Jess y Beverly se encontraban sentadas en el cordón de la vereda de la casa de Bill, vieron como la madre de Eddie se marchaba junto a su hijo. Había insultado a las dos chicas, a Bev le dijo que era una zorra y a Jessica que era una rubia bruja y hueca.
Lange aún estaba algo mareada, por eso estaba sentada, pensando en lo que Richie había dicho...«no» «¿pero si nos besamos? creí que era más que obvio que le gustaba»

—V-Ví donde se oculta ESO—anunció Bill—, en las al-alcantarillas...de-debemos ir y ma-matar...

—¡¿Qué?!—exclamó Stan—¡¿Acaso estás loco?! ¡Casi nos matan!

Bill lo miró con el ceño fruncido...

—P-Pero...

—¡Pero nada!—esta vez habló Richie, más que enojado—¡Eddie terminó con un brazo quebrado, Ben está sangrando y a Jess casi la MATA!

—Pasa cada veintisiete años, Bill, ya casi empieza su período de hibernación, no estaremos aquí para cuando despierte...—dijo Ben.

—¿Y Ge-Georgie?—preguntó con desilusión.

—¡Acéptalo de una vez, Billy! Georgie murió y no va a volver.

Richie se acercó a Bill con la bronca hasta la cabeza. Jess y Bev cruzaron miradas, sin duda pensaron lo mismo «esto va a terminar mal».

—Di-disculpate—tartamudeó—él n-no está mu-muerto.

—Basta, esto es lo que ESO quiere, dividirnos—interrumpió Beverly.

Pero los chicos no la escucharon, tenían ganas de seguir peleando, ambos por lo mismo, amor. Bill por amor a su hermano y Richie por amor a Jessica, tal vez la única forma de hacer valer la vida de su hermano y nov...amiga ¿amigovia? molestando al otro.

—No lo haré—contestó Tozier.

Bueno, Beverly no había logrado nada, ahora era turno de Jessica de tratar. La rubia se puso en medio y colocó sus manos en el pecho de Richie, él al sentir su delicado tacto puso toda su atención en ella.

—Richie, no seas tan cruel, ya diste tu punto de vista, eso no es necesa...

Tozier frunció el ceño, se sentía traicionado y le dolía que su querida Jess fuese quien lo hizo.

—¿Estás de su lado?

—¡Claro que no!—exclamó la rubia.

—No se nota—pasó de Jess y se acercó aún más a Bill—, no me disculparé por decirte la verdad.

—¡Que t-te disculpes!—Bill empujó a Richie.

—¡No!—Tozier devolvió el empujón.

Pero esta vez no recibió otro empujón, sino un fuerte golpe en el pómulo izquierdo a puño cerrado que lo hizo caer al suelo.

—¡Richard!—Jess soltó un leve grito por la sorpresa y tapó su boca con su mano.

Luego se agachó a su lado para ayudarlo, pero Tozier no lo permitió y se apartó con enojo de ella.

—Quieres morirte, genial, pero yo no voy a ser partícipe de eso y tampoco voy a poner a quien quiero en peligro—finalizó Richie.

Y así fue como todo el Club de los Perdedores se marchó dejando a Bev y a Jess solas. La pelirroja ayudó a la rubia a pararse, ambas estaban dolidas.
Jess porque no sabía si Richie la amaba o no, «tal vez me trata como amiga y jamás me di cuenta» «pero me besó...¿y si solo no quiere formalizar lo que somos? tal vez solo soy un juguete para él»
Y Beverly, aun que no lo quería aceptar, no estaba triste porque Bill estuviese melancólico por su hermano, sino porque no le importaba ponerla en peligro con tal de vengarse.

—¿Estás bien?—preguntó Bev.

—Creo...¿tu?

—No sé.

—¿Quieres ir a mi casa y quedarte a dormir? puedes llamar a tu papá y decirle que te quedas, si quiere él puede hablar con mí mamá para corroborar.

Bev soltó un suspiro asintió. Esa noche sería larga por tantas cosas que contar, como aquel beso entre Lange y Tozier, y aquel poema anónimo envíado a Marsh que según ella era de Denbrough pero solo los externos que podemos contemplar la historia sabemos que es de Hanscom.