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Capítulo IX

Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst.

Dongmin tomó una respiración profunda, sus ojos abriéndose lentamente cuando despertó, y se encontró con el rostro tranquilo y dormido de Moonbin frente a él. Frotó sus párpados, somnoliento, antes de fijar su vista en el cuerpo del alfa, y no pudo evitar ruborizarse al ver todas las marcas y mordidas que dejó la noche anterior, cuando volvieron a hacer el amor, y después de eso, cuando se puso todo cariñoso y juguetón.

Todavía se sentía débil, un poco caliente, sumiso y pequeño, como un cachorro necesitado de atención, sin embargo, estaba consciente de sus acciones, a diferencia de los últimos cuatro días. Eso sólo significaba que el celo ya estaba acabando por completo.

Delineó una de las marcas que hizo en el cuello de Moonbin, avergonzado por la forma en la que actuó marcándolo por todas partes como un animalito territorial que no quería que nadie más mirara lo que consideraba como suyo. Era la primera vez que actuaba así, porque con Sanggie, siempre su omega se sometió ante el miedo que sentía, y tenía claro que comportarse de esa forma implicaría ser golpeado o abusado.

Era el primer celo que pasaba en su vida con alguien a quien quería. No, más que eso, era el primer celo que realmente disfrutaba como tal.

Se removió entre los brazos de Moonbin, notando que lo estaba abrazando como un koala, y luego notó algo que lo hizo ponerse colorado.

Moonbin seguía en su interior, semi-erecto.

Claro, luego de la tercera vez que lo hicieron la noche anterior, Moonbin estaba demasiado cansado como para irse a bañar, y murmuró antes de quedarse dormido algo sobre echarse a dormir como estaban.

Dongmin se sentía pegajoso, un poco sucio, pero, por sobre todo, era capaz de sentir todavía el semen de Moonbin dentro de su ano, y eso lo hizo cavilar un momento sobre las claras probabilidades de un embarazo.

—¿En qué piensas? —le murmuró Moonbin de forma repentina, llamando su atención.

Lo miró con sorpresa y sonrió tímidamente.

—En lo mucho que te quiero —contestó, dándole un pequeño beso en los labios.

Moonbin sonrió de medio lado, sin abrir sus ojos y atrayéndolo más contra su cuerpo. Dongmin jadeó al sentir su interior siendo invadido más profundamente, sintiéndose ahora húmedo debido al lubricante que comenzó a soltar.

—Yo igual te quiero, Dongminie —le respondió Moonbin con voz profunda.

Dongmin, un poco vacilante, se movió en la cama, tomando fuerza para sentarse sobre la cadera de Moonbin, y lo montó con un jadeo. Moonbin dejó salir un gemido gutural, abriendo sus ojos ahora, chocando con la mirada ruborizada del omega, y terminó por enarcar una ceja.

—¿Sigues caliente, cachorro? —se burló Moonbin cariñosamente.

Dongmin dejó salir una risa baja, comenzando a mover sus caderas con suavidad, gimiendo al sentir como el pene dentro de su ano se ponía duro gracias a sus movimientos. Su propio miembro también comenzó a reaccionar ante la estimulación que estaba sintiendo, al rozar contra el estómago de Moonbin.

El alfa lo agarró de la cintura, simulando pequeñas embestidas, y Dongmin se mordió el labio inferior para no gritar de placer.

—Me pones... ah... caliente...— jadeó entre gemidos.

Moonbin soltó un gruñido, empujándolo para que ambos pechos se chocaran y así poder besarlo de forma profunda, llevando una de sus manos a la polla de Dongmin para masturbarlo sin dejar de embestirlo.

Así no duraron mucho: Dongmin se corrió en ambos pechos mientras gemía al sentir el miembro de Moonbin hinchándose en su ano. Por otro lado, los dientes de Moonbin se deslizaron a su cuello, mordiendo sobre su marca, sosteniéndolo de la cintura para que no se alejara.

