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18.

Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst

Rosé estaba a punto de tener un colapso nervioso cuando marcó por décima vez el número de Lisa mientras conducía, siendo mandado al buzón de voz, diciendo que el celular de la omega estaba fuera de servicio o apagado. Terminó dirigiéndose a una de las direcciones de los amigos de la chica, rogando a cualquier Dios que Lisa estuviera allí para que así pudiera hablar con ella y contarle toda la verdad.

Decirle que nunca la engañó, que ese hijo no era suyo, que Ten estaba mintiendo y que ellas podían, de alguna forma, salvar su relación.

Rosé necesitaba verla a los ojos y contarle toda la verdad para que así el dolor que sentía pudiera desaparecer, aunque fuera un poco.

Tocó la puerta del departamento, desesperada, y un chico –¿TaeHyung?– abrió con una expresión de sorpresa.

—Lisa, ¿Está Lisa aquí? —preguntó, respirando entrecortadamente.

El chico lucía confundido, atónito.

—¿Lili? No, ella... —arrugó el ceño—. Lisa no ha estado aquí desde que se fue con JooHyun.

No mentía, porque su alfa no percibió ningún aroma conocido en el departamento, ninguna presencia amada.

Asintió, girándose, pero antes de poder seguir caminando, el chico volvió a hablar:

—Eres su alfa. —afirmó, y Rosé se detuvo, mirándolo por sobre su hombro.

—Sí. —murmuró, soltando el aire de su boca.

—¿Para qué la buscas? —preguntó TaeHyung bruscamente—. Creo que ya has hecho suficiente por ella.

Su primera reacción habría sido mandarlo al diablo, gruñirle en voz baja e intimidarlo para que no le estuviera jodiendo, sin embargo, trató de controlarse y asintió, dándole la razón, porque el omega frente a ella no mentía.

Fue incapaz de proteger la estabilidad emocional de Lisa, fue incapaz de cuidar de ella y de MiYeon, y fue incapaz de ser honesta con la única omega a la que su alfa quiso.

—Necesito encontrarla y... Y decirle que...

Se quedó callada unos segundos.

¿Decirle que?

Le iba a contar la verdad, por supuesto, ¿Y luego qué? ¿Qué le iba a decir? ¿Qué la perdonara?

Puede que Rosé no se hubiera acostado con Ten, pero de todas formas, también le mintió a los ojos, le dijo cosas horribles y quiso fingir que nada malo pasó entre ellas, cuando la relación no estaba bien.

—Necesito decirle que la amo.

Y su voz salió rota, destruida.

TaeHyung la miró en silencio antes de soltar un ruido despectivo.

—Como si eso fuera suficiente. —dijo antes de cerrar la puerta.

Sí, a veces simplemente amar no era suficiente.

Pero trató de ignorar esa vocecita en su interior que le decía que se rindiera y salió del edificio, caminando hacia su auto.

Apenas se puso el cinturón, su móvil comenzó a sonar. Observó el número.

—¿Lisa? —preguntó de golpe, con su voz teñida de esperanza.

Escuchó una respiración tras la línea; después, sólo silencio. Iba a volver a hablar cuando Lisa contestó:

¿Para qué me llamas? —preguntó con tono monótono.

—Necesito verte —se apresuró a decir atropelladamente, tan rápido que sus palabras eran apenas claras—, necesito estar a tu lado, mi amor...

Otra vez silencio.

No quiero verte. —contestó Lisa.

Su alfa interior gimoteó, pero se obligó a no romperse.

—Lo sé —admitió, apoyando su frente en el manubrio—, lo sé, bebé, pero por favor... Por favor, déjame verte.

No hubo una respuesta rápida.

Te enviaré la dirección por mensaje —dijo Lisa con tono duro—, pero lleva a MiYeon. Necesito verla también.

No le importó que no dijera que necesitaba verla a ella: a Rosé le bastaba sólo con saber que podría verla en un par de horas.

