✧◝ 06
Chan arrugó los labios cuando la alarma del móvil sonó, y se revolvió en la cama, apagando su celular antes de suspirar.
Sus ganas de ir a trabajar eran inexistentes, y se sintió peor cuando, de pronto, Jeongin lo abrazó por la cintura, acurrucándose a su lado y dándole un pequeño beso en el cuello. Chan lo miró, chocando con sus ojos castaños, sonriéndole al notarlo amodorrado, aunque con una ligera sonrisa.
Era la primera noche que Jeongin pasaba a su lado como su pareja, durmiendo en su cama, después de mudarse definitivamente. Y la sensación era más que perfecta: era única.
—¿Tienes que ir a trabajar? —murmuró Jeongin, dándole un pequeño beso.
—Sí —susurró Chan, revolviéndole el cabello.
—No... —Jeongin escondió su rostro en su pecho, como un niño pequeño—. Quédate conmigo y sigue durmiendo. Eres muy cómodo.
Chan soltó una pequeña risa ronca, negando con la cabeza, y miró el techo, pensando en lo bien que se sentía Jeongin en sus brazos. En lo cómodo que era tenerlo así, protegido totalmente, sin nadie que pudiera hacerle daño.
—Mi amor... —murmuró Chan, frotando su mejilla contra el cabello de Jeongin.
—Bueno, está bien, me levantaré e iré a prepararte el desayuno...
—Innie —se miraron a los ojos, y Chan le besó en los labios con lentitud, llenándose con ese simple gesto—, puedes quedarte durmiendo, ¿sabes? No es necesario que te levantes conmigo a esta hora.
—Pero...
—Nada de peros —le dio otro beso, sonriendo de lado—. He vivido solo desde los dieciocho años, Innie, sé preparar un desayuno.
Sin un poco de convicción, Jeongin asintió y lo abrazó, besándole la mejilla de paso.
—Te quiero, alfa gruñón —le dijo cariñosamente.
—Yo también, bebé —Chan se quitó las mantas de encima, revolviéndole el cabello—. Iremos a cenar fuera, ¿te parece? Para celebrar tú llegada a casa.
—Eres demasiado lindo conmigo —Jeongin sonrió, dejando que Chan lo arrebujara entre las sábanas—. Siento que no... que no merezco esto de ti.
Chan le pellizcó las mejillas, sin soltarlo un poco, y le besó la punta de la nariz.
—Te mereces esto y más —Jeongin sonrió tímidamente—. Ahora duerme, te llamaré durante el día, ¿bien?
—Está bien —Jeongin se acurrucó entre las sábanas, sin dejar de mirarlo—. Te quiero, Chan.
Chan le respondió con un beso antes de ir al baño.
Minutos después, salió de la ducha, notando que Jeongin se quedó dormido, y permaneció unos minutos admirándolo, notando su suave perfil perfecto, su desordenado cabello castaño, sus mejillas abultadas, su labio inferior sobresaliendo en un puchero inconsciente, los pequeños resoplidos que soltaba.
Dios, Jeongin era hermoso. Era el omega más hermoso que vio alguna vez en su vida, y se sentía demasiado afortunado de haber sido elegido como su alfa.
Quería tenerlo siempre en sus brazos, riendo, siendo el único lugar al que Jeongin iba a mirar siempre.
Se inclinó, dándole un beso en la frente.
—Voy a protegerte de todo, lo prometo —le susurró antes de marcharse del cuarto.
Jisung estaba un poco estresado, por decir lo mínimo.
Como era verano, Seungmin y Hyunjin estaban de vacaciones, por lo que los tenía en la casa con la misión de cuidarlos y evitar así que hicieran un desastre, lo que no estaba pasando en ese momento.
Jisung siempre quiso hijos, pero gracias a esos dos demonios, estaba replanteándose el hablar con Changbin para devolverlos.
—¡Ustedes dos, pequeños diablos, bájense del sillón y vean la maldita película en paz si no quieren que les pegue con la varilla! —gritó, entrando al comedor y viéndolos pelear con los cojines de los sillones, de pie sobre ellos. Chillaban mientras una de las tontas películas de Iron Man se reproducía en la televisión.
—¡Papá, Jin fue el que comenzó! —gritó Seungmin, obedeciendo.
