1O.
Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst.
Rosé estacionó el auto fuera del edificio, mirando a una nerviosa Lisa que jugueteaba con las correas de la mochila. MiYeon las observaba, confundida.
—¿On tamos? —preguntó con sueño.
—Tal vez será mejor devolvernos —dijo Lisa, llamando la atención de Rosé—, ni siquiera sé por qué estamos aquí, digo, quizás no debería continuar mis estudios y dedicarme sólo a MiYeon y nuestros futuros hijos, así no-...
—Lili —le llamó la atención Rosé—, por favor, respira cariño —la omega obedeció, tomando aire y botándolo varias veces—. No pienses esas cosas, ¿Está bien? Sé que quieres seguir estudiando y terminar la secundaria como corresponde, así que, por favor, no te estreses —le dio un pequeño beso en los labios—. MiYeon y yo confiamos en ti.
Lisa sonrió de forma temblorosa y tomó aire una vez más antes de abrir la puerta. Antes de salir, se giró hacia MiYeon, que estaba cerrando sus ojos por el sueño.
—Pórtate bien con papi, Yeonnie. —le dijo de forma cariñosa.
—Mmm... —asintió la bebé, frotando sus ojitos.
Sonrió y se volteó hacia Rosé, dándole otro beso en los labios.
—Pasaré a buscarte apenas termines. —le dijo Rosé, pellizcándole la nariz.
Lisa asintió.
—Te quiero. —le murmuró contra la boca.
Rosé soltó un gruñido de placer.
—Yo también te quiero.
Lisa cerró la puerta, dejando el calor del auto para caminar hacia el edificio donde ya varias personas entraban en camino a las salas de clase. Lisa miró su horario, indecisa, y comenzó a buscar el salón donde tendría Literatura, la primera clase en la escuela nocturna a la que asistiría durante dos años para terminar sus estudios. Luego, Rosé le dijo que si quería estudiar otra cosa podría hacerlo, pero Lisa no quería adelantarse.
Por ahora, terminar su educación secundaria estaría bien.
Entró al salón, nerviosa, y con la vista baja se sentó adelante, su olfato notando a betas y omegas entre el resto de estudiantes, todos mayores de dieciocho años, y no se sintió tan fuera de lugar.
—Hola.
Parpadeó, dejando de morder su labio inferior, y levantó la vista, encontrándose con la mirada de un dulce chico que le sonreía amablemente.
—Hola. —saludó nerviosa, sonriendo con timidez.
—Soy Kim TaeHyung —dijo el chico, sentándose a su lado—. Eres nueva por aquí, ¿No es así?
Lisa sintió sus mejillas coloreadas.
—Sí, yo... Yo soy Manoban Lisa. —volvió a morder su labio inferior, sin perder el nervio.
—Manoban Lisa —repitió TaeHyung con ternura—, eres una omega muy asustadiza, ¿No es así? No te preocupes, aquí todos somos betas y omegas, no tienes que reaccionar con tanto miedo —le revolvió el cabello con confianza, volviendo a sonreír—. Además, por tu olor, parece que tienes un alfa muy celoso y sobreprotector.
Sintió sus mejillas coloreadas, pero se sentó con orgullo.
—Rosé sólo quiere cuidarme. —dijo feliz.
—Entonces no te estreses demasiado —TaeHyung soltó una sonrisa baja—, los profesores son muy buenos y no nos discriminan a pesar de no haber terminado la secundaria. Oh —puso una expresión pensativa—. ¿Cuántos años tienes, Lisa?
—Diecinueve.
—¡Soy tu Oppa! —TaeHyung parecía feliz—. Ya no soy el menor de aquí, ¡Gracias, Lisa!
Se dejó contagiar por la risa tierna de TaeHyung, sintiendo como el nervio parecía irse de su cuerpo, relajándose por tener un rostro amistoso a su lado.
