|Ardor de ojos y Destrozos|
Los tacones negros de Jessica chocaban contra el mármol provocando un repiqueteante sonido que les indicaba a los alumnos que ella se acercaba.
Lange se había vuelto una mujer fuerte, fría y con mucha autoestima, sentía que no necesitaba a nadie en absoluto, sólo a ella. La única relación amorosa con hombres que había tenido en ese plazo entre sus 13 años y los 40, fue con amantes. Vivía sola, hacía lo que quería sin ninguna restricción y llevaba su vida como ella quería, sin limitaciones.
Era la directora y dueña de su propia escuela, fundada hacía ya díez años. Una de las mejores escuelas en Oregón.
—Señorita Lange, que bueno que llegó...
Jess no le prestó atención al profesor que trataba de saludarla con intenciones más que de trabajo.
—Vuelve a mirarme así, Louis, y te despido, idiota—sentenció. —Y a ustedes... —señaló a los de la escuela que la mirándola como tontos— los expulso.
Sin más entró a su oficina y cerró la puerta con una sonrisa de superioridad.
Soltó un suspiro, se sentó en su silla y, entonces, el teléfono a su lado sonó. Lo tomó entre sus manos y habló...
—¿Quién es?
—¿Hola? ¿Está Jess Lange?
Frunció el ceño, hacia años que no la llamaban de esa forma
(27 años)
al menos desde que desde los 13 años.
(Desde que dejó Derry)
—¿Hola?—se volvió a escuchar en la bocina del teléfono, se había quedado pensando y no contestó.
—Em... sí, sí, lo siento, hola—su voz se suavizó—, soy... J-Jess—su voz se cortó levemente al recordar aquel pueblo "Derry".
—Jaja ¿seguro que es el teléfono de Jess "la rubia" Lange y no el de Bill el Tartaja.
Era Mike, sin duda alguna, no tenía sentido preguntar, pero aún así lo hizo.
—¿Mike?
De pronto, se sentía una niña nuevamente, de pronto, a su cabeza llegó el nombre de Richie Tozier y su corazón latió fuerte, algo que no le pasaba hace mucho cuando se trataba de un hombre.
—El mismo—respondió, a lo que ella rió con dulzura, hacía tanto que no era así, de pronto, era la rubia Lange otra vez, no "Jessica Lange"—, escucha, rubia, algo pasó hace poco en Derry... lamento decirlo, pero creo que Eso a vuelto y debemos cumplir lo de hace 27 años atrás—tragó saliva, nerviosa.
—Está bien, Mikey, ahora... debo dejarte, ya sabes, tengo que comprar un boleto de avión a Maine.
—Claro, nos vemos en unos días, Jessie, adiós.
Sin más cortó, dejando caer la bocina bruscamente en la máquina. Su respiración comenzó a acelerarse, estaba demasiado alterada, sentía sus mejillas arder. Entonces se puso de pie y caminó lentamente hasta uno de los cajones de su estantería de archivos. Lugar donde escondía botellas de alcohol, tomó una de whisky y se sirvió en un vaso, lo bebió de un sólo trago.
Se sentía ahogada, entonces... tomó la solución que tenía siempre cuando, a los 13 años, se sentía de la misma forma. Miró el vaso en su mano y lo arrojó con muchísima fuerza hacia la pared, rompiéndolo en mil pedazos y dejando rastros de cristales en el suelo.
Sonrió con satisfacción y bebió un trago de la botella de whisky.
|...|
Fue el profesor de matemáticas, Louis, quién al ver a tantos chicos en la puerta espiando a la directora para ver por qué había tanto ruido en la oficina, decidió entrar.
—Señorita Lange, ¿está bien?—dijo, aun con la puerta cerrada, pero nadie habló y otro ruido de algo romperse se escucho. Entonces, asustado decidió entrar, grave error.
Ni bien abrió unos treinta grados la puerta, Jessica lo vio, con el cabello rubio desprolijo y los ojos envueltos en ira.
—¡PAYASO DE MIERDA!— gritó a todo pulmón, ni bien la puerta se abrió y arrojó en esa dirección la botella de whisky. Por suerte el tipo cerró a tiempo.—¡DEBÍAS ESTAR MUERTO! ¡ESTABAS MUERTO! ¡LA PUTA MADREEE!
Ya cansada, tomó su bolso y se quitó los zapatos, saliendo de la oficina con estos en la mano. Vio a muchos chicos y a dos profesores fuera del cuarto, cerró su oficina con llave sin tomarles importancia y comenzó a caminar por el pasillo descalza.
Al llegar a su casa, compró un pasaje de avión para el día siguiente a Maine y de ahí iría en auto hasta Derry.
|...|
Richard miraba por el gran ventanal de su casa, bastante agobiado por lo que acababa de pasar. Mike lo había llamado, tenía que volver y... no recordaba (al igual que el resto de los perdedores) absolutamente nada de cómo habían vencido a Pennywise. Sólo se le venían cosas tontas, como los golpes de Henry y los retos de su madre por sus anteojos rotos. Sinceramente, no quería volver, le aterraba, no por aquel payaso, sino reencontrarse con ese pasado tan doloroso, lleno de burlas y sometimiento.
De pronto, aquella rubia volvió a su cabeza, con sus bonitos ojos verdes, su carisma. Sonrió al darse cuenta de que se reencontraría con su adorada Jess, ¿seguiría siendo la misma? ¿seguiría teniendo ese cabello dorado y largo que a él tanto le gustaba? ¿o lo habría teñido de algún color superficial?
Entonces, un recuerdo amargo llegó a su mente... recordó a Richie de 13 años cortando el cabello rubio de Jess con una tijera vieja y marrón por el óxido. Por alguna razón no podía recordar cuándo pasó eso o por qué lo hizo, pero no sentía que hubiera sido un buen momento, sentía que fue una situación de presión y temor.
De pronto, no pudo continuar, sus ojos comenzaron a arderle insoportablemente y corrió al baño a quitarse los le tes de contacto que llevaba puestos en lugar de sus enormes anteojos de vidrio que parecían botellas.
Al fin y al cabo, Jessica no sería la única que sufriría aquella noche por lo sucedido 27 años atrás.
|🌼🌼🌼|
Y... como prometí, capítulo nuevo.
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