradecida por la normalidad que había vuelto a su vida, aunque sabía que no podía bajar la guardia.
Al doblar una esquina, su mirada se posó en una figura conocida. Su corazón dio un vuelco. Ese rostro, esa postura... Era Taesoo.
El ceño de Hyejin se frunció automáticamente mientras su mente se llenaba de preguntas. ¿Qué demonios estaba haciendo él aquí? No era un lugar donde esperaría encontrarlo, y su presencia encendió una alarma en su interior. Sin perder tiempo, comenzó a avanzar hacia él, sus pasos decididos y su mirada fija en el hombre que parecía ignorarla deliberadamente.
Taesoo mantenía la cabeza baja, como si estuviera absorto en sus propios pensamientos. Pero cuando Hyejin estuvo lo suficientemente cerca, él alzó la vista y sus ojos se encontraron. Su sorpresa fue evidente; sus ojos se abrieron ligeramente, y su cuerpo adoptó una rigidez inmediata. Por un breve momento, Hyejin pensó que él diría algo, pero en lugar de eso, dio un paso hacia atrás, como si quisiera poner distancia entre ellos.
—¡Taesoo! —llamó ella, su voz firme, aunque un nudo comenzaba a formarse en su estómago.
El aludido pareció dudar por un segundo, su mirada nerviosa recorriendo el entorno. Hyejin no tardó en comprender el motivo: él estaba vigilando, asegurándose de que nadie los estuviera observando. Sabía que el jefe los estaba observando. Siempre lo hacía. Era un recordatorio de que, aunque las máscaras habían caído entre algunos de los jugadores, la identidad de los demás seguía siendo un secreto cuidadosamente guardado.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó la chica, acercándose un poco más, pero antes de que pudiera obtener una respuesta, Taesoo giró sobre sus talones y comenzó a caminar rápidamente en dirección contraria.
—¡Espera! —Hyejin exclamó, acelerando el paso para seguirlo. Pero él no respondió. Sus movimientos eran rápidos, casi desesperados, como si temiera que incluso ese encuentro casual pudiera costarle caro.
Ella se apresuró, esquivando a las personas que transitaban por las calles, pero la multitud estaba en su contra. Taesoo aprovechaba cada rincón, cada curva, para perderse entre el gentío, y a pesar de su esfuerzo, Hyejin lo perdió de vista.
Se detuvo, respirando agitadamente, mientras su mirada barría el lugar, buscando algún rastro de él. ¿Por qué había huido? ¿Qué estaba escondiendo? Su mente no dejaba de formular preguntas, pero ninguna tenía respuesta. La sensación de frustración se apoderó de ella mientras permanecía de pie, inmóvil entre la multitud.
Con un suspiro pesado, Hyejin tomó una decisión. Esto no era una coincidencia. Taesoo estaba aquí por algo, y aunque ahora no tenía manera de saber el motivo, no pensaba dejarlo pasar. Había demasiados cabos sueltos, demasiadas piezas en este juego que aún no entendía del todo.
Mientras retomaba su camino al restaurante, el rostro de Taesoo seguía grabado en su mente, junto con las incógnitas que ese breve encuentro había dejado tras de sí.
🦑♥️🚨
El sol de mediodía se filtraba entre los edificios, bañando la avenida con su luz dorada mientras el tráfico seguía su curso habitual. Junho, de pie en la esquina designada, observaba la rutina de la ciudad con una mezcla de serenidad y tedio.
El control de tráfico no era ni remotamente el trabajo que había soñado, pero, en cierta forma, esa monotonía le proporcionaba un sentido de orden y propósito. Había algo reconfortante en saber qué esperar: coches, bocinas, peatones distraídos. Todo era predecible.
De repente, una motocicleta rugió en la distancia, desviando su atención. Era un modelo deportivo, de líneas llamativas, pero lo que captó su mirada no fue el vehículo en sí, sino la falta de casco en el conductor y su acompañante. Junho suspiró. Otra infracción.
