TRECE
—Hunter —lo nombró Kilian con paciencia y esperó a que regresara del mundo de los sueños, en vano.
No tuvo más opción que limpiar los residuos de semen de ese pequeño cuerpo, ignorando por completo su delicioso aroma y llevarlo a su cama, donde se recostó a su lado.
Al despertar, para sopresa de nadie, Hunter soltó un grito que despertó a medio edificio.
—¿Qué carajo pasa contigo? —maldijo el alfa al ver a su compañero chillar tan tarde en la noche.
—¡N-No puede ser! ¿¡Qué hice!? E-Es decir, hicimos, carajo —dijo a máxima velocidad y llevó ambas manos a su cabello—. Lo siento mamá, se llevaron la pureza de tu hijo —balbuceaba incoherencias.
Kilian lo oyó y su mala cara pasó de ese ceño fruncido a una risa contenida.
Al final no pudo evitar reír roncamente y colocó su codo en la cama, apoyando su rostro en su palma, haciendo al chico soltar un chillido al darse cuenta de su presencia.
—Cálmate, no hicimos todo lo que estás suponiendo ¿Acaso te duele alguna parte del cuerpo? —inquirió y Hunter se detuvo, analizando esa pregunta:
—¿Dolor? No, ninguno ¿Por qué me dolería...? —La perversa mirada de Kilian descendió a su cintura y volvió a sus ojos, eso hizo que el omega comprendiera a qué se refería y el rojo tiñó su rostro.
Todo su cuerpo vibró y cubrió su cara con ambas manos.
—No bromees conmigo —reprochó y abrazó sus piernas sobre la cama—. El celo es... Esta mierda es tan fuerte que... —Presionó sus labios y miró a un costado—. Recuerdo lo que hi-hice, yo te...
El alfa se sentó a su lado y rascó su propia nuca, escuchándolo sin ningún tipo de desagrado en sus facciones.
—Lo siento, de verdad lo lamento, no debí hacerte esas cosas —titubeó con culpa y arrepentido, temblando sutilmente.
Tenía miedo de sí mismo, de las cosas que hacía y no podía controlar.
No fue únicamente miedo a qué podría sucederle, sino a los cambios que el celo haría en su vida y por sobre todo no quería arruinar la extraña relación que comenzaba a crecer con ese inusual alfa.
Ese terror fue percibido por Kilian y respiró profundo, soltando un suspiro irritado.
—Ya te lo dije, es fisiológico, entiendo por qué te sucede y actúas de ese modo. Deja de preocuparte y disculparte.
—Pero prácticamente te obligué a...
Kilian apoyó su mano sobre el colchón a un costado de la cadera de Hunter, acortó casi toda distancia y enfrentó esos temblorosos labios.
—¿Crees que alguien es siquiera capaz de obligarme a algo? —siseó, chocando el calor de su voz contra la suya— ¿Acaso puedes hacerlo tú?
Todo el sistema nervioso de Hunter parecía colisionar en su interior, sin poder asimilar lo que estaba sugiriendo ese imponente alfa.
—¿Quieres intentarlo? —alegó aquello insinuante y de cierta forma amenazante, haciendo a Hunter cerrar sus ojos con fuerza y negar con la cabeza.
Sintiéndose físicamente acorralado y mentalmente abrumado, el omega retrocedió la parte superior de su rostro hacia atrás y chocó su espalda contra el respaldar de madera.
—N-No, no quise decir... Es solo que no quiero obligar a otros a hacer cosas que no desean.
Kilian sonrió y nuevamente un suspiro salió de sus labios, esta vez siendo uno cargado de calma.
—No fue desagradable o molesto para mí tampoco, por eso te digo que dejes de lamentarte. Es algo involuntario y nuevo que actualmente no puedes controlar.
Eso accidentalmente le dio esperanzas.
—¿Crees que podré hacerlo? —preguntó ilusionado— Es verdad, tú te mantienes consiente sin importar quién entre en celo —afirmó erróneamente, sin saber lo difícil que le resultaba a Kilian mantener la cordura con sus feromonas específicamente— ¡Ya sé! Podrías ayudarme ¿Cómo aprendiste a controlarte a ti mismo?
Esa frase le recordó las inhumanas torturas que vivió a manos de su padre, las veces que lo encerró en habitaciones llenas de omegas liberando asfixiantes feromonas. Las golpizas cuando lloraba por la confusión. Las veces que perdía la consciencia y despertaba sujeto a una silla, aguardando a su próxima lección. Constante disciplina que superaba sus propios límites.
Jamás haría que este omega experimentara algo similar.
—No fue sencillo —«aun así, a pesar de mi entrenamiento y control, logras desequilibrarme» pensó mientras observaba a detalle la cara de ese chico.
Hunter por su parte vio una oportunidad de aprender ¿Quién mejor que ese alfa con un asombroso autocontrol? Claramente no lo atacaría, como confirmó anteriormente, y tampoco le desagradó verlo en ese estado deplorable por el celo, como dijo.
—Carajo, hablas en serio ¿Pretendes que te ayude a tener autocontrol?
El más joven asintió efusivamente y ese gesto infantil enterneció a Kilian.
No estaba razonando claramente lo que estaba pidiendo, no sabía las cosas que podrían llegar a suceder si se exponía a un alfa de ese modo.
Kilian analizó rápidamente la situación, como siempre, y sí, sería un problema mantener la calma si aceptaba semejante oferta. Pero, por otro lado, ese chico era tan ingenuo que temió que si se negaba, iría a buscar ayuda a otro sitio.
Otra persona.
Otro alfa.
Y no pensaba ceder su lugar a nadie.
Además, esto le permitiría dejarse llevar a la hora de tocarlo como realmente deseaba sin asustar al inexperto omega con sus más que obvios avances.
—Bien, entonces además de enseñarte a organizar tus cuentas y vida personal, te enseñaré a serenar tu mente en esos celos repentinos... —habló en voz alta para él mismo razonar la peligrosa idea que planteaba su compañero y la culpa se instaló en el corazón de Hunter.
—Estoy... pidiendo demasiado —dijo bajando la mirada y Kilian contuvo sus impulsos de abrazarlo trabando la quijada.
Le estaba dando total acceso a sí mismo de manera voluntaria sin siquiera notarlo, creyendo que pedía demasiado, como si fuese él quien tuviese ventaja en ese acuerdo
No daba crédito lo descuidado que era Hunter con respecto a su segundo género y con un dedo en su barbilla levantó su rostro.
—No, de hecho estás ofreciendo demasiado —alegó y sonrió, aunque el omega no entendió por qué—. Haces suficiente por mí solo estando aquí —musitó aquello a modo que no escuchase correctamente su confesión.
La presencia de Hunter consumía a sus demonios.
No se dio cuenta qué tan entumecidas estaban sus emociones hasta que ese omega desbordante de sentimientos entró en su vida.
Los sentimientos que crecían a causa de Hunter le recordaban lo inhumano e insensible que se había vuelto, al mismo tiempo, sentía que no era necesario estar alerta a su alrededor y bajaba gradualmente la guardia.
Contradiciendo toda enseñanza de su padre, ya que sin importar qué tan fuerte seas, nada nos vuelve más vulnerables que el amor.
Deseó cada vez más ser importante para él.
No solo que le perteneciera, sino pertenecerle. Tener un espacio a su lado, un lugar que fuese de ambos.
—Si ese es el caso... —habló finalmente y mordió con suma lentitud su labio inferior, levantándose de la cama y viendo al omega desde arriba, con la parte superior de su trabajado cuerpo descubierto.
Hunter pestañeó varias veces evitando sostener la mirada y apretó las sábanas entre sus dedos, invadido por un calor que nunca antes experimentó.
—Prepárate, porque como instructor, soy de los que prefieren ir directamente a la práctica —sentenció soberbio, mostrando su maliciosa sonrisa.
ΩΩΩ
Después de sobrevivir el fin de semana sin incidentes, Hunter continuaba ansioso por todos los cambios en su día a día, por ello no durmió correctamente hasta llegado el lunes, a pesar de que Kilian le cedió momentáneamente su cama mientras pensaban en traer un colchón de su casa.
Despertó muy temprano, para variar. Cepilló sus dientes, se alistó y fue a la cocina a preparar el desayuno. Seguido caminó en dirección al sillón donde dormía el dueño de la vivienda.
Su expresión al descansar era seria y tensa, como en un estado de alerta constante, similar a una pesadilla, formando un nudo en el pecho de Hunter.
Tomó coraje y decidió despertarlo, llamándolo:
—Kilian... —lo nombró una única vez y sus ojos se abrieron de inmediato, relajando sus facciones cuando reconoció al chico ante sus pupilas— ¿Desayunamos?
Esa simple frase fue algo nuevo para el alfa y quedó inmóvil, disfrutando del olor al café en una apacible mañana lejos de todo mal. Solo ellos dos y los pacíficos sonidos de la ciudad despertando fuera del departamento.
Comieron con calma, toda la que los nervios de Hunter le permitieran, ya que estuvo prácticamente fingiendo que nada sucedió, estudiando, llamando a su madre y hermano a diario y haciendo demasiada comida.
Esperó en la sala mientras Kilian tomaba una ducha. Salió, se vistió sin ánimo de nada y se dirigieron todavía con más tranquilidad al instituto.
Tomaron asiento en sus respectivos lugares y Kilian estaba sereno como siempre, manteniendo la compostura y haciendo dudar a Hunter si realmente todo lo que recordaba había sucedido:
"¿Cómo puede estar tan tranquilo? Como si días atrás no le hubiese hecho la mamada de mi vida. La primera, en realidad. Y la última, ¿verdad? Es decir, fue a causa del celo ¿No? Dios ¿Qué estoy pensando?»
Respiró hondo mirando al frente.
«Quizá nada de eso pasó realmente y solo lo imaginé... » divagó sonrojado, apretando sus propias manos lleno de nerviosismo y al encontrarse con los ojos de Kilian vio su soberbia sonrisa «¡Por mi puta vida que sí pasó!»
—Hey —lo saludó repentinamente Frank, haciendo que el chico casi sufriera un infarto— ¿Estás bien? —preguntó con verdadero interés por su bienestar ya que parecía un poco alterado.
—¿E-Eh? S-Sí, es decir, ya sabes... Yo... —De repente Kilian se puso de pie y salió del aula, fastidiado porque la profesora no había asistido y gracias a las voces de todo el salón no podía dormir, yendo hacia la azotea.
—¿Te hizo algo? —la pregunta cambió drásticamente de tono, igual que su expresión y aura, sonando grave y sobreprotector.
Hunter pensó en su situación actual y negó con la cabeza.
—En realidad... ha hecho mucho por mí.
—¿De qué hablas? —inquirió Aaron arrastrando un asiento junto a la mesa de su amigo y siendo imitado por Sanna, junto a Rossy que se sentó en su falda descaradamente.
—Es que... —Respiró hondo y admitió los problemas familiares que estaba teniendo, disculpándose por no haberlo dicho antes—. No quería preocuparlos ya que también tienen sus propios problemas —dijo finalmente sabiendo que Sanna estaba juntando dinero para tener cubierto su próximo mes, viajes y eventos escolares; Aaron entrenando para su competencia de natación, Rossy discutiendo con sus padres y hermano mayor, Frank que actuaba extraño, Matt... Bueno, Matt era un misterio casi siempre.
—Eso explica lo cansado que te veías últimamente, creímos que era por los supresores y eso —habló Aaron estirando su mano y revolviendo su cabello con cariño.
—¿Seguro que no quieres venir a casa? Dónde entran diez entran once —le ofreció Frank y Matthew apareció desde atrás de Hunter, apoyando su codo en la cabeza del chico.
—Con excusas como esas tu mamá terminó teniendo como diez bendiciones —bromeó el rubio y Frank fingió ofenderse.
—Pff ¿Diez? Claro que no, eso sería irresponsable... somos nueve nomás —corrigió a su amigo y éste negó con la cabeza ocultando las ganas de reír por su idiotez.
Deslizó sus brazos hasta dejarlos caer sobre los hombros de Hunter y miró su rostro de costado, notando esas marcadas líneas oscuras bajo sus ojos y percibiendo el olor a alfa que rodeaba al omega.
—Tus ojeras empeoraron este fin de semana —dijo y el calor de su aliento chocó contra su mejilla— ¿No estarás haciendo cosas indecentes con ese alfa que no te dejan dormir, pequeño HunHun? —finalizó en su oído y éste se ruborizó a más no poder, viendo la frialdad en los ojos cínicos de su amigo.
No era cierto, pero tampoco una mentira, ya que no podía decir que "absolutamente nada sucedió" siendo que todavía recordaba el sabor y textura de ese miembro caliente deslizándose dentro de su boca, estremeciéndose sin querer y empujando el rostro de Matt lejos del suyo.
El rubio mordió su labio para humedecerlo y ladeó su cara, irguiendo su esbelto cuerpo.
Cualquiera a quien le dijeran que Matt era beta, dudaría de ello, pensado que parecía más un alfa con su soberbia y altivez nata.
Sin saber que en realidad siempre fue omega.
Uno muy difícil de tratar.
—Hey, hey, nada de secretos en mi cara —Se quejó Rossy—. No anden con chismes y cuéntennos a todos.
Hunter no supo si el rubio quería saber para cuidarlo porque estaba preocupado por él o simplemente deseaba molestarlo.
Para Matt fue simple: ambas opciones eran correctas.
—No es seguro que vivas con un alfa—advirtió Frank y Hunter elevó una ceja.
—Tú eres uno.
—Pero somos como hermanos, no se me pararía contigo ni usando una palanc... —calló a media frase por un golpe que recibió de Rossy, haciendo reír a Matthew y Aarón.
—Entiendo a qué se refiere... el celo es nuevo para ti y puede ser doloroso —admitió Sanna abrazando a Rossy amistosamente, recordando cuando ella, Lucy y Aarón iban a su casa a llevarle supresores y cuidarla, ya que en su caso sufre de fiebre y malestar similar a una gripe gracias a las medicinas.
Pero prefiere eso a tener los malestares del celo.
—No solo es alguien temible... también puede ser agradable y controlarse a pesar de todo —decretó Hunter con su ceño ligeramente hacia arriba.
Por el momento no se animó a hablar en voz alta sobre lo sucedido y el acuerdo que hizo con ese alfa para aprender a controlar sus estallidos repentinos de feromonas. Pero tenía algo muy claro:
—Me siento seguro a su alrededor y si algo llega a suceder les avisaré.
—Okay, lo acepto —contestó Aaron y sonrió con diversión en su mirada—. No creo que podamos hace algo como ganarle en una pelea, pero sí un puñetazo y correr. Ya tengo la imágen mental de Rossy haciéndolo —bromeó y el primero en soltar una carcajada fue Frank, seguido por los demás.
Mientras el resto reía, el alfa de cabello castaño repentinamente recobró su seriedad, desviando la mirada y frunciendo un poco sus cejas. Instantáneamente recobró su sonrisa relajada, pero Matt era muy perspicaz y notó ese detalle.
Matthew siempre estaba atento a Frank.
De hecho, aunque no lo admitiera, se preocupaba por sus demás amigos también.
No eran muchos y solían tomar desastrosas decisiones, a lo que el rubio los trataba de idiotas gran parte del tiempo y parecía desinteresado de todo a su alrededor. Pero con más razón estaba pendiente de ellos, sus redes sociales y personas cercanas, cuidándolos en silencio.
Obviamente eso es algo que jamás admitiría. Primero muerto. Tres días después por si acaso.
—¿Podrían venir conmigo esta noche? —preguntó Hunter después de recordar algo—: mamá dijo que había una especie de fiesta por los 50 años del hospital, irían las familias de los pacientes y habrá fuegos artificiales... No quiero faltar, pero ya saben que odio esos lugares.
Asintieron al unísono y sonrieron, excepto Rossy que maldijo por haber peleado con su mamá la noche anterior y saber que no le daría permiso para hacer absolutamente nada ese día.
—Mi casa es una dictadura —lloriqueó la alfa y se desplomó sobre la mesa, estirando sus brazos y dejando su lacio cabello corto caer a un costado de su cara.
Entre charlas la clase de historia comenzó y el profesor ingresó al lugar, callando a sus alumnos para dar inicio a su lección del día.
ΩΩΩ
Hunter se reencontró con el alfa nuevamente en su casa, esperó a que regresara al salón, pero como eso no pasó, desistió y caminó solo al departamento.
—¿Sucedió algo hoy? —inquirió mientras revolvía la salsa que acompañaría los espaguetis.
—En absoluto —contestó Kilian con normalidad y se acercó a sus espaldas, viendo qué tanto movía en la olla.
—Es que desapareciste y no regresaste al salón... —murmuró y éste levantó ambas cejas.
—¿Esperaste por mí? —Sus mejillas se sonrojaron y apartó la mirada en dirección a la comida.
No hizo falta respuesta, con ese gesto Kilian comprendió.
—No lo sabía ¿Por qué me esperabas?
—Para regresar juntos, es decir, vamos a la misma dirección y eso...
—Ya veo, tu nivel de desorientación es peor al que supuse ¿Tardaste en llegar aquí hoy solo? —bromeó con sorna y Hunter chasqueó la lengua, irritado.
—Ya, imbécil, yo te digo algo con buenas intenciones y te me burlas. No me perdí, estúpido insensible, solo quería... ya, déjalo.
Kilian ocultó su sonrisa de asombro detrás de sus dedos, fingiendo que apoyaba sus falanges allí por pura comodidad.
—Nadie me espera desde hace mucho tiempo... En realidad, nunca esperaron por mí, así que no pude preverlo.
—¿Cómo puede ser?
—¿Te sorprende?
—Claro que sí, es... bueno, ahora te ves un poco aterrador e intimidante los alfas grandes como tú... pero, a ver, no hablo de precisamente ahora, pero cuando eras pequeño seguramente esperaban por ti a la salida.
—No.
Ya comenzaba a creer que estaba ignorándolo y que solo le respondía no a todo, porque no era normal que nadie lo recogiera de la escuela cuando era niño.
—Vamos, no mientas, seguro tu padre...
—No. Por supuesto que no —sentenció con rechazo y casi ironía.
Hunter no supo si era sensato seguir, pero quería saber:
—¿Entonces...? —Dejó de mover la salsa y apagó las perillas del gas—. ¿Vivías cerca de la escuela?
—No —continuó con su negación y se sentó apacible en uno de los banquitos frente a la mesada de la cocina—. En primaria fui educado en casa, los últimos años mi padre viajó sin llevarme con él a no sé dónde y asistí a una academia internado de alfas dotados, no puedo decir que era peor que mi tétrica casa, pero no estaba muy lejos del nivel de fastidio que me generaba.
Guardó silencio recordando aquello y su rostro delataba el hastío.
—La gente es irritante en esos ambientes... en casi todos los ambientes. Después regresó... y yo me fui. Dejé el país, estudié en Suiza un tiempo y volví aquí... No es nuevo para mí el estar solo, no extraño a nadie porque nunca tuve a nadie que me hiciera extrañarlo, ni siquiera mi abuela se permitía ser tan invaluable en mi vida porque eso me hubiese hecho débil y ser débil era igual a m... —Levantó el rostro al darse cuenta que ese omega estaba mirándolo atentamente sobre su pequeño hombro.
Se ruborizó al ser descubierto mirándolo fijamente y regresó a su rígida postura.
—¿Y tus padres no se preocuparon? ¿Hermanos? No recuerdo haberte oído hablar mucho de tu familia.
—Porque no tengo —sentenció—. Mamá murió, Odette también, hermanos que yo sepa nunca tuve, tíos tampoco, lo que significa que mi árbol genealógico acabará justo aquí, conmigo al final de la rama.
—¿No te interesa tener hijos cuando seas adulto? Sería divertido ver a una versión de ti pequeñita y con su ceño fruncido todo el tiempo, así te imagino de niño —divagó.
Kilian casi rio por su tono lleno de ilusión.
—¿Es alguna clase de propuesta? —inquirió con falsa seducción y la boca de Hunter se abrió denotando su indignación y nerviosismo.
—¡C-Claro que no! Es decir, sí quiero tener hijos, pero no ahora.
Humedeció sus labios y esos suspicaces ojos se clavaron en su nuca.
—Oh, claro, podemos esperar si eso quieres —continuaba fastidiándolo y su cara estaba más roja que la salsa.
—¡N-No hablaba de nosotros! —chilló encogiéndose de hombros y haciendo un gesto caprichoso.
La posesividad del alfa casi colapsó en ese instante, guardando silencio, dándose cuenta que la idea de ese chico de adulto con su vientre abultado y esperando un hijo de otra persona le generó una devastadora y gélida sensación en la garganta.
Hunter no se percató de ese cambio en el ambiente ya que estaba demasiado avergonzado como para darse cuenta de nada.
Comieron entre charlas casuales y anécdotas agradables del omega.
—Ahora cuéntame algo tú... Si quieres.
—¿Algo bueno? —Hunter asintió y Kilian pensó largos segundos—. El gato que trajiste sale por la cornisa, entra a la casa de la vecina loca por los gatos y hace sus necesidades en su arenero, así que no necesito limpiar su arena aquí —dijo alegre y Hunter se dio una palmada en la frente, riendo y quejándose en partes iguales.
—No le digas "el gato", se llama Dracarys.
—¿Desde cuándo?
—Desde ahora, lo adoptamos, así que hay que darle un nombre —articuló buscándolo con la mirada y viéndolo dormir sobre la alacena.
—A él le vale un carajo, nunca viene cuando lo llamo, no hará una diferencia si tiene nombre o no.
Hunter se ofendió superficialmente y llevó una mano a su pecho, para después sonreír con su nariz en alto, como todo un narcisista.
—Conmigo sí viene, es tu aura asesina la que lo espanta —decretó y sus ojos se suavizaron—. Lo nombré no porque el gato necesite un nombre para vivir, puede vivir normalmente sin uno... sino para tener un sentido de pertenencia ¿Comprendes? Leí que las personas le pongan nombres a las cosas para sentirse menos solas y cuando dijiste "el gato", sentí una distancia entre tú y él... Entre tú y todos —agregó eso último casi angustiado.
Seguido se recompuso, siguiendo la conversación:
—Por eso le di un nombre, así podíamos reafirmar que que este es su hogar... que pertenece aquí, donde nosotros lo llamamos cuando queremos verlo, aunque él no quiera obedecer todo el tiempo, ya que contigo es muy testarudo —rio bajo al decir eso y Kilian mantuvo su silencio.
Sin darse cuenta ese pequeño felino fue lo primero que ellos pudieron llamar "nuestro", sin siquiera saber exactamente qué tipo de relación surgía entre ambos.
Se dispusieron a limpiar, cosa que el omega quiso hacer solo, pero la leve compulsividad de Kilian al orden no le permitió quedarse sentado mucho tiempo y colaboró en la limpieza a pesar de los reproches del omega.
—Solo seca los platos y ya, en serio, tus manos... —habló bajando cada vez más la voz y ya a su lado las tomó cautelosamente, extendiendo sus dedos con suavidad, teniendo cuidado temiendo causarle dolor.
Sus falanges eran largas, no podía ver las pequeñas cicatrices a causa de las vendas bien cuidadas, pero sí la diferencia de tamaños entre ambos. Subiendo la mirada a su palma, segundo su muñeca, ese antebrazo relajado con sus venas ligeramente marcadas, subiendo por su bíceps, hombro y deteniéndose en su cuello, dónde recordó el momento exacto cuando Kilian le permitió olerlo y morderlo con total impunidad.
Sin darle tiempo a apartarse, la mano libre del alfa se plantó en su cintura, acortando toda distancia y obligándolo a levantar la vista hasta sus ojos.
—Que descuidado... tu celo podría despertar de un momento a otro —murmuró inclinándose hacia él.
—K-Kilian... —murmuró cohibido— No quiero.
—¿Estás seguro? —sugirió y respiró profundo el dulzor en el ambiente— Tus feromonas no opinan lo mismo. —Humedeció sus labios y sus grandes hombros se contrajeron levemente por el placer que ese aroma de generaba, que Hunter le generaba.
—Pero n-no quiero perder la razón, es aterrador no poder dominar mis sentidos —sollozó con su cuerpo temblando y Kilian asintió, para seguido ladear su rostro pacientemente.
—Lo entiendo, esto puede ser parte de tu entrenamiento... intenta resistirte a mí.
.
Continuará...
Tardé, pero en mi defensa la vida es una mierda jajaja los amo🌼
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