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fifteen. camouflaged among the vips

O15 | CAMOUFLAGED AMONG THE VIPS

Hyejin y Junho caminaban con pasos calculados, sus cuerpos tensos y las miradas alerta. Sin embargo, la tensión no solo provenía del entorno, sino también de las palabras que empezaban a brotar entre ellos.

—Se lo que pasó con tu padre —comenzó Junho, deteniendo su paso—. Se lo que te ha hecho todo este tiempo.

Hyejin sintió como su garganta se secaba mientras parpadeaba con incredulidad. ¿Cómo era que se había enterado? Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, el contrario continuó.

—Lo que no entiendo es por qué no me lo dijiste tú. ¿No confías en mí? —su voz no era fuerte, pero estaba cargada de emociones reprimidas.

Hyejin retrocedió un paso, como si sus palabras la hubieran golpeado físicamente. Frunció el ceño, su orgullo herido manifestándose en la rigidez de su postura.

—No es eso. No es que no confíe en ti, Junho. Simplemente... No quería cargar a nadie más con eso.

—¿Cargarme con qué? —Junho alzó un poco la voz, aunque todavía lo suficientemente bajo como para no atraer atención no deseada. Dio un paso hacia ella, mirándola con intensidad—. Hemos pasado por tanto juntos, Hyejin. No soy un extraño, y tú tampoco eres una carga.

—¡No lo entiendes! —Hyejin apretó los puños, su voz quebrándose mientras lo miraba directamente a los ojos por primera vez—. Esto no es solo sobre ti o sobre mí. Es sobre mi familia, sobre lo que he tenido que soportar sola. No quería que tú...

Se interrumpió, incapaz de continuar, mientras el hombre la observaba con una mezcla de frustración y dolor. Quería entenderla, quería llegar a ella, porque a pesar de todo, aun la amaba.

—No quise excluirte, Junho. Solo pensé que era lo mejor.

—¿Para quién? Porque no fue lo mejor para mí.

—¡No tienes idea de lo que es vivir con esto! —Hyejin alzó la voz, su frustración finalmente desbordándose. Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pero ella apenas las notó—. ¡Tener que cargar con los errores de mi padre, con el peso de todo lo que hizo!

—No estoy pidiéndote que me lo cuentes todo, Hyejin. Solo quiero que confíes en mí. Que no me dejes fuera.

—No es tan simple como crees.

—Nunca dije que fuera simple —replicó él, su voz más calmada pero no menos firme—. Pero tampoco tiene que ser así de difícil.

El silencio cayó entre ellos, pesado y opresivo, como si las palabras no dichas llenaran el espacio a su alrededor. Ambos respiraban con dificultad, sus emociones crudas y expuestas.

Pero antes de que pudieran continuar, un sonido distante los sacó de su enfrentamiento. Voces.

Junho fue el primero en reaccionar, dejando escapar un suspiro pesado mientras pasaba una mano por su cabello en un gesto de frustración.

—Dejemos esto para después —murmuró.

Antes de que Hyejin pudiera responder, Junho tomó su mano con decisión, un gesto que la sorprendió por un breve instante. Su toque era firme, protector, pero también transmitía una necesidad de reconectar con ella, aunque fuera en silencio. La guió hacia otro pasillo, alejándolos de las voces que se acercaban, sus pasos apresurados pero silenciosos.

Hyejin lo siguió sin decir nada. Sentía el calor de su mano en la suya, un recordatorio constante de que, a pesar de todo, Junho estaba allí, dispuesto a protegerla incluso en medio de sus diferencias.











































🦑♥️🚨



































Junho avanzaba un poco más adelante, vigilando con cautela, mientras Hyejin, siempre alerta, sacaba su arma con movimientos rápidos pero controlados.

—Saca tu arma también —le susurró ella, su tono firme pero bajo, apenas un murmullo que se perdía en el aire.

Junho asintió y obedeció, deslizando su pistola de la funda que llevaba al costado. A pesar de la tensión que aún persistía entre ellos después de su discusión, el instinto de supervivencia los unía de una forma que era casi tangible.

—Uno de mis amigos soldados me dijo algo sobre los VIPs —comenzó ella—. Me contó que son atendidos por un grupo especial de camareros. Personas seleccionadas, entrenadas para satisfacer cada capricho sin cuestionar nada.

—¿Y eso cómo nos ayuda? —Junho cuestionó.

—Podemos amenazar a uno de ellos. Quitarles sus uniformes. Si logramos entrar disfrazados, podríamos mezclarnos con ellos, fingir que somos parte del personal.

—Está bien, hagámoslo.

Se posicionaron en un rincón estratégico del pasillo, ocultos parcialmente por la sombra que proyectaba una columna cercana. La espera se tornó eterna, el silencio solo roto por el leve sonido de sus respiraciones entrecortadas.

