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DOS

Lo sensato hubiese sido quedarse en su sitio hasta que algún adulto llegase a intervenir, pero Hunter no era capaz de hacer eso y a pesar del nerviosismo se acercó al centro del caos en cuestión.

Todo su cuerpo le gritaba que corriese lejos, pero su sentido de la justicia no estaba de acuerdo con esa posibilidad.

Sentido común: nulo, inexistente, aquí no hacemos eso.

Un pequeño y agitado muchacho temblaba en el suelo, sus rizos oscuros caían sobre su rostro enrojecido que brillaba por una leve capa de sudor.

Su expresión de terror, urgencia y deseo se clavó en Hunter al aparecer en escena.

—Lo conozco, es de la clase de economía, esos alfas siempre están con él, son sus... amigos.

«Tengo que ayudarlo»

El aroma era fuerte y parecía que los dos que lo rodeaban estaban listos para pelear entre sí y dejar en medio de su hormonal disputa al pobre omega de cabello negro.

Error, en vez de pensar en pelear, solo se ignoraron entre sí y se acercaron al joven en el suelo, solo él llamaba su atención, como si ambos fuesen a someterlo bajo las influencias de las letales feromonas.

Hunter miró a su alrededor y eran puros betas, tres omegas más y él, no podrían contra dos alfas de semejante tamaño y fuera de sus cables.

«Estamos jodidos» sollozó para sus adentros.

No se dejó doblegar por el temor, acercándose a una mesa de donde tomó con ambas manos la lámpara pequeña y la presionó entre sus dedos, lleno de determinación.

Miedo, jodido y paralizante miedo, pero más que nada determinación.

Antes de obligar a sus piernas a moverse, una imponente e inconfundible figura hizo presencia en el lugar.

—Killer... —articuló Hunter, casi llorando por el estrés que le había generado la situación.

El recién nombrado caminó sin ningún tipo de preocupación o reacción aparente y tomó un libro que se encontraba sobre una mesa detrás del joven que se retorcía de rodillas en el suelo.

«¿Esta loco? No debería acercarse así» pensó Hunter y dió un paso atrás «Va a perder el control. Dios, si Killer pierde el sentido común esto va a ser una masacre»

«Tengo mucho miedo»

—Hey —habló en dirección a Hunter— ¿Es este? —Levantó el libro.

El menor, al igual que el resto de personas a su alrededor, no podían creer el autocontrol que ese alfa poseía ante las feromonas, siendo que los otros dos ni siquiera hablaban y solo se gruñían de forma casi primitiva por el estado de euforia.

Eso sí, una expresión de desagrado era visible en el masculino y frívolo rostro del alfa.

Se encontraba tan desconcertado por su actitud que no le respondió, solo se quedó mirando la situación y la forma en la que Kilian parecía ignorar todo a su alrededor.

Kilian había analizado silenciosamente la situación y el motivo por el cual intervino en algo tan poco conveniente y problemático, fue el hecho de que su ingenuo compañero, mismo que atrapó su atención y se sentaba a su lado, pensaba enfrentarse a dos frenéticos alfas acalorados.

Los alfas en cuestión no estaban consientes de sus acciones, ya que nadie en su sano juicio arriesgaría su salud al arremeter contra Killer, como hicieron en ese preciso momento.

Sin cambiar el gesto de fastidio en su rostro, intensificó su agarre en ese libro con tapa roja y títulos de biología avanzada en su portada, abanicó su brazo hacia adelante, dándole en medio del rostro al primer alfa con cabello ceniza y al latigar ahora en dirección opuesta, hacia el otro extremo, golpeó el cuello del segundo muchacho.

El golpe sangró la nariz de uno y dejó sin respiración al otro, donde ambos cayeron al suelo y la quijada de Kilian se trabó con fastidio al ver la sangre que había manchado el papel.

En ese instante, de pie en medio de semejante situación, con la luz que entraba por los cristales de las ventanas en esa biblioteca iluminando su costado y resaltando la oscuridad en sus ojos sin un atisbo de brillo, como si su humanidad hubiese sido extinguida hacía mucho tiempo.

Dejó a todos en silencio, no solo por la superioridad que emanaba, sino la inmensa distancia y desdén que cargaban sus inexpresivas facciones.

Destacando sus fríos ojos, mismos que ya han visto las llamas del infierno y no se sorprendían ante cualquier brasa insignificante.

—¿Acaso eres sordo? —cuestionó acercándose a Hunter, quitándole la lámpara que sujetaba y sin dejar de mirarlo la colocó en su sitio con una mano, imponiendo su cuerpo al del menor, levantando el libro con manchas de sangre ante su campo de visión—. Te pregunté si es el libro correcto —susurró aquello con su mandíbula ligeramente presionada, aunque lograra controlarlo, era inevitable la cantidad de feromonas en un espacio cerrado.

«No me puedo mover» pensó el omega.

La cercanía, firmeza y escencia de Kilian dieron un vuelvo en el pecho y contuvo el aire, sintió que si lo olía a profundidad ese imponente aroma se impregnaría en su interior y eso lo paralizó.

Kilian por su parte hizo lo contrario, ignorando el aroma del otro omega, se inclinó hacia el cuello de Hunter y respiró hondo, como si eso opacara el caos de algún modo.

—¿Q-Qué estás...?

De repente llegaron corriendo dos profesores y varios alumnos betas que formaban parte del equipo de futbol americano, haciéndose cargo de los alfas que no estarían quietos por mucho tiempo. 

Así todos fueron llevados a dirección.

Se perdieron la clase de biología, pero ese incidente cambió la perspectiva que el omega tenía hacia Kilian.

Lo veía más humano, más interesante, tenía muchas cosas para enseñar de sí mismo que él desconocía por haberlo juzgado como un chico arrogante y peligroso sin conocerlo.

βββ

La mañana siguiente llegó y como era de esperarse todos hablaban del hecho anterior, de lo estoico que era el famoso Killer que ni las feromonas lograban perturbarlo, del pobre omega, sus amigos, todo en general, pero con un tono amarillista y exagerado.

A todo esto, el alfa sin ningún ánimo de nada llegó al instituto, tomó asiento y planeó recostarse a dormir como solía hacer gran parte del tiempo. 

Dicho y hecho, despertando a la hora del recreo. Lo que no esperaba, era que hubiese una caja plástica de color negro en su mesa y frunció el ceño.

Si era un regalo pensaba tirarlo sin siquiera mirarlo, mas al ver la mesa a su lado divisó otro idéntico en las manos de Hunter.

—No es la gran cosa, pero es un agradecimiento por lo de ayer. —Vio la incredulidad en su cara e hizo un puchero sin querer—. Soy pobre, si quieres algo que no sea comida pues lo siento —soltó con su guardia en alto y una de las cejas del alfa se elevó.

—¿Qué es?

—H-Hice algo estándar porque no sabía qué te podría gustar, son brochetas asadas de verduras y carne.

«Entonces esta admitiendo que lo hizo directamente pensando en mí... que ingenuo»

—Cuando termines devuélveme el tupper, mi mamá va a sufrir un ataque si no los regreso a casa—aseveró Hunter y abrió el suyo.

—¿Te quedarás aquí?

—D-Dicen que sabe mejor acompañado y si te dejo solo capaz no sepa tan rico como realmente es... —Quiso sonar indiferente, pero su verdadera naturaleza salió a la luz—. No quiero imaginarte comiendo solo... déjame almorzar contigo... comamos juntos —articuló esto último con un hilo de voz y Kilian sintió algo inusual removerse en su tórax.

—¿Y tus amigos?

Hunter no supo si lo dijo de manera sarcástica o preguntó por interés, ya que su tono neutro no le dió pistas de sus intenciones.

—Oh, sí, no pasa nada, les dije que fueran primero que tenía cosas que hacer y bueno, eso —habló rápido, todavía le generaba incertidumbre estar tan cerca de ese temerario sujetó.

El mayor abrió el recipiente y ese apetitoso aroma llegó a sus sentidos, asombrándolo y aún más cuando lo probó y su sabor fue equiparable a su primera impresión del platillo.

—Eres bueno en esto —afirmó y lentamente metió otra porción a su boca, mordiendo de manera simple y sugerente la carne del palillo, sin dejar de mirar el rostro de su compañero.

—¿Eso crees? —contestó con notoria felicidad—. Mi hermana es pésima cocinando y mi madre llega muy tarde, así que me acostumbré a ser el esclavo encargado de la comida o mi hermanito menor ya hubiese muerto intoxicado —finalizó con una risa cómica y dejó caer su rostro a un lado.

Kilian, después de haber tenido una vida difícil y experimentar tantas cosas, creyó que nada lograría llegar a él, que todo era irrelevante y lejano... hasta que se topó con Hunter. 

Se encontraba observando cada particular gesticulación, movimiento y mueca del omega, no era alguien que destacase por su físico o habilidades de algún tipo, pero a medida que lo miraba no podía dejar de hacerlo, parecía que si apartaba su vista se perdería de algo maravilloso. 

Deseaba saber y conocer más sobre ese muchacho.

—Me gusta... quiero más. —Las mejillas de Hunter ardieron ante esa afirmación y creyendo que se refería únicamente a la comida le extendió una de sus brochetas, regalándole una avergonzada y honesta sonrisa ladeando un poco su rostro.

Ese tipo de gestos nunca fueron dirigidos hacia él con tanta naturalidad, pensó que solo era un chico extraño con expresiones interesantes, pero esto era mucho más que eso, más complejo que eso, más intenso.

Hunter poseía algo que él no comprendía, algo que le atraía de manera arrasadora y quería permanecer cerca de él.

Le provocaba sensaciones nuevas que desconocía, una tranquilidad que se le negó desde que nació y después de experimentar un poco de aquella calidez, no pensaba dejarlo ir fácilmente.

«Tenía razón sobre no apartar la mirada de este chico, vi algo asombroso» se dijo a sí mismo el alfa humedeciendo sus labios, con sus pupilas fijas en la amable sonrisa de su compañero.

Continuará...


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