15.
Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst.
Cuando despertó, su cabeza dolía tanto que soltó un gemido bajo en señal de queja. Sus manos se deslizaron por la sábana, buscando el pequeño bultito a su lado para acurrucarlo contra su cuerpo y no soltarlo nunca más.
Sin embargo, no atrapó nada.
Abrió los ojos, enderezándose bruscamente, y notó que no estaba en su cuarto. En la pieza matrimonial. En su casa.
Se revolvió, desesperada, y recordó lo ocurrido la noche anterior.
Un latigazo de dolor y pena recorrió su cuerpo, recordándole lo que hizo.
Recordó el llanto de MiYeon cuando Rosé la sostuvo, moviendo sus manos y pies, queriendo librarse del agarre de la alfa, mientras Lisa sólo caminaba, alejándose, alejándose, con las lágrimas cayendo por su rostro. Su corazón se rompía con cada nuevo grito de MiYeon, pidiéndole –rogándole– que no se fuera, que no la dejara allí, que la quería, la necesitaba.
Los guardaespaldas de Sandara le dijeron que la llevarían a un hotel donde podría alojarse, sin embargo, los ignoró por completo y se marchó caminando, aturdida, perdida, incapaz de saber exactamente a dónde dirigirse. Tuvo el fugaz pensamiento de ir donde Jennie, sin embargo, no iba a poder soportar estar en la casa al lado de Rosé. No, necesitaba alejarse lo más pronto de allí para no enloquecer por completo.
Así que sus pies se dirigieron al pequeño departamento de TaeHyung que conoció semanas atrás, cuando el chico la invitó a comer algo luego de clases.
Recordaba haber llorado todo el camino hacia ese lugar, ignorando las miradas que las personas le dirigían, su mente en otro lado, incapaz de procesar correctamente lo que ocurrió.
Como su mundo se desmoronó en sólo un par de horas.
Rosé y Ten. Oh, Rosé y su hermano...
¿Cómo fue tan idiota e ilusa?
No, no fue una estúpida: en el fondo, sospechaba que Rosé hizo algo más que besar a ese omega supuestamente desconocido del que habló, pero fingió que no era importante. Y como decía el dicho, no hay peor ciego que el que no quiere ver, y eso terminó por empeorar todo.
Si hubiera tenido un poco de orgullo, no habría seguido con esa tonta farsa, con ese estúpido matrimonio, y le habría pedido a Rosé que marcara a otra omega para acabar con ese enlace. Pero fue incapaz de hacerlo, porque amaba a Rosé, porque creyó que podían solucionarlo, pero por sobre todo, porque Rosé fue durante muchos meses seguridad y amor para ella.
Y no quería perderla, no quería quedar sola y triste otra vez, sin nadie que la amara por lo que era.
Sin embargo, si lo hubiera hecho, si hubiera actuado guiado por su mente y no por su corazón, MiYeon seguiría en sus brazos.
Su pequeña, su bonita y dulce bebé, seguiría a su lado.
Lisa se quebró.
Cayó de rodillas, sollozando por el dolor, por la pena, por el sufrimiento, sintiendo un vacío enorme en su corazón, que parecía engullirla con cada segundo que pasaba lejos de esa pequeña criatura que tuvo y cuidó con tanto esmero, para que nada malo le pasara.
Su MiYeon.
Era su culpa. Su jodida culpa.
Si no hubiera estado tan ciega de amor por Rosé, si no hubiera confiado en una alfa, eso no estaría pasando.
¿Cuándo aprendería su maldita lección?
Los alfas eran crueles. Eran malos. Eran unas personas egocéntricas que se dejaban dominar por su instinto de dominación y posesión, que sólo pensaban en su propio placer y necesidad, importándole poco el omega. Usando al omega sólo para satisfacerse.
Rosé la usó lo necesario para dejarla como un trapo sucio y le arrebató lo que más amaba en el mundo.
Cubrió su boca con su mano, tratando de no soltar un sollozo de dolor, pero fallando miserablemente, y pronto la puerta de la habitación fue abierta. Un preocupado TaeHyung entró, asustado, temeroso, pero el omega no dudó en abrazarla con cariño, tratando de sostenerla.
Lloró en el hombro de su amigo, sin dejar de ver el rostro triunfal de Ten, la sonrisa burlona de Sandara y la mirada avergonzada de Rosé sobre ella.
Habían ganado. Ten ganó, de eso no tenía duda alguna.
Ahora sólo quedaba rogar para que le devolvieran a su pequeña bebé, pero en el fondo, Lisa sabía que eso sería imposible.
No, porque la expresión de Ten delataba todos los sentimientos enfermizos y tóxicos que sentía hacia ella, y el odio, el desprecio, eso no era fácil de eliminar. Ten la odiaba tanto que estaba dispuesto a convertirla en lo más miserable del mundo para sentirse satisfecho, y si tenía que quitarle a su MiYeon, lo haría sin dudarlo.
Se aferró al abrazo de TaeHyung, tratando de controlarse un poco, aunque sabía que esa herida jamás podría ser curada.
***
MiYeon no dejó de llorar en toda la noche.
Aun cuando estaba durmiendo, no dejaba de gimotear, lagrimear y retorcerse en su cuna, sin dejar de apegarse contra la almohada de Lisa, frotándose contra ella con desesperación, como si fuera el cuello de su mami.
—¿Puedes callar a esa pequeña bastarda? —gruñó Ten con ojeras bajo su rostro.
Rosé lo miró sin inmutarse, aunque su mano temblaba con las ganas de estampar su cabeza contra la pared.
—No dejará de llorar —contestó, oyendo el nuevo sollozo de MiYeon—. Es una bebé que necesita de su madre, y lo quieras o no, ese papel le pertenece únicamente a Lalisa.
El nombre de la omega quemó en su lengua, recordando su expresión rota, sus mejillas llenas de lágrimas, sus labios temblando, las sacudidas incontrolables en su cuerpo, mientras se alejaba tratando de no mirar hacia atrás.
La alfa en su interior se estaba comportando, en ese preciso instante, como MiYeon también: sollozaba, gemía y se estremecía al recordar a la omega mirándole sin amor en su expresión, sólo la rabia, la pena, la traición allí.
Costó todo el esfuerzo del mundo no quitarle la almohada a MiYeon para acurrucarse contra ella, queriendo percibir el olor omega de Lisa, buscando tranquilizarse un poco, pero cuando MiYeon comenzó a golpear su cabecita contra los barrotes de la cuna, sin dejar de llorar a gritos, no tuvo más remedio que entregarle la almohada.
La bebé la abrazó con total angustia, sin dejar de murmurar por su mami.
Rosé no sabía cómo arreglarlo, cómo solucionarlo, sus manos estaban atadas en su espalda y esa felicidad efímera que creó junto a Lisa desapareció.
Tenía claro que Lisa no le iba a perdonar eso jamás, y si lo hacía, era porque Lisa era sólo un ángel que ella no merecía. Pero por mucho que quisiera ser positiva, era también realista, y ese engaño, meterse con Ten y dejarlo embarazado, no se lo perdonaría nunca en la vida. Y haber provocado que le quitaran a MiYeon...
Rosé no quería su perdón, porque no era algo que podría obtener enseguida. No, lo que necesitaba era darle otra vez a su bebé, ya que podía notar por el débil vínculo que todavía la unía a Lisa, que la omega estaba colapsando, estaba en un estado de desesperación y pena total que tarde o temprano la consumiría.
—Ten —el chico frente a ella, sentado cómodamente en el sofá, la miró con expresión de aburrimiento—, ¿Qué tengo que hacer para que MiYeon vuelva con Lisa? Haré lo que quieras. Lo prometo.
Ten ladeó la cabeza, humedeciendo su labio inferior, antes de acariciar su hombro.
—Márcame —exigió con la voz baja como un ronroneo—. Fóllame, márcame, y MiYeon podrá volver con su asquerosa madre.
La bilis subió por su garganta, su alfa gruñendo en señal de queja.
—Si rompo el vínculo, Lisa podría morir. —dijo con la voz temblando.
Ten sonrió cruelmente.
—No lo hará, su vínculo con su pequeño monstruito es más fuerte —contestó con burla e hizo una mueca ante el llanto renovado de MiYeon—. Le romperé el cuello a esa jodido-...
Antes de que pudiera continuar, Rosé dio dos pasos, lo agarró por el cabello, y tiró de él levantándolo bruscamente, sin importarle el grito de dolor que soltó.
Le gruñó, mostrándole los colmillos.
—Le haces algo a MiYeon —dijo con tono frío, helado, pero lleno de furia—, y voy a sacarte el corazón con mi propia mano, Ten, lo juro. ¿Está claro? —Ten soltó un gemido de miedo al escuchar a la alfa de Rosé hablar, y Rosé tiró con más fuerza de su cabello—. ¿Está claro?
—S-Sí. —balbuceó Ten con un hilillo de voz.
Rosé lo soltó, asqueada, y terminó por salir del cuarto directo a la habitación de MiYeon, que lloraba ahora con más fuerza, recién despierta, notando que su mamá no estaba a su lado.
—Mami, mami, mami... —jadeaba MiYeon, abrazando la almohada y con las lágrimas cayendo por su rostro cuando Rosé entró al cuarto. Sus ojos parecieron iluminarse, buscando la figura de Lisa detrás—. ¿Mami?
Rosé se inclinó con intención de tomarla en brazos, sin embargo, la expresión de MiYeon cambió.
—¡No! ¡No! ¡NO! —le gritó, manoteando sus manos y volviendo a llorar, pero ahora por la rabia—. ¡Mami! ¡Mami! ¡MAMI!
Mordió su labio inferior brevemente.
—MiYeon, mami no está aquí ahora —dijo con suavidad—. Ven, deja que te cambie, debes comer algo.
Hizo amago de volver a tomarla en brazos, sin embargo, MiYeon hizo algo que hasta el momento no había hecho nunca: MiYeon soltó un gruñido bajo en señal de advertencia, como si quisiera atacarla.
Se detuvo, mirando a la bebé, que le observaba con odio, sin dejar de gruñir como si...
Como si...
Alejó el pensamiento de la naturaleza de MiYeon. Eso no era lo importante en ese instante.
—Mami —ordenó MiYeon, abrazando la almohada, con sus ojos llenándose con lágrimas al captar el olor de Lisa—. Mami, mami...
Rosé necesitaba que MiYeon se duchara y comiera algo. Necesitaba cuidarla porque sabía que, si algo le pasaba, Lisa no podría recuperarse jamás en la vida. Ella ya la destrozó con su actuar, sin embargo, iba a hacer lo posible para que no siguiera sufriendo tanto.
Así que Rosé hizo algo horrible: le mintió a MiYeon.
—MiYeon —dijo con la voz suave, callándola unos segundos—, mamá dijo que vendría a verte luego de que te bañes y comas, ¿Está bien? —la bebé la miró con desconfianza, sin soltar la almohada—. Sólo cuando estés lista, mamá vendrá a mimarte.
Los labios de MiYeon temblaron.
—¿Pomesa? —le preguntó, hipando.
Su estómago se apretó, y bajó la vista, incapaz de sostenerle la mirada a la pequeña niña, que lucía frágil y perdida en ese instante.
—Promesa. —mintió, acercándose.
MiYeon no peleó ni lloró cuando la tomó en brazos con cuidado, atrayéndola a su pecho, y saliendo del cuarto, Rosé le dio un pequeño beso en la frente. Era consciente de que se vendrían unos duros días, en donde tendría que hacer lo posible para mantener a salvo a Lisa y MiYeon.
***
Park JiYong miró a su esposa con una ceja enarcada, riéndose entre dientes cuando la alfa terminó de contarle todo lo ocurrido el día anterior con una mirada de satisfacción.
—Así que nuestro retoño decidió aceptar su lugar en la familia. —se burló con tono satisfecho, bebiendo de su copa de vino.
—Aceptó heredar la empresa y mantener el imperio Park siempre y cuando no tocáramos a esa tonta omega —dijo con voz despectiva Sandara—, así que no podré hacer lo que pensaba con esa patética chica. —suspiró, decepcionada.
JiYong rodó los ojos, fastidiado.
—¿Y Ten? —siguió preguntando.
Sandara humedeció sus labios.
—Preñado y listo para casarse, esperando que nuestra hija tenga las pelotas para marcarlo y acabar con ese enlace de mierda —puso una expresión pensativa—. Aunque me sorprendió que decidiera mantener con vida a la cría. Estoy segura de que esa mocosa le traerá nada más que problemas, pero bueno, si él desea eso, ¿Quién soy yo para negárselo? Después de todo, a Ten se le ocurrió la idea perfecta para arruinar ese estúpido compromiso.
Sí, porque Sandara sólo planificó deshacerse de la omega y su tonta bebé para que Rosé decidiera ceder a sus peticiones, pero Ten fue quién le dijo que era mejor destruir emocionalmente a las dos, para que así Rosé fuera manipulable para ellos.
Como estaba la situación, su hija no iba a rebelarse. No cuando tenían en sus manos la vida de esa tonta bebé. No cuando podían hacer que Lisa desapareciera con un chasquido de dedos.
Rosé se convirtió en una alfa blanda, tonta y enamoradiza, una alfa que ellos no criaron, por culpa de su capricho por esa omega, y era momento de que las cosas volvieran a su lugar.
—Esa mocosa nos podría servir también, Dara —le dijo de pronto JiYong, llamando su atención—. Considera que ahora esa bebé es de la familia Park y Ten la va a criar como su hija. ¿No tienes ahí a una nueva heredera? Rosé ha demostrado no ser de confianza, así que puedes centrar tus nuevos esfuerzos en hacer de esa bebé una Park ejemplar.
Sandara observó la copa de vino, meditando.
—No tiene sangre Park. —comentó como si nada.
Su esposo se encogió de hombros.
—Sabes que la sangre vale una mierda —dijo, moviendo la mano de manera desdeñosa—, lo importante es si es alfa, beta u omega. Si llegara a ser alfa...
—Olvidas al bebé de Ten. —añadió Sandara.
JiYong soltó una risa baja.
—Su bebé. Claro. Pero, ¿Cuáles son las probabilidades de que ese bebé sea alfa? En caso de que no lo sea, y la otra mocosa sí... —JiYong se inclinó—. Tienes que pensarlo de esta forma, Sandara: Rosé no volverá a acostarse con Ten. Si bien la tienes en la palma de tu mano, Rosé no va a marcarlo o dejarlo preñado otra vez porque simplemente lo odia, y bueno, un alfa que odia a un omega traería consecuencias desastrosas para nuestra empresa, más considerando que piensas en los dos como futuros herederos de nuestro negocio —Sandara asintió en silencio—. Tienes que tomar todas las cartas posibles y jugarlas maestramente.
—Nos estamos adelantando a los hechos —dijo con suavidad Sandara, poniéndose de pie cuando la puerta del cuarto fue tocada—. Veamos cómo avanzan las cosas.
Asintiendo, el alfa se acomodó en el sofá, sirviéndose una nueva copa de vino cuando Ten entró con una mueca de molestia, sentándose en una silla con aspecto de enojo.
Los dos alfas lo miraron con una ceja enarcada, haciendo una pregunta silenciosa que el chico contestó segundos más tarde:
—No me marcará —dijo con el descontento marcando su voz—. Esa maldita bastarda no va a marcarme, porque teme que su tonta omega muera —su rostro se deformó por la ira—. La quiero muerto. Ahora.
Sandara ladeó la cabeza.
—¿Muerta? Bastaría con que otro alfa la marque, quiera o no. —contestó JiYong.
Los ojos de Ten se iluminaron.
—Que sea la puta que es —dijo con una sonrisa sádica—. Que cientos de alfas la follen y marquen a la fuerza.
Sandara comenzó a reírse sin control, causando que Ten la mirara con incredulidad.
—Me encantaría eso, Ten —contestó Sandara, sin dejar de reírse—, pero lamento decirte que Rosé me obligó a jurar que no le tocaríamos un pelo a la omega, que la dejaríamos en paz —la alfa lo miró calculadoramente—. Y si bien la quiero muerto, también, tengo bastante claro que hacer eso sería provocar a mi hija, y estaría jugando con fuego entonces —Sandaraseñaló a Ten—. Después de todo... ¿No es mi hija una alfa pura? Podría destrozarte con un movimiento de manos, Ten, lo sabes bien. Si no lo ha hecho es porque a Rosé la violencia nunca le ha agradado mucho.
La sonrisa de Ten desapareció de su rostro, molesto otra vez mientras se cruzaba de brazos con irritación. Permanecieron en silencio varios segundos, cada uno sumido en sus propios pensamientos, y de pronto, el rostro de Ten se iluminó, sacando su móvil, marcando un número.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó JiYong, arrugando el ceño.
—Tengo a la persona perfecta que me ayudará sin pedir nada a cambio. —dijo, sonriendo astutamente, antes de comenzar a hablar con el alfa al otro lado de la línea.
***
TaeHyung miró con preocupación a Lisa frente a él, silenciosa, pequeñita, mirando la taza de café humeante con una mirada vacía que lo asustó por completo. Lavando los platos a un lado estaba JiMin sin decir cosa alguna, aunque se notaba en su mirada que lucía inquieto también.
Los dos chicos no sabían qué decir para que Lisa pudiera animarse un poco, para distraerla de alguna forma.
—Podríamos salir más tarde a comprar algo fuera. —dijo TaeHyung con voz nerviosa.
Lisa levantó la vista, sin expresión alguna, pero negó en silencio.
TaeHyung quería tomarla en sus brazos, apretarla contra su pecho y decirle que todo iba a estar bien, pero sabía que no debía hacerlo, porque sería mentir.
—Tenían razón —dijo Lisa de pronto—. Tú y Jin. No tuve que haberla perdonado. Tuve que haberme ido sin mirar atrás —el tono de Lisa se quebró—. MiYeon está llorando, está llorando tanto, y no puedo tomarla en mis brazos para calmarla...
—No digas eso, Lisa —balbuceó TaeHyung con voz temblorosa—. No es tu culpa. Tú no hiciste nada para que tu hermano te odiara tanto, para que la madre de Rosé...
—Me lo advirtieron —le interrumpió Lisa—. Me lo dijeron. Me ordenaron alejarme de Rosé y desaparecer de su vida. ¿Y qué hice yo? —bebió de la taza con café, el sabor amargo inundando su cuerpo—. Me limité a enamorarme y confiar en ella como una idiota. Es mi culpa. Es mi maldita culpa.
TaeHyung le tomó la mano, sacudiendo la cabeza, aunque sus ojos estaban llenos de pena. JiMin se sentó a su lado, sirviéndole a Lisa un vaso con agua.
—Hallarás una forma de recuperarla —dijo JiMin con firmeza—. MiYeon volverá a tus brazos, Lisa, es tu bebé y no de tu hermano. No de Rosé. Es tuya, sólo tuya.
Lisa miró al beta con los ojos llenos de lágrimas.
—¿Y cómo? —preguntó entrecortadamente—. No tengo poder legal sobre ella ahora que lleva el apellido Park , ahora está a cargo de Rosé, no mío. Y Ten... Él... Él no cambiará de opinión. Él quiere verme siendo miserable, quiere...
—Tienes que convencerlo de que deje ir a MiYeon —insistió JiMin—. ¿Qué quiere él además de MiYeon? Quiere a Rosé, pero ella sigue siendo tuya. Tú sigues siendo su omega hasta que... Hasta que la marca en tu cuello...
—Hasta que la marca desaparezca —completó Lisa en voz baja—. Si me dejo marcar por otro alfa... —la Tailandesa hizo una mueca de rabia—. Pero no quiero a otro alfa. No quiero más alfas en mi vida. Quiero sólo a MiYeon —Lisa cerró sus ojos un momento—, y aunque me dejara marcar... Eso... Eso no asegura nada. Me libraría de Ten. Pero... Pero tendría un nuevo alfa, y ese alfa quizás no querría a MiYeon y al final...
Al final, MiYeon acabaría muerta igual.
Las palabras no fueron dichas, pero el mensaje estaba implícito en su triste silencio.
—Pero si fuera Rosé la que rompiera el enlace... —aventuró TaeHyung.
Los ojos de Lisa brillaron un poco más, aunque una parte de ella, esa pequeña omega en su interior, se retorció ante la idea de perder a Rosé también, aunque ya la perdió.
Su marca ardió.
Si bien renegó de Rosé como alfa, si bien una parte suya la odiaba y no quería saber nada más de ella luego de lo que hizo, otra mínima parte de ella quería volver a los brazos de Rosé, acurrucarse contra su pecho y pedirle que se fueran lejos de allí, sólo las tres, sin nadie a su alrededor que quisiera hacerles daño.
Una parte suya estaba dispuesta a perdonar a Rosé a pesar de todo el daño, y se odiaba por eso.
Se puso de pie, vacilante.
—Iré a hablar con ella —murmuró, distraída—. Voy a... Voy a decirle que marque a Ten y veré a MiYeon y...
—Espera, Lili, deja que te acompañe. —dijo TaeHyung, poniéndose de pie.
Lisa lo miró, respirando aceleradamente.
—Yo... Lamento molestarte, no es mi intención...
—No molestas —le interrumpió el omega—. Somos amigos. Los amigos hacen eso.
Asintiendo, Lisa fue a ponerse las zapatillas, volviendo segundos después listo para salir. TaeHyung le tendió el brazo y lo agarró, sabiendo que iba a necesitar algo con lo que estabilizarse en el camino hacia la casa de Rosé.
Minutos más tarde estaban caminando por la ciudad: TaeHyung trataba de que Lisa no fuera corriendo hacia la casa de Rosé, pudiendo notar su ansiedad y desesperación por llegar pronto allí.
—Jennie podría sacar a MiYeon, Lili. —le estaba diciendo TaeHyung, tratando de calmarla.
—Ella ya tiene mucho con sus dos hijas —murmuró Lisa—. Además, JiSoo y ella podrían meterse en problemas si se ponen contra la familia de Rosé. Ellas nos han apoyado y se negaron a cooperar con Ten. No puedo pedirles que me ayuden sin arriesgar sus vidas.
—Pues Jen no dudaría en quitarle las pestañas a esa estúpida perra —masculló TaeHyung. Lisa lo observó en silencio y soltó una risa nerviosa—. No sé cómo una víbora como él puede ser tu hermano, Lili.
—Oh... —Lisa lo miró de reojo, sonriendo tristemente—. Me gustaría decir que Ten en el fondo no es así, pero... Pero siempre ha sido así conmigo. Cuando... Cuando éramos más pequeños, solía pegarme, ¿Sabes? Si yo hacía algo mal, si hacía demasiado ruido, si ensuciaba algo, él se enojaba y me golpeaba, no con fuerza, pero si para hacerme llorar. Aun así, yo lo quería tanto, porque... Porque no conocí a otra especie de hermano y madre que pudiera suplir la falta de figura materna en mí. —hizo una mueca, distraída.
—Pues espero que le pase algo horrible —dijo TaeHyung con rabia en la voz—. Que se caiga de las escaleras y pierda a ese bebé.
Lisa suspiró, mordiendo su labio inferior un momento.
—Ese bebé no tiene la culpa de lo ocurrido —contestó en voz baja—. Ese pobre niño no tiene la culpa de todo lo que está pasando.
—Pero aun así, Lili-...
—Estas no son horas para andar en la calle, Lisa.
Los dos omegas se quedaron quietos cuando una tambaleante figura se asomó por un callejón.
Lisa parpadeó al reconocer el burlón rostro de su padre.
Arrugó los labios, repentinamente nerviosa, sintiendo su estómago doler cuando los ojos de Khun se posaron en ella.
Se aferró más al brazo de su amigo.
—Vámonos. —le murmuró con tono urgido.
Sin embargo, no dio dos pasos cuando su padre se puso frente a ella, y al tratar de retroceder, se dio cuenta de que otras dos personas estaban detrás suyo, impidiendo que pudiera alejarse.
TaeHyung la miró, asustado.
—¿Para dónde vas tan rápido, Lalisa? ¿No quieres pasar tiempo con tu padre? —se burló el alfa con aliento borracho—. Ah, y estás con un amigo, ¡Mejor para mí! Dos omegas bonitos y dispuestos, ¿Qué mejor?
Lisa apretó sus dientes, alterada y asustada, pero sin tratar de demostrarlo.
—Me están esperando en casa, papá —dijo con voz suave—, para otro día-...
Khun soltó un gruñido en señal de advertencia.
—Cierra la boca, bastarda —le espetó—. Tuve que haberte vendido a un prostíbulo en lugar de echarte, me habrías dado un buen dinero, así que ahora no te me escaparás.
Lisa estaba lista para chillar por el miedo, sin embargo, antes de poder hacerlo, otra persona habló:
—¿Lisa? ¿TaeHyung?
—¡JooHyun!
La alfa estaba bajando de un auto recién estacionado a un lado con el ceño fruncido, viendo las figuras de los omegas encogidas en medio de esas otras personas que lucían agresivas.
TaeHyung parecía a punto de llorar por el alivio, mientras Lisa seguía mirando a su padre, que lucía molesto y a punto de estallar.
Decidió moverse antes de que eso ocurriera.
—¿Puedes llevarnos, JooHyun? —preguntó, mirando a la alfa con esperanza.
JooHyun parpadeó antes de asentir.
—Vengan, los llevo donde quieran. —espetó, observando al padre de Lisa de forma desafiante.
El hombre ni sus amigos parecieron moverse cuando los dos omegas se alejaron lo más rápido de allí, moviéndose hacia el auto de JooHyun, que no dudó en arrancar una vez las puertas se cerraron.
Sólo una vez que estuvieron a bastantes cuadras lejos pudieron respirar con calma.
—¿Quiénes eran ellos? —preguntó JooHyun en medio del silencio.
—Unos hijos de puta. —contestó Lisa, desviando la vista.
La alfa no contestó.
Media hora después, JooHyun se detuvo fuera de la casa de Rosé, pero Lisa no se bajó enseguida, se quedó mirando las ventanas con expresión ausente.
—¿Lisa? —preguntó TaeHyung, inseguro.
La omega los observó.
—JooHyun, ¿Podrías... Podrías esperarme? —preguntó, vacilante—. Yo... Sólo vengo a hacer algo y me iré.
JooHyun la observó con sorpresa, sin comprender, para después asentir.
Lisa le dijo a TaeHyung que la esperara también, bajando del auto, caminando hacia el hogar de Rosé, y sintió su corazón latiendo a mil. Tocó la puerta, temblando.
Entonces, lo escuchó.
El destrozado llanto de MiYeon.
Su omega se removió, desesperada, y volvió a tocar la puerta.
No le importaba nada más, sólo quería llegar hacia su bebé, tomarla en brazos y decirle que todo estaría bien, que nada malo iba a pasar; por eso, cuando Rosé abrió, diciendo su nombre con total sorpresa, la ignoró por completo, haciéndola a un lado para luego correr hacia el cuarto de MiYeon, su corazón latiendo de forma desbocada.
La encontró sentado en su cuna, abrazando una almohada, llorando a lágrima viva.
—MiYeonnie.
El llanto de la bebé se apagó.
MiYeon levantó su cabecita bruscamente, mirándola entre lágrimas.
—¿Mami? —balbuceó hipando—. ¡Mami! ¡Mami!
Lisa no dudó para tomarla en brazos, la bebé aferrándose inmediatamente a su cuello, balbuceando palabras incoherentes mientras comenzaba a frotar su cabecita de forma desesperada.
Sólo cuando Lisa la tuvo así, segura, pudo respirar con calma, su herido corazón tranquilizándose ante el toque de su bebé, ante el hecho de tenerla allí, entre sus brazos.
—Te extrañé, bolita de arroz. —le murmuró con la voz temblando, llorando también.
—Mami, te amo, te amo... —mascullaba la bebé sonriendo, dándole pequeños besos en la mejilla.
—¿Sí? Yo también te amo, Mimi. —le dijo, llenándole de besos también, causando que soltara risas entrecortadas.
Entonces, la sintió.
A Rosé detrás, mirándola en silencio.
Se volteó, observando su expresión cansada, las ojeras bajo su rostro, su mueca en el rostro.
La alfa parecía dispuesta a hablar, pero antes de poder hacerlo, Lisa la interrumpió con voz fría y una mirada helada.
Lo había decidido. Ya no había vuelta atrás.
—Vas a marcar a Ten y me entregarás a Mimi hoy mismo. —le dijo.
Rosé parpadeó.
La respuesta, dada segundos después, no se la esperaba:
—No.
A Rosé no le importaba que Lisa la odiara: si Lisa quería, podía romper el enlace dejándose marcar por otro alfa, pero en cuanto a Rosé, ella no iba a marcar a otro omega que no fuera Lisa.
Rosé no le pertenecía a otra persona que no fuera Lisa, y no iba a romper con ese enlace, aunque las cosas ya estuvieran arruinadas entre ellas.
¡Gracias por leer!
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