Finalmente, unos pasos resonaron en la distancia, acercándose lentamente.

Cuando las figuras de un chico y una chica aparecieron al final del pasillo, Hyejin y Junho alzaron sus pistolas al unísono.

—Su turno termino —habló Junho con frialdad.

Los dos jóvenes frente a ellos se detuvieron de golpe, sus ojos abriéndose con sorpresa y miedo al ver las armas apuntándolos. Ninguno de ellos dijo nada, pero sus expresiones hablaban por sí solas: estaban aterrados.

—Si hacen lo que les decimos, no los vamos a lastimar —Hyejin continuó, dando un paso adelante—. Solo estamos aquí para tomar el relevo.

La chica y el chico intercambiaron miradas nerviosas, claramente confundidos, pero aún demasiado impactados para reaccionar. La tensión se sentía en el aire, como si un solo paso en falso pudiera desencadenar el desastre.

La chica dio un pequeño paso hacia atrás, como si estuviera considerando correr, pero Hyejin fue más rápida.

—Ni se te ocurra —advirtió con un tono frio, clavando su mirada en ella.

Junho intervino antes de que las cosas se salieran de control, dirigiendo su atención al chico.

—No queremos problemas, solo cooperen.

El silencio que siguió fue sofocante. Los jóvenes finalmente asintieron con rigidez, sus cuerpos tensos mientras esperaban instrucciones. Hyejin y Junho intercambiaron una breve mirada, un entendimiento silencioso entre ellos.

El primer paso de su plan había funcionado, pero sabían que esto era solo el comienzo de un juego peligroso.

Rápidamente, los camareros comenzaron a caminar por el pasillo, sus pasos resonando en el eco de la incertidumbre. Hyejin y Junho los seguían de cerca, sus armas apuntando con precisión hacia las cabezas de los jóvenes.

—Sigan caminando —ordenó la chica, su voz firme y sin dejar espacio a protestas.

Cuando finalmente llegaron a una puerta al final del pasillo, Hyejin alzó una ceja, intercambiando una mirada breve con Junho. Ninguno de los dos sabía qué había detrás, pero no tenían tiempo para dudar.

—Abran la puerta —Junho pidió con un leve gesto de su arma.

Los camareros obedecieron, empujando la puerta con manos temblorosas. Al cruzar el umbral, los cuatro se encontraron en lo que parecía ser una despensa enorme, con estanterías llenas de cajas y alimentos organizados meticulosamente. El olor a especias y productos frescos llenaba el aire.

—Perfecto —murmuró Hyejin, cerrando la puerta detrás de ellos con un clic decisivo.

Junho fue el primero en romper el silencio, con un tono autoritario que no permitía objeciones.

—Quítense la ropa.

Los camareros se miraron entre sí, indecisos, pero el destello de las armas frente a ellos los hizo reaccionar rápidamente. Lentamente comenzaron a desabrocharse los botones de sus camisas, sus manos temblando visiblemente.

Por su parte, Hyejin no perdió tiempo. Comenzó a quitarse su propia ropa también, consciente de que cada segundo perdido era un riesgo más grande. Junho, que estaba enfocado en los movimientos de los camareros, no pudo evitar notar de reojo cómo Hyejin comenzaba a despojarse de su uniforme y camisa, dejando al descubierto la piel pálida de sus hombros.

Un leve sonrojo subió a las mejillas de Junho, aunque trató de disimularlo volviendo la vista hacia otro lado. A pesar de la tensión del momento, su corazón latía un poco más rápido al verla así, incluso si era en circunstancias tan inusuales.

Apartando esos pensamientos de su mente, el hombre también comenzó a sacarse la ropa.

La camarera, mientras tanto, también parecía distraída. Había dejado de quitarse el uniforme por un momento, y sus ojos se posaron en Junho, observando con la boca abierta el abdomen marcado del joven. Su mirada era demasiado evidente, y Hyejin lo notó de inmediato.

—¿Qué estás mirando? —espetó.

La camarera parpadeó, sorprendida, pero no respondió. Antes de que pudiera decir algo, Hyejin dio un paso adelante.

—Te recomiendo que no pierdas más tiempo. Créeme, no estoy de humor para esto.

Junho, que había estado observando la escena con una mezcla de sorpresa y diversión, dejó escapar una risa baja, casi inaudible. Hyejin lo fulminó con la mirada, pero no dijo nada, centrándose nuevamente en el objetivo.

Cuando los camareros estuvieron finalmente en ropa interior, Junho asintió hacia Hyejin, dando la señal para el siguiente paso. Sin decir palabra, Hyejin se acercó a la chica y, con un movimiento rápido y preciso, la noqueó con un golpe calculado. Junho hizo lo mismo con el chico, asegurándose de que ambos estuvieran inconscientes antes de comenzar a recoger las prendas del suelo.

A pesar de la urgencia del momento, había un extraño aire de intimidad en ese pequeño espacio cerrado, como si el peligro que los rodeaba los obligara a compartir algo más que la tensión de la misión.

Hyejin se centraba en colocarse el uniforme de camarera: una falda negra ajustada que terminaba justo por encima de sus rodillas, combinada con una camisa negra de botones que, aunque elegante, resultaba ligeramente incómoda. Los tacones negros de punta, aunque no eran su calzado favorito, completaban el atuendo.

Junho, por su parte, se estaba abrochando la camisa negra del uniforme masculino. El pantalón de tela negro le quedaba sorprendentemente bien, aunque el cinturón ajustado le resultaba un poco restrictivo. Mientras terminaba de acomodarse, no pudo evitar romper el silencio con un comentario.

—¿Sabes? Esa mirada tuya hace un rato podría haber matado a alguien. Casi sentí pena por la pobre chica —su tono era juguetón, mientras se refería al episodio de celos de Hyejin.

Ella, que en ese momento estaba terminando de colocarse los tacones, levantó la vista y lo miró con una mezcla de diversión y ligera vergüenza. Una risa suave escapó de sus labios, pero no respondió de inmediato, prefiriendo dejar que sus acciones hablaran.

Cuando llegó el turno de la falda, Hyejin se dio cuenta de que el cierre estaba en la parte trasera y, por más que lo intentaba, no lograba alcanzarlo. Frustrada, soltó un leve suspiro y se giró hacia Junho.

—¿Puedes ayudarme con esto?

Junho asintió sin dudarlo, dejando de lado lo que estaba haciendo para acercarse a ella. Mientras lo hacía, su mente no pudo evitar desviarse ligeramente.

Se colocó detrás de ella, levantando delicadamente el borde de la falda para alcanzar el cierre. Sus dedos rozaron accidentalmente la tela de la camisa que ella llevaba puesta, y la calidez que sintió bajo sus yemas lo hizo tensarse por un breve instante. Tragó saliva, tratando de mantener la compostura mientras subía lentamente el cierre, asegurándose de no apretarlo demasiado.

Hyejin, consciente de la cercanía de Junho, sintió un leve escalofrío recorrer su espalda, pero se obligó a mantenerse tranquila. Su respiración era un poco más pausada de lo habitual, y no pudo evitar notar el calor de las manos de Junho trabajando cerca de su piel. Era una sensación extraña, pero al mismo tiempo, había algo tranquilizador en su presencia.

Cuando finalmente terminó, Junho se apartó un poco, devolviéndole su espacio personal.

—Listo —dijo, su voz algo más baja de lo habitual.

Hyejin se giró para mirarlo, un pequeño atisbo de agradecimiento en sus ojos. Su boca se curvó en una ligera sonrisa, pero no dijo nada. No hacía falta. La tensión que había flotado entre ellos por unos segundos parecía disiparse, reemplazada por la urgencia de continuar con el plan.

—¿Sabes? Ese uniforme te queda mejor que el mío.

—No lo sé —la chica bufo, mirándolo de arriba a abajo—. Tal vez yo debería llevar los pantalones.

Ambos rieron suavemente, pero la risa fue breve. La gravedad de su misión los devolvió a la realidad. Hyejin se aseguró de que su atuendo estuviera impecable antes de ajustar la pistola en su cinturón, oculta bajo la falda.

—Es hora.

Junho tomó su teléfono con firmeza mientras ajustaba la cámara para asegurarse de que estaba bien oculta. Sabía que cualquier error podría costarles la vida, pero también sabía que reunir pruebas era crucial. Con cuidado, deslizó el dispositivo dentro de la manga de su camisa, asegurándose de que quedara invisible para cualquier mirada indiscreta.

—¿Listo? —preguntó Hyejin en un susurro apremiante, ajustándose la máscara negra que cubriría su rostro.

Junho asintió, imitando su gesto mientras colocaba la máscara sobre su rostro.

—Recuerda, actúa con calma. No podemos permitirnos ningún error —le advirtió él, su voz apenas un murmullo cargado de seriedad.

Hyejin respiró hondo, asintiendo lentamente. Cada paso contaba, cada movimiento debía ser exacto. Tomaron las bandejas con copas vacías, y Hyejin fue la primera en salir por la puerta. Junho esperó unos minutos antes de seguirla, permitiendo que hubiera suficiente espacio entre ellos para evitar levantar sospechas.

Cuando Hyejin cruzó el umbral, una corriente de aire diferente golpeó su rostro. El ambiente dentro del salón era opresivo, como si el aire mismo estuviera cargado de tensión y decadencia. Sus pasos eran cuidadosos, pero no podía evitar sentir el peso de las miradas a su alrededor, incluso si nadie parecía prestarle atención directa.

Su corazón dio un vuelco cuando vio al líder del grupo, su figura imponente destacándose entre los presentes. Aunque llevaba una máscara, Hyejin podía reconocer esa aura de control absoluto. El miedo comenzó a abrirse camino en su interior, amenazando con consumirla. ¿Y si él la reconocía? ¿Y si esa máscara no era suficiente para ocultarla?

Movió la cabeza, apartando esos pensamientos antes de que pudieran enraizarse. No podía permitirse fallar ahora. No aquí.

Mientras avanzaba, sus ojos comenzaron a explorar el salón, buscando comprender el terreno en el que se movían. El lugar era un choque de opulencia y extravagancia. Las plantas exóticas colgaban del techo y trepaban por las paredes, creando una atmósfera que parecía sacada de un jardín de ensueño. Sin embargo, esa belleza natural se veía opacada por los detalles más inquietantes.

Había personas desnudas, sus cuerpos pintados y decorados para imitar las pieles de animales salvajes. Tigres, cebras, leopardos... Estas personas caminaban entre los invitados, sirviendo con obediencia ciega a los VIPs. Hyejin sintió una mezcla de incomodidad y disgusto al verlos, pero no podía dejar que su expresión la traicionara.

Los sillones donde los VIPs estaban sentados eran igual de exagerados, con patrones de colores brillantes y formas abstractas que parecían competir entre sí por llamar la atención.

Había siete VIPs en total, cada uno con una máscara única que ocultaba su identidad. Las máscaras eran tan elaboradas como inquietantes, representando animales con detalles grotescos y opulentos. Cada una de ellas transmitía poder y lujo, pero también un aire de peligro latente.

Hyejin observó con atención cada movimiento en el salón, intentando ignorar el persistente nudo en su estómago. De repente, uno de los VIPs, sentado en un imponente sillón con una máscara que imitaba a un bufalo, levantó una mano, indicándole que se acercara. Su corazón dio un vuelco, pero mantuvo una compostura impecable mientras se dirigía hacia él, su bandeja perfectamente equilibrada.

Al llegar, se inclinó levemente, permitiéndole al hombre tomar una copa de su bandeja. Sus ojos evitaban cuidadosamente encontrarse con los del VIP, pero no podía ignorar la sensación de su mirada recorriéndola, evaluándola de una manera que la hizo sentirse vulnerable y expuesta.

El hombre le dijo algo en inglés, palabras que ella no entendió. Hyejin forzó una sonrisa, una máscara de cortesía que ocultaba la repulsión que la invadía. Había notado la forma en la que ese hombre la miraba, con ojos que intentaban traspasar la tela de su camisa y su falda ajustada.

Cuando el hombre le devolvió la sonrisa, sus labios torcidos en un gesto que pretendía ser encantador pero que solo lograba ser nauseabundo, Hyejin retrocedió rápidamente. Sintió que la distancia era su única defensa contra el asco que la invadía. Se dirigió hacia una pared cercana, buscando refugio en la relativa calma de ese rincón mientras intentaba recomponerse.

Apenas unos minutos después, un movimiento al frente del salón captó su atención. Un telón, que hasta entonces había permanecido cerrado, comenzó a abrirse lentamente.

Lo que apareció ante ellos era un gran puente de vidrio, suspendido a una altura vertiginosa sobre lo que parecía un circo. Las luces de colores bailaban alrededor, iluminando la estructura de manera casi hipnótica, pero Hyejin no podía apartar la vista de los detalles. Las placas de vidrio del puente reflejaban las luces, creando un espectáculo visual que bordeaba lo irreal.

Un estremecimiento recorrió su cuerpo cuando vio entrar a los jugadores, sus movimientos cautelosos y llenos de miedo. Sus expresiones eran un reflejo del terror que ella misma sentía, aunque se obligaba a ocultarlo tras la máscara.

De repente, la voz femenina que tanto detestaba resonó en el salón, suave pero imponente, llenando cada rincón con su tono autoritario:

Jugadores, bienvenidos al quinto juego. Este juego se llama 'Puente de cristal'.

Las palabras flotaban en el aire, cada una de ellas cargada de un peso que Hyejin podía sentir en su pecho.

Cada peldaño está hecho con dos tipos de vidrio: vidrio templado y vidrio normal. El vidrio templado es lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de dos personas. Sin embargo, el vidrio normal se romperá incluso si tan solo una persona lo pisa.

—Jugadores, deben adivinar cuál de los dos peldaños está hecho de vidrio templado. Solo deben cruzar 18 pares de peldaños para llegar al otro lado de forma segura.

Hyejin sintió cómo un sudor frío corría por su espalda. Su mirada se deslizó hacia los jugadores, que ahora estaban alineados frente al puente. Sus rostros estaban pálidos, sus cuerpos tensos como cuerdas a punto de romperse. Podía sentir su miedo como si fuera propio, un recordatorio constante de la crueldad de ese lugar.

El espectáculo frente a ella era grotesco, una parodia de entretenimiento diseñada para satisfacer a los VIPs.

La atención de Hyejin se desvió de manera abrupta cuando un grito resonó por encima del murmullo general del salón.

—¡Lo mantendré a mi lado! ¿Alguna objeción?

El tono autoritario del VIP hizo que el ambiente, ya tenso, se sintiera aún más pesado. Hyejin levantó la mirada rápidamente, y lo que vio hizo que se le helara la sangre. A unos metros de distancia, uno de los VIPs sostenía con firmeza el rostro de Junho, apretándole la mandíbula con una mezcla de posesividad y desdén. Sin darle opción a protestar, lo empujó hacia un asiento junto a él, forzándolo a permanecer a su lado como si fuera un objeto que había reclamado.

Hyejin sintió un nudo en el estómago. Quería hacer algo, cualquier cosa, pero sus pies parecían clavados al suelo. Junho estaba allí, atrapado, y ella sabía que cualquier movimiento impulsivo podría ponerlos en un peligro aún mayor. Trató de desviar la mirada, de calmarse y mantener la compostura, pero entonces escuchó aquella voz.

El VIP con el que había tenido que interactuar antes la llamaba de nuevo. Con los músculos tensos y una sonrisa fingida en el rostro, se acercó a su mesa.

Al llegar, el hombre con la máscara del búfalo no perdió el tiempo. Aprovechando su proximidad, sujetó su muñeca con una firmeza que hacía imposible soltarse sin llamar la atención.

—Ven aquí —ordenó con una sonrisa torcida, y antes de que Hyejin pudiera reaccionar, él la jaló con fuerza, obligándola a sentarse en su regazo.

El aire pareció desaparecer de sus pulmones. Su cuerpo se quedó rígido, como si la hubiera paralizado el contacto. La incomodidad y el miedo la invadieron, pero sabía que no podía permitirse estallar.

El VIP, evidentemente disfrutando de su posición de poder, comenzó a hablarle. Al principio, sus palabras eran un murmullo incomprensible, el inglés con el que ella no se manejaba. Sin embargo, al ver la confusión en su rostro, el hombre inclinó la cabeza y soltó una carcajada ligera.

—Oh, ¿no hablas inglés? —preguntó, cambiando al coreano con facilidad—. Pensé que todos ustedes debían hablarlo. Pero bueno, puedo perdonártelo... Porque eres hermosa.

La palabra "hermosa" salió de su boca con una familiaridad que la hizo sentir sucia. Su sonrisa, llena de superioridad, se amplió mientras hablaba, y antes de que Hyejin pudiera procesar lo que estaba ocurriendo, una de sus manos se deslizó hacia su pierna.

El contacto la hizo tensarse aún más. La mano del hombre descansaba peligrosamente cerca de su entrepierna, y aunque todo su ser gritaba que se apartara, sabía que cualquier reacción impulsiva podría ponerlos en riesgo.

Intentando mantener la compostura, Hyejin permitió que una sonrisa pequeña y vacía cruzara su rostro, una que no llegaba a sus ojos.

—Gracias —murmuró en coreano, apenas audible, con un tono que esperaba sonar sumiso y desinteresado.

El VIP rió suavemente, convencido de que tenía el control. Mientras él hablaba, alardeando de su poder y riqueza, Hyejin mantuvo la vista baja, sus pensamientos girando como un huracán. Cada segundo que pasaba se sentía eterno, y lo único que deseaba era liberarse de esa situación humillante sin atraer sospechas.

—¿Sabes? Si me dejaras conocerte, podría cambiar tu vida por completo, muñeca.

La mano del VIP comenzó a moverse, sus dedos trazando un camino lento y deliberado sobre la tela de su falda, y Hyejin sintió que su corazón se aceleraba.

Desde su posición, Junho observaba cada detalle con una tensión casi insoportable. A pesar de que estado sentado junto a uno de los VIPs, sus ojos seguían a Hyejin como un halcón, mientras ella intentaba mantener la compostura en medio de la situación en la que se encontraban. Al principio, trató de calmarse, recordándose a sí mismo la importancia de mantener su fachada como camarero. Era crucial no llamar la atención. Sin embargo, cuando vio al VIP sujetar a Hyejin de forma inapropiada, algo en él se quebró.

La rabia subió como un fuego ardiente en su pecho, amenazando con consumir su juicio. Junho apretó los puños con tanta fuerza que las uñas se clavaron en sus palmas, pero no sintió el dolor. Sus ojos se oscurecieron, llenos de una furia que solo crecía al ver la vulnerabilidad en la expresión de Hyejin, una expresión que trataba de ocultar bajo una sonrisa tensa.

No podía quedarse quieto. Sin pensarlo demasiado, y sin impórtale la misión, se levantó de forma abrupta. Este movimiento atrajo algunas miradas fugaces de los asistentes cercanos, pero él no se detuvo.

Junho no se dirigió directamente hacia el VIP que estaba con Hyejin; sabía que cualquier confrontación abierta sería peligrosa, tanto para ella como para él. En lugar de eso, se acercó con paso firme hacia una camarera cercana, su mente trabajando rápidamente para encontrar una solución que no comprometiera su cobertura.

—El VIP de aquella mesa ha pedido más servicio. Ve ahora —dijo en un tono bajo pero seguro, pronunciando las palabras en inglés con una confianza que no admitía cuestionamientos.

La camarera lo miró con una mezcla de confusión y duda. Sin embargo, su semblante autoritario y la urgencia en su voz parecieron convencerla.

—Entendido —respondió ella, y sin hacer más preguntas, se dirigió hacia la mesa indicada.

Junho observó desde la distancia cómo la camarera interrumpía al VIP, inclinándose con cortesía para ofrecer su atención. Por un breve momento, creyó que había logrado desviar la situación. Sin embargo, la reacción del VIP fue todo lo contrario a lo que esperaba.

El hombre, claramente frustrado, soltó un grito que resonó en el salón:

—¡¿Quién diablos te dijo que te acercaras?! ¡No vuelvas a interrumpirme!

La camarera, visiblemente intimidada, retrocedió rápidamente, ofreciendo disculpas apresuradas antes de retirarse casi corriendo. La furia del VIP era palpable, pero lo que ocurrió después hizo que el corazón de Junho se detuviera por un instante.

El hombre giró su atención nuevamente hacia Hyejin, con una sonrisa que no era más que una máscara para su perversidad.

—Deberíamos ir a un lugar más privado —le dijo, su tono lleno de insinuación—. Estoy seguro de que podrías ayudarme a deshacerme de esta frustración.

Las palabras golpearon a Hyejin como un puñetazo. Cada fibra de su ser se tenso, queriendo reaccionar, gritar, golpearlo, hacer cualquier cosa para borrar esa sonrisa de su rostro. Pero no podía. No aquí. No ahora.

Junho observó desde la distancia, sus manos temblando de puro enojo. Sabía exactamente lo que significaban esas palabras. Ver la forma en que Hyejin intentaba mantenerse erguida, cómo luchaba contra la marea de humillación y miedo, lo llenó de una furia que nunca había sentido antes. No iba a permitir que aquel hombre la tocara.

Hyejin, por su parte, tragó saliva y forzó una sonrisa vacía, tratando de ganar tiempo.

—Señor, tengo otras mesas que atender —dijo en coreano, su voz apenas audible, pero cargada de una tensión que no podía ocultar.

—No me importa —el hombre con mascara de búfalo la interrumpió—. Ahora eres mía.

El VIP se levantó con una sonrisa triunfante, alzando la mano para tomar a Hyejin con un gesto brusco y autoritario. Ella no tuvo más remedio que seguirlo mientras sus pensamientos comenzaban a girar en busca de una salida. Su mente trabajaba a toda velocidad, tratando de idear un plan que la alejara de él sin desatar una escena que pudiera ponerla en peligro.

—¡Voy a divertirme en otro lado! —gritó el VIP, alzando la voz lo suficiente como para que todos los presentes lo escucharan.

Las risas no tardaron en llenar el salón. Los otros VIP, cómodos en sus asientos, intercambiaron miradas cómplices mientras aplaudían y lanzaban comentarios llenos de malicia, felicitándolo como si acabara de ganar un premio. Hyejin apretó los dientes, cada risa resonando en su cabeza como un recordatorio de lo poco que importaba su humanidad en ese lugar.

Desde su posición, Junho observaba cada detalle, su atención completamente fija en Hyejin mientras la figura de ella desaparecía por uno de los pasillos junto al hombre. Una sensación de alarma se apoderó de él, su corazón latiendo con fuerza mientras las posibilidades más oscuras cruzaban por su mente.

Fue entonces cuando sus ojos se detuvieron en el VIP sentado a su lado, el mismo que durante toda la noche había lanzado miradas insinuantes y se había mostrado claramente interesado en él.

Con una sonrisa calculada, se inclinó ligeramente hacia el hombre, asegurándose de captar toda su atención.

—¿Qué le parece si también nos divertimos? —susurró en un inglés claro, su tono lo suficientemente sugerente como para garantizar que el VIP captara la insinuación.

El hombre lo miró sorprendido por un momento, pero luego una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro.

—¿Un lugar más privado? Me gusta cómo piensas —respondió, riendo con una mezcla de arrogancia y deseo.

Junho sintió cómo la mano del VIP apretaba la suya con más fuerza, un contacto que lo hacía querer apartarse de inmediato, pero que soportó con la misma fachada imperturbable que llevaba toda la noche. Los otros VIP, al percatarse de la interacción, rompieron en carcajadas.

—¡Parece que esta noche va a ser interesante! —exclamó uno de ellos, levantando su copa como si brindara por el desenlace.

Junho apenas les prestó atención. Su mente estaba completamente enfocada en Hyejin y en encontrarla antes de que fuera demasiado tarde. Mientras el VIP lo conducía hacia otro pasillo, él evaluaba las posibilidades.

El pasillo estaba en penumbra, iluminado solo por las tenues luces que delineaban el suelo. Cada paso que daban lo acercaba más al momento en que tendría que improvisar algo para salir de esa situación, pero por ahora, sabía que necesitaba mantener al VIP distraído.

—¿Siempre eres así de directo? —preguntó el hombre, con una sonrisa que pretendía ser encantadora.

—Solo cuando encuentro a alguien interesante —respondió Junho, ajustando su tono para sonar convincente.

El chico avanzaba a paso firme, su mente trabajaba a la velocidad de la luz mientras su cuerpo reaccionaba por instinto. El VIP que lo había seguido por el pasillo parecía más que dispuesto a llevar la situación por el camino que él había propuesto, pero Junho ya tenía otros planes.

Cuando llegaron a la habitación, el VIP lo empujó con brusquedad hacia el sillón, forzándolo a sentarse. El VIP, con una sonrisa insolente, dio un paso hacia él y le arrancó la máscara de la cara. Junho levantó la mirada, sin prisa, pero con determinación.

—Esa no es la clase de rostro que debería ocultar tras una máscara —habló el VIP, acariciando su mandíbula con lentitud. Su respiración agitada le dejaba en claro que el hombre lo deseaba.

Junho, sin mostrar emoción alguna, sonrió, pero no era una sonrisa de sumisión. Era una sonrisa controlada, casi como si hubiera anticipado ese momento. Antes de que el hombre pudiera reaccionar, el joven le lanzó un golpe directo, certero, que lo dejó inconsciente de inmediato. La caída del VIP fue pesada, y el sonido de su cuerpo golpeando el suelo resonó en la habitación vacía.

Con rapidez, Junho se agachó, sacando la máscara de su rostro con la misma calma calculada que lo había caracterizado siempre. Luego, sin pensarlo demasiado, tomó una fotografía del hombre tendido en el suelo. La imagen sería útil más tarde, si es que lograba salir de allí con vida.

Con el corazón acelerado, Junho se levantó rápidamente, sin perder tiempo. Tenía una misión más importante ahora: encontrar a Hyejin. Sabía que no podía dejarla sola ni un minuto más en ese lugar, y que cada segundo que pasaba podría ser crucial. Sin mirar atrás, salió de la habitación con determinación, decidido a rescatarla de esa pesadilla.

Mientras tanto, en otra parte del edificio, Hyejin se encontraba en una habitación separada, acompañada por el VIP que la había arrastrado hasta allí. El hombre, aún confiado en su poder sobre ella, se acercó con paso firme, mirando a la chica como si estuviera listo para obtener todo lo que quería.

—Quítate la máscara —ordenó el VIP, con una sonrisa que mostraba claramente sus intenciones. Su tono era casi imperativo, pero había algo en su voz que también denotaba una burla, como si él creyera que ella no tendría otra opción que obedecer.

Aunque sentía asco al estar tan cerca de él, no podía mostrar debilidad. Su mente estaba acelerada, pensando en cada posible escenario. Cada parte de su cuerpo le gritaba que debía hacer algo para escapar, pero no podía actuar sin un plan.

Finalmente, después de un largo silencio que pareció eterno, Hyejin se sacó la máscara con gesto firme. El hombre, al verla sin su rostro oculto, no pudo evitar sonreír aún más, acercándose peligrosamente a ella.

Él levantó una mano y, pasó uno de sus dedos por sus labios. Era un movimiento lento, calculado, como si esperara que ella cediera a sus deseos. Hyejin sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo, pero mantuvo la calma.

—Pareces una muñeca...

—Si quieres ver lo demás, vas a tener que ser más obediente —Hyejin habló, con una firmeza que no solo era un desafío, sino también una estrategia.

El VIP, momentáneamente sorprendido por la respuesta, soltó una carcajada, como si hubiera encontrado algo divertido en su actitud desafiante.

—Eres interesante, ¿sabías? —dijo con una risa cruel, antes de asentar con la cabeza—. Muy bien, seré obediente, pero tú también lo serás. Vamos a ver qué más tienes bajo ese uniforme, ¿verdad?

Hyejin contuvo una mueca de asco mientras él se acercaba aún más, pero no permitió que su incomodidad se mostrara en su rostro. Tenía que mantener el control. Sabía que, si cedía, todo estaría perdido.

De repente, el VIP se deslizó hacia atrás, tomando una posición más desafiante, abriéndose la bata con un gesto lento, casi provocador. Hyejin sintió una oleada de repulsión recorrer su cuerpo, pero no dejó que su rostro mostrara nada más que calma. La presión en su pecho aumentaba, pero su mente se mantenía despejada. Sabía lo que tenía que hacer.

Con destreza, se arrodilló ante él. El hombre parecía tan seguro de sí mismo, pero Hyejin no podía permitirse sucumbir a la desesperación. Al contrario, su mente maquinaba cada movimiento. Con una precisión silenciosa, sus dedos se deslizaron hacia su cintura, donde la pistola estaba escondida, firmemente sujeta. El frío metal del arma era reconfortante en sus manos, y sin hacer ruido, la extrajo cuidadosamente, colocándola estratégicamente detrás de ella.

—Si logras satisfacerme en cinco minutos —jadeó con una voz profunda y lenta—. Cambiaré tu vida para siempre.

Cuando aquellas palabras salieron de su boca, el hombre comenzó a empujar la cabeza de Hyejin hacia su regazo. Hyejin tomó una respiración profunda, preparándose para lo que se avecinaba. Era ahora o nunca. Su mente ya había ideado un plan, y sabía que cualquier error podría ser fatal.

De repente, la puerta se abrió de golpe, interrumpiendo el silencioso horror que se estaba apoderando de la habitación. Hyejin apenas pudo reaccionar, su cuerpo se tensó en un reflejo de sorpresa al ver quién estaba allí. Junho.

El hombre no dudó ni un segundo. Rápidamente, sacó su propia pistola y la apuntó directamente al VIP, sin mostrar la menor vacilación. El contrario, sorprendido, se detuvo en seco.

Junho se acercó a ella, su paso seguro, y sin apartar su mirada del hombre que había amenazado con romperla, la ayudo a colocarse de pie, colocándola detrás de el con agilidad.

Con la pistola aún apuntando al VIP, Junho se giró hacia él, su mirada fija, decidida. La atmósfera se sentía pesada, cargada de una tensión palpable que podría cortarse con un cuchillo.

—Si logras satisfacerme en cinco minutos —repitió Junho—. Tal vez te deje vivir.

Las palabras fueron como un golpe directo al ego del VIP, y su expresión se transformó. La arrogancia que lo había caracterizado comenzaba a desmoronarse, reemplazada por una mezcla de incredulidad y miedo.

Hyejin, aprovechando un breve momento de confusión, se había levantado con rapidez y, con una agilidad que el hombre no había anticipado, le había dado un golpe certero en la mandíbula. El VIP tambaleó hacia atrás, cayendo sobre el sofá, atónito ante lo que acababa de suceder.

Hyejin no perdió tiempo. Con su estilo característico, se levantó rápidamente, colocó la pistola a un costado de él y le arrancó la máscara que tanto había querido ocultar.

—Junho —la chica se quejó, su voz con un toque de ironía—. Arruinaste mi momento.

El aludido, al verla tan indignada y claramente irritada, no pudo evitar soltar una risa baja, una risa que resonó por toda la habitación como un eco sarcástico.

—Arruiné tu momento, ¿eh? Lo siento mucho. ¿Debería haberte dejado hacer todo el trabajo? —dijo, su tono ligeramente burlón.

Hyejin lo miró de reojo, pero no pudo evitar soltar una pequeña risa. A pesar de la situación en la que se encontraban, no había forma de que dejara que la situación fuera demasiado tensa cuando Junho estaba a su lado.

El mayor, tras su momento de diversión, dejó de sonreír y adoptó una postura más seria. Su rostro pasó de la ligereza a la frialdad, su actitud transformándose en algo completamente distinto. Con un movimiento rápido, sacó su celular, que parecía estar listo para capturar algo crucial. Apuntó la cámara hacia el VIP, que se encontraba aún en el suelo, su mirada ahora llena de temor. Sin titubear, Junho comenzó a grabar al hombre.

—Dime todo lo que sabes sobre los juegos.








































































































JES'S NOTE !

amo las pequeñas 'discusiones' que hyejin y junho tienen, son como peleas de señores casados 🥰 pero siempre me los interrumpen y nunca llegan a hablar tranquilamente del tema, así que espero que cuando salga ( si es que salen jiji ) puedan hablar las cosas cómodamente 🙌🏻

ALSOOOOO, soy adicta a crear escenas con momentos de tensión en momentos inadecuados 🙈 sorry not sorry.

en la serie, la escena en donde junho está con el vip, fue demasiado incomoda de mirar 😭 si yo hubiera estado en su lugar, le habría vomitado encima a ese cerdo.

GRACIAS POR LEERME <3

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