✧◝ 09
Jeongin tomó una respiración profunda, sus ojos abriéndose lentamente cuando despertó, y se encontró con el rostro tranquilo y dormido de Chan frente a él. Frotó sus párpados, somnoliento, antes de fijar su vista en el cuerpo del alfa, y no pudo evitar ruborizarse al ver todas las marcas y mordidas que dejó la noche anterior, cuando volvieron a hacer el amor, y después de eso, cuando se puso todo cariñoso y juguetón.
Todavía se sentía débil, un poco caliente, sumiso y pequeño, como un cachorro necesitado de atención, sin embargo, estaba consciente de sus acciones, a diferencia de los últimos cuatro días. Eso sólo significaba que el celo ya estaba acabando por completo.
Delineó una de las marcas que hizo en el cuello de Chan, avergonzado por la forma en la que actuó marcándolo por todas partes como un animalito territorial que no quería que nadie más mirara lo que consideraba como suyo. Era la primera vez que actuaba así, porque con Hyub, siempre su omega se sometió ante el miedo que sentía, y tenía claro que comportarse de esa forma implicaría ser golpeado o abusado.
Era el primer celo que pasaba en su vida con alguien a quien quería. No, más que eso, era el primer celo que realmente disfrutaba como tal.
Se removió entre los brazos de Chan, notando que lo estaba abrazando como un koala, y luego notó algo que lo hizo ponerse colorado.
Chan seguía en su interior, semi-erecto.
Claro, luego de la tercera vez que lo hicieron la noche anterior, Chan estaba demasiado cansado como para irse a bañar, y murmuró antes de quedarse dormido algo sobre echarse a dormir como estaban.
Jeongin se sentía pegajoso, un poco sucio, pero por, sobre todo, era capaz de sentir todavía el semen de Chan dentro de su ano, y eso lo hizo cavilar un momento sobre las claras probabilidades de un embarazo.
—¿En qué piensas? —le murmuró Chan de forma repentina, llamando su atención.
Lo miró con sorpresa y sonrió tímidamente.
—En lo mucho que te quiero —contestó, dándole un pequeño beso en los labios.
Chan sonrió de medio lado, sin abrir sus ojos y atrayéndolo más contra su cuerpo. Jeongin jadeó al sentir su interior siendo invadido más profundamente, sintiéndose ahora húmedo debido al lubricante que comenzó a soltar.
—Yo igual te quiero, Innie —le respondió Chan con voz profunda.
Jeongin, un poco vacilante, se movió en la cama, tomando fuerza para sentarse sobre la cadera de Chan, y lo montó con un jadeo. Chan dejó salir un gemido gutural, abriendo sus ojos ahora, chocando con la mirada ruborizada del omega, y terminó por enarcar una ceja.
—¿Sigues caliente, cachorro? —se burló Chan cariñosamente.
Jeongin dejó salir una risa baja, comenzando a mover sus caderas con suavidad, gimiendo al sentir como el pene dentro de su ano se ponía duro gracias a sus movimientos. Su propio miembro también comenzó a reaccionar ante la estimulación que estaba sintiendo, al rozar contra el estómago de Chan.
El alfa lo agarró de la cintura, simulando pequeñas embestidas, y Jeongin se mordió el labio inferior para no gritar de placer.
—Me pones... ah... caliente... —jadeó entre gemidos.
Chan soltó un gruñido, empujándolo para que ambos pechos se chocaran y así poder besarlo de forma profunda, llevando una de sus manos a la polla de Jeongin para masturbarlo sin dejar de embestirlo.
Así no duraron mucho: Jeongin se corrió en ambos pechos mientras gemía al sentir el miembro de Chan hinchándose en su ano. Por otro lado, los dientes de Chan se deslizaron a su cuello, mordiendo sobre su marca, sosteniéndolo de la cintura para que no se alejara.
Minutos después Jeongin se volvía acurrucar a su lado, pensativo, y Chan comenzó a repartir besos por su rostro.
