9.
Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst.
Lisa tomó una respiración profunda, sus ojos abriéndose lentamente cuando despertó, y se encontró con el rostro tranquilo y dormido de Rosé frente a ella. Frotó sus párpados, somnolienta, antes de fijar su vista en el cuerpo de la alfa, y no pudo evitar ruborizarse al ver todas las marcas y mordidas que dejó la noche anterior, cuando volvieron a hacer el amor, y después de eso, cuando se puso toda cariñosa y juguetona.
Todavía se sentía débil, un poco caliente, sumisa y pequeña, como una cachorra necesitada de atención, sin embargo, estaba consciente de sus acciones, a diferencia de los últimos cuatro días. Eso sólo significaba que el celo ya estaba acabando por completo.
Delineó una de las marcas que hizo en el cuello de Rosé, avergonzada por la forma en la que actuó marcándola por todas partes como un animalito territorial que no quería que nadie más mirara lo que consideraba como suyo. Era la primera vez que actuaba así, porque con JiWon, siempre su omega se sometió ante el miedo que sentía, y tenía claro que comportarse de esa forma implicaría ser golpeada o abusada.
Era el primer celo que pasaba en su vida con alguien a quien quería. No, más que eso, era el primer celo que realmente disfrutaba como tal.
Se removió entre los brazos de Rosé, notando que la estaba abrazando como un koala, y luego notó algo que la hizo ponerse colorado.
Rosé seguía en su interior, semi-erecta.
Claro, luego de la tercera vez que lo hicieron la noche anterior, Rosé estaba demasiado cansada como para irse a bañar, y murmuró antes de quedarse dormida algo sobre echarse a dormir como estaban.
Lisa se sentía pegajosa, un poco sucia, pero, por sobre todo, era capaz de sentir todavía el semen de Rosé dentro de su coño, y eso la hizo cavilar un momento sobre las claras probabilidades de un embarazo.
—¿En qué piensas? —le murmuró Rosé de forma repentina, llamando su atención.
La miró con sorpresa y sonrió tímidamente.
—En lo mucho que te quiero. —contestó, dándole un pequeño beso en los labios.
Rosé sonrió de medio lado, sin abrir sus ojos y atrayéndola más contra su cuerpo. Lisa jadeó al sentir su interior siendo invadido más profundamente, sintiéndose ahora húmeda debido al lubricante que comenzó a soltar.
—Yo igual te quiero, Lili. —le respondió Rosé con voz profunda.
Lisa, un poco vacilante, se movió en la cama, tomando fuerza para sentarse sobre la cadera de Rosé, y la montó con un jadeo. Rosé dejó salir un gemido gutural, abriendo sus ojos ahora, chocando con la mirada ruborizada de la omega, y terminó por enarcar una ceja.
—¿Sigues caliente, cachorra? —se burló Rosé cariñosamente.
Lisa dejó salir una risa baja, comenzando a mover sus caderas con suavidad, gimiendo al sentir como el pene dentro de su coño se ponía duro gracias a sus movimientos. Su propio cuerpo también comenzó a reaccionar ante la estimulación que estaba sintiendo.
La alfa la agarró de la cintura, simulando pequeñas embestidas, y Lisa se mordió el labio inferior para no gritar de placer.
—Me pones... Ah... Caliente... —jadeó entre gemidos.
Rosé soltó un gruñido, empujándola para que ambos pechos se chocaran y así poder besarla de forma profunda, llevando una de sus manos al clítoris de Lisa para masturbarla sin dejar de embestirla.
Así no duraron mucho: Lisa se corrió mientras gemía al sentir el miembro de Rosé hinchándose en su coño. Por otro lado, los dientes de Rosé se deslizaron a su cuello, mordiendo sobre su marca, sosteniéndola de la cintura para que no se alejara.
Minutos después Lisa se volvía acurrucar a su lado, pensativa, y Rosé comenzó a repartir besos por su rostro.
—¿Qué ocurre? Te noto preocupada. —le murmuró Rosé sin alejarse.
Lisa soltó un suspiro.
—Anudaste muchas veces en mi interior —comentó, sin reproche alguno en su voz—, así que es muy probable que quede embarazada.
El sólo pensamiento de que eso ocurriera hizo que el corazón de Rosé latiera por la emoción. Sin embargo, al ver el ceño fruncido de Lisa, decidió no mostrar su alegría.
—¿Eso está mal? —preguntó Rosé, llamando su atención.
Lisa ladeó la cabeza.
—No quiero un bebé ahora —contestó suavemente—, quiero estudiar primero.
Se sintió como un golpe en el estómago.
Rosé desvió la vista, asintiendo con el rostro en blanco en tanto pensaba en MiYeon, la bebita de Lisa. Rosé sabía que tener a MiYeon reducía las probabilidades de que Lisa quisiera más bebés tan pronto, porque así la omega se centraba en las necesidades de su bebé. Después de todo, era una de las primeras cosas que le enseñaban a los alfas.
Rosé lo entendía, por supuesto. Además, Lisa era joven, tenía ya diecinueve años, debía querer hacer varias cosas antes de volver a tener otro bebé que ocuparía gran parte de su tiempo, pero aun así, Rosé no pudo evitar sentirse celosa.
Celosa de que Lisa quisiera a MiYeon y no un bebé con ella, su nueva alfa.
Lisa soltó un gemido lastimero de su garganta, que hizo que todos sus sentidos se activaran.
—Pero... Pero si tú quieres un bebé, Alfa —susurró Lisa con temor—, entonces podemos tenerlo.
Mierda.
Ahora que estaba marcada, ahora que había una conexión más profunda entre ellas, Lisa tuvo que haber sentido su intranquilidad y malos sentimientos. Y la asustó por completo.
Tomó aire, acariciando la nuca de Lisa para tranquilizarla, y le besó la frente.
—Está bien —dijo, dándole un pequeño beso—, te prometo que está bien, Lili.
La omega asintió, poco convencida.
Decidió que era momento de distraerla. No quería atormentarla con sus malos pensamientos y malas vibras.
—¿Quieres que vaya a buscar a MiYeon? —le preguntó—. ¿Te sientes bien como para cuidarla?
Los ojos de Lisa brillaron, y volvió a asentir tímidamente.
Rosé le dio un último beso antes de ponerse de pie para ir a darse una ducha.
Media hora más tarde, volvía al cuarto encontrándose con Lisa vestida con la bata, todavía acostada, pero ya limpia. MiYeon, en los brazos de Rosé, iba medio dormida, sin embargo, pareció reaccionar al estar tan cerca de su madre.
—¡Mami! —gritó emocionada, abrazando a Lisa apenas pudo—. Mami, mami, te estanie...
Lisa comenzó a reírse al notar la mejilla de MiYeon frotándose contra su cuello en forma posesiva, y le llenó el rostro de besos, causando que se riera.
Sin embargo, unos segundos después, MiYeon dejó de reírse y la miró con el ceño levemente fruncido.
—¿Qué ocurre, princesa? —preguntó Lisa, preocupada.
MiYeon olisqueó su cuello.
—¡Mami no lele a mami! —protestó—. Mami lele a papi. ¡Mami no lele a ChimChim! —y comenzó a frotar su cabecita con más fuerza contra el cuello de Lisa, gruñendo de manera enfurruñada.
—¿Qué le pasó al demonio? —preguntó Rosé, acostándose al lado de ellas.
Lisa le miró con una risa suave.
—No le gusta que huela a ti, así que ahora está tratando que huela de forma maternal —le explicó, frotando su mejilla contra el cabello desordenado de la bebé, que seguía trabajando duramente en su tarea—. Eres una bebé toda celosa, ¿No, MiYeon?
—¡Mami mía! —refunfuñó mirando a Rosé con enojo.
Rosé le sacó la lengua, acostándose al lado de Lisa para poner una expresión mimada.
—Yo igual quiero mimos. —dijo como si nada.
La omega volvió a reírse, recostándose contra Rosé, y se acurrucó a su lado, sin alejar a MiYeon que ahora estaba un poco más calmada, cómoda de estar en los brazos de su mami.
—Gracias, Rosé. —le susurró con una sonrisa dulce.
La alfa parpadeó, sin alejar sus ojos de la tierna mirada que la menor le dedicaba, llena de amor y cariño que algo se estremeció en su interior.
—¿Por qué? —preguntó, mordiendo su labio inferior.
La sonrisa no desaparecía del rostro de Lisa, y nunca quería que desapareciera de allí, eso lo tenía claro.
—Por quererme —le dijo, feliz—. Gracias por quererme a pesar de que esté usada y sea un desastre.
Rosé asintió, queriendo decirle que no lo era, que jamás sería un desastre, pero sólo le dio un dulce beso, esperando que supiera con ese simple gesto cuánto la estaba queriendo en ese instante.
***
Rosé le pidió, un día después, a su secretaria que recalendarizara todas las citas que dejó pendiente, y se dio cuenta de que tendría un montón de trabajo extra por las próximas semanas.
Suspiró con cansancio, forzándose a pensar en que, al llegar tarde, Lisa la esperaría con mimos, y eso fue lo único que le hizo seguir adelante con todas las operaciones que tendría que llevar a cabo durante los siguientes días.
Comenzó revisando la ficha del primer paciente cuando la puerta de su oficina se abrió, y levantó la vista, encontrándose con la disgustada mirada de su mamá.
Iba a tener que conversar seriamente con su secretaria sobre permitirle el paso a cualquier persona.
—¿Qué ocurre? —preguntó fríamente.
Su mamá apretó los labios, queriendo decirle que se comportara, pero mantuvo la compostura.
—Espero que se te haya pasado el capricho por esa omega. —dijo con voz despectiva.
—No lo creo —contestó, sin interés alguno—, ahora es mi omega —sonrió, divertida—. La marqué hace unos días, mamá.
La expresión en el rostro de su madre cambió totalmente.
—Por otro lado —prosiguió como si nada, abriendo un cajón y sacando unos papeles—, hace unos días llegó la notificación del Juzgado, declarando que MiYeon sí es hija mía, y por lo tanto, tu nieta —su sonrisa ahora se volvió burlona—. Felicitaciones mamá, eres abuela.
La furia llenó el rostro de Sandara, una mueca rabiosa asentándose en sus finas y preciosas facciones. Aún enojada, su madre seguía conservando una hermosura helada que dejaría loco a cualquiera.
Reina de hielo, le decían en la empresa donde eran los jefes.
—Me estás provocando, Rosé —advirtió Sandara—. Es mi última advertencia: o te alejas ya de esa omega, o alguien lo va a pasar muy mal —sus labios se curvaron en una sonrisa fría—. Y no serás precisamente tú, hija mía.
Rosé se crispó ante el tono de su madre, porque tenía claro que quien pagaría los platos rotos sería Lisa, no ella. Porque ella era una alfa, y Lisa sólo la omega de quien se encaprichó y enamoró. Sandara lo notó, así que la golpearía donde más le doliera.
—Si vuelves a amenazar a mi pareja —gruñó, poniéndose de pie—, voy a decirle a todo el mundo que la gran empresaria Park no es más que una perra sin corazón —su tono se tornó más oscuro—. Desvelaré todos tus malditos secretos, madre. Ahora, fuera. No quiero verte por aquí nunca más.
La mujer soltó un bufido, girándose sin añadir otra palabra, y cuando la puerta se cerró detrás suyo, sus ojos escanearon el pasillo de la clínica de forma fría y calculadora.
Se detuvo sobre el conocido rostro SuJi, una vieja amiga de su hija a quien conocía muy bien, y estaba hablando con una enfermera. Quién, casualmente, era también tecnóloga médico en esa clínica.
Sacó su celular, marcando unos números.
—Necesito que investigues sobre la familia de Bae SuJi. Datos personales, contactos, amigos, su día a día, todo. —dijo, antes de cortar.
Tranquilamente, se marchó de ese lugar, con un plan que se aseguraría que no fallaría.
***
Cuando Lisa salió del probador, Jennie fingió limpiar una lágrima de su rostro y se puso a aplaudir, orgullosa al ver la expresión tímida de la omega. Yuqi y SoYeon también aplaudieron, aunque parecían más pendientes de tener la atención de MiYeon, que tenía una expresión aburrida, sentada en el coche.
El dependiente de la tienda puso una expresión de aprobación.
—¡Se ve muy bien, señora Park! —dijo EunWoo, sonriendo dulcemente—. Ese vestido de bodas queda perfecto para usted.
Lisa se miró al espejo, acariciando la tela del vestido negro que llevaba, imaginándose en el altar, sosteniendo la mano de Rosé frente a ella, sonriéndole con esa preciosa sonrisa que tenía, y no pudo evitar ruborizarse al pensar en ello.
En su boda.
Quedaban seis semanas, lo sabía, pero ya quería que llegara pronto.
—Podrías llevar un ramo de rosas blancas —sugirió Jennie, acercándose para arreglarle la tiara—. Incluso un velo, ¡Te verías hermosa! Pero aun no entiendo por qué no quisiste un vestido blanco, Lis.
Lisa soltó una risa, negando con la cabeza.
—El blanco se supone que es para representar la pureza y virginidad, Jennie. —recordó Lisa, sin dejar de reír.
Jennie se limitó a rodar los ojos, sonriéndole cálidamente.
—Me gusta verte feliz, Lisa —le dijo, como una madre haría con su hija—. Te lo mereces mucho.
Los ojos de Lisa brillaron con la emoción.
—Soy feliz —admitió, mirando otra vez su reflejo—, y hasta creo que estoy empezando a verme linda.
—Sí, pero no tanto como yo, claro —bromeó Jennie—. EunWoo, cariño, ¿Crees que Lisa se vería bien con un traje de novio?
El muchacho observó críticamente el cuerpo de Lisa, en tanto la omega soltaba un grito en señal de regaño.
—¡Le quedaría hermoso! —concedió EunWoo—. Hasta podríamos probar algunos.
—¡No, no! —balbuceó Lisa, enrojeciendo—. Este vestido está bien, ¡Además, a Rosé no le haría mucha gracia!
—Siendo honesta, Lili, me encantaría verte con un traje de novio.
Los tres adultos se giraron hacia la puerta donde Rosé estaba apoyada con una ceja enarcada, poniendo una expresión divertida en su rostro.
Lisa iba a decir algo, pero Jennie soltó un grito de reproche.
—¡Fuera de aquí, se supone que no puedes ver el vestido de la novia antes de la boda! —regañó Jennie.
Rosé soltó un bufido.
—¡Jennie Kim! —se quejó Lisa.
—¡Pudín! —gritó MiYeon.
Rosé ignoró los gritos, entrando al local con calma. Saludó al dependiente y se acercó a Lisa, arreglándole el flequillo de la frente. Aprovechó de darle un beso pequeño en los labios.
—Tal vez deberíamos pensar seriamente en lo del traje de novio —pareció cavilar—. Digo, así sería más divertido ponerme entre tus piernas.
Jennie comenzó a toser en tanto Lisa enrojecía, frunciendo los labios y dándole un golpe en señal de regaño a Rosé. La alfa sólo se quejó, frotando su cabeza.
—Ve a probarte tu vestido —soltó Lisa, enfurruñada—. Me voy a llevar este, falta sólo el tuyo.
—¡Pero aún debemos probarle más vestidos, señora Park! —señaló EunWoo.
—Este me queda bien, así que me quedo con este —contestó Lisa, cruzándose de brazos—. Además, soy todavía la señora Manoban, no Park.
—No, ahora que tienes mi marca, eres para todo el mundo el señora Park —corrigió Rosé, agarrando los vestidos que EunWoo le tendía—. ¿Tantos debo probarme?
—Claro, claro —dijo Jennie—. ¿Por qué no vas a pasear por allí, Lisa? Puedes llevar a los demonios, se están aburriendo un poco.
—¡Vamos a comer helado, tía Lili! —gritó SoYeon, emocionada.
—¡Y papas fritas y hamburguesas y pizza! —agregó Yuqi, sonriendo.
—¿No debería ver lo del vestido de Rosé? —farfulló Lisa.
—¡Helao, papas fias, abuyesa, pisa! —gritó MiYeon, riendo.
—No, conociendo a Rosé, querrá llevarte al probador para que le chupes la polla. —dijo Jennie, distraída.
Lisa enrojeció mientras la alfa comenzaba a reírse.
—Touché —comentó Rosé, para después mirar a Lisa—. Anda, ve a dar una vuelta, luego nos juntamos.
La omega soltó un murmullo bajo, asintiendo para caminar hacia el coche de MiYeon y comenzar a empujarla. Las dos pequeñas alfas no dudaron en seguirla, contentas por salir de ese aburrido sitio e ir a comer algo.
Así que Lisa las llevó a un puesto de comida rápida, pidiendo unas papas fritas para SoYeon y Yuqi, y un helado a MiYeon, dándole de comer con cuidado para que no terminara toda sucia como siempre.
Mientras las dos pequeñas alfas se peleaban entre ellas por una papa frita, Lisa aprovechó de comenzar a tararearle a MiYeon.
—¿Estás feliz, Yeonnie? —le preguntó, limpiándole la mejilla.
—¡Sí, sí! —gritó MiYeon, emocionada—. Mami fe-is. Me guta mami fe-is.
Sonrió, dejando el helado sobre la mesa.
—Chicas, si siguen peleando van a-...
—¿Lalisa Manoban?
Levantó la vista cuando alguien la nombró a su lado, encontrándose con unos oscuros ojos.
Parpadeó, en señal de desconocimiento, encogiéndose un poco al notar que era una alfa. Luego, recordó que ya estaba marcada, así que no tendría que reaccionar de esa forma debido a que una alfa no tendría por qué cortejarla.
—¿Sí, uh...?
La desconocida sonrió en señal de diversión, pasando una mano por su cabello café.
—Soy Bae JooHyun.
Abrió los ojos ahora por la sorpresa, sonriendo ampliamente segundos después, y se puso de pie.
—¡JooHyun!
Abrazó a la alfa sin dejar de sonreír, recordándose a los doce años, asistiendo al colegio, sentándose al lado de una alfa más baja que ella que la protegía cuando algunas chicas querían pegarle para reírse de ella. JooHyun fue algo así como su amiga, a pesar de que Lisa hubiera sido sólo una omega triste que todos rechazaban, y la cuidó lo mejor que pudo.
Aunque cuando su padre la echó de la casa y no volvió al colegio, dejó de verla de forma inevitable.
—Mira que estás hermosa —comentó JooHyun, separándose—. ¿Son tus hijas? —preguntó, señalando a las niñas, que observaban la escena en silencio.
—No, no, cómo crees —Lisa se rió, sentándose para hacerle un espacio a JooHyun—. Sólo esta bebita linda es mi hija —tomó en brazos a MiYeon, que fruncía los labios—. Se llama MiYeon. SoYeon y Yuqi —continuó, apuntando a las pequeñas alfas—, son hijas de una amiga, las estoy cuidando ahora.
—La pequeña MiYeon —dijo JooHyun, mirando a la bebé con una sonrisa dulce—. Me alegra verte, Lili, cuando dejaste de ir al colegio me puse muy triste —la alfa apoyó su mejilla en una mano, luciendo curiosa—. ¿Puedo saber qué ocurrió?
Lisa volvió a alimentar a MiYeon al notar como miraba a JooHyun, sin dejar de arrugar sus labios, así que estaba un tanto confundida por ello.
—Oh, ya sabes... —esbozó una sonrisa triste—. Llegó mi celo y papá me echó de la casa, así que me vi obligada a irme.
JooHyun asintió en señal de comprensión, frunciendo el ceño en señal de disgusto y pena.
—Lo siento mucho, Lili —le dijo la alfa—. Mierda, si me hubieras dicho, estoy segura de que mis papás te habrían dado alojo —JooHyun elevó su mano, acariciándole la mejilla fugazmente—. Ellos te querían mucho.
La omega recordó a los padres betas de JooHyun, sonriéndole dulcemente cuando iba a la casa de la chica a hacer algún trabajo o sólo a jugar, preocupándose de que comiera bien y de curarle las heridas cuando eran tan obvias y difíciles de ocultar. Sí, Lisa los recordaba de forma vaga, porque había muchos recuerdos que deseaba reprimir de esos años.
—No habría podido aceptarlo —dijo Lisa con tranquilidad—, así que no es necesario que te atormentes, Hyun —Lisa la observó, curioso—. ¿Estás sola por aquí? ¿O viniste con alguna pareja?
Las mejillas de la alfa se tornaron de un color un tanto colorado, como si estuviera avergonzada.
—Ah, sí, vine por una cita a ciegas, pero al parecer me dejaron plantada. —soltó una risa nerviosa, encogiéndose de hombros.
Lisa puso una expresión incrédula.
—¿De verdad? Lo siento, no fue mi intención recordártelo —dijo, limpiándole la boca a MiYeon—. Qué pena más grande, ¡Si eres una chica tan linda! Ah, esa persona no sabe lo que se pierde.
JooHyun comenzó a reírse y negó con la cabeza, antes de observarla, sin borrar una sonrisa.
—Me estás humillando —bromeó JooHyun, señalando a MiYeon—. ¿Puedo tomarla en brazos? Es una bebé muy linda.
—¡Ño! —gritó MiYeon, cruzándose de brazos—. ¡Ño queio! ¡Queio papi!
La Tailandesa soltó una risa de disculpa, acariciándole el cabello a su bebé mientras observaba a SoYeon y Yuqi jugando con los juguetes que traía la comida.
—MiYeon es linda, pero también muy malcriada. —dijo, abrazando a la pequeña con más fuerza.
—No te preocupes, mi hermano también tiene un bebé y es igual de mimado —dijo JooHyun, moviendo su mano en un gesto suave—. Sabes, Lili... Cuándo éramos pequeñas, siempre pensé que tú serías mi omega.
Lisa parpadeó por la sorpresa, pero antes de poder contestar, alguien más habló:
—Una lástima que ahora sea mi omega.
Se volteó con rapidez, encontrándose con el impasible rostro de Rosé, de pie detrás de ella. Su alfa se veía tranquila, sin embargo, podía leer en sus ojos que se notaba celosa y posesiva.
Pero Lisa no se asustó, porque aprendió que por mucho que Rosé se molestara, jamás le levantaría la mano o la castigaría como hizo su anterior alfa. Rosé era distinta. Rosé no le haría daño.
—¡Papi! —gritó MiYeon feliz, extendiendo sus bracitos para que la tomara en brazos.
Rosé sonrió dulcemente, llevando a la pequeña contra su pecho.
—¿Terminaste de ver el vestido? —preguntó Lisa, calmada.
—Sí, Jennie aprovechó de pasar una tienda a ver ropa ahora que está sin sus demonios —dijo Rosé, sentándose al lado de Lisa y pasando un brazo por su espalda—. Te extrañé mucho, bebé. —añadió en voz alta, mirando a JooHyun.
Lisa quiso rodar los ojos.
—Rosé, te presento a Bae JooHyun, una ex compañera —dijo, sonriendo—. JooHyun, ella es Roseanne Park, mi alfa...
—Y futura esposa —agregó Rosé, extendiendo una mano—. Diría que es un gusto, pero siendo sincera, no lo es.
—¡Rosé! —regañó Lisa, incrédula.
JooHyun soltó una risa baja, tomando la mano de Rosé, y le dio un apretón con el rostro tenso.
—Un gusto, espero que cuides muy bien de Lili —dijo JooHyun, antes de agregar con voz filosa:—. Ya sabes, Lisa es una omega muy linda y no merece pasarla mal.
El aire se llenó de hormonas alfas.
Lisa iba a golpearse la cabeza contra la mesa.
Tontas, tontas alfas posesivas.
—Bueno, ya que hemos terminado, podemos volver a casa. —dijo en voz alta, llamando la atención de Rosé.
Rosé asintió, enarcando una ceja.
—Sí, ya quiero tenerte dentro del cuarto para marcarte por todas partes —comentó como si nada, y Lisa le dio un golpe en la nuca—. ¡Auch! ¿Acaso dije algo que no debía?
La omega se puso de pie y acomodó a MiYeon en su coche, diciéndole a las pequeñas alfas que se pusieran de pie. Yuqi y SoYeon comenzaron a pelear por quien llevaba el coche, llegando al acuerdo de empujar cada una una barra.
—Nos vemos, JooHyun, fue un gusto verte. —se despidió Lisa.
JooHyun se puso de pie también, inclinándose para darle un beso en la mejilla, y Lisa casi pudo oír el gruñido posesivo de Rosé.
—¿No te importaría darme tu número de teléfono? Me gustaría seguir en contacto contigo. —dijo JooHyun, ignorando la mirada fulminante de Rosé.
—Sí, le importaría, adiós —dijo Rosé antes de dejarla contestar, agarrándola por la cintura y arrastrando de ella—. Estúpida alfa atractiva. —masculló por lo bajo.
Lisa miró hacia atrás, haciéndole un gesto de despedida a JooHyun, quien sólo sonreía irónicamente.
Mientras caminaban en silencio, con Rosé sin soltarla de la cintura y pegándola a su lado, con el coche yendo por delante, Lisa miró a su alfa, notando sus labios apretados.
—¿Estás enojada conmigo? —preguntó con calma, llamando su atención.
Rosé la observó.
—¿Le ibas a dar tu número? —contestó Rosé con voz amarga.
Con tranquilidad, Lisa apoyó su mejilla contra la cabeza de Rosé y le acarició la nuca, notando como relajaba su agarre.
—Sí, se lo iba a dar, fue mi amiga cuando era pequeña —respondió Lisa—, pero no tienes que ponerte celosa, Rosé.
La alfa se ruborizó para luego soltar un bufido.
—No estoy celosa.
—Claro que no —Lisa la detuvo y le tomó de las mejillas, dándole un pequeño beso en los labios—, porque yo soy sólo tuya, de nadie más, ¿Lo sabes, Rosé?
Rosé asintió, aunque se podía notar un poco insegura.
—¿Sólo mía? —murmuró, dándole otro beso.
—Sólo tuya. Soy tu omega y tú eres mi alfa —Lisa se rió—. Mi alfa malhumorada, pero te quiero así como eres.
Rosé sonrió, orgullosa, pero no pudo decir nada porque MiYeon gritó:
—¡Mami mía!
Lisa sólo comenzó a reírse, sin poder decir nada, y Rosé soltó un bufido.
Pero se sentía aliviada, porque Lisa la quería y aceptaba como su alfa, y eso era todo lo que necesitaba para poder ser feliz.
¡Gracias por leer!
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