Cuando la motocicleta se detuvo cerca de él, Junho dio un paso adelante, su rostro sereno pero firme. A su lado, su aprendiz, lo seguía con atención, sus ojos oscilando entre el conductor y su superior, como si intentara anticipar lo que iba a ocurrir.
—No llevas casco —Junho habló con una voz firme pero controlada mientras sacaba su tableta portátil para verificar la información del conductor—. Tu licencia, por favor.
El conductor, un hombre en sus treintas, se giró hacia él con una sonrisa burlona que no alcanzó sus ojos. Su expresión irradiaba desafío.
—¿No es esto una trampa? —replicó con un tono ironía—. Esconderse para atrapar a la gente... ¿Quieren sacarnos el dinero, ah? ¿Eso es lo que hacen?
Junho mantuvo la calma, aunque podía sentir el desdén en cada palabra del hombre. Era un tono con el que estaba familiarizado, pero no por ello dejaba de irritarle. Aun así, no iba a ceder. Extendió la mano con determinación, sus ojos clavados en el hombre.
—Su licencia, por favor.
El hombre bufó, claramente frustrado. Hizo un gesto exagerado al sacar la billetera de su bolsillo trasero y extrajo su licencia, entregándola con un movimiento brusco. Junho la tomó sin decir palabra, enfocándose en verificar los datos en su tableta.
Mientras tanto, la chica que lo acompañaba bajó de la motocicleta con un movimiento ágil. Era joven, probablemente en sus veintes, y tenía una actitud despreocupada que contrastaba con la tensión de la situación. Con una sonrisa que parecía destinada a desarmar la incomodidad, dio un paso hacia el oficial y le dio una ligera palmada en la espalda.
—Mira, ¿no puedes dejarnos ir? —interrumpió la mujer, señalando el casco que llevaba puesto con una mueca—. Llevo uno puesto. ¿No es suficiente para ti?
Junho levantó la vista brevemente, mirándola con calma. Apenas había tenido tiempo para reaccionar cuando la joven inclinó la cabeza para examinarlo. Sus ojos, brillantes y llenos de curiosidad, lo recorrieron de arriba abajo.
—¡Oye, eres realmente guapo! —exclamó de repente, como si acabara de hacer un descubrimiento fascinante.
Junho, sin apartar la vista de su tableta, dejó escapar un leve suspiro de cansancio.
—Podría acusarte de obstrucción —respondió con frialdad.
La chica, lejos de inmutarse, soltó una carcajada, claramente entretenida. Su sonrisa se ensanchó mientras sacaba su teléfono móvil de la chaqueta.
—Vamos, no seas tan serio. Un hombre guapo como tú debería sonreír más.
Al decir eso, levantó el móvil y comenzó a tomarle fotos, posando de manera exagerada para captar su atención.
Junho, acostumbrado a este tipo de distracciones, mantuvo su enfoque en la tableta. No iba a dejar que un momento de coquetería le desviara de su tarea.
—La multa por no usar casco es de 20.000 wones. Págala a tiempo —informó Junho finalmente, ignorando las payasadas de la pasajera mientras extendía el recibo al conductor.
El hombre tomó el papel bruscamente, murmurando algo ininteligible antes de guardarlo en su chaqueta. Pero antes de que pudiera arrancar, la voz de la joven volvió a irrumpir, esta vez más alta y entusiasta.
—¿Cuál es tu número? ¿Estás soltero?
Junho, esta vez, levantó la cabeza y la miró directamente. Su tono era tranquilo, pero había un deje de firmeza en sus palabras.
—No —contestó rápidamente—. Estoy en una relación, y no me interesa conocer a más personas.
La chica parpadeó, sorprendida. Su sonrisa vaciló por un instante, y luego una mueca de decepción se formó en sus labios.
—¿En serio? —murmuró, como si le costara creerlo—. ¿Quién es la mujer afortunada?
