Capítulo X
Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst.
Moonbin estacionó el auto fuera del edificio, mirando a un nervioso Dongmin que jugueteaba con las correas de la mochila. Taeyong los observaba, confundido.
—¿On tamos?— preguntó con sueño.
—Tal vez será mejor devolvernos — dijo Dongmin, llamando la atención del alfa —, ni siquiera sé por qué estamos aquí, digo, quizás no debería continuar mis estudios y dedicarme sólo a Taeyong y nuestros futuros hijos, así no–
—Dongminie — le llamó la atención Moonbin —, por favor, respira cariño — el omega obedeció, tomando aire y botándolo varias veces.— No pienses esas cosas, ¿está bien? Sé que quieres seguir estudiando y terminar la secundaria como corresponde, así que, por favor, no te estreses — le dio un pequeño beso en los labios.— Taeyongie y yo confiamos en ti.
Dongmin sonrió de forma temblorosa y tomó aire una vez más antes de abrir la puerta. Antes de salir, se giró hacia Taeyong, que estaba cerrando sus ojos por el sueño.
—Pórtate bien con papi, Taeyongie — le dijo de forma cariñosa.
—Mmm...— asintió el bebé, frotando sus ojitos.
Sonrió y se volteó hacia Moonbin, dándole otro beso en los labios.
—Pasaré a buscarte apenas termines — le dijo Moonbin, pellizcándole la nariz.
Dongmin asintió.
—Te quiero —le murmuró contra la boca.
Moonbin soltó un gruñido de placer.
—Yo también te quiero.
Dongmin cerró la puerta, dejando el calor del auto para caminar hacia el edificio donde ya varias personas entraban en camino a las salas de clase. Dongmin miró su horario, indeciso, y comenzó a buscar el salón donde tendría Literatura, la primera clase en la escuela nocturna a la que asistiría durante dos años para terminar sus estudios. Luego, Moonbin le dijo que si quería estudiar otra cosa podría hacerlo, pero Dongmin no quería adelantarse.
Por ahora, terminar su educación secundaria estaría bien.
Entró al salón, nervioso, y con la vista baja se sentó adelante, su olfato notando a betas y omegas entre el resto de estudiantes, todos mayores de dieciocho años, y no se sintió tan fuera de lugar.
—Hola.
Parpadeó, dejando de morder su labio inferior, y levantó la vista, encontrándose con la mirada de una dulce chica que le sonreía amablemente.
—Hola —saludó nervioso, sonriendo con timidez.
—Soy Kim Sejeong — dijo la chica, sentándose a su lado —. Eres nuevo por aquí, ¿no es así?
Dongmin sintió sus mejillas coloreadas.
—Sí, yo... Yo soy Lee Dongmin —volvió a morder su labio inferior, sin perder el nervio.
—Lee Dongmin — repitió Sejeong con ternura —, eres un omega muy asustadizo, ¿no es así? No te preocupes, aquí todos somos betas y omegas, no tienes que reaccionar con tanto miedo — le revolvió el cabello con confianza, volviendo a sonreír.— Además, por tu olor, parece que tienes un alfa muy celoso y sobreprotector.
Sintió sus mejillas coloreadas, pero se sentó con orgullo.
—Bin sólo quiere cuidarme —dijo feliz.
—Entonces no te estreses demasiado — Sejeong soltó una sonrisa baja —, los profesores son muy buenos y no nos discriminan a pesar de no haber terminado la secundaria. Oh —puso una expresión pensativa —. ¿Cuántos años tienes, Dongmin?
—Dieciocho.
—¡Soy tu noona! —Sejeong parecía feliz —. Ya no soy la menor de aquí, ¡gracias, Dongminie!
Se dejó contagiar por la risa tierna de Sejeong, sintiendo como el nervio parecía irse de su cuerpo, relajándose por tener un rostro amistoso a su lado.
Entonces, el profesor de Literatura entró para dar comienzo a la clase, y Dongmin parpadeó con sorpresa al ver la conocida cara de Mingyu.
