Capítulo nueve
"Kilig" es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin el permiso explícito de la autora incurre en un delito.
Esta es una adaptación de dicha obra 100% autorizada por la autora.
Denki tomó una respiración profunda, sus ojos abriéndose lentamente cuando despertó, y se encontró con el rostro tranquilo y dormido de Hitoshi frente a él. Frotó sus párpados, somnoliento, para luego fijar su vista en el cuerpo del alfa, y no pudo evitar ruborizarse al ver todas las marcas y mordidas que dejó la noche anterior, cuando volvieron a hacer el amor, y después de eso, cuando se puso todo cariñoso y juguetón.
Todavía se sentía débil, un poco caliente, sumiso y pequeño, como un cachorro necesitado de atención, sin embargo, estaba consciente de sus acciones, a diferencia de los últimos cuatro días. Eso sólo significaba que el celo ya estaba acabando por completo.
Delineó una de las marcas que hizo en el cuello de Hitoshi, avergonzado por la forma en la que había actuado, marcándolo por todas partes como un animalito territorial que no quería que nadie más mirara lo que consideraba como suyo. Era la primera vez que actuaba así, porque con Shigaraki, siempre su omega se había sometido ante el miedo que sentía, y tenía claro que comportarse de esa forma implicaría ser golpeado o abusado.
Era el primer celo que pasaba en su vida con alguien a quien quería. No, más que eso, era el primer celo que realmente disfrutaba como tal.
Se removió entre los brazos de Hitoshi, notando entonces que lo estaba abrazando como un koala, y luego notó algo que lo hizo ponerse colorado.
Hitoshi seguía en su interior, semi-erecto.
Claro, luego de la tercera vez que lo hicieron la noche anterior, Hitoshi estaba demasiado cansado como para irse a bañar, y murmuró antes de quedarse dormido algo sobre echarse a dormir como estaban.
Denki se sentía pegajoso, un poco sucio, pero por sobre todo, era capaz de sentir todavía el semen de Hitoshi dentro de su ano, y eso lo hizo cavilar un momento sobre las claras probabilidades de un embarazo.
— ¿En qué piensas? —le murmuró Hitoshi entonces, llamando su atención.
Lo miró con sorpresa para luego sonreír tímidamente.
—En lo mucho que te quiero —contestó dándole un pequeño beso en los labios.
💓💓💓💓
Hitoshi sonrió de medio lado, sin abrir sus ojos, atrayéndolo más contra su cuerpo. Denki jadeó al sentir su interior siendo invadido más profundamente, sintiéndose ahora húmedo debido al lubricante que comenzó a soltar.
— Yo igual te quiero, Kiki —le respondió Hitoshi con voz profunda.
Denki, un poco vacilante, se movió en la cama, tomando fuerza para sentarse sobre la cadera de Hitoshi, montándolo con un jadeo. Hitoshi dejó salir un gemido gutural, abriendo sus ojos ahora, chocando con la mirada ruborizada del omega para luego enarcar una ceja.
—¿Sigues caliente, cachorro? —se burló Hitoshi cariñosamente.
Denki dejó salir una risa baja, comenzando a mover sus caderas con suavidad, gimiendo al sentir como el pene dentro de su ano se ponía duro gracias a sus movimientos. Su propio miembro también comenzó a reaccionar ante la estimulación que estaba sintiendo, al rozar contra el estómago de Hitoshi.
El alfa lo agarró de la cintura, simulando pequeñas embestidas, y Denki se mordió el labio inferior para no gritar de placer.
—Me pones… ah… caliente… —jadeó entre gemidos.
Hitoshi soltó un gruñido, empujándolo para que ambos pechos se chocaran y así poder besarlo de forma profunda, llevando una de sus manos a la polla de Denki para masturbarlo sin dejar de embestirlo.
Así no duraron mucho: Denki se corrió en ambos pechos mientras gemía al sentir el miembro de Hitoshi hinchándose en su ano. Por otro lado, los dientes de Hitoshi se deslizaron a su cuello, mordiendo sobre su marca, sosteniéndolo de la cintura para que no se alejara.
