Capítulo seis
"Kilig" es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin el permiso explícito de la autora incurre en un delito.
Esta es una adaptación de dicha obra 100% autorizada por la autora.
Hitoshi arrugó los labios cuando la alarma del móvil sonó, y se revolvió en la cama, apagando su celular para luego suspirar.
Sus ganas de ir a trabajar eran inexistentes, y se sintió peor cuando de pronto Denki lo abrazó por la cintura, acurrucándose a su lado, dándole un pequeño beso en el cuello.
Hitoshi lo miró, chocando con sus ojos ámbar, sonriéndole al notarlo amodorrado aunque con una ligera sonrisa.
Era la primera noche que Denki pasaba a su lado como su pareja, durmiendo en su cama, luego de mudarse definitivamente. Y la sensación era más que perfecta: era única.
— ¿Tienes que ir a trabajar? —murmuró Denki antes de darle un pequeño beso.
—Sí —susurró Hitoshi revolviéndole el cabello.
—No… —Denki escondió su rostro en su pecho, como un niño pequeño—. Quédate conmigo y sigue durmiendo. Eres muy cómodo.
Hitoshi soltó una pequeña risa ronca, negando con la cabeza, para luego mirar el techo pensando en lo bien que se sentía Denki en sus brazos. En lo cómodo que era tenerlo así, protegido totalmente, sin nadie que pudiera hacerle daño.
—Mi amor… —murmuró Hitoshi frotando su mejilla contra el cabello de Denki.
—Bueno, está bien, me levantaré e iré a prepararte el desayuno…
—Kiki —se miraron a los ojos, y Hitoshi le besó en los labios con lentitud, llenándose con ese simple gesto—, puedes quedarte durmiendo, ¿sabes? No es necesario que te levantes conmigo a esta hora.
—Pero…
—Nada de peros —le dio otro beso, sonriendo de lado—. He vivido solo desde los dieciocho años, Kiki, sé preparar un desayuno.
Sin un poco de convicción Denki asintió para luego abrazarlo, besándole la mejilla de paso.
—Te quiero, alfa gruñón —le dijo cariñosamente.
—Yo también, bebé —Hitoshi se quitó las mantas de encima para luego revolverle el cabello— Iremos a cenar fuera, ¿te parece? Para celebrar tú llegada a casa.
—Eres demasiado lindo conmigo —Denki sonrió, dejando que Hitoshi lo arrebujara entre las sábanas—. Siento que no… que no merezco esto de ti.
Hitoshi le pellizcó las mejillas, sin soltarlo un poco, para luego besarle la punta de la nariz.
—Te mereces esto y más —Denki sonrió tímidamente—. Ahora duerme, te llamaré durante el día, ¿bien?
—Está bien —Denki se acurrucó entre las sábanas, sin dejar de mirarlo—. Te quiero, Hitoshi.
Hitoshi le respondió con un beso para luego ir al baño.
Minutos después, salió de la ducha, notando que Denki se había quedado dormido, y se quedó unos minutos admirándolo, notando su suave perfil perfecto, su desordenado cabello rubio con ese mechón oscuro que le encantaba, sus mejillas abultadas, su labio inferior sobresaliendo en un puchero inconsciente, los pequeños resoplidos que soltaba.
Dios, Denki era hermoso. Era el omega más hermoso que había visto alguna vez en su vida, y se sentía demasiado afortunado de haber sido elegido como su alfa.
Quería tenerlo siempre en sus brazos, riendo, siendo el único lugar al que Denki iba a mirar siempre.
Se inclinó, dándole un beso en la frente.
—Voy a protegerte de todo, lo prometo —le susurró antes de marcharse del cuarto.
Hizashi estaba un poco estresado, por decir lo mínimo.
Como era verano, Izuku y Shouto estaban de vacaciones, por lo que los tenía en la casa con la misión de cuidarlos y evitar así que hicieran un desastre, lo que no estaba pasando en ese momento.
Hizashi siempre había querido hijos, pero gracias a esos dos demonios, estaba replanteándose el hablar con Aizawa para devolverlos.
—¡Ustedes dos, pequeños diablos, bájense del sillón y vean la maldita película en paz si no quieren que les pegue con la varilla! —gritó entrando al comedor, viéndolos pelear con los cojines de los sillones, de pie sobre ellos, chillando mientras una de las tontas películas de Iron Man se reproducía en la televisión.
—¡Papá, Sho-chan fue el que comenzó! —gritó Izuku obedeciendo.
—¡Eso es mentira, tú comenzaste! —negó Shouto pegándole a Izuku con el cojín sobre la cabeza.
—¡¿Quieren la varilla o no?! —les espetó levantando la varilla que guardaba en la cocina.
Los dos alfas pusieron cara de espanto y se sentaron sobre el sofá rápidamente.
Hizashi dejó salir una maldición baja, entrando a la cocina para seguir preparando el almuerzo, suspirando cuando escuchó la discusión que sus dos hijos comenzaron otra vez.
Sus bebés podían estresarlo un montón, pero de todas formas, jamás le diría a su esposo que los devolvieran al orfanato de dónde los adoptaron tres años atrás, cuando eran sólo unos niños de dos años. Según lo que le había contado la directora del lugar, la madre beta de Izuku murió en el parto y el padre no se quiso hacer cargo, y a Shouto lo abandonaron en la entrada del lugar con visibles muestras de abuso en su cara, cuando tenía apenas cinco meses. Ambos niños habían crecido juntos, y cuando Hizashi y Aizawa fueron y los vieron jugando solos, coloreando un dibujo como si fueran hermanos… no pudieron resistirse un poco.
Aunque ahora Hizashi estuviera estresado y con ganas de matarlos.
—Papi —Izuku entró a la cocina, seguido de Shouto, y lo miró con expresión inocente—, ¿podemos ir a jugar en la tarde con Kacchan? —preguntó el niño sonriendo.
—No —contestó firme.
—¿Por qué? —Shouto puso un puchero, cruzándose de brazos—. Queremos jugar con Suki, huele muy rico.
—Porque si lo siguen asfixiando de esa forma el pobre bebé va a morir —les dijo sin una gota de suavidad.
Los ojos de Izuku se abrieron por el shock en tanto Shouto entreabría los labios de forma atónita, sin decir nada.
Hizashi se arrepintió cuando ambos hermanitos se miraron y sus ojos se llenaron de lágrimas.
—¡Vamos a matar a Katsuki! —gritaron al mismo tiempo antes de abrazarse y romper a llorar.
Si la situación no hubiera sido tan tonta de seguro Hizashi se habría permitido reír.
No podía creer que sus hijos fueran tan idiotas.
—Mis amores, tranquilos, era una broma —les dijo poniéndose de cuclillas para abrazarlos—. Pero piensen que el tío Denki acaba de mudarse, debe estar cansado, y Katsuki igual. Mañana iremos a jugar con él, ¿está bien? —los niños asintieron, todavía medio llorosos—. Ahora vayan a ver televisión, papá está cocinando y ustedes no quieren que la varilla les llegue a sus traseritos, ¿cierto?
Los niños se fueron corriendo de la cocina.
Hizashi siguió preparando el almuerzo, que ese día consistiría en un arroz primavera con pollo al horno, cuando tocaron al timbre de la casa. Exasperado por ser interrumpido por quinta vez en el día, bajó la intensidad del horno, yendo a la puerta para gritarle a quien fuera que lo estuviera molestando, encontrándose con una chica omega.
Parpadeó, suavizando su expresión, y le sonrió amablemente mientras la chica frente a él se quitaba los lentes de sol con una expresión inocente. Debía tener más o menos su edad según lo que podía identificar.
—Disculpe, ¿aquí vive el señor Yamada Hizashi? —preguntó la chica.
—Soy yo, ¿con quién tengo el placer? —respondió Hizashi.
—Buenas tardes, soy Kaminari Himiko, asistente de la directora de empresas Shinso —saludó la omega extendiendo una mano, sin dejar de sonreír.
Hizashi le tomó la mano para saludarla, aunque frunció el ceño en señal de confusión.
—¿Está buscando a Hitoshi? Él vive en la casa de al lado, pero ahora debe estar trabajando… —comentó Hizashi sin querer mostrar un poco la desconfianza que estaba empezando a sentir.
—Oh, no, no, vengo a hablar con usted —dijo Himiko sin borrar esa sonrisa que tenía en su rostro.
—Ah… —Hizashi miró hacia el interior de la casa, suspirando—. Bueno, ¿quiere pasar? Estoy un poco ocupado, pero si me espera…
—No tengo ningún problema.
Hizashi se hizo a un lado, dejando que la omega entrara a la casa para luego señalarle el comedor, donde Izuku y Shouto miraban la película mientras jugaban con unos autitos de carrera.
—Ellos son mis hijos, el pecoso llorón es Izuku y el raro inexpresivo es Shouto —presentó Hizashi.
Los dos niños miraron a su padre de forma grosera, enfurruñados por la forma en la que los presentó ante la omega desconocida. Incluso Himiko no sabía cómo reaccionar ante ello, pero a Hizashi realmente no le importaba.
—¿Adoptados? —preguntó amablemente Himiko sentándose en el sofá.
—Sí, están con nosotros desde los dos años —Hizashi caminó a la cocina—. ¿Un vaso de agua?
—Si no es mucha la molestia.
Sí lo es, pensó Hizashi un poco enfurruñado, revisando la olla y el horno donde estaba cocinando para verificar que todo estuviera bien. Una vez listo, le llevó el vaso con agua a Himiko, sentándose frente a ella para que comenzara a hablar.
Himiko se tomó su tiempo, observando la casa hogareña, a los pequeños niños que volvieron a jugar sin prestarles un poco de atención.
—Señor Yamada, tengo entendido que usted tiene un título en cocina internacional —le dijo Himiko entrando inmediatamente en su papel de mujer de negocios.
—Oh, sí… —contestó un poco vacilante—. No he podido ejercer mi título porque luego me casé con mi esposo y al poco tiempo adoptamos a Izuku y Shouto, así que los he estado cuidando yo. No me gustan… mucho las niñeras.
Además, cuando lo plantearon y Hizashi quiso salir a buscar trabajo, Izuku y Shouto se habían asustado un montón porque temían volver a ser abandonados otra vez. Ambos podían portarse mal y ser unos demonios, pero cuando se trataba de tener el amor de Hizashi y Aizawa, cuando se trataba de ser mimados por ellos… podían portarse mejor que nadie.
—Claro, es comprensible —señaló Himiko asintiendo—. En realidad, vengo a… a hablarle de un negocio que quizás le pueda interesar un poco.
Hizashi la miró, diciéndole con eso que continuara.
—Empresas Shinso se especializan en el área del intercambio de productos comestibles con el resto de los países —dijo Himiko tranquilamente—, pero también posee una pequeña línea de restaurantes exclusivos en algunas zonas de Corea. Acá, en Seúl, el único restaurante de esta cadena es…
—… Pierre Gagnaire a Seoul —terminó de decir Hizashi con una expresión de sorpresa en su rostro.
—Exacto —Himiko le miró con falsa dulzura—. Hace unos días se despidió al último chef del restaurante debido a su incompetencia, por lo que estamos buscando a una nueva persona que se haga cargo del lugar.
Hizashi tragó saliva, sintiendo su boca seca de forma repentina.
Los ojos de Himiko eran astutos.
—Queríamos ofrecerle ese puesto a usted, señor Yamada.
Cuando Hizashi estudiaba en la universidad, todos sus compañeros soñaban algún día con ser el chef del restaurante de la cadena de empresas Shinso debido al prestigio y honor que se podía alcanzar sólo con ese puesto. A dicho restaurante iban las personas más exclusivas e importantes a comer, sirviéndose sólo los mejores platillos de comida coreana y francesa, ganando una fortuna increíble cada día que estaba abierto.
Y ahora se lo estaban ofreciendo a él.
—Debo hacerme cargo de mis hijos —dijo en voz baja.
Izuku y Shouto levantaron la vista al mismo tiempo, poniéndose de pie para correr a los brazos de su papi. Hizashi, de forma suave, sentó a los niños en cada pierna, atrayéndolos a su cuerpo para sostenerse de algo en ese momento.
—Claro —Himiko le sonrió de forma tétrica a los niños, pero los menores no le devolvieron la sonrisa—. Vamos a ser muy flexibles con sus permisos para salir y tomarse días si usted lo requiere. Tendrá total libertad para administrar su tiempo, no lo andaremos sobreexplotando, así que no se preocupe por eso, no deberá descuidar a su hermosa familia por este trabajo.
Hizashi sintió como perdía el color de su cara ante lo que estaba diciendo la omega frente a él, sin saber cómo reaccionar por ello. Prácticamente, le estaban dando su trabajo soñado con un sueldo enorme que recibiría y total libertad para hacer lo que quisiera.
Sin embargo, Hizashi era inteligente: esas cosas no eran gratis.
—¿Por qué yo? —preguntó con suavidad.
Una sonrisa tensa tiró de los labios de Himiko.
—No eres sólo un buen chef según lo que tengo entendido, Hizashi, sino que también tienes… algo de lo que me gustaría que te hicieras cargo —Himiko se inclinó un poco—. Necesito que separes a Shinso Hitoshi de Kaminari Denki.
Si hubiera estado bebiendo algo, Hizashi de seguro lo habría escupido sobre el bonito rostro de la omega frente a él debido a sus palabras.
En cambio, sólo abrió la boca en señal de incredulidad.
—Yo no…
—Sé que eres amigo de Denki —continuó Himiko interrumpiéndolo—, y sé que quieres lo mejor para él y su… su bebé. Debes saber entonces que lo mejor para tu amigo es alejarse de Shinso Hitoshi en este instante.
Hizashi cerró su boca, sintiendo como la mujer frente a él se convertía en nada más que una víbora para lograr lo que sea que buscara.
Recordó, también, las últimas conversaciones que había mantenido con Denki, y el pedido que le hizo.
—¿Por qué tendrían que separarse? —preguntó amablemente Hizashi—. Si Hitoshi es el padre de Katsuki, ¿no es bueno que Hitoshi haya encontrado otra vez a su omega? —Hizashi se puso de pie, dejando en el suelo a Izuku y Shouto—. Bebés, ¿por qué no van a jugar a su pieza un ratito? Los llamaré cuando el almuerzo esté listo.
Los niños obedecieron con rapidez, subiendo la escalera y desapareciendo.
Cuando quedaron a solas, Jin borró su sonrisa.
—Debo entender, entonces —dijo Himiko lentamente—, ¿qué estás rechazando la oferta de la familia Shinso?
Hizashi hizo una mueca.
—Si mis amigos son felices, yo no soy quién para meterme en eso —respondió con frialdad.
Himiko se puso de pie poniendo una expresión de furia en su rostro.
—¿Prefieres que tu amigo sufra por lo que le haremos más adelante? —la omega dio un paso—. Considéralo, Hizashi: si no intervienes tú, intervendremos nosotros, y tu amigo terminará muerto junto a su bebé.
—Fuera de mi casa —espetó Hizashi tratando de mantener la compostura a pesar de que quería darle un golpe a la omega frente a él.
—Dejaré mi tarjeta por si cambias de opinión —gruñó Himiko dejando un papelito sobre la mesa del comedor—. Llámame cuando decidas hacer lo correcto para tu amigo y para tu familia.
Sin decir otra cosa, Himiko se giró y caminó hacia la puerta, saliendo tan rápido como pudo.
Hizashi, todavía enojado, fue a los pies de la escalera.
—¡Izuku, Shouto, les doy permiso para usar una bombita de agua si es con la omega de afuera!
Escuchó sus chillidos de emoción seguido de pasos y unos segundos más tardes, en toda la población resonó un grito de odio y furia.
Hizashi quiso relajarse, sin embargo, sabía que se avecinaban un montón de problemas para Hitoshi y Denki, y eso lo asustaba a más no poder.
—¡Nooooooooooooo! —chilló Katsuki cuando Denki lo tomó en brazos y lo metió a la tina—. ¡No queiooooooooo!
—¡Vamos, Katsuki, es sólo un baño! —protestó Denki fastidiado, poniéndose de pie para tomar las ropas llenas de tierra del niño que se ensuciaron cuando fue a ayudarlo con el jardín—. ¡Si te sales de la ducha, voy a darte unos azotes!
Katsuki le sacó la lengua, enfurruñado, aunque sabiendo que su mami jamás le levantaría la mano. Por eso, cuando Denki salió del baño para ir a la lavadora para echar las ropas, se puso de pie, luchando por salir de la tina sin importarle si estaba desnudo. Iba a esconderse en el fondo del enorme armario de su nueva habitación para que mami no lo encontrara.
Por supuesto, su plan no sirvió de nada: cuando salió del baño, su mamá ya iba de regreso al cuarto, y pegó el grito al cielo al verlo fuera de la bañera.
—¡VEN ACÁ, KATSUKI, AHORA! —chilló Denki comenzando a perseguirlo.
—¡NO! —gritó Katsuki comenzando a correr para no ser alcanzado, dejando todo el suelo lleno de agua—. ¡No queio, no queio!
—¡NO ME IMPORTA SI NO QUIERES, VEN ACÁ!
Katsuki comenzó a reírse, entrando al comedor, pero antes de poder esconderse bajo la mesa, sintió de pronto que alguien lo agarraba.
Al levantar la vista, se encontró con el pálido rostro de Hitoshi.
—¡Papi! —chilló Katsuki abrazándolo por el cuello.
Hitoshi soltó una risotada al ver a Katsuki desnudo y húmedo, abrazándolo como si nada, en tanto Denki entró respirando aceleradamente, con el rostro rojo por el enojo. Su expresión cambió por completo al ver a Hitoshi, pero en lugar de cambiar a una de alegría, Hitoshi notó el temor y el miedo en sus ojos.
Frunció el ceño, confundido.
—Ho… hola, Hitoshi —saludó Denki acercándose, extendiendo sus brazos para que le pasara a Katsuki, pero el bebé lo miró con el ceño fruncido.
—Kiki —saludó Hitoshi sin entender algo todavía—, ¿pasa algo?
—¡No! —Denki soltó una risa nerviosa—. Es sólo que…
—¡No queio usha! —gritó Katsuki interrumpiéndolo.
Hitoshi miró al bebé, comprendiendo entonces el por qué estaba sin ropa y mojado.
Suspiró, notando que su camisa estaba húmeda también y pensando que se iba a arrugar si no se la sacaba pronto.
—¡Prometo limpiar ahora mismo tu camisa! —gritó de pronto Denki llamando su atención—. ¡No… no te preocupes por eso, Hitoshi, la voy a lavar otra vez y trataré de que… de que Katsuki no vuelva a hacer esto!
Notó sus ojos llorosos.
Oh. Oh.
Denki creía que estaba enojado con él.
Arrugó los labios, pensando entonces que si Denki estaba reaccionando así debía ser porque en su antiguo matrimonio tuvo que ser castigado por un error que cometió.
—Kiki, mi amor, tranquilo —le dijo con calma en la voz, acercándose para acariciarle la mejilla—. No importa, de verdad, es sólo una camisa. Además, llegar a casa y ver a Katsuki corriendo desnudo vale la pena por completo —bromeó logrando que Denki sonriera con timidez—. Ahora dame un beso de bienvenida.
El omega soltó una risa en voz baja, abrazando a Hitoshi por el cuello para darle un beso en los labios, tomando después a Katsuki en brazos para seguir dándole un baño a pesar de sus protestas y chillidos.
—¡Te daré unos buenos azotes, Katsuki! —escuchó decir a Denki mientras desabotonaba la camisa para llevarla a la lavadora, quedando sólo con el pantalón puesto.
Cuando iba de vuelta, se quedó en el umbral del baño, viendo al omega bañar al bebé con cuidado y cariño, y luego se acercó, inclinándose, abrazándolo por la cintura, besando su cuello suavemente. Denki soltó una risa baja por las cosquillas que le causó el toque.
Iba a hablar, pero entonces Katsuki les lanzó agua con una expresión grosera.
—¡Buuuuuuu! —chilló enfurruñado.
Hitoshi rodó los ojos, sin soltar a Denki un poco.
—¿Qué pasó en tu matrimonio? —susurró Hitoshi con cuidado.
Katsuki comenzó a jugar con sus barquitos en tanto Denki se ponía de pie, girándose para abrazar a Hitoshi por la cintura. Se arrebujó a lado de su alfa sintiendo protegido por sus enormes brazos.
—Un día estaba arreglando el jardín —dijo Denki tranquilamente—, y cuando sentí a Shigaraki entrar a casa, fui a saludarlo sin darme cuenta que mis manos y rostro estaban llenos de tierra. Entonces lo besé, y lo siguiente que supe es que estaba en el suelo con la mejilla ardiendo, con Shigaraki gritándome que no lo tocara si estaba sucio, que había manchado su camisa favorita y ahora tenía que lavarla —Denki lo miró—. Lamento haber reaccionado así, es sólo que…
—Que recordaste eso —Hitoshi le dio un beso suave—. Está bien, lo comprendo, bebé.
—Sé que tú nunca me pegarías —insistió Denki tomándole la mano—. Es sólo que… fue un breve momento en el que mi instinto me gobernó, nada más —Denki le sonrió, tímido—. Eres el mejor alfa que he conocido, Hitoshi —entonces, Denki se percató de algo.
Algo muy importante.
Que Shinso Hitoshi lo estaba abrazando sin su camisa puesta.
Su rostro se coloreó de rojo ante el torpe descubrimiento, al sentir la piel de Hitoshi bajo sus manos, y de pronto se sintió un poco acalorado. No sabía por qué estaba reaccionando de esa forma, como si sus hormonas estuvieran tan alborotadas, y sospechó que quizás se debía a que su celo estaba cerca. Si mal no calculaba, su celo debería ser en dos semanas más.
—¿Estás nervioso? —le preguntó de pronto Hitoshi en voz baja, sintiendo cosquillas en su cuello debido al movimiento de los labios del alfa contra su piel.
Su omega pareció estremecerse de felicidad al notar tal cercanía, casi ronroneando por un contacto más cercano.
Hitoshi siempre había sido el que daba los primeros pasos si se trataba de su relación, dejando las decisiones en sus manos, confiando plenamente en lo que era capaz de hacer.
Quizás era el momento de devolverle la mano.
¿Y por qué no? Denki no quería engañarse más: lo deseaba completamente.
Alejó su rostro para luego darle un pequeño beso, sin importarle si Katsuki estaba viendo.
—Tengo un celo en dos semanas —le susurró mirándolo a los ojos—, y quiero pasarlo contigo, Hitoshi. Quiero que me marques en ese momento.
Pensó que Hitoshi iba a saltar de alegría, que le devolvería el beso, que lo abrazaría por horas y horas.
No que enrojecería como si estuviera avergonzado totalmente, como si fuera un colegial enamorado.
—¿Ce… celo? —farfulló Hitoshi torpemente.
—Sí —frunció el ceño, preocupado—. ¿Hay algún problema?
Hitoshi tosió.
—Es que… —lo notó tragar saliva—, nunca… nunca he pasado un celo con… con un omega… —Hitoshi levantó la vista, con una expresión torturada—. ¿Y si lo hago mal? ¡Debería ser perfecto para ti, Kiki!
Denki lo miró incrédulamente.
Entonces, rompió a reír, abrazándolo a pesar de notar su ceño fruncido, demasiado enternecido por lo que había dicho.
—Hitoshi, no deberías preocuparte —le dijo pellizcándole la mejilla—. Sabes bien que no soy virgen–
Hitoshi gruñó, posesivo, celoso, pero Denki se limitó a rodar los ojos.
—… sólo… —Denki le dio un pequeño beso—, está bien, ¿bueno? No me voy a dar cuenta de… de si es bueno o malo porque… —entonces, el omega se removió, incómodo, enrojeciendo por completo—. Mira, Shigaraki sólo llegaba y me follaba, ¿lo entiendes? —Hitoshi frunció el ceño—. No es nada del otro mundo, así… así es como se los enseñan a ustedes, ¿no es así?
Hitoshi asintió, pero sentía que no estaba correcto de esa forma. Sí, en los colegios les decían que la época de celo era sólo para tener sexo con el omega, que éste siempre pensaba en esos días en bajar su calentura, pero…
Pensó en unos viejos amigos que tenía, Tetsutetsu y Monoma. Se habían conocido en la universidad: el primero era alfa en tanto el segundo omega, y luego de unos meses, comenzaron a salir juntos hasta que decidieron formalizarlo todo. Eran… una pareja un tanto extraña si se tomaban los cánones de la sociedad, porque Tetsu siempre parecía demasiado pendiente de Neito, de cumplir sus caprichos y nunca hacerlo sentir mal a pesar de ser un omega macho. Preocupándose demasiado de cómo se sentía, mimándolo sin pensarlo, siendo más un alfa con personalidad de omega que un alfa completo, como lo calificarían muchos.
Pero a pesar de eso, Hitoshi podía ver el amor en la pareja, la forma en la que se hablaban, como todo parecía brillar alrededor de ellos cuando se miraban.
Hitoshi quería eso definitivamente con Denki.
—Además —siguió Denki ajeno a los pensamientos de Hitoshi—, sí lo haces tú, entonces está bien para mí —Denki sonrió, dándole un pequeño beso—. Será perfecto si eres tú quien me marca, Hitoshi.
Hitoshi parecía derretirse por completo cuando Denki le decía esas cosas, y asintió, dispuesto a dar todo para que el omega siguiera sonriéndole de esa forma sólo a él.
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