El alfa le miró con asombro, antes de sonreír amablemente, acercándose a saludarlo.
—Hola, Dongmin —le saludó Mingyu.
Dongmin le devolvió la sonrisa, aunque sintió su estómago un poco apretado por los nervios.
A Moonbin eso no le agradaría demasiado.
—Hola —saludó.— No sabía que eras profesor aquí, ¡eres tan joven!
Mingyu rió con diversión.
—Tranquilo, el programa de estudios lo hizo mi papá y me ofreció empezar mis prácticas aquí —se encogió de hombros — No creí verte en este lugar, esto es muy raro.
—¿Se conocen?— interrumpió Sejeong con admiración.
—Fuimos amigos cuando pequeños — explicó Mingyu, sin borrar su sonrisa.
—Eso es muy lindo —suspiró Sejeong— A la mayoría de mis amigas las terminé odiando.
Dongmin comenzó a reírse, negando con la cabeza, y Mingyu le imitó.
—Bueno, creo que comenzaré la clase —dijo Mingyu—. Seguimos hablando después Dongminie, ¿te parece?
Asintió en silencio, sacando de su mochila un cuaderno y los lápices que Moonbin le compró. Sejeong, a su lado, se inclinó unos centímetros.
—Tú le gustas —se burló Sejeong.
Dongmin sintió sus mejillas rojas, pero no dijo algo, empujando a la chica que se reía en voz baja.
Sin embargo, cuando Mingyu le miró de pronto, sonriendo como si nada, Dongmin sabía que Sejeong tenía razón, y realmente no sabía cómo reaccionar ante ello.
Horas más tarde, Moonbin le estaba esperando en su auto, y subió saludándolo con un pequeño beso que hizo sonreír al alfa. Eran cerca de las doce de la noche, por lo que se acurrucó al lado de Moonbin.
—No debiste venir a buscarme —le dijo, mientras el alfa conducía —, podría haber llamado a un taxi, tienes que dormir para que descanses bien.
Moonbin le acarició el cuello, sus dedos tocando superficialmente la marca con cariño.
—No puedo dormir si no estás en cama —le dijo con calma —, se siente frío y extraño.
El calor subió hacia las mejillas de Dongmin, que se acurrucó más contra Moonbin, sintiéndose un poco culpable.
—¿Cómo te fue?— preguntó Moonbin.
El omega suspiró, sonriendo.
—Muy bien —contestó.— La gente allí es muy simpática, ¡soy el menor de los alumnos! Hay algunas mamás que me trataron como un bebé por eso —soltó una risa baja—. Me sentí feliz. Me haces muy feliz, Bin, gracias.
Moonbin aprovechó que estaban en una luz roja para inclinarse y darle ahora un profundo beso a Dongmin en los labios. Sintió como se derretía por ese simple toque y su alfa ronroneaba por el gusto de que su omega estuviera contento a su lado.
Al separarse, le dio otro beso pequeño.
—Te amo —le dijo entre besos.
Dongmin nunca sintió a su corazón latir con tanta fuerza, así que se limitó a darle otro beso a Moonbin.
—Yo también te amo —contestó, ignorando todos los problemas a su alrededor.
Omitiendo el número de Mingyu que guardó en el bolsillo y que pesaba como un ladrillo debido a la culpa.
—¿Sabes qué ocurre cuando el alfa engaña a su omega marcado?
Hyewon levantó la vista, encontrándose con la helada mirada de Moon Gahyeon, que bebía café de su taza, y suavizó su expresión, negando con la vista.
—No, señora Moon.
—No, porque no es normal que un alfa engañe a su omega —Gahyeon se encogió de hombros, indiferente.— Si logras que Bin haga tu marca en ti, tu hermanito menor va a sufrir mucho, porque el vínculo que lo une a él se rompería por completo. Tendría suerte si logra sobrevivir.
Hyewon parpadeó, comprendiendo lo que Gahyeon quería decirle, y asintió otra vez en silencio, poniendo una expresión pensativa.