💙💚💙💚
Minutos después Denki se volvía acurrucar a su lado, pensativo, y Hitoshi comenzó a repartir besos por su rostro.
—¿Qué ocurre? Te noto preocupado —le murmuró Hitoshi sin alejarse.
Denki soltó un suspiro.
—Anudaste muchas veces en mi interior —comentó sin reproche alguno en su voz—, así que es muy probable que quede embarazado.
El sólo pensamiento de que eso ocurriera hizo que el corazón de Hitoshi latiera por la emoción. Sin embargo, al ver el ceño fruncido de Denki, decidió no mostrar su alegría.
—¿Eso está mal? —preguntó Hitoshi llamando su atención.
Denki ladeó la cabeza.
—No quiero un bebé ahora —contestó suavemente—, quiero estudiar primero.
Se sintió como un golpe en el estómago.
Hitoshi desvió la vista, asintiendo con el rostro en blanco en tanto pensaba en Katsuki, el bebito de Denki. Hitoshi sabía que tener a Katsuki reducía las probabilidades de que Denki quisiera más bebés tan pronto, porque así el omega se centraba en las necesidades de su bebé. Después de todo, era una de las primeras cosas que le enseñaban a los alfas.
Hitoshi lo entendía, por supuesto. Además, Denki era joven, tenía ya dieciocho años, debía querer hacer varias cosas antes de volver a tener otro bebé que ocuparía gran parte de su tiempo, pero aun así, Hitoshi no pudo evitar sentirse celoso.
Celoso de que Denki quisiera a Katsuki y no un bebé con él, su nuevo alfa.
Denki soltó un gemido lastimero de su garganta que hizo que todos sus sentidos se activaran.
—Pero… pero si tú quieres un bebé, Alfa —susurró Denki con temor—, entonces podemos tenerlo.
Mierda.
Ahora que estaba marcado, ahora que había una conexión más profunda entre ellos, Denki tuvo que haber sentido su intranquilidad y malos sentimientos. Y lo había asustado por completo.
Tomó aire, acariciando la nuca de Denki para tranquilizarlo, y le besó la frente.
—Está bien —dijo dándole un pequeño beso—, te prometo que está bien, Kiki.
El omega asintió poco convencido.
Decidió que era momento de distraerlo. No quería atormentarlo con sus malos pensamientos y malas vibras.
—¿Quieres que vaya a buscar a Katsuki? —le preguntó—. ¿Te sientes bien como para cuidarlo?
Los ojos de Denki brillaron, y asintió tímidamente.
Hitoshi le dio un último beso antes de ponerse de pie para ir a darse una ducha.
Media hora más tarde, volvía al cuarto encontrándose con Denki vestido con la bata, todavía acostado pero ya limpio. Katsuki, en los brazos de Hitoshi, iba medio dormido, sin embargo, pareció reaccionar al estar tan cerca de su madre.
—¡Mami! —gritó emocionado, abrazando a Denki apenas pudo—. Mami, mami, te estanie…
Denki comenzó a reírse al notar la mejilla de Katsuki frotándose contra su cuello en forma posesiva, y le llenó el rostro de besos, causando que se riera.
Sin embargo, unos segundos después, Katsuki dejó de reírse y lo miró con el ceño levemente fruncido.
—¿Qué ocurre, príncipe? —preguntó Denki preocupado.
Katsuki olisqueó su cuello.
—¡Mami no lele a mami! —protestó—. Mami lele a papi. ¡Mami no lele a Suki! —y comenzó a frotar su cabecita con más fuerza contra el cuello de Denki, gruñendo de manera enfurruñada.
—¿Qué le pasó al demonio? —preguntó Hitoshi acostándose al lado de ellos.
Denki le miró con una risa suave.