—¿Qué ocurre? Te noto preocupado —le murmuró Chan sin alejarse.
Jeongin soltó un suspiro
—Anudaste muchas veces en mi interior —comentó, sin reproche alguno en su voz—, así que es muy probable que quede embarazado.
El sólo pensamiento de que eso ocurriera hizo que el corazón de Chan latiera por la emoción. Sin embargo, al ver el ceño fruncido de Jeongin, decidió no mostrar su alegría.
—¿Eso está mal? —preguntó Chan, llamando su atención.
Jeongin ladeó la cabeza
—No quiero un bebé ahora —contestó suavemente—, quiero estudiar primero.
Se sintió como un golpe en el estómago.
Chan desvió la vista, asintiendo con el rostro en blanco en tanto pensaba en Yongbok, el bebito de Jeongin. Chan sabía que tener a Yongbok reducía las probabilidades de que Jeongin quisiera más bebés tan pronto, porque así el omega se centraba en las necesidades de su bebé. Después de todo, era una de las primeras cosas que le enseñaban a los alfas.
Chan lo entendía, por supuesto. Además, Jeongin era joven, tenía ya dieciocho años, debía querer hacer varias cosas antes de volver a tener otro bebé que ocuparía gran parte de su tiempo, pero, aun así, Chan no pudo evitar sentirse celoso.
Celoso de que Jeongin quisiera a Yongbok y no un bebé con él, su nuevo alfa.
Jeongin soltó un gemido lastimero de su garganta, que hizo que todos sus sentidos se activaran
—Pero... pero si tú quieres un bebé, Alfa —susurró Jeongin con temor—, entonces podemos tenerlo.
Mierda.
Ahora que estaba marcado, ahora que había una conexión más profunda entre ellos, Jeongin tuvo que haber sentido su intranquilidad y malos sentimientos. Y lo asustó por completo.
Tomó aire, acariciando la nuca de Jeongin para tranquilizarlo, y le besó la frente.
—Está bien —dijo, dándole un pequeño beso—, te prometo que está bien, Innie.
El omega asintió, poco convencido.
Decidió que era momento de distraerlo. No quería atormentarlo con sus malos pensamientos y malas vibras.
—¿Quieres que vaya a buscar a Yongbok? —le preguntó—. ¿Te sientes bien como para cuidarlo?
Los ojos de Jeongin brillaron, y volvió a asentir tímidamente.
Chan le dio un último beso antes de ponerse de pie para ir a darse una ducha.
Media hora más tarde, volvía al cuarto encontrándose con Jeongin vestido con la bata, todavía acostado, pero ya limpio. Yongbok, en los brazos de Chan, iba medio dormido, sin embargo, pareció reaccionar al estar tan cerca de su madre.
—¡Mami! —gritó emocionado, abrazando a Jeongin apenas pudo—. Mami, mami, te estanie...
Jeongin comenzó a reírse al notar la mejilla de Yongbok frotándose contra su cuello en forma posesiva, y le llenó el rostro de besos, causando que se riera
Sin embargo, unos segundos después, Yongbok dejó de reírse y lo miró con el ceño levemente fruncido.
—¿Qué ocurre, príncipe? —preguntó Jeongin, preocupado.
Yongbok olisqueó su cuello
—¡Mami no lele a mami! —protestó—. Mami lele a papi. ¡Mami no lele a Bokkie! —y comenzó a frotar su cabecita con más fuerza contra el cuello de Jeongin, gruñendo de manera enfurruñada.
—¿Qué le pasó al demonio? —preguntó Chan, acostándose al lado de ellos.
Jeongin le miró con una risa suave.
—No le gusta que huela a ti, así que ahora está tratando que huela de forma maternal —le explicó, frotando su mejilla contra el cabello desordenado del bebé, que seguía trabajando duramente en su tarea—. Eres un bebé todo celoso, ¿no, Yongbok?
—¡Mami mía! —refunfuñó mirando a Chan con enojo.
Chan le sacó la lengua, acostándose al lado de Jeongin para poner una expresión mimada.
—Yo igual quiero mimos —dijo como si nada.
El omega volvió a reírse, recostándose contra Chan, y se acurrucó a su lado, sin alejar a Yongbok que ahora estaba un poco más calmado, cómodo de estar en los brazos de su mami.
—Gracias, Chan —le susurró con una sonrisa dulce.
El alfa parpadeó, sin alejar sus ojos de la tierna mirada que el menor le dedicaba, llena de amor y cariño que algo se estremeció en su interior.
—¿Por qué? —preguntó, mordiendo su labio inferior.
La sonrisa no desaparecía del rostro de Jeongin, y nunca quería que desapareciera de allí, eso lo tenía claro.
—Por quererme —le dijo, feliz—. Gracias por quererme a pesar de que esté usado y sea un desastre.
Chan asintió, queriendo decirle que no lo era, que jamás sería un desastre, pero sólo le dio un dulce beso, esperando que supiera con ese simple gesto cuánto lo estaba queriendo en ese instante.
Chan le pidió, un día después, a su secretaria que recalendarizara todas las citas que dejó pendiente, y se dio cuenta de que tendría un montón de trabajo extra por las próximas semanas.
Suspiró con cansancio, forzándose a pensar en que, al llegar tarde, Jeongin lo esperaría con mimos, y eso fue lo único que le hizo seguir adelante con todas las operaciones que tendría que llevar a cabo durante los siguientes días.
Comenzó revisando la ficha del primer paciente cuando la puerta de su oficina se abrió, y levantó la vista, encontrándose con la disgustada mirada de su mamá.
Iba a tener que conversar seriamente con su secretaria sobre permitirle el paso a cualquier persona.
—¿Qué ocurre? —preguntó fríamente.
Su mamá apretó los labios, queriendo decirle que se comportara, pero mantuvo la compostura.
—Espero que se te haya pasado el capricho por ese omega —dijo con voz despectiva.
—No lo creo —contestó, sin interés alguno—, ahora es mi omega —sonrió, divertido—. Lo marqué hace unos días, mamá.
La expresión en el rostro de su madre cambió totalmente.
—Por otro lado —prosiguió como si nada, abriendo un cajón y sacando unos papeles—, hace unos días llegó la notificación del Juzgado, declarando que Yongbok sí es hijo mío, y, por lo tanto, tu nieto —su sonrisa ahora se volvió burlona—. Felicitaciones mamá, eres abuela.
La furia llenó el rostro de Hyejin, una mueca rabiosa asentándose en sus finas y preciosas facciones. Aún enojada, su madre seguía conservando una hermosura helada que dejaría loco a cualquiera.
Reina de hielo, le decían en la empresa donde eran los jefes.
—Me estás provocando, Chan —advirtió Hyejin—. Es mi última advertencia: o te alejas ya de ese omega, o alguien lo va a pasar muy mal —sus labios se curvaron en una sonrisa fría—. Y no serás precisamente tú, hijo mío.
Chan se crispó ante el tono de su madre, porque tenía claro que quien pagaría los platos rotos sería Jeongin, no él. Porque él era un alfa, y Jeongin sólo el omega de quien se encaprichó y enamoró. Hyejin lo notó, así que lo golpearía donde más le doliera.
—Si vuelves a amenazar a mi pareja —gruñó, poniéndose de pie—, voy a decirle a todo el mundo que la gran empresaria Bang no es más que una perra sin corazón —su tono se tornó más oscuro—. Desvelaré todos tus malditos secretos, madre. Ahora, fuera. No quiero verte por aquí nunca más.
La mujer soltó un bufido, girándose sin añadir otra palabra, y cuando la puerta se cerró detrás suyo, sus ojos escanearon el pasillo de la clínica de forma fría y calculadora.
Se detuvo sobre el conocido rostro Minho, un viejo amigo de su hijo a quien conocía muy bien, y estaba hablando con una enfermera. Quién, casualmente, era también tecnólogo médico en esa clínica.
Sacó su celular, marcando unos números.
—Necesito que investigues sobre la familia de Lee Minho. Datos personales, contactos, amigos, su día a día, todo —dijo, antes de cortar.
Tranquilamente, se marchó de ese lugar, con un plan que se aseguraría que no fallaría.
Cuando Jeongin salió del probador, Jisung fingió limpiar una lágrima de su rostro y se puso a aplaudir, orgulloso al ver la expresión tímida del omega. Hyunjin y Seungmin también aplaudieron, aunque parecían más pendientes de tener la atención de Yongbok, que tenía una expresión aburrida, sentado en el coche.
La dependienta de la tienda puso una expresión de aprobación.
—¡Se ve muy bien, señor Bang! —dijo Jeongyeon, sonriendo dulcemente—. Ese traje de bodas queda perfecto para usted.
Jeongin se miró al espejo, acariciando la tela del traje negro que llevaba, imaginándose en el altar, sosteniendo la mano de Chan frente a él, sonriéndole con esa preciosa sonrisa que tenía, y no pudo evitar ruborizarse al pensar en ello.
En su boda.
Quedaban seis semanas, lo sabía, pero ya quería que llegara pronto.
—Podrías llevar un ramo de rosas blancas —sugirió Jisung, acercándose para arreglarse el corbatín—. Incluso un velo, ¡te verías hermoso! Pero aun no entiendo por qué no quisiste un traje blanco, In.
Jeongin soltó una risa, negando con la cabeza
—El blanco se supone que es para representar la pureza y virginidad, Jisung —recordó Jeongin, sin dejar de reír.
Jisung se limitó a rodar los ojos, sonriéndole cálidamente.
—Me gusta verte feliz, Jeongin —le dijo, como una madre haría con su hijo—. Te lo mereces mucho.
Los ojos de Jeongin brillaron con la emoción.
—Soy feliz —admitió, mirando otra vez su reflejo—, y hasta creo que estoy empezando a verme guapo.
—Sí, pero no tanto como yo, claro —bromeó Jisung—. Jeongyeon, cariño, ¿crees que Jeongin se vería bien con un vestido de novia?
La muchacha observó críticamente el cuerpo de Jeongin, en tanto el omega soltaba un grito en señal de regaño.
—¡Le quedaría hermoso! —concedió Jeongyeon—. Hasta podríamos probar algunos.
—¡No, no! —balbuceó Jeongin, enrojeciendo—. Este traje está bien, ¡además, a Chan no le haría mucha gracia!
—Siendo honesto, Innie, me encantaría verte con un vestido de novia.
Los tres adultos se giraron hacia la puerta donde Chan estaba apoyado con una ceja enarcada, poniendo una expresión divertida en su rostro.
Jeongin iba a decir algo, pero Jisung soltó un grito de reproche
—¡Fuera de aquí, se supone que no puedes ver el traje de la novia antes de la boda! —regañó Jisung.
Chan soltó un bufido.
—¡No soy una novia, soy un novio! —se quejó Jeongin.
—¡Pudín! —gritó Yongbok.
Chan ignoró los gritos, entrando al local con calma. Saludó a la dependienta y se acercó a Jeongin, arreglándole el corbatín que llevaba. Aprovechó de darle un beso pequeño en los labios
—Tal vez deberíamos pensar seriamente en lo del traje de novia —pareció cavilar—. Digo, así sería más fácil ponerme entre tus piernas.
Jisung comenzó a toser en tanto Jeongin enrojecía, frunciendo los labios y dándole un golpe en señal de regaño a Chan. El alfa sólo se quejó, frotando su cabeza.
—Ve a probarte tu traje —soltó Jeongin, enfurruñado—. Me voy a llevar este, falta sólo el tuyo.