—Pero mi hijo es prudente también —dijo meditabunda la alfa —, no sale a beber a menos que esté acompañado, y aun así, borracho...— miró a Hyewon—. Pero te pareces mucho a tu hermano, quizás sí logre confundirte.
—No necesitamos la marca —dijo de pronto Hyewon —, sino algo que me ate a él, así el resto se hará solo —mordió su labio inferior —. Si logro que Moonbin me deje esperando un bebé, él tendrá que hacerse cargo, y además...— Hyewon sonrió con burla — Dongmin no aceptará jamás que su alfa lo haya engañado. Conozco a mi hermano. Puede ser un idiota necesitado, pero jamás podrá perdonar una infidelidad.
Gahyeon soltó una risa baja, divertida, y se inclinó para tomar la barbilla de Hyewon, que parpadeó lentamente, liberando feromonas de atracción.
—Yo sigo trabajando en lo mío — ronroneó Gahyeon contra los labios de la omega —, ya verás, lograré atar a Moonbin de manos y pies para que haga lo que yo quiera. Y en cuanto a tu hermanito — le dio un beso superficial, lamiendo sus labios —, aprenderá cuál es su lugar.
Hyewon sonrió con tranquilidad, dejando que los labios de la alfa se deslizaran por su cuello en un beso posesivo, y empezó a imaginar el futuro que estuvo construyendo todos esos años, futuro que iba a ser realidad muy, muy pronto.
Sanha quería tomar a sus dos hijos por el cuello y ahorcarlos dulcemente para que así lo dejaran en paz, pero se limitó a darles un golpe en el trasero con la escoba. Eso causó que gritaran en señal de protesta y huyeran hacia el patio, mientras escuchaba la risa descontrolada de Taeyong.
Soltó un suspiro, tomando la bandeja donde sirvió unos vasos con jugo, y fue también al patio, viendo a Dongmin sentado en una banca. Estaba observando a los niños jugar, en tanto Moonbin y Minhyuk se encargaban de preparar la carne en la parrilla.
—La mitad del sueldo de Minhyuk a que queman la carne —dijo Sanha, dejando los vasos sobre la mesita.
Dongmin se rió, sacudiendo la cabeza.
—No le digas a Bin, pero creo lo mismo — susurró Dongmin, agarrando un vaso para beber de él — Jesús, necesitaba este descanso, la escuela me está estresando — puso una expresión enfurruñada.— Había olvidado lo malo que era en todo, no sirvo para estudiar.
Sanha le revolvió el cabello, negando con la cabeza.
—No digas eso, siempre quisiste volver a la escuela a pesar de ser malo en ella porque no querías sentirte un inútil, así que ahora le pondrás todo tu esfuerzo y te graduarás con honores —dijo Sanha solemnemente.
—Estás hablando como las mamás omegas de ese lugar —se quejó Dongmin, antes de comenzar a reírse al ver la mirada indignada de Sanha.
—¡A mí me respetas, Lee Dongmin! — Sanha le dio un manotazo, escuchando su grito medio quejido medio risa.
—Es Moon Dongmin —dijo de pronto Bin, cargando a un enfurruñado Taeyong por las axilas. El bebé pateaba el aire queriendo soltarse, pero sin lograr nada.— El demonio estaba tirándole tierra a los ojos de Doyoung y Youngho.
Sanha se atoró con el vaso de jugo y Taeyong puso una expresión de inocencia. Dongmin lo tomó en brazos, cambiando su rostro para comenzar a regañarlo.
—¡Mis bebés! —grito Sanha, poniéndose de pie para ir a ver a sus hijos que estaban sentados en el suelo mientras lloraban y frotaban sus ojos.
—¡Taeyong! —llamó la atención Dongmin — ¿Cómo se te ocurre hacer eso? ¡No puedes ir por la vida tirándole tierra a tus amigos!
—¡Come tiela! —chilló Taeyong, y antes de que Dongmin pudiera seguir regañándolo, el bebé pasó su mano llena de tierra sobre el rostro de Dongmin, dejándolo todo sucio.
Por supuesto, Taeyong comenzó a reírse mientras el omega gritaba y se ponía de pie, escupiendo tierra y regañándolo sin dejar de escupir. Escuchó las carcajadas de Minhyuk y Moonbin, y los fulminó con la mirada mientras Taeyong trataba de soltarse del agarre de Dongmin, pero sin lograr mucho. Pronto, el pequeño infló sus mejillas con enojo.
Dongmin caminó a tientas al baño, donde Sanha le quitaba la tierra de los ojos a Doyoung y Youngho, y cuando vio el rostro del omega soltó una risa baja.
—Tú hijo es el Anticristo —dijo Sanha, dándole espacio para que Dongmin pudiera limpiar su cara.
Dongmin sentó a Taeyong sobre el lavamanos, abriendo la llave.
—No pienso comprarte más dulces por un mes, Taeyong —castigó Dongmin, con sus labios fruncidos en esa mueca que a todo el mundo llamaba la atención.
Taeyong enrojeció por la molestia.
—¡Mami mala! —acusó Taeyong, y chilló cuando Dongmin comenzó a limpiarle las manos —, ¡Malo, malo, malo!
Dongmin soltó un bufido, echándole jabón a las manos de Taeyong mientras Doyoung y Youngho salían del baño para volver a jugar, ahora limpios. Sanha se sentó en el inodoro, pensativo.
—Estás muy malcriado, Taeyongie —dijo Dongmin llamando la atención del bebé, que seguía pataleando para soltarse —¿Qué ocurre, bebé?
Los ojos del pequeño se llenaron de lágrimas.
—Te estanio —lloriqueó Taeyong—, te vas y no estás, y papá te estania.
Dongmin suavizó su expresión, limpiándole las manitas rechonchas al bebé para luego sonarle la nariz, suspirando.
—Yo también los extraño —dijo Dongmin — pero son sólo unas horas, Taeyongie, nada más, no tienes por qué ponerte así — le pellizcó la mejilla, ganándose un puchero del bebé.
—Papá cata mal —insistió Taeyong.
—Le daré clases de canto, entonces. ¿Eso estaría bien? —Taeyong asintió, no muy convencido, y Dongmin lo bajó.— Ahora anda a jugar y pórtate bien. Si lo haces, te daré un dulce.
Taeyong sonrió y salió del baño a tropezones, directo al patio para seguir jugando, y Dongmin miró a Sanha, que le observaba en silencio.
—¿Ocurre algo?— preguntó Dongmin, limpiando sus manos.
—¿Cuándo le dirás a Bin que tu profesor es tu ex y tienes su número? — preguntó Sanha con calma.
Dongmin soltó la toalla y miró a su amigo con incredulidad.
—Mingyu no es mi ex —contestó, sin humor en su voz —, es sólo un amigo.
—Le gustas a ese alfa —señaló Sanha bufando, poniéndose de pie —, y te has estado mensajeando con él sin decirle a Bin — Sanha cerró la puerta del baño — Incluso has quedado en ir a tomar un café con él. ¿Eso podría considerarse una infidelidad?
El omega tuvo que controlar su mano para no darle una bofetada a Sanha, que seguía tranquilo, aunque en sus ojos podía leer la acusación.
—No es una infidelidad porque no pienso en Mingyu de una forma romántica — escupió Dongmin en un gruñido bajo — Y si no le digo a Bin, es porque sé que reaccionará de forma celosa y quiero evitar ese problema, ¿entendido?
—Pero él sí te mira de una forma romántica — prosiguió Sanha — Dongmin, estás comenzando una nueva vida, no invites los problemas a ella.
Dongmin abrió la puerta, molesto, pero se giró una vez más hacia Sanha.
—No estoy haciendo nada malo —dijo saliendo del baño.
No estoy haciendo nada malo, se repitió cuando entró al patio y abrazó a Moonbin por la cintura, apoyando su cabeza contra su hombro, y el alfa le sonrió, dándole un beso en la mejilla.
Moonbin dejó la taza de café sobre la mesa, cerrando sus ojos brevemente mientras suspiraba para tratar de relajarse un poco, y a su mente vino la imagen de Dongmin durmiendo en la cama, acurrucado a su lado, apenas haciendo ruido alguno.
Pero en lugar de sentir la típica sensación de felicidad que normalmente habría experimentado, sólo sintió un poco de molestia y disgusto al recordar que dos días atrás le pidió a Dongmin faltar a clases para tener un poco de tiempo en pareja, y el omega se negó con rotundidad, diciendo que no faltaría ningún día ahora que estaba recuperando el ritmo. Además, parecía más concentrado, cuando él estaba en casa, en hacer sus tareas y pasar tiempo con Taeyong, que estaba más grosero y exigente esos últimos días con todo el mundo.
Quedaba menos de un mes para su boda y no quería imaginar cómo sería la vida matrimonial luego de eso.
Su móvil sonó, pero cuando vio el número, soltó un chasquido de desaprobación.
¿Acaso su padre no dejaría de joderlo en algún momento? Al menos agradecía que fuera su padre y no su madre, porque ella era mil veces peor que su progenitor.
Luego de que su papá insistiera cinco veces más, contestó:
—¿Qué ocurre?— preguntó con la voz dura—. Estoy en mi descanso, así que más te vale que sea importante.
—Necesito hablar algo urgente contigo — respondió su padre con tranquilidad. — Juntémonos en el café de siempre, Bin. Si no llegas en media hora, iré a buscarte a la clínica, ¿entendido?
Antes de poder mandarlo al diablo, su padre cortó la llamada.
Bufó, poniéndose de pie para salir de la oficina con una mirada de muerte. Al menos podría comer algo más consistente fuera de la cafetería de la clínica, se consolaba con disgusto, mientras tomaba el ascensor y marcaba el subterráneo donde estaba el estacionamiento.
Cinco minutos después, estaba saliendo de la clínica tratando de contener la creciente molestia en su interior, y cuando se estacionó fuera de la cafeteria elegante donde se juntaba con sus padres, suspiró para tratar de relajarse un poco. No quería espantar a las personas del lugar con su olor de alfa furioso, por lo que se forzó a pensar en algo que pudiera tranquilizarlo, como en el olor que liberaba el cuello de Dongmin cuando lo abrazaba por las noches y le sonreía, contento de estar a su lado.
Notablemente más tranquilo, Moonbin se bajó y entró a la cafetería, buscando con los ojos a su padre. Como siempre, estaba en una mesa un tanto alejada, lejos de las miradas del resto, pero con la posibilidad de que ellos pudieran observar lo que ocurría en el local sin ser demasiado obvios.
Se sentó a su lado, pero antes de dirigirle una palabra, pidió algo para almorzar.
Cuando el mozo se marchó, recién se giró a su progenitor.
—¿Tu omega no está haciendo un buen trabajo quitándote la tensión?— se burló su padre como si nada, bebiendo de su taza de café.
—Mi vida sexual con Dongmin no es de su incumbencia — respondió duramente. — Ahora, ¿qué quieres hablar conmigo?
Kyunghoon entrecerró los ojos, negando con la cabeza, e hizo una mueca con sus labios.
—¿Cuáles son las probabilidades de que rompas la marca que tienes sobre ese omega? — Moonbin enarcó una ceja.
—¿Así que me están vigilando? No creí que caerían tan bajo —bufó Moonbin, cruzándose de brazos mientras el mozo llegaba con la comida —. Ninguna probabilidad. Dongmin es mi omega y se quedará así por siempre.
Su padre suspiró, sin dejar de beber de la taza.
—¿Por qué no puedes ver qué sólo queremos lo mejor para ti y la familia? — gruñó Kyunghoon —¿Cuándo dejarás de ser un chico malcriado e insolente?
—Cuando mamá y tú dejen de ser un dolor en el culo —contestó Moonbin con expresión aburrida.
—Ten un poco más de respeto, Bin — dijo con advertencia su padre.
—El respeto se gana — replicó el alfa menor, y soltó un bufido, desviando la vista hacia la calle.— De verdad, padre, ¿realmente creía que-?
Se interrumpió a sí mismo al ver a un alfa conocido sentado en una de las mesas en el exterior, poniéndose de pie y dándole un beso a la mejilla a Dongmin.
A su Dongmin.
El omega le sonreía a Mingyu como si nada, sentándose a su lado, y comenzó a hablarle de quién sabe qué.
A Moonbin no le importaba ver a Dongmin hablando con otro alfa. No, lo que realmente hizo hervir su sangre fue el hecho de pensar que Dongmin no le contó nada de eso, porque no le habló en ningún momento de salir a comer con Mingyu.
—¿Si realmente creía qué? — preguntó su padre frente a él, sin saber el motivo de su repentino silencio.
Moonbin soltó un gruñido bajo, sacando su móvil.
—Vete a la mierda —murmuró, causando que su padre se indignara más, pero omitió eso por completo.
Le escribió un rápido mensaje a Dongmin.
Bin
¿Almorzamos juntos hoy?
Observó de reojo a Dongmin sacando el celular de su bolsillo, en tanto Mingyu le platicaba de algo. Lo vio fruncir levemente el ceño, tecleando con rapidez una respuesta que llegó a su móvil unos segundos después.
Dongminnie
Almuerzo con Sanha, Taeyong se está portando mal:(
Apretó su móvil con fuerza ante la descarada mentira de Dongmin.
¿Qué mierda estaba haciendo su omega con ese alfa? ¿Acaso no le dejó en claro semanas atrás que no lo quería cerca de él?
¿Y cómo mierda se comunicaron?
¿Por qué demonios no le dijo que se estaban viendo?
¿Acaso...?
Pensar en una infidelidad revolvió su estómago.
Moonbin vio a Dongmin reír a través de la ventana y sintió que era suficiente, en especial cuando Mingyu se inclinó, deslizando una mano por la pierna del omega.
Se puso de pie, los celos y la rabia bullendo en su interior como un volcán, ignorando lo que fuera que su padre estuviera hablando, y sin dudarlo un poco, salió del local.
La parejita le estaba dando la espalda, por lo que no lo vieron venir.
—Dongmin.
Su voz fue un gruñido lleno de ira, disgusto y sana.
Dongmin se tensó de forma irremediable ante el tono exigente de una persona que conocía.
Temblando, sintiendo a su omega gemir en su interior, se giró tratando de componer una sonrisa dulce.
Pero no pudo hacer nada al ver el rostro lleno de furia de Moonbin, demostrando lo enrabiado que estaba en ese instante.
Cerró sus ojos al ver el puño ser levantado.
Sin embargo, el golpe no cayó sobre él, sino sobre la persona a su lado.
Moonbin se lanzó sobre Mingyu sin dudarlo un poco, su puño descargándose sobre el rostro del alfa. A pesar de ser más pequeño y delgado que Mingyu, Moonbin lucía como una bestia en ese instante, sus labios componiendo una mueca de cólera y sus ojos siendo invadidos por su alfa inundado con saña.
Dongmin se puso de pie, y sin dudarlo, agarró a Moonbin por la cintura, tratando de alejarlo.
—¡Moonbin! —chilló, dejando que su omega lo dominara, usando esa voz que suplicaba que lo escuchara— ¡Por favor, Moonbin!
Por supuesto, el alfa se dejó envolver por la voz omega de Dongmin, apaciguando su rabia lo suficiente como para soltar a Mingyu.
—¡No te atrevas a acercarte a mi omega otra vez!— gruñó Moonbin, antes de voltearse, viendo los ojos llenos de lágrimas de Dongmin.
Pero en lugar de conmoverlo como hubiera hecho antes, sólo sintió como el enojo crecía un poco más.
Agarró a Dongmin de la muñeca sin cuidado alguno, tirando de él ante la atónita y asustada mirada de todo el mundo. Dongmin iba avanzando a tropezones detrás de él, pidiéndole que lo soltara, que le dolía, que le iba a seguir, sin embargo, Moonbin no hizo caso, seguía tirando de él hasta llegar al auto, abrir la puerta del copiloto y empujar de él para sentarlo.
Cuando se sentó a su lado, Dongmin gemía en voz baja debido al dolor, frotando su muñeca para calmar la irritación.
—Almorzando con Sanha, ¿no es así? — gruñó sin perder su tono alfa, exigiendo respuestas.
Dongmin bajó la vista, encogiéndose.
—Lo siento, alfa —susurró con miedo.
Moonbin soltó un nuevo gruñido, encendiendo el auto y conduciendo lo más rápido que pudo hacia su casa. Un viaje desde el centro hacia su hogar tardaría normalmente una media hora, pero ahora, debido a la velocidad que conducía, tardó cerca de diez minutos.
Se estacionó fuera, bajando con rapidez, y abrió la puerta de Dongmin, agarrándolo otra vez de la muñeca y obligándolo a seguirlo.
Podía leer las feromonas de miedo que envolvían a Dongmin, su súplica muda en su rostro, pero estaba demasiado cegado por la rabia y el odio como para ver sus acciones desde fuera.
Tiró de Dongmin sobre el sofá, apoyando sus manos en el respaldo, e inclinó su rostro para no dejarle escapatoria alguna.
—¿Desde cuando estás saliendo con él? — preguntó sin dejar su tono enfurecido, manipulándolo con facilidad gracias a la rabia que soltaba.
Dongmin se estremeció, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas.
—No estoy saliendo con él, alfa — sollozó, queriendo bajar la vista, pero los ojos de Moonbin le decían que si lo hacía, todo iba a empeorar.
—¿Por qué me mentiste entonces, omega?— gruñó Moonbin, acercándose un poco más.
—No quería ponerte celoso —volvió a lloriquear Dongmin —, y Mingyu es sólo un amigo, nada más, él no...
—Si es sólo tu amigo —dijo en voz baja Moonbin —, ¿por qué no me dijiste nada? — agarró la barbilla de Dongmin, levantando su vista, y se inclinó —¿Quieres acostarte con él, omega? ¿Abrirte de piernas y dejar que llene tu sucio y abierto agujero? ¿Acaso la polla de tu alfa no es suficiente para ti? — apretó un poco su agarre, haciéndolo gemir —. Respóndeme, zorra.
—No, alfa —sollozó Dongmin, humillado — No quiero eso con él, yo te quiero sólo a ti, a nadie más. Lo siento, Bin, lo siento mucho, no quería mentirte, es sólo que...
—No soy Bin — gruñó el de cabello oscuro —, soy Alfa.
Dongmin sollozó.
—¿Cómo lo contactaste? —volvió a preguntar Moonbin, sus dedos deslizándose sobre el lloroso rostro de Dongmin, sintiendo como la calma de a poco parecía volver a él.
—Las clases nocturnas —hipó Dongmin — Mingyu es profesor, ahí nos encontramos otra vez.
Moonbin se alejó, sintiendo como la ira volvía a inundarlo, pero estaba en ese instante lo suficientemente lúcido como para saber que debía alejarse de Dongmin, o seguiría buscando formas de humillarlo y herirlo por haberle mentido y dañado.
—No vas a volver allí — dictó con voz dura —, ahora sólo te dedicarás a tu bebé y a mí.
Dongmin asintió en silencio, sin dejar de llorar.
Moonbin se giró.
—¿A dónde... vas, Alfa?— preguntó el omega con tono débil.
—No me esperes — fue lo único que escupió Moonbin antes de salir de casa, dejando el aire cargado de hormonas llenas de rabia y odio en el aire, causando que Dongmin rompiera a llorar ahora sin control alguno.
