QUINCE
Pov Matthew
El sol no entraba por la ventana, pero supe que era de día porque pude sentir el ruido de la ciudad afuera de la habitación, tan bullicioso que maldije en murmullos.
Odio las mañanas. Las odio con toda mi asquerosa alma.
De a poco el cansancio empezó a esfumarse de mi organismo, del mismo modo que ese jodido y puto celo también se había ido.
Cuando pensé en ello abrí mis ojos de repente. Lo primero que sentí fue un punzante dolor de cabeza. Bien, que no me duela el puto trasero era una buena señal y significaba que no hice ninguna idiotez a causa de las hormonas.
Pero, ¿Dónde carajos estaba? No recuerdo en qué momento Tao vino o si siquiera lo hizo.
Me removí, estirando mis brazos e inclinando mi cadera hacia atrás, chocado contra algo caliente y duro.
«Puta madre»
Una persona estaba a mis espaldas y no solo eso, al moverme imitó mi accionar y sus grandes manos se plantaron en mi cadera.
Me giré con toda la intención de reorganizarle la cara de un puñetazo, pero mi cuerpo se paralizó al ver esa dulce y estúpida cara durmiente.
—Frank —su nombre escapó de mis labios y no pude siquiera pensar en qué hacer.
"¿Qué hacer?" No había necesidad de eso, porque esto no podría ser real, no había forma de que esta surrealista situación fuese verdadera, solo en mis sueños... aunque en ellos suelo ser rechazado por él, lo veo irse con su omega y verme con asco.
Porque así pasaría, los alfas y omegas son criaturas simples, genéticamente predecibles, a lo que cada alfa tiene a un omega con quien es más compatible fisiológicamente.
Los ingenuos le dirán destino, destinados, pura basura, la ciencia dice que lo más probable es que sea una reacción química. Creo en la ciencia, la lógica, no me vengan con sus fantasías del destino mágico.
Es casi imposible por azar que algo como eso suceda, que se encuentren las personas más compatibles entre sí... pero pasa. Les juro que pasa y yo mismo lo vi, por eso, cuando la carta médica en segundo año dio mi asqueroso resultado quise morir. No podía ser cierto. Era un omega, uno que indudablemente no era el más compatible con Frank, sino él hubiese notado mi verdadera naturaleza a pesar de los supresores constantes.
No era él. No era yo. No éramos el uno para el otro.
Yo jodidamente quería que él fuese mi... ser el más importante para Frank. Si tenía que cargar todas las consecuencias de ser omega, lo único que me podría compensar ese mal, sería ser el más compatible con él.
Ni siquiera tenía eso. No poseía nada más que este cuerpo disfuncional e inundado de medicamentos que me debilitaban cada vez más.
Me recosté nuevamente viendo hacia la pared y sus manos continuaban en su lugar, firmes a mi cadera como si pertenecieran allí. Sin que me pudiese preparar mentalmente, se acercó por completo a mí, toda su existencia pegada a la mía, tanto su rostro en mi nuca arriba del collar, como su jodido miembro en medio de mi trasero.
Jodido alfa caliente de mierda.
Pero su tacto era posesivo y juguetón, típico de él, pero con algo diferente a todas las anteriores veces que me ha tocado siendo buenos amigos, ahora podía percibir cierta necesidad.
Eso me hizo sonreír con amargura, porque no era real, pero deseaba que lo fuese.
Cuando su mano subió por mi huesuda cadera hasta mi cintura, contuve la respiración, seguido presionó allí, acercándose peligrosamente a mi pecho con sus dedos... plano, sin gracia ni nada que presumir en particular.
Por suerte no era un omega exótico, esos la tienen difícil con conseguir medicamentos que les funcionen, pero sí que eran codiciados por sus feromonas fuertes, rasgos suaves, afinados o femeninos. Por mi parte ya suficiente tenía con mi lado omega normal, un físico regular y más pálido que vampiro anémico.
En mi ensimismamiento sus labios rozaron mi hombro, seguido me estrujó con algo de fuerza y, ¿Por qué parecía que estaba disfrutando tanto tocarme? «De todos modos no iba a quejarme, soy libre de hacer lo que quiera en mis ambiciosos sueños» pensé al levantar mi mano en su dirección sobre mi hombro, quería tocarlo también.
Pero al hacer eso vi mis falanges, mi mano en general y recordé esa vez donde creo que fue Sanna la que mencionó que debes ver tu mano para saber si estás dentro de un sueño, ya que si lo era, tendrás más dedos de lo normal.
Mi mano se veía jodidamente típica con sus cinco dedos en su lugar. Nunca deseé tanto tener un puto dedo extra como ahora.
En ese instante casi entro en pánico. Significaba que realmente estaba compartiendo una cama en vaya a saber dónde y sin nada de ropa con el mismísimo Frank Wolff. Podía incluso saborear el miedo escapando de cada poro de mi cuerpo y mi respiración se detuvo.
El alfa no dejó pasar ese hecho y percibí una gran cantidad de sus feromonas liberadas en un intento por tranquilizarme... eso me enterneció, sí será idiota, él es la causa de mi pánico y aún así es él quien quiere calmarme.
Calma que se fue al carajo cuando su miembro duro volvió a rozarse con mi parte baja, si continuaba así no podría mantenerme cuerdo y refrenar mis impulsos, sin contar las fuertes palpitaciones en mi pecho que cada vez eran más irregulares.
Por eso y un montón de emociones arremolinadas en mi cabeza, estallé:
—¡Deja de apoyarme tu puta nutria tan temprano en la mañana! —exclamé iracundo y no había dudas que eso lo despertó, pero el impertinente ni siquiera se dignó a abrir los ojos cuando giré mi rostro en su dirección.
Solo frunció un poco sus cejas todavía con ambos ojos cerrados y sonrió con esa condenada mueca divertida que me derretía el cerebro.
—¿Entonces en la tarde sí puedo? —dijo sin miedo al éxito, o mejor dicho, a la muerte, ya que tomé la almohada y la puse en su rostro.
—Muere de una jodida vez y deja de gastar oxígeno, desperdicio de ser humano —maldecía y forcejeaba con él, hasta que asomó su mirada café por arriba del arma homicida con la que planeaba sofocarlo y comenzó a reír, tierna y estúpidamente.
Me contagió su alegría y suspiré con una risa que no quería dejar ir... en vano, terminé negando con la cabeza y cediendo ante su estupidez crónica, riendo al igual que él. Sin ninguna razón en particular, sin motivos, solo quería sonreír por el simple hecho de oírlo hacerlo.
Recobré el sentido recalculando la razón de por qué carajos estaba con Frank y una punzada atravesó mi cerebro, como jaqueca, recordándome a la sensación detrás de mi garganta cuando me excedía con inhibidores, pero menos intensa de cierto modo.
—¿Qué fue lo que pasó ayer? —pregunté recordando que estaba con Kamil, me contó sobre la aplicación que utiliza para comunicarse, mi cuerpo se calentó de la nada, después caminé hasta... cierto, el hotel, estoy en un hotel.
Tomé mi móvil, vi el estúpido error que cometí a causa de que las fotos de Tao y Frank tienen gamas de colores similares y como veía borroso me equivoqué.
Toda la información me golpeó de repente y no fue un pequeño golpecito, sino con la potencia de un puto cadenazo en los dientes.
Llevé dos dedos al puente de mi nariz y solté la respiración rápido, tratando de controlar mis emociones.
—No te estreses —contestó Frank sonriendo sin preocupaciones—, no lo hicimos hasta el final, solo nos mast... —Apreté su cara con toda mi palma sobre su rostro así callé su discurso.
—El homicidio no es una opción, es la solución —mascullé apretando su cara mientras se quejaba tontamente.
—Ya, ya, lo siento, no lo volveré a decir así de la nada —se disculpó y sonrió entre mis dedos.
Estoy tocando su cara, sus labios... esos condenados labios que tanto me gustaban.
Hace un instante Frank parecía, ¿nervioso? No estaba seguro, pero lo conozco lo suficiente para percibir un ligero sonrojo en sus mejillas y cómo hacía esa mueca típica en él cuando esta emocionado.
Carajo, no es un hombre, es un cachorro mimado... «uno jodidamente lindo» pensé al detallar su torso desnudo debajo de mí, y cómo subía y descendía con cada respiración que daba.
Quité mi mano de repente y fingí fastidio, girándome en la cama, poniéndome de pie y yendo en dirección a mi bóxer.
Percibí cómo mi rostro amenazó con enrojece y presioné mis labios, respirando hondo y fingiendo una expresión imperturbable. Por el rabillo del ojo divisé su mirada sobre mí, continuaba abrazando la almohada, con su rostro ladeado y en vez de parecerme adorable... me provocó un escalofrío.
Su forma de mirarme no era la usual, de hecho, jamás vi ese tipo de miradas en Frank... nunca dirigida a mí, como si examinara mi cuerpo de manera detallada.
No es la primera vez que me ve en bóxer, bueno, quizá sí la primera vez que me ve como la naturaleza me trajo al mundo y colocándome uno, siguiendo el con sus pupilas el recorrido de la tela sobre mi piel y finalmente cómo se adecuaba a mi cuerpo una vez puesto.
¿Y cómo se veía mi cara? Seria, obviamente, tratando de dispersar mi mente a cualquier sitio tranquilo y pesimista, calmando el asqueroso latido frenético de mi corazón.
Con el paso de los años, me volví un experto en fingir que la vida me vale verga cuando en realidad estoy muriéndome de ansiedad.
—Pensé que estarías más... cohibido —dijo al fin y reprimí mi nerviosismo levantando el rostro, sonriendo con mi orgullo y cinismo intactos.
—¿Ah sí? ¿Por qué será que no lo estoy? —inquirí con cierta melodía perversa en mi voz— Quizá sea porque ya estoy acostumbrado a venir a hoteles con desconocidos en mis celos y a la mañana siguiente verlos morboseándose viendo mi cuerpo, comiéndome con la mirada como lo hicieron la noche anterior... Bueno, ¿Quién sabe?, ¿no?
La presión en el aire descendió y la mirada de este alfa no mostró ningún destello de amabilidad en él.
Respiró profundo y supongo que con ayuda de su lado racional contestó:
—O tal vez es porque que el hecho de que seas omega no cambia quien eres, y eres un sujeto con carácter jodido que nunca se avergonzó al estar en bóxer frente a mí.
Caminé paso a paso hasta enfrentarlo, mismo que mantenía la mirada y parecía un poco consternado.
¿Por qué le importa acaso? Se notaba que le estaba molestando lo que dije ¿Por qué ahora? ¿Por qué de repente después de algo insignificante como una mordida él desborda toda clase de miradas hacia mí?
Odio ser omega.
Frank no ocultaba sus emociones.
Yo era un experto sepultándolas.
Me rendí con él desde el primer momento, hice las cosas que debía hacer, sonreí cuando era necesario, ignoré lo que me estremecía y hacía retorcer de dolor, cumplí mi papel de amigo porque estar a su lado aunque sea de esa manera patética era mil veces mejor que ser desconocidos.
—¿Eso piensas? —preguntó levantando sus ojos desde mi falsa sonrisa hasta mis ojos, pero no se lo permití, no dejé que siguiera su camino hasta mis traidoras pupilas, porque él me conocía demasiado como para ser engañado si llega a descubrir la forma en la que lo miro.
La manera en la que siempre lo miré.
Así que antes que eso pasara, hablé, distrayéndolo:
—¿Creíste que estaría "cohibido" por ser omega y debía verme indefenso? —dije con un poco de alivio, sabiendo que Frank no era de los que estereotipan, supongo que por su buena crianza y la paciencia de su madre con tantos energúmenos de hijos que tiene.
Su mamá es el polo opuesto a la mía, que no pudo soportar criarme siendo un solo niño, mientras que la madre de Frank tuvo tantos hijos como quiso y los amó a todos por igual. Los crío. Los llenó de confianza en sí mismos y buenos valores.
Admito que mi vida no fue mala, el viejo hizo lo que pudo siendo padre soltero con su pesada carga como federal y con tiempos laborales tan ajustados.
Intentó como pudo y al parecer mi personalidad siempre fue demasiado retorcida como para enderezarla...
En el fondo agradezco su esfuerzo, tengo buenos recuerdos aunque es un viejo idiota... pero me hace sentir bien cuando lo veo en casa o que cuando esta lejos llama e intenta sacar temas de conversación que parecen sacados de una revista de crianza barata.
—No es por que seas omega —susurró y me bajó nuevamente a la tierra.
Sin previo aviso levantó su mirada decidida hacia mí y puede que tenga ojos café como millones de personas, pero juraría que los suyos ardían de una forma particular con semejante determinación.
—Estoy nervioso y esperaba que te sentías igual, es decir, carajo, de repente hicimos tantas cosas y fuaah, Matt, que increíble ¿No crees? —admitió y de repente la tristeza se plantó en sus pupilas—. Ahora no es nerviosismo lo que siento... Es algo mucho más desagradable en mi pecho.
Me miró como si buscara mi ayuda, respuestas a su malestar.
—Nunca me pasó algo así ¿Es porque somos compañeros que siento algo tan pesado y asfixiante en mi pecho? ¿Tú también lo sientes?
Diablos, Frank, eso que describes me sucede desde el primer día que nos conocimos experimento esos síntomas cada vez que besas a tus amigas sexuales, todas las veces que te vas con alguna de ellas y sé exactamente qué estarán haciendo.
Creo que nunca dejé de sentirlo y me acostumbré a ello. Me acostumbré a que nunca serías mío.
El dolor no desaparece, el tiempo no borra un carajo, solo me adapté. Lo hice para sobrevivir, porque me estaba matando verte cada día y no saber cuándo alguien te enamoraría, cuándo tu omega aparecía y estarías cada vez más lejos de mis frías manos.
Sonreí cada que que quería quebrarme hasta que olvidé cómo se sentía sonreír con honestidad.
Pero los momentos donde te oigo reír lo recuerdo. Una chispa de vida me hace creer que todo lo demás vale la pena, aunque dure pocos segundos, a pesar de que sé que no es bueno para mí seguir de ese modo.
—¿O acaso habré enfermado? —pensaba en alto, revolviendo su ya revuelto cabello castaño y salvaje.
Casi extendí mi mano a su cabeza con la intención de acariciarlo, de que dejara de verse confundido, pero reprimí todo apretando los puños.
Era algo momentáneo, mis feromonas lo confundieron, ya se le pasaría y todo regresaría a la normalidad. Yo debía sobrevivir y mantener lo que queda de mi inservible corazón intacto a como diera lugar.
—Así que déjame creer que no estás nervioso porque eres genial y no porque estés acostumbrado a cosas así con otros... Quiero creer que es eso. —Apretó las sábanas entre sus manos y mi corazón dio un vuelco— Déjame pensar que lo es —pidió con su voz baja y sutil, casi implorando por la piedad de alguien como yo que solo sabía decir palabras hirientes o callar.
Opté por callar. Si hablaba, podría arruinar mi oportunidad de seguir siendo su amigo. Que descubriera mi patética forma de quererlo y toda esta situación empeorase para mí.
Porque él pronto perdería la curiosidad e interés, pero contrariamente a eso, yo no podría olvidar. Insulso ahora recuerdo claramente él sabor de sus promiscuos y apetecibles labios.
—Pff, claro que es eso, soy genial. Además, ¿Me ves cara de aguantar a desconocidos por las mañanas? A estas alturas ya sería un famoso asesino serial. "El más buscado del Oeste americano, fuentes afirman que mataba a sus víctimas porque eran irritantes y no lo dejaban dormir a gusto" —dije con falsa voz de noticiero y rio.
«Carajo, esa hermosa sonrisa con su perfecta hilera de dientes y esos grandes colmillos que lo hacen ver más salvaje de lo que ya es»
—No me imagino quién sería el pobre diablo en interponerse entre tú y tus amadas siestas —habló con diversión.
—Bueno, es obvio, cualquiera lo sabe... —admití resignado—. No sirvo para ser el omega de nadie.
Solté eso último sin pensar y su mano se levantó hasta mi nuca, justo sobre el collar.
—Eres el mío —susurró presionando hacia abajo y obligándome a inclinar la parte superior de mi cuerpo a su altura sobre la cama.
Frank Wolff, si tú objetivo es torturarme: lo estás consiguiendo muy fácil.
Pero mi estallido emocional fue amortiguado por la verdad detrás de todo esto:
—Eso no es verdad, nada de esto lo es —contesté tajante sobre sus labios, casi rozándolos.
Me erguí de nuevo, con toda la fuerza de voluntad que poseía, ignorando a mi cuerpo que rogaba ser sostenido por esos brazos y a mi corazón que anhelaba que sus afirmaciones fuesen reales.
«No es real, solo es inconsciente del peso de sus palabras, cálmate, Matthew»
Su vista quedó en un punto fijo en el suelo y la forma en la que se curvaron sus pobladas cejas castañas, carajo, estoy cansado de que me guste todo de él.
—Dime qué es —demandé moviendo la mano, apresurándolo.
—¿Qué cosa?
—Lo que te molesta al punto de poner esa horrenda cara y mirar el piso como si fuese tu puto némesis durante seis minutos seguidos. Ya, suéltalo.
Frank hizo una expresión de confusión y seguido sonrió sin mostrar sus dientes.
—Es que no lo sé... Siento que si te lo intento explicar solo diré estupideces y ah... No sé, es decir, eres más inteligente que yo, pero también me pareces algo imbécil en ocasiones.
Afine mis párpados y humedecí mis labios.
—¿Te parece prudente insultarme y hacerme enojar precisamente ahora?
Eso hizo al alfa fruncir las cejas todavía más, seguido soltó un suspiro de calma y sonrió de lado.
—Hacerte enojar no es tan difícil que digamos.
—¿Acaso quieres morir, alfa? —gruñí aquello.
—No me digas alfa que me excito, primer aviso.
Ladeé mi rostro, me incliné y apoyé una de mis manos al costado de su cadera, enfrentando ese irrespetuoso rostro.
—Eso no es divertido para mí —susurré despectivo, bajando la vista hacia sus labios inconscientemente—. Me gustan los retos y lo que dices... suena a alguien precoz en la cama. —Su mano tomó sorpresivamente mi muñeca y levanté la vista hacia la suya, todo su cuerpo desprendía un aroma tan delicioso que contuve la respiración, luchando por no apartar la mirada de la suya, que sin duda me paralizó físicamente, pero no iba a doblegarme—: Ahora mismo tu reputación se me hace poco creíble, alfa.
Frank llevó su mano libre a mi nuca y ladeó su rostro, librando muchas feromonas y sonriendo de lado, mostrando sus grandes caninos. Mostrando su superioridad en todo el sentido de la puta palabra, haciéndome difícil no ceder.
—Te ofrecí comprobarlo tú mismo y llamaste a alguien más en mi lugar —decretó con cierto enojo y mostró sus dientes un instante—. No me provoques si vas a huir cuando llega el momento, omega.
La tensión era tal que lo único que pudo romperla fue el sonido del teléfono dentro de la habitación, apartándome finalmente. Siendo yo el que huye, como siempre.
Con una expresión inescrutable me levanté y cogí la llamada.
—Sí, entiendo —dije cuando me explicaron que el tiempo acabo y miré a Frank.
—Se acabó el tiempo —afirmó el alfa y me crucé de brazos después de colgar.
—Olvidé que eres la prostituta del barrio, carajo ¿No trajiste tu tarjeta de cliente frecuente así nos hacen descuento? —ironicé y Frank rio.
—Es la primera vez que vengo a este —dijo levantando la mano como juramento—. No está nada mal, me gusta... —me miró fijamente y su mirada se oscureció— mucho.
«Mierda, no te alteres, calma. Putas hormonas que me invaden y... No, no es a causa de las hormonas, es porque es él. Porque lo quiero como no creo poder querer a nadie mas»
—Muévete, no tenemos todo el día —dije buscando mi ropa y se levantó en dirección al baño— ¿Tomarás una ducha aquí?
—¿Tú no?
—Jodido asco, shampoo barato y horrible, ese jabón chiquito con químicos poco fiables, sin contar que no confío en la limpieza de... —Levantó la mato y habló sobre mí:
—Ya, lo capto, entendí, esto arruinará tus ricitos de oro, ajá —le quitó importancia al deshacerse de su ropa interior frente a la puerta abierta del baño. Sonriendo con cierto orgullo de su trabajado cuerpo y ese bronceado tan tentador, jodido alfa presumido.
—Cierra la puerta, exhibicionista —maldije apartando mi rostro.
No es necesario verlo para saber que se esta sonriendo con suficiencia, amo y odio eso.
Ya con mi ropa en su sitio me digné a verme al espejo.
—Hijo de su coneja madre —maldije viendo la innecesariamente gran cantidad de moretones y chupetones en mi cuerpo, casi sobre cada lunar había un chupetón y estoy lleno de lunares— ¡Jodido infeliz! —espeté pateando la puerta como un jodido oficial de desalojo y ni siquiera se cubrió dentro de la ducha.
—¿Se te ofrece algo, Matilda de mi corazón? —fingió inocencia el muy imbécil y apreté mi puño, jalando mi cuello de tortuga con la otra mano para exhibir mi cuello.
—¿Qué diablos se supone que es esto?
—Los dedos de dios —dijo y juro no entendí que diablos quiso decir, elevando una de mis cejas y poniendo una mano en mi cadera—. Ya sabes, dicen que aprieta, pero no ahorca —bromeó el maldito y jalé la manija del inodoro, oyéndolo chillar porque de repente el agua lo quemó.
—Me lo vas a pagar, inadaptado de mierda, no va a quedar así —advertí indignado y ruborizado en partes iguales.
Unos segundos bastaron para pensar qué hacer como venganza y mi mente halló la respuesta luego de ver el teléfono sobre esa insípida mesita. Lo tomé, marqué y hablé bajo.
Cuando terminó con su ducha salió, se puso su ropa y yo de pie junto a la puerta tuve que contener el aire porque Frank conseguía que el shampoo barato y el jabón radioactivo olieran jodidamente tentadores sobre su piel.
Bajamos hasta la recepción y la joven beta de ahí me sonrió amistosamente. Le devolví la sonrisa con una falsedad digna de político y Frank curvó sus cejas cuando ella me nombró:
—Oh vaya, esta vez trajiste a un alfa muy apuesto, Matt —aseguró a modo de halago y le entregué una propina—. Te esperamos la próxima vez, como siempre.
Asentí con la cabeza e hice una mueca condescendiente.
Estando a pocas calles de mi departamento, el silencio por parte de Frank era tan obvio que casi no pude aguantar la risa que me provocaba su actitud infantil. Comportándose como un mocoso al cual castigaron por algo, teniendo semejante cuerpo fornido.
«Vaya posesividad la de los alfa. La reciente marca debe afectar su racionalidad... será muy aburrido cuando se le pase esta entretenida reacción hormonal, será un poco... solitario» pensé y negué con mi cabeza «Ya, igual no podría acostumbrarme a algo como las muestras de cariño o celos, de por sí siempre es muy físico y meloso... No importa, no necesito nada de eso, con verlo bien me basta. Todo estará bien»
Cuando llegamos a la puerta de descubrimos que Duncan no estaba, ya que la motocicleta no se encontraba en la puerta y las luces estaban apagadas. Me detuve ahí y recién en ese momento dirigí otra vez mi mirada a Frank, el cual más que estar molesto y caprichoso (como supuse) se veía dolido.
«Mierda. No, no quiero eso»
Sus preciosas cejas fruncidas, el café en sus ojos se había oscurecido al punto de verse cristalizados y sin su emoción característica. Los labios con los que tantas veces soñé estaban curvados en una mueca de molestia que intentaba contener. Seguí sus rasgos con la mirada hasta detenerme nuevamente en sus ojos y ahí va de nuevo el órgano que bombea mi sangre presionando de manera irregular mi pecho. A este paso voy a necesitar un jodido trasplante.
La venganza me salió rotundamente mal, el karma tiene algo en mi contra y ahora era yo quien estaba luchando para no tomar su rostro y consolarlo... Bien, no, no iba a pasar. Me cuesta demasiado demostrar cariño y peor aún si se trataba de Frank, por quien se desbordaba todo el cariño existente en mí.
Aún así, me tranquilicé e intenté (con mi forma poco demostrativa y evasiva de ser) que dejara de verse tan herido.
—Oye, si estás molesto por lo que pasó en el hotel, solo fue una broma.
Su expresión casi me hace retroceder.
—No fue divertido en absoluto.
Simulé no darle importancia y me encogí de hombros.
—Hey, sabes, estás siendo dramático, esto no es... —me interrumpió irritado:
—No es de mi incumbencia, lo sé. No es como si pudiera opinar al respecto.
Me dejó callado la frialdad con la que lo dijo y apreté mis labios.
¿Por qué me dolió? Debería estar feliz, es la primera vez que dice algo lógico.
Es lo que siempre he dicho, repitiendo que él no es mi alfa y yo no soy su omega.
Mierda. Me duele el tórax.
Ser el causante de mis propias desgracias era habitual, estoy consiente de ello, pero esta vez le provoqué dolor a él. No era aceptable, dañar y fallarle a Frank era algo que hasta la fecha nunca había sucedido y me negaba a que pasara.
Ver esa expresión de abatimiento me impulsó a pronunciar palabras muy peligrosas, palabras que me negaba a creer para no hacerme falsas ilusiones, pero quería verlo sonreír y eso me desequilibró totalmente:
—Sí puedes —susurré a modo de murmullo y el castaño levantó el rostro con tanto desconcierto que, si no fuera por los nervios, me habría reído.
—¿Qué dijiste? —inquirió realmente creyendo que entendió mal.
—Nada. Es el celo el que habla —farfullé haciendo ademanes.
—¿Me pasas la llamada con tu celo, entonces? Es que es más honesto que tú —canturreó al volverle el ánimo de repente, no solo su lado alfa, sino su parte racional parecía extrañamente emocionado por mi pequeño desliz.
Diablos, es tan fácil de hacer feliz que me duele el estómago.
—Te gusta que te hagan llorar, es eso, ya veo —mascullé con la quijada trabada y una de mis manos en mi otro brazo, el cual apretaba con cierta ansiedad que simulaba ser ironía, pero su sonrisa burlona provocó una sonrisa todavía más cínica en mi cara, asustándolo.
—¿En la cama cuenta? —ironizó y ese fue el punto de quiebre a mi paciencia, tomando su rostro con una mano y presionando su cara por costumbre, algo que suelo hacer cuando me enfurece.
—Esa mierda de la marca o lo que sea, no puedo hacerlo con nadie más, así que no te ilusiones, únicamente lo dije p... —guardé silencio súbitamente al sentir su fresco aliento tan cerca que chocó con mis finos labios, los mismos que fueron tocados sutilmente por los suyos en un seco y corto beso.
El maldito me besó.
Retomó su distancia y sonrió con picardía y emoción, tan ampliamente que sus ojos se cerraron, despertando un sonrojo en ambos al instante.
Siempre bromeo con asesinarlo, pero la verdad es que él va a terminar matándome si continúa así.
No lo entiendo en absoluto.
—Nos vemos mañana. Llámame si algo sucede. —Abrió sus ojos con un filo repentino detrás de su tranquilidad y ladeé ligeramente mi rostro ante la duda de su expresión— Llámame a mí —finalizó al continuar su camino hacia su casa y entendí al instante, llevando una mano a mi rostro y peinando mi cabello hacia atrás.
Abrí la puerta, entré, cerré y subí las escaleras hacia mi habitación; todo en un estado prácticamente catatónico.
No puedo siquiera explicar lo difícil que era para mí procesar todo lo que estaba sucediendo y mi rostro enrojeció tanto que sentí el calor que emanaba contra mis manos.
«Esto cada vez se complica más y apenas es el inicio»
No imaginé que se sentiría así ser consentido de esta forma. Tocado de este modo por él.
Negué con la cabeza y me mentalicé a fingir que nada había sucedido «mañana nos veremos en el instituto y tengo que mantener la compostura» me dije a mi mismo desvistiéndome para tomar un baño y un cosquilleo se plantó en mi vientre al ver los chupetones en mi cuerpo y recordar el momento exacto cuando fueron hechos.
—Oh diablos...
Definitivamente moriré antes de que se cumpla el plazo de dos meses.
Continuará...
Buenas♥ Hace poco empecé a publicitar la novela en tiktok y pum, llegaron nuevos y dulces lectores, eso me pone feliz♥
Ahora, para todos mis amores, antiguos y nuevos: los amo asjdjalaksh
Ok sí, pero no era eso a lo que iba: hice un animatic corto de Matthew y Frank, lo subí a Instagram y TikTok porque acá no me deja subirlo >:c
Matthew todo pesimista como siempre:
También hice un boceto del hermano mudo de Matt, Kamil, como acá subo varias ilustraciones y bocetos se los muestro:
En fin, pronto les muestro uno que hice de un hermano menor de Frank♥
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