Eso era suficiente por ahora.

***

MiYeon estaba sentada en el suelo con una expresión en blanco, mientras SoYeon y Yuqi la miraban frente a ella con ojos expresivos y enormes. Ambas parecían esperar que la bebé les sonriera como antes, y así ponerse a jugar.

Pero Jennie notó que MiYeon, realmente, no parecía interesada en hacer vida social con sus amiguitas.

—Yeonnie —dijo entonces Yuqi, llamando su atención—, ¿Y si juyamos a las escondidas? ¡Podemos mandal a SoYeonnie a contal!

—¡Oye! —se quejó SoYeon para luego inflar sus mejillas—. Bueno, está bien...

—¿Ves? ¡Vamos, Mimi, juyemos, te plometo-...

No —la voz de la niña salió dura y extrañamente helada—. No —miró a las niñas con una expresión extraña—. No las queio.

La sonrisa desapareció de la expresión de Yuqi y SoYeon parpadeó.

Jennie pudo adivinar el momento en que el desastre inminente iba a desatarse en su casa, en especial cuando los ojos de SoYeon se pusieron brillantes.

Así que, para evitarlo, entró al comedor con los cupcakes que se puso a cocinar una vez Rosé desapareció por la calle.

JiSoo no estaría feliz una vez regresara a casa y la viera con la bebé, ya llegaron al acuerdo de cortar toda relación con los Park, y eso ponía todo lo planeado patas arriba. Además, era el último día de trabajo de JiSoo en el hospital y en una semana más iban a marcharse, las cosas ya estaban decididas, y la repentina aparición de Rosé desestabilizaba todo por completo.

Jennie jamás lo iba a admitir en voz alta, pero realmente le temía a la familia Park, sobre todo cuando JiSoo apareció con Suji ensangrentada, murmurando que esos golpes eran cortesía de los guardaespaldas de los padres de Rosé.

Ayudar a un amiga era una cosa, pero proteger a tu familia era otra completamente diferente. No podían dudar en lo que iban a hacer, aunque eso acabara con una amistad.

—¡Miren lo que hice! —dijo Jen, llamando la atención de SoYeon y Yuqi. Por otro lado, MiYeon sólo desvió la mirada, observando la puerta de entrada con los labios arrugados—. Hice sus favoritos, chicas, vengan a probarlos.

Vacilantes, las dos mayores obedecieron, agarrando un pastelito cada una.

MiYeon no se movió.

—¿No quieres uno, Yeonnie? —ofreció Jennie con dulzura.

La bebé sacudió la cabeza, sin responder.

SoYeon la agarró de la tela de la camisa, poniendo una expresión triste y compungida, y Yuqi, distraída, le tomó la mano a su hermana, queriendo decirle con ese simple gesto que estaba a su lado.

A Jennie realmente le preocupaba un poco SoYeon, pues notó lo tímida que era con todo el mundo y como se cohibía en ambientes desconocidos, aun cuando Yuqi estaba a su lado. Y, bueno, si algo no parecía gustarle o se sentía demasiado presionada, solía romper a llorar como si tuviera dos años todavía, actitud que Yuqi no tenía en ningún momento.

Sin embargo, ambas tenían características de niñas alfas, así como MiYeon poseía rasgos de niña omega. Eso daba alguna pista sobre lo que podrían llegar a ser a futuro, cuando se presentaran a los doce años como chicas pertenecientes a alguna raza.

Pero a Jennie algo no terminaba por convencerla completamente. ¿Sería la actitud confiada con su alrededor, pero tímida y casi ansiosa con el resto que tenía SoYeon? ¿Sería la enfermiza posesividad que MiYeon presentaba muchas veces con Lisa, una sobreprotectora actitud que podía igualarse al comportamiento de alfas ya adultos? Algo no le cuadraba en su totalidad, pero pensar eso le provocaba dolores de cabeza que prefería evitar.