Lamentándose por completo por haber ignorado la clara y cierta advertencia que Sanha le dio.
Moonbin sabía que debía llevar muchas copas como para estar en ese deplorable estado, pero si era sincero, no quería dejar de beber.
Se sentía herido, abandonado como un perro callejero, pero por sobre todo, traicionado y como un idiota por haber confiado en Dongmin y darle tantas libertades. Todo el mundo decía que había que tener bien sujetados a los omegas para que aprendieran cuál era su lugar, y Moonbin nunca creyó esas cosas por completo, pero ahora, como estaba la situación...
No podía evitar sentirse aterrado de perder a Dongmin por concederle tantas cosas.
Se sintió más miserable aún al recordar la mirada asustada del omega sobre él, como se encogía y sollozaba cuando le obligaba hablar, y quiso salir de allí para ir a buscarlo, tomarlo en sus brazos, murmurándole que no lo dejara, que lo quería demasiado.
Pero se limitó a pedir otra copa de vino.
—¿Aburrido, Moonbin?
Levantó la vista, enfocando su mirada en la omega frente a él, e hizo una mueca de disgusto.
—Vete a la mierda, Hyewon — balbuceó en un gruñido.
La chica hizo un puchero leve, y de pronto sintió como si Dongmin estuviera frente a él.
Sin embargo, al volver a parpadear, Hyewon le hacía el gesto, no Dongmin.
—¿Qué pasó? ¿Mi hermanito no se ha portado bien?— Hyewon ladeó la cabeza, inclinándose — Dongminie siempre ha sido un omega malcriado.
—No hables de él como si lo conocieras — gruñó, bebiendo de golpe el vaso de vino.
—Pero lo conozco —ronroneó Hyewon de forma malintencionada —, siempre poniendo una expresión inocente y llorosa para que los alfas cayeran a sus pies y lo mimaran — sonrió con burla —¿Sabes cómo sobrevivimos tantos años sin ayuda de nuestro padre, Bin? Dongmin iba donde los vecinos alfas y se dejaba tocar para conseguir comida.
El vaso de vino se quebró debido a su agarre, salpicando su rostro, pero poco le importó. El dolor de la herida que se hizo apenas lo sintió también, sintiendo a su alfa gruñir con disgusto al imaginarse toda esa escena.
—Buscará un alfa que lo haga sentir seguro — prosiguió Hyewon como si nada, tomando su mano herida, llena de vino y sangre —, por lo que no dudará en hacerse marcar por otro alfa cuando ya no le sirvas.
Sentía sus pensamientos nublados, su vista borrosa, pero aun así pudo ver con claridad a Hyewon llevándose sus dedos a su boca, lamiendo la sangre y el vino mezclados.
—¿Por qué no vamos a mi casa? Necesito curarte esto —dijo Hyewon, tomando una servilleta —. Además, a Dongminie no le haría gracia verte llegar así.
Moonbin se puso de pie, mareado, sintiendo su estómago apretado, y dejó que la omega pasara su brazo por su cintura, sosteniéndolo para no caerse.
—No dejaré a tu hermano —farfulló apenas, saliendo del bar con Hyewon a su lado.— Es mi omega, y lo amo.
—Claro que sí —concedió Hyewon como si nada, deteniéndose y pasando sus dedos por el cabello de Moonbin. Se puso de puntilla, sus labios comenzando a acariciar su cuello —, así que tranquilo, Bin, sigue amando a Dongminie todo lo que quieras, no me importa.
Moonbin trató de empujarla, pero se sentía cansado, derrotado y, además, abrumado por todas las sensaciones negativas que llenaron su interior, por lo que no alejó a Hyewon lo suficiente de su cuerpo, y la omega siguió pegada a él.
Sin dejar de tocarlo por el resto de la noche.
Muchas gracias por leer, si ven errores ortográficos o de nombre pueden decirme.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro