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✧⁠◝ 08

Chan estaba subiendo por las escaleras lentamente cuando Jisung comenzó a bajarlas, llevando en brazos a un dormido Yongbok, junto con un bolso donde echó ropa junto con algunos juguetes que lo mantuvieran entretenido esos días en los que se quedaría con él.

—¿Fuiste a ver a Jeongin? —le preguntó Chan con la voz ansiosa.

Jisung suspiró, negando con la cabeza.

—Prefiero no acercarme, sus feromonas son algo fuertes —dijo el beta, intranquilo, antes de seguir bajando—. Chan, no te preocupes por Yongbok, yo me encargaré de todo. Tú sólo... disfruten estos días, ¿está bien?

El alfa asintió con expresión ausente, sin voltearse para ver a Jisung salir de la casa con paso presuroso. Si hubiera tenido un oído normal, sólo habría escuchado el silencio, pero al ser alfa, pudo percibir los jadeos bajos viniendo de su habitación.

Terminó de subir la escalera, caminando lentamente hacia el cuarto, y antes de entrar, inhaló profundamente.

Un dulce, atrapante y agradable olor lo envolvió por completo.

Un perfume que conocía muy bien, porque era el olor que solía emanar Jeongin cuando se acurrucaba a su lado para ser mimado, sólo que ahora era mucho más fuerte, más atrayente e intenso.

Abrió la puerta de golpe, encontrándose con una agradable vista que lo excitó enseguida. Jeongin acurrucado, abrazando su almohada, murmurando el nombre de Chan en voz baja, vistiendo... ¿acaso era esa su camisa?

Debía serla, porque le quedaba un poco apretada y pequeña, pero se le veía hermosa a más no poder.

Al escuchar la puerta abrirse, Jeongin se volteó, su rostro ruborizado por completo.

—A... Alfa... —susurró Jeongin, con la voz llena de esperanza.

Chan dio unos pasos, y el omega, de forma automática, soltó la almohada. Se puso en cuatro de forma torpe, dejando a la vista su pequeño y apretado ano lubricado.

La polla del alfa dio un respingo ante la visión tan excitante que tenía.

Sin embargo, como en un sueño, recordó las palabras de Bumjun.

Haz que su parte racional conecte con su parte omega, así de simple.

Chan no quería sólo llegar y follarlo. No quería que todo se redujera a un plan netamente sexual, donde Jeongin sólo estuviera disfrutándolo porque estaba en su celo, mientras su parte racional estaba desconectado de ello. Chan quería que Jeongin también lo disfrutara, lo guiara, le dijera si le gustaba o no.

Con lentitud, llevó un dedo a la espalda de Jeongin, delineando su espina dorsal hacia abajo, sintiéndolo temblar bajo su toque.

—Alfa... Alfa, por favor... —sollozó Jeongin, moviendo sus caderas.

Chan se inclinó, subiéndose a la cama, llevando sus labios hacia el cuello del omega, comenzando a dar pequeños y cortos besos sobre su piel. Jeongin gimoteó, confundido, levantando la vista, y Chan lo aprovechó para darle un beso en los labios, profundo, sincero, lleno de cariño y ternura.

Jeongin se volteó, recostándose de espaldas sobre la cama, por lo que Chan se subió sobre su cuerpo, llevando una mano hacia la cintura de Jeongin y la otra a su rostro.

Se alejó unos centímetros, humedeciendo sus labios.

—Voy a hacerte el amor, Yang Jeongin —le murmuró Chan, acariciándole la mejilla—. ¿Entendido?

Jeongin asintió, sus mejillas ruborizadas, sus ojos llorosos, y gimió en voz baja cuando los labios del alfa volvieron a besarlo, deslizándose unos segundos después sobre su mandíbula, dejando un rastro de besos mientras bajaba.

Chan podía sentir la caliente piel del omega bajo su tacto, temblando al ser tocado de forma tan tierna y dulce, y gruñó posesivamente mientras sus dientes mordisqueaban suavemente su cuello, dejando marcas que serían notorias al día siguiente. Quería marcarlo por todas partes, reclamar cada lugar de su cuerpo como suyo, hacerle el amor hasta llevarlo al cielo mismo y nunca bajar de allí.

El menor soltaba sonidos adorables de su boca, confundido, caliente, envuelto en una nube de placer y deseo, murmurando que siguiera, que continuara, que necesitaba a su alfa más que a nada en el mundo. Chilló como un niño pequeño cuando los dientes de Chan atraparon su pezón, mordiendo con suavidad, en tanto una de sus manos le acariciaba el pezón libre.

—¿Te gusta esto... mi amor...? —susurró Chan, llamando su atención para luego chupar con más fuerza.

Jeongin enarcó su espalda, lloriqueando.

—S-sí... sí... A-alfa... —asintió, con lágrimas de placer acumulándose en la comisura de sus ojos.

Chan volvió a gruñir, separándose y echando la camisa a un lado, quedando con su pálido pecho desnudo. Volvió a los labios de Jeongin, besándolo de forma posesiva, acomodándose entre las piernas sin prenda alguna del omega y rozó la erección del menor contra sus pantalones. Jeongin apretó su hombro, gimoteando, y Chan se sintió derretir al ver el rostro sonrojado del omega, sus ojos llorosos, sus labios abiertos, rojos e hinchados por los besos que se dieron y el cabello despeinado.

Quizás, cuando lo hicieran después, podría grabarlo y guardarlo para siempre. Era, simplemente, demasiado hermoso para este mundo.