Minutos después Dongmin se volvía acurrucar a su lado, pensativo, y Moonbin comenzó a repartir besos por su rostro.

—¿Qué ocurre? Te noto preocupado —le murmuró Moonbin sin alejarse.

Dongmin soltó un suspiro.

—Anudaste muchas veces en mi interior —comentó, sin reproche alguno en su voz —así que es muy probable que quede embarazado.

El sólo pensamiento de que eso ocurriera hizo que el corazón de Moonbin latiera por la emoción. Sin embargo, al ver el ceño fruncido de Dongmin, decidió no mostrar su alegría.

—¿Eso está mal? —preguntó Moonbin, llamando su atención.

Dongmin ladeó la cabeza.

—No quiero un bebé ahora —contestó suavemente —quiero estudiar primero.

Se sintió como un golpe en el estómago.

Moonbin desvió la vista, asintiendo con el rostro en blanco en tanto pensaba en Taeyong, el bebito de Dongmin. Moonbin sabía que tener a Taeyong reducía las probabilidades de que Dongmin quisiera más bebés tan pronto, porque así el omega se centraba en las necesidades de su bebé. Después de todo, era una de las primeras cosas que le enseñaban a los alfas.

Moonbin lo entendía, por supuesto. Además, Dongmin era joven, tenía ya dieciocho años, debía querer hacer varias cosas antes de volver a tener otro bebé que ocuparía gran parte de su tiempo, pero aun así, Moonbin no pudo evitar sentirse celoso.

Celoso de que Dongmin quisiera a Taeyong y no un bebé con él, su nuevo alfa.

Dongmin soltó un gemido lastimero de su garganta, que hizo que todos sus sentidos se activaran.

—Pero... pero si tú quieres un bebé, Alfa —susurró Dongmin con temor —, entonces podemos tenerlo.

Mierda.

Ahora que estaba marcado, ahora que había una conexión más profunda entre ellos, Dongmin tuvo que haber sentido su intranquilidad y malos sentimientos. Y lo asustó por completo.

Tomó aire, acariciando la nuca de Dongmin para tranquilizarlo, y le besó la frente.

—Está bien —dijo, dándole un pequeño beso —, te prometo que está bien, Dongminie.

El omega asintió, poco convencido.

Decidió que era momento de distraerlo. No quería atormentarlo con sus malos pensamientos y malas vibras.

—¿Quieres que vaya a buscar a Taeyong? — le preguntó —¿Te sientes bien como para cuidarlo?

Los ojos de Dongmin brillaron, y volvió a asentir tímidamente.

Moonbin le dio un último beso antes de ponerse de pie para ir a darse una ducha.

Media hora más tarde, volvía al cuarto encontrándose con Dongmin vestido con la bata, todavía acostado, pero ya limpio. Taeyong, en los brazos de Moonbin, iba medio dormido, sin embargo, pareció reaccionar al estar tan cerca de su madre.

—¡Mami!— gritó emocionado, abrazando a Dongmin apenas pudo —. Mami, mami, te estanie...

Dongmin comenzó a reírse al notar la mejilla de Taeyong frotándose contra su cuello en forma posesiva, y le llenó el rostro de besos, causando que se riera.

Sin embargo, unos segundos después, Taeyong dejó de reírse y lo miró con el ceño levemente fruncido.

—¿Qué ocurre, príncipe? —preguntó Dongmin, preocupado.

Taeyong olisqueó su cuello.

—¡Mami no lele a mami! —protestó —Mami lele a papi. ¡Mami no lele a Taeyongie!— y comenzó a frotar su cabecita con más fuerza contra el cuello de Dongmin, gruñendo de manera enfurruñada.

—¿Qué le pasó al demonio? — preguntó Moonbin, acostándose al lado de ellos.

Dongmin le miró con una risa suave.

—No le gusta que huela a ti, así que ahora está tratando que huela de forma maternal — le explicó, frotando su mejilla contra el cabello desordenado del bebé, que seguía trabajando duramente en su tarea—. Eres un bebé todo celoso, ¿no, Taeyong?

—¡Mami mía! —refunfuñó mirando a Moonbin con enojo.

Moonbin le sacó la lengua, acostándose al lado de Dongmin para poner una expresión mimada.

—Yo igual quiero mimos —dijo como si nada.

El omega volvió a reírse, recostándose contra Moonbin, y se acurrucó a su lado, sin alejar a Taeyong que ahora estaba un poco más calmado, cómodo de estar en los brazos de su mami.

—Gracias, Bin —le susurró con una sonrisa dulce.

El alfa parpadeó, sin alejar sus ojos de la tierna mirada que el menor le dedicaba, llena de amor y cariño que algo se estremeció en su interior.

—¿Por qué? —preguntó, mordiendo su labio inferior.

La sonrisa no desaparecía del rostro de Dongmin, y nunca quería que desapareciera de allí, eso lo tenía claro.

—Por quererme —le dijo, feliz—. Gracias por quererme a pesar de que esté usado y sea un desastre.

Moonbin asintió, queriendo decirle que no lo era, que jamás sería un desastre, pero sólo le dio un dulce beso, esperando que supiera con ese simple gesto cuánto lo estaba queriendo en ese instante.

Moonbin le pidió, un día después, a su secretaria que recalendarizara todas las citas que dejó pendiente, y se dio cuenta de que tendría un montón de trabajo extra por las próximas semanas.

Suspiró con cansancio, forzándose a pensar en que, al llegar tarde, Dongmin lo esperaría con mimos, y eso fue lo único que le hizo seguir adelante con todas las operaciones que tendría que llevar a cabo durante los siguientes días.

Comenzó revisando la ficha del primer paciente cuando la puerta de su oficina se abrió, y levantó la vista, encontrándose con la disgustada mirada de su mamá.

Iba a tener que conversar seriamente con su secretaria sobre permitirle el paso a cualquier persona.

—¿Qué ocurre?— preguntó fríamente.

Su mamá apretó los labios, queriendo decirle que se comportara, pero mantuvo la compostura.

—Espero que se te haya pasado el capricho por ese omega —dijo con voz despectiva.

—No lo creo —contestó, sin interés alguno —, ahora es mi omega —sonrió, divertido.— Lo marqué hace unos días, mamá.

La expresión en el rostro de su madre cambió totalmente.

—Por otro lado —prosiguió como si nada, abriendo un cajón y sacando unos papeles —, hace unos días llegó la notificación del Juzgado, declarando que Taeyong sí es hijo mío, y por lo tanto, tu nieto —su sonrisa ahora se volvió burlona.— Felicitaciones mamá, eres abuela.

La furia llenó el rostro de Gahyeon, una mueca rabiosa asentándose en sus finas y preciosas facciones. Aún enojada, su madre seguía conservando una hermosura helada que dejaría loco a cualquiera.

Reina de hielo, le decían en la empresa donde eran los jefes.

—Me estás provocando, Moonbin —advirtió Gahyeon—. Es mi última advertencia: o te alejas ya de ese omega, o alguien lo va a pasar muy mal —sus labios se curvaron en una sonrisa fría.— Y no serás precisamente tú, hijo mío.

Moonbin se crispó ante el tono de su madre, porque tenía claro que quien pagaría los platos rotos sería Dongmin, no él. Porque él era un alfa, y Dongmin sólo el omega de quien se encaprichó y enamoró. Gahyeon lo notó, así que lo golpearía donde más le doliera.

—Si vuelves a amenazar a mi pareja — gruñó, poniéndose de pie —, voy a decirle a todo el mundo que la gran empresaria Moon no es más que una perra sin corazón —su tono se tornó más oscuro — Desvelaré todos tus malditos secretos, madre. Ahora, fuera. No quiero verte por aquí nunca más.

La mujer soltó un bufido, girándose sin añadir otra palabra, y cuando la puerta se cerró detrás suyo, sus ojos escanearon el pasillo de la clínica de forma fría y calculadora.

Se detuvo sobre el conocido rostro de Seungcheol, un viejo amigo de su hijo a quien conocía muy bien, y estaba hablando con una enfermera. Quien, casualmente, era también tecnólogo médico en esa clínica.

Sacó su celular, marcando unos números.

—Necesito que investigues sobre la familia de Choi Seungcheol. Datos personales, contactos, amigos, su día a día, todo —dijo, antes de cortar.

Tranquilamente, se marchó de ese lugar, con un plan que se aseguraría que no fallaría.

Cuando Dongmin salió del probador, Sanha fingió limpiar una lágrima de su rostro y se puso a aplaudir, orgulloso al ver la expresión tímida del omega. Doyoung y Youngho también aplaudieron, aunque parecían mas pendientes de tener la atención de Taeyong, que tenía una expresión aburrida, sentado en el coche.

La dependienta de la tienda puso una expresión de aprobación.

—¡Se ve muy bien, señor Moon! —dijo YooA, sonriendo dulcemente.— Ese traje de bodas queda perfecto para usted.

Dongmin se miró al espejo, acariciando la tela del traje negro que llevaba, imaginándose en el altar, sosteniendo la mano de Moonbin frente a él, sonriéndole con esa preciosa sonrisa que tenía, y no pudo evitar ruborizarse al pensar en ello.

En su boda.

Quedaban seis semanas, lo sabía, pero ya quería que llegara pronto.

—Podrías llevar un ramo de rosas blancas —sugirió Sanha, acercándose para arreglarse el corbatín.— Incluso un velo, ¡te verías hermoso! Pero aun no entiendo por qué no quisiste un traje blanco, Min.

Dongmin soltó una risa, negando con la cabeza.

—El blanco se supone que es para representar la pureza y virginidad, Sanha — recordó Dongmin, sin dejar de reír.

Sanha se limitó a rodar los ojos, sonriéndole cálidamente.

—Me gusta verte feliz, Dongmin— le dijo, como una madre haría con su hijo.— Te lo mereces mucho.

Los ojos de Dongmin brillaron con la emoción.

—Soy feliz— admitió, mirando otra vez su reflejo —, y hasta creo que estoy empezando a verme guapo.

—Sí, pero no tanto como yo, claro —bromeó Sanha —YooA, cariño, ¿crees que Dongmin se vería bien con un vestido de novia?

La muchacha observó críticamente el cuerpo de Dongmin, en tanto el omega soltaba un grito en señal de regaño.

—¡Le quedaría hermoso!— concedió YooA—. Hasta podríamos probar algunos.

—¡No, no!— balbuceó Dongmin, enrojeciendo.— Este traje está bien ¡además, a Moonbin no le haría mucha gracia!

—Siendo honesto, Dongminie, me encantaría verte con un vestido de novia.

Los tres adultos se giraron hacia la puerta donde Moonbin estaba apoyado con una ceja enarcada, poniendo una expresión divertida en su rostro.

Dongmin iba a decir algo, pero Sanha soltó un grito de reproche.

—¡Fuera de aquí, se supone que no puedes ver el traje de la novia antes de la boda!— regañó Sanha.

—¡No soy una novia, soy un novio! —se quejó Dongmin.

—¡Pudín! —gritó Taeyong.

Moonbin ignoró los gritos, entrando al local con calma. Saludó a la dependienta y se acercó a Dongmin, arreglándole el corbatín que llevaba. Aprovechó de darle un beso pequeño en los labios.

—Tal vez deberíamos pensar seriamente en lo del traje de novia— pareció cavilar —Digo, así sería más fácil ponerme entre tus piernas.

Sanha comenzó a toser en tanto Dongmin enrojecía, frunciendo los labios y dándole un golpe en señal de regaño a Moonbin. El alfa sólo se quejó, frotando su cabeza.

—Ve a probarte tu traje —soltó Dongmin, enfurruñado —. Me voy a llevar este, falta sólo el tuyo.

—¡Pero aún debemos probarle más trajes, señor Moon! —señaló YooA.

—Este me queda bien, así que me quedo con este —contestó Dongmin, cruzándose de brazos.— Además, soy todavía el señor Lee, no Moon.

—No, ahora que tienes mi marca, eres para todo el mundo el señor Moon — corrigió Moonbin, agarrando los trajes que YooA le tendía —¿Tantos debo probarme?

—Claro, claro —dijo Sanha— ¿Por qué no vas a pasear por allí, Dongmin? Puedes llevar a los demonios, se están aburriendo un poco.

—¡Vamos a comer helado, tío Dongminie! — gritó Youngho, emocionado.

—¡Y papas fritas y hamburguesas y pizza! —agregó Doyoung, sonriendo.

—¿No debería ver lo del traje de Moonbin?— farfulló Dongmin

—¡Helao, papas fias, abuyesa, pisa!—gritó Taeyong, riendo.

—No, conociendo a Bin, querrá llevarte al probador para que le chupes la polla —dijo Sanha, distraído.

Dongmin enrojeció mientras el alfa comenzaba a reírse.

—Touché —comentó Moonbin, para después mirar a Dongmin— Anda, ve a dar una vuelta, luego nos juntamos.

El omega soltó un murmullo bajo, asintiendo para caminar hacia el coche de Taeyong y comenzar a empujarlo. Los dos pequeños alfas no dudaron en seguirlo, contentos por salir de ese aburrido sitio e ir a comer algo.

Así que Dongmin los llevó a un puesto de comida rápida, pidiendo unas papas fritas para Youngho y Doyoung, y un helado a Taeyong, dándole de comer con cuidado para que no terminara todo sucio como siempre.

Mientras los dos pequeños alfas se peleaban entre ellos por una papa frita, Dongmin aprovechó de comenzar a tararearle a Taeyong.

—¿Estás feliz, Taeyongie? —le preguntó, limpiándole la mejilla.

—¡Sí, sí!— gritó Taeyong, emocionado — Mami fe-is. Me guta mami fe-is.

Sonrió, dejando el helado sobre la mesa.

—Chicos, si siguen peleando van a–

—¿Lee Dongmin?

Levantó la vista cuando alguien lo nombró a su lado, encontrándose con unos oscuros ojos.

Parpadeó, en señal de desconocimiento, encogiéndose un poco al notar que era un alfa. Luego, recordó que ya estaba marcado, así que no tendría que reaccionar de esa forma debido a que un alfa no tendría por qué cortejarlo.

—¿Sí, uh...?

El desconocido sonrió en señal de diversión, pasando una mano por su cabello café.

—Soy Kim Mingyu.

Abrió los ojos ahora por la sorpresa, sonriendo ampliamente segundos después, y se puso de pie.

—¡Mingyu!

Abrazó al alfa sin dejar de sonreír, recordándose a los doce años, asistiendo al colegio, sentándose al lado de un alfa más alto que él que le protegía cuando algunos chicos querían pegarle para reírse de él. Mingyu fue algo así como su amigo, a pesar de que Dongmin hubiera sido sólo un omega triste que todos rechazaban, y le cuidó lo mejor que pudo.

Aunque cuando su padre lo echó de la casa y no volvió al colegio, dejó de verlo de forma inevitable.

—Mira que estás guapo —comentó Mingyu, separándose —¿Son tus hijos? —preguntó, señalando a los niños, que observaban la escena en silencio.

—No, no, cómo crees —Dongmin se rió, sentándose para hacerle un espacio a Mingyu—. Sólo este bebito lindo es mi hijo —tomó en brazos a Taeyong, que fruncía los labios.— Se llama Taeyong. Youngho y Doyoung— continuó, apuntando a los pequeños alfas —, son hijos de un amigo, los estoy cuidando ahora.

—El pequeño Taeyong —dijo Mingyu, mirando al bebé con una sonrisa dulce —. Me alegra verte, Dongminie, cuando dejaste de ir al colegio me puse muy triste — el alfa apoyó su mejilla en una mano, luciendo curioso.— ¿Puedo saber qué ocurrió?

Dongmin volvió a alimentar a Taeyong al notar como miraba a Mingyu, sin dejar de arrugar sus labios, así que estaba un tanto confundido por ello.

—Oh, ya sabes...— esbozó una sonrisa triste —, llegó mi celo y papá me echó de la casa, así que me vi obligado a irme.

Mingyu asintió en señal de comprensión, frunciendo el ceño en señal de disgusto y pena.

—Lo siento mucho, Dongminie — le dijo el alfa—. Mierda, si me hubieras dicho, estoy seguro de que mis papás te habrían dado alojo —Mingyu elevó su mano, acariciándole la mejilla fugazmente —Ellos te querían mucho.

El omega recordó a los padres betas de Mingyu, sonriéndole dulcemente cuando iba a la casa del chico a hacer algún trabajo o sólo a jugar, preocupándose de que comiera bien y de curarle las heridas cuando eran tan obvias y difíciles de ocultar. Sí, Dongmin los recordaba de forma vaga, porque había muchos recuerdos que deseaba reprimir de esos años.

—No habría podido aceptarlo —dijo Dongmin con tranquilidad—, así que no es necesario que te atormentes, Gyu— Dongmin le observó, curioso.— ¿Estás solo por aquí? ¿O viniste con alguna pareja?

Las mejillas del alfa se tornaron de un color un tanto colorado, como si estuviera avergonzado.

—Ah, sí, vine por una cita a ciegas, pero al parecer me dejaron plantado —soltó una risa nerviosa, encogiéndose de hombros.

Dongmin puso una expresión incrédula.

—¿De verdad? Lo siento, no fue mi intención recordártelo —dijo, limpiándole la boca a Taeyong—. Que pena más grande, ¡si eres un chico tan lindo! Ah, esa persona no sabe lo que se pierde.

Mingyu comenzó a reírse y negó con la cabeza, antes de observarlo, sin borrar una sonrisa.

—Me estás humillando —bromeó Mingyu, señalando a Taeyong—. ¿Puedo tomarlo en brazos? Es un bebé muy lindo.

—¡Ño! —gritó Taeyong, cruzándose de brazos.— ¡No queio! ¡Queio papi!

El omega soltó una risa de disculpa, acariciándole el cabello a su bebé mientras observaba a Youngho y Doyoung jugando con los juguetes que traía la comida.

—Taeyong es lindo, pero también muy malcriado —dijo, abrazando al pequeño con más fuerza.

—No te preocupes, mi hermana también tiene un bebé y es igual de mimado — dijo Mingyu, moviendo su mano en un gesto suave.— Sabes, Dongminie... cuándo éramos pequeños, siempre pensé que tú serías mi omega.

Dongmin parpadeó por la sorpresa, pero antes de poder contestar, alguien más habló:

—Una lástima que ahora sea mi omega.

Se volteo con rapidez, encontrándose con el impasible rostro de Moonbin, de pie detrás de él. Su alfa se veía tranquilo, sin embargo, podía leer en sus ojos que se notaba celoso y posesivo.

Pero Dongmin no se asustó, porque aprendió que por mucho que Moonbin se molestara, jamás le levantaría la mano o lo castigaría como hizo su anterior alfa. Moonbin era distinto. Moonbin no le haría daño.

—¡Papi!— gritó Taeyong feliz, extendiendo sus bracitos para que lo tomara en brazos.

Moonbin sonrió dulcemente, llevando al pequeño contra su pecho.

—¿Terminaste de ver el traje?— preguntó Dongmin, calmado.

—Sí, Sanha aprovechó de pasar una tienda a ver ropa ahora que está sin sus demonios —dijo Moonbin, sentándose al lado de Dongmin y pasando un brazo por su espalda—. Te extrañé mucho, bebé — añadió en voz alta, mirando a Mingyu.

Dongmin quiso rodar los ojos.

—Bin, te presento a Kim Mingyu, un ex compañero —dijo, sonriendo Mingyu —, él es Moon Bin, mi alfa...

—Y futuro esposo —agregó Moonbin, extendiendo una mano.— Diría que es un gusto, pero siendo sincero, no lo es.

—¡Bin! —regañó Dongmin, incrédulo.

Mingyu soltó una risa baja, tomando la mano de Moonbin, y le dio un apretón con el rostro tenso.

—Un gusto, espero que cuides muy bien de Dongminie —dijo Mingyu, antes de agregar con voz filosa.— Ya sabes, Dongmin es un omega muy lindo y no merece pasarla mal.

El aire se llenó de hormonas alfas.

Dongmin iba a golpearse la cabeza contra la mesa.

Tontos, tontos alfas posesivos.

—Bueno, ya que hemos terminado, podemos volver a casa —dijo en voz alta, llamando la atención de Moonbin.

Moonbin asintió, enarcando una ceja.

—Sí, ya quiero tenerte dentro del cuarto para marcarte por todas partes — comentó como si nada, y Dongmin le dio un golpe en la nuca.— ¡Auch! ¿Acaso dije algo que no debía?

El omega se puso de pie y acomodó a Taeyong en su coche, diciéndole a los pequeños alfas que se pusieran de pie. Doyoung y Youngho comenzaron a pelear por quien llevaba el coche, llegando al acuerdo de empujar cada uno una barra.

—Nos vemos, Mingyu, fue un gusto verte —se despidió Dongmin.

Mingyu se puso de pie también, inclinándose para darle un beso en la mejilla, y Dongmin casi pudo oír el gruñido posesivo de Moonbin.

—¿No te importaría darme tu número de teléfono? Me gustaría seguir en contacto contigo —dijo Mingyu, ignorando la mirada fulminante de Moonbin.

—Sí, le importaría, adiós —dijo Moonbin antes de dejarlo contestar, agarrándolo por la cintura y arrastrando de él—. Estúpido alfa enorme —masculló por lo bajo.

Dongmin miró hacia atrás, haciéndole un gesto de despedida a Mingyu, quien sólo sonreía irónicamente.

Mientras caminaban en silencio, con Moonbin sin soltarlo de la cintura y pegándolo a su lado, con el coche yendo por delante, Dongmin miró a su alfa, notando sus labios apretados.

—¿Estás enojado conmigo? —preguntó con calma, llamando su atención.

Moonbin lo observó.

—¿Le ibas a dar tu número?— contestó Moonbin con voz amarga.

Con tranquilidad, Dongmin apoyó su mejilla contra la cabeza de Moonbin, quedando bien debido a que era unos centímetros más alto que el alfa. Siempre le gustó eso de Moonbin, que a pesar de ser más bajito que él, nunca le importó demasiado si se veían un poco disparejos.

Le acarició la nuca, notando como relajaba su agarre.

—Sí, se lo iba a dar, fue mi amigo cuando era pequeño —respondió Dongmin—, pero no tienes que ponerte celoso, Bin.

El alfa se ruborizó para luego soltar un bufido.

—No estoy celoso.

—Claro que no —Dongmin lo detuvo y le tomó de las mejillas, dándole un pequeño beso en los labios—, porque yo soy sólo tuyo, de nadie más, ¿lo sabes, Bin?

Moonbin asintió, aunque se podía notar un poco inseguro.

—¿Sólo mío?— murmuro, dándole otro beso.

—Sólo tuyo. Soy tu omega y tú eres mi alfa —Dongmin se rió—. Mi alfa malhumorado, pero te quiero así como eres.

Moonbin sonrió, orgulloso, pero no pudo decir nada porque Taeyong gritó:

—¡Mami mía!

Dongmin sólo comenzó a reírse, sin poder decir nada, y Moonbin soltó un bufido.

Pero se sentía aliviado, porque Dongmin lo quería y aceptaba como su alfa, y eso era todo lo que necesitaba para poder ser feliz.


Muchas gracias por leer. Si ven algún error ortográfico o de nombre pueden decirme.

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