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NUEVE



Pov Hunter.

El cielo estaba nublado, para mi suerte las clases de hoy se cancelaron por una asamblea, así que aproveché para tomar otro turno y ser camarero durante la mañana también.

En la tarde me retiré despidiéndome del jefe, un beta que siempre esta con cara de que el estrés le va a causar un aneurisma en cualquier momento, pero es muy considerado y amable.

De camino al segundo trabajo decidí tomar otra ruta para visitar a mamá.

Una vez allí me detuve al ver que ya tenía compañía: un hombre de cabello corto y claro, ojos que mostraban la rudeza y vida recorrida en su expresión seria, junto a una cicatriz en una de sus cejas. Indudablemente alfa, alto y fornido, su espalda jodidamente ancha y parecía que un solo golpe me reiniciaría la vida, vistiendo el uniforme de un federal especializado.

Tenía ese porte de oficial inquebrantable y peligroso de las películas norteamericanas.

—¿Ma? —Me acerqué cauteloso, saludándolo con la cabeza y le hablé a ella al oído— ¿Ahora que pendejada hiciste? El que siempre se mete en problemas soy yo, esto es inusual... —susurré y la abusiva me golpeó en la nuca justo arriba del collar— ¡Auch! —Miré en dirección al oficial y solté una idiotez por costumbre— Violencia familiar, levantaré cargos.

Eso hizo reír a los adultos en cuestión y mi madre suspiró.

—Estaba dando mi testimonio por lo ocurrido, este hombre es el que lleva el caso de los atentados.

Lo observé y él hizo lo mismo, se acercó un poco más de lo que esperaba y retorcedí unos pasos.

—Te he visto antes. —Cuando lo dijo noté que yo pensaba lo mismo sobre él, se me hacía muy familiar.

—¿En algún momento te arrestó el FBI y yo no me enteré, muchacho? —increpó mi madre cruzada de brazos y negué varias veces emitiendo una exclamación a modo de protesta.

—En algún momento lo recordaré —dijo casual y volvió sus filosos ojos a ella.

Sigo sin entender cómo hace para que tantos alfas con apariencia imponente la rodeen mientras ella ni se inmuta. En eso es muy parecida a Astrid, tienen una actitud fuerte y carácter inquebrantable.

Yo soy ligeramente más fatalista y me niego a decir dramático, eso no es verdad, solo soy precavido. Sobre pienso demasiado y de formas poco realistas a veces, pero tampoco es como si se me acercaran alfas macizos y temerarios...

Bueno, Kilian entra en ese grupo, pero no siento que me intimide de mala manera. No como los chicos problemáticos del colegio vecino o los alfas de la especialidad de Educación física que sí me ponen ansioso.

Eso es malo, porque me conozco y sé que el miedo no me impediría hacer lo correcto.

No es bueno tener un sentido de justicia que no vaya acorde con mis capacidades físicas, pero lo genial de tener buenos amigos es que me ayudaran a no morir por mis impulsos de batman vagabundo.

Entre divagaciones todo se vio borroso, perdí el equilibrio y casi caigo al suelo, cuando el hombre me sujetó fuertemente con solo uno de sus grandes brazos.

Me tomó como una bolsa de papas por la parte superior de mi chaqueta y eso me permitió recuperar la estabilidad. Parecía titiritero con su títere por la diferencia de tamaños.

Su olor me recordó a leña recién talada y cuero... quizá. Soy pésimo distinguiendo aromas. Pero no me impactó no estremeció como el olor de Kilian, no estaba ni cerca de provocarme la misma sensación... De hecho, todavía me cuesta dar una definición exacta de Kilian.

Mamá se preocupó por mi casi desvanecimiento, mientras yo, ya algo compuesto, le resté importancia.

—A-Anoche me quedé hasta tarde sin pensar y tengo mucho sueño...

En parte era verdad: me quedé hasta tarde, trabajando. Y nunca pienso.  Así que no era del todo un engaño, por lo que un poco me creyó.

Salí como pude entre excusas y sonrisas poco creíbles, dejándolos para que sigan con sus asuntos.

Mis pasos parecían pesar demasiado y uno tras otro me motivé a continuar mi camino.

Una vez cerca de la calle 14, comenzó a llover con fuerza y en la 16, que cruza con el puente, ya estaba hecho un charco andante.

Fue así hasta que algo me cubrió de las gotas y al elevar la vista ahí estaba: Kilian.

Debo haberlo invocado por haber pensado en él hoy.

—¿Disfrutando del buen clima? —se burló por la cantidad de agua que caía de mi existencia— Dudo si poner el paraguas sobre o debajo de ti.

—¿No ves que salí a broncearme con este bello sol? No seas envidioso —ironicé y sonrió sin enseñar los dientes, visto desde mi perspectiva un poco bastante más bajo que él y con su marcada mandíbula y suave piel, parecía fuera de este mundo.

Me sonrojé y llevé ambas manos a mi rostro, acción que llamó su atención. Pero otra cosa la llamó todavía más y tomándome por la altura de la nuca jaló de mí hacia él sin delicadeza, oliendo mi cuerpo a detalle y mostrándome sus dientes al hacer una mueca de desagrado.

—¿Qué ocurrió hoy? —indagó y yo estaba muy perdido en la conversación.

—Pues... trabajé, saludé a mamá, empezó a llover y creo que leí que es el cumpleaños de Hugh Jackman...

No, definitivamente eso no es lo que esperaba oír.

—Tienes el olor de un alfa extraño en ti. —Sus feromonas dominantes hicieron temblar mi cuerpo y mi cabeza todavía no entendía qué estaba pasando— Hueles a otro alfa —gruñó por lo bajo y me erizó la piel.

Pensé con detenimiento y entendí al fin.

—Oh, ya sé —sonreí, restándole importancia—, cuando visité a mamá casi me caigo, por lo que un oficial me sujetó antes de romperme todo lo que se llama cara contra el piso.

La tensión en el aire disminuyó y la mano en mi nuca descendió hasta mi espalda, donde me acercó por completo a él y enterró su rostro en mi cuello, inhalando pausadamente sobre esa zona mientras el paraguas nos cubría gracias a un lo llevaba en su otra mano.

Me paralicé y tragué grueso, estaba tan sorprendido que no tuve tiempo a procesarlo, aunque mi cuerpo e instinto llevaron mis brazos hacia la espalda de este alfa y lo rodearon suavemente.

Su tacto era diferente al de otros alfas. Sus feromonas eran embriagadoras de alguna manera, tan pacífico y a su vez imponente que superaba mi razonamiento lógico.

«Su aroma es delicioso» eso cruzó mi mente cuando respiré hondo y me ruboricé por completo, tomando distancia al mismo tiempo que oí, a pesar de la fuerte lluvia, unos gritos desde el otro extremo del puente.

—¡Písalo más fuerte, hombre! —exclamó a todo pulmón un hombre robusto y claramente intoxicado con algo.

Enfoqué mi vista y no podía creerlo: un gato.

Había un pequeño gato en el suelo.

No recordaba dónde lo vi antes, pero aunque no me fuese familiar, la necesidad de hacer algo recorrió mi sistema y lleno de indignación miré a Kilian, esperando la misma reacción de su parte.

Ver su rostro me paralizó más que la escena en sí:

Sus iris estaban vacíos, sus pupilas sin brillo alguno. Parecía un fantasma del Kilian que conocía y con el que compartí tantos almuerzos.

Parece no estar aquí realmente.

—Hunter —articuló al fin con un tono neutral–, déjalo. Tarde o temprano morirá, ese es el destino de las criaturas sin la capacidad de defenderse a sí mismas. Su propia debilidad lo matará.

¿Qué carajos dijo?

—¿Kilian?

                                                                                              ΩΩΩ

Pov. Kilian:

Lo oí nombrarme con un tono de incertidumbre y reproche, pero se hizo cada vez más lejano el sonido.

«Morirá tarde o temprano. Ese es el orden natural de las cosas» ese pensamiento cruzó mi subconsciente.

Oh vaya, ¿hace cuánto no pensaba ese tipo de cosas?

Nadie es lo suficientemente fuerte para estar a mi alrededor, para permanecer junto a mí a pesar de los riesgos que eso implica.

Cuando era niño solía preguntarme "¿Por qué mi destino es tan solitario?" 

Absurdo. 

Creer en cosas como el destino es estúpido.

Era demasiado pequeño, mi terror ante lo que veía ahora me resulta lógico, pero para mi padre no y erradicó completamente mis debilidades. No era aceptable sentir esas emociones.

Esos pensamientos perecieron con el tiempo, a medida que me fortalecía dejé de temer. Dejé de esperar nada de nadie. Mi bondad fue muriendo con cada experiencia, con cada confirmación de las palabras de mi padre, viendo que tarde o temprano, terminaba teniendo la razón.

Ese animal herido y luchando por su vida me trajo esos recuerdos.

Este era el orden natural de las cosas, ese hombre siempre lo dijo y jamás se equivocó en absolutamente nada. El demonio alfa puro que se hace llamar mi progenitor, tiene poder absoluto sobre los demás, su voz de mando provoca terror en cualquiera que lo escuche.

El poder sin compasión es el arma más peligrosa a mi parecer y los que se acercaban a mí, sin importar su motivación o convicción, parecían ante su poder.

Ser superior es sinónimo de aislamiento, sobreviviendo más que los demás, alejado y viéndolos desde lo alto. Sometiéndolos. Vaya forma estúpida de vivir, pero también me negaba a morir y darle ese placer al maldito psicópata.

—Es algo inevitable —dije y me encogí de hombros—. Déjalo, sigamos nuestro camino —hablé de nuevo y todos sus pequeños vellos se le erizaron, lleno de enfado.

Sus ojos quemaban mis palabras y era tan transparente que me enterneció esa ingenuidad.

«Con esperanza y fe no se consigue nada, bello omega. No importa cuán lindo seas, ser adorable no salvará a nadie. No te mantendrá a salvo. Tu mejor opción es alejarte»

Mas sí, lo admito, al ver al gato en manos de ese hombre, muy en el fondo de mi pecho, algo se retorció un instante. Sabía cómo terminaría, lo viví tantas veces, que era inevitable saber el final, pero aún así no logré evitar ese patético deseo en mi interior:

"Sálvenlo. Que alguien haga algo"

Mis ruegos de niño se repetían como un eco silencioso y agonizante en un perdido hueco de mi mente, destellos  de un estrella lejana que murió hace tiempo en el espacio. Casi extintos como mi humanidad.

"Eres un alfa y los alfas no suplican. No lloran. No tienen compasión"

Hunter comenzó a gritarles a los betas ebrios y repugnantes, eran cinco y el pequeño omega uno. ¿Por qué no guardaba silencio? Lo normal sería que sintiera pánico y huyera lejos a refugiarse del peligro.

Aún así, continuaba exigiéndole a esos sujetos que dejaran al felino tranquilo y su diálogo no estaba surtiendo ningún efecto.

Me despertó cierta ternura y suspiré al darme cuenta de lo mucho que me afectaba este delgado omega.

No iban a parar hasta matar al gato, jodidos borrachos sin puta materia gris. Si pudiesen oler las feromonas de Hunter estoy seguro que intentarían golpearlo por ser omega. Esa clase de ignorantes son.

La idea de que alguien lo tocase me dio un escalofrío de rechazo, apreté la quijada y seguido negué con la cabeza, diciéndole a Hunter que se rindiera con ese animal. Era una criatura débil que de todas formas estaba destinado a morir por su debilidad. Lamento ser yo quien abra esos dulces ojos a la realidad, pero era la verdad.

No habría milagros.

Pero si aceptase que Andras tenía razón en eso, también sería un hecho que en lo demás no se equivocaba, que era cierto cuando se refería a mí como un monstruo superior a cualquier otra criatura «Me niego a serlo»

O quizá ya lo sea. 

Honestamente no me interesa mucho lo que suceda a mi alrededor, nada despierta mi interés o mis ganas de hacer algo en particular. 

«Bueno, no exactamente, este omega se volvió relevante en mis mañanas, llamó mi atención por completo y es una de las razones por las cuales mi vida comenzó a cambiar. Es un cambio que me agrada y espero poder seguir con...» 

—¡Hunter! —grité al verlo en el aire, el muy hijo de su bendita madre saltó por el maldito puente para sujetar a ese puto animal antes de caer de espaldas contra el torrente

«¡Joder! No hay forma de que sobreviva a... Oh, vaya, su rostro se elevó hacia la superficie igual que su mano, no permitía que el gato se hundiese. Sé que no es mi deber prolongar la vida de otros, que morirán, que son débiles... pero no él, el mundo entero antes que él, no puedo permitirlo. Iré contra toda la jodida naturaleza, orden y  regla con tal de no perder a mi omega»

Verlo en peligro activó algo en mí que me obligó a correr tras él. Lo hice con todas mis fuerzas, salté el extremo del puente, bajé a la zona verde junto al creciente torrente de agua y divisé un árbol gigantesco a pocos metros, a lo que mi mente halló la solución.

Mis piernas se movieron más rápido de lo que el torrente arrastraba a Hunter y me arrojé en el sector donde sobresalían las raíces del árbol, afirmándome en una de éstas y extendiendo mi otra mano, llamándolo desde el fondo de mi garganta. El pequeño con todas sus energías estiró su brazo hacía mí, su mano en busca de la mía.

Lo conseguí. Lo tengo al fin. Logré tomarlo y sacar a ambos del agua. 

Revisé su pulso, lo escuché toser y cuando pestañeó vi que sus párpados le pesaban, aunque intentaba verme y mantenerse consiente.

—Hunter, carajo, Hunter ¿Estás bien? ¿Me oyes? —En medio de mi pequeña pérdida de control de mí mismo, sentí su gélida mano acariciar mi mejilla y elevó la otra con el animal en ella.

—Logré salvarlo... Esta a salvo, así que... no vuelvas a poner... una expresión tan triste. Por favor. Sonríe para mí —jadeó como si cada palabra le hiciera arder la garganta y... sonrió.

Sonrió dulce y dolorosamente.

Sangre caía de su rostro, no podía siquiera reincorporarse y a pesar de eso estaba angustiado por mí primero.

Sonriéndome a mí.

Salvándome.

Un fuerte dolor, alivio y presión golpeó mi pecho, por un segundo sentí que como si el yo de la niñez estuviese siendo sosteniendo y refugiado por los brazos de ese delicado omega, dándome la paz que nunca pude tener, el cariño que no esperaba de nadie, la esperanza que había muerto hacía tanto ya.

Regresé al mundo real en el momento que sus ojos se cerraron. Los míos se oscurecieron y sujetándolo entre mis brazos caminé hacia la acera.

Detuve un taxi y allí lo senté con cuidado a mi lado.

—A un hospital, ahora. —Las manos del omega se aferraron a mí y con su voz suave y suplicante rogó que no lo llevara a ese sitio.

Parecía tan desesperado y ansioso que no pude negarme.

Pero ver su estado me llenó de una ira que me costaba canalizar.

No podía dejar esto así.

—Bien, espere aquí, no tardaré —sentencié hacia el chófer y quiso replicar varias veces, pero no le di lugar a hacerlo.

Hunter siquiera parecía poder permanecer despierto, por lo que al saber que no iría a un hospital se relajó y perdió el conocimiento.

Todavía empapado me dirigí hacia la escoria y esos desperdicios de la humanidad vociferaban entre carcajadas a medida que cruzaban por el puente.

En el trayecto fui quitándome la chaqueta y mentalizándome en que debía ser rápido para así regresar con Hunter.

En un instante me encontraba impidiéndoles el paso y los oí maldecir para que me quitara. Uno de ellos quiso evadirme al pasar junto a mí, momento exacto en el que, a pesar de la lluvia, mi fuerte descarga de feromonas cargadas de violencia se esparcieron, juraría que tembló solo al percibirlas, pero no podría afirmarlo por completo, ya que le di un golpe tan fuerte en la mandíbula que chocó contra la baranda del puente, misma por la que mi omega saltó.

—Los destrozaré —murmuré al acercarme de repente a los otros cuatro. Trataron de atacar todos a la vez, que ingenuos.

«La lluvia constante dificulta su visibilidad, su lentitud, el suelo resbaladizo, junto al nivel de alcohol y pésimo atado físico... Podría fácilmente matar a estos deshechos humanos» pensé al patear al más robusto en su estómago, hacer caer al tercero y tomar a otro por su brazo, golpeando su codo en dirección opuesta a la flexibilidad del mismo y  escuchar el característico ruido que se genera al romperse.

—Es solo una maldita fractura expuesta, deja de gritar, es irritante —siseé sacudiendo lentamente mi mano, ya que la sensación de su sucia barba cuando lo impacté me dio asco.

 Con ese nivel de fastidio comencé al patear repetidas veces su cara hasta que dejó de soltar súplicas ridículas.

Levanté el rostro hacia los demás, la oscuridad en mis ojos no pasó desapercibida e intentaron huir.

—No tendrán tanta suerte, no después de ser los responsables directos de sus heridas —advertí con mi cuerpo ardiendo por la ira, la falsa tranquilidad en mi voz los aterró y arremetí nuevamente.

Era como cazarlos uno a uno. No, era más sencillo que eso, simplemente derribarlos, dejarme llevar y escuchar la melodía de sus huesos cediendo a mis ataques. Sus alaridos. Sus gritos incoherentes llamándome demonio, monstruo o enfermo.

—¿Saben qué sería enfermo? Arrojarlos al torrente... Cinco ebrios cayeron por el puente y se rompieron todos estos huesos, dientes y carne con las rocas, que trágico accidente —aseveré despertando el terror en los que continuaban consientes.

Oír mi propia sugerencia me generó rechazo. Me recordó a mi infancia. No era una opción siquiera. Me negaba a analizar esa posibilidad, porque ese tipo de mentalidad es para lo que Andras me programó, para que pensara lo peor y esperara siempre lo peor.

Mi padre hubiese aprobado la idea anterior, vaya que estaría orgulloso si me viera ahora mismo. Observé mis manos llenas de sangre y la manera antinatural en la que dejé la pierna del sujeto que arrojó al gato por el puente. Estaba hecha pedazos. Todos ellos. Fue como si una bomba hubiese caído en medio de los cinco y en pocos minutos no podían siquiera moverse.

Merecen cosas peores por herir a Hunter. Pero Hunter merece una mejor versión de mí que la que mi padre intentó moldear con tanto esfuerzo. Yo controlo mi propia vida y acciones.

Respiré hondo, mezclándose el olor tan familiar de la sangre, lluvia y vegetación, recordándome que el olor de ese omega era mejor que esto. Era mejor que todo lo que haya percibido jamás.

Me dirigí hacia el taxi mientras recogía mis prendas y por una extraña razón detuve a un anciano que pasaba por la calle, advirtiéndole de que tuviera cuidado en el puente porque vi a un grupo de personas peleando.

El hombre que al parecer le interesa más el chisme que vivir, acomodó sus enormes gafas y prácticamente corrió a ver qué estaba pasando.

Abriendo la puerta del taxi negué con la cabeza. La gente es muy extraña a veces. Y hablando de gente extraña: ahí estaba ese más raro de todos: casi muerto, pero sin soltar al diminuto gato.

Lo reconocí una vez me senté y subí a Hunter a mi regazo, era el mismo que yo acariciaba antes de ir a clases. Vaya jodida coincidencia.

Lo acaricié y todavía respiraba, igual que Hunter, su respiración y pulso sobre mi cuerpo me trajo una paz inmensa y mientras el chófer me preguntaba indicaciones para llegar a mi departamento, llamé a un médico privado explicándole la situación a modo superficial.

Una vez en nuestro destino, pagué, lo tomé firme y entré al edificio. Gracias al cielo el clima era un asco y eso evitó que me cruzara con gente entrometida con preguntas molestas.

En mi departamento lo recosté sobre el sofá y llamé a un maldito veterinario, no creo que el doctor sepa qué hacer con la cosa mojada esa, no sabía que un gato mojado fuera tan deforme, ahora entiendo por qué odian el agua.

A Hunter lo situé en mi cama, la caída y sus ojeras eran una señal de que al despertar todo le dolería, por lo menos esperaba que descansara cómodamente.

Un gemido bajo de Hunter alertó mis sentidos y no pude quedarme quieto. Le quité su ropa húmeda y vaya que su cuerpo no dejaba nada que desear, era delgado, pero firme y parecía suave, ese pensamiento llevó mi mano a su pecho y descendió por éste. Efectivamente, era tan agradable al tacto que disfruté el simple hecho de higienizarlo y secarlo, ya que el agua del puente hasta dejó ramas en su cabello.

Revisé sin ningún tipo de morbo su cuerpo, la preocupación era mayor a todo lo demás, primero debía ver qué estuviese bien y efectivamente parecía no haberse roto nada... Pero sus moretones eran muy oscuros y visibles, demasiados raspones y magulladuras que le dolería durante días.

Lo vendé a modo provisorio y vestí con una de mis camisetas simples... la imagen era endemoniadamente adictiva.

El timbre sonó, el doctor subió, le abrí y examinó a Hunter, no sin antes felicítame por mi técnica de vendaje.

«Es una costumbre, también sé cómo detener ciertas hemorragias y varias formas de suturar distintas partes del cuerpo. Si mi padre no me hubiese sometido a cirugías para eliminar las cicatrices, estaría repleto de ellas»

El hombre me llenó de las fastidiosas preguntas que tanto odio y respondí irritado. Pero ver que sacaba medicamentos me alivió, eso disminuiría su dolor, eso sería bueno.

—En un principio pensé que eras el causante... pero evidentemente no fue así, todavía puedo sentir el olor a tierra en ti y veo que tienes raspones similares a los suyos, solo que menores, concuerdan con ramas o rocas, como mencionaste.

—Yo nunca lo heriría —sentencié tajante y el beta asintió.

—Lo veo. Si algo le sucede, ya sea fiebre, vómitos o desmayos, por favor comunicate conmigo. Si es muy grave llama a una ambulancia o puedes llamar a este número —dijo y me entregó un papel donde anotó alto—, es de un colega doctor que vive justamente en este edificio y llegaría antes que yo.

—Bien.

Lo tomé y con una sonrisa profesional se despidió al fin. El veterinario fue menos parlanchín y el animal, que dejó de parecer un extraterrestre cuando su pelo se secó, estaba mejor de lo que imaginé. De hecho no tenía heridas profundas o graves.

Me senté en la cama junto al omega durmiente y acaricié su cabello.

Hace pocas semanas entró a mi vida y ya estaba pensando sacrificar la suya por un gato o mi supuesta tristeza... No lo comprendo.

Me incliné y olfateé su mejilla, su cuello y volví a su fino rostro.

—A... —susurró algo tan bajo que parecía un murmullo.

—¿Estás consiente? —murmuré sobre su piel y mi aliento tibio le causó cosquillas, al parecer, porque se removió y antes de poder reincorporarme, me rodeó con sus brazos.

—Alfa —sollozó esta vez con más claridad.

Mis feromonas se esparcieron radicalmente y apoyé ambas manos en la superficie de la cama, a cada lado de su cuerpo. Por un instante casi enloquezco. 

Sus brazos perdieron la fuerza y al estar claramente adormecido por el agotamiento se rindió ante Morfeo.

Traté de calmarme y lo conseguí al ver el corte en la parte superior de su frente.

—Mi omega resultó ser tan problemático —aseguré al respirar profundamente y observarlo con calma.

Me equivoqué, no es débil, solo que su fuerza es diferente a la mía. 

Posee una determinación de la que a yo carecía, ya que a mí nada me importaba realmente, el hecho de estar vivo tampoco era algo relevante, solo lo hacía para no darle el gusto a mi padre al morir y porque me era molesto pensar en morir... Pero Hunter estaba rebosante de vida. Tanto que parecía darle un propósito a la mía.

También su sentido del bien era contundente y en cierta manera estúpida, pero me fascinó... preocupó y fascinó. Temí que algo malo le sucediera al ser tan descuidado, perderlo de vista y que desapareciera de mi lado, eso me paralizó y mostró qué tan intensos eran mis sentimientos:

Perdí la cabeza por este chico. 

Es una sensación abrumadora y armoniosa, muy contradictoria. Pero no quiero alejarme de Hunter. No es solo por mi instinto que reaccionó instantáneamente a sus feromonas, sino que todo de mí quería todo de él.

Con ese pensamiento me deshice de mi ropa sucia, duche y salí ya fresco y renovado.  pensé en dormir en el sofá recosté a su lado, acariciándolo sobre su cabello hasta también dormirme.

Hacía mucho no descansaba con tranquilidad... de hecho, ¿alguna vez lo he hecho?



Continuará...

Estoy pensando en ilustrar una nueva portada para el omegaverse ¿Qué opinan?

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