Sonriendo de forma tranquilizadora, volvió a bajar, sus labios ahora besando su estómago, y su mano agarró la base del miembro del omega, oyéndolo jadear cuando apretó suavemente. Separó más sus piernas, notando lo húmeda que se sentía esa zona, y besó delicadamente sus muslos, dejando más chupones y marcas, pudiendo oír ahora más claramente los balbuceos torpes y dulces que Jeongin soltaba.

—Bebé —llamó su atención, chocando con los necesitados ojos del omega—. ¿Alguna vez... te han hecho una mamada?

Jeongin lo observó, aturdido, y negó con la cabeza tímidamente. No, claro que no, una mamada era demasiado denigrante y humillante como para que un alfa se lo hiciera a un omega. El omega era el único que lo debía hacer, porque su posición siempre era por debajo del alfa.

Pero Bang Chan mandó eso a la mierda, y sin esperar un poco más, agarró el miembro de y se lo llevó a la boca.

El menor gimió con fuerza, sin resistirse un poco, por lo que Chan se sintió orgulloso de lo que hizo. Se alejó unos milímetros, besando la polla de Jeongin a lo largo, sintiendo el sabor del pre-semen contra su lengua, y lamió lentamente, desde las bolas hasta la base, donde sus labios volvieron a cerrarse alrededor de su glande. Chupó superficialmente mientras su mano subía y bajaba.

Sentía los pantalones demasiado apretados en ese momento, así que, con su mano libre, se desabrochó la prenda, bajándolos lo suficiente junto con su ropa interior, dejando al aire su miembro erecto, y lo comenzó a masturbar lentamente.

—Alfa... Alfa, por... por fa-favor... —gimoteó Jeongin, moviendo sus caderas, tratando de lograr una penetración más profunda en la boca de Chan.

—¿Qué quieres, mi vida? —ronroneó Chan, antes de volver a chupar.

Pensó que le diría que quería correrse, que quería liberarse en su boca, por eso no pudo evitar sorprenderse cuando dijo lo siguiente:

—A ti... a ti dentro de mí... —Jeongin lo miró, necesitado, desesperado—. Quiero... qui-quiero correrme contigo... Chan... juntos... por favor, Chan...

No le iba a negar nada a Jeongin, jamás en la vida.

Gruñó, alejándose de la erección de Jeongin, para separar más sus piernas. Las levantó, ubicándolas en sus hombros, acomodando su polla contra la pequeña y lubricada entrada del omega. Bendita fuera la elasticidad de los omegas.

Jeongin lo atrajo de golpe, besándolo profundamente, cuando decidió embestirlo de una.

Ambos gimieron, en especial cuando toda la longitud del alfa fue tomada de una por el ano de Jeongin, como si lo hubiera estado esperando. Gracias a toda la lubricación que el omega estaba soltando no dolió demasiado, además que su entrada solía dilatarse de forma natural en los celos.

Chan respiró contra la boca de Jeongin, mirándolo a los ojos y pidiéndole permiso para moverse con ese simple gesto. Jeongin asintió, jadeante.

El alfa se retiró de su interior, y cuando Jeongin estuvo a punto de quejarse y llorar por el repentino vacío que lo invadió, el miembro de Chan volvió a adentrarse en su interior. Golpeó su próstata directamente, mandándolo al cielo mismo con ese simple gesto. Volvió a arquearse, enterrando sus uñas en los hombros del mayor.

—Ahí... ahí, Alfa... ¡Ah! —el gemido que se escapó de su boca era todo necesitado y sonoro al recibir otra embestida, y Chan decidió que, definitivamente, la próxima vez grabaría todo eso para verlo cuando estuviera aburrido.

Los labios del alfa comenzaron a besarlo por todas partes mientras seguía moviéndose, saliendo y entrado de su ahora abierta entrada, el miembro del omega rozándose contra el estómago del de cabello rubio. La habitación se llenó de ruidos sucios, del rechinar de la cama, del morboso sonido que hacían las bolas de Chan al golpear contra el culo de Jeongin, de los jadeos y gemidos que ambos soltaban con cada nueva penetrada.

Chan tuvo mucho sexo con otros omegas y betas antes, pero ninguno se sintió tan bien, tan placentero, tan correcto, como el que estaba viviendo ahora. Tan perfecto como los gemidos y sonidos chillones que Jeongin soltaba contra sus labios. Algún día haría una compilación de todos esos ruidos agradables que salían de su boca.

Estaba por alcanzar el clímax, lo tenía claro, y aceleró sus embestidas cuando Jeongin chilló, corriéndose en su estómago, el semen manchando su piel. El omega curvó su espalda, echando su cuello hacia atrás, mostrando su cuello y exponiendo su piel para ser marcada.

Chan gruñó al ver la marca vieja del antiguo alfa de su omega, y sin dudarlo, enterró sus dientes cuando dejó de moverse, la base de su pene hinchándose, anudando dentro del apretado y cálido agujero de Jeongin. El omega jadeó por el dolor, cerrando sus ojos, sin embargo, movió sus caderas para que Chan llegara más profundo, y el alfa enterró un poco más sus dientes, el lazo conectándolos en ese preciso instante.

El alfa alejó sus dientes, mirando de forma satisfecha la marca sangrante que dejó. Pasado un instante, lamió y quitó los rastros de sangre, gruñendo posesivamente mientras su nudo permanecía dentro del omega.

—¿Se siente bien, Innie? —preguntó Chan, besando la marca en su cuello, frotando su nariz contra la piel del omega—. ¿Se siente correcto?

Jeongin sollozó.

—Se siente bien —concedió Jeongin, tembloroso—. Se si-siente... tan, tan bien...

Chan comenzó a liberar su semen dentro de Jeongin, gimiendo contra su oído, y Jeongin se sintió extraño, porque llevaba mucho tiempo sin que alguien lo tocara de esa forma, llena de deseo, de cariño. Quizás nunca nadie lo tocó de esa forma.

