5.
Advertencias: Omegaverse, parejas secundarias, historia cliché, drama y angst
-Los resultados estarán mañana en la mañana.
Lisa levantó la vista, quitando sus ojos de MiYeon para fijarlos en la doctora SuJi, amiga de Rosé y quien iba a llevar a cargo el examen de sangre para corroborar que Rosé era el padre de MiYeon. Lisa nunca fue buena mintiendo, pero esa situación lo ameritaba, y si Rosé estaba segura de lo que hacía... Iba a confiar en ella.
-¡Chupetín! -chilló MiYeon, sentada sobre la mesa de la doctora cuando SuJi le tendió el dulce con una sonrisa amable.
Rosé le revolvió el cabello a MiYeon.
-Me entregarás los resultados sólo a mí, ¿Cierto? -le preguntó Rosé a su amiga.
SuJi enarcó una ceja, sonriendo con diversión.
-¿Qué clase de amiga crees que soy? -se burló SuJi-. Vamos, quiero hablar un momento contigo.
Rosé soltó un bufido, mirando a Lisa, que estaba observando a MiYeon chupar el dulce que le dieron. Sin pensarlo mucho, se inclinó y le dio un beso en la mejilla, murmurándole que volvería enseguida. La omega se limitó a sonreírle dulcemente, asintiendo y poniéndose a cantarle a MiYeon.
Ambas alfas salieron de la oficina, comenzando a caminar por los pasillos.
-Así que... -comenzó a decir SuJi con calma-. ¿Tu omega?
La rubia se encogió de hombros.
-La vi y la quise. -contestó en voz baja.
-Vaya -los ojos de su amiga brillaron con burla-. Quién habría dicho que la dulce y adorable Roseanne Park terminaría enamorada.
-Vete a la mierda. -dijo Rosé.
SuJi comenzó a reírse antes de ponerse seria.
-¿Tu madre...?
-Está en contra de esto -Rosé hizo una mueca-, pero sabes que nunca me ha importado su opinión -suspiró-. Lo que realmente me preocupa es esto. Lisa... No estaba dispuesto a perder a MiYeon para ser mi omega.
SuJi la observó, enarcando una ceja.
-Bien pudiste forzarla -el tono de su amiga era ahora suave-. Sabes que un omega no puede hacer nada ante un alfa. Sabes que, si hubieras querido, podrías haber matado a su bebé, para luego declarar a la omega como tuya a pesar de que no quisiera.
Rosé pensó si eso hubiera pasado. Si ese día que vio a Lisa en el jardín de su casa, arreglándolo mientras le hablaba a MiYeon, se hubiera acercado con dobles intenciones hacia la bebé. Si le hubiera roto el cuello ese día a MiYeon y después tomar a Lisa como suya.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal.
El sólo pensamiento de esa situación era algo demasiado grotesco para ella.
-Lisa merece a alguien que la ame y la cuide, no a alguien que la haga sufrir. -respondió tranquilamente.
Rosé quería borrarle la sonrisa burlona de SuJi con un puñetazo.
Pero se limitó a rodar los ojos.
-Así que harás pasar a esa bebé como tuya para que nadie sospeche -SuJi negó con la cabeza-. Es un buen plan, lo sabes, pero... si el Gobierno llega a enterarse...
-Nadie va a enterarse.
SuJi la miró, asintiendo.
-Seré la única que haga y vea los resultados. -prometió su amiga, antes de abrir la puerta de la oficina.
Lisa levantó la vista, mientras le seguía cantando a MiYeon una canción sobre las partes del cuerpo a lo que la niña balbuceaba para seguirle el ritmo, y le sonrió para calmarla, diciéndole que todo estaba bien.
Y cuando la omega le dio a MiYeon un pequeño beso en la nariz, haciéndola reír, supo que las cosas estarían bien siempre que Lisa sonriera.
***
-¡Puuuuuuuuuuudííííín!
-MiYeon, te estás ensuciando toda la carita.
-Deja que coma sola, ya está grandecita para hacerlo.
-¡Qué dices! -Lisa le dio un suave golpe en el brazo-. ¡MiYeon siempre será mi bebita!
MiYeon comenzó a reírse con la boca llena de pudín y fijó su mirada en el dibujo que estaba coloreando, mirándolo de manera concentrada para no salirse de las líneas. Lisa se recostó al lado de Rosé con una expresión satisfecha, en tanto la alfa la rodeaba con un brazo.
-Podríamos fijar la boda en dos meses -comentó Rosé, mientras hojeaba un catálogo de trajes-, y hacerla en el patio de mi casa, ¿Qué te parece?
Sintió a Lisa tensarse levemente bajo su toque, pero luego de unos segundos, relajó su cuerpo.
-Para mí está bien todo lo que digas. -le dijo de forma dulce.
Rosé miró a Lisa con una ceja enarcada, encontrándose con el temor levemente marcado en sus ojos.
Después de salir de la clínica, decidieron ir a comer algo, por lo que ahora se encontraban en la terraza de un restaurante, comiendo el postre, en tanto MiYeon coloreaba para no aburrirse. A su alrededor, el resto de las mesas estaban llenas también.
-Lili -le dijo Rosé con calma-, me encantaría escuchar tu opinión, ¿Lo sabes, bebé? -le acarició la nuca-. Quiero saber siempre lo que piensas, así que no me tengas miedo. No actúes como la omega que esperan que seas. Actúa como la omega que me tiene loca.
Las mejillas de Lisa se tiñeron de rojo.
-Te odio, eres demasiado dulce conmigo. -regañó de pronto Lisa, avergonzada.
Rosé sonrió con diversión.
-Dos meses está bien -cedió Lisa, repentinamente-, pero... ¿En el patio de tu casa? ¡Es horrible!
La expresión de la alfa cambió ahora a una ofendida.
-¡Eso no es verdad!
-¡Si lo es, Rosé! -regañó-. No lo arreglaré en dos meses, ¡Ese jardín necesita cuidado y amor!
Rosé refunfuñó por lo bajo, pero volvió a sonreír cuando Lisa se rió, dándole un pequeño beso en los labios.
Le gustaba que Lisa bajara sus defensas con ella, que le tomara la mano, que le buscara sin vergüenza. Que le sonriera como si ella pudiera hacerla feliz sólo con unas pequeñas palabras.
-Muy bien -Rosé suspiró-. Entonces... ¿El patio de tu casa?
-No -Lisa frunció el ceño-. Esa casa... Uh... Podríamos venderla luego del matrimonio, ¿No? Es tan fría, tan solitaria...
Le dio un pequeño apretón en la mano, asintiendo.
-O podríamos venderla la próxima semana y te vienes a vivir conmigo -comentó Rosé como si nada-. Compraré una cama más grande para que puedas dormir allí todo el tiempo.
-¡Pero si tu cama ya es de dos plazas!
-Compraré una de cinco plazas.
-¡Esas no existen!
-Entonces mandaré a hacer una sólo para ti.
Lisa comenzó a reírse sin control, sin importarle si estaba llamando la atención, y Rosé le dio otro beso pequeño, sintiendo los suaves labios de la omega acoplarse a los suyos.
-Podríamos... -susurró Lisa al separarse-. Cuando era pequeña, Ten Oppa me llevó al estanque Anapji.
Rosé se le quedó mirando en silencio, dejando que la omega hablara, sin presiones.
Era la primera vez que Lisa nombraba a su hermano desde que descubrió que era su prometido. Antes, se limitaba a ignorarla cuando quería hablar de él, de su pasado. Lisa parecía tener una especie de habilidad cuando se trataba de reprimir sus emociones, sin querer demostrar lo que estaba sintiendo realmente.
-Me encantó tanto que... Que le dije a Oppa que me quería casar allí cuando encontrara un alfa que me quisiera, que... Que un alfa me amaría tanto, que nos casaríamos allí cuando estuviera atardeciendo.
Rosé, con calma, la atrajo contra su cuerpo, sintiendo cómo ambas se complementaban perfectamente, como la comodidad y la calidez las invadía en unos segundos. La alfa supo, cuando la miró por primera vez, que Lalisa Manoban era su omega, era la persona que nunca buscó, pero era perfecta para ella.
-¿Sabes que me dijo él? -la voz de Lisa se volvió triste-. Ten sólo se rió como si yo estuviera bromeando y me dijo que... Que nunca un alfa iba a quererme tanto como para casarse conmigo. Que... Que era una omega de baja categoría y debía conformarme siempre con ser una segunda opción. Y que si encontraba un alfa que me quisiera... Si lo encontraba, jamás querría casarse en el estanque Anapji porque era demasiado para tan poco -Lisa parpadeó, enfocando sus ojos en Rosé otra vez, y terminó por sonreír tímidamente-. Podríamos arrendar una iglesia pequeña para-...
-Nos casaremos en el estanque Anapji.
Lisa enmudeció, abriendo sus ojos con sorpresa ante las palabras que le acababa de decir Rosé con total calma. La alfa la miraba como si estuviera actuando con lógica, como si fuera absolutamente seria.
Luego, negó con la cabeza.
-Rosé, no es necesario...
-Esta misma tarde llamaré para fijar la fecha -replicó Rosé, volviéndola a callar-. ¿Y sabes que más, Lili? Invitaremos a Ten a la boda. Lo invitaremos para que vea que una alfa te quiere tanto que se casará contigo. La invitaremos para que vea que tú siempre serás mi primera opción, a pesar de ser una omega de supuesta baja categoría. Lo invitaremos para que vea que casarnos allí es poco para una persona tan hermosa como tú. ¿Entendido, Lili?
La omega asintió con los labios temblando, como si estuviera a punto de llorar, y Rosé le dio un beso en la frente haciéndole saber que estaba allí, con ella, que nunca la dejaría y que iba muy en serio con sus intenciones.
-Te quiero, Rosé -dijo de pronto Lisa, mirándola a los ojos-. Te quiero, Alfa.
Inconscientemente, Rosé llevó su boca al cuello de Lisa, olisqueándolo y lamiendo para marcarla con su aroma. Escuchó su gemido suave, sintiendo las feromonas que soltaba, y gruñó en señal de deseo y cariño. Podía ver la marca de su primer alfa, por lo que volvió a gruñir para demostrar su disgusto, pensando en el momento en que tuviera a Lisa sólo para ella. Cuando la marcara, la haría en esa zona para no dejar duda alguna de quién era su alfa.
-¿Y la luna de miel? -preguntó, sin alejarse de su cuello.
Lisa se sintió de pronto caliente.
-¿Qué ocurre con ella? -preguntó, fingiendo no entender la pregunta.
Rosé se separó un poco, lo suficiente para tener su rostro frente a ella.
-Te haré mía esa noche si tú quieres -respondió sin vergüenza, sin pudor-. Te marcaré y serás mi omega completamente -sus ojos se oscurecieron un poco-. A menos que quieras que lo haga antes, Lili. Con cualquiera de las dos opciones, estoy bien -le acarició el labio inferior-. Así que... ¿Dónde quieres que vayamos de luna de miel?
Le encantaba ver las mejillas de Lisa teñidas de rojo, tan colorado, tan tímida, tan avergonzada. Eso la hizo pensar cuando estuvieran a solas, cuando las ropas no las molestaran, cuando se unieran de una forma tan íntima que nadie podría separarlas.
-La noche de bodas está bien para que... Para que me marques -concedió Lisa nerviosamente-. Y... Y podríamos... Quizás ir a la costa, a la playa...