—Mimi está enojala —murmuró SoYeon, mordiendo su labio inferior—. No nos vayamos, mamá Jen. Mimi nos necesita.

Jennie bajó la vista, pensando en el cruel rostro de Ten, en los indiferentes ojos de su madre, y algo se estremeció en su interior, porque sabía que esas personas eran capaces de matarlas si así lo deseaban.

—Las ploteyeré —dijo Yuqi inflando su pecho—, a SoYeonnie y a Mimi, pelo quedémonos, mamá Jen.

Se puso de pie, sacudiendo la cabeza, y suavizó su voz:

—La decisión ya está tomada, chicas.

Ambas parecían dispuestas a discutir, pero Jennie se acercó a MiYeon, tendiéndole un cupcake.

—¿Segura que no lo quieres, MiYeonie? —le preguntó con todo dulce.

No —murmuró MiYeon—. Ñam ñam 'e mamá. No 'e ti.

Jennie suspiró, recordando la expresión sonriente de Lisa cuando le ofrecía un dulce a MiYeon, que la bebé no dudaba en aceptar, siempre feliz de tener la atención de su mami sobre ella.

No quería ni imaginar cómo estaría Lisa con todo esto.

Se puso de pie, mordiendo el interior de su mejilla cuando sintió la puerta de la casa siendo abierta. Sabía que era JiSoo sólo por sus pasos, pero los gritos de las niñas lo confirmaron cuando fueron a recibirla.

JiSoo no dijo nada cuando apareció, observando a MiYeon con muda sorpresa. Jennie la miró con gesto nervioso.

—Rosé me la encargó de pronto y no pude negarme. —explicó.

JiSoo no parecía feliz, pero tampoco dijo nada, porque no iba a pelear frente a sus hijas.

—Hola, MiYeonnie. —saludó, inclinándose para revolverle el cabello a la bebé.

Pero MiYeon se hizo a un lado, manoteándola y gruñendo en voz baja.

No. —fue lo único que dijo.

JiSoo no hizo amago alguno de volver a intentarlo, aunque lucía preocupada también.

Jennie iba a decirle algo, sin embargo, antes de poder hacerlo, la puerta de entrada fue tocada con desesperación.

El olor alfa de Rosé invadió sus fosas nasales por lo intenso que era en ese instante, así que se apuró en abrirlo. La de mayor estatura lucía apurada, por lo que saludó apenas y entró, sus ojos buscando a MiYeon.

La niña la miró.

—Vamos, Mimi. —dijo con tono suave.

MiYeon hizo un gesto de desagrado, pero se quedó quieto cuando Rosé la tomó en brazos.

—¿Se puede saber qué mierda ocurre? —preguntó JiSoo con el ceño fruncido.

—Lisa necesita verla —contestó Rosé entrecortadamente, antes de voltearse—. No se preocupen. Ni Ten ni mi madre harán nada contra ustedes. —su tono salió triste, casi roto.

Jennie no pudo evitar sentirse mal, porque ¿Qué culpa tenía Rosé de tener una familia tan obsesiva y manipuladora?

—Rosé... —comenzó a decir JiSoo con expresión tensa.

—No, no se preocupen —insistió Rosé—, lamento haberlas metido en todos estos problemas. Si hubiera sabido que... —hizo una pequeña pausa, sacudiendo la cabeza—. Sólo quiero darles las gracias por todo. Han sido buens amigas.

Jennie apretó sus labios. ¿Por qué eso se sentía como una despedida?

—Si hay algo...

—Ya han hecho suficiente —le interrumpió Rosé a JiSoo con amabilidad—, es momento de que piensen en ustedes, también —las miró con una triste sonrisa—. Nos vemos, Unnies.

No les dio tiempo a decir algo más, porque ya se giró para irse.

Jennie tuvo que sostenerse de JiSoo, porque una extraña sensación le dijo que las cosas iban a acabar de un momento para otro. Pero si era para bien o mal, eso no podía saberlo.