Junho dejó que una ligera sonrisa curvara sus labios, y esta vez, su mirada se suavizó mientras respondía:
—Si mi novia estuviera aquí, probablemente se sorprendería de lo descarada que eres. Es una persona alegre, muy dulce, y no le gusta llamar la atención, aunque siempre termina haciéndolo de alguna u otra forma —musitó, dejandose llevar. Cuando notó que había hablado de más, carraspeó su garganta—. No necesito buscar a nadie más cuando ya tengo a alguien así a mi lado.
La joven junto a la motocicleta parecía menos entusiasmada ahora. Rodó los ojos y lanzó un comentario sarcástico, pero no hizo más intentos de captar la atención de Junho.
Cuando el conductor arrancó la motocicleta y se alejaron, la pasajera gritó algo que se perdió en el ruido del motor, pero Junho ya no estaba prestando atención.
—¿Te pasa esto a menudo? —preguntó el joven aprendiz, acomodándose en su asiento, sin poder evitar soltar una ligera risa nerviosa.
Junho dejó escapar un suspiro, como si estuviera acostumbrado a preguntas como esa.
—Más de lo que creerías. Aunque nunca deja de sorprenderme cuánto se esfuerzan algunas personas por llamar la atención —respondió, girando el volante con suavidad mientras el coche patrulla se deslizaba por las calles.
El aprendiz volvió a juguetear con la radio, intentando encontrar algo de entretenimiento en la tranquila tarde. Por su parte, Junho permitió que el silencio llenara el espacio, pero su mente pronto se enfocó en algo más. A lo lejos, reconoció un auto familiar que avanzaba en la misma dirección. Su corazón dio un pequeño vuelco al notar el modelo y la matrícula.
Era el coche de Hyejin.
Una chispa de emoción se encendió en su interior. Hyejin le había mencionado esa mañana que saldría temprano del trabajo, y sabía que ella solía tomar esa ruta para regresar a su apartamento. Aunque no tenía plena certeza, esperaba que fuera ella.
Junho aceleró ligeramente, cerrando la distancia entre ambos vehículos. Cuando finalmente estuvo lo suficientemente cerca, pudo verla a través de la ventana del conductor. Su perfil, iluminado por la luz del atardecer, hizo que una sonrisa se dibujara en su rostro casi sin que él se diera cuenta.
—Voy a hacer una parada —avisó de manera escueta, sin apartar la vista del coche de Hyejin.
El aprendiz lo miró, frunciendo el ceño.
—¿Por qué? ¿Algo sospechoso?
Junho no respondió. En lugar de eso, encendió las luces del coche patrulla, lo que hizo que Hyejin, al darse cuenta, redujera la velocidad y se orillara al borde de la carretera.
Dentro de su coche, Hyejin frunció el ceño, confusa. Estaba segura de que no había excedido el límite de velocidad ni cometido ninguna infracción. Sus pensamientos revoloteaban entre la preocupación y la irritación mientras apagaba el motor y esperaba.
Junho salió del coche patrulla, alisándose el uniforme de forma instintiva, y caminó con paso firme hacia el auto de Hyejin. Su aprendiz, aún más confundido, se quedó en su asiento observando, ahora con los ojos ligeramente entrecerrados.
Cuando Junho llegó a la ventana del conductor, tocó suavemente el vidrio y le hizo un gesto para que lo bajara. Hyejin giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de él. Su confusión inicial se disipó al instante, reemplazada por una sonrisa juguetona mientras levantaba una ceja.
—Oficial —murmuró con un tono entre divertido y sarcástico—. ¿Cuál es el problema?
Junho se inclinó un poco hacia la ventana, sus ojos brillando con una calidez que no solía mostrar durante el trabajo.
—No suelo detener conductores impecables como tú, pero... creo que esta vez tenía que hacerlo —dijo con un ligero toque de humor en su voz.
Hyejin cruzó los brazos, apoyándose contra el respaldo de su asiento, fingiendo indignación.
—¿Ah, sí? ¿Y cuál es mi infracción, oficial? Porque estoy segura de que estaba conduciendo perfectamente.
Junho se permitió una pequeña risa, aunque intentó mantener la compostura.