Entonces, la profesora de Literatura entró para dar comienzo a la clase, y Lisa parpadeó con sorpresa al ver la conocida cara de JooHyun.
La alfa la miró con asombro, antes de sonreír amablemente, acercándose a saludarla.
—Hola, Lisa. —le saludó JooHyun.
Lisa le devolvió la sonrisa, aunque sintió su estómago un poco apretado por los nervios.
A Rosé eso no le agradaría demasiado.
—Hola —saludó—. No sabía que eras profesora aquí, ¡Eres tan joven!
JooHyun rió con diversión.
—Tranquila, el programa de estudios lo hizo mi papá y me ofreció empezar mis prácticas aquí —se encogió de hombros—. No creí verte en este lugar, esto es muy raro.
—¿Se conocen? —interrumpió TaeHyung con admiración.
—Fuimos amigas cuando pequeñas. —explicó JooHyun, sin borrar su sonrisa.
—Eso es muy lindo —suspiró TaeHyung—. A la mayoría de mis amigos los terminé odiando.
Lisa comenzó a reírse, negando con la cabeza, y JooHyun le imitó.
—Bueno, creo que comenzaré la clase —dijo JooHyun—. Seguimos hablando después Lili, ¿Te parece?
Asintió en silencio, sacando de su mochila un cuaderno y los lápices que Rosé le compró. TaeHyung, a su lado, se inclinó unos centímetros.
—Tú le gustas. —se burló TaeHyung.
Lisa sintió sus mejillas rojas, pero no dijo algo, empujando al chico que se reía en voz baja.
Sin embargo, cuando JooHyun le miró de pronto, sonriendo como si nada, Lisa sabía que TaeHyung tenía razón, y realmente no sabía cómo reaccionar ante ello.
Horas más tarde, Rosé le estaba esperando en su auto, y subió saludándola con un pequeño beso que hizo sonreír a la alfa. Eran cerca de las doce de la noche, por lo que se acurrucó al lado de Rosé.
—No debiste venir a buscarme —le dijo, mientras la alfa conducía—, podría haber llamado a un taxi, tienes que dormir para que descanses bien.
Rosé le acarició el cuello, sus dedos tocando superficialmente la marca con cariño.
—No puedo dormir si no estás en cama —le dijo con calma—, se siente frío y extraño.
El calor subió hacia las mejillas de Lisa, que se acurrucó más contra Rosé, sintiéndose un poco culpable.
—¿Cómo te fue? —preguntó Rosé.
La omega suspiró, sonriendo.
—Muy bien —contestó—. La gente allí es muy simpática, ¡Soy la menor de los alumnos! Hay algunas mamás que me trataron como una bebé por eso —soltó una risa baja—. Me sentí feliz. Me haces muy feliz, Rosé, gracias.
Rosé aprovechó que estaban en una luz roja para inclinarse y darle ahora un profundo beso a Lisa en los labios. Sintió como se derretía por ese simple toque y su alfa ronroneaba por el gusto de que su omega estuviera contenta a su lado.
Al separarse, le dio otro beso pequeño.
—Te amo. —le dijo entre besos.
Lisa nunca sintió a su corazón latir con tanta fuerza, así que se limitó a darle otro beso a Rosé.
—Yo también te amo. —contestó, ignorando todos los problemas a su alrededor.
Omitiendo el número de JooHyun que guardó en el bolsillo y que pesaba como un ladrillo debido a la culpa.
***
—¿Sabes qué ocurre cuando el alfa engaña a su omega marcado?
Ten levantó la vista, encontrándose con la helada mirada de Sandara Park, que bebía café de su taza, y suavizó su expresión, negando con la vista.
—No, señora Park.
—No, porque no es normal que un alfa engañe a su omega —Sandara se encogió de hombros, indiferente—. Si logras que Rosé haga tu marca en ti, tu hermanita menor va a sufrir mucho, porque el vínculo que la une a Rosé se rompería por completo. Tendría suerte si logra sobrevivir.
Ten parpadeó, comprendiendo lo que Sandara quería decirle, y asintió otra vez en silencio, poniendo una expresión pensativa.
—Pero Rosé es prudente también —dijo meditabunda la alfa—, no sale a beber a menos que esté acompañada, y aun así, borracha... —miró a Ten—. Pero te pareces mucho a tu hermana, quizás si logre confundirte.
—No necesitamos la marca —dijo de pronto Ten—, sino algo que me ate a ella, así el resto se hará solo —mordió su labio inferior—. Si logro que Rosé me deje esperando un bebé, Rosé tendrá que hacerse cargo, y además... —Ten sonrió con burla—. Lisa no aceptará jamás que su alfa la haya engañado. Conozco a mi hermana. Puede ser una idiota necesitada, pero jamás podrá perdonar una infidelidad.
Sandara soltó una risa baja, divertida, y se inclinó para tomar la barbilla de Ten, que parpadeó lentamente, liberando feromonas de atracción.
—Yo sigo trabajando en lo mío —ronroneó Sandara contra los labios del omega—, ya verás, lograré atar a Rosé de manos y pies para que haga lo que yo quiera. Y en cuanto a tu hermanita —le dio un beso superficial, lamiendo sus labios—, aprenderá cuál es su lugar.
Ten sonrió con tranquilidad, dejando que los labios de la alfa se deslizaran por su cuello en un beso posesivo, y empezó a imaginar el futuro que estuvo construyendo todos esos años, futuro que iba a ser realidad muy, muy pronto.
***
Jennie quería tomar a sus dos hijas por el cuello y ahorcarlas dulcemente para que así la dejaran en paz, pero se limitó a darles un golpe en el trasero con la escoba. Eso causó que gritaran en señal de protesta y huyeran hacia el patio, mientras escuchaba la risa descontrolada de MiYeon.
Soltó un suspiro, tomando la bandeja donde sirvió unos vasos con jugo, y fue también al patio, viendo a Lisa sentada en una banca. Estaba observando a las niñas jugar, en tanto Rosé y JiSoo se encargaban de preparar la carne en la parrilla.
—La mitad del sueldo de Soo a que queman la carne. —dijo Jennie, dejando los vasos sobre la mesita.
Lisa se rió, sacudiendo la cabeza.
—No le digas a Rosé, pero creo lo mismo —susurró Lisa, agarrando un vaso para beber de ella—. Jesús, necesitaba este descanso, la escuela me está estresando —puso una expresión enfurruñada—. Había olvidado lo mala que era en todo, no sirvo para estudiar.
Jennie le revolvió el cabello, negando con la cabeza.
—No digas eso, siempre quisiste volver a la escuela a pesar de ser mala en ella porque no querías sentirte una inútil, así que ahora le pondrás todo tu esfuerzo y te graduarás con honores. —dijo Jennie solemnemente.
—Estás hablando como las mamás omegas de ese lugar. —se quejó Lisa, antes de comenzar a reírse al ver la mirada indignada de Jennie.
—¡A mí me respetas, Lalisa Manoban! —Jennie le dio un manotazo, escuchando su grito medio quejido medio risa.
—Es Lalisa Park —dijo de pronto Rosé, cargando a una enfurruñada MiYeon por las axilas. La bebé pateaba el aire queriendo soltarse, pero sin lograr nada—. El demonio estaba tirándole tierra a los ojos de Yuqi y SoYeon.
Jennie se atoró con el vaso de jugo y MiYeon puso una expresión de inocencia. Lisa la tomó en brazos, cambiando su rostro para comenzar a regañarla.
—¡Mis bebés! —gritó Jennie, poniéndose de pie para ir a ver a sus hijas que estaban sentadas en el suelo mientras lloraban y frotaban sus ojos.
—¡MiYeon! —llamó la atención Lisa—. ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¡No puedes ir por la vida tirándole tierra a tus amigas!
—¡Come tiela! —chilló MiYeon, y antes de que Lisa pudiera seguir regañándola, la bebé pasó su mano llena de tierra sobre el rostro de Lisa, dejándola todo sucia.
Por supuesto, MiYeon comenzó a reírse mientras la omega gritaba y se ponía de pie, escupiendo tierra y regañándola sin dejar de escupir. Escuchó las carcajadas de JiSoo y Rosé, y las fulminó con la mirada mientras MiYeon trataba de soltarse del agarre de Lisa, pero sin lograr mucho. Pronto, la pequeña infló sus mejillas con enojo.
Lisa caminó a tientas al baño, donde Jennie le quitaba la tierra de los ojos a Yuqi y SoYeon, y cuando vio el rostro de la omega soltó una risa baja.
—Tú hija es el Anticristo. —dijo Jennie, dándole espacio para que Lisa pudiera limpiar su cara.
Lisa sentó a MiYeon sobre el lavamanos, abriendo la llave.
—No pienso comprarte más dulces por un mes, MiYeon. —castigó Lisa, con sus labios fruncidos en esa mueca que a todo el mundo llamaba la atención.
MiYeon enrojeció por la molestia.
—¡Mami mala! —acusó MiYeon, y chilló cuando Lisa comenzó a limpiarle las manos—. ¡Mala, mala, mala!
Lisa soltó un bufido, echándole jabón a las manos de MiYeon mientras Yuqi y SoYeon salían del baño para volver a jugar, ahora limpias. Jennie se sentó en el inodoro, pensativa.
—Estás muy malcriada, MiYeon —dijo Lisa llamando la atención de la bebé, que seguía pataleando para soltarse—. ¿Qué ocurre, Yeonnie?
Los ojos de la pequeña se llenaron de lágrimas.
—Te estanio —lloriqueó MiYeon—, te vas y no estás, y papá te estania.
Lisa suavizó su expresión, limpiándole las manitos rechonchas a la bebé para luego sonarle la nariz, suspirando.
—Yo también las extraño —dijo Lisa—, pero son sólo unas horas, Yeonnie, nada más, no tienes por qué ponerte así. —le pellizcó la mejilla, ganándose un puchero de la bebé.
—Papá cata mal. —insistió MiYeon.
—Le daré clases de canto, entonces. ¿Eso estaría bien? —MiYeon asintió, no muy convencida, y Lisa la bajó—. Ahora anda a jugar y pórtate bien. Si lo haces, te daré un dulce.
MiYeon sonrió y salió del baño a tropezones, directo al patio para seguir jugando, y Lisa miró a Jennie, que la observaba en silencio.
—¿Ocurre algo? —preguntó Lisa, limpiando sus manos.
—¿Cuándo le dirás a Rosé que tu profesora es tu ex y tienes su número? —preguntó Jennie con calma.
Lisa soltó la toalla y miró a su amiga con incredulidad.
—JooHyun no es mi ex —contestó, sin humor en su voz—, es sólo una amiga.
—Le gustas a esa alfa —señaló Jennie bufando, poniéndose de pie—, y te has estado mensajeando con ella sin decirle a Rosé —Jennie cerró la puerta del baño—. Incluso has quedado en ir a tomar un café con ella. ¿Eso podría considerarse una infidelidad?
La omega tuvo que controlar su mano para no darle una bofetada a Jennie, que seguía tranquila, aunque en sus ojos podía leer la acusación.
—No es una infidelidad porque no pienso en JooHyun de una forma romántica —escupió Lisa en un gruñido bajo—. Y si no le digo a Rosé, es porque sé que reaccionará de forma celosa y quiero evitar ese problema, ¿Entendido?
—Pero ella te mira de una forma romántica —prosiguió Jennie—. Lisa, estás comenzando una nueva vida, no invites los problemas a ella.
Lisa abrió la puerta, molesta, pero se giró una vez más hacia Jennie.
—No estoy haciendo nada malo. —dijo saliendo del baño.
No estoy haciendo nada malo, se repitió cuando entró al patio y abrazó a Rosé por la cintura, apoyando su cabeza contra su hombro, y la alfa le sonrió, dándole un beso en la mejilla.
***
Rosé dejó la taza de café sobre la mesa, cerrando sus ojos brevemente mientras suspiraba para tratar de relajarse un poco, y a su mente vino la imagen de Lisa durmiendo en la cama, acurrucada a su lado, apenas haciendo ruido alguno.
Pero en lugar de sentir la típica sensación de felicidad que normalmente habría experimentado, sólo sintió un poco de molestia y disgusto al recordar que dos días atrás le pidió a Lisa faltar a clases para tener un poco de tiempo en pareja, y la omega se negó con rotundidad, diciendo que no faltaría ningún día ahora que estaba recuperando el ritmo. Además, parecía más concentrada, cuando ella estaba en casa, en hacer sus tareas y pasar tiempo con MiYeon, que estaba más grosera y exigente esos últimos días con todo el mundo.
Quedaba menos de un mes para su boda y no quería imaginar cómo sería la vida matrimonial luego de eso.
Su móvil sonó, pero cuando vio el número, soltó un chasquido de desaprobación.
¿Acaso su padre no dejaría de joderla en algún momento? Al menos agradecía que fuera su padre y no su madre, porque ella era mil veces peor que su progenitor.
Luego de que su papá insistiera cinco veces más, contestó:
—¿Qué ocurre? —preguntó con la voz dura—. Estoy en mi descanso, así que más te vale que sea importante.
—Necesito hablar algo urgente contigo —respondió su padre con tranquilidad—. Juntémonos en el café de siempre, ChaeYoung. Si no llegas en media hora, iré a buscarte a la clínica, ¿Entendido?
Antes de poder mandarlo al diablo, su padre cortó la llamada.
Bufó, poniéndose de pie para salir de la oficina con una mirada de muerte. Al menos podría comer algo más consistente fuera de la cafetería de la clínica, se consolaba con disgusto, mientras tomaba el ascensor y marcaba el subterráneo donde estaba el estacionamiento.
Cinco minutos después, estaba saliendo de la clínica tratando de contener la creciente molestia en su interior, y cuando se estacionó fuera de la cafetería elegante donde se juntaba con sus padres, suspiró para tratar de relajarse un poco. No quería espantar a las personas del lugar con su olor de alfa furiosa, por lo que se forzó a pensar en algo que pudiera tranquilizarla, como en el olor que liberaba el cuello de Lisa cuando la abrazaba por las noches y le sonreía, contenta de estar a su lado.
Notablemente más tranquila, Rosé se bajó y entró a la cafetería, buscando con los ojos a su padre. Como siempre, estaba en una mesa un tanto alejada, lejos de las miradas del resto, pero con la posibilidad de que ellos pudieran observar lo que ocurría en el local sin ser demasiado obvios.
Se sentó a su lado, pero antes de dirigirle una palabra, pidió algo para almorzar.
Cuando el mozo se marchó, recién se giró a su progenitor.
—¿Tu omega no está haciendo un buen trabajo quitándote la tensión? —se burló su padre como si nada, bebiendo de su taza de café.
—Mi vida sexual con Lisa no es de su incumbencia —respondió Rosé duramente—. Ahora, ¿Qué quieres hablar conmigo?
JiYong entrecerró los ojos, negando con la cabeza, e hizo una mueca con sus labios.
—¿Cuáles son las probabilidades de que rompas la marca que tienes sobre esa omega? —Rosé enarcó una ceja.
—¿Así que me están vigilando? No creí que caerían tan bajo —bufó Rosé, cruzándose de brazos mientras el mozo llegaba con la comida—. Ninguna probabilidad. Lisa es mi omega y se quedará así por siempre.
Su padre suspiró, sin dejar de beber de la taza.
—¿Por qué no puedes ver qué sólo queremos lo mejor para ti y la familia? —gruñó JiYong—. ¿Cuándo dejarás de ser una chica malcriada e insolente?
—Cuando mamá y tú dejen de ser un dolor en el culo. —contestó Rosé con expresión aburrida.
—Ten un poco más de respeto, Rosé. —dijo con advertencia su padre.
—El respeto se gana —replicó la alfa, y soltó un bufido, desviando la vista hacia la calle—. De verdad, padre, ¿Realmente creía que-...
Se interrumpió a sí misma al ver a una alfa conocida sentada en una de las mesas en el exterior, poniéndose de pie y dándole un beso a la mejilla a Lisa.
A su Lisa.
La omega le sonreía a JooHyun como si nada, sentándose a su lado, y comenzó a hablarle de quién sabe qué.
A Rosé no le importaba ver a Lisa hablando con otra alfa. No, lo que realmente hizo hervir su sangre fue el hecho de pensar que Lisa no le contó nada de eso, porque no le habló en ningún momento de salir a comer con JooHyun.
—¿Si realmente creía qué? —preguntó su padre frente a ella, sin saber el motivo de su repentino silencio.
Rosé soltó un gruñido bajo, sacando su móvil.
—Vete a la mierda. —murmuró, causando que su padre se indignara más, pero omitió eso por completo.
Le escribió un rápido mensaje a Lisa.
Rosé:
¿Almorzamos juntas hoy?
Observó de reojo a Lisa sacando el celular de su bolsillo, en tanto JooHyun le platicaba de algo. La vio fruncir levemente el ceño, tecleando con rapidez una respuesta que llegó a su móvil unos segundos después.
Lili:
Almuerzo con Jennie, MiYeon se está portando mal ):
Apretó su móvil con fuerza ante la descarada mentira de Lisa.
¿Qué mierda estaba haciendo su omega con esa alfa? ¿Acaso no le dejó en claro semanas atrás que no la quería cerca de ella?
¿Y cómo mierda se comunicaron?
¿Por qué demonios no le dijo que se estaban viendo?
¿Acaso...?
Pensar en una infidelidad revolvió su estómago.
Rosé vio a Lisa reír a través de la ventana y sintió que era suficiente, en especial cuando JooHyun se inclinó, deslizando una mano por la pierna de la omega.
Se puso de pie, los celos y la rabia bullendo en su interior como un volcán, ignorando lo que fuera que su padre estuviera hablando, y sin dudarlo un poco, salió del local.
La parejita le estaba dando la espalda, por lo que no la vieron venir.
—Lisa.
Su voz fue un gruñido lleno de ira, disgusto y saña.
Lisa se tensó de forma irremediable ante el tono exigente de una persona que conocía.
Temblando, sintiendo a su omega gemir en su interior, se giró tratando de componer una sonrisa dulce.
Pero no pudo hacer nada al ver el rostro lleno de furia de Rosé, demostrando lo enrabiada que estaba en ese instante.
Cerró sus ojos al ver el puño ser levantado.
Sin embargo, el golpe no cayó sobre ella, sino sobre la persona a su lado.
Rosé se lanzó sobre JooHyun sin dudarlo un poco, su puño descargándose sobre el rostro de la alfa. Rosé lucía como una bestia en ese instante, sus labios componiendo una mueca de cólera y sus ojos siendo invadidos por su alfa inundada con saña.
Lisa se puso de pie, y sin dudarlo, agarró a Rosé por la cintura, tratando de alejarla.
—¡Rosé! —chilló, dejando que su omega la dominara, usando esa voz que suplicaba que la escuchara—. ¡Por favor, Rosé!
Por supuesto, la alfa se dejó envolver por la voz omega de Lisa, apaciguando su rabia lo suficiente como para soltar a JooHyun.
—¡No te atrevas a acercarte a mi omega otra vez! —gruñó Rosé, antes de voltearse, viendo los ojos llenos de lágrimas de Lisa.
Pero en lugar de conmoverla como hubiera hecho antes, sólo sintió como el enojo crecía un poco más.
Agarró a Lisa de la muñeca sin cuidado alguno, tirando de ella ante la atónita y asustada mirada de todo el mundo. Lisa iba avanzando a tropezones detrás de ella, pidiéndole que la soltara, que le dolía, que le iba a seguir, sin embargo, Rosé no hizo caso, seguía tirando de ella hasta llegar al auto, abrir la puerta del copiloto y empujar de ella para sentarla.
Cuando se sentó a su lado, Lisa gemía en voz baja debido al dolor, frotando su muñeca para calmar la irritación.
—Almorzando con Jennie, ¿No es así? —gruñó sin perder su tono alfa, exigiendo respuestas.
Lisa bajó la vista, encogiéndose.
—Lo siento, alfa. —susurró con miedo.
Rosé soltó un nuevo gruñido, encendiendo el auto y conduciendo lo más rápido que pudo hacia su casa. Un viaje desde el centro hacia su hogar tardaría normalmente una media hora, pero ahora, debido a la velocidad que conducía, tardó cerca de diez minutos.
Se estacionó fuera, bajando con rapidez, y abrió la puerta de Lisa, agarrándola otra vez de la muñeca y obligándola a seguirla.
Podía leer las feromonas de miedo que envolvían a Lisa, su súplica muda en su rostro, pero estaba demasiado cegada por la rabia y el odio como para ver sus acciones desde fuera.
Tiró de Lisa sobre el sofá, apoyando sus manos en el respaldo, e inclinó su rostro para no dejarle escapatoria alguna.
—¿Desde cuando estás saliendo con ella? —preguntó sin dejar su tono enfurecido, manipulándola con facilidad gracias a la rabia que soltaba.
Lisa se estremeció, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas.
—No estoy saliendo con ella, alfa. —sollozó, queriendo bajar la vista, pero los ojos de Rosé le decía que si lo hacía, todo iba a empeorar.
—¿Por qué me mentiste entonces, omega? —gruñó Rosé, acercándose un poco más.
—No quería ponerte celosa —volvió a lloriquear Lisa—, y JooHyun es sólo una amiga, nada más, ella no...
—Si es sólo tu amiga —dijo en voz baja Rosé—, ¿Por qué no me dijiste nada? —agarró la barbilla de Lisa, levantando su vista, y se inclinó—. ¿Quieres acostarte con ella, omega? ¿Abrirte de piernas y dejar que llene tu sucio y abierto agujero? ¿Acaso la polla de tu alfa no es suficiente para ti? —apretó un poco su agarre, haciéndolo gemir—. Respóndeme, zorra.
—No, alfa —sollozó Lisa, humillada—. No quiero eso con ella, yo te quiero sólo a ti, a nadie más. Lo siento, Rosé, lo siento mucho, no quería mentirte, es sólo que...
—No soy Rosé —gruñó la de cabello cenizo—, soy alfa.
Lisa sollozó.
—¿Cómo la contactaste? —volvió a preguntar Rosé, sus dedos deslizándose sobre el lloroso rostro de Lisa, sintiendo como la calma de a poco parecía volver a ella.
—Las clases nocturnas —hipó Lisa—, JooHyun es profesora, ahí nos encontramos otra vez.
Rosé se alejó, sintiendo como la ira volvía a inundarla, pero estaba en ese instante lo suficientemente lúcida como para saber que debía alejarse de Lisa, o seguiría buscando formas de humillarla y herirla por haberle mentido y dañado.
—No vas a volver allí —dictó con voz dura—, ahora sólo te dedicarás a tu bebé y a mí.
Lisa asintió en silencio, sin dejar de llorar.
Rosé se giró.
—¿A dónde... Vas, alfa? —preguntó la omega con tono débil.
—No me esperes. —fue lo único que escupió Rosé antes de salir de casa, dejando el aire cargado de hormonas llenas de rabia y odio en el aire, causando que Lisa rompiera a llorar ahora sin control alguno.
Lamentándose por completo por haber ignorado la clara y cierta advertencia que Jennie le dio.
***
Rosé sabía que debía llevar muchas copas como para estar en ese deplorable estado, pero si era sincera, no quería dejar de beber.
Se sentía herida, abandonada como un perro callejero, pero por sobre todo, traicionada y como una idiota por haber confiado en Lisa y darle tantas libertades. Todo el mundo decía que había que tener bien sujetados a los omegas para que aprendieran cuál era su lugar, y Rosé nunca creyó esas cosas por completo, pero ahora, como estaba la situación...
No podía evitar sentirse aterrada de perder a Lisa por concederle tantas cosas.
Se sintió más miserable aún al recordar la mirada asustada de la omega sobre ella, como se encogía y sollozaba cuando la obligaba hablar, y quiso salir de allí para ir a buscarla, tomarla en sus brazos, murmurándole que no la dejara, que la quería demasiado.
Pero se limitó a pedir otra copa de vino.
—¿Aburrida, Roseanne?
Levantó la vista, enfocando su mirada en el omega frente a ella, e hizo una mueca de disgusto.
—Vete a la mierda, Ten. —balbuceo en un gruñido.
El chico hizo un puchero leve, y de pronto sintió como si Lisa estuviera frente a ella.
Sin embargo, al volver a parpadear, Ten le hacía el gesto, no Lisa.
—¿Qué pasó? ¿Mi hermanita no se ha portado bien? —Ten ladeó la cabeza, inclinándose—. Lili siempre ha sido una omega malcriada.
—No hables de ella como si la conocieras. —gruñó, bebiendo de golpe el vaso de vino.
—Pero la conozco —ronroneó Ten de forma malintencionada—, siempre poniendo una expresión inocente y llorosa para que los alfas cayeran a sus pies y la mimaran —sonrió con burla—. ¿Sabes cómo sobrevivimos tantos años sin ayuda de nuestro padre, Rosé? Lisa iba donde los vecinos alfas y se dejaba tocar para conseguir comida.
El vaso de vino se quebró debido a su agarre, salpicando su rostro, pero poco le importó. El dolor de la herida que se hizo apenas lo sintió también, sintiendo a su alfa gruñir con disgusto al imaginarse toda esa escena.
—Buscará un alfa que la haga sentir segura —prosiguió Ten como si nada, tomando su mano herida, llena de vino y sangre—, por lo que no dudará en hacerse marcar por otro alfa cuando ya no le sirvas.
Sentía sus pensamientos nublados, su vista borrosa, pero aun así pudo ver con claridad a Ten llevándose sus dedos a su boca, lamiendo la sangre y el vino mezclados.
—¿Por qué no vamos a mi casa? Necesito curarte esto —dijo Ten, tomando una servilleta—. Además, a Lili no le haría gracia verte llegar así.
Rosé se puso de pie, mareada, sintiendo su estómago apretado, y dejó que el omega pasara su brazo por su cintura, sosteniéndola para no caerse.
—No dejaré a tu hermana —farfulló apenas, saliendo del bar con Ten a su lado—. Es mi omega, y la amo.
—Claro que sí —concedió Ten como si nada, deteniéndose y pasando sus dedos por el cabello de Rosé. Se acerco, sus labios comenzando a acariciar su cuello—, así que tranquila, Rosé, sigue amando a Lili todo lo que quieras, no me importa.
Rosé trató de empujarlo, pero se sentía cansada, derrotada y, además, abrumada por todas las sensaciones negativas que llenaron su interior, por lo que no alejó a Ten lo suficiente de su cuerpo, y el omega siguió pegado a ella, sin dejar de tocarla.
Sin dejar de tocarla por el resto de la noche.
¡Gracias por leer!
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