Pasados unos minutos, cuando el nudo acabó, Chan salió de su interior y se echó sobre la cama. Iba a sugerir que fueran a bañarse, porque estaban llenos de sudor, pegajosos, pero Jeongin gimoteó como un cachorro pequeño.

Antes de poder hacer algo, el omega se arrastró sobre su cuerpo como si fuera un mono, quedando colgado de su cuello, besándolo repetidas veces en el rostro.

Chan frunció el ceño levemente, observando la necesitada mirada que Jeongin le dirigía.

Mimos, pensó entendiendo, quiere mimos.

La ducha podía esperar, entonces. Sin pensarlo mucho, lo abrazó por la cintura, atrayéndolo a su cuerpo.

Jeongin, en ese momento, sonrió ampliamente, contento, feliz, y se acurrucó en los brazos de Chan. Frotó su cabeza contra el cuello del alfa, llenándose con ese masculino y envolvente olor alfa que soltaba de forma natural.

—Alfa... —susurró, satisfecho.

Chan sonrió, acariciándole el cabello, y escuchó el estómago del omega gruñir.

—¿Tienes hambre, pequeño príncipe? —le preguntó, enderezándose levemente, llamando su atención.

Jeongin frunció los labios antes de ocultar su rostro en el hombro de Chan, soltando un pequeño ruido lastimero.

Chan frunció el ceño, sin dejar de revolverle el cabello.

—¿Mi amor? —Llamó su atención.

Jeongin negó con la cabeza, tímido, y le dio pequeños besos en el cuello, pasando una de sus piernas por la cintura de Chan, apegándose más. Chan soltó una risa baja que luego se transformó en un quejido al sentir los dientes de Jeongin enterrándose en su hombro, seguido de un gruñido del omega.

—Oye, oye, no seas salvaje... —se quejó Chan, pero Jeongin volvió a gruñir en voz baja, sin alejarse—. Innie, ¿no quieres dormir? Podemos jugar después...

—¡Rawr! —siseó Jeongin, sin dejar de mordisquear su piel.

—Eres un mocoso mimado —se quejó Chan, aunque sus labios se curvaron en una sonrisa tierna.

Sus amigos tenían razón: debía grabar eso.

—¿No vas a detenerte? —preguntó Chan ante una nueva mordida—. Oh, entonces yo igual puedo jugar.

Antes de que Jeongin pudiera alejarse, lo tomó de la cintura y lo giró sobre la cama, dejándolo bajo su cuerpo mientras también gruñía de manera juguetona. Jeongin soltó un chillido seguido de un gruñido, tratando de quitarse de encima al alfa, pero Chan dejó salir una risa baja antes de morderle suavemente la piel del hombro, oyendo el nuevo grito de Jeongin.

Jeongin comenzó a reírse cuando los labios de Chan empezaron a besarle con besos cortos y esporádicos, y no dudó después en morderle un dedo sin fuerza, cuando quiso acariciarle la mejilla.

—¡Ow! Eres un chico malo, Innie —le dijo Chan, viendo la hermosa sonrisa del omega—. ¿Vas a jugar rudo? Yo igual puedo hacerlo.

El omega se quejó cuando Chan lo volteó, dejándolo boca abajo sobre las sábanas, y soltó más risas cuando el alfa mordisqueó su nuca y chupó con la intención de dejar una marca que se viera los siguientes días. Jeongin pataleó, queriendo quitarse de encima a Chan, pero no lo logró y soltó un sonido lastimero, como si fuera a llorar, pero el alfa no le creía nada y mordió ahora la piel de su cadera, bajando, bajando...

Jeongin jadeó al sentir los dientes de Jeongin enterrándose en una de sus nalgas, marcándolo en esa sensible zona.

—Alfa...

Chan levantó la vista con la intención de decir algo tonto, pero sus ojos chocaron con la húmeda entrada de Jeongin, viendo como el semen escurría de allí, manchando la acanelada piel del omega. Su semen, saliendo del apretado, cálido ano de Jeongin.

Jeongin chilló por la sorpresa al sentir la lengua de Chan pasando por su agujero.

Chan se puso duro en unos segundos, sin embargo, su calentura se bajó inmediatamente cuando vio a Jeongin levantar su trasero, ocultando su rostro entre las sábanas.

Jeongin sólo quería jugar, nada más.

Chan se tragó las ganas de volver a penetrarlo, y subió otra vez sobre la cama, atrayendo a un confuso Jeongin a su regazo. Le besó la frente de manera cariñosa, sonriendo con suavidad.

—Eres demasiado tierno para este mundo, Innie —le dijo Chan.

El omega soltó un gruñido bajo, agarrando la mano del alfa, comenzando a mordisquearla con suavidad.

—¿Voy a tener que comprarte acaso un peluche para que lo muerdas durante el celo? —regañó cariñosamente.

Jeongin sonrió, soltándolo, volviendo a abrazarlo como si fuera un koala, ajeno al hecho de que ambos estuvieran desnudos y pegajosos. El menor se limitó a recostar su cabeza contra el pecho del alfa, suspirando con total comodidad.

—Alfa... —susurró Jeongin, llamando su atención—, Alfa... te quiero, Alfa...

Chan sonrió, dándole un pequeño beso, y cubrió el cuerpo del omega con la sábana, acurrucándolo a su lado.

—Yo igual te quiero... —le murmuró al oído como si fuera un secreto—, te quiero tanto, Omega.

Jeongin le dirigió una última bella sonrisa antes de caer dormido, y Chan nunca se sintió tan feliz en su vida como en ese momento.