—Tu infracción es... —hizo una pausa dramática, disfrutando del momento—. Distraer a un agente en servicio.
Hyejin rodó los ojos, aunque no pudo ocultar la sonrisa que se formó en sus labios.
—Licencia y registro, por favor —pidió con un tono que pretendía ser formal.
Hyejin levantó una ceja, inclinándose hacia la ventana mientras lo miraba con una sonrisa divertida.
—¿En serio? ¿Así de profesional? —respondió, cruzándose de brazos—. Junho, sé que no me detuviste por una infracción. Solo querías una excusa para verme, ¿no?
—¿Cómo lo supiste? —el contrario bromeó, inclinándose un poco más hacia la ventana—. Aunque tengo que admitir que conducir dentro del límite de velocidad... Es muy sospechoso.
—¿Sospechoso? —Hyejin rodó los ojos con una mezcla de diversión y exasperación—. ¿De verdad me vas a multar por obedecer la ley?
Junho fingió pensarlo, ladeando la cabeza como si estuviera considerando seriamente la idea.
—Por supuesto. No podemos dejar que la gente piense que pueden salirse con la suya siendo tan... Ejemplares.
—Bueno, oficial, ¿y cómo se supone que voy a pagar esta multa? No tengo dinero conmigo ahora mismo.
Junho hizo un gesto teatral, llevándose la mano al mentón como si estuviera ponderando sus opciones.
—Hmm... —murmuró, dejando que el silencio se alargara intencionadamente—. Bueno, podrías pagar con una cena.
Hyejin rió suavemente, negando con la cabeza.
—¿Una cena? Muy generoso de tu parte.
—O también podrías pagar con besos —sugirió de repente, su voz cargada de ese encanto despreocupado que siempre la hacía sonrojar.
Antes de que Hyejin pudiera responder, Junho se inclinó rápidamente, rozando sus labios con los de ella en un beso tierno y fugaz. Fue un gesto lleno de calidez, como si quisiera robar un instante de tranquilidad en medio de su agitada jornada.
Hyejin soltó una risa suave, apartándose ligeramente mientras lo miraba con las mejillas enrojecidas.
—¿Estás loco? ¿Y si tu aprendiz nos ve? —cuestionó, señalando con un leve gesto hacia el coche patrulla detrás de él.
Junho le lanzó una mirada despreocupada y se encogió de hombros.
—Está ocupado jugando con la radio. Además, no me importa.
Hyejin negó con la cabeza, divertida, pero no pudo evitar seguir sonriendo.
—Bueno, tal vez a él sí le importe. Pensará que eres poco profesional.
—¿Tú crees que soy poco profesional? —murmuró, alzando una ceja con una expresión de falsa ofensa.
—No... Pero sí muy descarado.
Junho fingió no haberla escuchado. Se inclinó otra vez y la besó, esta vez con más lentitud, como si quisiera grabar ese momento en su memoria.
Cuando finalmente se apartó, Hyejin lo miró con una mezcla de diversión y rendición.
—Junho... —canturreó, fingiendo un reproche que carecía de fuerza.
—Una más —pidió, apoyando suavemente su mano en el borde de la ventana, su tono casi implorante.
Hyejin suspiró, sabiendo que no podía resistirse a él. Junho tenía esa habilidad para hacer que todo su autocontrol se desmoronara.
—Estás haciendo que me detengan en serio, ¿sabes? —murmuró, justo antes de inclinarse hacia él para darle un último beso.
Cuando se separaron, Junho se incorporó lentamente, con una expresión que intentaba recuperar la seriedad, aunque su sonrisa lo delataba.
—Eso será todo, señorita. Está libre para continuar —habló, alzando ligeramente la mano en un saludo casi militar.
—Eres imposible, Junho.
Él sonrió con sinceridad, observándola por un momento antes de retroceder un paso.
—Solo quería asegurarme de que estabas bien. Ve con cuidado, ¿de acuerdo?
—Siempre lo hago. Tú también cuídate, oficial —le lanzó una mirada burlona antes de encender el motor.
Cuando Junho regresó al coche patrulla, cerró la puerta con calma, pero no pudo evitar que una leve sonrisa persistiera en su rostro. Su aprendiz, sin embargo, lo observaba con los ojos muy abiertos, visiblemente intrigado.
—¿Entonces? —preguntó finalmente, inclinándose ligeramente hacia su superior, incapaz de contener su curiosidad.
—¿Entonces qué?
—¡Entonces eso! —exclamó, haciendo un gesto hacia la calle donde Hyejin había desaparecido en su coche—. ¿Qué fue todo eso? ¿Era una parada oficial o...?
Junho se recostó contra el asiento, cruzando los brazos con aire despreocupado.
—Fue una parada completamente legítima —respondió, manteniendo la seriedad en su voz aunque el brillo travieso en sus ojos lo traicionaba.
Su aprendiz lo miró con escepticismo, claramente no convencido.
—¿Legítima? Por favor. No he visto que hagas eso con nadie más. Además, ¿quién era esa mujer?
Junho giró la cabeza lentamente hacia él, como si estuviera considerando cuánto compartir. Después de un momento de pausa, sonrió con aire misterioso.
—Es mi novia.
El aprendiz se quedó en silencio por un momento, sus cejas alzadas en señal de sorpresa.
—¿Tu novia? —repitió.
—Sí, mi novia. Y antes de que digas algo más, sí, sé que no es muy profesional detenerla solo para verla un par de minutos, pero... Bueno, no me puedes culpar.
El joven lo observó en silencio, procesando sus palabras. Finalmente, dejó escapar una carcajada suave.
—¿Así que te tomas un descanso de tu trabajo como oficial para besar a tu novia en plena calle?
Junho se encogió de hombros, sonriendo de lado.
—Si supieras cómo me mira, lo entenderías.
—Definitivamente eres un caso perdido.
—Tal vez, pero soy un caso perdido feliz. Ahora, ¿seguimos con nuestra ronda o quieres que te detenga a ti también por ser demasiado curioso?
El aprendiz se echo hacía atrás en su asiento, levantando sus manos en señal de rendición.
—No más preguntas, señor oficial.
🦑♥️🚨
Junho y Hyejin estaban sentados en la pequeña pero acogedora mesa del comedor de su apartamento. El sol del atardecer se filtraba por las ventanas, iluminando los platos caseros que Hyejin había preparado con esmero. El aroma cálido de los guisos recién hechos llenaba el aire, y aunque la comida estaba deliciosa, había algo pesado en la expresión de Junho.
Hyejin lo notó de inmediato. Junho estaba removiendo la comida con sus palillos, distraído, como si tuviera algo en mente pero no supiera cómo abordarlo. Finalmente, dejó los palillos a un lado y respiró profundamente antes de hablar.
—Mi jefe quiere que vuelva a mi antiguo puesto en la policía —dijo de repente, rompiendo el silencio.
Hyejin levantó la mirada de su plato, sorprendida por la noticia. Sabía que Junho no había estado completamente satisfecho con su trabajo actual, pero no esperaba que se presentara esta oportunidad.
—¿En serio? —preguntó, dejando los palillos a un lado para prestarle toda su atención. Sus ojos buscaban los de su novio, intentando descifrar lo que él sentía al respecto—. Eso no suena mal. Podría ser una buena oportunidad para ti.
Junho negó con la cabeza, esbozando una sonrisa amarga.
—No quiero volver —respondió con firmeza. Sus manos se cruzaron frente a él, y su mirada cayó sobre la mesa como si estuviera recordando algo desagradable—. No quiero regresar a un lugar que me dio la espalda.
Hyejin frunció el ceño, comprendiendo de inmediato a qué se refería. Junho había puesto su vida en riesgo para exponer la verdad sobre lo que sucedió en la isla, y en lugar de apoyarlo, la mayoría de sus compañeros en la policía lo habían tratado como si estuviera loco.
—Junho...
—Nadie me creyó, Hyejin —continuó, con un deje de frustración y amargura en su voz—. Todo lo que viví, todo lo que vi... Para ellos no fue más que una historia sin sentido.
Su mandíbula se tensó al recordar las reuniones llenas de miradas escépticas y comentarios que insinuaban que su historia era producto de un trauma o un intento de llamar la atención.
—La única prueba que tenía era la bala que sacaron de mi hombro —dijo, señalándose el lugar donde la herida había sanado—. Pero esa bala no se puede rastrear, no demuestra nada. Es inútil.
Hyejin sintió un nudo en el estómago al escuchar sus palabras. Sabía cuánto le había costado a Junho no solo sobrevivir a esa experiencia, sino también lidiar con las consecuencias al regresar. Su mundo entero había cambiado, y nadie, excepto ella, parecía entenderlo.
—Tienes razón —la chica murmuró suavemente, inclinándose un poco hacia él y colocando una mano sobre la suya—. Si sientes que regresar no es lo correcto, entonces no lo hagas. No tienes que probarle nada a nadie.
Junho la miró, y por un momento, su expresión se suavizó. La dureza en sus ojos dio paso a algo más cálido, algo que siempre aparecía cuando estaba con Hyejin.
—Gracias, linda —murmuró, cubriendo su mano con la suya. Sus dedos se entrelazaron con los de ella, y aunque las palabras eran simples, llevaban un peso que hablaba de cuánto significaba para él tener a alguien que lo entendiera.
Ella le dedicó una sonrisa tranquila, aunque en el fondo su mente seguía girando en torno a todo lo que Junho había pasado.
—Además —Hyejin añadió, intentando aligerar el ambiente—. Creo que te ves bastante bien multando a los que exceden el límite de velocidad. Seguro que eres el terror de los conductores imprudentes.
—¿El terror? —Junho repitió, riendo levemente ante su comentario—. Apenas me prestan atención, creo que solo me ven como el tipo aburrido con un talonario de multas.
—Bueno, entonces tienes que practicar tu cara de "policía intimidante". No es muy difícil, solo mírame como cuando llego tarde a nuestras citas.
El contrario soltó una carcajada genuina esta vez, y la tensión que había en el aire parecía disiparse poco a poco.
—Eres terrible —murmuró con una sonrisa, apretando suavemente su mano antes de volver a centrarse en su plato.
Hyejin lo observó mientras comía, preguntándose cuánto más podría hacer para ayudarlo a sanar esas heridas que nadie más veía. Una cosa era clara: no importaba cuánto tiempo tomara, ella estaría ahí para él, como él siempre lo había estado para ella.
—Por cierto —la voz de Junho volvió a sonar—. Mañana tengo una reunión con alguien.
—¿Con quién?
—Con el hombre que manejaba el barco... El que nos sacó de la isla aquel día.
—¿Por qué te vas a reunir con él? —la chica preguntó con cautela, aunque en el fondo sabía la respuesta.
—Quiero ver si tiene algo más que decirnos —respondió Junho, su tono cargado de determinación—. Además, llevo un tiempo estando en contacto con él, y hemos intentado encontrar la isla... Lamento no haberte dicho antes.
Hyejin lo observó en silencio por un momento. No estaba molesta con él por no haberle dicho. Admiraba la persistencia de Junho, su deseo de buscar la verdad incluso cuando todo parecía conspirar en su contra. Pero al mismo tiempo, no podía evitar preocuparse por lo que esa búsqueda constante significaba para él.
—¿Por qué no me lo habías dicho antes? Podría haber ayudado.
—No quería preocuparte. —Junho hizo una pausa, observándola con cuidado—. Sé lo ocupada que estás con el restaurante, y no quería añadirte más carga emocional.
Ella frunció los labios, claramente considerando sus palabras.
—Me gustaría ir contigo.
—No te preocupes por eso, linda. Estoy seguro de que no encontraré nada. Además, sé que tienes mucho trabajo —negó rápidamente el mayor, dándole una sonrisa tranquilizadora—. Pero, si encuentro algo nuevo, serás la primera en saberlo. Te llamaré tan pronto como llegue a tierra.
Hyejin asintió, pero su mirada reflejaba cierta inquietud.
—Solo ten cuidado, Junho —musitó, girándose hacia él—. No sabemos si hay alguien vigilando o si esto podría atraer atención no deseada.
El mayor alcanzó su mano y la tomó entre las suyas, dándole un apretón tranquilizador.
—Siempre tengo cuidado. No voy a hacer nada imprudente, te lo prometo.
A pesar de sus palabras, Hyejin sabía que Junho nunca había sido del tipo que se quedaba al margen. Siempre estaba dispuesto a arriesgarse por lo que consideraba correcto, y esa era una de las cosas que más admiraba de él, aunque también una de las que más la preocupaba.
—Espero que sea así, porque no quiero recibir una llamada tuya desde un hospital o algo peor —advirtió Hyejin. Aunque su tono había sido bromista, había seriedad en ella.
—No te preocupes, no planeo darles más razones a los médicos para verme —Junho respondió, inclinándose levemente hacia ella.
Hyejin soltó una risa ligera, pero pronto su expresión se tornó más seria.
—De todas formas, si llegas a encontrar algo... Cualquier cosa, quiero que me lo digas. No importa la hora, Junho.
—Claro que sí —se apresuró a decir él, su voz baja pero firme—. No voy a dejarte fuera de esto, linda. Esto también te afecta a ti.
Ella asintió, sintiendo un leve alivio ante sus palabras. Aunque preferiría estar a su lado en la reunión, entendía que no siempre podía acompañarlo en cada paso de su camino.
Luego de un par de minutos, los platos que se encontraban en la mesa quedaron completamente vacíos.
—Estaba delicioso, como siempre —Junho aseguró, sonriendo de lado mientras la miraba con admiración.
—Gracias —Hyejin se sonrojó ligeramente, escondiendo su sonrisa detrás de la copa.
—Podría acostumbrarme a esto.
—No te hagas ilusiones, Junho —la chica se apresuró a negar, riendo levemente—. Si cocino así siempre, me arruinará el restaurante.
Hyejin se puso de pie con un suspiro contento, comenzando a recoger los utensilios de la mesa. Junho hizo lo mismo, colocándose a su lado para ayudarla.
—No tienes que ayudarme, sabes que puedo con esto —la menor lo miró por encima del hombro, con una sonrisa juguetona.
Junho negó con la cabeza mientras agarraba algunos platos.
—¿Y dejar que hagas todo tú sola? Ni lo sueñes.
Ambos caminaron hacia el fregadero, hombro con hombro, en perfecta sincronía. Hyejin se arremangó la blusa, mientras Junho abría el grifo, ajustando la temperatura del agua. La espuma del jabón comenzó a llenarse de burbujas, y ella se rió suavemente cuando una de estas explotó en su nariz.
—Mañana tengo una sorpresa para ti.
La frase hizo que Hyejin se detuviera de inmediato, con una taza a medio enjuagar en sus manos. Giró la cabeza hacia él con los ojos brillantes de emoción y una sonrisa amplia comenzando a formarse en su rostro.
—¿Una sorpresa? ¿Qué tipo de sorpresa? —preguntó rápidamente, su voz llena de curiosidad.
Junho se rió al ver su entusiasmo, y negó con la cabeza.
—Si te lo digo, dejaría de ser sorpresa, ¿no crees?
—Junho, sabes que soy la persona más impaciente del mundo —la chica frunció el ceño, aunque su sonrisa no desapareció—. ¡Dime algo, aunque sea una pista pequeña!
—Nada, ni una palabra —Junho se cruzó de brazos, fingiendo seriedad mientras intentaba no reírse por la mirada suplicante de su novia—. Solo tienes que esperar.
—Esto no es justo. Ahora voy a estar toda la noche pensando en lo que podría ser.
—Tal vez ese es mi plan: mantenerte despierta toda la noche.
—Eres cruel, Junho. Muy cruel.
—O tal vez estoy haciendo que la sorpresa sea aún mejor —continuó el aludido, para luego sonreír y continuar enjuagando los platos, como si nada hubiera pasado.
Mientras Hyejin volvía a concentrarse en el lavado, su mente estaba lejos de los platos. La palabra "sorpresa" revoloteaba en su cabeza, haciendo que su corazón latiera un poco más rápido. ¿Qué podría ser? ¿Algo relacionado con su trabajo? ¿Un viaje? ¿Algo que habían mencionado antes?
Por un momento, se quedó mirándolo de reojo. Junho parecía relajado, como si no estuviera escondiendo nada. Pero había algo en la forma en que sonreía, en el brillo de sus ojos, que le decía que aquello era importante.
—No importa lo que sea, confío en ti —finalmente dijo ella, rompiendo el silencio mientras dejaba un plato a un lado—. Sé que va a ser algo especial.
Junho se giró hacia ella con una sonrisa suave, su mirada llenándose de cariño.
—Eso espero. Porque para mí, cada momento contigo ya es especial.
Hyejin lo miró por un segundo, sus ojos brillando por las palabras que acababa de escuchar. Pero en lugar de responderle con algo igual de dulce, agarró un puñado de agua jabonosa del fregadero y lo lanzó directamente hacia él.
—¡Ah! —Junho exclamó, sorprendido mientras el agua le salpicaba la camisa—. ¡Hyejin!
Ella rompió en carcajadas, sosteniéndose el estómago mientras lo veía retroceder un paso, fingiendo estar ofendido.
—¿De verdad? ¿Así es como respondes a mi momento romántico? —preguntó, sacudiendo la cabeza con una mezcla de incredulidad y diversión.
—No pude evitarlo —dijo la chica entre risas, encogiéndose de hombros—. Te veías demasiado serio.
Junho no dijo nada, pero sus ojos se estrecharon con un brillo travieso. Sin previo aviso, mojó sus manos en el fregadero y lanzó un contraataque, salpicándola de agua.
—¡Hey! —chilló ella, retrocediendo rápidamente mientras intentaba cubrirse—. ¡Eso no vale, Junho!
—¿No querías jugar? —respondió, riéndose mientras seguía lanzándole pequeñas gotas.
El sonido de sus risas llenó la cocina, creando una escena tan caótica como tierna. Hyejin intentó defenderse, pero Junho era más rápido. En un movimiento ágil, dejó de lanzar agua y extendió las manos para atraparla por la cintura, acercándola a él.
—Ya basta, ya basta —Hyejin suspiró, todavía riéndose, mientras sus manos intentaban detener las de él—. ¡Me rindo!
Junho la miró de cerca, sus risas calmándose poco a poco mientras su sonrisa se suavizaba.
—Eres imposible, ¿lo sabías? —susurró él, sus ojos encontrándose con los de ella.
—Y tú eres muy fácil de molestar.
Ambos rieron de nuevo, pero esta vez la risa fue más suave, casi como un susurro compartido. Junho deslizó una mano por su mejilla, sus dedos rozando suavemente su piel antes de inclinarse y capturar sus labios en un beso lleno de ternura.
El mundo pareció detenerse mientras se besaban, como si nada más existiera fuera de ellos dos. Cuando finalmente se separaron, Hyejin apoyó su frente en el pecho de Junho, escuchando los latidos constantes de su corazón.
—Te amo, Junho.
El mayor acarició su cabello con cuidado, dejando un beso en la cima de su cabeza.
—Y yo a ti, más de lo que puedes imaginar.
JES'S NOTE !
la relación de junho y hyejin es la verdadera meta !! cuando tenga algo como ellos, voy a ser la persona más feliz y agradecida del mundo 🙌🏻
QUE HYEJIN SE ENCONTRARA CON TAESOO NO FUE UNA COINCIDENCIA 🥰 pero no piensen mal de mi niño, él solo la quiere ayudar porque le agarro cariño dentro de los juegos ;)
por cierto, ¿cual creen que sea la sorpresa que junho le tiene preparada a hyejin?
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