—No le gusta que huela a ti, así que ahora está tratando que huela de forma maternal —le explicó frotando su mejilla contra el cabello desordenado del bebé, que seguía trabajando duramente en su tarea—. Eres un bebé todo celoso, ¿no, Katsuki?
—¡Mami mía! —refunfuñó mirando a Hitoshi con enojo.
Hitoshi le sacó la lengua, acostándose al lado de Denki para poner una expresión mimada.
—Yo igual quiero mimos —dijo como si nada.
El omega volvió a reírse, recostándose contra Hitoshi, y se acurrucó a su lado, sin alejar a Katsuki que ahora estaba un poco más calmado, cómodo de estar en los brazos de su mami.
—Gracias, Hitoshi —le susurró con una sonrisa dulce.
El alfa parpadeó, sin alejar sus ojos de la tierna mirada que el menor le dedicaba, llena de amor y cariño que algo se estremeció en su interior.
—¿Por qué? —preguntó mordiendo su labio inferior.
La sonrisa no desaparecía del rostro de Denki, y nunca quería que desapareciera de allí, eso lo tenía claro.
—Por quererme —le dijo feliz—. Gracias por quererme a pesar de que esté usado y sea un desastre.
Hitoshi asintió, queriendo decirle que no lo era, que jamás sería un desastre, pero sólo le dio un dulce beso, esperando que supiera con ese simple gesto cuánto lo estaba queriendo en ese instante.
Hitoshi le había pedido, un día después, a su secretaria que recalendarizara todas las citas que había dejado pendiente, y se dio cuenta de que tendría un montón de trabajo extra por las próximas semanas.
Suspiró con cansancio, forzándose a pensar en que, quizás, al llegar tarde, Denki lo esperaría con mimos, y eso fue lo único que le hizo seguir adelante con todas las operaciones que tendría que llevar a cabo durante los siguientes días.
Comenzó revisando la ficha del primer paciente cuando la puerta de su oficina se abrió, y levantó la vista, encontrándose con la disgustada mirada de su mamá.
Iba a tener que conversar seriamente con su secretaria sobre permitirle el paso a cualquier persona.
—¿Qué ocurre? —preguntó fríamente.
Su mamá apretó los labios, queriendo decirle que se comportara, pero mantuvo la compostura.
—Espero que se te haya pasado el capricho por ese omega —dijo c99on voz despectiva.
—No lo creo —contestó sin interés alguno—, ahora es mi omega —sonrió, divertido—. Lo marqué hace unos días, mamá.
La expresión en el rostro de su madre cambió totalmente.
—Por otro lado —prosiguió como si nada, abriendo un cajón y sacando unos papeles—, hace unos días llegó la notificación del Juzgado, declarando que Katsuki sí es hijo mío, y por lo tanto, tu nieto —su sonrisa ahora se volvió burlona—. Felicitaciones mamá, eres abuela.
La furia llenó el rostro de Nemuri, una mueca rabiosa asentándose en sus finas y preciosas facciones. Aún enojada, su madre seguía conservando una hermosura helada que dejaría loco a cualquiera.
Reina de hielo, le decían en la empresa donde eran los jefes.
—Me estás provocando, Hitoshi —advirtió Nemuri—. Es mi última advertencia: o te alejas ya de ese omega, o alguien lo va a pasar muy mal —sus labios se curvaron en una sonrisa fría—. Y no serás precisamente tú, hijo mío.
Hitoshi se crispó ante el tono de su madre, porque tenía claro que quien pagaría los platos rotos sería Denki, no él. Porque él era un alfa, y Denki sólo el omega de quien se había encaprichado y enamorado. Nemuri lo había notado, así que lo golpearía donde más le doliera.
—Si vuelves a amenazar a mi pareja —gruñó poniéndose de pie—, voy a decirle a todo el mundo que la gran empresaria Shinso no es más que una perra sin corazón —su tono se tornó más oscuro—. Desvelaré todos tus malditos secretos, madre. Ahora, fuera. No quiero verte por aquí nunca más.
La mujer soltó un bufido, girándose sin añadir otra palabra, y cuando la puerta se cerró detrás suyo, sus ojos escanearon el pasillo de la clínica de forma fría y calculadora.
Se detuvo sobre el conocido rostro Sero, un viejo amigo de su hijo a quien conocía muy bien, y estaba hablando con una enfermera. Quién, casualmente, era también tecnólogo médico en esa clínica.
Sacó su celular, marcando unos números.
—Necesito que investigues sobre la familia de Sero Hanta. Datos personales, contactos, amigos, su día a día, todo —dijo antes de cortar.
Tranquilamente, se marchó de ese lugar, con un plan que se aseguraría que no fallaría.
Cuando Denki salió del probador, Hizashi fingió limpiar una lágrima de su rostro para luego aplaudir, orgulloso al ver la expresión tímida del omega. Shouto e Izuku también aplaudieron, aunque parecían más pendientes de tener la atención de Katsuki que tenía una expresión aburrida, sentado en el coche.
La dependienta de la tienda puso una expresión de aprobación.
—¡Se ve muy bien, señor Shinso! —dijo Mei sonriendo dulcemente—. Ese traje de bodas queda perfecto para usted.
Denki se miró al espejo, acariciando la tela del traje negro que llevaba, imaginándose en el altar, sosteniendo la mano de Hitoshi frente a él, sonriéndole con esa preciosa sonrisa que tenía, y no pudo evitar ruborizarse al pensar en ello.
En su boda.
Quedaban seis semanas, lo sabía, pero ya quería que llegara pronto.
—Podrías llevar un ramo de rosas blancas —sugirió Hizashi acercándose para arreglarse el corbatín—. Incluso un velo, ¡te verías hermoso! Pero aun no entiendo por qué no quisiste un traje blanco.
Denki soltó una risa, negando con la cabeza.
—El blanco se supone que es para representar la pureza y virginidad, Mic —recordó Denki sin dejar de reír.
Hizashi se limitó a rodar los ojos, sonriéndole cálidamente.
—Me gusta verte feliz, Denki —le dijo como una madre haría con su hijo—. Te lo mereces mucho.
Los ojos de Denki brillaron con la emoción.
—Soy feliz —admitió mirando otra vez su reflejo—, y hasta creo que estoy empezando a verme guapo.
—Sí, pero no tanto como yo, claro —bromeó Hizashi—. Mei, cariño, ¿crees que Denki se vería bien con un vestido de novia?
La muchacha observó críticamente el cuerpo de Denki en tanto el omega soltaba un grito en señal de regaño.
—¡Le quedaría hermoso! —concedió Mei—. Hasta podríamos probar algunos.
—¡No, no! —balbuceó Denki enrojeciendo—. Este traje está bien, ¡además, a Hitoshi no le haría mucha gracia!
—Siendo honesto, Kiki, me encantaría verte con un vestido de novia.
Los tres adultos se giraron hacia la puerta donde Hitoshi estaba apoyado con una ceja enarcada, poniendo una expresión divertida en su rostro.
Denki iba a decir algo, pero entonces Hizashi soltó un grito de reproche.
—¡Fuera de aquí, se supone que no puedes ver el traje de la novia antes de la boda! —regañó Hizashi.
Hitoshi soltó un bufido.
—¡No soy una novia, soy un novio! —se quejó Denki.
—¡Pudín! —gritó Katsuki.
Hitoshi ignoró los gritos, entrando al local con calma. Saludó a la dependienta para luego acercarse a Denki, arreglándole el corbatín que llevaba y darle un beso pequeño en los labios.
—Tal vez deberíamos pensar seriamente en lo del traje de novia —pareció cavilar—. Digo, así sería más fácil ponerme entre tus piernas.
Hizashi comenzó a toser en tanto Denki enrojecía, frunciendo los labios y darle un golpe en señal de regaño a Hitoshi. El alfa sólo se quejó, frotando su cabeza.
—Ve a probarte tu traje —soltó Denki enfurruñado—. Me voy a llevar este, falta sólo el tuyo.
