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Capítulo VI

Advertencias: Omegaverse, BinWoo, otras parejas secundarias, historia cliché y drama.

Moonbin arrugó los labios cuando la alarma del móvil sonó, y se revolvió en la cama, apagando su celular antes de suspirar.

Sus ganas de ir a trabajar eran inexistentes, y se sintió peor cuando de pronto Dongmin lo abrazó por la cintura, acurrucándose a su lado y dándole un pequeño beso en el cuello. Moonbin lo miró, chocando con sus ojos castaños y sonriéndole al notarlo amodorrado, aunque con una ligera sonrisa.

Era la primera noche que Dongmin pasaba a su lado como su pareja, durmiendo en su cama, luego de mudarse definitivamente. Y la sensación era más que perfecta: era única.

—¿Tienes que ir a trabajar?— murmuró Dongmin, antes de darle un pequeño beso.

—Sí —susurró Moonbin, revolviéndole el cabello.

—No... —Dongmin escondió su rostro en su pecho, como un niño pequeño.— Quédate conmigo y sigue durmiendo. Eres muy cómodo.

Moonbin soltó una pequeña risa ronca, negando con la cabeza, para después mirar el techo pensando en lo bien que se sentía Dongmin en sus brazos. En lo cómodo que era tenerlo así, protegido totalmente, sin nadie que pudiera hacerle daño.

—Mi amor... —murmuró Moonbin, frotando su mejilla contra el cabello de Dongmin.

—Bueno, está bien, me levantaré e iré a prepararte el desayuno...

—Dongminie —se miraron a los ojos, y Moonbin le besó en los labios con lentitud, llenándose con ese simple gesto—, puedes quedarte durmiendo, ¿sabes? No es necesario que te levantes conmigo a esta hora.

—Pero...

—Nada de peros —le dio otro beso, sonriendo de lado.— He vivido solo desde los dieciocho años, Dongminie, sé preparar un desayuno.

Sin un poco de convicción, Dongmin asintió y lo abrazó, besándole la mejilla de paso.

—Te quiero, alfa gruñón —le dijo cariñosamente.

—Yo también, bebé —Moonbin se quitó las mantas de encima, revolviéndole el cabello.— Iremos a cenar fuera, ¿te parece? Para celebrar tu llegada a casa.

—Eres demasiado lindo conmigo — Dongmin sonrió, dejando que Moonbin lo arrebujara entre las sábanas.— Siento que no... que no merezco esto de ti.

Moonbin le pellizcó las mejillas, sin soltarlo un poco, antes de besarle la punta de la nariz.

—Te mereces esto y más —Dongmin sonrió tímidamente.— Ahora duerme, te llamaré durante el día, ¿bien?

—Está bien — Dongmin se acurrucó entre las sábanas, sin dejar de mirarlo.— Te quiero, Moonbin.

Moonbin le respondió con un beso, yendo después al baño.

Minutos después, salió de la ducha, notando que Dongmin se quedó dormido, y se quedó unos minutos admirándolo. Notó su suave perfil perfecto, su desordenado cabello castaño, sus pequeñas ojeras bajo sus ojos, su labio inferior sobresaliendo en un puchero inconsciente, los pequeños resoplidos que soltaba.

Dios, Dongmin era hermoso. Era el omega más hermoso que vio alguna vez en su vida, y se sentía demasiado afortunado de haber sido elegido como su alfa.

Quería tenerlo siempre en sus brazos, riendo, siendo el único lugar al que Dongmin iba a mirar siempre.

Se inclinó, dándole un beso en la frente.

—Voy a protegerte de todo, lo prometo —le susurró, antes de marcharse del cuarto.

Sanha estaba un poco estresado, por decir lo mínimo.

Como era verano, Youngho y Doyoung estaban de vacaciones, por lo que los tenía en la casa con la misión de cuidarlos y evitar así que hicieran un desastre, lo que no estaba pasando en ese momento.

Sanha siempre quiso hijos, pero gracias a esos dos demonios, estaba replanteándose el hablar con Minhyuk para devolverlos.

—¡Ustedes dos, pequeños diablos, bájense del sillón y vean la maldita película en paz si no quieren que les pegue con la varilla!— gritó entrando al comedor, viéndolos pelear con los cojines de los sillones, de pie sobre ellos, chillando mientras una de las tontas películas de Iron Man se reproducía en la televisión.

—¡Papá, Youngho fue el que comenzó!— gritó Doyoung, obedeciendo.

—¡Eso es mentira, tú comenzaste! —negó Youngho, pegándole a Doyoung con el cojín sobre la cabeza.

—¡¿Quieren la varilla o no?!— les espetó, levantando la varilla que guardaba en la cocina.

Los dos pusieron cara de espanto y se sentaron sobre el sofá rápidamente.

Sanha dejó salir una maldición baja, entrando a la cocina para seguir preparando el almuerzo y suspirando cuando escuchó la discusión que sus dos hijos comenzaron otra vez.

Sus bebés podían estresarlo un montón, pero de todas formas, jamás le diría a su esposo que los devolvieran al orfanato de donde los adoptaron tres años atrás, cuando eran sólo unos niños de dos años. Según lo que le había contado la directora del lugar, la madre beta de Doyoung murió en el parto y el padre no se quiso hacer cargo, y a Youngho  lo abandonaron en la entrada del lugar cuando tenía cinco meses. Ambos niños crecieron juntos, y cuando Sanha y Minhyuk fueron y los vieron jugando solos, coloreando un dibujo como si fueran hermanos... no pudieron resistirse un poco.

Aunque ahora Sanha estuviera estresado y con ganas de matarlos.

—Papi —Youngho entró a la cocina, seguido de Doyoung, y lo miró con expresión inocente—, ¿podemos ir a jugar en la tarde con Taeyongie? —preguntó el niño sonriendo.

—No — contestó firme.

—¿Por qué? —Doyoung puso un puchero, cruzándose de brazos.— Queremos jugar con Taeyongie, huele muy rico.

—Porque si lo siguen asfixiando de esa forma, el pobre bebé va a morir —les dijo, sin una gota de suavidad.

Los ojos de Doyoung se abrieron por el shock, en tanto Youngho entreabría los labios de forma atónita, sin decir nada.

Sanha se arrepintió cuando ambos hermanitos se miraron y sus ojos se llenaron de lágrimas.

—¡Vamos a matar a Taeyongie! —gritaron al mismo tiempo, antes de abrazarse y romper a llorar.

Si la situación no hubiera sido tan tonta, de seguro Sanha se habría permitido reír.

No podía creer que sus hijos fueran tan idiotas.

—Mis amores, tranquilos, era una broma —les dijo, poniéndose de cuclillas para abrazarlos.— Pero piensen que el tío Dongminie acaba de mudarse, debe estar cansado, y Taeyong igual. Mañana iremos a jugar con él, ¿está bien? —los niños asintieron, todavía medio llorosos.— Ahora vayan a ver televisión, papá está cocinando y ustedes no quieren que la varilla les llegue a sus traseritos, ¿cierto?

Los niños se fueron corriendo de la cocina.

Sanha siguió preparando el almuerzo, que ese día consistiría en bibimbap y kimchi, cuando tocaron al timbre de la casa. Exasperado por ser interrumpido por quinta vez en el día, bajó la intensidad del horno, yendo a la puerta para gritarle a quien fuera que lo estuviera molestando. Se encontró con una chica omega.

Parpadeó, suavizando su expresión, y le sonrió amablemente mientras la chica frente a él se quitaba los lentes de sol con una expresión inocente. Debía tener más o menos su edad, según lo que podía identificar.

—Disculpe, ¿aquí vive el señor Yoon Sanha?— preguntó la chica.

—Soy yo, ¿con quién tengo el placer? — respondió Sanha.

—Buenas tardes, soy Lee Hyewon, asistente de la directora de empresas Moon — saludó la omega, extendiendo una mano, sin dejar de sonreír.

Sanha le tomó la mano para saludarla, aunque frunció el ceño en señal de confusión.

—¿Está buscando a Moonbin? Él vive en la casa de al lado, pero ahora debe estar trabajando...— comentó Sanha, sin querer mostrar un poco la desconfianza que estaba empezando a sentir.

—Oh, no, no, vengo a hablar con usted — dijo Hyewon, sin borrar esa sonrisa que tenía en su rostro.

—Ah... —Sanha miró hacia el interior de la casa, suspirando.— Bueno, ¿quiere pasar? Estoy un poco ocupado, pero si me espera...

—No tengo ningún problema.

Sanha se hizo a un lado, dejando que la omega entrara a la casa, para luego señalarle el comedor, donde Youngho y Doyoung miraban la película mientras jugaban con unos autitos de carrera.

—Ellos son mis hijos, el dientón es Doyoung y el raro es Youngho —presentó Sanha.

Los dos niños miraron a su padre de forma grosera, enfurruñados por la forma en la que los presentó ante la omega desconocida. Incluso Hyewon no sabía cómo reaccionar ante ello, pero a Sanha realmente no le importaba.

—¿Adoptados? —preguntó amablemente Hyewon, sentándose en el sofá.

—Sí, están con nosotros desde los dos años — Sanha caminó a la cocina —¿Un vaso de agua?

—Si no es mucha la molestia.

Sí lo es, pensó Sanha un poco enfurruñado, revisando la olla y el horno donde estaba cocinando para verificar que todo estuviera bien. Una vez listo, le llevó el vaso con agua a Hyewon, sentándose frente a ella para que comenzara a hablar.

Hyewon se tomó su tiempo, observando la casa hogareña, a los pequeños niños que volvieron a jugar sin prestarles un poco de atención.

—Señor Yoon, tengo entendido que usted tiene un título en cocina internacional —le dijo Hyewon, entrando inmediatamente en su papel de mujer de negocios.

—Oh, sí...— contestó un poco vacilante —. No he podido ejercer mi título, porque luego me casé con mi esposo y al poco tiempo adoptamos a Younghonie y Doyoungie, así que los he estado cuidando yo. No me gustan... mucho las niñeras.

Además, cuando lo plantearon y Sanha quiso salir a buscar trabajo, Youngho y Doyoung se asustaron un montón, porque temían volver a ser abandonados otra vez. Ambos podían portarse mal y ser unos demonios, pero cuando se trataba de tener el amor de Sanha y Minhyuk, cuando se trataba de ser mimados por ellos... podían portarse mejor que nadie.

—Claro, es comprensible — señaló Hyewon, asintiendo—. En realidad, vengo a... a hablarle de un negocio que quizás le pueda interesar un poco.

Sanha la miró, diciéndole con eso que continuara.

—Empresas Moon se especializan en el área del intercambio de productos comestibles con el resto de los países — dijo Hyewon tranquilamente —, pero también posee una pequeña línea de restaurantes exclusivos en algunas zonas de Corea. Acá, en Seúl, el único restaurante de esta cadena es...

—... Pierre Gagnaire a Seoul — terminó de decir Sanha, con una expresión de sorpresa en su rostro.

—Exacto —Hyewon le miró con falsa dulzura—. Hace unos días se despidió al último chef del restaurante debido a su incompetencia, por lo que estamos buscando a una nueva persona que se haga cargo del lugar.

Sanha tragó saliva, sintiendo su boca seca de forma repentina.

Los ojos de Hyewon eran astutos.

—Queríamos ofrecerle ese puesto a usted, señor Yoon.

Cuando Sanha estudiaba en la universidad, todos sus compañeros soñaban algún día con ser el chef del restaurante de la cadena de empresas Moon, debido al prestigio y honor que se podía alcanzar sólo con ese puesto. A dicho restaurante iban las personas más exclusivas e importantes a comer, sirviéndose sólo los mejores platillos de comida coreana y francesa, ganando una fortuna increíble cada día que estaba abierto.

Y ahora se lo estaban ofreciendo a él.

—Debo hacerme cargo de mis hijos —dijo en voz baja.

Youngho y Doyoung levantaron la vista al mismo tiempo, poniéndose de pie para correr a los brazos de su papi. Sanha, de forma suave, sentó a los niños en cada pierna, atrayéndolos a su cuerpo para sostenerse de algo en ese momento.

— Claro —Hyewon le sonrió a los niños, pero los menores no le devolvieron la sonrisa.— Vamos a ser muy flexibles con sus permisos para salir y tomarse días, si usted lo requiere. Tendrá total libertad para administrar su tiempo, no lo andaremos sobreexplotando, así que no se preocupe por eso, no deberá descuidar a su hermosa familia por este trabajo.

Sanha sintió como perdía el color de su cara ante lo que estaba diciendo la omega frente a él, sin saber cómo reaccionar por ello. Prácticamente, le estaban dando su trabajo soñado con un sueldo enorme que recibiría y total libertad para hacer lo que quisiera.

Sin embargo, Sanha era inteligente: esas cosas no eran gratis.

—¿Por qué yo? —preguntó con suavidad.

Una sonrisa tensa tiró de los labios de Hyewon.

—No eres sólo un buen chef según lo que tengo entendido, Sanha, sino que también tienes... algo de lo que me gustaría que te hicieras cargo — Hyewon se inclinó un poco—. Necesito que separes a Moon Bin de Lee Dongmin.

Si hubiera estado bebiendo algo, Sanha de seguro lo habría escupido sobre el bonito rostro de la omega frente a él debido a sus palabras.

En cambio, sólo abrió la boca en señal de incredulidad.

—Yo no...

—Sé que eres amigo de Dongmin —continuó Hyewon, interrumpiéndolo—, y sé que quieres lo mejor para él y su... su bebé. Debes saber entonces que lo mejor para tu amigo es alejarse de Moon Bin en este instante.

Sanha cerró su boca, sintiendo como la mujer frente a él se convertía en nada más que una víbora para lograr lo que sea que buscara.

Recordó, también, las últimas conversaciones que había mantenido con Dongmin, y el pedido que le hizo.

—¿Por qué tendrían que separarse? — preguntó amablemente Sanha—. Si Moonbin es el padre de Taeyong, ¿no es bueno que Moonbin haya encontrado otra vez a su omega?— Sanha se puso de pie, dejando en el suelo a Youngho y Doyoung — Bebés, ¿por qué no van a jugar a su pieza un ratito? Los llamaré cuando el almuerzo esté listo.

Los niños obedecieron con rapidez, subiendo la escalera y desapareciendo.

Cuando quedaron a solas, Sanha borró su sonrisa.

—Debo entender, entonces —dijo Hyewon lentamente — ¿qué estás rechazando la oferta de la familia Moon?

Sanha hizo una mueca.

—Si mis amigos son felices, yo no soy quién para meterme en eso — respondió con frialdad.

Hyewon se puso de pie, poniendo una expresión de furia en su rostro.

—¿Prefieres que tu amigo sufra por lo que le haremos más adelante? —la omega dio un paso.— Considéralo, Sanha: si no intervienes tú, intervendremos nosotros, y tu amigo terminará muerto junto a su bebé.

—Fuera de mi casa— espetó Sanha, tratando de mantener la compostura, a pesar de que quería darle un golpe a la omega frente a él.

—Dejaré mi tarjeta por si cambias de opinión— gruñó Hyewon, dejando un papelito sobre la mesa del comedor—. Llámame cuando decidas hacer lo correcto para tu amigo y para tu familia.

Sin decir otra cosa, Hyewon se giró y camino hacia la puerta, saliendo tan rápido como pudo, Sanha, todavía enojado, fue a los pies de la escalera.

—¡Honie, Doyoungie, les doy permiso para usar una bombita de agua si es con la omega de afuera!

Escuchó sus chillidos de emoción, seguido de pasos y unos segundos más tardes, en toda la población resonó un grito de odio y furia.

Sanha quiso relajarse, sin embargo, sabía que se avecinaban un montón de problemas para Moonbin y Dongmin, y eso lo asustaba a más no poder.

—¡Nooooooooooooo! — chilló Taeyong cuando Dongmin lo tomó en brazos y lo metió a la tina— ¡No queiooooooooo!

—¡Vamos, Taeyong, es sólo un baño! — protestó Dongmin fastidiado, poniéndose de pie para tomar las ropas llenas de tierra del niño, que se ensuciaron cuando fue a ayudarlo con el jardín— ¡Si te sales de la ducha, voy a darte unos azotes!

Taeyong le sacó la lengua, enfurruñado, aunque sabiendo que su mami jamás le levantaría la mano. Por eso, cuando Dongmin salió del baño para ir a la lavadora para echar las ropas, se puso de pie, luchando por salir de la tina sin importarle si estaba desnudo. Iba a esconderse en el fondo del enorme armario de su nueva habitación para que mami no lo encontrara.

Por supuesto, su plan no sirvió de nada: cuando salió del baño, su mamá ya iba de regreso al cuarto, y pegó el grito al cielo al verlo fuera de la bañera.

—¡VEN ACÁ, TAEYONG, AHORA! —chilló Dongmin, comenzando a perseguirlo.

—¡NO! —gritó Taeyong, comenzando a correr para no ser alcanzado, dejando todo el suelo lleno de agua.— ¡No queio, no queio!

—¡NO ME IMPORTA SI NO QUIERES, VEN ACÁ!

Taeyong comenzó a reírse, entrando al comedor, pero antes de poder esconderse bajo la mesa, sintió de pronto que alguien lo agarraba.

Al levantar la vista, se encontró con el rostro de Moonbin.

—¡Papi!— chilló Taeyong, abrazándolo por el cuello.

Moonbin soltó una risotada al ver a Taeyong desnudo y húmedo, abrazándolo como si nada, en tanto Dongmin entró respirando aceleradamente, con el rostro rojo por el enojo. Su expresión cambió por completo al ver a Moonbin, pero en lugar de cambiar a una de alegría, Moonbin notó el temor y el miedo en sus ojos.

Frunció el ceño, confundido.

—Ho... hola, Bin — saludó Dongmin acercándose, extendiendo sus brazos para que le pasara a Taeyong, pero el bebé lo miró con el ceño fruncido.

—Dongminnie — saludó Moonbin, sin entender algo todavía—, ¿pasa algo?

—¡No! —Dongmin soltó una risa nerviosa — Es sólo que...

—¡No queio awa!— gritó Taeyong, interrumpiéndolo.

Moonbin miró al bebé, comprendiendo entonces el por qué estaba sin ropa y mojado.

Suspiró, notando que su camisa estaba húmeda también, y pensando que se iba a arrugar si no se la sacaba pronto.

—¡Prometo limpiar ahora mismo tu camisa! — gritó de pronto Dongmin llamando su atención.— ¡No... no te preocupes por eso, Moonbin, la voy a lavar otra vez y trataré de que... de que Taeyong no vuelva a hacer esto!

Notó sus ojos llorosos.

Oh. Oh.

Dongmin creía que estaba enojado con él.

Arrugó los labios, pensando que si Dongmin estaba reaccionando así, debía ser porque en su antiguo matrimonio tuvo que ser castigado por un error que cometió.

—Dongminie, mi amor, tranquilo —le dijo con calma en la voz, acercándose para acariciarle la mejilla.— No importa, de verdad, es sólo una camisa. Además, llegar a casa y ver a Taeyong corriendo desnudo vale la pena por completo — bromeó, logrando que Dongmin sonriera con timidez—. Ahora dame un beso de bienvenida.

El omega soltó una risa en voz baja, abrazando a Moonbin por el cuello para darle un beso en los labios, tomando después a Taeyong en brazos y seguir dándole un baño, a pesar de sus protestas y chillidos.

—Te daré unos buenos azotes, Lee Taeyong! — escuchó decir a Dongmin, mientras desabotonaba la camisa para llevarla a la lavadora, quedando sólo con el pantalón puesto.

Cuando iba de vuelta, se quedó en el umbral del baño, viendo al omega bañar al bebé con cuidado y cariño, y luego se acercó. Se inclinó y lo abrazó por la cintura, besando su cuello suavemente. Dongmin soltó una risa baja por las cosquillas que le causó el toque.

Iba a hablar, pero entonces Taeyong les lanzó agua con una expresión grosera.

—¡Buuuuuuu! —chilló, enfurruñado.

Moonbin rodó los ojos, sin soltar a Dongmin un poco.

—¿Qué pasó en tu matrimonio? — susurró Moonbin con cuidado.

Taeyong comenzó a jugar con sus barquitos, en tanto Dongmin se ponía de pie, girándose para abrazar a Moonbin por la cintura. Se arrebujó a su lado.

—Un día estaba arreglando el jardín — dijo Dongmin tranquilamente —, y cuando sentí a Sanggie entrar a casa, fui a saludarlo sin darme cuenta que mis manos y rostro estaban llenos de tierra. Entonces lo besé, y lo siguiente que supe es que estaba en el suelo con la mejilla ardiendo, con Sanggie gritándome que no lo tocara si estaba sucio, que había manchado su camisa favorita y ahora tenía que lavarla — Dongmin lo miró — Lamento haber reaccionado así, es sólo que...

—Que recordaste eso — Moonbin le dio un beso suave.— Está bien, lo comprendo, bebé.

—Sé que tú nunca me pegarías —insistió Dongmin, tomándole la mano.— Es sólo que... fue un breve momento en el que mi instinto me gobernó, nada más —Dongmin le sonrió, tímido—. Eres el mejor alfa que he conocido, Moonbin— entonces, Dongmin se percató de algo.

Algo muy importante.

Que Moonbin lo estaba abrazando sin su camisa puesta.

Su rostro se coloreó de rojo ante el torpe descubrimiento, al sentir la piel de Moonbin bajo sus manos, y de pronto se sintió un poco acalorado. No sabía por qué estaba reaccionando de esa forma, como si sus hormonas estuvieran tan alborotadas, y sospechó que quizás se debía a que su celo estaba cerca. Si mal no calculaba, su celo debería ser en dos semanas más.

—¿Estás nervioso?— le preguntó de pronto Moonbin en voz baja, sintiendo cosquillas en su cuello debido al movimiento de los labios del alfa contra su piel.

Su omega pareció estremecerse de felicidad al notar tal cercanía, casi ronroneando por un contacto más cercano.

Moonbin siempre fue el que daba los primeros pasos si se trataba de su relación, dejando las decisiones en sus manos, confiando plenamente en lo que era capaz de hacer.

Quizás era el momento de devolverle la mano. ¿Y por qué no? Dongmin no quería engañarse más: lo deseaba completamente.

Alejó su rostro para luego darle un pequeño beso, sin importarle si Taeyong estaba viendo,

—Tengo un celo en dos semanas — le susurró, mirándolo a los ojos—, y quiero pasarlo contigo, Moonbin. Quiero que me marques en ese momento.

Pensó que Moonbin iba a saltar de alegría, que le devolvería el beso, que lo abrazaría por horas y horas. No que enrojecería como si estuviera avergonzado totalmente, como si fuera un colegial enamorado.

—¿Ce... celo? —farfulló Moonbin torpemente.

—Sí —frunció el ceño, preocupado —¿Hay algún problema?

Moonbin tosió.

—Es que... —lo notó tragar saliva —, nunca... nunca he pasado un celo con... con un omega...—Moonbin levantó la vista, con una expresión torturada—¿Y si lo hago mal? ¡Debería ser perfecto para ti, Dongminie!

Dongmin lo miró incrédulamente.

Entonces, rompió a reír, abrazándolo a pesar de notar su ceñio fruncido, demasiado enternecido por lo que dijo.

—Moonbin, no deberías preocuparte —le dijo, pellizcándole la mejilla.— Sabes bien que no es mi primera vez...

Moonbin gruñó, posesivo, celoso, pero Dongmin se limitó a rodar los ojos.

—... sólo...— Dongmin le dio un pequeño beso—, está bien, ¿bueno? No me voy a dar cuenta de... de si es bueno o malo porque...— entonces, el omega se removió, incómodo, enrojeciendo por completo.— Mira, Sanggie sólo llegaba y me follaba, ¿lo entiendes? — Moonbin frunció el ceño.— No es nada del otro mundo, así... así es como se los enseñan a ustedes, ¿no es así?

Moonbin asintió, pero sentía que no estaba correcto de esa forma. Sí, en los colegios les decían que la época de celo era sólo para tener sexo con el omega, que éste siempre pensaba en esos días en bajar su calentura, pero...

Penso en unos viejos amigos que tenía, Jinwoo y Myungjun. Se conocieron en la universidad: el primero era alfa, en tanto el segundo omega, y luego de unos meses, comenzaron a salir juntos hasta que decidieron formalizarlo todo. Eran... una pareja un tanto extraña, si se tomaban los cánones de la sociedad, porque Jinwoo siempre parecía demasiado pendiente de Myungjun, de cumplir sus caprichos y nunca hacerlo sentir mal, a pesar de ser un omega macho. Preocupándose demasiado de cómo se sentía, mimándolo sin pensarlo, siendo más un alfa con personalidad de omega que un alfa completo, como lo calificarían muchos.

Pero, a pesar de eso, Moonbin podía ver el amor en la pareja, la forma en la que se hablaban, como todo parecía brillar alrededor de ellos cuando se miraban.

Moonbin quería eso definitivamente con Dongmin.

— Además —siguió Dongmin, ajeno a los pensamientos de Moonbin—, sí lo haces tú, entonces está bien para mí —Dongmin sonrió, dándole un pequeño beso —Será perfecto si eres tú quien me marca, Moonbin.

Moonbin parecía derretirse por completo cuando Dongmin le decía esas cosas, y asintió, dispuesto a dar todo para que el omega siguiera sonriéndole de esa forma sólo a él.


¡Muchas gracias por leer!

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