—¡Eso es mentira, tú comenzaste! —negó Hyunjin, pegándole a Seungmin con el cojín sobre la cabeza.
—¡¿Quieren la varilla o no?! —les espetó, levantando la varilla que guardaba en la cocina.
Los dos alfas pusieron cara de espanto y se sentaron sobre el sofá rápidamente.
Jisung dejó salir una maldición baja, entrando a la cocina para seguir preparando el almuerzo, suspirando cuando escuchó la discusión que sus dos hijos comenzaron otra vez.
Sus bebés podían estresarlo un montón, pero, de todas formas, jamás le diría a su esposo que los devolvieran al orfanato de dónde los adoptaron tres años atrás, cuando eran sólo unos niños de dos años. Según lo que le contó la directora del lugar, la madre beta de Seungmin murió en el parto y el padre no se quiso hacer cargo, y a Hyunjin lo abandonaron en la entrada del lugar cuando tenía cinco meses. Ambos niños crecieron juntos, y cuando Jisung y Changbin fueron y los vieron jugando solos, coloreando un dibujo como si fueran hermanos... no pudieron resistirse un poco.
Aunque ahora Jisung estuviera estresado y con ganas de matarlos.
—Papi —Seungmin entró a la cocina, seguido de Hyunjin, y lo miró con expresión inocente—, ¿podemos ir a jugar en la tarde con Bokkie? —preguntó el niño, sonriendo.
—No —contestó firme.
—¿Por qué? —Hyunjin puso un puchero, cruzándose de brazos—. Queremos jugar con Bokkie, huele muy rico.
—Porque si lo siguen asfixiando de esa forma, el pobre bebé va a morir —les dijo sin una gota de suavidad.
Los ojos de Seungmin se abrieron por el shock, en tanto Hyunjin entreabría los labios de forma atónita, sin decir nada.
Jisung se arrepintió cuando ambos hermanitos se miraron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Vamos a matar a Bokkie! —gritaron al mismo tiempo, abrazándose y rompiendo a llorar.
Si la situación no hubiera sido tan tonta, de seguro Jisung se habría permitido reír. No podía creer que sus hijos fueran tan idiotas.
—Mis amores, tranquilos, era una broma —les dijo, poniéndose de cuclillas para abrazarlos—. Pero piensen que el tío Jeongin acaba de mudarse, debe estar cansado, y Yongbok igual. Mañana iremos a jugar con él, ¿está bien? —los niños asintieron, todavía medio llorosos—. Ahora vayan a ver televisión, papá está cocinando y ustedes no quieren que la varilla les llegue a sus traseritos, ¿cierto?
Los niños se fueron corriendo de la cocina.
Jisung siguió preparando el almuerzo, que ese día consistiría en un arroz primavera con pollo al horno, cuando tocaron al timbre de la casa. Exasperado por ser interrumpido por quinta vez en el día, bajó la intensidad del horno, yendo a la puerta para gritarle a quien fuera que lo estuviera molestando, encontrándose con una chica omega.
Parpadeó, suavizando su expresión, y le sonrió amablemente, mientras la chica frente a él se quitaba los lentes de sol con una expresión inocente. Debía tener más o menos su edad según lo que podía identificar.
—Disculpe, ¿aquí vive el señor Seo Jisung? —preguntó la chica.
—Soy yo, ¿con quién tengo el placer? —respondió Jisung.
—Buenas tardes, soy Yang Wheein, asistente de la directora de empresas Bang —saludó la omega, extendiendo una mano y sin dejar de sonreír.
Jisung le tomó la mano para saludarla, aunque frunció el ceño en señal de confusión.
—¿Está buscando a Chan? Él vive en la casa de al lado, pero ahora debe estar trabajando... —comentó Jisung, sin querer mostrar un poco la desconfianza que estaba empezando a sentir.
—Oh, no, no, vengo a hablar con usted —dijo Wheein, sin borrar esa sonrisa que tenía en su rostro.
—Ah... —Jisung miró hacia el interior de la casa, suspirando—. Bueno, ¿quiere pasar? Estoy un poco ocupado, pero si me espera...
—No tengo ningún problema.
Jisung se hizo a un lado, dejando que la omega entrara a la casa, y le señaló el comedor, donde Seungmin y Hyunjin miraban la película mientras jugaban con unos autitos de carrera.