—¡Pero aún debemos probarle más trajes, señor Shinso! —señaló Mei.
—Este me queda bien, así que me quedo con este —contestó Denki cruzándose de brazos—. Además, soy todavía el señor Kaminari, no Shinso.
—No, ahora que tienes mi marca, eres para todo el mundo el señor Shinso —corrigió Hitoshi agarrando los trajes que Mei le tendía—. ¿Tantos debo probarme?
—Claro, claro —dijo Hizashi—. ¿Por qué no vas a pasear por allí, Denki? Puedes llevar a los demonios, se están aburriendo un poco.
—¡Vamos a comer helado, tío Denki! —gritó Izuku emocionado.
—¡Y papas fritas y hamburguesas y pizza! —agregó Shouto con una mueca sería parecida a una sonrisa..
—¿No debería ver lo del traje de Toshi? —farfulló Denki.
—¡Helao, papas fias, habuguesa, pisa! —gritó Katsuki riendo.
—No, conociendo a Hitoshi, querrá llevarte al probador para que le chupes la polla —dijo Hizashi distraído.
Denki enrojeció mientras el alfa comenzaba a reírse.
—Touché —comentó Hitoshi para después mirar a Denki—. Anda, ve a dar una vuelta, luego nos juntamos.
El omega soltó un murmullo bajo, asintiendo para caminar hacia el coche de Katsuki y comenzar a empujarlo. Los dos pequeños alfas no dudaron en seguirlo, contentos por salir de ese aburrido sitio e ir a comer algo.
Así que Denki los llevó a un puesto de comida rápida, pidiendo unas papas fritas para Izuku y Shouto en tanto le compró a Katsuki helado, dándole de comer con cuidado para que no terminara todo sucio como siempre.
Mientras los dos pequeños alfas se peleaban entre ellos por una papa frita, Denki aprovechó de comenzar a tararearle a Katsuki.
—¿Estás feliz, Suki? —le preguntó limpiándole la mejilla.
—¡Sí, sí! —gritó Katsuki emocionado—. Mami feliz. Me guta mami feliz.
Sonrió, dejando el helado sobre la mesa.
—Chicos, si siguen peleando van a–
—¿Kaminari Denki?
Levantó la vista cuando alguien lo nombró a su lado, encontrándose con unos oscuros ojos.
Parpadeó, en señal de desconocimiento, encogiéndose un poco al notar que era un alfa. Luego recordó que ya estaba marcado, así que no tendría que reaccionar de esa forma debido a que un alfa no tendría por qué cortejarlo.
—¿Sí, uh…?
El desconocido sonrió en señal de diversión, pasando una mano por su cabello oscuro.
—Soy Dabi Todoroki.
Abrió los ojos ahora por la sorpresa para luego sonreír ampliamente, poniéndose de pie.
—¡Dabi!
Abrazó al alfa sin dejar de sonreír, recordándose a los doce años, asistiendo al colegio, sentándose al lado de un alfa más alto que él que le protegía cuando algunos chicos querían pegarle para reírse de él. Dabi había sido algo así como su mejor amigo, a pesar de que Denki hubiera sido sólo un omega triste que todos rechazaban, y le cuidó lo mejor que pudo.
Aunque cuando su padre lo echó de la casa y dejó de asistir al colegio, dejó de verlo de forma inevitable.
—Mira que estás guapo —comentó Dabi separándose—. ¿Son tus hijos? —preguntó señalando a los niños, que observaban la escena en silencio.
—No, no, cómo crees —Denki se rió, sentándose para hacerle un espacio a Dabi—. Sólo este bebito lindo es mi hijo —tomó en brazos a Katsuki, que fruncía los labios—. Se llama Katsuki. Izuku y Shouto —continuó apuntando a los pequeños alfas—, son hijos de un amigo, los estoy cuidando ahora.
—El pequeño Katsuki —dijo Dabi mirando al bebé con una sonrisa dulce—. Me alegra verte, Denki, cuando dejaste de ir al colegio me puse muy triste —el alfa apoyó su mejilla en una mano, luciendo curioso—. ¿Puedo saber qué ocurrió?
Denki volvió a alimentar a Katsuki al notar como miraba a Dabi, sin dejar de arrugar sus labios, así que estaba un tanto confundido por ello.
—Oh, ya sabes… —esbozó una sonrisa triste—, llegó mi celo y papá me echó de la casa, así que me vi obligado a irme.
Dabi asintió en señal de comprensión, frunciendo el ceño en señal de disgusto y pena.
—Lo siento mucho, Denki —le dijo el alfa—. Mierda, si me hubieras dicho, estoy seguro de que mis papás te habrían dado alojo —Dabi elevó su mano, acariciándole la mejilla fugazmente—. Ellos te querían mucho.
El omega recordó a los padres betas de Dabi, sonriéndole dulcemente cuando iba a la casa del chico a hacer algún trabajo o sólo a jugar, preocupándose de que comiera bien y de curarle las heridas cuando eran tan obvias y difíciles de ocultar. Sí, Denki los recordaba de forma vaga, porque había muchos recuerdos que deseaba reprimir de esos años.
—No habría podido aceptarlo —dijo Denki con tranquilidad—, así que no es necesario que te atormentes, Dabi —Denki le observó, curioso—. ¿Estás solo por aquí? ¿O viniste con alguna pareja?
Las mejillas del alfa se tornaron de un color un tanto colorado, como si estuviera avergonzado.
—Ah, sí, vine por una cita a ciegas pero al parecer me dejaron plantado —soltó una risa nerviosa, encogiéndose de hombros.
Denki puso una expresión incrédula.
—¿De verdad? Lo siento, no fue mi intención recordártelo —dijo limpiándole la boca a Katsuki—. Qué pena más grande, ¡si eres un chico tan lindo! Ah, esa persona no sabe lo que se pierde.
Dabi comenzó a reírse, negando con la cabeza, para luego observarlo sin borrar una sonrisa.
—Me estás humillando —bromeó Dabi para luego señalar a Katsuki—. ¿Puedo tomarlo en brazos? Es un bebé muy lindo.
—¡Ño! —gritó Katsuki cruzándose de brazos—. ¡Ño quelo! ¡Quelo papi!
El omega soltó una risa de disculpa, acariciándole el cabello a su bebé mientras observaba a Izuku y Shouto jugando con los juguetes que traía la comida.
—Katsuki es lindo, pero también muy malcriado —dijo abrazando al pequeño con más fuerza.
—No te preocupes, mi hermana también tiene un bebé y es igual de mimado —dijo Dabi moviendo su mano en un gesto suave—. Sabes, Denki… cuándo éramos pequeños, siempre pensé que tú serías mi omega.
Denki parpadeó por la sorpresa, pero antes de poder contestar, alguien más habló:
—Una lástima que ahora sea mi omega.
Se volteó con rapidez, encontrándose con el impasible rostro de Hitoshi, de pie detrás de él. Su alfa se veía tranquilo, sin embargo, podía leer en sus ojos que se notaba celoso y posesivo.
Pero Denki no se asustó, porque había aprendido que por mucho que Hitoshi se molestara, jamás le levantaría la mano o lo castigaría como había hecho su anterior alfa. Hitoshi era distinto. Hitoshi no le haría daño.
—¡Papi! —gritó Katsuki feliz, extendiendo sus bracitos para que lo tomara en brazos.
Hitoshi sonrió dulcemente, llevando al pequeño contra su pecho.
—¿Terminaste de ver el traje? —preguntó Denki calmado.
—Sí, Mic aprovechó de pasar una tienda a ver ropa ahora que está sin sus demonios —dijo Hitoshi sentándose al lado de Denki, pasando un brazo por su espalda—. Te extrañé mucho, bebé —añadió en voz alta, mirando a Dabi.
Denki quiso rodar los ojos.
—Hitoshi, te presento a Dabi Todoroki, un ex compañero —dijo sonriendo—. Dabi, él es Shinso Hitoshi, mi alfa…
—Y futuro esposo —agregó Hitoshi extendiendo una mano—. Diría que es un gusto, pero siendo sincero, no lo es.
—¡Hitoshi! —regañó Denki incrédulo.
Dabi soltó una risa baja, tomando la mano de Hitoshi, y le dio un apretón con el rostro tenso.
—Un gusto, espero que cuides muy bien de Denki —dijo Dabi para luego agregar con voz filosa—. Ya sabes, Denki es un omega muy lindo y no merece pasarla mal.
El aire se llenó de hormonas alfas.
Denki iba a golpearse la cabeza contra la mesa.
Tontos, tontos alfas posesivos.
—Bueno, ya que hemos terminado, podemos volver a casa —dijo en voz alta, llamando la atención de Hitoshi.
Hitoshi asintió, enarcando una ceja.
—Sí, ya quiero tenerte dentro del cuarto para marcarte por todas partes —comentó como si nada y Denki le dio un golpe en la nuca—. ¡Auch! ¿Acaso dije algo que no debía?
El omega acomodó a Katsuki en su coche, diciéndole a los pequeños alfas que se pusieran de pie. Izuku y Shouto comenzaron a pelear por quien llevaba el coche, llegando al acuerdo de empujar cada uno una barra.
—Nos vemos, Dabi, fue un gusto verte —se despidió Denki.
Dabi se puso de pie también, inclinándose para darle un beso en la mejilla, y Denki casi pudo oír el gruñido posesivo de Hitoshi.
—¿No te importaría darme tu número de teléfono? Me gustaría seguir en contacto contigo —dijo Dabi ignorando la mirada fulminante de Hitoshi.
—Sí, le importaría, adiós —dijo Hitoshi antes de dejarlo contestar, agarrándolo por la cintura y arrastrando de él—. Estúpido alfa cínico —masculló por lo bajo.
Denki miró hacia atrás, haciéndole un gesto de despedida a Dabi, quien sólo sonreía irónicamente.
Mientras caminaban en silencio, Hitoshi sin soltarlo de la cintura, pegándolo a su lado, con el coche yendo por delante, Denki miró a su alfa, notando sus labios apretados.
—¿Estás enojado conmigo? —preguntó con calma, llamando su atención.
Hitoshi lo observó.
—¿Le ibas a dar tu número? —contestó Hitoshi con voz amarga.
Con tranquilidad, Denki apoyó su mejilla contra el pecho cálido de Hitoshi, quedando bien debido a que era mas bajo que el alfa. Siempre le había gustado eso de Hitoshi, que fuera más alto que él, lo hacía sentirse protegido.
Le acarició la nuca, notando como relajaba su agarre.
—Sí, se lo iba a dar, fue mi amigo cuando era pequeño —respondió Denki—, pero no tienes que ponerte celoso, Hitoshi.
El alfa se ruborizó para luego soltar un bufido.
—No estoy celoso.
—Claro que no —Denki lo detuvo para luego tomarlo de las mejillas, dándole un pequeño beso en los labios—, porque yo soy sólo tuyo, de nadie más, ¿lo sabes?—Hitoshi asintió, aunque se podía notar un poco inseguro.
—¿Sólo mío? —murmuró dándole otro beso.
—Sólo tuyo. Soy tu omega y tú eres mi alfa —Denki se rió—. Mi alfa malhumorado y sombrío, pero te quiero así como eres.
Hitoshi sonrió, orgulloso, pero no pudo decir nada porque entonces Katsuki gritó:
—¡Mami mía!
Denki sólo comenzó a reírse, sin poder decir nada, y Hitoshi soltó un bufido.
Pero se sentía aliviado, porque Denki lo quería y aceptaba como su alfa, y eso era todo lo que necesitaba para poder ser feliz.
Voten y comenten cachorros, los leo 😉😉😉😉😉
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