Capítulo diez
Kilig" es una obra original de Hobibuba cualquier reproducción total o parcial de la obra sin el permiso explícito de la autora incurre en un delito.
Esta es una adaptación de dicha obra 100% autorizada por la autora.
Hitoshi estacionó el auto fuera del edificio, mirando a un nervioso Denki que jugueteaba con las correas de la mochila en tanto Katsuki los observaba, confundido.
— ¿On tamos? —preguntó con sueño.
— Tal vez será mejor devolvernos —dijo Denki llamando la atención de Hitoshi—, ni siquiera sé por qué estamos aquí, digo, quizás no debería continuar mis estudios y dedicarme sólo a Katsuki y nuestros futuros hijos, así no–
— Denki —le llamó la atención Hitoshi—, por favor, respira cariño —el omega obedeció, tomando aire y botándolo varias veces—. No pienses esas cosas, ¿está bien? Sé que quieres seguir estudiando y terminar la secundaria como corresponde, así que por favor, no te estreses —le dio un pequeño beso en los labios—. Katsuki y yo confiamos en ti.
Denki sonrió de forma temblorosa, para luego tomar aire una vez más y abrir la puerta. Antes de salir, se giró hacia Katsuki, que estaba cerrando sus ojos por el sueño.
—Pórtate bien con papi, Suki —le dijo de forma cariñosa.
—Mmm… —asintió el bebé frotando sus ojitos.
Sonrió para luego voltearse hacia Hitoshi, dándole otro beso en los labios.
—Pasaré a buscarte apenas termines —le dijo Hitoshi pellizcándole la nariz.
Denki asintió.
—Te quiero —le murmuró contra la boca.
Hitoshi soltó un gruñido de placer.
—Yo también te quiero.
Denki cerró la puerta, dejando el calor del auto para luego caminar hacia el edificio donde ya varias personas entraban en camino a las salas de clase. Denki miró su horario, indeciso, y comenzó a buscar el salón donde tendría Literatura, la primera clase en la escuela nocturna a la que asistiría durante dos años para terminar sus estudios. Luego, Hitoshi le había dicho que si quería estudiar otra cosa podría hacerlo, pero Denki no quería adelantarse.
Por ahora, terminar su educación secundaria estaría bien.
Entró al salón, nervioso, y con la vista baja se sentó adelante, su olfato notando a betas y omegas entre el resto de estudiantes, todos mayores de dieciocho años, y no se sintió tan fuera de lugar.
—Hola.
Parpadeó, dejando de morder su labio inferior, y levantó la vista, encontrándose con la mirada de una dulce chica que le sonreía amablemente.
—Hola —saludó nervioso, sonriendo con timidez.
—Soy Toru —dijo la chica sentándose a su lado—. Eres nuevo por aquí, ¿no es así?
Denki sintió sus mejillas coloreadas.
—Sí, yo… Yo soy Kaminari Denki. —volvió a morder su labio inferior, sin perder el nervio.
—Kaminari Denki —repitió Toru con ternura—, eres un omega muy asustadizo, ¿no es así? No te preocupes, aquí todos somos betas y omegas, no tienes que reaccionar con tanto miedo —le revolvió el cabello con confianza, volviendo a sonreír—. Además, por tu olor, parece que tienes un alfa muy celoso y sobreprotector.
Sintió sus mejillas coloreadas, pero se sentó con orgullo.
—Hitoshi sólo quiere cuidarme —dijo feliz.
—Entonces no te estreses demasiado —Toru soltó una sonrisa baja—, los profesores son muy buenos y no nos discriminan a pesar de no haber terminado la secundaria. Oh —puso una expresión pensativa—. ¿Cuántos años tienes, Denki?
—Dieciocho.
—¡Soy tu noona! —Toru parecía feliz—. Ya no soy la menor de aquí, ¡gracias, Denki!
Se dejó contagiar por la risa tierna de Toru y se rió también, sintiendo como el nervio parecía irse de su cuerpo, relajándose por tener un rostro amistoso a su lado.
Entonces, el profesor de Literatura entró para dar comienzo a la clase, y Denki parpadeó con sorpresa al ver la conocida cara de Dabi.
El alfa le miró con asombro, para luego sonreír amablemente, acercándose a saludarlo.
—Hola, Denki —le saludó Dabi.
Denki le devolvió la sonrisa, aunque sintió su estómago un poco apretado por los nervios.
A Hitoshi eso no le agradaría demasiado.
—Hola —saludó—. No sabía que eras profesor aquí, ¡eres tan joven!
Dabi rió con diversión.
—Tranquilo, el programa de estudios lo hizo mi papá y me ofreció empezar mis prácticas aquí —se encogió de hombros—. No creí verte en este lugar, esto es muy raro.
—¿Se conocen? —interrumpió Toru con admiración.
—Fuimos amigos cuando pequeños —explicó Dabi sin borrar su sonrisa.
—Eso es muy lindo —suspiró Toru—. A la mayoría de mis amigas las terminé odiando.
Denki comenzó a reírse, negando con la cabeza, y Dabi le imitó.
—Bueno, creo que comenzaré la clase —dijo Dabi—. Seguimos hablando después Denki, ¿te parece?
Asintió en silencio, sacando de su mochila un cuaderno y los lápices que Hitoshi le había comprado. Toru, a su lado, se inclinó unos centímetros.
—Tú le gustas —se burló.
Denki sintió sus mejillas rojas, pero no dijo algo, empujando a la chica que se reía en voz baja.
Sin embargo, cuando Dabi le miró de pronto, sonriendo como si nada, Denki sabía que Toru tenía razón, y realmente no sabía cómo reaccionar ante ello.
Horas más tarde, Hitoshi le estaba esperando en su auto, y subió saludándolo con un pequeño beso que hizo sonreír al alfa. Eran cerca de las doce de la noche, por lo que se acurrucó al lado de Hitoshi.
—No debiste venir a buscarme —le dijo mientras el alfa conducía—, podría haber llamado a un taxi, tienes que dormir para que descanses bien.
Hitoshi le acarició el cuello, sus dedos tocando superficialmente la marca con cariño.
—No puedo dormir si no estás en cama —le dijo con calma—, se siente frío y extraño.
El calor subió hacia las mejillas de Denki, que se acurrucó más contra Hitoshi, sintiéndose un poco culpable.
—¿Cómo te fue? —preguntó entonces Hitoshi.
El omega suspiró, sonriendo.
—Muy bien —contestó—. La gente allí es muy simpática, ¡soy el menor de los alumnos! Hay algunas mamás que me trataron como un bebé por eso —soltó una risa baja—. Me sentí feliz. Me haces muy feliz, Toshi, gracias.
Hitoshi aprovechó que estaban en una luz roja para inclinarse y darle ahora un profundo beso a Denki en los labios, sintiendo como se derretía por ese simple toque y su alfa ronroneaba por el gusto de que su omega estuviera contento a su lado.
Al separarse, le dio otro beso pequeño.
—Te amo —le dijo entre besos.
Denki nunca había sentido a su corazón latir con tanta fuerza, así que se limitó a darle otro beso a Hitoshi.
—Yo también te amo —contestó ignorando todos los problemas a su alrededor.
Omitiendo el número de Dabi que había guardado en el bolsillo y que pesaba como un ladrillo debido a la culpa.
—¿Sabes qué ocurre cuando el alfa engaña a su omega marcado?
Himiko levantó la vista, encontrándose con la helada mirada de Nemuri, que bebía café de su taza, y suavizó su expresión, negando con la vista.
—No, señora Shinso.
—No, porque no es normal que un alfa engañe a su omega —Nemuri se encogió de hombros, indiferente—. Si logras que Hitoshi haga tu marca en ti, tu hermanito menor va a sufrir mucho, porque el vínculo que lo une a Hitoshi se rompería por completo. Tendría suerte si logra sobrevivir.
Himiko parpadeó, comprendiendo lo que Nemuri quería decirle, y asintió otra vez en silencio, poniendo una expresión pensativa.
—Pero Hitoshi es prudente también —dijo meditabunda la alfa—, no sale a beber a menos que esté acompañado, y aun así, borracho… —miró a Himiko—. Pero te pareces mucho a tu hermano, quizás si logre confundirte.
—No necesitamos la marca —dijo de pronto Himiko—, sino algo que me ate a él, así el resto se hará solo —mordió su labio inferior—. Si logro que Hitoshi me deje esperando un bebé, tendrá que hacerse cargo, y además… —Himiko sonrió con burla—, Denki no aceptará jamás que su alfa lo haya engañado. Conozco a mi hermano. Puede ser un idiota necesitado, pero jamás podrá perdonar una infidelidad.
Nemuri soltó una risa baja, divertida, y se inclinó tomando la barbilla de Himiko, que parpadeó lentamente, liberando feromonas de atracción.
—Yo sigo trabajando en lo mío —ronroneó Nemuri contra los labios de la omega—, ya verás, lograré atar a Hitoshi de manos y pies para que haga lo que yo quiera. Y en cuanto a tu hermanito —le dio un beso superficial, lamiendo sus labios—, aprenderá cuál es su lugar.
Himiko sonrió con tranquilidad, dejando que los labios de la alfa se deslizaran por su cuello en un beso posesivo, y se permitió imaginar el futuro que había estado construyendo todos esos años, futuro que iba a ser realidad muy, muy pronto.
Hizashi quería tomar a sus dos hijos por el cuello y ahorcarlos dulcemente para que así lo dejaran en paz, pero se limitó a darles un golpe en el trasero con la escoba, causando que gritaran en señal de protesta y huyeran hacia el patio mientras escuchaba la risa descontrolada de Katsuki.
Soltó un suspiro, tomando la bandeja donde había servido unos vasos con jugo, y fue también al patio, viendo a Denki sentado en una banca mientras observaba a los niños jugando en tanto Hitoshi y Aizawa se encargaban de preparar la carne en la parrilla.
—La mitad del sueldo de Shota a que queman la carne —dijo Hizashi dejando los vasos sobre la mesita.
Denki se rió, sacudiendo la cabeza.
—No le digas a Hitoshi, pero creo lo mismo —susurró Denki, agarrando un vaso para beber de él—. Necesitaba este descanso, la escuela me está estresando —puso una expresión enfurruñada—. Había olvidado lo malo que era en todo, no sirvo para estudiar.
Hizashi le revolvió el cabello, negando con la cabeza.
—No digas eso, siempre quisiste volver a la escuela a pesar de ser malo en ella porque no querías sentirte un inútil, así que ahora le pondrás todo tu esfuerzo y te graduarás con honores —dijo Hizashi solemnemente.
—Estás hablando como las mamás omegas de ese lugar —se quejó Denki antes de comenzar a reírse al ver la mirada indignada de Hizashi.
—¡A mí me respetas, Kaminari Denki! —Hizashi le dio un manotazo, escuchando su grito medio quejido medio risa.
—Es Shinso Denki—dijo de pronto Hitoshi, cargando a un enfurruñado Katsuki por las axilas que pateaba el aire queriendo soltarse pero sin lograr nada—. El demonio estaba tirándole tierra a los ojos de Izuku y Shouto.
Hizashi se atoró con el vaso de jugo en tanto Katsuki ponía una expresión de inocencia y Denki lo tomaba en brazos, cambiando su rostro para comenzar a regañarlo.
—¡Mis bebés! —gritó Hizashi poniéndose de pie para ir a ver a sus hijos que estaban sentados en el suelo mientras lloraban y frotaban sus ojos.
—¡Katsuki! —llamó la atención Denki—. ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¡No puedes ir por la vida tirándole tierra a tus amigos!
—¡Come tiela! —chilló Katsuki, y antes de que Denki pudiera seguir regañándolo, el bebé pasó su mano llena de tierra sobre el rostro de Denki, dejándolo todo sucio.
Por supuesto, Katsuki comenzó a reírse mientras el omega gritaba para luego ponerse de pie, escupiendo tierra y regañándolo sin dejar de escupir. Escuchó las carcajadas de Aizawa y Hitoshi, y los fulminó con la mirada mientras Katsuki trataba de soltarse del agarre de Denki, pero sin lograr mucho para luego inflar sus mejillas con enojo.
Denki caminó a tientas al baño, donde Hizashi le quitaba la tierra de los ojos a Shouto y Izuku, y cuando vio el rostro del omega soltó una risa baja.
—Tú hijo es el Anticristo explosivo—dijo Hizashi dándole espacio para que Denki pudiera limpiar su cara.
Denki sentó a Katsuki sobre el lavamanos, abriendo la llave.
—No pienso comprarte más dulces por un mes, Katsuki —castigó Denki con sus labios fruncidos en esa mueca que a todo el mundo llamaba la atención.
Katsuki enrojeció por la molestia.
—¡Mami mala! —acusó Katsuki para luego chillar cuando Denki comenzó a limpiarle las manos—. ¡Malo, malo, malo!
Denki soltó un bufido, echándole jabón a las manos de Katsuki mientras Shouto e Izuku salían del baño para volver a jugar, ahora limpios. Hizashi se sentó en el inodoro, pensativo.
—Estás muy malcriado, Katsuki —dijo Denki llamando la atención del bebé, que seguía pataleando para soltarse—. ¿Qué ocurre, Suki?
Los ojos del pequeño se llenaron de lágrimas.
—Te estanio —lloriqueó Katsuki—, te vas y no estás, y papá te estania.
Denki suavizó su expresión, limpiándole las manitos rechonchas al bebé para luego sonarle la nariz, suspirando.
—Yo también los extraño —dijo Denki—, pero son sólo unas horas, Suki, nada más, no tienes por qué ponerte así —le pellizcó la mejilla, ganándose un puchero del bebé.
—Papá canta mal —insistió Katsuki.
—Le daré clases de canto, entonces. ¿Eso estaría bien? —Katsuki asintió, no muy convencido, y Denki lo bajó—. Ahora anda a jugar y pórtate bien. Si lo haces, te daré un dulce.
Katsuki sonrió para luego salir del baño a tropezones, directo al patio para seguir jugando, y Denki miró a Hizashi, que le observaba en silencio.
—¿Ocurre algo? —preguntó Denki limpiando sus manos.
—¿Cuándo le dirás a Hitoshi que tu profesor es tu ex y tienes su número? —preguntó Hizashi con calma.
Denki soltó la toalla y miró a su amigo con incredulidad.
—Dabi no es mi ex —contestó sin humor en su voz—, es sólo un amigo.
—Le gustas a ese alfa —señaló Hizashi bufando, poniéndose de pie—, y te has estado mensajeando con él sin decirle a Hitoshi —Hizashi cerró la puerta del baño—. Incluso has quedado en ir a tomar un café con él. ¿Eso podría considerarse una infidelidad?
El omega tuvo que controlar su mano para no darle una bofetada a Hizashi, que seguía tranquilo aunque en sus ojos podía leer la acusación.
—No es una infidelidad porque no pienso en Dabi de una forma romántica —escupió Denki en un gruñido bajo—. Y si no le digo a Hitoshi, es porque sé que reaccionará de forma celosa y quiero evitar ese problema, ¿entendido?
—Pero él te mira de una forma romántica —prosiguió Hizashi—. Denki, estás comenzando una nueva vida, no invites los problemas a ella.
Denki abrió la puerta, molesto, pero se giró una vez más hacia Hizashi.
—No estoy haciendo nada malo —dijo saliendo del baño.
No estoy haciendo nada malo, se repitió cuando entró al patio y abrazó a Hitoshi por la cintura, apoyando su cabeza contra su hombro, y el alfa le sonrió para luego darle un beso en la mejilla.
Hitoshi dejó la taza de café sobre la mesa, cerrando sus ojos brevemente mientras suspiraba para tratar de relajarse un poco, y a su mente vino la imagen de Denki durmiendo en la cama, acurrucado a su lado, apenas haciendo ruido alguno.
Pero en lugar de sentir la típica sensación de felicidad que normalmente habría experimentado, sólo sintió un poco de molestia y disgusto al recordar que dos días atrás le había pedido a Denki faltar a clases para tener un poco de tiempo en pareja, y el omega se había negado con rotundidad, diciendo que no faltaría ningún día ahora que estaba recuperando el ritmo. Además, parecía más concentrado, cuando él estaba en casa, en hacer sus tareas y pasar tiempo con Katsuki, que había estado más grosero y exigente esos últimos días con todo el mundo.
Quedaba menos de un mes para su boda y no quería imaginar cómo sería la vida matrimonial luego de eso.
Su móvil sonó, pero cuando vio el número, soltó un chasquido de desaprobación.
¿Acaso su padre no dejaría de joderlo en algún momento?
Al menos agradecía que fuera su padre y no su madre, porque ella era mil veces peor que su progenitor.
Luego de que su papá insistiera cinco veces más, contestó:
—¿Qué ocurre? —preguntó con la voz dura—. Estoy en mi descanso, así que más te vale que sea importante.
—Necesito hablar algo urgente contigo —respondió su padre con tranquilidad—. Juntémonos en el café de siempre, Hitoshi. Si no llegas en media hora, iré a buscarte a la clínica, ¿entendido?
Antes de poder mandarlo al diablo, su padre cortó la llamada.
Bufó, poniéndose de pie para salir de la oficina con una mirada de muerte. Al menos podría comer algo más consistente fuera de la cafetería de la clínica, se consolaba con disgusto mientras tomaba el ascensor y marcaba el subterráneo donde estaba el estacionamiento.
Cinco minutos después estaba saliendo de la clínica tratando de contener la creciente molestia en su interior, y cuando se estacionó fuera de la cafetería elegante donde se juntaba con sus padres, suspiró para tratar de relajarse un poco. No quería espantar a las personas del lugar con su olor de alfa furioso, por lo que se forzó a pensar en algo que pudiera tranquilizarlo, como en el olor que liberaba el cuello de Denki cuando lo abrazaba por las noches y le sonreía, contento de estar a su lado.
Notablemente más tranquilo, Hitoshi se bajó y entró a la cafetería, buscando con los ojos a su padre. Como siempre, estaba en una mesa un tanto alejada, lejos de las miradas del resto pero con la posibilidad de que ellos pudieran observar lo que ocurría en el local sin ser demasiado obvios.
Se sentó a su lado, pero antes de dirigirle una palabra, pidió algo para almorzar.
Cuando el mozo se marchó recién se giró a su progenitor.
—¿Tu omega no está haciendo un buen trabajo quitándote la tensión? —se burló su padre como si nada, bebiendo de su taza de café.
—Mi vida sexual con Denki no es de su incumbencia —respondió Hitoshi duramente—. Ahora, ¿qué quieres hablar conmigo?
Su padre entrecerró los ojos, negando con la cabeza, para luego hacer una mueca con sus labios.
—¿Cuáles son las probabilidades de que rompas la marca que tienes sobre ese omega? —Hitoshi enarcó una ceja.
—¿Así que me están vigilando? No creí que caerían tan bajo —bufó Hitoshi cruzándose de brazos mientras el mozo llegaba con la comida—. Ninguna probabilidad. Denki es mi omega y se quedará así por siempre.
Su padre suspiró, sin dejar de beber de la taza.
—¿Por qué no puedes ver qué sólo queremos lo mejor para ti y la familia? —gruñó —. ¿Cuándo dejarás de ser un chico malcriado e insolente?
—Cuando mamá y tú dejen de ser un dolor en el culo —contestó Hitoshi con expresión aburrida.
—Ten un poco más de respeto, Hitoshi —dijo con advertencia su padre.
—El respeto se gana —replicó el alfa menor, y soltó un bufido, desviando la vista hacia la calle—. De verdad, padre, ¿realmente creía que–?
Se interrumpió a sí mismo al ver a un alfa conocido sentado en una de las mesas en el exterior, poniéndose de pie y dándole un beso a la mejilla a Denki.
A su Denki.
El omega le sonreía a Dabi como si nada, sentándose a su lado, y comenzó a hablarle de quién sabe qué.
A Hitoshi no le importaba ver a Denki hablando con otro alfa. No, lo que realmente hizo hervir su sangre fue el hecho de pensar que Denki no le había contado nada de eso, porque no le había hablado en ningún momento de salir a comer con Dabi.
—¿Si realmente creía qué? —preguntó su padre frente a él, sin saber el motivo de su repentino silencio.
Hitoshi soltó un gruñido bajo, sacando su móvil.
—Vete a la mierda —murmuró causando que su padre se indignara más, pero omitió eso por completo.
Le escribió un rápido mensaje a Denki.
💘Toshi:
¿Almorzamos juntos hoy?
Observó de reojo a Denki sacando el celular de su bolsillo en tanto Dabi le platicaba de algo para luego verlo fruncir levemente el ceño, tecleando con rapidez una respuesta que llegó a su móvil unos segundos después.
💕Kiki💕:
Almuerzo con Mic, Katsuki se está portando mal ):
Apretó su móvil con fuerza ante la descarada mentira de Denki.
¿Qué mierda estaba haciendo su omega con ese alfa? ¿Acaso no le había dejado claro semanas atrás que no lo quería cerca de él?
¿Y cómo mierda se habían comunicado?
¿Por qué demonios no le había dicho que se estaban viendo?
¿Acaso…?
Pensar en una infidelidad revolvió su estómago.
Hitoshi vio a Denki reír a través de la ventana y sintió que era suficiente, en especial cuando Dabi se inclinó, deslizando una mano por la pierna del omega.
Se puso de pie, los celos y la rabia bullendo en su interior como un volcán, ignorando lo que fuera que su padre estuviera hablando, y sin dudarlo un poco, salió del local.
La parejita le estaba dando la espalda, por lo que no lo vieron venir.
—Denki.
Su voz fue un gruñido lleno de ira, disgusto y saña.
Denki se tensó de forma irremediable ante el tono exigente de una persona que conocía.
Temblando, sintiendo a su omega gemir en su interior, se giró tratando de componer una sonrisa dulce.
Pero no pudo hacer nada al ver el rostro lleno de furia de Hitoshi.
Cerró sus ojos al ver el puño ser levantado.
Sin embargo, el golpe no cayó sobre él, sino sobre la persona a su lado.
Hitoshi se había lanzado sobre Dabi sin dudarlo un poco, su puño descargándose sobre el rostro del alfa. Hitoshi lucía como una bestia en ese instante, sus labios componiendo una mueca de cólera y sus ojos purpura se tornaron oscuros siendo invadidos por su alfa inundado con saña.
Denki se puso de pie, y sin dudarlo, agarró a Hitoshi por la cintura, tratando de alejarlo.
—¡Hitoshi! —chilló dejando que su omega lo dominara, usando esa voz que suplicaba que lo escuchara—. ¡Por favor, Toshi!
Por supuesto, el alfa se dejó envolver por la voz omega de Denki, apaciguando su rabia lo suficiente como para soltar a Dabi.
—¡No te atrevas a acercarte a mi omega otra vez! —gruñó Hitoshi para luego voltearse, viendo los ojos llenos de lágrimas de Denki.
Pero en lugar de conmoverlo como hubiera hecho antes, sólo sintió como el enojo crecía un poco más.
Agarró a Denki de la muñeca sin cuidado alguno, tirando de él ante la atónita y asustada mirada de todo el mundo. Denki iba avanzando a tropezones detrás de él, pidiéndole que lo soltara, que le dolía, que le iba a seguir, sin embargo, Hitoshi no hizo caso, seguía tirando de él hasta llegar al auto, abrir la puerta del copiloto y empujar de él para sentarlo.
Cuando se sentó a su lado, Denki gemía en voz baja debido al dolor, frotando su muñeca para calmar la irritación.
—Almorzando con Mic, ¿no es así? —gruñó sin perder su tono alfa, exigiendo respuestas.
Denki bajó la vista, encogiéndose.
—Lo siento, alfa —susurró con miedo.
Hitoshi soltó un nuevo gruñido, encendiendo el auto y conduciendo lo más rápido que pudo hacia su casa. Un viaje desde el centro hacia su hogar tardaría normalmente una media hora, pero ahora, debido a la velocidad que conducía, tardó cerca de diez minutos.
Se estacionó fuera, bajando con rapidez, y abrió la puerta de Denki, agarrándolo otra vez de la muñeca, obligándolo a seguirlo.
Podía leer las feromonas de miedo que envolvían a Denki, su súplica muda en su rostro, pero estaba demasiado cegado por la rabia y el odio como para ver sus acciones desde fuera.
Tiró a Denki sobre el sofá, apoyando sus manos en el respaldo, e inclinó su rostro para no dejarle escapatoria alguna.
—¿Desde cuando estás saliendo con él? —preguntó sin dejar su tono alfa, manipulándolo con facilidad gracias a la rabia que soltaba.
Denki se estremeció, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas.
—No estoy saliendo con él, alfa —sollozó queriendo bajar la vista, pero los ojos de Hitoshi le decía que si lo hacía, todo iba a empeorar.
—¿Por qué me mentiste entonces, omega? —gruñó Hitoshi acercándose un poco más.
—No quería ponerte celoso —volvió a lloriquear Denki—, y Dabi es sólo un amigo, nada más, él no…
—Si es sólo tu amigo —dijo en voz baja Hitoshi—, ¿por qué no me dijiste nada? —agarró la barbilla de Denki, levantando su vista, y se inclinó—. ¿Quieres acostarte con él, omega? ¿Abrirte de piernas y dejar que llene tu sucio y abierto agujero? ¿Acaso la polla de tu alfa no es suficiente para ti? —apretó un poco su agarre, haciéndolo gemir—. Respóndeme.
—No, alfa —sollozó Denki, humillado—. No quiero eso con él, yo te quiero sólo a ti, a nadie más. Lo siento, Hitoshi , lo siento mucho, no quería mentirte, es sólo que…
—No soy Hitoshi —gruñó el de cabello índigo—, soy Alfa.
Denki sollozó.
—¿Cómo lo contactaste? —volvió a preguntar Hitoshi, sus dedos deslizándose sobre el lloroso rostro de Denki, sintiendo como la calma de a poco parecía volver a él.
—Las clases nocturnas —hipó Denki—, Dabi es profesor, ahí nos encontramos otra vez.
Hitoshi se alejó, sintiendo como la ira volvía a inundarlo, pero estaba en ese instante lo suficientemente lúcido como para saber que debía alejarse de Denki o seguiría buscando formas de humillarlo y herirlo por haberle mentido y dañado.
—No vas a volver allí —dictó con voz dura—, ahora sólo te dedicarás a tu bebé y a mí.
Denki asintió en silencio, sin dejar de llorar.
Hitoshi se giró.
—¿A dónde… vas, Alfa? —preguntó el omega con tono débil.
—No me esperes —fue lo único que escupió Hitoshi antes de salir de casa, dejando el aire cargado de hormonas llenas de rabia y odio en el aire, causando que Denki rompiera a llorar ahora sin control alguno.