—¡Pero aún debemos probarle más trajes, señor Bang! —señaló Jeongyeon.
—Este me queda bien, así que me quedo con este —contestó Jeongin, cruzándose de brazos—. Además, soy todavía el señor Yang, no Bang.
—No, ahora que tienes mi marca, eres para todo el mundo el señor Bang —corrigió Chan, agarrando los trajes que Jeongyeon le tendía—. ¿Tantos debo probarme?
—Claro, claro —dijo Jisung—. ¿Por qué no vas a pasear por allí, Jeongin? Puedes llevar a los demonios, se están aburriendo un poco.
—¡Vamos a comer helado, tío Innie! —gritó Seungmin, emocionado.
—¡Y papas fritas y hamburguesas y pizza! —agregó Hyunjin, sonriendo.
—¿No debería ver lo del traje de Chan? —farfulló Jeongin.
—¡Helao, papas fias, abuyesa, pisa! —gritó Yongbok, riendo.
—No, conociendo a Chan, querrá llevarte al probador para que le chupes la polla —dijo Jisung, distraído.
Jeongin enrojeció mientras el alfa comenzaba a reírse
—Touché —comentó Chan, para después mirar a Jeongin—. Anda, ve a dar una vuelta, luego nos juntamos.
El omega soltó un murmullo bajo, asintiendo para caminar hacia el coche de Yongbok y comenzar a empujarlo. Los dos pequeños alfas no dudaron en seguirlo, contentos por salir de ese aburrido sitio e ir a comer algo.
Así que Jeongin los llevó a un puesto de comida rápida, pidiendo unas papas fritas para Seungmin y Hyunjin, y un helado a Yongbok, dándole de comer con cuidado para que no terminara todo sucio como siempre.
Mientras los dos pequeños alfas se peleaban entre ellos por una papa frita, Jeongin aprovechó de comenzar a tararearle a Yongbok.
—¿Estás feliz, Bokkie? —le preguntó, limpiándole la mejilla.
—¡Sí, sí! —gritó Yongbok, emocionado—. Mami fe-is. Me guta mami fe-is.
Sonrió, dejando el helado sobre la mesa.
—Chicos, si siguen peleando van a–
—¿Yang Jeongin?
Levantó la vista cuando alguien lo nombró a su lado, encontrándose con unos oscuros ojos.
Parpadeó, en señal de desconocimiento, encogiéndose un poco al notar que era un alfa. Luego, recordó que ya estaba marcado, así que no tendría que reaccionar de esa forma debido a que un alfa no tendría por qué cortejarlo.
—¿Sí, uh...?
El desconocido sonrió en señal de diversión, pasando una mano por su cabello café.
—SoyYoon.
Abrió los ojos ahora por la sorpresa, sonriendo ampliamente segundos después, y se puso de pie.
—¡Stephen!
Abrazó al alfa sin dejar de sonreír, recordándose a los doce años, asistiendo al colegio, sentándose al lado de un alfa más alto que él que le protegía cuando algunos chicos querían pegarle para reírse de él. Stephen fue algo así como su amigo, a pesar de que Jeongin hubiera sido sólo un omega triste que todos rechazaban, y le cuidó lo mejor que pudo.
Aunque cuando su padre lo echó de la casa y no volvió al colegio, dejó de verlo de forma inevitable.
—Mira que estás guapo —comentó Stephen, separándose—. ¿Son tus hijos? —preguntó, señalando a los niños, que observaban la escena en silencio.
—No, no, cómo crees —Jeongin se rio, sentándose para hacerle un espacio a Stephen—. Sólo este bebito lindo es mi hijo —tomó en brazos a Yongbok, que fruncía los labios—. Se llama Yongbok. Seungmin y Hyunjin —continuó, apuntando a los pequeños alfas—, son hijos de un amigo, los estoy cuidando ahora.
—El pequeño Yongbok —dijo Stephen, mirando al bebé con una sonrisa dulce—. Me alegra verte, Jeonginnie, cuando dejaste de ir al colegio me puse muy triste —el alfa apoyó su mejilla en una mano, luciendo curioso—. ¿Puedo saber qué ocurrió?
Jeongin volvió a alimentar a Yongbok al notar como miraba a Stephen, sin dejar de arrugar sus labios, así que estaba un tanto confundido por ello
—Oh, ya sabes... —esbozó una sonrisa triste—, llegó mi celo y papá me echó de la casa, así que me vi obligado a irme.
Stephen asintió en señal de comprensión, frunciendo el ceño en señal de disgusto y pena.
—Lo siento mucho, Jeonginnie —le dijo el alfa—. Mierda, si me hubieras dicho, estoy seguro de que mis papás te habrían dado alojo —Stephen elevó su mano, acariciándole la mejilla fugazmente—. Ellos te querían mucho.
El omega recordó a los padres betas de Stephen, sonriéndole dulcemente cuando iba a la casa del chico a hacer algún trabajo o sólo a jugar, preocupándose de que comiera bien y de curarle las heridas cuando eran tan obvias y difíciles de ocultar. Sí, Jeongin los recordaba de forma vaga, porque había muchos recuerdos que deseaba reprimir de esos años.
—No habría podido aceptarlo —dijo Jeongin con tranquilidad—, así que no es necesario que te atormentes, Ste —Jeongin le observó, curioso—. ¿Estás solo por aquí? ¿O viniste con alguna pareja?
Las mejillas del alfa se tornaron de un color un tanto colorado, como si estuviera avergonzado.
—Ah, sí, vine por una cita a ciegas, pero al parecer me dejaron plantado —soltó una risa nerviosa, encogiéndose de hombros.
Jeongin puso una expresión incrédula
—¿De verdad? Lo siento, no fue mi intención recordártelo —dijo, limpiándole la boca a Yongbok—. Qué pena más grande, ¡si eres un chico tan lindo! Ah, esa persona no sabe lo que se pierde.
Stephen comenzó a reírse y negó con la cabeza, antes de observarlo, sin borrar una sonrisa.
—Me estás humillando —bromeó Stephen, señalando a Yongbok—. ¿Puedo tomarlo en brazos? Es un bebé muy lindo.
—¡Ño! —gritó Yongbok, cruzándose de brazos—. ¡Ño queio! ¡Queio papi!
El omega soltó una risa de disculpa, acariciándole el cabello a su bebé mientras observaba a Seungmin y Hyunjin jugando con los juguetes que traía la comida.
—Yongbok es lindo, pero también muy malcriado —dijo, abrazando al pequeño con más fuerza.
—No te preocupes, mi hermana también tiene un bebé y es igual de mimado —dijo Stephen, moviendo su mano en un gesto suave—. Sabes, Jeonginnie... cuándo éramos pequeños, siempre pensé que tú serías mi omega.
Jeongin parpadeó por la sorpresa, pero antes de poder contestar, alguien más habló
—Una lástima que ahora sea mi omega.
Se volteó con rapidez, encontrándose con el impasible rostro de Chan, de pie detrás de él. Su alfa se veía tranquilo, sin embargo, podía leer en sus ojos que se notaba celoso y posesivo.
Pero Jeongin no se asustó, porque aprendió que por mucho que Chan se molestara, jamás le levantaría la mano o lo castigaría como hizo su anterior alfa. Chan era distinto. Chan no le haría daño.
—¡Papi! —gritó Yongbok feliz, extendiendo sus bracitos para que lo tomara en brazos.
Chan sonrió dulcemente, llevando al pequeño contra su pecho.
—¿Terminaste de ver el traje? —preguntó Jeongin, calmado.
—Sí, Jisung aprovechó de pasar una tienda a ver ropa ahora que está sin sus demonios —dijo Chan, sentándose al lado de Jeongin y pasando un brazo por su espalda—. Te extrañé mucho, bebé —añadió en voz alta, mirando a Stephen.
Jeongin quiso rodar los ojos
—Chan, te presento a Stephen Yoon, un ex compañero —dijo, sonriendo—. Stephen, él es Bang Chan, mi alfa...
—Y futuro esposo —agregó Chan, extendiendo una mano—. Diría que es un gusto, pero siendo sincero, no lo es.
—¡Chan! —regañó Jeongin, incrédulo.
Stephen soltó una risa baja, tomando la mano de Chan, y le dio un apretón con el rostro tenso.
—Un gusto, espero que cuides muy bien de Jeonginnie —dijo Stephen, antes de agregar con voz filosa—. Ya sabes, Jeongin es un omega muy lindo y no merece pasarla mal.
El aire se llenó de hormonas alfas.
Jeongin iba a golpearse la cabeza contra la mesa
Tontos, tontos alfas posesivos
—Bueno, ya que hemos terminado, podemos volver a casa —dijo en voz alta, llamando la atención de Chan.
Chan asintió, enarcando una ceja
—Sí, ya quiero tenerte dentro del cuarto para marcarte por todas partes —comentó como si nada, y Jeongin le dio un golpe en la nuca—. ¡Auch! ¿Acaso dije algo que no debía?
El omega se puso de pie y acomodó a Yongbok en su coche, diciéndole a los pequeños alfas que se pusieran de pie. Hyunjin y Seungmin y comenzaron a pelear por quien llevaba el coche, llegando al acuerdo de empujar cada uno una barra.
—Nos vemos, Stephen, fue un gusto verte —se despidió Jeongin.
Stephen se puso de pie también, inclinándose para darle un beso en la mejilla, y Jeongin casi pudo oír el gruñido posesivo de Chan.
—¿No te importaría darme tu número de teléfono? Me gustaría seguir en contacto contigo —dijo Stephen, ignorando la mirada fulminante de Chan.
—Sí, le importaría, adiós —dijo Chan antes de dejarlo contestar, agarrándolo por la cintura y arrastrando de él—. Estúpido alfa enorme —masculló por lo bajo.
Jeongin miró hacia atrás, haciéndole un gesto de despedida a Stephen, quien sólo sonreía irónicamente
Mientras caminaban en silencio, con Chan sin soltarlo de la cintura y pegándolo a su lado, con el coche yendo por delante, Jeongin miró a su alfa, notando sus labios apretados.
—¿Estás enojado conmigo? —preguntó con calma, llamando su atención.
Chan lo observó.
—¿Le ibas a dar tu número? —contestó Chan con voz amarga.
Con tranquilidad, Jeongin apoyó su mejilla contra la cabeza de Chan, quedando bien debido a que era unos centímetros más alto que el alfa. Siempre le gustó eso de Chan, que a pesar de ser más bajito que él, nunca le importó demasiado si se veían un poco disparejos.
Le acarició la nuca, notando como relajaba su agarre.
—Sí, se lo iba a dar, fue mi amigo cuando era pequeño —respondió Jeongin—, pero no tienes que ponerte celoso, Chan.
El alfa se ruborizó para luego soltar un bufido.
—No estoy celoso.
—Claro que no —Jeongin lo detuvo y le tomó de las mejillas, dándole un pequeño beso en los labios—, porque yo soy sólo tuyo, de nadie más, ¿lo sabes, Chan?
Chan asintió, aunque se podía notar un poco inseguro
—¿Sólo mío? —murmuró, dándole otro beso.
—Sólo tuyo. Soy tu omega y tú eres mi alfa —Jeongin se rio—. Mi alfa malhumorado, pero te quiero así como eres.
Chan sonrió, orgulloso, pero no pudo decir nada porque Yongbok gritó
—¡Mami mía!
Jeongin sólo comenzó a reírse, sin poder decir nada, y Chan soltó un bufido.
Pero se sentía aliviado, porque Jeongin lo quería y aceptaba como si alfa, y eso era todo lo que necesitaba para poder ser feliz.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro