✧◝ 10
Chan estacionó el auto fuera del edificio, mirando a un nervioso Jeongin que jugueteaba con las correas de la mochila. Yongbok los observaba, confundido.
—¿On tamos? —preguntó con sueño.
—Tal vez será mejor devolvernos —dijo Jeongin, llamando la atención de Chan—, ni siquiera sé por qué estamos aquí, digo, quizás no debería continuar mis estudios y dedicarme sólo a Yongbok y nuestros futuros hijos, así no–
—Innie —le llamó la atención Chan—, por favor, respira, cariño —el omega obedeció, tomando aire y botándolo varias veces—. No pienses esas cosas, ¿está bien? Sé que quieres seguir estudiando y terminar la secundaria como corresponde, así que, por favor, no te estreses —le dio un pequeño beso en los labios—. Yongbok y yo confiamos en ti.
Jeongin sonrió de forma temblorosa y tomó aire una vez más antes de abrir la puerta. Antes de salir, se giró hacia Yongbok, que estaba cerrando sus ojos por el sueño.
—Pórtate bien con papi, Bokkie —le dijo de forma cariñosa.
—Mmm... —asintió el bebé, frotando sus ojitos.
Sonrió y se volteó hacia Chan, dándole otro beso en los labios.
—Pasaré a buscarte apenas termines —le dijo Chan, pellizcándole la nariz.
Jeongin asintió.
—Te quiero —le murmuró contra la boca.
Chan soltó un gruñido de placer.
—Yo también te quiero.
Jeongin cerró la puerta, dejando el calor del auto para caminar hacia el edificio donde ya varias personas entraban en camino a las salas de clase. Jeongin miró su horario, indeciso, y comenzó a buscar el salón donde tendría Literatura, la primera clase en la escuela nocturna a la que asistiría durante dos años para terminar sus estudios. Luego, Chan le dijo que si quería estudiar otra cosa podría hacerlo, pero Jeongin no quería adelantarse.
Por ahora, terminar su educación secundaria estaría bien.
Entró al salón, nervioso, y con la vista baja se sentó adelante, su olfato notando a betas y omegas entre el resto de estudiantes, todos mayores de dieciocho años, y no se sintió tan fuera de lugar.
—Hola.
Parpadeó, dejando de morder su labio inferior, y levantó la vista, encontrándose con la mirada de una dulce chica que le sonreía amablemente.
—Hola —saludó nervioso, sonriendo con timidez.
—Soy Lee Ahin —dijo la chica, sentándose a su lado—. Eres nuevo por aquí, ¿no es así?
Jeongin sintió sus mejillas coloreadas.
—Sí, yo... yo soy Yang Jeongin —volvió a morder su labio inferior, sin perder el nervio.
—Yang Jeongin —repitió Ahin con ternura—, eres un omega muy asustadizo, ¿no es así? No te preocupes, aquí todos somos betas y omegas, no tienes que reaccionar con tanto miedo —le revolvió el cabello con confianza, volviendo a sonreír—. Además, por tu olor, parece que tienes un alfa muy celoso y sobreprotector.
Sintió sus mejillas coloreadas, pero se sentó con orgullo.
—Chan sólo quiere cuidarme —dijo feliz.
—Entonces no te estreses demasiado —Ahin soltó una sonrisa baja—, los profesores son muy buenos y no nos discriminan a pesar de no haber terminado la secundaria. Oh —puso una expresión pensativa—. ¿Cuántos años tienes, Jeongin?
—Dieciocho.
—¡Soy tu noona! —Ahin parecía feliz—. Ya no soy la menor de aquí, ¡gracias, Jeonginnie!
Se dejó contagiar por la risa tierna de Ahin, sintiendo como el nervio parecía irse de su cuerpo, relajándose por tener un rostro amistoso a su lado.
Entonces, el profesor de Literatura entró para dar comienzo a la clase, y Jeongin parpadeó con sorpresa al ver la conocida cara de Stephen.
El alfa le miró con asombro, antes de sonreír amablemente, acercándose a saludarlo.
—Hola, Jeongin —le saludó Stephen.
Jeongin le devolvió la sonrisa, aunque sintió su estómago un poco apretado por los nervios
A Chan eso no le agradaría demasiado.
—Hola —saludó—. No sabía que eras profesor aquí, ¡eres tan joven!
Stephen rio con diversión
—Tranquilo, el programa de estudios lo hizo mi papá y me ofreció empezar mis prácticas aquí —se encogió de hombros—. No creí verte en este lugar, esto es muy raro.
—¿Se conocen? —interrumpió Ahin con admiración.
—Fuimos amigos cuando éramos pequeños —explicó Stephen, sin borrar su sonrisa.
—Eso es muy lindo —suspiró Ahin—. A la mayoría de mis amigas las terminé odiando.
Jeongin comenzó a reírse, negando con la cabeza, y Stephen le imitó.
—Bueno, creo que comenzaré la clase —dijo Stephen—. Seguimos hablando después, Jeonginnie, ¿te parece?
Asintió en silencio, sacando de su mochila un cuaderno y los lápices que Chan le compró. Ahin, a su lado, se inclinó unos centímetros.
—Tú le gustas —se burló Ahin.
Jeongin sintió sus mejillas rojas, pero no dijo algo, empujando a la chica que se reía en voz baja
Sin embargo, cuando Stephen le miró de pronto, sonriendo como si nada, Jeongin sabía que Ahin tenía razón, y realmente no sabía cómo reaccionar ante ello.
Horas más tarde, Chan le estaba esperando en su auto, y subió saludándolo con un pequeño beso que hizo sonreír al alfa. Eran cerca de las doce de la noche, por lo que se acurrucó al lado de Chan.
—No debiste venir a buscarme —le dijo, mientras el alfa conducía—, podría haber llamado a un taxi, tienes que dormir para que descanses bien.
Chan le acarició el cuello, sus dedos tocando superficialmente la marca con cariño
—No puedo dormir si no estás en la cama —le dijo con calma—, se siente frío y extraño.
El calor subió hacia las mejillas de Jeongin, que se acurrucó más contra Chan, sintiéndose un poco culpable.
—¿Cómo te fue? —preguntó Chan.
El omega suspiró, sonriendo.
—Muy bien —contestó—. La gente allí es muy simpática, ¡soy el menor de los alumnos! Hay algunas mamás que me trataron como un bebé por eso —soltó una risa baja—. Me sentí feliz. Me haces muy feliz, Chan, gracias.
Chan aprovechó que estaban en una luz roja para inclinarse y darle ahora un profundo beso a Jeongin en los labios. Sintió como se derretía por ese simple toque y su alfa ronroneaba por el gusto de que su omega estuviera contento a su lado.
Al separarse, le dio otro beso pequeño.
—Te amo —le dijo entre besos.
Jeongin nunca sintió a su corazón latir con tanta fuerza, así que se limitó a darle otro beso a Chan.
—Yo también te amo —contestó, ignorando todos los problemas a su alrededor.
Omitiendo el número de Stephen que guardó en el bolsillo y que pesaba como un ladrillo debido a la culpa.
—¿Sabes qué ocurre cuando el alfa engaña a su omega marcado?
Wheein levantó la vista, encontrándose con la helada mirada de Bang Hyejin, que bebía café de su taza, y suavizó su expresión, negando con la vista.
—No, señora Bang.
—No, porque no es normal que un alfa engañe a su omega —Hyejin se encogió de hombros, indiferente—. Si logras que Chan haga su marca en ti, tu hermanito menor va a sufrir mucho, porque el vínculo que lo une a Chan se rompería por completo. Tendría suerte si logra sobrevivir.
Wheein parpadeó, comprendiendo lo que Hyejin quería decirle, y asintió otra vez en silencio, poniendo una expresión pensativa
—Pero Chan es prudente también —dijo meditabunda la alfa—, no sale a beber a menos que esté acompañado, y aun así, borracho... —miró a Wheein—. Pero te pareces mucho a tu hermano, quizás si logre confundirte.
—No necesitamos la marca —dijo de pronto Wheein—, sino algo que me ate a él, así el resto se hará solo —mordió su labio inferior—. Si logro que Chan me deje esperando un bebé, Chan tendrá que hacerse cargo, y además... —Wheein sonrió con burla—, Jeongin no aceptará jamás que su alfa lo haya engañado. Conozco a mi hermano. Puede ser un idiota necesitado, pero jamás podrá perdonar una infidelidad.
Hyejin soltó una risa baja, divertida, y se inclinó para tomar la barbilla de Wheein, que parpadeó lentamente, liberando feromonas de atracción.
—Yo sigo trabajando en lo mío —ronroneó Hyejin contra los labios de la omega—, ya verás, lograré atar a Chan de manos y pies para que haga lo que yo quiera. Y en cuanto a tu hermanito —le dio un beso superficial, lamiendo sus labios—, aprenderá cuál es su lugar.
Wheein sonrió con tranquilidad, dejando que los labios de la alfa se deslizaran por su cuello en un beso posesivo, y empezó a imaginar el futuro que estuvo construyendo todos esos años, futuro que iba a ser realidad muy, muy pronto.
Jisung quería tomar a sus dos hijos por el cuello y ahorcarlos dulcemente para que así lo dejaran en paz, pero se limitó a darles un golpe en el trasero con la escoba. Eso causó que gritaran en señal de protesta y huyeran hacia el patio, mientras escuchaba la risa descontrolada de Yongbok.
Soltó un suspiro, tomando la bandeja donde sirvió unos vasos con jugo, y fue también al patio, viendo a Jeongin sentado en una banca. Estaba observando a los niños jugar, en tanto Chan y Changbin se encargaban de preparar la carne en la parrilla.
—La mitad del sueldo de Bin a que queman la carne —dijo Jisung, dejando los vasos sobre la mesita.
Jeongin se rio, sacudiendo la cabeza
—No le digas a Chan, pero creo lo mismo —susurró Jeongin, agarrando un vaso para beber de él—. Jesús, necesitaba este descanso, la escuela me está estresando —puso una expresión enfurruñada—. Había olvidado lo malo que era en todo, no sirvo para estudiar.
Jisung le revolvió el cabello, negando con la cabeza.
—No digas eso, siempre quisiste volver a la escuela a pesar de ser malo en ella porque no querías sentirte un inútil, así que ahora le pondrás todo tu esfuerzo y te graduarás con honores —dijo Jisung solemnemente.
—Estás hablando como las mamás omegas de ese lugar —se quejó Jeongin, antes de comenzar a reírse al ver la mirada indignada de Jisung.
—¡A mí me respetas, Yang Jeongin! —Jisung le dio un manotazo, escuchando su grito medio quejido medio risa.
—Es Bang Jeongin —dijo de pronto Chan, cargando a un enfurruñado Yongbok por las axilas. El bebé pateaba el aire queriendo soltarse, pero sin lograr nada—. El demonio estaba tirándole tierra a los ojos de Hyunjin y Seungmin.
Jisung se atoró con el vaso de jugo y Yongbok puso una expresión de inocencia. Jeongin lo tomó en brazos, cambiando su rostro para comenzar a regañarlo.
—¡Mis bebés! —gritó Jisung, poniéndose de pie para ir a ver a sus hijos que estaban sentados en el suelo mientras lloraban y frotaban sus ojos.
—¡Yongbok! —llamó la atención Jeongin—. ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¡No puedes ir por la vida tirándole tierra a tus amigos!
—¡Come tiela! —chilló Yongbok, y antes de que Jeongin pudiera seguir regañándolo, el bebé pasó su mano llena de tierra sobre el rostro de Jeongin, dejándolo todo sucio.
Por supuesto, Yongbok comenzó a reírse mientras el omega gritaba y se ponía de pie, escupiendo tierra y regañándolo sin dejar de escupir. Escuchó las carcajadas de Changbin y Chan, y los fulminó con la mirada mientras Yongbok trataba de soltarse del agarre de Jeongin, pero sin lograr mucho. Pronto, el pequeño infló sus mejillas con enojo.
Jeongin caminó a tientas al baño, donde Jisung le quitaba la tierra de los ojos a Hyunjin y Seungmin cuando vio el rostro del omega soltó una risa baja.
—Tú hijo es el Anticristo —dijo Jisung, dándole espacio para que Jeongin pudiera limpiar su cara.
Jeongin sentó a Yongbok sobre el lavamanos, abriendo la llave.
—No pienso comprarte más dulces por un mes, Yongbok—castigó Jeongin, con sus labios fruncidos en esa mueca que a todo el mundo llamaba la atención.
Yongbok enrojeció por la molestia
—¡Mami mala! —acusó Yongbok, y chilló cuando Jeongin comenzó a limpiarle las manos—. ¡Malo, malo, malo!
Jeongin soltó un bufido, echándole jabón a las manos de Yongbok mientras Hyunjin y Seungmin salían del baño para volver a jugar, ahora limpios. Jisung se sentó en el inodoro, pensativo.
—Estás muy malcriado, Yongbok —dijo Jeongin llamando la atención del bebé, que seguía pataleando para soltarse—. ¿Qué ocurre, Bokkie?
Los ojos del pequeño se llenaron de lágrimas.
—Te estanio —lloriqueó Yongbok—, te vas y no estás, y papá te estania.
Jeongin suavizó su expresión, limpiándole las manitos rechonchas al bebé para luego sonarle la nariz, suspirando
—Yo también los extraño —dijo Jeongin—, pero son sólo unas horas, Bokkie, nada más, no tienes por qué ponerte así —le pellizcó la mejilla, ganándose un puchero del bebé.
—Papá cata mal —insistió Yongbok.
—Le daré clases de canto, entonces. ¿Eso estaría bien? —Yongbok asintió, no muy convencido, y Jeongin lo bajó—. Ahora anda a jugar y pórtate bien. Si lo haces, te daré un dulce.
Yongbok sonrió y salió del baño a tropezones, directo al patio para seguir jugando, y Jeongin miró a Jisung, que le observaba en silencio
—¿Ocurre algo? —preguntó Jeongin, limpiando sus manos.
—¿Cuándo le dirás a Chan que tu profesor es tu ex y tienes su número? —preguntó Jisung con calma.
Jeongin soltó la toalla y miró a su amigo con incredulidad
—Stephen no es mi ex —contestó, sin humor en su voz—, es sólo un amigo.
—Le gustas a ese alfa —señaló Jisung bufando, poniéndose de pie—, y te has estado mensajeando con él sin decirle a Chan —Jisung cerró la puerta del baño—. Incluso has quedado en ir a tomar un café con él. ¿Eso podría considerarse una infidelidad?
El omega tuvo que controlar su mano para no darle una bofetada a Jisung, que seguía tranquilo, aunque en sus ojos podía leer la acusación.
—No es una infidelidad porque no pienso en Stephen de una forma romántica —escupió Jeongin en un gruñido bajo—. Y si no le digo a Chan, es porque sé que reaccionará de forma celosa y quiero evitar ese problema, ¿entendido?
—Pero él te mira de una forma romántica —prosiguió Jisung—. Jeongin, estás comenzando una nueva vida, no invites los problemas a ella.
Jeongin abrió la puerta, molesto, pero se giró una vez más hacia Jisung
—No estoy haciendo nada malo —dijo saliendo del baño.
No estoy haciendo nada malo, se repitió cuando entró al patio y abrazó a Chan por la cintura, apoyando su cabeza contra su hombro, y el alfa le sonrió, dándole un beso en la mejilla.
Chan dejó la taza de café sobre la mesa, cerrando sus ojos brevemente mientras suspiraba para tratar de relajarse un poco, y a su mente vino la imagen de Jeongin durmiendo en la cama, acurrucado a su lado, apenas haciendo ruido alguno.
Pero en lugar de sentir la típica sensación de felicidad que normalmente habría experimentado, sólo sintió un poco de molestia y disgusto al recordar que dos días atrás le pidió a Jeongin faltar a clases para tener un poco de tiempo en pareja, y el omega se negó con rotundidad, diciendo que no faltaría ningún día ahora que estaba recuperando el ritmo. Además, parecía más concentrado, cuando él estaba en casa, en hacer sus tareas y pasar tiempo con Yongbok, que estaba más grosero y exigente esos últimos días con todo el mundo.
Quedaba menos de un mes para su boda y no quería imaginar cómo sería la vida matrimonial luego de eso.
Su móvil sonó, pero cuando vio el número, soltó un chasquido de desaprobación.
¿Acaso su padre no dejaría de joderlo en algún momento? Al menos agradecía que fuera su padre y no su madre, porque ella era mil veces peor que su progenitor.
Luego de que su papá insistiera cinco veces más, contestó:
—¿Qué ocurre? —preguntó con la voz dura—. Estoy en mi descanso, así que más te vale que sea importante.
—Necesito hablar algo urgente contigo —respondió su padre con tranquilidad—. Juntémonos en el café de siempre, Chan. Si no llegas en media hora, iré a buscarte a la clínica, ¿entendido?
Antes de poder mandarlo al diablo, su padre cortó la llamada.
Bufó, poniéndose de pie para salir de la oficina con una mirada de muerte. Al menos podría comer algo más consistente fuera de la cafetería de la clínica, se consolaba con disgusto, mientras tomaba el ascensor y marcaba el subterráneo donde estaba el estacionamiento.
Cinco minutos después, estaba saliendo de la clínica tratando de contener la creciente molestia en su interior, y cuando se estacionó fuera de la cafetería elegante donde se juntaba con sus padres, suspiró para tratar de relajarse un poco. No quería espantar a las personas del lugar con su olor de alfa furioso, por lo que se forzó a pensar en algo que pudiera tranquilizarlo, como en el olor que liberaba el cuello de Jeongin cuando lo abrazaba por las noches y le sonreía, contento de estar a su lado.
Notablemente más tranquilo, Chan se bajó y entró a la cafetería, buscando con los ojos a su padre. Como siempre, estaba en una mesa un tanto alejada, lejos de las miradas del resto, pero con la posibilidad de que ellos pudieran observar lo que ocurría en el local sin ser demasiado obvios.
Se sentó a su lado, pero antes de dirigirle una palabra, pidió algo para almorzar.
Cuando el mozo se marchó, recién se giró a su progenitor.
—¿Tu omega no está haciendo un buen trabajo quitándote la tensión? —se burló su padre como si nada, bebiendo de su taza de café.
—Mi vida sexual con Jeongin no es de su incumbencia —respondió Chan duramente—. Ahora, ¿qué quieres hablar conmigo?
Yongguk entrecerró los ojos, negando con la cabeza, e hizo una mueca con sus labios.
—¿Cuáles son las probabilidades de que rompas la marca que tienes sobre ese omega? —Chan enarcó una ceja.
—¿Así que me están vigilando? No creí que caerían tan bajo —bufó Chan, cruzándose de brazos mientras el mozo llegaba con la comida—. Ninguna probabilidad. Jeongin es mi omega y se quedará así por siempre.
Su padre suspiró, sin dejar de beber de la taza.
—¿Por qué no puedes ver qué sólo queremos lo mejor para ti y la familia? —gruñó Yongguk—. ¿Cuándo dejarás de ser un chico malcriado e insolente?
—Cuando mamá y tú dejen de ser un dolor en el culo —contestó Chan con expresión aburrida.
—Ten un poco más de respeto, Chan —dijo con advertencia su padre.
—El respeto se gana —replicó el alfa menor, y soltó un bufido, desviando la vista hacia la calle—. De verdad, padre, ¿realmente creía que–?
Se interrumpió a sí mismo al ver a un alfa conocido sentado en una de las mesas en el exterior, poniéndose de pie y dándole un beso a la mejilla a Jeongin.
A su Jeongin.
El omega le sonreía a Stephen como si nada, sentándose a su lado, y comenzó a hablarle de quién sabe qué.
A Chan no le importaba ver a Jeongin hablando con otro alfa. No, lo que realmente hizo hervir su sangre fue el hecho de pensar que Jeongin no le contó nada de eso, porque no le habló en ningún momento de salir a comer con Stephen.
—¿Si realmente creía qué? —preguntó su padre frente a él, sin saber el motivo de su repentino silencio.
Chan soltó un gruñido bajo, sacando su móvil
—Vete a la mierda —murmuró, causando que su padre se indignara más, pero omitió eso por completo.
Le escribió un rápido mensaje a Jeongin.
Chan
¿Almorzamos juntos hoy?
Observó de reojo a Jeongin sacando el celular de su bolsillo, en tanto Stephen le platicaba de algo. Lo vio fruncir levemente el ceño, tecleando con rapidez una respuesta que llegó a su móvil unos segundos después.
Innie
Almuerzo con Jisung, Yongbok se está portando mal ):
Apretó su móvil con fuerza ante la descarada mentira de Jeongin.
¿Qué mierda estaba haciendo su omega con ese alfa? ¿Acaso no le dejó en claro semanas atrás que no lo quería cerca de él?
¿Y cómo mierda se comunicaron?
¿Por qué demonios no le dijo que se estaban viendo?
¿Acaso...?
Pensar en una infidelidad revolvió su estómago.
Chan vio a Jeongin reír a través de la ventana y sintió que era suficiente, en especial cuando Stephen se inclinó, deslizando una mano por la pierna del omega.
Se puso de pie, los celos y la rabia bullendo en su interior como un volcán, ignorando lo que fuera que su padre estuviera hablando, y sin dudarlo un poco, salió del local.
La parejita le estaba dando la espalda, por lo que no lo vieron venir.
—Jeongin.
Su voz fue un gruñido lleno de ira, disgusto y saña.
Jeongin se tensó de forma irremediable ante el tono exigente de una persona que conocía.
Temblando, sintiendo a su omega gemir en su interior, se giró tratando de componer una sonrisa dulce.
Pero no pudo hacer nada al ver el rostro lleno de furia de Chan, demostrando lo enrabiado que estaba en ese instante.
Cerró sus ojos al ver el puño ser levantado.
Sin embargo, el golpe no cayó sobre él, sino sobre la persona a su lado.
Chan se lanzó sobre Stephen sin dudarlo un poco, su puño descargándose sobre el rostro del alfa. A pesar de ser más pequeño y delgado que Stephen, Chan lucía como una bestia en ese instante, sus labios componiendo una mueca de cólera y sus ojos siendo invadidos por su alfa inundado con saña.
Jeongin se puso de pie, y sin dudarlo, agarró a Chan por la cintura, tratando de alejarlo.
—¡Chan! —chilló, dejando que su omega lo dominara, usando esa voz que suplicaba que lo escuchara—. ¡Por favor, Chan!
Por supuesto, el alfa se dejó envolver por la voz omega de Jeongin, apaciguando su rabia lo suficiente como para soltar a Stephen.
—¡No te atrevas a acercarte a mi omega otra vez! —gruñó Chan, antes de voltearse, viendo los ojos llenos de lágrimas de Jeongin.
Pero en lugar de conmoverlo como hubiera hecho antes, sólo sintió como el enojo crecía un poco más.
Agarró a Jeongin de la muñeca sin cuidado alguno, tirando de él ante la atónita y asustada mirada de todo el mundo. Jeongin iba avanzando a tropezones detrás de él, pidiéndole que lo soltara, que le dolía, que le iba a seguir, sin embargo, Chan no hizo caso, seguía tirando de él hasta llegar al auto, abrir la puerta del copiloto y empujar de él para sentarlo.
Cuando se sentó a su lado, Jeongin gemía en voz baja debido al dolor, frotando su muñeca para calmar la irritación.
—Almorzando con Jisung, ¿no es así? —gruñó sin perder su tono alfa, exigiendo respuestas.
Jeongin bajó la vista, encogiéndose
—Lo siento, alfa —susurró con miedo.
Chan soltó un nuevo gruñido, encendiendo el auto y conduciendo lo más rápido que pudo hacia su casa. Un viaje desde el centro hacia su hogar tardaría normalmente una media hora, pero ahora, debido a la velocidad que conducía, tardó cerca de diez minutos
Se estacionó fuera, bajando con rapidez, y abrió la puerta de Jeongin, agarrándolo otra vez de la muñeca y obligándolo a seguirlo.
Podía leer las feromonas de miedo que envolvían a Jeongin, su súplica muda en su rostro, pero estaba demasiado cegado por la rabia y el odio como para ver sus acciones desde fuera.
Tiró de Jeongin sobre el sofá, apoyando sus manos en el respaldo, e inclinó su rostro para no dejarle escapatoria alguna.
—¿Desde cuando estás saliendo con él? —preguntó sin dejar su tono enfurecido, manipulándolo con facilidad gracias a la rabia que soltaba.
Jeongin se estremeció, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas
—No estoy saliendo con él, alfa —sollozó, queriendo bajar la vista, pero los ojos de Chan le decía que si lo hacía, todo iba a empeorar.
—¿Por qué me mentiste entonces, omega? —gruñó Chan, acercándose un poco más.
—No quería ponerte celoso —volvió a lloriquear Jeongin—, y Stephen es sólo un amigo, nada más, él no...
—Si es sólo tu amigo —dijo en voz baja Chan—, ¿por qué no me dijiste nada? —agarró la barbilla de Jeongin, levantando su vista, y se inclinó—. ¿Quieres acostarte con él, omega? ¿Abrirte de piernas y dejar que llene tu sucio y abierto agujero? ¿Acaso la polla de tu alfa no es suficiente para ti? —apretó un poco su agarre, haciéndolo gemir—. Respóndeme, zorra.
—No, alfa —sollozó Jeongin, humillado—. No quiero eso con él, yo te quiero sólo a ti, a nadie más. Lo siento, Chan, lo siento mucho, no quería mentirte, es sólo que...
—No soy Chan —gruñó el de cabello ceniza—, soy Alfa.
Jeongin sollozó.
—¿Cómo lo contactaste? —volvió a preguntar Chan, sus dedos deslizándose sobre el lloroso rostro de Jeongin, sintiendo como la calma de a poco parecía volver a él.
—Las clases nocturnas —hipó Jeongin—, Stephen es profesor, ahí nos encontramos otra vez.
Chan se alejó, sintiendo como la ira volvía a inundarlo, pero estaba en ese instante lo suficientemente lúcido como para saber que debía alejarse de Jeongin, o seguiría buscando formas de humillarlo y herirlo por haberle mentido y dañado
—No vas a volver allí —dictó con voz dura—, ahora sólo te dedicarás a tu bebé y a mí.
Jeongin asintió en silencio, sin dejar de llorar.
Chan se giró
—¿A dónde... vas, Alfa? —preguntó el omega con tono débil.
—No me esperes —fue lo único que escupió Chan antes de salir de casa, dejando el aire cargado de hormonas llenas de rabia y odio en el aire, causando que Jeongin rompiera a llorar ahora sin control alguno.
Lamentándose por completo por haber ignorado la clara y cierta advertencia que Jisung le dio.
Chan sabía que debía llevar muchas copas como para estar en ese deplorable estado, pero si era sincero, no quería dejar de beber.
Se sentía herido, abandonado como un perro callejero, pero por, sobre todo, traicionado y como un idiota por haber confiado en Jeongin y darle tantas libertades. Todo el mundo decía que había que tener bien sujetados a los omegas para que aprendieran cuál era su lugar, y Chan nunca creyó esas cosas por completo, pero ahora, como estaba la situación...
No podía evitar sentirse aterrado de perder a Jeongin por concederle tantas cosas.
Se sintió más miserable aún al recordar la mirada asustada del omega sobre él, como se encogía y sollozaba cuando le obligaba hablar, y quiso salir de allí para ir a buscarlo, tomarlo en sus brazos, murmurándole que no lo dejara, que lo quería demasiado.
Pero se limitó a pedir otra copa de vino.
—¿Aburrido, Chan?
Levantó la vista, enfocando su mirada en la omega frente a él, e hizo una mueca de disgusto.
—Vete a la mierda, Wheein —balbuceó en un gruñido.
La chica hizo un puchero leve, y de pronto sintió como si Jeongin estuviera frente a él.
Sin embargo, al volver a parpadear, Wheein le hacía el gesto, no Jeongin.
—¿Qué pasó? ¿Mi hermanito no se ha portado bien? —Wheein ladeó la cabeza, inclinándose—. Jeonginnie siempre ha sido un omega malcriado.
—No hables de él como si lo conocieras —gruñó, bebiendo de golpe el vaso de vino.
—Pero lo conozco —ronroneó Wheein de forma malintencionada—, siempre poniendo una expresión inocente y llorosa para que los alfas cayeran a sus pies y lo mimaran —sonrió con burla—. ¿Sabes cómo sobrevivimos tantos años sin ayuda de nuestro padre, Chan? Jeongin iba donde los vecinos alfas y se dejaba tocar para conseguir comida.
El vaso de vino se quebró debido a su agarre, salpicando su rostro, pero poco le importó. El dolor de la herida que se hizo apenas lo sintió también, sintiendo a su alfa gruñir con disgusto al imaginarse toda esa escena.
—Buscará un alfa que lo haga sentir seguro —prosiguió Wheein como si nada, tomando su mano herida, llena de vino y sangre—, por lo que no dudará en hacerse marcar por otro alfa cuando ya no le sirvas.
Sentía sus pensamientos nublados, su vista borrosa, pero aun así pudo ver con claridad a Wheein llevándose sus dedos a su boca, lamiendo la sangre y el vino mezclados.
—¿Por qué no vamos a mi casa? Necesito curarte esto —dijo Wheein, tomando una servilleta—. Además, a Jeonginnie no le haría gracia verte llegar así.
Chan se puso de pie, mareado, sintiendo su estómago apretado, y dejó que la omega pasara su brazo por su cintura, sosteniéndolo para no caerse.
—No dejaré a tu hermano —farfulló apenas, saliendo del bar con Wheein a su lado—. Es mi omega, y lo amo.
—Claro que sí —concedió Wheein como si nada, deteniéndose y pasando sus dedos por el cabello de Chan. Se puso de puntilla, sus labios comenzando a acariciar su cuello—, así que tranquilo, Chan, sigue amando a Jeonginnie todo lo que quieras, no me importa.
Chan trató de empujarla, pero se sentía cansado, derrotado y, además, abrumado por todas las sensaciones negativas que llenaron su interior, por lo que no alejó a Wheein lo suficiente de su cuerpo, y la omega siguió pegada a él, sin dejar de tocarlo.
Sin dejar de tocarlo por el resto de la noche.
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