
Capítulo 007
Terminé mi jornada y en el vestuario de la cafetería me cambié de ropa, uno de mis colegas entró, mantuvimos una muy breve charla sin importancia y me despedí con una sonrisa. Busqué la dirección en mi móvil y afortunadamente era a unas trece calles, como buen chico pobre sin vehículo que soy, comencé a caminar rumbo a la dichosa fiesta.
Al llegar estaba lleno de personas, la chica de educación física con las que sale de momento Frank debe ser muy popular.
—Viniste —exclamó él, efusivo y alegre, de la mano de la susodicha chica de educación física, Melody.
—¿Cómo estás, hermano? —Palmeó mi hombro con una enorme sonrisa en su cara de chico de la noche, como Batman, pero promiscuo, mujeriego y pobre—. Te diviertes mucho por lo que veo —finalicé, saludando con una sonrisa a Melody.
—Me alegro que vinieras, cualquier amigo de Frank es mi amigo —comentó confiada, con una sonrisa.
Vi pasar por mi lado su cabellera castaña hasta los hombros, quedándose a mi lado, y al igual que con Frank, tomó mi brazo, sujetándonos a ambos de esa manera. Era divertida, confiada y atractiva, en definitiva: hacía una genial pareja con Frank. Pero conociéndolo no tendrían nada serio.
—Ven, te presentaré a unas amigas —añadió llevándome contra mi voluntad a un gran sillón lleno de mujeres bebiendo y riendo.
—Que lindo es tu amigo —dijeron ellas escaneando mi cuerpo de arriba abajo, sin ningún pudor.
—Yo solo vine a beber —contesté y todos rieron como si yo lo hubiese dicho en broma.
Era pura verdad.
Una de ellas se levanto y tomó mi mano.
—Lo siento chicas, es mío —advirtió coqueta.
—Se nos adelantó Kiara. —Se quejaban mientras ''Kiara'' me llevaba a un lugar apartado.
—Así estamos mas cómodos —dijo guiñando un ojo y levanté una ceja.
—Como quieras —respondí sin mucho entusiasmo.
Yo solo quería beber y comer algo, pero de alguna forma las cosas terminaron de este modo, ambos en el segundo piso de la gran casa, donde comenzó a besarme. En ese momento la voz de Kilian resonaba en mi cabeza.
''Saca un poco más tu lengua..." E instintivamente seguí el beso como lo hice con él, pero esta vez yo imité (como pude) los movimientos de Kilian al momento de enseñarme, llevando mi mano a su espalda y acariciando su piel expuesta gracias al escote en la espalda de su vestido. El entrenamiento que Kilian me dio en el salón funcionó ya que ella parecía bastante a gusto.
Pero... a mi no me entusiasmaba para nada.
«Kiara es linda, no entiendo que me sucede» pensé en medio del beso.
Me separe de ella y tocó mi cuello con su dedo índice, bajando lentamente por mi camiseta hasta llegar a la hebilla del cinturón.
—Hace calor aquí —sugirió con sutileza.
—Iré a buscar algo para refrescarnos —añadí sonriente tomando su barbilla y abriendo ligeramente su boca de la misma forma que Kilian hizo anteriormente con mis labios.
—Esta... bien...—respondió fingiendo timidez, se notaba mucho que tenía experiencia y sabía qué hacer.
Eso me recordó que Kilian también sabía mucho sobre esto, ya que todo lo que hice fue gracias a lo que aprendí de él... Al pensarlo mejor, en esta situación no sonaba tan descabellada la idea de que me hubiera enseñado a besar.
Bajé las escaleras, busqué una cerveza y escuché al grupo de amigas de Kiara hablando junto a la mesa.
—¿Ese es el mejor amigo de Frank? Es bastante atractivo ¿Por qué nunca le presté atención antes? —se planteó la de cabello más corto.
—Es que en nuestro grupo creíamos que era asexual o algo así, por eso ni lo intentábamos... rechazó a muchas chicas hasta ahora —respondió la rubia.
—¿Asexual?—cuestionó la anterior.
—Sí, ya sabes, esas personas que no les importa el sexo ni cosas por el estilo. Como te explico... como ''Bob esponja'' o un monje.
—Ah... pero se fue con Kiara, significa que no es así —finalizó la de cabello corto antes de que me fuera hacia el patio con una cerveza en la mano.
—Mmm... asexual eh... eso podría ser —murmuré al cuestionarme esa posibilidad un poco más, ya que nunca me atrajo nadie en el sentido sexual.
Me encogí de hombros y dejé de pensar en ello.
—Al diablo—dije bebiendo un gran trago de cerveza y dirigiéndome adentro nuevamente, dándole un último vistazo al hermoso cielo nocturno.
«¿Qué estará haciendo Kilian en una despejada noche como esta?»
Finalmente me dirigí con Frank y los demás chicos olvidando por completo a la pobre Kiara, ella no regresó junto al grupo así que seguramente estaba con alguien más arriba divirtiéndose.
Estuvimos riendo y bebiendo todo el tiempo restante, hasta que al cabo de varias horas me fui a casa, dejando a Frank besuqueándose con su amiga.
øøø
De nuevo lunes, un tranquilo y despejado nuevo día resplandecía en el horizonte y el sol mostraba sus primeros rayos... Los cuales no llegué a ver ya que cuando desperté y ya casi eran las 7am. No me dormí, pero sí llegué tarde a clases porque no encontraba las llaves de casa, que por cierto estaban arriba de la heladera ¿Qué hacían ahí? Sabrá Dios.
—Hola, Kilian. —Él también acababa de llegar al Instituto, gracias al altísimo no fui el único de mi curso de pie en la entrada y siendo regañado a mano del portero por la demora, aunque solo me miraba a mí, seguramente tratando de no relacionarse con el "delincuente" a mi lado.
No me respondió en absoluto, estaba en ''modo Killer'', en cristiano eso se traduce a cuando esta de mal humor, odioso e irritable, con su famosa aura asesina y atemorizante.
Para todos Kilian siempre se veía igual de aterrador, aunque al pasar tiempo juntos me di cuenta que no es así... sus ojos son diferentes en cada situación. Mi expresión favorita es cuando sonríe con una esporádica calma, como si recordara que vivir no es algo tan tedioso como siempre parece expresar en su expresión hostil y fría.
También descubrí que le gustan los animales, todas las mañanas antes de llegar al instituto, cuando mi camino se cruza con el suyo, lo veo acariciando a un pequeño gato. La primera vez que lo presencié quedé atónito, parecía tan tranquilo y tierno que quería tomarle una fotografía.
«Ok, obviemos ese último pensamiento de acosador.»
—¿Te sucedió... algo malo? —pregunté un tanto inquieto caminando por el pasillo a su lado.
Clavó su mirada feroz en mis pupilas y me estremecí un poco, pero no me iba a dar por vencido fácilmente. Mantuve la mirada, incliné un poco el rostro y esbocé una pequeña sonrisa interrogativa. Blanqueó los ojos rendido y al entrar a nuestro curso se sentó sin cuidado, apoyando la parte superior de su cuerpo sobre la mesa.
—No es uno de mis mejores días... —murmuró.
Sonreí, por el simple hecho de que él me contase un poco sobre cómo estaba, eso me bastó para no poder borrar la emoción de mi cara.
—¿Te divierte? —sentenció y negué repetidas veces.
—Sea lo que sea ya paso —contesté gentilmente, pero fui ignorado cuando se volteó hacia la pared.
No quería que estuviese de mal humor ¿Qué podía hacer?
—Adivina que preparé para almorzar hoy —solté.
—¿Sushi? —dijo irónico.
—Para burlarte si contestas eh... —estreché los ojos—. No. No es sushi. Segundo intento.
Giró su rostro hacia mí y me miró apoyado sobre sus brazos cruzados en el banco.
—¿Bolas de arroz?
—¿Te gusta la comida oriental, verdad?
—Algo... —admitió encogiéndose de hombros.
—Perdiste. Hoy comeremos ensalada de pollo, brócoli y arroz integral.
Puso una mueca de desagrado algo cómica.
—Si no te gusta no comas, malcriado —advertí, sacando mis útiles de la mochila.
—El brócoli, lo odio —masculló infantil, de algún modo fue jodidamente tierno.
—Entonces... Aprenderé en estos días a hacer bolas de arroz y prepararé algunas para que almorcemos ¿Quieres? —sugerí.
Sonrió de lado y sus ojos se veían más apacibles. Relamió esporádicamente su labio superior y eso me recordó a cuando estábamos en el salón de música... «Mierda, no pienses en eso.»
—Tengo que contarte algo sobre... —No pude seguir ya que la profesora Thompson me interrumpió.
—Señor Rainhard, lo cambio de asiento para que no se la pase hablando con sus compañeros y se las arregla para sacar tema de conversación hasta con las paredes —reprochó acomodando sus gafas negras.
—Ay mi señora... Solo le comentaba a mi amigo lo hermosa que se ve hoy —bromeé levantando las manos en señal de inocencia y todos reían, algunos continuaban asombrados y comentando extrañados por la buena relación que mantenía con Kilian.
—Sí claro, deje de estar tonteando y concéntrese en la clase —ordenó rendida.
—Sí mi lady —contesté tomando mi cuaderno.
«Después le contaré lo del sábado y como me sirvieron sus consejos, por ahora tendré que prestar atención a la clase.»
La campana del recreo sonó y Frank se acercó mí con su móvil en la mano.
—Oye, Hunter, la chica... —Miró a Kilian a mi lado—. Oh, hola Killer. —Su atención volvió a mí— La chica que es amiga de Melody, con la que estuviste en la fiesta, quiere que le pase tu número. Dijo que la dejaste en la mejor parte o algo así y no sé si dárselo, así que ten anota el suyo y si quieres háblale después.
—Ah, ella... —dije sin mucho interés—. No es mi tipo, dile que gracias, pero no.
—Pensé que te gustaba, como te fuiste arriba a meterle mano... —bromeó y seguido se encogió de hombros—. Pero es verdad, no me parece la ideal para ti —admitió con una sonrisa de lado.
—¿Vayamos a comer a la cafetería? —preguntó Sanna.
—Vamos —respondió Frank— ¿Ustedes vienen? —inquirió mirándonos.
Kilian se enderezó, movió la lengua dentro de su boca y sentí sus tajantes y curiosos orbes puestos sobre toda mi humanidad.
—Ehmm, paso por hoy... —contesté irracionalmente nervioso.
—Oka. También voy a necesitar que me prestes los apuntes de matemática más tarde —comentó Frank mientras se iba con Sanna a su lado.
—No hay problema —respondí.
No pude evitar sentirme algo intimidado por la penetrante mirada de Kilian sobre mi hombro.
—B-Bueno, vayamos a comer —dije poniéndome de pie y dirigiéndome hacia la terraza.
Llegamos presos de un silencio asfixiante, bueno, yo me asfixiaba ya que Kilian no era el que estaba siendo asechado por esos tenebrosos ojos asesinos e inexpresivos. No parecía enojado, ni feliz, estaba más indescifrable que de costumbre y me ponía de los nervios esa falsa tranquilidad en su rostro.
De todas formas nos sentamos junto a la puerta ya una vez en la terraza, apaciblemente abrí mi tupper y saqué unas servilletas de papel.
—Así que... ¿Cómo estuvo tu fin de semana? —pregunté al fin.
—Se ve que no tan "entretenido" como el tuyo —respondió sarcástico y portando una cínica sonrisa sin mostrar los dientes.
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