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Capítulo 025


La mirada cargada de desesperación y desprecio de el armonioso rostro de ese chico que se encontraba de rodillas le dio un impulso inigualable a todo mi cuerpo. 

Cuando abrí los ojos ya había tomado la escoba del conserje que estaba junto a la puerta del baño y golpeado con ella con fuera al chico que tenía el móvil. Todos quedaron atónitos mientras éste caía en seco. 

Sin dudarlo tomé el móvil del suelo y mi mirada se cruzó con la del chico que se estaban por abusar ¿Cómo lo definiría? ¿En shock? Estático e incrédulo. Erguía su espalda incluso estando en esa posición, sin dejar de tener un porte agotado y aristócrata de algún modo.

Pero no podía perder tiempo viéndolo, giré rápidamente saliendo del baño y grité "le mostraré esto al director, malditos hijos de puta". De esa forma dejarían en paz al chico. Y lo hicieron, funcionó.

El problema ahora era: si llegaban a alcanzarme mi madre tendría que ir a la morgue para identificar mi cadáver. 

Y después de lo mucho que me iban a golpear dudo que pudiese siquiera reconocerme.

Corrí con todas mis fuerzas, prácticamente volé por las escaleras hasta la planta baja. Miré por encima de mi hombro y esos orangutanes seguían a toda velocidad detrás de mí.

Vi a un amigo que va a un curso menor al mío, pero que era realmente alto, y antes de llegar a él grité "¡Tu brazo!"

Milagrosamente entendió y tomó mi antebrazo, haciéndome girar en la esquina del pasillo sin perder la velocidad.

Se sorprendió al escuchar el golpe de mis perseguidores contra los casilleros... pero así y todo continuaron corriendo tras de mí.

—Son fuertes eh... No por nada son así de abusivos —solté casi sin aire.

—¡Atrapen a ese hijo de puta! —gritó el líder... mismo que estaba peligrosamente más cerca.

A pocos metros adelante divisé a Sanna saliendo del curso de arte y saludando a sus amigos.

«Diablos, me están alcanzando, solo tengo que pasar por el patio hasta el segundo edifico donde esta la sala de profesores y la oficina del director» me dije a mi mismo «Solo un poco más»

Sentí un fuerte tirón en mi camisa y era el maldito dueño del móvil que me había alcanzado, a mi camisa se le rompieron varios botones por la fuerza con la que jaló de ella. Logré zafarme de su agarre, pero no llegaría a la oficina.

Definitivamente no lo iba a lograr, estaban demasiado cerca.

Cuando pasé frente a Sanna nuestras miradas se encontraron y sentí como si fuese en cámara lenta, mi mirada decía "Van a matarme, que alguien me ayude". Al instante notó que algo andaba muy mal, miró detrás de mí y abrió los ojos con pánico.

Los vio y su pánico significaba que estaban más cerca de lo que creí.

Apreté los ojos y continué corriendo.

Sentí un duro golpe y al ver sobre mi hombro me encontré que los dos que estaban a punto de alcanzarme se cayeron de bruces y desperraron en el suelo.

Sanna había puesto su pie haciendo caer a uno y a su vez éste hizo tropezar al otro, golpeándose abruptamente contra el suelo.

Esta chica tiene un lugar reservado en el cielo.

Atravesé el patio a toda velocidad, entré al segundo edificio y choqué contra la gran puerta del despacho del director, haciendo un ruido impresionante.

Giré en el suelo un par de metros y finalmente me detuvo la pared. La adrenalina me impedía sentir todo el dolor, claramente, pero de todas formas no era suficiente como para disimular el dolor en mi cuerpo que todavía se estaba recuperando.

—Auch, ah. La grandísima... —Me quejaba mientras me ponía de pie y divisé a la secretaria que dio un salto del susto cuando atravesé la puerta y seguía de pie—. La grandísima Virgen María.

Ella no entendía absolutamente nada, yo menos, pero ella peor, es decir: un chico desalineado, con una mirada un poco desquiciada, la camisa rota (dejando ver las vendas debajo y varios moretones) irrumpió en el lugar prácticamente aventándose contra la puerta.

«Sí, la entiendo, pobre mujer luego me disculparé. Espero que le suban el sueldo»

—¿Q-Qué está haciendo...? —Entré a la oficina principal del director pateando la puerta como buen espartano y sujetando con fuerza el móvil de aquél enfermo.

La adrenalina se había apoderado de mí, no hay otra explicación.

Debían estar a punto de llegar aquí, debía dárselo antes de que entrasen, si lograban quitarme el móvil perdería toda la evidencia... Y estaría en muchos problemas, de muchas formas.

—Director, necesito hablar con usted —articule muy agitado, apenas se entendió lo que dije.

—¿¡Qué significa todo esto!? —exclamó ya estando sobre sus pies.

Frente a él había un hombre de aproximadamente 26 años, cabello semi largo con tatuajes y una camisa blanca. Este sujeto me miraba igual de inquieto que el director a lo que mis piernas cedieron y sentí un fuerte calambre en la pantorrilla, correr así de repente no fue bueno.

Me apoyé contra la pared y deslicé mi espalda hasta quedar sentado en el suelo.

El hombre de cabello largo se acercó a mí sin dudarlo y abrió un poco más mí camisa, observando con atención las vendas en mi cuerpo. Colocó su mano sobre mi cabeza y acarició mi cabello.

—Estás bien ahora. —Mostro una amable sonrisa que me tranquilizó un poco— Estás herido, así que solo relájate y explícanos lo que te ocurre.

Tocó mí hombro y por alguna razón quise llorar, la adrenalina dejaba mi organismo y todo me dolía, los nervios me abrumaban y no podía moverme.

Escuché unos pasos fuera de la oficina y pensé lo peor. Tomé el brazo del joven tatuado y me aferré a él sin quitar la vista de la puerta.

Los segundos que tardó en abrirse dicha puerta se sintieron eternos y mi corazón no paraba de latir a toda marcha.

Kilian entró por el bendito umbral a paso calmado y serio.

«¿Estaba alucinando? Ahora es cuando mi vida da un giro argumental y yo morí en ese baño y todo lo demás es una alucinación de mi yo fantasma que no acepta la realidad y que me morí en un baño mugroso como Myrtle la llorona»

Cerró la puerta detrás de él, levantó un adorno que se cayó anteriormente del escritorio de la secretaria cuando se sobresaltó, lo puso en su lugar, volvió su mano a su bolsillo y caminó hacia nosotros.

Acto seguido cerró debidamente la puerta de la oficina del director y levantó su barbilla en mi dirección.

—Kilian —sollocé con dificultad.

—¿Él te hizo esto? —inquirió a secas el sujeto frente a mis ojos.

Mis ojos no se desviaban de Kilian, mi corazón se calmó solo con saber que estaba aquí. Por mi forma de verlo el hombre entendió que él no había sido el causante de mis golpes.

Kilian se puso en cuclillas junto a nosotros y miró de forma asesina al preocupado y amable hombre.

—Ya puedes quitar tus manos de Hunter —le advirtió de manera atemorizante.

—Oh. —Me miró y quitó su mano de mi hombro— Lo siento, yo soy... —Kilian lo interrumpió.

—No puedo llegar tarde un día que ya te metes en problemas —dijo acercándose y tocando mi mejilla con gentileza.

El señor de los tatuajes levantó las cejas sorprendido y se reincorporó.

—¿¡Alguien me puede explicar que sucede!? ¿Qué diablos le pasa a los adolescentes en estos días? —se quejó el director.

—El móvil... Unos chicos... grabaron mientras...—Le di el aparato a Kilian y al ver el vídeo su rostro se oscureció. Sujetó el móvil varios segundos mientras yo balbuceaba tratando de hallar la forma de explicarle lo sucedido el directivo de la escuela.

—Me retiro, señor director, tiene cosas más importantes que atender. —Se despidió el joven dejando el lugar.

—Gracias, profesor Greco.

—Que basuras —musitó Kilian—, lo que hay aquí es evidencia de abuso, discriminación, bullying ¿Intento de violación? Yo diría que sí, pero depende del juez y las leyes del estado correspondiente. Pero si fuera por mí, no dejaría a estos fenómenos ver la luz del sol nunca más, señor director.

Le entregó el móvil al hombre y éste se sentó nuevamente.

—P-Pero... —Miró el vídeo y se horrorizó— Es algo muy grave, no puedo creer que haya ocurrido algo así en mi instituto... y justamente con estos chicos. Es un desastre.

—Expulse a esos chicos, sus rostros y voces salen en el video, no necesita más prueba que esa —afirmé y tomé el brazo de Kilian sin darme cuenta.

—No es tan fácil, son muchachos muy problemáticos, si fuese por mí ya los hubiese echado hace tiempo, pero uno de ellos es el hijo de la presidenta de la junta directiva. —Se vio muy consternado— Sin embargo, lo que hicieron esta vez fue demasiado. —Frotó su sien y quedó sentado con una agotada expresión.

—Señor —hablé ya más calmado—, creo que es un excelente director y una buena persona... nunca tuve ni una queja sobre usted en todos los años que asistí al instituto. Pero si decide no hacer lo correcto solo por temor a las consecuencias de ese tipo... no será mejor que los que hicieron ese asqueroso video. —Abrió los ojos con asombro—. Usted debe protegernos.

Apoyó los codos sobre su escritorio, entrelazó sus dedos y los acercó ligeramente a su mentón.

—Bien —suspiró—. A fin de cuentas, no puedo permitir que le hagan algo así a uno de mis estudiantes. Sea hijo de quien sea, no puedo permitirlo. —Exhalé una gran bocanada de aire, aliviado.

Kilian me miró como diciendo "bien hecho" y no negaré que sus ojos viéndome con orgullo en ellos fue gratificante de muchas maneras.

Sujetó mi brazo y lo pasó por encima de sus hombros, ayudándome a pararme y así salir de la oficina del director. Aunque dijo que podíamos ir a nuestras casas o llamar a nuestros padres para que nos recogiesen, ambos negamos con la cabeza y solo salimos de allí.

Sanna estaba esperando afuera, caminando de un lado a otro. Al vernos se abalanzó sobre mí sin pensarlo dos veces y la abracé, completamente agradecido.

—Si no fuese por ti no hubiese llegado hasta el director, eres la mejor amiga que existe —dije separándome de ella y mirándola.

—Estaba tan impactada, no sabía que más hacer.

—Ella entró corriendo a nuestro salón, cuando la vi parecía desesperada. De la nada se acercó a mí y me jaló del brazo hacia afuera diciendo "Hunter está en problemas, por favor, por favor" —añadió Kilian.

—Uh... Lo siento, es que en ese momento solo podía pensar "Kilian es el más fuerte, él podrá ayudarlo" , te jalé y tiré afuera del salón, lo siento mucho—se disculpó dulcemente.

—¿Y qué pasó con los fenómenos? —Miré a mi alrededor.

Venían detrás de mí, pero nunca llegaron a la oficina.

—Ah... Ellos... —murmuró él y rascó su nuca.

—Kilian corrió de una forma increíble hasta aquí, yo intenté seguirle el paso, pero llegué unos segundos después —Sanna suspiró—. Cuando finalmente lo alcancé tres de los chicos estaban en el suelo y al tercero Kilian lo sujetaba del cuello contra los casilleros, muchos se metieron a sus salones y algunos estaban grabando y rodeándolos...

Miré a Kilian, sorprendido. Era la segunda vez que golpeaba a alguien por defenderme y me enteraba de ello después.

El rostro de Sanna se transformó y se puso muy pálida de repente, susurrando su relato como para que Kilian no la oyese del todo, o quizá por los nervios bajó el tono de voz:

—L-Lo lanzó al suelo y le piso la mano... El chico comenzó a gritar cada vez más fuerte, sonaba a que algo se rompía... Killer solo aumentó su fuerza y... sonrió —sonaba cada vez más aterrada—. "Vuelve a intentarlo y te mataré" dijo. La ronda a su alrededor se abrió cuando él se dirigió hacia la oficina del director.

—Lamento que hayan quedado involucrados en todo esto. —Observé a mi amiga— No quería que vieras ese lado de Kilian, de verdad es un buen chico. No lo odies o le temas, por fav... —Sanna me interrumpió

—L-Lo sé. —Tomó una gran bocanada de aire y sonrió— Me sorprendió, pero si lo quieres tanto, no hay forma de que sea una mala persona. —Guio sus claros orbes hacia Kilian— Gracias por ayudar a Hunter.

Éste esbozó una pequeña sonrisa que la tranquilizó.

¡De repente recordé al chico que estaba en el baño!

—¡Tenemos que ver cómo esta aquel chico! Estaba herido.

—Tú también lo estás —respondió Sanna.

—Pero estaba solo, se veía mal... Por favor —Miré a Kilian de forma suplicante y suspiró.

—Vamos a buscarlo y luego ambos irán a la enfermería —ordenó él.

—Gracias, gracias, gracias. —Lo abracé y me rodeó con ambos brazos.

Me separé un poco y vi en ella una confundida mueca al vernos, pero seguido de eso se le dibujo una media sonrisa. Bajé la mirada y mordí algo nervioso mis labios. Kilian sujetó mi brazo que todavía estaba apoyado sobre sus hombros y puso su otra mano en mi cintura, ayudándome a caminar.

—Vas a pagar haberme preocupado de esta forma —susurró Kilian a mi oído.

Fruncí el ceño y tragué con un poco de dificultad.

—No es que yo quiera meterme en problemas a propósito, solo me persigue la desgracia —sollocé.

—No. Tú no puedes dejar pasar las cosas que los demás simplemente ignoran... Es una de las cosas que me gustan de ti. —Mi corazón saltó y desvié la mirada— Aun así, mereces un castigo —sonrió audaz y mis músculos se tensaron.

«¿Por qué me pone así este chico? Y a todo esto ¿De qué tipo de castigo habla?»


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