—Ch-Chicos de-deben irse—tartamudeó Bill.

Resumiendo lo sucedido... Bill le disparó a Georgie, el cual se convirtió en Pennywise y... ahora lo tiene entre sus brazos. Eso le había hecho una propuesta a los perdedores: Si me dan a Bill, los dejaré ir.
Jess miraba a su alrededor, nadie hacía nada... miró a Richie y él parecía bastante temeroso. Por lo tanto decidió actuar, dio un paso adelante.
Richie, al ver que Lange iba a enfrentar a Eso, decidió que no lo permitiría. Antes de que ella hiciera algo, Tozier dio dos pasos y comenzó a hacer lo que mejor le salía, hablar.

—¡Qué haces Jessica!—exclamó, con el ceño fruncido, ella lo miró extrañada, ¿qué le pasaba?—¡Quédate justo ahí!

Todos quedaron perplejos ante el tono de Richie, ¿le estaba ordenando a Jess? eso terminaría mal.

—¿Qué haces, Richie?—preguntó la rubia, ya bastante molesta.

—¡Cállate!—gritó.

Los ojos de Jess por poco se tornaban rojos como los de Pennywise por tanta bronca.
Richie dio unos pasos más, acercándose a la pila de juguetes, allí continuó con el monólogo pero esta vez hacia Billy Denbrough.

—¡Te das cuenta lo que hago por ti! ¡Tuve que entrar a las alcantarillas! Un jinete casi me mata—parecía bastante molesto—, pero te aseguro que no es nada complicado con dejar que la chica que me gus... mejor dicho, que me encanta muera por tu culpa—suspiró pesadamente y tomó un bate de béisbol de la pila de juguetes—asi que debo matar a este estúpido payaso también.

Sin más, cortó la distancia y de un golpe certero en uno de los pómulos, Pennywise cayó al piso, soltando a Bill.
Todos soltaron una exclamación sorprendidos.

[...]

Pennywise iba de lado a lado, mostrándole su mayor miedo a cada uno de los perdedores.
Su única esperanza de vida era Jess.
Ante ella se hizo presente como una mezcla entre Freddy Krueger y El Jinete de la versión de Tim Burton.
Pero la rubia Lange ya no pensaba temerle más.

—¿Tu no me tienes miedo, Jess?—dijo Freddy—¡Recuerda que si me matas me verás en tus sue...!

Jessica no lo dejó terminar. Simplemente sacó una de las tres navajas que tenía escondida en su ropa... y cortó el cuello blanco del payaso como si de un pastel se tratara.
Ya no tenía miedo a nada, ya no sentía nada tampoco, Eso le había quitado el pudor dejando paso a la frialdad.

—Encantada, allí volveré a asesinarte.

Así, el cuchillo cayó al suelo y Pennywise murió, al menos según ellos. Jessica levantó la mirada, encontrándose con los ojos negros de Richie Tozier, corrió hacia él y lo abrazó.

—Te quiero, Jess—susurró en su oído, nunca había sido tan serio— y no como amigo... creo que te amo.

Jessica se separó y lo miró con el ceño fruncido.

—¿De qué hablas? dijiste que no querías ser mí novio—dijo con confusión.

Richie soltó una risa ligera y la miró con amor.

—¿Por eso estabas enojada?—ella asintió.

—Claro que sí, me rechazaste.

Nunca tuvo un momento tan grande de confusión en su corta vida.

—Claro que no, dije que no quería porque yo debía pedirtelo—habló con obviedad, y ahora volvía a ser el mismo de siempre—, soy el macho de esta relación, sé que la dominante eres tú... pero déjame por lo menos ser el que la comience.

Tozier se puso de rodillas frente a Jess y la miró fijo a los ojos. Los perdedores miraban divertidos la escena, eran dos niños prometiendo amor eterno, algo totalmente bobo pero que... sin darse cuenta cumplieron.
Y ahí estaban, Jess con el cabello rubio desordenado y cortado de una manera inusual que luego debería explicarle a su madre. Y Richie arrodillado como si le pidiera matrimonio, con la camisa hawaiana sucia y los anteojos rotos.

—Jess Lange... ¿quieres ser mi novia?

La rubia sonrió y se arrodilló frente a Richie, luego lo besó.

—Claro que quiero—dijo al separarse.

Se puso de pie y le tendió la mano a Richie para que se pusiera de pie, él lo hizo. La tomó de la cintura con firmeza y la estrelló contra su pecho, después la besó, un beso muy diferente al que le dio Jess anteriormente, uno al estilo Richie Tozier.
No se separaron por aire, ni por cansancio, ni por culpa de la saliva, no, se separaron porque Tozier bajó sus manos desde la cintura de Lange a su trasero y lo apretó.

—Tozier, quita tus mano de ahí.

—Okay, que aburrida.