𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝐗𝐕
𝕾e acercaba una oleada de frío intenso en aquellas tierras y los problemas no desaparecían para ninguno de los reinos.
𝕲𝖆𝖑𝖆𝖓𝖙𝖊𝖘: internamente el reino estaba bajo control, pero ellos querían más. La avaricia los estaba llevando a un terreno que ni ellos sabían si podían ganar. Estaban apostando por el reino de Ansuya. Un reino fuerte por fuera pero blando por dentro.
𝕯𝖆𝖑𝖆𝖈𝖎𝖆: estaba fuera de los conflictos públicamente, pero su apoyo a Galantes estaba en plena actividad, ellos también querían un pedazo de Ansuya, así como hicieron con los zuyé.
𝖅𝖚𝖞𝖊́: a pesar que fueron arrasados por los reinos vecinos. Este gentilicio aún seguía vivo, dispersados pero vivos. Esperanzados en el día en que sus ancestros tomarán la justicia para con sus enemigos.
𝕬𝖓𝖘𝖚𝖞𝖆: un reino revuelto en problemas internos que aún así sabían cómo cubrir tras las narices de extraños. Pero como todo lo oculto sale a la luz. Sus problemas familiares se estaban filtrando hacia las personas equivocadas.
𝕷𝖊𝖞𝖆𝖑: ahora familia por conveniencia de los ansuyanos. Sayuri era el sacrificio de aquel reino para surgir económicamente ya que estaban hundidos en el fango por una mala administración del rey Mikay.
Los problemas aumentarían cada día y los reinos usarían un mil de estratégias para ocultar su talón de Aquiles al enemigo.
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— Extraño a mi hija - dice la reina Dayu a su sirvienta. — me la arrancaron de mis brazos. Todo por culpa de la mala cabeza de Mikay.
— También la extraño, ella es una buena jovencita, como usted cuando tenía su edad - responde la criada.
— Si, me recuerda a mi cuando joven y eso es lo que más me duele. Debe estar sufriendo allí sola, sin nadie que la defienda. Le prometí que la ayudaría a escapar a Palmira quedándose oculta por un buen tiempo... Espero que ella recuerde lo que prometí y sepa esperar nuestro encuentro. — terminó de decir una madre con lágrimas recorriendo sus mejillas.
Leyal era un lugar muy exótico, su arquitectura era fantástica y su gentilicio era muy agradable. Sin embargo, la crisis económica que estaban atravesando había convertido el reino en un barco pirata. Había mucha delincuencia, fraudes y violencia en ciertos sitios de gran de movimiento de personas. Los palmireños estaban en busca de su bienestar así tuviesen que dañar a otros.
Todo paso de ser un reino estable a ser un reino caótico gracias a las malas decisiones de Mikay, rey de Leyal.
Las apuestas y malos tratos con los reinos vecinos lo hicieron caer en la boca del lobo. Estaba perdiendo la mitad de sus tierras en la frontera, los ganados estaban muriendo y la agricultura no estaba dando frutos. La gente hacía huelgas en las plazas exigiendo comida y bienestar, pero Mikay lo único que hacía era enviar a los soldados a despejar con violencia las áreas de concentración de los lugareños.
Él sabía que necesitaba ayuda porque el agua le estaba llegando al cuello. Uno de sus asesores le dió una idea que no rechazaría.
- Su Majestad, los acuerdos diplomáticos con Ansuya y Palmira han dado frutos, Ansuya promete ayudarnos ofreciéndonos soldados y comida para los lugareños. Mientras Palmira nos ofrece ganado y semillas para sembrar.
- Me parece bien, nos tenemos que recuperar. Los plebeyos quieren derrocarme y necesito tenerlos al margen. — expone el rey Mikay.
— También le tengo otra noticia. — le indica el asesor. - Los reyes de Ansuya tienen dos hijos varones que aún no se han casado, está sería una gran oportunidad para el reino de surgir rápidamente. Sayuri sería una buena opción para casarla con el príncipe heredero de Ansuya.
Los ojos de Mikay se iluminaron, esa idea era grandiosa para él. Si una de sus hijas lograba casarse con uno de los príncipes, Ansuya sería su protector por muchos años hasta que Leyal saliera de la crisis económica en la que estaba y así no perdería el trono.
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— ¡ Repítelo ! Repite nuevamente lo que acabas de decir - dice la reina Zettare tras haber abofeteado a su hijo.
Julius se quedó estático al haber hecho enojar a su madre.
— Madre, no vuelva hacer lo que hizo — dijo este mientras controlaba la ira que lo envolvía. — no vuelva a pegarme delante de nadie.
— ¿ Quién te crees que eres? — dijo ella con voz altiva — Yo aún sigo siendo tu autoridad hasta que muera. ¡ Y puedo hacer lo que me plazca contigo! ¡ Eres un mocoso altanero ! No creas que me mirarás por encima de tus hombros. Yo aún sigo siendo la reina de este país aunque te retuerzas de la ira. — seguía diciendo mientras lo miraba con los ojos llenos de furia — Ahora lárgate de mi habitación.
" 𝑻𝒖́ 𝒏𝒐 𝒅𝒆𝒄𝒊𝒅𝒆𝒔 𝒔𝒐𝒃𝒓𝒆 𝒆𝒍 𝒓𝒆𝒊𝒏𝒐 𝒅𝒆 𝒎𝒊 𝒑𝒂𝒅𝒓𝒆"
Julius había sobrepasado los límites. La firme esperanza de ser el nuevo regente de Ansuya lo había adormecido, pero su madre lo despertó del mundo en el que estaba viviendo donde solo él era el centro de todo.
Zettare aún era la reina de Ansuya y tenía tanto poder como el mismo rey. Ella era influencia en el consejo real porque con su inteligencia y benevolencia se lo había ganado.
Algo que el rey Ashlam no había logrado en años.
— Su majestad - dijo la criada al tomarla por los brazos— ¿está bien?
— No, no estoy para nada bien — dijo tras sentarse en una silla de la habitación. — No sé quién es mi familia, los desconozco a todos. Ashlam insiste en cambiar la tradición sin consultarme. Julius me irrespeta como si yo fuera su criada y Yakub, ese niño piensa que me puede retar cuando quiera. — suspira — tengo que tomar el control de esta situación hasta que sea demasiado tarde.
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Los pasos prominentes de un joven esbelto acaparó la mirada de Kiara.
— Oye, ¿dónde está el despacho del rey ? — preguntó Zayd frente a ella.
— Está al otro lado del palacio, pasando el jardín, mi señor — indicó ella.
— Mmmm, tu rostro me parece conocido, ¿ De dónde eres? — interrogó el joven capitán .
El corazón de Kiara estaba latiendo a mil, ella sabía quién era él, uno de los asesinos de su pueblo.
— Soy de Palmira — respondió bajando su rostro
Después de segundos de silencio, Zayd siguió su paso hasta que su silueta desapareció.
Kiara no quería ser descubierta por algún galantino o dalacio que sabía sobre el intento de asesinato del rey Darius. Frente a ellos tenía que ocultar su origen para no ser un blanco.
— Su majestad, es hora de despedirnos — dijo el capitán al rey Ashlam. — El rey Maglio se adelantó en su carruaje, tuvo una emergencia y me pidió que me presentará para disculparse.
— No te preocupes, puedes irte en paz. Fue muy grato tenerlos aquí, espero que vuelvan pronto, tal ves en el casamiento de mi hijo menor. — le indicó Ashlam para luego despedirse con un apretón de manos.
— Su majestad, la reina Zettare - exclama el guardia.
— Capitán — dice sorpresivamente la reina.
— Su majestad— responde haciendo una leve reverencia — mi estadía aquí ha terminado, venía a despedirme del rey.
— Esta bien, espero verlo nuevamente por este reino — respondió ella con un inexplicable nudo en la garganta.
— Zettare acompaña al capitán, luego solicito reunirme contigo.
La reina asintió a su pedido y acompañó al capitán a las afueras del palacio.
— Espero que tenga un buen viaje hacia Galantes — dijo ella.
— Muchas gracias por brindarnos una gran estadía. Hasta luego su majestad. — dijo él mientras se subía al carruaje real de Galantes.
La vida de Zettare había sido dura desde su infancia y adolescencia, había algo en Zayd que hacía que su corazón latiera tan fuerte y que su piel se erizara. No era un sentimiento se atracción, era algo distinto... Era el mismo sentimiento que tuvo al ver por primera vez a sus hijos.
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𝕲𝖗𝖆𝖈𝖎𝖆𝖘 𝖕𝖔𝖗 𝖑𝖊𝖊𝖗
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