Lamentándose por completo por haber ignorado la clara y cierta advertencia que Hizashi le había dado.
Hitoshi sabía que debía llevar muchas copas como para estar en ese deplorable estado, pero si era sincero, no quería dejar de beber.
Se sentía herido, abandonado como un perro callejero, pero por sobre todo, traicionado e idiota por haber confiado en Denki y darle tantas libertades. Todo el mundo decía que había que tener bien sujetados a los omegas para que aprendieran cuál era su lugar, y Hitoshi nunca creyó esas cosas por completo, pero ahora, como estaba la situación…
No podía evitar sentirse aterrado de perder a Denki por concederle tantas cosas.
Se sintió más miserable aún al recordar la mirada asustada del omega sobre él, como se encogía y sollozaba cuando le obligaba hablar, y quiso salir de allí para ir a buscarlo, tomarlo en sus brazos, murmurándole que no lo dejara, que lo quería demasiado.
Pero se limitó a pedir otra copa de vino.
—¿Aburrido, Hitoshi?
Levantó la vista, enfocando su mirada en la omega frente a él, e hizo una mueca de disgusto.
—Vete a la mierda, Himiko —balbuceo en un gruñido.
La chica hizo un puchero leve, y de pronto sintió como si Denki estuviera frente a él.
Sin embargo, al volver a parpadear, Himiko le hacía el gesto, no Denki.
—¿Qué pasó? ¿Mi hermanito no se ha portado bien? —Himiko ladeó la cabeza, inclinándose—. Denki siempre ha sido un omega malcriado.
—No hables de él como si lo conocieras —gruñó bebiendo de golpe el vaso de vino.
—Pero lo conozco —ronroneó Himiko de forma malintencionada—, siempre poniendo una expresión inocente y llorosa para que los alfas cayeran a sus pies y lo mimaran —sonrió con burla—. ¿Sabes cómo sobrevivimos tantos años sin ayuda de nuestro padre, Hitoshi? Denki iba donde los vecinos alfas y se dejaba tocar para conseguir comida.
El vaso de vino se quebró debido a su agarre, salpicando su rostro, pero poco le importó. El dolor de la herida que se hizo apenas lo sintió también, sintiendo a su alfa gruñir con disgusto al imaginarse toda esa escena.
—Buscará un alfa que lo haga sentir seguro —prosiguió Himiko como si nada, tomando su mano herida, llena de vino y sangre—, por lo que no dudará en hacerse marcar por otro alfa cuando ya no le sirvas.
Sentía sus pensamientos nublados, su vista borrosa, pero aun así pudo ver con claridad a Himiko llevándose sus dedos a su boca, lamiendo la sangre y el vino mezclados.
—¿Por qué no vamos a mi casa? Necesito curarte esto —dijo Himiko tomando una servilleta—. Además, a Denki no le haría gracia verte llegar así.
Hitoshi se puso de pie, mareado, sintiendo su estómago apretado, y dejó que la omega pasara su brazo por su cintura, sosteniéndolo para no caerse.
—No dejaré a tu hermano —farfulló apenas, saliendo del bar con Himiko a su lado—. Es mi omega, y lo amo.
—Claro que sí —concedió Himiko como si nada, deteniéndose y pasando sus dedos por el cabello de Hitoshi para luego ponerse de puntilla, sus labios comenzando a acariciar su cuello—, así que tranquilo, Hitoshi, sigue amando a Denki todo lo que quieras, no me importa.
Hitoshi trató de empujarla, pero se sentía cansado, derrotado, y sobre todo, abrumado por todas las sensaciones negativas que llenaron su interior, por lo que no alejó a Himiko lo suficiente de su cuerpo, y la omega siguió pegada a él, sin dejar de tocarlo.
Sin dejar de tocarlo por el resto de la noche.
Voten y comenten cachorros, los leo 😘😘😘
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