Hyejin salió de la oficina hecha una furia, llevando una carpeta con documentos y fotos que no dudó en dejar sobre la mesa de Wheein de golpe, sobresaltando a la chica.

Todos en el lugar observaron la escena con incredulidad, sin embargo, se voltearon a seguir con sus trabajos al notar la creciente furia que emanaba del cuerpo de la alfa. Incluso algunos se alejaron del lugar, sin querer que por alguna casualidad la rabia de Hyejin se enfocara en ellos.

—¿Señora Bang? —preguntó temerosamente Wheein.

No fue capaz de decir algo más cuando una bofetada iracunda de la mujer volteó su rostro, haciéndola caer al suelo. Wheein quiso ocultarse, desaparecer, arrastrarse hasta quedar bajo el escritorio, pero sabía que eso sería peor conociendo el horrible humor que tenía la alfa. Además, por mucho miedo que sintiera, no quería mostrarlo.

—Mira esta mierda —gruñó Hye jin, dejando la carpeta que llevaba sobre el escritorio.

Wheein, tambaleante, obedeció y abrió la carpeta.

Leyó el último mensaje que el detective, que Hyejin contrató, dejó, y sus ojos se abrieron por la sorpresa.

Al parecer, Yang Jeongin entró en celo y Bang Chan no ha salido de su hogar en todo lo que va del día.

Celo. Celo. El celo de Jeongin.

Tembló al notar la oscura mirada de Hyejin.

Si entró en celo, y Chan lo marcó–

—¿No estabas trabajando en alejarlos, Wheein? —gruñó Hyejin, sin compasión en su voz.

El labio de la omega tembló bajo la fría mirada de la mujer, así que se limitó a asentir temerosamente. Hyejin frunció el ceño con una expresión tan parecida a la de su hijo que Wheein volvió a estremecerse.

—Entonces, ¿dónde están mis resultados? —insistió la alfa fríamente.

Wheein se puso de pie con debilidad, sin querer lucir ofendida o molesta por lo que estaba ocurriendo. En definitiva, contestarte a Hyejin no sería una buena idea, no si quería salir ilesa.

—Estoy trabajando en ello —murmuró Wheein, aunque ahora el panorama se le complicaba un montón si Jeongin fue marcado.

Una marca era eterna. Una marca no podía desaparecer, a menos que uno de los dos muriera. Y, aun así, si el lazo era fuerte, si Jeongin moría... muy bien Chan nunca querría tomar a otro omega o podría suicidarse para seguir el camino de su omega.

Y Wheein no era tonta, sabía que el lazo que esos dos tenían era muy fuerte.

—¿Trabajando en ello? —Hyejin parecía dispuesta a darle otro golpe, pero se controló lo suficiente para no hacerlo—. Quiero a ese omega lejos de mi hijo, pagando por haberlo mirado, y a su cría muerta. ¿Entendido, Wheein? Y quiero eso antes de que se casen.

Wheein bajó la vista, asintiendo de forma sumisa, y los tacones resonaron mientras la alfa se alejaba del lugar sin borrar esa mueca de ira de su rostro. Temblando, Wheein se sentó tras el escritorio, tratando de que su cabeza ideara algo para poder solucionar el lío en el que se estaba metiendo.

Si Jeongin no hubiera aparecido, si se hubiera mantenido lejos, si Chan jamás lo hubiera conocido, quizás eso no estaría ocurriendo. Quizás Chan se habría rendido de una y la hubiera aceptado como omega. Pero el imbécil de su hermano tuvo que haberse cruzado. ¿Acaso jamás la dejaría en paz? ¿Acaso siempre tenía que arruinarle la vida de alguna forma?

Wheein lo quería lejos, pero ya no porque le hubiera quitado a Chan –después de todo, ella tampoco amaba al alfa, sólo lo deseaba por los beneficios que podría traerle– sino porque le estaba arrebatando más que un buen puesto. Le estaba arrebatando al alfa que ella quería, la vida que ella deseaba, lo que quería para su futuro. Le estaba robando la dignidad, sus sueños, todo. Y Wheein quería hacerlo pagar por eso, quería verlo destruido, lejos, siendo humillado, teniendo lo que merecía.

La mente de Wheein comenzó a idear un plan, algo que se aseguraría que no fallara nunca.

Chan murmuró una maldición cuando sintió algo húmedo rodeando su polla, y abrió los ojos con sorpresa antes de bajar la vista, encontrándose con una visión totalmente erótica.

A Jeongin chupándole el miembro como si se tratara de una paleta, sonriendo mientras sus mejillas estaban ruborizadas.

—Mierda... Jeongin... —jadeó Chan cuando el omega comenzó a subir y bajar su mano.

El menor hizo un ruido proveniente de su garganta, como un gemido preguntando si quería que siguiera o no.

Chan agarró el cabello de Jeongin, empujándolo con suavidad contra su miembro, oyendo el sonido de atragantamiento que brotó de su boca y sólo lo excitó más. Era el maldito paraíso, lo tenía claro.

El alfa soltó un gemido bajo, moviendo sus caderas para lograr una penetración más profunda, jadeando cuando Jeongin comenzó a mover su cabeza de arriba hacia abajo. Chupó o su glande y bajó, lamiendo sus bolas cuidadosamente, volviendo a tomarlo todo de golpe.

Estaba por correrse, lo tenía claro, pero Jeongin se alejó, sonriendo de manera juguetona. Chan soltó un quejido bajo, controlándose para no agarrar al omega y follarlo.

No fue necesario tampoco: el omega se subió a horcajadas de él, frotando la polla del alfa contra su trasero, sin llegar a penetrarlo, subiendo y bajando con lentitud. Chan lo agarró por las caderas, excitado totalmente, para después gemir de manera sonora al sentir como el ano de Jeongin tomaba su miembro de golpe. El omega también gimió, inclinándose para besar a Chan golosamente, en tanto empezaba a mover sus caderas, saltando sobre la entrepierna del alfa.

—¡Ah! ¡Mhn! ¡Innie! —jadeó Chan contra los labios del menor—. ¡Mi-mierda!

Jeongin sonreía orgulloso, contento de poder estar logrando esas reacciones en su alfa, y gimoteaba al lograr que el miembro en su interior golpeara su próstata.

Tener a Jeongin montándolo se sentía como el mismo cielo, ver su expresión lujuriosa y ruborizada, pudiendo observar cómo se auto penetraba y movía sus caderas para así lograr que el miembro de Chan fuera más profundo.

El alfa lo atrajo, besándolo una vez más, y empujó sus caderas hacia abajo, corriéndose en el interior del omega, que gimoteó al sentir el nudo formándose dentro de su ano. Luego soltó un chillido cuando los dientes se enterraron en su cuello, sobre su nueva marca, y se corrió sobre ambos pechos, jadeando y sollozando tanto por el placer como por el dolor.

Chan lamió la mordida, todavía anudando dentro de su agujero, y lo abrazó por la cintura, acurrucándolo sobre su pecho.

—¿Quieres llevar a mis bebés, Innie? —le gruñó al oído de forma posesiva, sin alejarlo un poco—. ¿Quieres que te llene de mi semen hasta que quedes preñado?

Jeongin gimió como un cachorrito, balbuceando palabras afirmativas mientras se presionaba un poco más contra el nudo, y no se movió tampoco una vez que Chan dejó de anudar dentro de él.

Chan le revolvió el cabello, besándole la frente y ganándose un ruido de aprobación.

—Quiero darte muchos bebés —le dijo en voz baja, al oído.

Jeongin lo observó, frotando su mejilla contra su pecho, asintiendo mientras cerraba sus ojos para dormir un poco más.

Pero Chan estaba pegajoso, sucio, y recordó que no comieron nada desde varias horas atrás, además de que Jeongin estaba sin ducharse.

—No te duermas, pequeño príncipe —reprochó Chan, pellizcándole la mejilla—, vamos, quiero bañarte.

Jeongin gruñó en señal de disgusto, sin abrir sus ojos, abrazándolo con más fuerza para que no se moviera.

—Innie... —comenzó a decir Chan pacientemente.

Pero Jeongin volvió a gruñir, sin moverse, negándose a ceder.

—Ya veo de dónde sacó Yongbok su disgusto por el baño —murmuró Chan, comenzando a moverse—. ¡AH! ¡JEONGIN!

El omega le mordió el hombro al ver que quería separarse.

El menor estaba gruñendo, sin soltarse, abrazándolo con las piernas por la cintura, y volvió a morder un poco más fuerte, diciéndole de esa forma que no quería ir a la ducha.

—Me estás dando jaqueca —masculló Chan, antes de agarrarlo por los muslos, poniéndose de pie para que así no se cayera. Jeongin soltó un quejido, aferrándose a la espalda del alfa—. Sabes, cuando termine de ducharte voy a grabar todo lo que hagas para luego mostrarte tu comportamiento apenas el celo acabe. Me las vas a pagar, Innie.

Jeongin soltó un nuevo quejido cuando entraron al baño, frotando su mejilla contra el cuello de Chan. El alfa lo sentó sobre la taza del baño con la intención de separarse y abrir la llave de agua caliente, pero el omega no lo quiso soltar un poco, y tuvo que meterlo en la tina, sentarlo y recién ahí hacer correr el agua.

El menor se acurrucó en los brazos de Chan mientras fruncía el ceño a medida que la tina se iba llenando, y el mayor lo atrajo a su regazo, relajándose cuando el agua caliente tocó sus músculos.

—Te estás comportando así conmigo porque confías en mí, ¿no, bebé? —le murmuró Chan, mirando el techo del baño—. ¿Cómo eran antes tus celos, con tu otro alfa?

Jeongin soltó un ruido de disgusto.

—Malos —contestó Jeongin en voz baja, como un niño pequeño—. Sólo... follaba...

Chan asintió, revolviéndole el cabello.

—Chan bueno —agregó Jeongin, abrazándolo por la cintura—. Me gusta. Chan es buen Alfa para mi Omega.

—¿Lo soy, Innie? —le preguntó Chan, tomando el shampoo.

—Sí —Jeongin asintió, dejando que el alfa le lavara el cabello—. Cálido. Mi corazón... se siente cálido contigo. Te quiere. Mi Omega te quiere.

Chan comenzó a limpiarle la espalda con premura para luego seguir con su estómago, quitándole los restos de semen.

—¿Y tú, Innie? —le preguntó en voz baja—. ¿Tú me quieres?

Jeongin lo observó, ladeando la cabeza, y le besó su mejilla.

—Sí —repitió con confianza—. Te quiero mucho.

El alfa sonrió con cariño, revolviéndole el cabello lleno de shampoo, antes de darle un pequeño beso en los labios.

—Vamos, ahora ponte de pie, tengo que limpiar tu culo —le dijo de forma juguetona

Jeongin hizo un gesto de desagrado, negando con la cabeza.

—No —se quejó—. Quiero bebés. Muchos bebés de Alfa.

—No digas eso —protestó Chan, mordiéndole el hombro—. Luego, cuando el celo pase, me vas a golpear por no protegerte. Vas a estudiar primero y luego tendremos bebés.

—¿Tendremos? —repitió Jeongin, ladeando la cabeza.

Chan sintió su estómago pesado.

Podía leer la duda y confusión en la simple pregunta de Jeongin, y lo entendía completamente, el porqué estaba preguntando de forma tan incrédula. Porque el alfa nunca se hacía cargo de los hijos, nunca se preocupaba por ellos, ya que era trabajo del omega tenerlos siempre educados. Porque para el omega, un bebé era "su hijo", pero para un alfa, un bebé era "la cría del omega".

—Sí, tendremos —le susurró Chan, comenzando a limpiarlo con cariño—. Tendremos muchos bebés, Innie, y podrás mimarlos el tiempo que quieras mientras yo te mimo a ti, mientras te sostengo siempre a mi lado. No voy a dejarte caer más, mi amor.

Jeongin lo miró, sin dejar de ladear la cabeza, y sonrió ampliamente, mostrando todos sus dientes mientras sus hoyuelos se marcaban en su rostro. Chan se sintió enamorado de ese simple gesto.

—Chicos, dejen de pelear, harán llorar a Yongbok —regañó Jisung entrando al comedor, donde Seungmin y Hyunjin rodaban por el suelo, gruñéndose entre ellos, en tanto Yongbok estaba sentado en el sillón con los ojos llorosos—. A ver, ¿qué ocurrió?

—¡Jin le dio un beso a Yongbok! —acusó Seungmin.

—¡Porque tú lo besaste primero! —replicó Hyunjin.

Jisung los fulminó con la mirada mientras Yongbok hipaba, frotando sus ojitos.

Queio a mami —sollozó.

El beta cambió su expresión a una de preocupación para luego tomar a Yongbok en brazos, tratando de calmarlo, y sus hijos dejaron de pelear para acercarse con caras de pánico. Jisung le revolvió el cabello a Yongbok, pensando en que sólo era el segundo día de celo de Jeongin, y que esa etapa solía durar un mínimo de tres a un máximo de cinco.

—Bokkie, ya te dije que tu mamá no puede cuidarte por ahora —le dijo Jisung, llamando su atención.

El labio del pequeño bebé tembló.

Queio a mami —repitió, llorando.

Jisung suspiró, dándole un beso en la frente y continuaba tratando de tranquilizarlo.

En ese instante, Changbin regresó del trabajo, encontrándose con la escena de Yongbok llorando sobre los brazos de su esposo y los dos demonios que tenía por hijos trataban de consolarlo de alguna manera.

Changbin se acercó, llamando la atención de su familia y de Yongbok.

—¿Qué ocurre, Bok? —le preguntó Changbin amistosamente, tomando al bebé en brazos—. ¿Sunggie te hizo llorar?

—¡Oye! —se quejó Jisung.

Queio a mami —balbuceó Yongbok, abrazando a Changbin por el cuello—. A mami y papi.

—Oh, claro que sí, mi vida —concedió sentándose en el sillón—, pero, ya sabes, mamá y papá están ocupados, ¿sabes por qué? —Yongbok negó con la cabeza, curioso—. Tienen que hacerte un hermanito, Bokkie.

Jisung se atragantó con su saliva y Yongbok rio la boca, sin saber qué decir en ese momento.

Entonces, el bebé cerró la boca, y sus ojos se iluminaron.

—¿Sííííííííí? —farfulló contento.

—Claro —Changbin le revolvió el cabello—, y para eso, necesitan un tiempo a solas, para conversar sobre cómo le van a poner y cuándo llegará a la familia. Es una sorpresa para ti —le guiñó el ojo—, así que no puedes decirles que te conté esto, no vamos a arruinarles tu regalo.

Jisung quería regañar a Changbin por ilusionar de esa forma al bebé, pero decidió cerrar su boca al ver que las palabras del mayor sirvieron para calmar a Yongbok, que aplaudió contento. Una vez fue dejado en el suelo, corrió a jugar con Seungmin y Hyunjin, felices de tener su atención otra vez.

Jisung soltó un suspiro, recostándose al lado de Changbin, quién lo abrazó por la cintura para darle un pequeño beso en la frente.

—¿Cómo fue tu día? —le preguntó Jisung.

Changbin dejó salir un bufido, acariciando la nuca de su esposo.

—Fue un infierno —murmuró Changbin—, pero no por los niños, ya sabes, estoy acostumbrado a ello —bajó la voz para que los menores no escucharan lo que estaban hablando—. La hermana de Jeongin se pasó por la clínica exigiendo hablar con el doctor de Chan e incluso me detuvo y trató de persuadir para separarlos.

—Esa perra —masculló Jisung entre dientes.

Changbin soltó una risa baja, besándole la mejilla a Jisung.

—Me gustaría no estar preocupado, aunque no puedo evitarlo — Jisung miró a Changbin enarcando una ceja, preguntándole qué quería decir con ello—. Si la madre de Chan o la hermana de Jeongin se enteran de que Yongbok no es hijo de Chan... Las cosas pueden complicarse un montón.

—No tienes que pensar en eso, estás llamando a la desgracia —regañó Jisung, mordiendo su labio inferior.

—Pero no puedo evitarlo —insistió Bin—. Su plan tiene muchas fallas... Digo, nosotros no diremos nada, sin embargo, no éramos los únicos en saber la verdad. ¿Los padres de Seunghyub?

—Jeongin dijo que cuando Seunghyub murió, perdió contacto con ellos —señaló Jisung, nervioso.

—Él perdió el contacto, pero puede que Wheein averigüe quiénes son y vaya a preguntarles. ¿Los amigos de Seunghyub? Todos sabían que Yongbok era hijo de Seunghyub, sabían que Jeongin nunca tuvo otro alfa antes.

—Hay una prueba de ADN de por medio que podría probar lo contrario —masculló Jisung, observando al bebé sentado sobre la espalda de Seungmin mientras Hyunjin le hacía muecas y fingía ser un monstruo.

—Pruebas alteradas —añadió Changbin—. Wheein no acusará a Chan con el gobierno, pero puede usarlo para chantajearlos o...

—Pero no entiendo —la voz de Jisung ahora se tornó triste, aunque también enfadada y molesta—. ¿Qué importa si Yongbok no es hijo de Chan? ¿Por qué es tan necesario seguir esa tonta regla?

Changbin le hizo un gesto para que no siguiera hablando y Jisung obedeció. Todo el mundo creía que Changbin era mandoneado y hacía siempre lo que Jisung quería, sin embargo, la verdad es que ambos eran bastante competitivos con el otro, aunque también sinceros, por lo que a Jisung no le costaba admitir que Changbin era una persona muy inteligente y sabia, a pesar de que muchas personas creyeran que no era así.

Ambos, como betas, recibieron una educación completamente distinta a la de omegas y alfas, por lo que había varias cosas que no entendían en su totalidad. ¿Las reglas básicas? Por supuesto, se las decían a todas las personas, pero los motivos no. Jeongin tampoco las sabía, porque fue al colegio sólo hasta los trece años, aprendió las cosas básicas que se le enseñaban al omega, nada más, por lo que nunca tuvo una respuesta para ello.

—Chan me lo explicó cuando le pregunté —dijo Changbin en voz baja—, va por una cosa más de territorialidad y poder, de apariencia para la sociedad —Jisung lo observó, atento—. Los alfas son la raza más fuerte, Jisung, ¿no es así? Y dentro de cada manada, o familia considerada como "correcta", debe existir un alfa capaz de proteger a los que considera como suyos, cuidarlos y protegerlos.

—Nosotros no seríamos una familia correcta —señaló Jisung con disgusto.

—Pero sí somos una manada, si vamos a la organización nacional —contestó Changbin—. Piénsalo, somos gobernados por alfas, los trabajos más duros los realizan ellos, son quiénes organizan y protegen las fronteras. Nosotros sólo somos pequeños núcleos familiares dentro de la "Gran Manada", aportamos y nos dejamos proteger. Se espera, por lo tanto, que el resto de alfas sean como los que nos gobiernan y protejan —su esposo le acarició la mejilla, sin perder ningún detalle—. Pero los omegas, Jisung... ¿qué son los omegas para el Gobierno?

Jisung observó a Yongbok, que se reía mientras se dejaba querer por los dos pequeños alfas. A simple vista, un omega era sólo alguien más dentro del país, pero si se escarbaba más profundo, si veía los pilares de la sociedad...

—Un objeto —susurró, recordando la triste mirada de Jeongin cuando estaba al lado de Seunghyub—. Un recipiente para llevar bebés.

Changbin asintió con expresión grave.

—El omega no es una persona, aunque el resto diga que sí. Los alfas ven al omega como un objeto que les pertenece, que debe hacer lo que se le ordene y cargar con las crías de su dueño —Changbin frotó su frente—. Desde que nacen, están bajo el cuidado del alfa mayor de la familia. Cuando se comprometen y casan, pasan al cuidado de su nuevo alfa. Si el alfa muere, y el omega sigue vivo... Debe esperar a que un nuevo alfa lo reclame, es su máxima aspiración: vivir para y por el alfa.

"Pero el bebé de un omega... es la clara prueba de que el omega tuvo a otro alfa, le perteneció, y jamás le podrá pertenecer a su nuevo alfa por completo. Te lo explicaré de una forma muy burda, Jisung: supongamos que yo tengo un juguete, un oso de peluche, y lo quieres para ti. Por cosas del destino, el osito de peluche se me rompió, y yo ya no lo quiero, así que lo echo a la basura, pero tú decides tomarlo, y al verlo roto, ¿qué es lo primero que harías?

—Arreglarlo —masculló —. Lo arreglaría como pudiera.

—El gobierno tiene claro que, entre un bebé y un nuevo alfa, el omega se inclinaría por su bebé, y no puede permitirse que un objeto que ahora está roto decida su propio futuro —Changbin se veía estresado a más no poder—, y tampoco puede permitirse un alfa que no es capaz de marcar su territorio ante un omega, que lo deja decidir y poner un bebé, que es reemplazable según los términos del gobierno, sobre un alfa hecho y derecho.

—Pero eso es horrible —reclamó Jisung.

—Eso no es lo peor —Changbin sonrió amargamente—. Según varias investigaciones llevadas a cabo, el omega necesita de cuidar a alguien. Lo natural es que se enfoque en cuidar a su alfa, pero si éste muere y lo deja con una cría, cuidará a su bebé como fuera. Con la llegada de un nuevo alfa, el omega se seguirá centrando en su bebé, y no verá tan necesaria la copulación debido a que ya tiene una cría. Pero para el alfa... ver a su omega enfocado en una cría que no es suya, además... —Bin hizo un gesto desagradable—. El alfa querrá que el omega tenga un bebé suyo, de su sangre, y no a un bebé que no le pertenece a él, así que lo asesina para generar un nuevo instinto materno en el omega, además de aumentar la intensidad de sus celos para quedar embarazado.

Jisung palideció debido a lo que estaba oyendo.

Miró a Yongbok, que mordía a Hyunjin en el cuello de forma juguetona mientras Seungmin se reía al escuchar los quejidos de su hermano, y pensó en Chan tomándolo en brazos, para luego quebrarle el cuello de forma fría, sólo porque se sentía celoso y quería la atención de Jeongin.

Se estremeció, acurrucándose en los brazos de Changbin.

—El gobierno no querrá que Jeongin conserve a su bebé porque eso reduce las posibilidades de un nuevo embarazo, hace ver a Chan como un alfa débil y expone a Jeongin como un omega con voz y voto —terminó de decir Jeongin cansado—. Por eso nadie puede enterarse de esto.

Jisung asintió en silencio, tratando de calmar la mala sensación que se asentó en su estómago.


La lubricación natural que el ano de Jeongin soltaba chorreaba por sus piernas, y para Chan no había visión más caliente que esa en ese instante. No cuando el omega estaba sentado sobre la mesa, con las piernas abiertas, mientras podía ver con claridad sus muslos húmedos por el pegajoso líquido.

—Innie... —gruñó Chan posesivamente.

Jeongin ladeó la cabeza, mirándolo con una pequeña sonrisa, antes de deslizar un dedo en su interior, gimoteando.

—Aquí, Alfa... —balbuceó con tono provocativo.

Chan se acomodó entre sus piernas, agarrándolo de la cintura, y humedeció sus labios cuando escuchó el ronroneo de Jeongin.

—Acabamos de comer —protestó Chan, aunque no se alejó.

Jeongin soltó una risa suave, sin importarle un poco que también se hubieran bañado minutos atrás, y atrajo a Chan para besarle. Gimoteó contra su boca cuando sintió su interior siendo invadido por el miembro del alfa, pero se sobresaltó al escuchar como el timbre de la casa resonaba en el lugar.

Chan gruñó en voz baja, pero trató de controlarse al escuchar el lloriqueo de Jeongin. El omega ya no estaba excitado ni juguetón, parecía querer desaparecer de allí, así que Chan lo agarró de la cintura, las piernas del omega enredándose en su cintura. Sin pensarlo mucho, lo llevó al segundo piso, dejándolo sobre la cama y acurrucándolo entre las sábanas.

—Volveré en unos minutos, Innie —le murmuró, acariciándole la mejilla.

Jeongin se escondió entre las sábanas cuando el timbre volvió a resonar, atemorizado.

Chan soltó un suspiro, poniéndose los primeros pantalones que encontró, para volver al primer piso con una expresión de completo fastidio y odio hacia la persona que estuviera interrumpiéndolo en ese instante. ¿Acaso la casa no olía suficiente a las feromonas de Jeongin como para advertir que un omega estaba en celo?

Al abrir la puerta, lo primero que hizo fue fruncir el ceño debido al fuerte olor a alcohol que llegó a su nariz. Y lo segundo, fue sentir como la rabia se acumulaba en su cabeza.

Conocía muy bien el rostro borracho del hombre frente a él. ¿Cómo no lo haría, si lo mandó a investigar y vigilar luego de que Jeongin le contara lo que su padre hizo con él?

Hyunsuk sonrió como si fuera divertido estar frente a él.

—Esto apesta a omega en celo —se burló Hyunsuk l como si nada—. ¿El putito de mi hijo está haciendo un buen trabajo para complacerlo, señor alfa?

Su mano tembló debido a las ganas que tenía de darle un golpe en toda la boca.

—Seré amable y le daré dos minutos para irse de aquí —gruñó, con el odio rezumando de su voz.

No se esperaba las carcajadas divertidas de Yang Hyunsuk.

—Parece que a esa zorra le falta entrenamiento para hacer feliz a su alfa —comentó el padre de Jeongin como si nada, y sonrió de forma sucia—. Ah, tuve que haberlo entrenado yo. Una mierda que fuera mi hijo, podría habérmelo quedado y enseñarle lo que se merece, enseñarle que siempre tiene que esperar a su alfa con su agujero abierto.

Chan le dio un golpe en el rostro, tan fuerte que lo botó al suelo, mientras la cólera salía de sus poros sin ninguna dificultad. En ese instante estaba dejando salir todo su instinto alfa, que gritaba que protegiera y defendiera a su omega como fuera posible, que debía cuidarlo y asesinar a cualquier persona que se atreviera a hacerle daño o simplemente a hablar mal de él.

—Mira, pedazo de mierda —gruñó Chan, tomando a Hyunsuk de su playera y acercando su rostro—, si vuelves por acá, si se te ocurre seguir molestan a mi omega, voy a cortarte la polla con mis manos y haré que te la tragues, ¿entendido?

—¿Así como él se tragó la polla de todos mis amigos? —se burló Hyunsuk, sin sentirse intimidado.

Chan levantó su mano para darle otro golpe, pero un gimoteo bajo lo detuvo.

Se volteó, encontrándose a Jeongin al pie de la escalera, envuelto en una sábana, temblando y con los ojos llenos de lágrimas.

Chan soltó a Hyunsuk, entrando otra vez a casa, cerrando con un portazo, y caminó hacia el omega. Jeongin retrocedió, asustado, pero soltó un chillido, dejando caer la sábana, girándose e inclinándose.

Chan sintió su estómago revuelto.

Tómame, decía el cuerpo de Jeongin, las feromonas que soltaba, tómame, Alfa, no importa si yo no quiero, tómame.

No. No de esa forma.

Tomó la sábana entre sus manos, envolviendo con ella otra vez a Jeongin, y lo acurrucó en sus brazos, oyéndolo sollozar.

—Está bien, mi amor —le murmuró, tomando aire—. Alfa está contigo. Alfa no te dejara, Innie, jamás en la vida.

Jeongin lo miró, asintiendo, para luego besarlo lentamente.

—¿Omega sucio? —susurró con la voz triste.

—No —Chan lo sostuvo, besando su hombro, su marca recién hecha—. Jamás estarás sucio para mí, cariño. Tú para mí eres mi pequeño príncipe.

El omega se frotó contra Chan, sollozando, y dejó que los cálidos brazos del alfa lo sostuvieran, ajenos por completo al desastre que iba a desatarse en algún momento.

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