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fourteen. emotional labyrinths

O14 | EMOTIONAL LABYRINTHS

Hyejin y Junho avanzaban en un silencio tenso, roto solo por los pasos apresurados de ambos y el eco distante del peligro que parecía seguirlos como una sombra implacable. Junho iba unos pasos delante, sus hombros tensos, su mirada oscilando entre el camino frente a él y los rápidos vistazos que lanzaba hacia atrás, asegurándose de que Hyejin estuviera cerca. A pesar de la confusión que lo carcomía y la mezcla de emociones que latían en su pecho, una certeza lo guiaba: no iba a dejarla sola. No esta vez.

Cada vez que sus ojos se encontraban con los de ella, aunque fuera por un breve instante, un torrente de preguntas le asaltaba la mente. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué llevaba ese uniforme? ¿Qué secretos se escondían detrás de la distancia que había impuesto entre ellos? Pero las respuestas tendrían que esperar; lo primero era salir con vida.

Finalmente, llegaron a un tramo de escaleras metálicas que subían hacia una escotilla en el techo, una posible salida. Junho empezó a subir, mientras Hyejin lo seguía de cerca. Al llegar a la escotilla, el mayor intentó girar la manija, pero se dio cuenta de que estaba firmemente sellada. Maldijo en voz baja y retrocedió un paso, sacando su pistola con un movimiento decidido.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Hyejin, alarmada, al ver cómo levantaba el arma hacia la cerradura.

Junho no respondió de inmediato, concentrado en su tarea, pero ella no necesitó escuchar su explicación. Sabía lo que planeaba hacer. Rápidamente extendió su mano y sujetó su brazo, deteniéndolo antes de que apretara el gatillo.

—No puedes disparar —dijo con firmeza, aunque su voz tembló ligeramente. Su mano se deslizó hacia su cinturón, donde llevaba su cuchillo. Se lo entregó, sus dedos rozando los de él por un breve instante que pareció eterno—. El disparo resonará por todo el lugar. Nos escucharán, y no tendremos tiempo de escapar. Usa esto.

Junho miró el cuchillo y luego volvió a mirarla a ella, su ceño fruncido, como si dudara. Pero había algo en la forma en que ella habló, en la intensidad de su mirada, que lo convenció. Tomó el cuchillo con un leve asentimiento, sintiendo el peso del metal frío en su mano, y se giró hacia la escotilla.

Mientras trabajaba en forzar la cerradura, Hyejin permaneció detrás de él, vigilando los alrededores. Su respiración era irregular, y su mente estaba en un torbellino de pensamientos.

Después de unos minutos que parecieron horas, la cerradura cedió con un chasquido metálico. Junho empujó la escotilla hacia arriba y se giró hacia la chica, quien lo miraba con expectación.

—Vamos.

Después de que Hyejin asintiera, Junho subió rápidamente.

Una vez arriba, emergió con su pistola firmemente sostenida en ambas manos, sus ojos recorriendo cada rincón del espacio. Se movía con la cautela. Tras un momento de observación, constató que el lugar estaba vacío.

Se giró hacia la escotilla abierta y extendió una mano hacia Hyejin, que esperaba unos cuantos metros más abajo.

—Vamos, toma mi mano —habló en voz baja, pero con un tono que no admitía dudas.

Hyejin levantó la vista hacia él. Durante un breve instante, dudó en aceptar la ayuda. Pero, finalmente, tomó su mano. El contacto fue firme, cálido, y con un suave tirón, Junho la ayudó a salir. La menor aterrizó con ligereza, aunque sus botas resonaron suavemente contra el suelo.

Cuando sus ojos se adaptaron a la luz tenue del lugar, Hyejin reconoció el espacio de inmediato. Era la oficina del jefe, el lugar donde apenas el día anterior había recibido órdenes que debía cumplir como su nuevo rol de superior.

Hyejin se quedó quieta por un segundo, observando el lugar con un nudo formándose en su estómago. Los recuerdos vinieron como una ola. Cerró los ojos un momento y tomó una respiración profunda, obligándose a regresar al presente. Esto no era el pasado. Ahora había una misión más urgente, una que involucraba mantener con vida al hombre que caminaba delante de ella.

Junho se dio cuenta de que Hyejin se había quedado atrás y frunció el ceño.

—¿Estás bien?

—Sí —respondió ella rápidamente, aunque su tono traicionaba una pizca de inseguridad.

Hyejin sacó su pistola de la funda que llevaba en el cinturón y la sostuvo con ambas manos, lista para cualquier eventualidad. El peso del arma en sus manos era familiar, pero esta vez sentía que el arma simbolizaba algo más que deber: ahora representaba protección, y su objetivo era Junho.

Sin mirar atrás, Hyejin comenzó a caminar tras él, cubriendo su espalda mientras él avanzaba con cautela por la oficina.

Por su parte, Junho también estaba atento, aunque cada tanto lanzaba una mirada rápida hacia ella por encima del hombro.

Al girar en una esquina estrecha y mal iluminada, Hyejin y Junho se encontraron con una puerta metálica que parecía llevar a otro nivel del edificio. Se detuvieron frente a ella, intercambiando una mirada cargada de entendimiento y tensión. No necesitaban palabras; ambos sabían lo que debía hacerse.

Junho fue el primero en asentir, y Hyejin hizo lo mismo, apretando los labios mientras sujeta su pistola con fuerza.

—Prepárate —murmuró él.

Con un movimiento rápido y decidido, Junho alzó su pierna y golpeó la puerta cerca de la cerradura. El metal cedió con un crujido fuerte, y la puerta se abrió, golpeando la pared interior. La pareja elevó sus pistolas casi al unísono, apuntando hacia el interior con movimientos precisos. Sus respiraciones eran contenidas, y cada músculo en sus cuerpos estaba tensado, listos para reaccionar al menor movimiento.

Entraron lentamente, sus pasos medidos resonando contra el suelo. Los ojos de ambos se movían rápidamente, inspeccionando cada rincón del espacio. Era una habitación pequeña y austera, iluminada por un tenue brillo fluorescente. Sin embargo, estaba vacía. No había soldados, ni guardias, ni indicios de amenaza inmediata. Solo un único objeto destacaba en el centro de la habitación: un maniquí vestido con un esmoquin negro impecable y una máscara dorada en forma de conejo. La máscara brillaba bajo la luz.

—¿Qué demonios es esto? —Junho preguntó, frunciendo el ceño.

—No lo sé... —la chica respondió en voz baja, acercándose un par de pasos con cautela. Su mirada viajaba entre el objeto y las paredes, buscando algo que pudiera explicar su presencia.

De repente, un sonido agudo y penetrante cortó el silencio, como una campanada que resonaba por todo el edificio. La alarma era insistente, cada tono golpeando sus sentidos como un recordatorio de la situación en la que se encontraban.

Junho volvió a alzar su arma instintivamente mientras su mirada recorría la habitación en busca de cámaras o sensores.

—Es la alarma de seguridad —explicó Hyejin con rapidez—. Han iniciado el protocolo de búsqueda. No saben con exactitud en dónde estamos, pero si saben que seguimos en este lugar.

—¿Crees que hayan cámaras en este lugar?

Hyejin negó con la cabeza, aunque su mente trabajaba a toda velocidad.

—No, no lo creo. Es la oficina del jefe —musitó—. Tenemos que movernos antes de que sea demasiado tarde.

Hyejin y Junho salieron rápidamente de la habitación, sus pasos urgentes resonando en el pasillo mientras trataban de no hacer ruido. Junho, instintivamente, cerró la puerta tras ellos con un movimiento firme, como si quisiera borrar cualquier rastro de su presencia allí.

—Por aquí —susurró Junho al notar otra puerta justo al lado de la que acababan de abandonar.

Hyejin asintió en silencio, manteniendo su pistola en alto mientras él giraba el pomo con cuidado. La puerta se abrió con un ligero chirrido, revelando una habitación sorprendentemente normal. La atmósfera cambió de inmediato, pasando de la opresiva sensación de peligro a una calma extraña y desconcertante. Los muebles eran modernos: una cama perfectamente hecha, un escritorio pequeño con una lámpara de escritorio, y un par de estanterías con algunos libros viejos.

—Parece una habitación cualquiera...

—Debe ser donde duerme el jefe —el mayor respondió, aunque no apartaba la mirada de una puerta al fondo de la habitación. Su instinto le decía que ahí estaba la clave para seguir adelante.

Sin decir más, ambos se dirigieron hacia la puerta, sus armas todavía listas. Junho giró el pomo con firmeza y empujó la puerta, revelando una pared de ladrillo y, al doblar, una estrecha escalera de piedra que descendía hacia una negrura insondable.

—Voy primero —habló Hyejin, adelantándose con decisión.

Pero antes de que pudiera dar un paso más, Junho extendió un brazo y la empujó suavemente hacia atrás.

—No. Yo iré adelante —su voz era firme, sin espacio para la discusión.

—¿De verdad? ¿Esto otra vez? —la chica murmuró, cruzándose de brazos por un instante antes de ceder. Sabía que discutir con él no la llevaría a ningún lado.

—Déjame ser yo quien reciba el primer disparo si alguien está esperando ahí abajo, ¿de acuerdo? —Junho dijo con un tono serio, aunque había un dejo de preocupación en sus palabras.

Ella suspiró, pero no dijo nada. Aunque le frustraba que Junho siempre tomara esa actitud protectora, no podía negar que había algo reconfortante en su obstinación. Él siempre estaba dispuesto a ponerse en la línea de fuego, incluso cuando ella sabía cuidarse perfectamente sola.

Junho comenzó a bajar los escalones, con Hyejin siguiéndolo de cerca. Cada paso resonaba en el espacio angosto, y la oscuridad parecía tangible, casi una presencia viva que los rodeaba y les recordaba lo vulnerables que eran en ese momento.

Cuando llegaron al final de las escaleras, Junho detuvo su avance frente a otra puerta. Sin perder el ritmo, la abrió de golpe, el sonido del metal al chocar contra la pared resonando en el vacío. Al mismo tiempo, tanto él como Hyejin sacaron sus linternas, encendiéndolas con un clic que rompió momentáneamente el silencio opresivo.

El haz de luz iluminó la habitación que tenían frente a ellos, revelando un espacio amplio y caótico. Las paredes estaban cubiertas de estanterías abarrotadas con pilas de papeles perfectamente ordenadas.

—¿Qué demonios es este lugar? —Junho cuestionó, sus ojos recorriendo cada rincón con una mezcla de curiosidad y desconfianza.

Hyejin avanzó un par de pasos, su linterna enfocándose en una de las estanterías.

—Es como un archivo... Pero parece mucho más que eso.

Cada rincón del lugar estaba impregnado de un aire inquietante, como si las paredes mismas guardaran recuerdos de las tragedias y los misterios de los juegos.

Junho tomó una carpeta al azar y comenzó a hojearla con rapidez. Sus ojos recorrían las páginas con una mezcla de ansiedad y determinación, buscando algo, cualquier cosa, que pudiera ofrecer respuestas. Aunque no lo decía en voz alta, sentía cómo la presión en su pecho crecía con cada línea que leía. Cada documento que pasaba entre sus dedos era una prueba irrefutable de que los juegos no eran un evento casual o improvisado; eran el resultado de una planificación fría y calculadora que se extendía mucho más allá de lo que él había imaginado.

Por otro lado, Hyejin caminaba despacio, su linterna trazando círculos de luz que iluminaban estanterías y cajones. Había algo profundamente perturbador en la idea de que todo lo que habían vivido, formaba parte de un sistema tan meticulosamente diseñado. Era como si fueran piezas de un tablero mucho más grande, manipuladas por manos invisibles.

De repente, su linterna captó algo inusual: un cajón ligeramente entreabierto, como si alguien lo hubiera dejado así deliberadamente. Hyejin lo abrió con cautela. Dentro, había una pequeña caja negra adornada con un lazo rosado.

Sin detenerse a pensar, la chica abrió la caja. Dentro, encontró un conjunto de documentos que parecían ser registros. Sus ojos recorrieron las primeras páginas, y al leer las palabras "Lista de Ganadores", sintió cómo un escalofrío le recorría la columna. Rápidamente comenzó a ver nombres y números que no significaban nada para ella... Hasta que uno en particular atrapó su atención.

"El ganador de los juegos del 2015: Jugador 132, Hwang Inho."

El aire pareció desaparecer de la habitación. Hyejin parpadeó varias veces, incapaz de creer lo que estaba leyendo. La sorpresa y la confusión se mezclaban en su mente mientras intentaba entender lo que había leído.

—Junho —Hyejin lo llamó luego de unos segundos, con un tono suave pero firme—. Tienes que venir a ver esto.

El aludido, que estaba examinando otra sección de estanterías, levantó la cabeza al escucharla. La seriedad en la voz de Hyejin lo puso en alerta. Sin decir ni una palabra, se acercó rápidamente a donde ella estaba, el ceño fruncido en anticipación.

—¿Qué encontraste? —preguntó, su respiración ligeramente acelerada.

Hyejin le entregó la hoja que tenía en las manos y señaló un nombre en particular.

—Mira el ganador del 2015.

Junho inclinó la linterna hacia el papel y leyó en voz baja, con las palabras formándose lentamente en su mente: Ganador del 2015: Jugador 132, Hwang Inho.

De inmediato, un grito ahogado escapó de su garganta. Era un sonido entre incredulidad y dolor, como si alguien le hubiera arrebatado el aire de los pulmones. Sus manos temblaron ligeramente al sujetar el papel.

—No... Esto no puede ser.

Antes de que Hyejin pudiera responder, el mayor se dio la vuelta bruscamente y caminó hacia otra sección del archivo, moviéndose con una urgencia casi desesperada. Ella lo siguió de cerca, sin apartar los ojos de él.

—¿Qué haces? —cuestionó, aunque ya sabía la respuesta.

—Voy a buscar la carpeta de los participantes de ese año —respondió el contrario sin detenerse. Su tono era firme, pero había un temblor subyacente que traicionaba su ansiedad. Finalmente, llegó a una estantería etiquetada con los años correspondientes y comenzó a buscar frenéticamente.

Sus manos recorrían los lomos de las carpetas, tirando de una tras otra hasta que finalmente encontró la que buscaba: Participantes 2015. Sin dudarlo, la sacó y la abrió con un movimiento torpe, dejando caer algunas hojas en el proceso. Junho hojeaba las páginas con rapidez, sus ojos escaneando los textos con desesperación.

—Busca el número 132 —Hyejin le indicó, colocándose a su lado.

Junho asintió, su respiración entrecortada. Sus dedos pasaban las hojas una tras otra, cada vez más rápido, hasta que finalmente llegó a la página correspondiente. Y entonces se detuvo.

El tiempo pareció congelarse. En la página estaba la foto de Hwang Inho. Su hermano.

Junho dejó escapar un suspiro tembloroso mientras sus ojos recorrían los detalles. La imagen era más joven, más vibrante de lo que recordaba, pero no había duda: era él. Las palabras impresas junto a la foto describían sus habilidades, sus deudas, su información personal... Y el hecho de que había ganado.

Hyejin observaba en silencio, sin saber qué decir. Quería consolarlo, pero entendía que este era un momento que Junho necesitaba procesar por sí mismo.

—Está vivo... —Junho finalmente habló, su voz rota pero decidida—. Tiene que estar vivo. Si ganó, no pudieron simplemente... —se interrumpió, incapaz de terminar la frase.

—Junho, encontraremos respuestas. Lo prometo —murmuró Hyejin, colocando una de sus manos sobre el hombro del chico—. No estás solo en esto.

Él asintió lentamente, apretando los puños mientras sujetaba la carpeta con fuerza. Sabía que este descubrimiento era solo el principio, pero si había una posibilidad de que su hermano estuviera vivo, no se detendría hasta encontrarlo.

Junho sacó su teléfono del bolsillo con movimientos rápidos pero precisos. Sin decir una palabra, comenzó a recoger los papeles esparcidos en el suelo, ordenándolos en un apuro silencioso.

Hyejin se mantenía alerta, aunque no pudo evitar que su mirada se desviara hacia Junho, quien se inclinaba sobre los documentos, tomando fotografías con una concentración casi obsesiva. Ella sabía lo que pasaba por su mente: La posibilidad de que esas hojas contuvieran algo más sobre su hermano.

De repente, un sonido rompió la atmósfera. Un teléfono comenzó a sonar a lo lejos, su timbre reverberando en el silencio. Ambos se quedaron congelados por un momento, intercambiando una mirada cargada de incertidumbre.

Junho fue el primero en levantarse, asintiendo hacia la dirección del sonido. Hyejin lo siguió de cerca, con la pistola en alto. Subieron las escaleras que habían descendido poco antes, el eco de sus pisadas amplificando el peligro que sentían en el pecho. Cuando llegaron al pasillo, avanzaron unos cuantos pasos hasta detenerse frente a una pequeña mesa. Sobre ella descansaba un teléfono de color verde, vibrando con insistencia.

Junho apretó los labios, evaluando la situación. Estaban a punto de acercarse cuando un pitido metálico los paralizó. Era el sonido de un ascensor llegando a su destino, a escasos metros de donde estaban.

—Mierda —susurró Hyejin.

Antes de que pudieran reaccionar, Junho tomó el liderazgo, sus instintos entrando en acción. Con un rápido movimiento de su mano libre, señaló una puerta negra al final del pasillo. Hyejin asintió, y sin pensarlo dos veces, lo tomó de la mano y lo guió hacia la puerta. Ambos entraron en el estrecho espacio, cerrando con cuidado detrás de ellos. La oscuridad era sofocante, y el único sonido que escuchaban era el de sus respiraciones entrecortadas.

Junho, con la pistola aún en alto, se posicionó frente a la puerta, sus sentidos agudizados. De repente, escucharon pasos. Lentos, deliberados, y cada vez más cercanos. La adrenalina se apoderó de ellos.

Hyejin, al escuchar el ruido, soltó un suspiro nervioso sin darse cuenta, pero fue suficiente para que Junho reaccionara. Giró rápidamente hacia ella y, sin pensarlo, llevó una mano a su boca para silenciarla.

Los ojos de Hyejin se abrieron con sorpresa ante el contacto, su mirada conectando con la de Junho. Estaban tan cerca que podían sentir la respiración del otro, y el espacio reducido amplificaba la tensión entre ellos. Los recuerdos de lo que alguna vez fueron y lo que ahora eran se cruzaron como relámpagos en sus mentes.

Hyejin sintió cómo su corazón se aceleraba, no solo por la amenaza externa, sino también por la proximidad de Junho. Podía sentir el calor de su cuerpo, la firmeza de su mano contra su piel. Pero no era el momento ni el lugar. Ella apartó la vista, tratando de enfocar su mente en los pasos que seguían sonando al otro lado de la puerta.

Junho, consciente de lo que estaba ocurriendo entre ellos, apartó lentamente su mano, pero su mirada permaneció fija en ella un momento más, como si quisiera decir algo que las palabras no podían expresar.

Finalmente, volvió a concentrarse en la situación.

De repente, el sonido cesó, reemplazado por un leve clic que indicaba que el teléfono verde había sido descolgado.

Hyejin contuvo la respiración, sus oídos intentando captar cada palabra que se decía. Una voz grave y firme comenzó a hablar en un idioma que le era completamente ajeno. Era inglés, un idioma que ella no entendía, lo que incrementaba su frustración. Cada palabra parecía formar un muro infranqueable entre ella y la información que buscaban. Sus ojos se desviaron hacia Junho, quien fruncía el ceño mientras escuchaba atentamente. A diferencia de ella, él comprendía cada palabra, pero su expresión no revelaba nada.

Por su parte, Junho intentaba mantenerse sereno mientras trataba de procesar las palabras que llegaban a sus oídos. Aunque no era capaz de captar cada detalle debido a la distancia, podía distinguir fragmentos.

La conversación no duró mucho. Después de unos momentos, la voz grave se apagó, y los pasos resonaron de nuevo, esta vez alejándose. Ambos permanecieron quietos hasta que el silencio volvió a dominar el pasillo. Junho inclinó la cabeza hacia la puerta, asegurándose de que no había más ruido antes de girarse hacia Hyejin. Ella ya estaba en movimiento.

Con cuidado, Hyejin abrió la puerta negra y salió al pasillo, con la pistola todavía en la mano, sus ojos recorriendo el lugar en busca de cualquier señal de peligro. Junho la siguió de cerca, atento a cualquier movimiento sospechoso. Al llegar a la pequeña mesa con el teléfono verde, Hyejin suspiró y guardó su arma.

Tomando el teléfono en sus manos, la chica lo llevó a su oído mientras comenzaba a presionar botones con rapidez, su mente enfocada en intentar marcar algún número de emergencia. Primero intentó con la policía. Nada. Luego con los bomberos. Silencio. Finalmente, probó con emergencias generales, pero el resultado fue el mismo. No había tono, ni señal, ni indicio de que la llamada pudiera salir.

Frustrada, Hyejin dejó escapar un suspiro mientras devolvía el teléfono a su lugar. Su mandíbula estaba tensa, y sus manos temblaban ligeramente por la mezcla de tensión y decepción.

—Las llamadas no salen —dijo finalmente, dirigiéndose a Junho—: Creo que este aparato está diseñado solo para recibir llamadas, no para hacerlas.

Junho asintió, su mirada fija en el objeto como si intentara descifrar algún misterio oculto. Sabía que Hyejin tenía razón; todo en ese lugar estaba diseñado con un propósito específico, y no había espacio para improvisaciones.

—Eso explica por qué lo dejaron en un lugar tan visible —murmuró Junho, más para sí mismo que para ella.

Hyejin lo miró por un momento, percibiendo el torbellino de pensamientos que cruzaban por su mente. Aunque no dijo nada, pudo notar la tensión en sus hombros y la manera en que sus ojos analizaban cada detalle del teléfono.

Finalmente, Hyejin respiró hondo, obligándose a calmarse. No podían quedarse mucho tiempo en un solo lugar. Guardó su frustración en un rincón de su mente y miró a Junho.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó, intentando mantener su voz estable.

El desvió la mirada del teléfono hacia ella, su expresión endurecida por la determinación.

—Dijo que los VIPs iban a llegar —Junho habló de repente, rompiendo el silencio que pesaba en el aire.

Hyejin se giró hacia él, entrecerrando los ojos con curiosidad y cierta inquietud.

—¿Los VIPs? —repitió, ladeando ligeramente la cabeza mientras trataba de recordar si había escuchado ese término antes. Sus pensamientos la llevaron de vuelta a una conversación con su superior. Él los había mencionado, pero de manera tan vaga y escueta que no pudo comprender quiénes eran ni por qué eran importantes.

—Sí, los VIPs... Lo mencionó al final, justo antes de colgar. Dijo que llegarían pronto.

—¿Y quiénes son?

Junho no respondió de inmediato. En su mente, las palabras resonaban una y otra vez, pero no tenían contexto suficiente para aclarar el significado. Solo sabía que ese término no auguraba nada bueno. Finalmente, soltó un suspiro, dejando que sus hombros se relajaran ligeramente mientras miraba a Hyejin.

—No lo sé con certeza —admitió, su tono más serio que antes—. Pero si son importantes como el nombre sugiere, probablemente estén involucrados en todo esto... En los juegos, en las apuestas, en todo este maldito sistema.

Hyejin tragó saliva. La idea de que hubiera personas que se beneficiaran o disfrutaran de aquel horror le revolvía el estómago.

—Entonces ellos son... ¿Los que están detrás de esto? ¿O solo espectadores privilegiados?

—Quizás ambas cosas —respondió el contrario, cruzando los brazos mientras su mente comenzaba a conectar los puntos. Sabía que los juegos no podían sostenerse sin alguien poderoso financiándolos. Los VIPs podían ser parte de la ecuación, aquellos que disfrutaban de la violencia desde una posición de lujo y seguridad.

Un silencio cargado de tensión se extendió entre ellos. Hyejin apretó los labios, sus pensamientos enredándose con cada posibilidad que esa información traía consigo. Una chispa de rabia comenzó a arder en su interior, alimentada por la injusticia que representaban esas personas.

—Esos malditos... —susurró, más para sí misma que para Junho. Luego, lo miró con determinación—. Tenemos que descubrir más. Si los VIPs son clave en todo esto, puede que sean la pieza que necesitamos para desmantelarlo.

—Tienes razón. Pero primero debemos asegurarnos de salir vivos de aquí —dijo, con una leve sonrisa irónica en sus labios.

—Vamos. Aún nos queda mucho por descubrir antes de que lleguen.

Sin más palabras, ambos volvieron a prepararse, sabiendo que cada minuto contaba. Pero ahora había una nueva urgencia en sus movimientos, un propósito más claro que nunca: descubrir la verdad sobre los VIPs y detener el ciclo de horror que ellos representaban.









































































































JES'S NOTE !

HOLAAA, quería empezar este capítulo agradeciéndoles por los 10k de leídos 🩷 me alegra muchísimo saber que les esta gustando la historia !!

yo estoy segura de que junho y hyejin son la típica pareja que se pelea para ver quien protege a quien 👆🏻

la escena en donde están escondidos del frontman me dejo TIESA 🧍🏻‍♀️ me quede con ganas de escribir más, pero no estaban en el momento adecuado 😞

por cierto, ya estoy escribiendo la segunda temporada !! pero quería saber si les gustaría que hyejin se metiera al juego como jugadora, o si prefieren que destruya los juegos desde afuera junto a junho 🙌🏻 los leo.

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