—Ellos son mis hijos, el dientón es Seungmin y el raro es Hyunjin —presentó Jisung.
Los dos niños miraron a su padre de forma grosera, enfurruñados por la forma en la que los presentó ante la omega desconocida. Incluso Wheein no sabía cómo reaccionar ante ello, pero a Jisung realmente no le importaba.
—¿Adoptados? —preguntó amablemente Wheein, sentándose en el sofá.
—Sí, están con nosotros desde los dos años —Jisung caminó a la cocina—. ¿Un vaso de agua?
—Si no es mucha la molestia.
Sí lo es, pensó Jisung un poco enfurruñado, revisando la olla y el horno donde estaba cocinando para verificar que todo estuviera bien. Una vez listo, le llevó el vaso con agua a Wheein, sentándose frente a ella para que comenzara a hablar.
Wheein se tomó su tiempo, observando la casa hogareña, a los pequeños niños que volvieron a jugar sin prestarles un poco de atención.
—Señor Seo, tengo entendido que usted tiene un título en cocina internacional —le dijo Wheein, entrando inmediatamente en su papel de mujer de negocios.
—Oh, sí... —contestó un poco vacilante—. No he podido ejercer mi título porque luego me casé con mi esposo y al poco tiempo adoptamos a Minnie y Jinnie, así que los he estado cuidando yo. No me gustan... mucho las niñeras.
Además, cuando lo plantearon y Jisung quiso salir a buscar trabajo, Seungmin y Hyunjin se asustaron un montón porque temían volver a ser abandonados otra vez. Ambos podían portarse mal y ser unos demonios, pero cuando se trataba de tener el amor de Jisung y Changbin, cuando se trataba de ser mimados por ellos... podían portarse mejor que nadie.
—Claro, es comprensible —señaló Wheein, asintiendo—. En realidad, vengo a... a hablarle de un negocio que quizás le pueda interesar un poco.
Jisung la miró, diciéndole con eso que continuara.
—Empresas Bang se especializan en el área del intercambio de productos comestibles con el resto de los países —dijo Wheein tranquilamente—, pero también posee una pequeña línea de restaurantes exclusivos en algunas zonas de Corea. Acá, en Seúl, el único restaurante de esta cadena es...
—... Pierre Gagnaire a Seoul —terminó de decir Jisung, con una expresión de sorpresa en su rostro.
—Exacto —Wheein le miró con falsa dulzura—. Hace unos días se despidió al último chef del restaurante debido a su incompetencia, por lo que estamos buscando a una nueva persona que se haga cargo del lugar.
Jisung tragó saliva, sintiendo su boca seca de forma repentina.
Los ojos de Wheein eran astutos.
—Queríamos ofrecerle ese puesto a usted, señor Seo.
Cuando Jisung estudiaba en la universidad, todos sus compañeros soñaban algún día con ser el chef del restaurante de la cadena de empresas Bang debido al prestigio y honor que se podía alcanzar sólo con ese puesto. A dicho restaurante iban las personas más exclusivas e importantes a comer, sirviéndose sólo los mejores platillos de comida coreana y francesa, ganando una fortuna increíble cada día que estaba abierto.
Y ahora se lo estaban ofreciendo a él.
—Debo hacerme cargo de mis hijos —dijo en voz baja.
Seungmin y Hyunjin levantaron la vista al mismo tiempo, poniéndose de pie para correr a los brazos de su papi. Jisung, de forma suave, sentó a los niños en cada pierna, atrayéndolos a su cuerpo para sostenerse de algo en ese momento.
—Claro —Wheein les sonrió a los niños, pero los menores no le devolvieron la sonrisa—. Vamos a ser muy flexibles con sus permisos para salir y tomarse días si usted lo requiere. Tendrá total libertad para administrar su tiempo, no lo andaremos sobreexplotando, así que no se preocupe por eso, no deberá descuidar a su hermosa familia por este trabajo.
Jisung sintió como perdía el color de su cara ante lo que estaba diciendo la omega frente a él, sin saber cómo reaccionar por ello. Prácticamente, le estaban dando su trabajo soñado con un sueldo enorme que recibiría y total libertad para hacer lo que quisiera.
Sin embargo, Jisung era inteligente: esas cosas no eran gratis.
—¿Por qué yo? —preguntó con suavidad.
Una sonrisa tensa tiró de los labios de Wheein.
—No eres sólo un buen chef según lo que tengo entendido, Jisung, sino que también tienes... algo de lo que me gustaría que te hicieras cargo —Wheein se inclinó un poco—. Necesito que separes a Bang Chan de Yang Jeongin.
Si hubiera estado bebiendo algo, Jisung de seguro lo habría escupido sobre el bonito rostro de la omega frente a él debido a sus palabras.
En cambio, sólo abrió la boca en señal de incredulidad.
—Yo no...
—Sé que eres amigo de Jeongin —continuó Wheein, interrumpiéndolo—, y sé que quieres lo mejor para él y su... su bebé. Debes saber entonces que lo mejor para tu amigo es alejarse de Bang Chan en este instante.
Jisung cerró su boca, sintiendo como la mujer frente a él se convertía en nada más que una víbora para lograr lo que sea que buscara.
Recordó, también, las últimas conversaciones que mantuvo con Jeongin, y el pedido que le hizo.
—¿Por qué tendrían que separarse? —preguntó amablemente Jisung—. Si Chan es el padre de Yongbok, ¿no es bueno que Chan haya encontrado otra vez a su omega? —Jisung se puso de pie, dejando en el suelo a Seungmin y Hyunjin—. Bebés, ¿por qué no van a jugar a su pieza un ratito? Los llamaré cuando el almuerzo esté listo.
Los niños obedecieron con rapidez, subiendo la escalera y desapareciendo.
Cuando quedaron a solas, Jisung borró su sonrisa.
—Debo entender, entonces —dijo Wheein lentamente—, ¿qué estás rechazando la oferta de la familia Bang?
Jisung hizo una mueca.
—Si mis amigos son felices, yo no soy quién para meterme en eso —respondió con frialdad.
Wheein se puso de pie, poniendo una expresión de furia en su rostro.
—¿Prefieres que tu amigo sufra por lo que le haremos más adelante? —la omega dio un paso—. Considéralo, Jisung: si no intervienes tú, intervendremos nosotros, y tu amigo terminará muerto junto a su bebé.
—Fuera de mi casa —espetó Jisung, tratando de mantener la compostura a pesar de que quería darle un golpe a la omega frente a él.
—Dejaré mi tarjeta por si cambias de opinión —gruñó Wheein, dejando un papelito sobre la mesa del comedor—. Llámame cuando decidas hacer lo correcto para tu amigo y para tu familia.
Sin decir otra cosa, Wheein se giró y caminó hacia la puerta, saliendo tan rápido como pudo.
Jisung, todavía enojado, fue a los pies de la escalera.
—¡Min, Jin, les doy permiso para usar una bombita de agua si es con la omega de afuera!
Escuchó sus chillidos de emoción seguido de pasos y unos segundos más tardes, en toda la cuadra resonó un grito de odio y furia.
Jisung quiso relajarse, sin embargo, sabía que se avecinaban un montón de problemas para Chan y Jeongin, y eso lo asustaba a más no poder.
—¡Nooooooooooooo! —chilló Yongbok cuando Jeongin lo tomó en brazos y lo metió a la tina—. ¡No queiooooooooo!
—¡Vamos, Yongbok, es sólo un baño! —protestó Jeongin fastidiado, poniéndose de pie para tomar las ropas llenas de tierra del niño que se ensuciaron cuando fue a ayudarlo con el jardín—. ¡Si te sales de la ducha, voy a darte unos azotes!
Yongbok le sacó la lengua, enfurruñado, aunque sabiendo que su mami jamás le levantaría la mano. Por eso, cuando Jeongin salió del baño para ir a la lavadora para echar las ropas, se puso de pie, luchando por salir de la tina sin importarle si estaba desnudo. Iba a esconderse en el fondo del enorme armario de su nueva habitación para que mami no lo encontrara.
Por supuesto, su plan no sirvió de nada: cuando salió del baño, su mamá ya iba de regreso al cuarto, y pegó el grito al cielo al verlo fuera de la bañera.
—¡VEN ACÁ, YONGBOK! ¡AHORA! —chilló Jeongin, comenzando a perseguirlo.
—¡NO! —gritó Yongbok, corriendo para no ser alcanzado, dejando todo el suelo lleno de agua—. ¡No queio, no queio!
—¡NO ME IMPORTA SI NO QUIERES, VEN ACÁ!
Yongbok comenzó a reírse, entrando al comedor, pero antes de poder esconderse bajo la mesa, sintió de pronto que alguien lo agarraba.
Al levantar la vista, se encontró con el pálido rostro de Chan.
—¡Papi! —chilló Yongbok, abrazándolo por el cuello.
Chan soltó una risotada al ver a Yongbok desnudo y húmedo, abrazándolo como si nada, en tanto Jeongin entró respirando aceleradamente, con el rostro rojo por el enojo. Su expresión cambió por completo al ver a Chan, pero en lugar de cambiar a una de alegría, Chan notó el temor y el miedo en sus ojos.
Frunció el ceño, confundido.
—Ho... hola, Chan —saludó Jeongin, acercándose y extendiendo sus brazos para que le pasara a Yongbok, pero el bebé lo miró con el ceño fruncido.
—Innie —saludó Chan, sin entender algo todavía—, ¿pasa algo?
—¡No! — Jeongin soltó una risa nerviosa—. Es sólo que...
—¡No queio usha! —gritó Yongbok, interrumpiéndolo.
Chan miró al bebé, comprendiendo entonces el por qué estaba sin ropa y mojado.
Suspiró, notando que su camisa estaba húmeda también y pensando que se iba a arrugar si no se la sacaba pronto.
—¡Prometo limpiar ahora mismo tu camisa! —gritó de pronto Jeongin, llamando su atención—. No... ¡No te preocupes por eso, Chan! ¡La voy a lavar otra vez y trataré de que... de que Yongbok no vuelva a hacer esto!
Notó sus ojos llorosos.
Oh. Oh.
Jeongin creía que estaba enojado con él.
Arrugó los labios, pensando que, si Jeongin estaba reaccionando así, debía ser porque en su antiguo matrimonio tuvo que ser castigado por un error que cometió.
—Innie, mi amor, tranquilo —le dijo con calma en la voz, acercándose para acariciarle la mejilla—. No importa, de verdad, es sólo una camisa. Además, llegar a casa y ver a Yongbok corriendo desnudo vale la pena por completo —bromeó, logrando que Jeongin sonriera con timidez—. Ahora dame un beso de bienvenida.
El omega soltó una risa en voz baja, abrazando a Chan por el cuello para darle un beso en los labios. Tomó después a Yongbok en brazos para seguir dándole un baño a pesar de sus protestas y chillidos.
—¡Te daré unos buenos azotes, Yongbok! —escuchó decir a Jeongin mientras desabotonaba la camisa para llevarla a la lavadora, quedando sólo con el pantalón puesto.
Cuando iba de vuelta, se quedó en el umbral del baño, viendo al omega bañar al bebé con cuidado y cariño, y luego se acercó, inclinándose. Lo abrazó por la cintura, besando su cuello suavemente. Jeongin soltó una risa baja por las cosquillas que le causó el toque.
Iba a hablar, pero Yongbok les lanzó agua con una expresión grosera.
—¡Buuuuuuu! —chilló, enfurruñado.
Chan rodó los ojos, sin soltar a Jeongin un poco.
—¿Qué pasó en tu matrimonio? —susurró Chan con cuidado.
Yongbok comenzó a jugar con sus barquitos en tanto Jeongin se ponía de pie, girándose para abrazar a Chan por la cintura. A pesar de ser un poco más alto que el alfa, se arrebujó a su lado.
—Un día estaba arreglando el jardín —dijo Jeongin tranquilamente—, y cuando sentí a Hyub entrar a casa, fui a saludarlo sin darme cuenta de que mis manos y rostro estaban llenos de tierra. Entonces lo besé, y lo siguiente que supe es que estaba en el suelo con la mejilla ardiendo, con Hyub gritándome que no lo tocara si estaba sucio, que había manchado su camisa favorita y ahora tenía que lavarla —Jeongin lo miró—. Lamento haber reaccionado así, es sólo que...
—Que recordaste eso —Chan le dio un beso suave—. Está bien, lo comprendo, bebé.
—Sé que tú nunca me pegarías —insistió Jeongin, tomándole la mano—. Es sólo que... fue un breve momento en el que mi instinto me gobernó, nada más — Jeongin le sonrió, tímido—. Eres el mejor alfa que he conocido, Chan —entonces, Jeongin se percató de algo.
Algo muy importante.
Que Bang Chan lo estaba abrazando sin su camisa puesta.
Su rostro se coloreó de rojo ante el torpe descubrimiento, al sentir la piel de Chan bajo sus manos, y de pronto se sintió un poco acalorado. No sabía por qué estaba reaccionando de esa forma, como si sus hormonas estuvieran tan alborotadas, y sospechó que quizás se debía a que su celo estaba cerca. Si mal no calculaba, su celo debería ser en dos semanas más.
—¿Estás nervioso? —le preguntó de pronto Chan en voz baja, sintiendo cosquillas en su cuello debido al movimiento de los labios del alfa contra su piel.
Su omega pareció estremecerse de felicidad al notar tal cercanía, casi ronroneando por un contacto más cercano.
Chan siempre fue el que daba los primeros pasos si se trataba de su relación, dejando las decisiones en sus manos, confiando plenamente en lo que era capaz de hacer.
Quizás era el momento de devolverle la mano.
¿Y por qué no? Jeongin no quería engañarse más: lo deseaba completamente.
Alejó su rostro para darle un pequeño beso, sin importarle si Yongbok estaba viendo.
—Tengo un celo en dos semanas —le susurró, mirándolo a los ojos—, y quiero pasarlo contigo, Chan. Quiero que me marques en ese momento.
Pensó que Chan iba a saltar de alegría, que le devolvería el beso, que lo abrazaría por horas y horas.
No que enrojecería como si estuviera avergonzado totalmente, como si fuera un colegial enamorado.
—¿Ce... celo? —farfulló Chan torpemente.
—Sí —frunció el ceño, preocupado—. ¿Hay algún problema?
Chan tosió.
—Es que... —lo notó tragar saliva—, nunca... nunca he pasado un celo con... con un omega... —Chan levantó la vista, con una expresión torturada—. ¿Y si lo hago mal? ¡Debería ser perfecto para ti, Innie!
Jeongin lo miró de forma incrédula.
Repentinamente, rompió a reír, abrazándolo a pesar de notar su ceño fruncido, demasiado enternecido por lo que dijo.
—Chan, no deberías preocuparte —le dijo, pellizcándole la mejilla—. Sabes bien que no soy virgen–
Chan gruñó, posesivo, celoso, pero Jeongin se limitó a rodar los ojos.
—... sólo... —Jeongin le dio un pequeño beso—, está bien, ¿bueno? No me voy a dar cuenta de... de si es bueno o malo porque... —entonces, el omega se removió, incómodo, enrojeciendo por completo—. Mira, Hyub sólo llegaba y me follaba, ¿lo entiendes? —Chan frunció el ceño—. No es nada del otro mundo, así... así es como se los enseñan a ustedes, ¿no es así?
Chan asintió, pero sentía que no estaba correcto de esa forma. Sí, en los colegios les decían que la época de celo era sólo para tener sexo con el omega, que éste siempre pensaba en esos días en bajar su calentura, pero...
Pensó en unos viejos amigos que tenía; Juneon y Bumjun. Se conocieron en la universidad: el primero era alfa en tanto el segundo omega, y luego de unos meses, comenzaron a salir juntos hasta que decidieron formalizarlo todo. Eran... una pareja un tanto extraña, si se tomaban los cánones de la sociedad, porque Juneon siempre parecía demasiado pendiente de Bumjun, de cumplir sus caprichos y nunca hacerlo sentir mal a pesar de ser un omega macho. Preocupándose demasiado de cómo se sentía, mimándolo sin pensarlo, siendo más un alfa con personalidad de omega que un alfa completo, como lo calificarían muchos.
Pero a pesar de eso, Chan podía ver el amor en la pareja, la forma en la que se hablaban, como todo parecía brillar alrededor de ellos cuando se miraban.
Chan quería eso definitivamente con Jeongin.
—Además —siguió Jeongin, ajeno a los pensamientos de Chan—, sí lo haces tú, entonces está bien para mí —Jeongin sonrió, dándole un pequeño beso—. Será perfecto si eres tú quien me marca, Chan.
Chan parecía derretirse por completo cuando Jeongin le decía esas cosas, y asintió, dispuesto a dar todo para que el omega siguiera sonriéndole de esa forma sólo a él.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro