6.
Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst.
Rosé arrugó los labios cuando la alarma del móvil sonó, y se revolvió en la cama, apagando su celular antes de suspirar.
Sus ganas de ir a trabajar eran inexistentes, y se sintió peor cuando, de pronto, Lisa la abrazó por la cintura, acurrucándose a su lado y dándole un pequeño beso en el cuello. Rosé la miró, chocando con sus ojos castaños, sonriéndole al notarla amodorrada, aunque con una ligera sonrisa.
Era la primera noche que Lisa pasaba a su lado como su pareja, durmiendo en su cama, después de mudarse definitivamente. Y la sensación era más que perfecta: era única.
—¿Tienes que ir a trabajar? —murmuró Lisa, dándole un pequeño beso.
—Sí. —susurró Rosé, revolviéndole el cabello.
—No... —Lisa escondió su rostro en su pecho, como una niña pequeña—. Quédate conmigo y sigue durmiendo. Eres muy cómoda.
Rosé soltó una pequeña risa ronca, negando con la cabeza, y miró el techo, pensando en lo bien que se sentía Lisa en sus brazos. En lo cómodo que era tenerla así, protegida totalmente, sin nadie que pudiera hacerle daño.
—Mi amor... —murmuró Rosé, frotando su mejilla contra el cabello de Lisa.
—Bueno, está bien, me levantaré e iré a prepararte el desayuno...
—Lili —se miraron a los ojos, y Rosé le besó en los labios con lentitud, llenándose con ese simple gesto—, puedes quedarte durmiendo, ¿Sabes? No es necesario que te levantes conmigo a esta hora.
—Pero...
—Nada de peros —le dio otro beso, sonriendo de lado—. He vivido sola desde los dieciocho años, Lili, sé preparar un desayuno.
Sin un poco de convicción, Lisa asintió y la abrazó, besándole la mejilla de paso.
—Te quiero, alfa gruñona. —le dijo cariñosamente.
—Yo también, bebé —Rosé se quitó las mantas de encima, revolviéndole el cabello—. Iremos a cenar fuera, ¿Te parece? Para celebrar tú llegada a casa.
—Eres demasiado linda conmigo —Lisa sonrió, dejando que Rosé la arrebujara entre las sábanas—. Siento que no... Que no merezco esto de ti.
Rosé le pellizcó las mejillas, sin soltarla un poco, y le besó la punta de la nariz.
—Te mereces esto y más —Lisa sonrió tímidamente—. Ahora duerme, te llamaré durante el día, ¿Bien?
—Está bien —Lisa se acurrucó entre las sábanas, sin dejar de mirarla—. Te quiero, Rosé.
Rosé le respondió con un beso antes de ir al baño.
Minutos después, salió de la ducha, notando que Lisa se quedó dormida, y permaneció unos minutos admirándola, notando su suave perfil perfecto, su desordenado cabello castaño, sus mejillas abultadas, su labio inferior sobresaliendo en un puchero inconsciente, los pequeños resoplidos que soltaba.
Dios, Lisa era hermosa. Era la omega más hermosa que vio alguna vez en su vida, y se sentía demasiado afortunada de haber sido elegida como su alfa.
Quería tenerla siempre en sus brazos, riendo, siendo el único lugar al que Lisa iba a mirar siempre.
Se inclinó, dándole un beso en la frente.
—Voy a protegerte de todo, lo prometo. —le susurró antes de marcharse del cuarto.
***
Jennie estaba un poco estresada, por decir lo mínimo.
Como era verano, SoYeon y Yuqi estaban de vacaciones, por lo que las tenía en la casa con la misión de cuidarlas y evitar así que hicieran un desastre, lo que no estaba pasando en ese momento.
Jennie siempre quiso hijos, pero gracias a esos dos demonios, estaba replanteándose el hablar con JiSoo para devolverlas.
—¡Ustedes dos, pequeños diablos, bájense del sillón y vean la maldita película en paz si no quieren que les pegue con la varilla! —gritó, entrando al comedor y viéndolas pelear con los cojines de los sillones, de pie sobre ellos. Chillaban mientras una de las tontas películas de Iron Man se reproducía en la televisión.
—¡Mamá, Yuqi fue la que comenzó! —gritó SoYeon, obedeciendo.
—¡Eso es mentira, tú comenzaste! —negó Yuqi, pegándole a SoYeon con el cojín sobre la cabeza.
—¡¿Quieren la varilla o no?! —les espetó, levantando la varilla que guardaba en la cocina.
Las dos alfas pusieron cara de espanto y se sentaron sobre el sofá rápidamente.
Jennie dejó salir una maldición baja, entrando a la cocina para seguir preparando el almuerzo, suspirando cuando escuchó la discusión que sus dos hijas comenzaron otra vez.
Sus bebés podían estresarla un montón, pero de todas formas, jamás le diría a su esposa que las devolvieran al orfanato de dónde las adoptaron tres años atrás, cuando eran sólo unas niñas de dos años. Según lo que le contó la directora del lugar, la madre beta de SoYeon murió en el parto y el padre no se quiso hacer cargo, y a Yuqi la abandonaron en la entrada del lugar cuando tenía cinco meses, solamente con su nombre bordado en Chino sobre su manta. Ambas niñas crecieron juntas, y cuando Jennie y JiSoo fueron y las vieron jugando solas, coloreando un dibujo como si fueran hermanas... No pudieron resistirse un poco.
Aunque ahora Jennie estuviera estresada y con ganas de matarlas.
—Mami —SoYeon entró a la cocina, seguida de Yuqi, y la miró con expresión inocente—, ¿Podemos ir a jugar en la tarde con Yeonnie? —preguntó la niña, sonriendo.
—No. —contestó firme.
—¿Por qué? —Yuqi puso un puchero, cruzándose de brazos—. Queremos jugar con Yeonnie, huele muy rico.
—Porque si la siguen asfixiando de esa forma, la pobre bebé va a morir. —les dijo sin una gota de suavidad.
Los ojos de SoYeon se abrieron por el shock, en tanto Yuqi entreabría los labios de forma atónita, sin decir nada.
Jennie se arrepintió cuando ambas hermanitas se miraron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Vamos a matar a Yeonnie! —gritaron al mismo tiempo, abrazándose y rompiendo a llorar.
Si la situación no hubiera sido tan tonta, de seguro Jennie se habría permitido reír. No podía creer que sus hijas fueran tan idiotas.
—Mis amores, tranquilas, era una broma —les dijo, poniéndose de cuclillas para abrazarlas—. Pero piensen que la tía Lili acaba de mudarse, debe estar cansada, y MiYeon igual. Mañana iremos a jugar con ella, ¿Está bien? —las niñas asintieron, todavía medio llorosas—. Ahora vayan a ver televisión, mamá está cocinando y ustedes no quieren que la varilla les llegue a sus traseritos, ¿Cierto?
Las niñas se fueron corriendo de la cocina.
Jennie siguió preparando el almuerzo, que ese día consistiría en un arroz primavera con pollo al horno, cuando tocaron al timbre de la casa. Exasperada por ser interrumpida por quinta vez en el día, bajó la intensidad del horno, yendo a la puerta para gritarle a quien fuera que la estuviera molestando, encontrándose con un chico omega.
Parpadeó, suavizando su expresión, y le sonrió amablemente, mientras el chico frente a ella se quitaba los lentes de sol con una expresión inocente. Debía tener más o menos su edad según lo que podía identificar.
—Disculpe, ¿Aquí vive la señora Jennie Kim? —preguntó el chico.
—Soy yo, ¿Con quién tengo el placer? —respondió Jennie.
—Buenas tardes, soy Lee Ten, asistente de la directora de empresas Park. —saludó el omega, extendiendo una mano y sin dejar de sonreír.
Jennie le tomó la mano para saludarlo, aunque frunció el ceño en señal de confusión.
—¿Está buscando a Rosé? Ella vive en la casa de al lado, pero ahora debe estar trabajando... —comentó Jennie, sin querer mostrar un poco la desconfianza que estaba empezando a sentir.
—Oh, no, no, vengo a hablar con usted. —dijo Ten, sin borrar esa sonrisa que tenía en su rostro.
—Ah... —Jennie miró hacia el interior de la casa, suspirando—. Bueno, ¿Quiere pasar? Estoy un poco ocupada, pero si me espera...
—No tengo ningún problema.
Jennie se hizo a un lado, dejando que el omega entrara a la casa, y le señaló el comedor, donde SoYeon y Yuqi miraban la película mientras jugaban con unos autitos de carrera.
—Ellas son mis hijas, la pelona es SoYeon y la rara es Yuqi. —presentó Jennie.
Las dos niñas miraron a su madre de forma grosera, enfurruñadas por la forma en la que las presentó ante el omega desconocido. Incluso Ten no sabía cómo reaccionar ante ello, pero a Jennie realmente no le importaba.
—¿Adoptadas? —preguntó amablemente Ten, sentándose en el sofá.
—Sí, están con nosotras desde los dos años —Jennie caminó a la cocina—. ¿Un vaso de agua?
—Si no es mucha la molestia.
Sí lo es, pensó Jennie un poco enfurruñada, revisando la olla y el horno donde estaba cocinando para verificar que todo estuviera bien. Una vez listo, le llevó el vaso con agua a Ten, sentándose frente a él para que comenzara a hablar.
Ten se tomó su tiempo, observando la casa hogareña, a las pequeñas niñas que volvieron a jugar sin prestarles un poco de atención.
—Señora Kim, tengo entendido que usted tiene un título en cocina internacional. —le dijo Ten, entrando inmediatamente en su papel de hombre de negocios.
—Oh, sí... —contestó un poco vacilante—. No he podido ejercer mi título porque luego me casé con mi esposa y al poco tiempo adoptamos a SoYeonnie y Yuqiri, así que las he estado cuidando yo. No me gustan... Mucho las niñeras.
Además, cuando lo plantearon y Jennie quiso salir a buscar trabajo, SoYeon y Yuqi se asustaron un montón porque temían volver a ser abandonadas otra vez. Ambas podían portarse mal y ser unos demonios, pero cuando se trataba de tener el amor de Jen y Soo, cuando se trataba de ser mimadas por ellas... podían portarse mejor que nadie.
—Claro, es comprensible —señaló Ten, asintiendo—. En realidad, vengo a... A hablarle de un negocio que quizás le pueda interesar un poco.
Jennie lo miró, diciéndole con eso que continuara.
—Empresas Park se especializan en el área del intercambio de productos comestibles con el resto de los países —dijo Ten tranquilamente—, pero también posee una pequeña línea de restaurantes exclusivos en algunas zonas de Corea. Acá, en Seúl, el único restaurante de esta cadena es...
—... Pierre Gagnaire a Seoul. —terminó de decir Jennie, con una expresión de sorpresa en su rostro.
—Exacto —Ten le miró con falsa dulzura—. Hace unos días se despidió al último chef del restaurante debido a su incompetencia, por lo que estamos buscando a una nueva persona que se haga cargo del lugar.
Jennie tragó saliva, sintiendo su boca seca de forma repentina.
Los ojos de Ten eran astutos.
—Queríamos ofrecerle ese puesto a usted, señora Kim.
Cuando Jennie estudiaba en la universidad, todos sus compañeros soñaban algún día con ser el chef del restaurante de la cadena de empresas Park debido al prestigio y honor que se podía alcanzar sólo con ese puesto. A dicho restaurante iban las personas más exclusivas e importantes a comer, sirviéndose sólo los mejores platillos de comida Coreana y Francesa, ganando una fortuna increíble cada día que estaba abierto.
Y ahora se lo estaban ofreciendo a ella.
—Debo hacerme cargo de mis hijas. —dijo en voz baja.
SoYeon y Yuqi levantaron la vista al mismo tiempo, poniéndose de pie para correr a los brazos de su mami. Jennie, de forma suave, sentó a las niñas en cada pierna, atrayéndolas a su cuerpo para sostenerse de algo en ese momento.
—Claro —Ten le sonrió a las niñas, pero las menores no le devolvieron la sonrisa—. Vamos a ser muy flexibles con sus permisos para salir y tomarse días si usted lo requiere. Tendrá total libertad para administrar su tiempo, no la andaremos sobreexplotando, así que no se preocupe por eso, no deberá descuidar a su hermosa familia por este trabajo.
Jennie sintió como perdía el color de su cara ante lo que estaba diciendo el omega frente a ella, sin saber cómo reaccionar por ello. Prácticamente, le estaban dando su trabajo soñado con un sueldo enorme que recibiría y total libertad para hacer lo que quisiera.
Sin embargo, Jennie era inteligente: esas cosas no eran gratis.
—¿Por qué yo? —preguntó con suavidad.
Una sonrisa tensa tiró de los labios de Ten.
—No eres sólo una buena chef según lo que tengo entendido, Jennie, sino que también tienes... Algo de lo que me gustaría que te hicieras cargo —Ten se inclinó un poco—. Necesito que separes a Roseanne Park de Lalisa Manoban.
Si hubiera estado bebiendo algo, Jennie de seguro lo habría escupido sobre el bonito rostro del omega frente a ella debido a sus palabras.
En cambio, sólo abrió la boca en señal de incredulidad.
—Yo no...
—Sé que eres amiga de Lisa —continuó Ten, interrumpiéndola—, y sé que quieres lo mejor para ella y su... Su bebé. Debes saber entonces que lo mejor para tu amiga es alejarse de Roseanne Park en este instante.
Jennie cerró su boca, sintiendo como el hombre frente a ella se convertía en nada más que una víbora para lograr lo que sea que buscara.
Recordó, también, las últimas conversaciones que mantuvo con Lisa, y el pedido que le hizo.
—¿Por qué tendrían que separarse? —preguntó amablemente Jennie—. Si Rosé es el padre de MiYeon, ¿No es bueno que Rosé haya encontrado otra vez a su omega? —Jennie se puso de pie, dejando en el suelo a SoYeon y Yuqi—. Bebés, ¿Por qué no van a jugar a su pieza un ratito? Las llamaré cuando el almuerzo esté listo.
Las niñas obedecieron con rapidez, subiendo la escalera y desapareciendo.
Cuando quedaron a solas, Jennie borró su sonrisa.
—Debo entender, entonces —dijo Ten lentamente—, ¿Qué estás rechazando la oferta de la familia Park?
Jennie hizo una mueca.
—Si mis amigas son felices, yo no soy quién para meterme en eso. —respondió con frialdad.
Ten se puso de pie, poniendo una expresión de furia en su rostro.
—¿Prefieres que tu amiga sufra por lo que le haremos más adelante? —el omega dio un paso—. Considéralo, Jennie: si no intervienes tú, intervendremos nosotros, y tu amiga terminará muerta junto a su bebé.
—Fuera de mi casa. —espetó Jennie, tratando de mantener la compostura a pesar de que quería darle un golpe al omega frente a ella.
—Dejaré mi tarjeta por si cambias de opinión —gruñó Ten, dejando un papelito sobre la mesa del comedor—. Llámame cuando decidas hacer lo correcto para tu amiga y para tu familia.
Sin decir otra cosa, Ten se giró y caminó hacia la puerta, saliendo tan rápido como pudo.
Jennie, todavía enojada, fue a los pies de la escalera.
—¡SoYeon, Yuqi, les doy permiso para usar una bombita de agua si es con el omega de afuera!
Escuchó sus chillidos de emoción seguido de pasos y unos segundos más tardes, en toda la cuadra resonó un grito de odio y furia.
Jennie quiso relajarse, sin embargo, sabía que se avecinaban un montón de problemas para Rosé y Lisa, y eso la asustaba a más no poder.
***
—¡Nooooooooooooo! —chilló MiYeon cuando Lisa la tomó en brazos y la metió a la tina—. ¡No queiooooooooo!
—¡Vamos, MiYeon, es sólo un baño! —protestó Lisa fastidiada, poniéndose de pie para tomar las ropas llenas de tierra de la niña que se ensuciaron cuando fue a ayudarla con el jardín—. ¡Si te sales de la ducha, voy a darte unos azotes!
MiYeon le sacó la lengua, enfurruñada, aunque sabiendo que su mami jamás le levantaría la mano. Por eso, cuando Lisa salió del baño para ir a la lavadora para echar las ropas, se puso de pie, luchando por salir de la tina sin importarle si estaba desnuda. Iba a esconderse en el fondo del enorme armario de su nueva habitación para que mami no la encontrara.
Por supuesto, su plan no sirvió de nada: cuando salió del baño, su mamá ya iba de regreso al cuarto, y pegó el grito al cielo al verla fuera de la bañera.
—¡VEN ACÁ, MIYEON, AHORA! —chilló Lisa, comenzando a perseguirla.
—¡NO! —gritó MiYeon, corriendo para no ser alcanzada, dejando todo el suelo lleno de agua—. ¡No queio, no queio!
—¡NO ME IMPORTA SI NO QUIERES, VEN ACÁ!
MiYeon comenzó a reírse, entrando al comedor, pero antes de poder esconderse bajo la mesa, sintió de pronto que alguien la agarraba.
Al levantar la vista, se encontró con el pálido rostro de Rosé.
—¡Papi! —chilló MiYeon, abrazándola por el cuello.
Rosé soltó una risotada al ver a MiYeon desnuda y húmeda, abrazándola como si nada, en tanto Lisa entró respirando aceleradamente, con el rostro rojo por el enojo. Su expresión cambió por completo al ver a Rosé, pero en lugar de cambiar a una de alegría, Rosé notó el temor y el miedo en sus ojos.
Frunció el ceño, confundida.
—Ho... Hola, Rosé. —saludó Lisa, acercándose y extendiendo sus brazos para que le pasara a MiYeon, pero la bebé la miró con el ceño fruncido.
—Lili —saludó Rosé, sin entender algo todavía—, ¿Pasa algo?
—¡No! —Lisa soltó una risa nerviosa—. Es sólo que...
—¡No queio usha! —gritó MiYeon, interrumpiéndola.
Rosé miró a la bebé, comprendiendo entonces el por qué estaba sin ropa y mojada.
Suspiró, notando que su camisa estaba húmeda también y pensando que se iba a arrugar si no se la sacaba pronto.
—¡Prometo limpiar ahora mismo tu camisa! —gritó de pronto Lisa, llamando su atención—. ¡No... No te preocupes por eso, Rosé, la voy a lavar otra vez y trataré de que... De que MiYeon no vuelva a hacer esto!
Notó sus ojos llorosos.
Oh. Oh.
Lisa creía que estaba enojada con ella.
Arrugó los labios, pensando que, si Lisa estaba reaccionando así, debía ser porque en su antiguo matrimonio tuvo que ser castigada por un error que cometió.
—Lili, mi amor, tranquila —le dijo con calma en la voz, acercándose para acariciarle la mejilla—. No importa, de verdad, es sólo una camisa. Además, llegar a casa y ver a MiYeon corriendo desnuda vale la pena por completo —bromeó, logrando que Lisa sonriera con timidez—. Ahora dame un beso de bienvenida.
La omega soltó una risa en voz baja, abrazando a Rosé por el cuello para darle un beso en los labios. Tomó después a MiYeon en brazos para seguir dándole un baño a pesar de sus protestas y chillidos.
—¡Te daré unos buenos azotes, MiYeon! —escuchó decir a Lisa mientras desabotonaba la camisa para llevarla a la lavadora, quedando sólo con un brasier y el pantalón puesto.
Cuando iba de vuelta, se quedó en el umbral del baño, viendo a la omega bañar a la bebé con cuidado y cariño, y luego se acercó, inclinándose. La abrazó por la cintura, besando su cuello suavemente. Lisa soltó una risa baja por las cosquillas que le causó el toque.
Iba a hablar, pero MiYeon les lanzó agua con una expresión grosera.
—¡Buuuuuuu! —chilló, enfurruñada.
Rosé rodó los ojos, sin soltar a Lisa un poco.
—¿Qué pasó en tu matrimonio? —susurró Rosé con cuidado.
MiYeon comenzó a jugar con sus barquitos en tanto Lisa se ponía de pie, girándose para abrazar a Rosé por la cintura, arrebujándose a su lado.
—Un día estaba arreglando el jardín —dijo Lisa tranquilamente—, y cuando sentí a JiWon entrar a casa, fui a saludarlo sin darme cuenta de que mis manos y rostro estaban llenos de tierra. Entonces lo besé, y lo siguiente que supe es que estaba en el suelo con la mejilla ardiendo, con JiWon gritándome que no lo tocara si estaba sucia, que había manchado su camisa favorita y ahora tenía que lavarla —Lisa la miró—. Lamento haber reaccionado así, es sólo que...
—Que recordaste eso —Rosé le dio un beso suave—. Está bien, lo comprendo, bebé.
—Sé que tú nunca me pegarías —insistió Lisa, tomándole la mano—. Es sólo que... Fue un breve momento en el que mi instinto me gobernó, nada más —Lisa le sonrió, tímida—. Eres la mejor alfa que he conocido, Rosé. —entonces, Lisa se percató de algo.
Algo muy importante.
Que Roseanne Park la estaba abrazando sin su camisa puesta.
Su rostro se coloreó de rojo ante el torpe descubrimiento, al sentir la piel de Rosé bajo sus manos, y de pronto se sintió un poco acalorada. No sabía por qué estaba reaccionando de esa forma, como si sus hormonas estuvieran tan alborotadas, y sospechó que quizás se debía a que su celo estaba cerca. Si mal no calculaba, su celo debería ser en dos semanas más.
—¿Estás nerviosa? —le preguntó de pronto Rosé en voz baja, sintiendo cosquillas en su cuello debido al movimiento de los labios de la alfa contra su piel.
Su omega pareció estremecerse de felicidad al notar tal cercanía, casi ronroneando por un contacto más cercano.
Rosé siempre fue la que daba los primeros pasos si se trataba de su relación, dejando las decisiones en sus manos, confiando plenamente en lo que era capaz de hacer.
Quizás era el momento de devolverle la mano.
¿Y por qué no? Lisa no quería engañarse más: la deseaba completamente.
Alejó su rostro para darle un pequeño beso, sin importarle si MiYeon estaba viendo.
—Tengo un celo en dos semanas —le susurró, mirándola a los ojos—, y quiero pasarlo contigo, Rosé. Quiero que me marques en ese momento.
Pensó que Rosé iba a saltar de alegría, que le devolvería el beso, que la abrazaría por horas y horas.
No que enrojecería como si estuviera avergonzada totalmente, como si fuera una colegiala enamorada.
—¿Ce... Celo? —farfulló Rosé torpemente.
—Sí —frunció el ceño, preocupada—. ¿Hay algún problema?
La Australiana tosió.
—Es que... —la notó tragar saliva—, nunca... Nunca he pasado un celo con... Con una omega... —Rosé levantó la vista, con una expresión torturada—. ¿Y si lo hago mal? ¡Debería ser perfecto para ti, Lili!
Lisa la miró de forma incrédula.
Repentinamente, rompió a reír, abrazándola a pesar de notar su ceño fruncido, demasiado enternecida por lo que dijo.
—Rosé, no deberías preocuparte —le dijo, pellizcándole la mejilla—. Sabes bien que no soy virgen-...
Rosé gruñó, posesiva, celosa, pero Lisa se limitó a rodar los ojos.
—... Sólo... —Lisa le dio un pequeño beso—. Está bien, ¿Bueno? No me voy a dar cuenta de... De si es bueno o malo porque... —entonces, la omega se removió, incómoda, enrojeciendo por completo—. Mira, JiWon sólo llegaba y me follaba, ¿Lo entiendes? —Rosé frunció el ceño—. No es nada del otro mundo, así... Así es como se los enseñan a ustedes, ¿No es así?
Rosé asintió, pero sentía que no estaba correcto de esa forma. Sí, en los colegios les decían que la época de celo era sólo para tener sexo con el omega, que éste siempre pensaba en esos días en bajar su calentura, pero...
Pensó en unas viejas amigas que tenía, NaYeon y Mina. Se conocieron en la universidad: la primera era alfa en tanto la segunda omega, y luego de unos meses, comenzaron a salir juntas hasta que decidieron formalizarlo todo. Eran... Una pareja un tanto extraña, si se tomaban los cánones de la sociedad, porque NaYeon siempre parecía demasiado pendiente de Mina, de cumplir sus caprichos y nunca hacerla sentir mal a pesar de ser una omega inmigrante. Preocupándose demasiado de cómo se sentía, mimándola sin pensarlo, siendo más una alfa con personalidad de omega que una alfa completa, como la calificarían muchos.
Pero a pesar de eso, Rosé podía ver el amor en la pareja, la forma en la que se hablaban, como todo parecía brillar alrededor de ellas cuando se miraban.
Rosé quería eso definitivamente con Lisa.
—Además —siguió Lisa, ajena a los pensamientos de Rosé—, sí lo haces tú, entonces está bien para mí —Lisa sonrió, dándole un pequeño beso—. Será perfecto si eres tú quien me marca, Rosé.
Rosé parecía derretirse por completo cuando Lisa le decía esas cosas, y asintió, dispuesta a dar todo para que la omega siguiera sonriéndole de esa forma sólo a ella.
¡Gracias por leer!
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