***

Lisa contempló el boleto frente a ella en frío silencio y lo guardó en el bolso, mirando el techo como si hubiera algo terriblemente interesante allí.

No sabía cuánto tiempo estuvo así, mirando a la nada, cuando la puerta fue tocada y su omega interior pareció activarse. Pero en lugar de abrir, se quedó un momento en silencio.

—Lili, soy yo. —susurró Rosé.

Ladeó la cabeza, poniéndose de pie para abrir la puerta, viendo a la desastrosa y ojerosa alfa frente a ella, sosteniendo a MiYeon.

¿Mami?

Sonrió, ignorando a la alfa para tomar en brazos a MiYeon, que no dudó en arrumarse en sus brazos desesperadamente. Lloraba en silencio, y la sostuvo, sintiendo como su omega parecía calmarse con tener a la pequeña contra su cuello, por un momento a salvo de todo lo malo que estaba ocurriendo.

—¿Cómo te has portado, preciosa? —susurró Lisa entrando, diciéndole de forma indirecta a Rosé que entrara también.

Te estanio —sollozó MiYeon entre hipidos—. Feo sin tú.

—¿Sí? —se sentó en el viejo sofá, sin soltarla un poco—. También es feo y horrible si no estás conmigo, Yeonnie.

Vueve —pidió MiYeon—. Favo.

Lisa miró a Rosé de reojo, viéndola de pie frente a ella y observándola con ojos tristes.

—Te amo, mi vida. —le dijo en cambio.

MiYeon asintió, cerrando sus ojitos al sentir feromonas maternas en el aire que la estaban adormeciendo inevitablemente, además del hecho de poder estar entre los brazos de la persona que más amaba la estaba relajando como nunca antes.

Rosé, por supuesto, no dijo nada mientras Lisa hacía dormir a MiYeon, observándola en silencio, admirando sus rasgos suaves y hermosos que no se cansaba de mirar.

Rosé podría mirarla todo el día y jamás se agotaría.

Unos veinte minutos después, MiYeon estaba dormida profundamente, y Lisa la recostó en el sofá, poniéndose de pie y caminando hacia el cuarto.

La alfa no dudó en seguirla.

—Lisa... —dijo en voz baja.

La omega la miró por sobre el hombro, rebuscando en el armario una manta.

—Querías hablar conmigo —dijo Lisa, desviando la vista—, hablemos, entonces.

Hubo una pequeña pausa mientras Lisa volvía al comedor, cubriendo a MiYeon con la manta para que no pasara frío.

Rosé miró la habitación del motel donde Lisa se estaba alojando, observando lo lúgubre y triste que lucía todo, y tragó saliva, siendo consciente de que la omega no tenía los medios suficientes como para buscar algo más decente para alojar. Había pensado en entregarle dinero, ayudarla con algo, pero sabía también que Lisa lo rechazaría e incluso era capaz de devolverle todo.

Lisa volvió a la habitación para que la conversación no despertara a MiYeon.

Rosé tomó aire, sin ser capaz de organizar sus pensamientos.

—Lisa, necesito decirte que...

—Tenías razón —Lisa levantó la vista sin emoción alguna, casi indiferente, y algo dolió en su interior—, sobre JooHyun. No tuve que haberme acercado a ella —hizo una pequeña pausa—. Si hubiera sido una buena omega, la habría mandado al diablo.

Rosé arrugó el ceño, confundida, sintiendo su estómago contraído.

—¿De qué estás hablando?

Lisa se sentó en la cama.

—JooHyun se acercó a mí porque Ten la ayudó.

La alfa dejó salir su respiración, atónita, y sacudió la cabeza.

Todos los puntos se estaban uniendo, ¿Cómo no pudieron verlo? ¿Tan cegadas estuvieron, tan ilusionadas de armar su sueño, que fueron incapaces de ver las sombras alrededor de su castillo?

—Bebé, eso no importa ahora, sólo...

—Sí importa —insistió Lisa mirándola a los ojos—. Si hubiera sido una buena omega, te habría hecho caso porque eres mi alfa. Pero no soy una buena omega —Lisa sonrió con amargura—. Nunca he sido una buena omega, Roseanne, ¿Sabes por qué? —la voz de Lisa se endureció—. Porque no me interesa ser una buena omega.

Rosé se arrodilló, tomándole la mano.

—Nunca me ha interesado eso. Seas o no seas una buena omega, no me importa.

Lisa sonrió tristemente.

—Eso suena bonito, Rosé, pero es mentira —Lisa le acarició el rostro—, tú y yo sabemos que es mentira.

Rosé quiso replicarle, sin embargo, antes de poder hacerlo, Lisa se inclinó y le dio un beso en los labios, su boca acoplándose a la suya perfectamente, su alfa gruñendo con satisfacción al sentir a su omega tan cerca, tan al alcance.

Se fue enderezando, sin separar su boca de la omega, profundizando más el contacto, y sus manos acariciaron el rostro de Lisa. Sus dedos delinearon sus mejillas mientras la empujaba sobre la cama, subiéndose sobre ella.

—Eres más que mi omega —le murmuró Rosé, separándose por algo de aire—, siempre has sido algo más que mi omega —hubo una pausa, dándole otro beso corto—. No quiero que seas una buena omega. Quiero que seas Lalisa Manoban.

La menor la miró en silencio, el cálido aliento de Rosé contra su boca, y la agarró del cuello, empujándola un poco más para abajo.

—Hazme el amor entonces, Roseanne Park. —pidió Lisa, antes de besarla una vez más.

Rosé soltó un gruñido bajo, sus manos comenzando a acariciar la cintura de la chica bajo su cuerpo, y podía sentir el aire cargado de hormonas sexuales para excitarla (aunque si era sincera, sólo con tener a Lisa de esa forma bastaba para endurecerla). Dejó que la omega le quitara la camisa, su estómago agitándose de forma descontrolada cuando observó los ojos de Lisa, y comenzó a besar su cuello, deslizándose hacia abajo, echando a un lado todas las prendas de ropa.

Fue lenta, sin ningún apuro, tomándose su tiempo para saborear y marcar cada pedazo de piel que la omega le ponía. Oía sus jadeos y gimoteos suaves, sus sollozos de placer cuando quitó su ropa interior y liberó su coño.

Rosé siempre se sentía bendecida de ser la única persona capaz de observar el cuerpo desnudo de Lisa, de ser la mujer que podía tocarla sin pudor alguno.

Se inclinó, separando sus piernas, y comenzó a besar sus muslos, subiendo a su vientre, sus dedos toqueteando su coño de forma superficial, sus labios deslizándose por esas pequeñas estrías de embarazo que marcaban el cuerpo de Lisa, importándole poco que la muchacha bajo ella gimoteara que la hacían ver fea.

Para Rosé, Lisa era el ser más hermoso del planeta, y esas estrías eran parte de su encanto.

Lisa se arqueó cuando Rosé comenzó a penetrarla lentamente, su miembro abriéndose paso en su lubricado coño. Besó las lágrimas de placer que se deslizaban por el rostro de la omega, y volvió a atacar sus labios cuando empezó a embestirla sin perder el ritmo, jadeando contra su boca, oyendo sus gimoteos suaves de placer.

Lisa se sentía como si estuviera en las nubes mientras Rosé la penetraba una y otra vez, su miembro golpeando su punto g, sus ojos devorándola sin descanso alguno, y gimió en voz alta cuando su cuerpo comenzó a estremecerse, su vagina eyaculando entre ambas piernas, echando su cabeza hacia atrás.

Dejando expuesto su cuello.

Pero no le importaba. No le importaba que Rosé se inclinara, sus colmillos abriéndose paso en su piel, punzante dolor haciéndola quejar cuando la alfa reavivó la marca, anudando en su coño, semen caliente llenándola.

A Lisa realmente no le interesaba en ese instante.

Minutos después, Rosé se derrumbó en sus brazos, acurrucándose en su pecho, y Lisa miró el techo mientras le acariciaba el cabello.

La omega se movió un poco y Rosé se quejó.

—¿A dónde vas? —le preguntó en un murmullo—. Quédate conmigo.

Lisa soltó una risa baja.

—Iré a ver si MiYeon sigue durmiendo —le dijo, mirándola por sobre su hombro—, ¿Quieres un vaso con agua? Te ves agotada.

Rosé soltó un gruñido en afirmación.

Cinco minutos más tarde, Lisa estaba volviendo a la cama, dejando el vaso sobre el velador, y se recostó a su lado. Con la garganta seca, Rosé bebió el agua de una para luego atraer a la omega a su pecho, pensando en decirle entonces lo que descubrió.

Pero Lisa volvió a adelantársele.

—JooHyun nos enseñaba Literatura y Lenguas —murmuró Lisa, llamando su atención—, y nos estaba hablando sobre los poemas. Decía que muchas culturas tenían sus propias palabras para expresar sentimientos que sólo podían describirse en poemas.

Rosé la miró, viendo la expresión risueña de Lisa, y acarició su mejilla.

—¿Algunas te gustaron? —preguntó con genuino interés.

—Me gustó como sonaba Gigil —dijo Lisa contra su oído—, que es cuando quiero apretar a alguien porque lo amo.

—Bueno, pues yo me siento en constante Gigil contigo. —susurró Rosé.

Lisa sonrió.

—¿Sabes que sentí la primera vez que te vi? —continuó Lisa, cubriéndose con una sábana—. Sentí mariposas en el estómago. Muchas mariposas. Y cuando jugaste con MiYeon. O cuando me propusiste matrimonio. Estaba asustada, pero también había mariposas en mi estómago —las mejillas de Lisa se tornaron coloradas—. Eso es Kilig. Mariposas en el estómago cuando estoy con la persona que amo. Siempre me has hecho sentir así, Rosé.

La alfa la miró con la garganta apretada, atrayendo el rostro de Lisa contra el suyo, y volvió a besarla, oyendo su suspiro bajo.

—¿Todavía te sientes así? ¿Con mariposas en el estómago?

Lisa cerró sus ojos, acurrucándose a su lado para dormir.

—Siempre me harás sentir así, Rosé. —dijo, antes de quedarse callada.

Rosé miró el rostro adormilado de Lisa, sin dejar de acariciarle el cabello, y besó su frente. Pensó que, cuando volviera a despertar, podrían hablar con más calma.

—Bueno, cuando me sonríes siempre siento mariposas en todo mi cuerpo, Lili. —le dijo en voz baja antes de cerrar sus ojos, dispuesta a dormir por el resto de la noche con la omega a su lado.

***

Pero Lisa no pensaba lo mismo.

No cuando se puso de pie una hora después, observando el rostro dormido de Rosé, y en silencio fue al baño. Luego de varios minutos salió ya duchada, sin rastro alguno de la alfa, y miró su reflejo en el espejo, observando la marca reciente en su cuello, sus dedos contorneando la piel expuesta.

Recogió el bolso armado que ocultó bajo la cama, observando las pocas ropas que tenía, y lo cerró para luego buscar los pantalones de Rosé.

Observó su celular, viéndolo vibrar por la quinta llamada de Ten, y lo dejó sobre la mesa para después sacar la billetera de la alfa, su mano temblando cuando guardó la tarjeta de crédito con la que pensaba sacar algo de dinero.

Limpió sus lágrimas de forma rápida antes de quebrarse.

Sintió a Rosé removerse en la cama, pero no se alarmó, pues sabía que el calmante que puso en el agua de Rosé era efectivo por completo.

Caminó hacia el pequeño comedor, viendo a MiYeon durmiendo sobre el sofá, y comenzó a recoger las pocas cosas que sacó.