-¡Paia, paia! -gritó MiYeon de forma distraída, frunciendo el ceño en señal de concentración mientras seguía coloreando.
-En la playa podría deshacerme de esta mocosa más fácilmente. -murmuró Rosé.
Lisa comenzó a reírse, terminando de comer el postre, y Rosé recordó algo de pronto.
-Lili... -la omega la miró, inquisitiva-. ¿Tú quieres... Más hijos?
De forma automática, Lisa miró a MiYeon, que se echó más pudín a la boca, y pensó en los meses de embarazo, en el parto.
A pesar de que quisiera mucho a MiYeon, de que fuera casi su vida entera, tenía que admitir que fue muy difícil. Porque Lisa tenía sólo dieciséis años cuando quedó preñada, y tanto los meses de embarazo como el parto los vivió prácticamente sola.
Pero si Rosé quería...
Recordó los ojos de JiWon cuando Lisa le decía que no, cuando no le hacía caso, cuando se negaba a ceder, cuando hacía todo mal. Recordó el primer golpe, tan de improviso que se quedó en el suelo por minutos, sin poder reaccionar ni entender la situación.
JiWon se enojó porque Lisa no se estaba cuidando con la comida, y cuando le dijo a la omega que tenía que ser delgada, bonita, tierna -como se esperaba de los omegas-, Lisa le replicó que le daba lo mismo ser delgada, que prefería comer a pasar hambre. Una estupidez, pensó Lisa mientras miraba su reflejo en el espejo esa noche, acariciando su mejilla hinchada, y fue la primera lección de muchas que aprendió.
-Si quieres un hijo tuyo, entonces está bien. -dijo, estirando los labios hacia arriba, en una sonrisa mecánica y falsa.
Rosé no dijo nada por varios segundos.
-Lili...
Desvió la vista, incapaz de sostenerle la mirada.
-Por favor, mi amor, si no quieres más hijos, lo puedo entender... -Rosé le tomó el mentón, levantándoselo-. Te prometo que está bien. Además... -hizo una mueca-, suficiente tengo con compartir tu atención con MiYeon.
Soltó una risa suave, asintiendo.
-Quiero más -dijo ahora con decisión-. Quiero... Quiero hijos tuyos, quiero que... Que anudes en mi interior -sus mejillas se sintieron rojas otra vez-. MiYeon tendrá muchos hermanitos para jugar.
-¡Emanitos, emanitos! -aprobó MiYeon con las mejillas manchadas de pudín.
-Pero... -Lisa mordió su labio inferior-, Rosé, tú... ¿Tú me dejarías... -tragó saliva, nervioso. Si Rosé le decía que no, se sentiría muy triste, aunque sabía que no debía sentirse así-. Permitirías que yo... Terminara mis estudios? -ahora se sentía humillada, idiota, inútil-. JiWon decía que no era necesario, pero yo... de verdad yo quiero...
-Por supuesto que sí, Lili -Rosé le sonrió, mostrando sus encías, y Lisa quería besarla todo el tiempo, nunca separarse de su lado-. Buscaremos un colegio, podría ser con enseñanza nocturna, para que termines tus estudios -le pellizcó la nariz-. Incluso si quieres, Lili, podrías seguir estudiando después. Yo te voy a apoyar en cualquier decisión.
Lisa sonrió ampliamente, dándole otro beso, antes de que MiYeon decidiera que quería la atención de su mamá de vuelta y se pusiera a berrear.
Pero Rosé se limitó a sonreír, revolviéndole el cabello a la bebé mientras Lisa la regañaba por comer de forma tan desastrosa, y le dio un beso en la mejilla a la omega.
***
-Señora Park.
Sandara Park levantó la vista del informe de acciones del último mes que estaba leyendo, encontrándose con los ojos castaños de su asistente.
-¿Qué ocurre, Ten? -le preguntó la alfa, quitándose los lentes de lectura.
El chico levantó una carpeta que traía el nombre de la hermana del chico, Lalisa Manoban, en una esquina, y con calma Sandara tomó los papeles que le tendió Ten. Sin apresurarse demasiado, aunque notando la ansiedad del omega, comenzó a leer lo que el detective privado -que contrató para espiar a esa asquerosa chica con la que su hija se quería casar- le decía sobre lo que descubrió.
Primero que todo, información sobre su alfa muerto, Cho JiWon. Familiares, trabajo, amigos. Poca información que no le servía.
Segundo, donde vivía luego de ser echado de su casa.
Tercero, información de la última semana.
Frunció el ceño.
Las escuché hablar sobre planes de boda. Pensaban fijar una fecha de aquí a dos meses.
Dos meses. Muy poco tiempo.
-¿Lo leíste, Ten? -volvió a preguntar la alfa, observando nuevamente a su ayudante.
-Sí, señora Min -pudo notar el tono rencoroso que utilizó, su voz teñida de odio. Una sonrisa juguetona bailó en sus labios-. Una boda.
Sandara se puso de pie, quitándose la chaqueta oscura y aflojando la blusa que llevaba ese día, sin dejar de mirar a Ten. El chico se enderezó, cerrando la puerta con llave.
-Una boda entre mi hija y tu hermana, quién lo diría -la alfa hizo una pequeña mueca, recostándose sobre el escritorio-. Quiero a su bebé muerta, y a esa omega... -puso una expresión pensativa-. Estoy segura de que la prostitución sería suficiente castigo para ella.
Ten pensó en su hermanita de seis años, tan inocente, tan sonriente, tan tierna. Una omega inutil que mató a su mamá en el parto.
Él la odió tanto, tanto...
Por culpa de Lisa se quedaron sin mamá. Por culpa de Lisa su padre se volvió un borracho. Por culpa de Lisa su padre los golpeó. Por culpa de Lisa ahora estaba perdiendo a su prometida y todo lo que construyó.
Eso no se lo iba a permitir. Ten no permitiría que su estúpida hermana menor le quitara algo por lo que luchó toda su vida.
Ten quería verla destruida, quería verla como la maldita puta que era, siendo usada sólo para entretención de alfas, sin nadie que la quisiera. Sin que Rosé la quisiera.
Sandara hizo un gesto con su mano, indicándole que se acercara, y Ten obedeció, chocando sus labios con los de la alfa.
El omega tenía claro, desde que fue contratado como un simple oficinista en las empresas Park, lo que debía hacer para poder triunfar en la vida. Y cuando Sandara Park lo vio trabajando arduamente, y le ofreció un puesto como su asistente, no dudó en aceptarlo, sabiendo también las consecuencias que traería para su vida.
Pero acostarse con Sandara no era nada comparado con todo lo que podría obtener.
En primer lugar, el matrimonio con su primogénita, Roseanne Park, a quien estuvo observando desde lejos todos esos años, siempre a la espera de ganarse una mirada, por pequeña que fuera.
Rosé era una alfa hecha y derecha, una alfa que tenía el mundo entre sus manos si se lo proponía, la heredera del imperio Park. Una alfa que podría llevarlo a la cima del mundo si se convertía en su omega. Ten estaba dispuesto a someterse por completo a ella, siempre y cuando fuera su único esposo omega.
Nunca planeó encontrarse con Lisa de esa forma. No, jamás habría esperado encontrarse con su estúpida hermanita menor, que siempre acaparó la atención por su comportamiento tan dulce y amable.
Mientras Sandara lo desnudaba sobre el escritorio, Ten recordó el momento en que se la encontró en el comedor de Rosé, sosteniendo a su horrible bebé en brazos. Recordó la forma en la que Rosé miraba a Lisa, como si fuera algo valioso, algo que debía cuidar por completo.
¿Acaso Rosé no podía ver que Lisa no era más que una basura?
Ten no iba a permitir que Lisa le quitara a Rosé por nada del mundo, y si tenía que destruirla por completo, lo haría.
***
Lisa levantó la vista de la caja donde estaba guardando los discos que tenía en el comedor, viendo a SoYeon y Yuqi escondidas en el mueble que sostenía la televisión, tratando de no reírse cuando MiYeon dejó de contar y empezó a buscarlas con expresión enfurruñada.
-¿Ontááááááááán? -preguntó, haciendo un puchero y mirando a Lisa-. Mami, ¿Ontán?
-No lo sé, Yeonnie -Lisa le revolvió el cabello-. Anda, no seas tramposa.
MiYeon farfulló unas palabras incoherentes, comenzando a buscarlas por debajo de la mesa.
Lisa sonrió, divertida, siguiendo con su misión.
Miró la fotografía que estaba sobre el mesón, donde JiWon y ella salían en su boda. Todo fue tan apresurado, tan rápido, que lo único que le compró JiWon para la boda fue un vestido blanco con un horrible ramillete de rosas blancas.
Lisa decidió que botaría esa fotografía y la reemplazaría por una de su matrimonio con Rosé.
La alfa, días atrás, le preguntó si no quería mudarse definitivamente a su casa, y Lisa no pudo decirle que no. No cuando el olor alfa de Rosé la envolvía por completo, lo hacía sentir feliz y contento, cuando lo único que quería era acurrucarse todo el día contra ella. Lisa no sabía si estaba enamorada, porque enamorada era una palabra demasiado grande, pero sí se sentía tranquila, amada, alegre, de que Rosé fuera su alfa. Se sentía correcto. Se sentía bien.
-¡Las pilé! -gritó MiYeon de pronto, y comenzaron a escucharse risas en todo el salón, mientras las hermanas peleaban por salir de su escondite con la menor riéndose escandalosamente.
Jennie y JiSoo le pidieron que cuidara a sus niñas, en tanto ellas iban a comer algo debido a su aniversario, y Lisa aceptó porque MiYeon extrañaba a sus amiguitas. Además, Rosé estaba trabajando, no tenía algo que hacer, y cuidar a SoYeon y Yuqi la iba a entretener por el resto de la tarde.
Cerró la caja con cinta adhesiva, tarareando y escuchando la pelea que comenzó entre las niñas.
-¡Buu, no más! -reclamaba MiYeon-. ¡Juyar a pium, Soyon y Yu!
-¡No, no y no! -respondió Yuqi-. SoYeon y yo podemos juyar a eso mientras tú nos observas, Yeonnie.
-¡No! ¡Ustes son maas! -MiYeon se cruzó de brazos, sentada en el suelo.
-¡Te podemos hacer daño, Yeonnie!
Lisa suspiró, negando con la cabeza y pensando en las dos pequeñas alfas que miraban con adoración a MiYeon. Ahora no quería preocuparse demasiado, pero cuando crecieran, cuando empezaran a ser alfas territoriales y el olor omega de MiYeon comenzara a ser más fuerte...
Lisa sabía que la seguirían protegiendo, sin embargo, comenzarían a verla también como una posible pareja, y eso la asustaba por completo.
-¡Quelo pium, quelo pim! -MiYeon infló sus mejillas, buscando con los ojos a su mamá para que la apoyara, pero en ese instante tocaron el timbre de la casa, y Lisa se puso de pie.
-Vuelvo enseguida. -les dijo a las niñas, revolviéndole el cabello a Yuqi.
Podía seguir escuchando los reclamos de las menores, pero sólo rodó los ojos, abriendo la puerta con una sonrisa amable.
La sonrisa quedó congelada en su rostro cuando se encontró con la cara de la persona al otro lado de la puerta.
-Khun.
-¿Oh? ¿Ya no es padre?
El Tailandes junto con el aliento borracho de Khun llegó a su nariz, y arrugó los labios en un gesto de desagrado, nerviosa repentinamente. Miró hacia atrás, esperando que las niñas se asomaran.
-¿Qué quiere? -preguntó, tratando de mantenerse educada.
Notó la botella de cerveza a medio beber en la mano de su padre, su parada tambaleante, y tomó aire. Si estaba allí, era sólo por un motivo.
-Le dije el mes pasado que no me seguiría haciendo cargo de sus deudas -dijo, tratando de lucir enfadada-. No tengo el suficiente dinero-...
Recibió una bofetada que volteó su rostro, pero reprimió el impulso de correr lejos.
-A mí no me hablas así, puta -gruñó Khun, furioso-. Además, ¿Creíste que nunca iba a enterarme que ahora conseguiste una nueva alfa? Dos alfas en tu vida, perra, quién lo habría dicho. Quizás tuve que haberte vendido a un prostíbulo, habrían pagado bien por ti.
Lisa luchó contra las ganas de cerrar la puerta y esconderse, o de llamar a Rosé para que viniera a ayudarla. Ese asunto era entre ella y su padre, y nadie iba a meterse en eso.
-¿Qué quiere? -repitió entre dientes.
-Mi dinero -Khun dio otro paso, sonriendo horriblemente-. Necesito pagar muchas cuentas, Lalisa.
Lisa se odiaba por ser tan débil, por permitir que su padre siguiera manejándola de esa forma a pesar de todo lo que le hizo en su vida. Por Dios, tuvo que cortar los lazos cuando la botó a la calle, pero era sentimental de una estúpida forma que no podía entender.
No sabía cómo, pero luego de su matrimonio con JiWon, un día su padre llegó a su casa, borracho como una cuba, a pedirle dinero para poder cubrir el montón de deudas que tenía, diciendo que se lo debía porque ella era su hija y la cuidó durante trece años, que era lo mínimo que podía hacer por ella. Y Lisa no pudo negarse, porque ver a su padre en tan miserable estado, de alguna forma la conmovió.
Además, aunque jamás lo dijera en voz alta, Lisa tenía la leve esperanza de que algún día Khun la mirara sin odio, que le comentara que estaba orgullosa de que fuera su hija.
Sin embargo, Lisa comprendió de forma tardía que eso nunca ocurriría, y ahora no podía quitarse de encima esa maldita carga.
-No tengo dinero, mi alfa no es de buena posición -mintió entre dientes.
-No me mientas, putita -gruñó Khun, sin ocultar su molestia-. Sé de buena fuente que ahora tienes una alfa mejor que el anterior. De la familia Park, ¿No es así? Quiero más dinero, o se va a enterar que de santa no tienes nada.
Lisa se puso pálida al recordarse a los diez años, encerrada en su habitación con los amigos de su padre, de rodillas frente a ellos. Recordando lo que se veía obligada a hacer para que su padre pudiera conseguir su preciado alcohol. Recordando el terror, el asco, el odio que sentía.
Y Lisa no quería que Rosé se enterara de eso, de lo que hacía, de cómo su boca estaba sucia.
No quería que la mirara con repulsión, que se alejara, que incluso cancelara su compromiso porque... Porque eso la destruiría por completo.
Asintió, derrotada, murmurando que se quedara esperando en la puerta mientras iba a buscar el dinero suficiente como para pagar las deudas de su padre. Khun se retiró diez minutos después, diciéndole que volvería el mes siguiente por lo que le correspondía.
Lisa trató de no lucir afectada cuando volvió al comedor, viendo a SoYeon y Yuqi pelear por un beso de MiYeon, y continuó guardando las cosas en las otras cajas que tenía, pensando en que estaba metida en un montón de problemas que podían arruinar esa pequeña burbuja de felicidad que tenía.
Horas más tarde, cuando SoYeon y Yuqi se marcharon, y MiYeon estaba durmiendo luego de haber jugado tanto, pensó en cómo solucionar todo eso.
Lo más sensato era decirle la verdad a Rosé para luego pedirle perdón por estar sucia, y acto seguido, rogarle que la follara. Que la marcara, la follara, la hiciera suya para así demostrar que Rosé era su dueña, su única alfa, que le pertenecía por completo.
Pero Lisa todavía se sentía nerviosa de dar ese paso. Además, pedírselo así, estando obligada... Estaba segura de que se sentiría como una violación. Como cuando JiWon llegaba estresado y la ponía en cuatro, teniendo que callar los reclamos para no ser golpeada.
Y ella no quería que su primera vez con Rosé fuera así, sin consenso, obligada por las presiones de la sociedad.
Se sobresaltó cuando las manos de Rosé la acariciaron de pronto en la cintura. Tan perdida estaba en sus pensamientos que no la sintió llegar.
-¿Pasó algo? -preguntó Rosé contra su cuello.
Y Lisa no tuvo que darse vuelta, no sin pensar en una mentira para decir, pero necesitaba a Rosé tan desesperadamente en ese instante que no estaba pensando bien.
Quiso besarla, sin embargo, las manos de Rosé la detuvieron.
-¿Quién te pegó? -preguntó con la voz grave.
Rosé acarició el moretón en su mejilla con suavidad, aunque sus ojos estaban oscurecidos por la rabia.
Lisa mordió su labio inferior, tratando de sonreír.
-Oh, ¿Eso? -soltó una risita falsa-. Me di un golpe con el mueble mientras lo ordenaba, sabes que soy demasiado torpe.
Rosé volvió a acariciar el moretón, su mejilla levemente hinchada.
-¿Quién te pegó? -repitió con más calma.
Los labios de Lisa temblaron.
-Ya te dije que pasó. -siguió mintiendo, forzándose a lucir calmada.
Rosé levantó la vista y apretó su mandíbula, pero tratando de relajarse a pesar de todo.
-Sabes que puedes contarme todo, Lili, ¿No es así? -razonó Rosé, mirándola a los ojos-. Soy tu alfa, y mi deber es protegerte de todo si alguien quiere hacerte daño.
La omega asintió en silencio, sintiéndose miserable por ocultarle cosas a Rosé, quien, a pesar de todo, le estaba dando total libertad para dejarla elegir si contarle o no. Cualquier otro alfa se habría impuesto con su voz, obligándola a decir la verdad sin importar si quería o no.
Abrazó a Rosé por la cintura, ocultando su rostro en su pecho, respirando de su aroma.
-Quédate conmigo esta noche, Rosé. -pidió con la voz débil.
-Todo el tiempo que quieras, bebé. -contestó Rosé, tranquila.
Rosé se sentó en el sillón más cercano, atrayendo a Lisa contra ella y sentándola en sus piernas. Lisa se arrimó sobre ella, dejando que los brazos de la alfa la envolvieran con cariño, sintiéndose más tranquila ahora que la tenía a su lado.
-Te quiero, Rosé. -murmuró Lisa, dándole un pequeño beso en el cuello.
-¿Sí? -Rosé le dio un beso en la frente, sonriendo de lado-. Yo igual te quiero, Lili.
El toque de Rosé era perfecto, la tranquilizaba de una forma que nunca habría creído posible.
-¿Puedes... Uh... -Lisa la miró, tratando de poner una expresión inocente-. Ayudarme con las cajas mañana?
Rosé hizo una mueca.
-Mañana tengo una operación en la mañana, pero vendré a comer contigo, ¿Te parece? -Lisa asintió, contenta-. Voy a tratar de evitar que te des otro golpe.
Voy a seguir averiguando quién te golpeó, Lili, parecía decir su verdadero mensaje, pero a Lisa no le importaba.
Lo único que quería Lisa en ese momento era que Rosé la mimara por todo el resto del día, haciéndole olvidar todas las cosas horribles de su infancia.
Haciéndole olvidar que, quizás, no merecía ser la omega de Rosé luego de todo lo que había vivido.
¡Gracias por leer!
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