¿Mamá? —murmuró repentinamente MiYeon.

Lisa sonrió, inclinándose, y la tomó en brazos.

—¿Qué ocurre, bolita de arroz? —le dijo en tono bajo, mientras la acurrucaba contra su pecho, entrando otra vez al cuarto.

¿On as? —balbuceó la bebé medio dormida.

—Sólo cocinaré algo, mi vida —le dijo, su voz rompiéndose—, ahora, ¿Por qué no sigues durmiendo con papá? Vas a tener que cuidarla mucho, MiYeonie. Yo volveré enseguida.

MiYeon bostezó, acurrucándose contra el cuerpo de Rosé.

¿Pomesa? —farfulló, abriendo un ojito levemente.

La sonrisa de Lisa desapareció y se inclinó, besando la mejilla de MiYeon.

—Promesa, MiYeon.

La bebé parecía satisfecha con eso y no tardó en volver a dormir.

Lisa cubrió su boca para ahogar el sollozo que moría por escapar de sus labios.

Se enderezó, cubriendo a MiYeon con la sábana, y luego se acercó a Rosé, dándole también un beso en la frente mientras dejaba una carta sobre el velador. Finalmente, sacó el boleto de avión que partiría en una hora y media.

Antes de salir del cuarto, miró una vez más la escena, y sintió su corazón quebrándose cuando se dio cuenta de que ya no había vuelta atrás.

Una vez saliera, su decisión habría sido ya definitiva.

Todavía podía volver, desnudarse y acostarse al lado de Rosé, quedarse allí por el resto de la noche, fingiendo que no pasó nada, y continuar con esa patética vida que llevó por tantos años, fingiendo que era feliz con la condición que todo el mundo le puso.

¿Y después qué?

Lisa apagó la luz.

Y luego, no hubo nada.

***

Rosé se volteó, sus manos buscando una conocida presencia, pero atrapando nada, y abrió sus ojos pesadamente, confundida cuando sintió un pequeño cuerpo a su lado que no reconocía.

Se enderezó, gruñendo por el sol que se colaba por la ventana y no la dejaba seguir durmiendo, y se quedó en silencio un instante, tratando de aclarar sus pensamientos.

Entonces, el silencio se volvió horrible.

Porque era un silencio pesado, triste, sin ruido alguno, sin algo cómodo en el aire. Porque no podía escuchar ruidos en el baño, en el comedor, en alguna parte del lugar. Porque no podía percibir a través del vínculo si su pareja estaba cerca.

Se giró, mirando a MiYeon durmiendo a su lado como si nada, y hubo algo pesado en su estómago cuando sus ojos recorrieron la habitación. Notó que no vio las cosas de Lisa regadas por algún lado, porque todo parecía perfectamente en su lugar.

Todo excepto un sobre en el velador siendo sujetado por un vaso con agua.

Su mano tembló mientras agarraba el sobre, el vaso cayendo al suelo, y pudo sentir a MiYeon removiéndose a su lado.

Pero la ignoró mientras extendía el papel frente a sus ojos.

Rosé:

Si estás leyendo esto, es porque ya me encuentro lejos, muy lejos, tan lejos que espero que tu alfa sea incapaz de localizarme para siempre.

Lamento si he sonado dura. Lamento haber desaparecido sin más. Lamento haberme ido sin decir adiós. Lamento haber dejado a MiYeon atrás.

Pero tiene razón. Ten tiene razón.

De alguna triste forma, a pesar de todo el odio, hay una parte mía que puede comprender el actuar de Ten, porque él es omega al igual que yo. Porque él tiene los mismos miedos que todos los omegas tenemos, de no ser nadie en la vida y limitarnos a no ser nada más que animales de cría para el resto de las personas. Porque él sabe lo que es ser mirado en menos por el resto y fingir que no te afecta, cuando en realidad algo parece morir cada día un poquito más. Si Ten ha actuado así, es porque la sociedad en la que estamos lo ha obligado a eso.

Pero eso no justifica sus acciones.

He descubierto que no importa cuánto me aleje, él seguirá queriendo verme destrozada, y he decidido irme por eso. Si permanecía en el mismo lugar que él, Ten iba a asegurarse de que terminara siendo devorada por todos los alfas posible sólo para su satisfacción personal, y soy lo suficientemente inteligente como para rendirme cuando mi poca integridad personal está en peligro.

Habría querido llevarme a MiYeon conmigo, pero tú y yo sabemos que eso no es posible. Como ahora tiene tu apellido, iba a necesitar tu autorización para sacarla del país, y tengo bastante claro que no ibas a otorgarme eso porque además Ten está encaprichado con ella.

Así que Roseanne, tienes que jurarme que la vas a proteger con tu vida. MiYeon es lo único bueno que he hecho en esta vida y si ella llega a morir, Rosé, yo también me muero. Puedes marcar a otro omega, creo que seré capaz de soportarlo, pero si algo le pasa a MiYeon, entonces mi vida habrá acabado.

Promételo, Rosé.

Y dile que la amo. Dile que mamá la ama, tienes que decírselo todos los días, y tienes que entregarle las cartas que le escribiré a futuro. Y tienes que pedirle perdón de mi parte y rogar que sea capaz de perdonarme por haberla dejado sola. Por no haber sido capaz de protegerla. Pero es por su bien, aunque eso no me consuele por completo.

Y te amo, Rosé, te amo a pesar de todo, pero una parte en mi interior también te odia, y lo siento por eso, pero no puedo evitarlo.

Pero a pesar de todo esto, gracias.

Gracias por haberme amado a pesar de ser un desastre.

Gracias por haberme amado cuando nadie antes lo había hecho.

Gracias por haberme amado hasta el punto de que fui realmente feliz por un tiempo.

Gracias, Rosé.

Con amor, Lalisa.

No se dio cuenta de que estaba llorando, hasta que las lágrimas humedecieron el papel que sostenía con manos temblorosas.

¿Papá? —preguntó MiYeon, frotando sus ojos—. ¿On a' mamá?

Su tono hizo que algo se rompiera en su interior.

Leyó otra vez la última línea, sollozando, sin saber qué hacer en ese instante, sin ser capaz de moverse porque su alfa estaba rota, estaba destrozada, y pedía ir detrás de la omega, de correr a buscarla aunque sabía que no podría encontrarla.

Porque sólo había silencio tras el vínculo, frío y horrible silencio.

Rosé sabía que, por mucho que tratara de buscar a la omega, no podría encontrarla.

Por supuesto, podría contratar detectives privados, averiguar su paradero, ¿Y entonces qué ocurriría? ¿Iría tras ella a pedirle una nueva oportunidad cuando Lisa ya tomó su decisión?

Y la verdad, oh, la verdad que no le pudo decir porque Lisa no se lo permitió, porque se estaba despidiendo de ella, hizo que soltara un jadeo bajo de dolor.

¿Papá? —insistió MiYeon con la voz temblando.

Rosé se giró, encontrándose con el asustado rostro de la bebé.

—Mamá... Mamá... —su voz temblaba, se sacudía con cada nueva sílaba—. Volverá, MiYeon.

MiYeon asintió, aunque Rosé sabía que la niña no terminaba de comprenderlo.

¿Pero cómo podía explicárselo sin provocar un desastre?

No loles —dijo MiYeon—, mamá io yo cu-i-a-te. —MiYeon asintió, arrugando el ceño, y Rosé soltó una risa entrecortada, aturdida.

Cuidarla. Lisa le hizo jurar que la iba a cuidar.

Rosé la tomó en brazos, sin dejar de sollozar.

—Volverá. —susurró con voz ahogada.

Pero sólo hubo silencio.

Sólo hubo silencio en la vida de Roseanne Park.

¡Gracias por leer!

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